La escuela es el lugar donde los niños, niñas y adolescentes permanecen gran parte del tiempo y es el espacio idóneo para que se produzcan las agresiones entre pares, siendo este un fenómeno que se caracteriza por la violencia y el acoso y cuyos protagonistas son los mismos estudiantes, bien sea como agresores o como víctimas. La RAE define la agresión como un ataque o acto violento que busca causar daño y la literatura ofrece diversas definiciones relacionadas con este término, entre ellas la de Dollard et al. (2013) que destaca que el objetivo de esta conducta es hacer daño, bien sea a una persona o un objeto, señalando además la connotación de que existe una intención (Chaux, 2012), y que nace a partir de la interrelación de los sujetos manifestándose de manera física o verbal, entre otras (Carrasco y González, 2006). Existen múltiples definiciones de agresión en la literatura, y se han generado continuas formulaciones, apreciándose que hay muchos conceptos que se relacionan con el término, entre ellos el acoso o bullying (Caetano et al., 2023; García-Fernández et al., 2023).
La agresión se distingue de la agresividad en que esta última se caracteriza por una tendencia a comportarse habitualmente de manera agresiva, mientras que la agresión es una conducta puntual. La agresividad para algunos autores tiene “un carácter último positivo al estar implicada en la búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos, cualidad que la diferenciaría de otros constructos como el de violencia, de valencia negativa” (Carrasco y González, 2006, p. 9).
Por otro lado, las agresiones autoinformadas entre pares es la información aportada por los estudiantes en la que admiten si han participado en conductas que tenían como objetivo hacer daño intencionalmente a sus compañeros, ya sea físico, verbal o relacional (Morillo, 2014) y consiste en mostrar, admitir o revelar aspectos relacionados con algún tipo de agresión, expresada por quienes la han cometido (Marshall et al., 2022). Jiménez et al. (2012) se refieren a la agresión entre pares -dentro del marco de la violencia- como “un comportamiento ofensivo amplio donde el sujeto actor o autor utiliza su propio cuerpo o un objeto externo para infligir una lesión o un daño, puede también presentarse como agresión verbal, agresión relacional o agresión virtual” (p. 824). Para los autores queda claro el carácter intencional de la acción y los tipos que distingue que se asumen en la presente investigación.
Para Chaux (2003) existen tres tipos de agresión, a saber, física, verbal y relacional, y todas tienen como objetivo hacer daño al otro, sea este corporal (física; González-Cabrera et al., 2022), hacerlo sentir mal, empleando las palabras (verbal; Weinstein & Aldunate, 2021) o dañar las relaciones sociales el estatus social de la persona en su grupo” (relacional; Valencia et al., 2018). Esta es solo una de las clasificaciones de las agresiones que fue tomada en cuenta en esta investigación para explorar cuál más frecuente y si alguna tiene relación con el autocontrol, que, según la Teoría general del delito (Gottfredson & Hirschi, 1990), es el constructo que más influye en el comportamiento de tipo antisocial de las personas, entendiendo el autocontrol como la capacidad de superar o cambiar las respuestas internas, así como interrumpir las tendencias comportamentales no deseadas y abstenerse de actuar sobre ellas (Yang et al., 2022).
De acuerdo con los postulados de Gottfredson y Hirschi (1990) “las personas se diferencian en el grado en el cual se abstienen de cometer delitos” (p. 88), siendo el autocontrol la razón de dicha diferencia, por lo cual se podría afirmar que de un bajo autocontrol puede derivar la actividad delictiva o cualquier conducta antisocial. En este sentido, Morillo et al. (2011) señalan que las personas con bajo autocontrol buscan la satisfacción rápida, se caracterizan por su poca paciencia, son aventureros y activos, y sus habilidades cognoscitivas no son muy amplias. De ello se infiere que quienes tienen menos autocontrol, tenderán a participar más en delitos que aquellos con alto autocontrol, en virtud de que cometer un delito les proporciona satisfacción inmediata, implica aventura y no requiere mayores habilidades, al tiempo que suelen causar dolor a la víctima (Burt, 2020).
El bajo autocontrol está relacionado con diversos delitos y otros comportamientos problemáticos, al igual que la violencia interpersonal, como el robo, el uso de sustancias prohibidas, los accidentes y el mal comportamiento en las instituciones educativas también están relacionados. El denominador común en estos actos es que suministran placer y beneficio de manera inmediata a quien participa en ellos (DeWall et al., 2011; Spivey & Nodeland, 2021).
Diversos estudios han analizado las agresiones entre pares y los factores asociados a este fenómeno. Por ejemplo, el autocontrol está asociado de manera inversa y significativa con la agresión reactiva y proactiva en los adolescentes, lo cual insinúa que tienen un mayor nivel de autocontrol y presentan menor frecuencia de agresión proactiva y reactiva (Fimbres et al., 2021). Asimismo, existe una correlación moderada, positiva y estadísticamente significativa entre el autocontrol y los niveles de agresión en adultos varones de bajo nivel socioeconómico (Rahim et al., 2022).
Asimismo, Remigio (2021) en la comparación de los niveles de autocontrol en 236 estudiantes de secundaria en Perú halló que presentaban agresiones catalogadas como altas y bajas, se encontraron altos niveles de agresión en la mitad de los estudiantes y que estas agresiones difieren de manera significativa según el sexo del estudiante, prevaleciendo un nivel de autocontrol bajo así como diferencias significativas respecto al nivel de autocontrol entre los estudiantes con altos y bajos niveles de agresión.
Además, y hablando del rol mediador del autocontrol, Kang y Paik (2019) hallaron un efecto negativo del autocontrol de los niños en su agresividad, así como un efecto mediador parcial del autocontrol en la relación entre la calidez de la conducta de crianza de la madre y la agresión de los niños.
Al estudiar la frecuencia de agresiones entre estudiantes de escuelas primarias y su relación con el funcionamiento familiar y las emociones morales, un estudio concluyó que estas variables se afectan directamente entre sí y se relacionan de manera indirecta con comportamientos agresivos entre iguales mediante el desarrollo de emociones morales (Valdés et al., 2016). Así mismo, el funcionamiento familiar influye en las emociones morales, entre ellas, “la empatía y la vergüenza, las cuales se asocian con una menor frecuencia de agresión entre estudiantes” (Valdés et al., 2016, p. 1093). Se deduce que adolescentes empáticos y capaces de avergonzarse tenderán a ser menos agresivos.
Ahora bien, con respecto al Autocontrol, diversas investigaciones han abordado este constructo como el factor predictor de la conducta delictiva y antisocial. Un modelo de mediación basado en el apego de adolescentes chinos a sus padres y madres, conductas agresivas e incumplimiento de las reglas incluyó el Autocontrol, hallando relación negativa entre el apego y la agresión, es decir, a mayor apego, menos agresiones. Además, la edad fue una variable moderadora entre el autocontrol de los adolescentes y el apego a sus padres, pero no a sus madres (Sun et al., 2022). En este sentido, Hirtenlehner et al. (2014) reportan el vínculo entre el autocontrol y la disuasión, en términos de que los efectos disuasorios son mayores entre los adolescentes con bajo autocontrol.
Como puede verse, son numerosas las investigaciones que relacionan el autocontrol y las agresiones en adolescentes. En esta investigación se eligió el autocontrol como la variable que explica las agresiones autoinformadas ya que estas conductas, al igual que los delitos, proporcionan una gratificación inmediata de los propios deseos, no implica mayores esfuerzos, son actividades consideradas excitantes y arriesgadas, que requieren poca habilidad y planificación, suelen ser dolorosas para las víctimas, y el riesgo a ser detectado y castigado es muy bajo, postulados de la teoría general del delito de Gottfredson y Hirshi.
Dicho lo anterior, las personas con bajo autocontrol no saben diferir las gratificaciones, no se esfuerzan para lograr un objetivo, tienden a emitir conductas imprudentes, no son capaces de postergar el placer y los beneficios, no planifican sus acciones ni sopesan los riesgos de su comportamiento, por lo cual tendrán mayor probabilidad de participar en conductas que conlleven a agredir a sus pares física, verbal o relacionalmente (Siraj et al., 2021).
Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto, el objetivo de esta investigación fue analizar si el autocontrol predice las agresiones entre pares en estudiantes de primaria y secundaria de Medellín, Colombia.
Método
Participantes
La investigación partió desde un enfoque cuantitativo, de corte transversal, a nivel descriptivo e inferencial, y fue llevada a cabo con 265 estudiantes de Medellín, Colombia (el 51.7% fue de sexo femenino, frente al 48.3% masculino). La muestra, obtenida mediante muestreo simple al azar, estuvo constituida por estudiantes del último grado de primaria y de los dos primeros grados de secundaria, matriculados en instituciones educativas oficiales o públicas.
En cuanto a la edad, osciló entre 10 y 15 años (M = 11.8; DE = 1.34), es decir, rango que corresponden al final de la pubertad, infancia y adolescencia; la mitad de los estudiantes tenía 11 años o menos; el 21.9% tenía 12 años y el 17.4% de 13 años, y el resto 14 o más. Con respecto al grado de estudio que cursaban, el 65.3% estaba en quinto grado, el 15.1% en sexto y el 19.6% en séptimo grado.
Medición
La variable dependiente de la investigación son las agresiones autoinformadas analizadas según las conductas agresivas que los estudiantes admiten haber realizado en el último mes en una escala Likert de frecuencia con cinco alternativas que se dicotomizaron para formar dos grupos: Nunca y Al menos una vez. Así mismo, el autocontrol es la variable independiente del estudio, considerado como la causa del delito a nivel individual y fue medida a través de la Escala de Grasmick (Grasmick et al., 1993; Garrido et al., 2017; Rodríguez, 2013; Rodríguez y Godoy, 2013; Serrano, 2013), la cual es una escala aditiva conformada por 12 ítems donde el estudiante externaliza el grado de acuerdo con las proposiciones planteadas. Se ponderaron las respuestas, asignando 1 punto si la opción es Totalmente de acuerdo y en el extremo opuesto se califica con 4 puntos. Al sumar los puntajes se obtiene el nivel de autocontrol y se clasifica con bajo autocontrol quienes puntúan más alto y viceversa.
El cuestionario contiene tres secciones: a) la primera, con preguntas generales; b) la segunda, donde se evidencian las tres dimensiones de agresión (agresión física, con 17 ítems; agresión verbal, con 10 ítems y la agresión relacional, conformada por 12 ítems). Estos ítems fueron redactados a partir de las definiciones teóricas de agresión física, verbal y relacional y sometidos a validación por juicio de expertos, quienes dictaminaron que los ítems miden lo que pretenden medir y cubren el universo teórico planteado. Finalmente, c) la anteriormente citada Escala de Autocontrol de Grasmick, con 12 ítems. En el último tercio, se insertaron preguntas sociodemográficas.
Respecto a la validez y confiabilidad, las escalas de agresiones autoinformadas fueron validadas mediante juicio de expertos (CVC = .88), cuyo valor indica que los ítems incluidos representan el universo teórico y son válidos para medir el constructo. Los resultados indican que son válidas las escalas de agresiones autoinformadas en las dimensiones física (CVC = .86), verbal (CVC = .91) y relacional (CVC = .95).
Cinco expertos en el área temática respondieron la solicitud de validación del cuestionario, cuyo objetivo era medir las conductas agresivas autoinformadas entre pares. El perfil de estos expertos fue tres criminólogos, uno de ellos con doctorado en psicología social, una doctora en psicología y un doctor en ciencias sociales. A cada juez se le pidió que justipreciara si los ítems correspondían al dominio del universo teórico específico indagado (Martínez, 1996). Para esta tarea, tomaron en consideración dos condiciones principales: a) Si los ítems del instrumento encarnan de manera apropiada el aspecto bajo investigación, y b) Si los constructos delineados interpretan lo se pretender medir: Agresiones autoinformadas entre pares. Asimismo, se les indicó que valoraran la redacción de los ítems, si pueden ser comprendidos por estudiantes de primaria y secundaria, si el lenguaje empleado es apropiado y si la cantidad de preguntas es suficiente para medir dichos constructos. Para valorar cada ítem se suministró a cada uno los expertos los siguientes criterios: valorar con (1) punto si ítem no debe incluirse; dos (2) puntos si el ítem es apropiado, pero requiere ser modificado; y tres (3) puntos si es adecuado y de requerir modificaciones, estas son mínimas.
Luego de la validación por los expertos, se realizó una prueba cognitiva con 10 estudiantes, seleccionados al azar, quienes respondieron el cuestionario y se les pidió que indicaran si los ítems eran claros, si eran fáciles de contestar, si tuvieron alguna dificultad, entre otros. En general, los estudiantes respondieron que los ítems eran fáciles de entender y contestar y coincidieron en que les parecía bien porque podían expresarse. Otros argumentaron que les parecía bien que los cuestionaran con el tema del bullying, pues los ponía a pensar y además sentían que se preocupaban por ellos. En promedio, cada estudiante empleó entre 30 y 40 minutos para contestar el cuestionario.
La confiabilidad se determinó con el coeficiente Alfa de Cronbach; así, tanto la escala del autocontrol (Alfa = 0.814) como la de agresiones físicas (CVC = 0.875), verbales (CVC = 0.862) y relacionales (CVC = 0.93) tienen alta consistencia interna, es decir, son confiables.
Procedimiento
Primero se realizó una entrevista con los coordinadores y rectores de las instituciones educativas donde se explicaron objetivos de la investigación, los instrumentos de recolección de datos, y también se solicitaron los permisos pertinentes.
Los participantes respondieron de forma voluntaria y anónima un cuestionario autoadministrado grupalmente bajo la técnica de encuesta de autoinforme, alojado en una plataforma electrónica. Se empleó esta modalidad de encuesta porque las conductas agresivas tienden a pasar desapercibidas, no son identificadas por los adultos o las víctimas prefieren no denunciarlas, es decir, normalmente están subregistradas en el mejor de los casos.
Para la administración del cuestionario, los estudiantes fueron reunidos en las salas de informática, y un miembro del equipo de investigación se encargó de suministrar el cuestionario, habilitando la plataforma, pero no interactuó con los estudiantes, excepto para resolver aspectos técnicos, por ejemplo, cuando falló la conexión a internet. Los estudiantes respondieron el cuestionario con la garantía de que nadie podía ver sus respuestas, con lo cual no tuvieron influencias externas que sesgaran sus respuestas.
En cuanto a las consideraciones éticas, al inicio del cuestionario se incluyó un consentimiento informado donde se informaba el objetivo de la investigación, así como la garantía de anonimato y confidencialidad, que requería respuesta afirmativa para poder avanzar a las preguntas.
El estudio fue aprobado por el comité de ética de cada una de las instituciones en las que estaban vinculados los investigadores, que examinó el cumplimiento con los estándares éticos del estudio, siguiendo las directrices éticas de la Asociación Americana de Psicología (American Psychological Association, 2009), que garantiza consentimientos informados basados en métodos de gestión de clases en un contexto educativo. Se solicitó autorización para la selección de los participantes en las instituciones, y posteriormente se procedió a ponerse en contacto con ellos en su aula y explicarles el objetivo de la investigación, el procedimiento a seguir y las consideraciones éticas. Una vez obtenidos los permisos de las instituciones, se envió un consentimiento informado a los padres y madres de los estudiantes indicando que “Su hijo(a) participará en una encuesta de aproximadamente 20 minutos, que las preguntas tratarían sobre el comportamiento de los hijos y las relaciones con sus compañeros”, haciéndoles saber además que la participación era completamente voluntaria, y que el hijo(a) podía abandonar el estudio en cualquier momento sin consecuencia alguna. De igual manera, se les hizo saber que toda la información era confidencial y se almacenaría de manera segura donde solo los investigadores tendrían acceso a los datos.
Además, a los estudiantes interesados también se les dio un formulario de asentimiento informado, que contenía la misma información proporcionada a los padres y madres. Los instrumentos fueron administrados en grupo a los estudiantes que presentaron el formulario mencionado firmado por ellos y sus padres.
Análisis de los datos
El análisis de los resultados se realizó a nivel descriptivo e inferencial. Las variables dependientes e independiente son escalas aditivas, por tanto, para el análisis descriptivo, se emplearon promedios y desviación típica para describirlas. Para efectos del análisis inferencial, se dicotomizaron las tres escalas de agresiones para tener dos grupos, Nunca y Al menos una vez. Este último grupo se formó con las respuestas referidas a una o más veces e indica la presencia de agresiones. Se eligió el nivel de significación α = .05 y se calculó Chi Cuadrado de independencia y el análisis de regresión logística binaria, para predecir las agresiones autoinformadas entre pares físicas, verbales y relacionales a partir del Autocontrol, Sexo, Edad y Nivel Educativo.
Resultados
Resultados de las variables Autocontrol y Agresiones autoinformadas entre pares
El Autocontrol es una escala aditiva de 12 ítems cuya oscilación teórica está entre 12 y 48 puntos. Un mayor puntaje en esta escala denota un bajo autocontrol. En los resultados se aprecia que el promedio de autocontrol de 26.0075 ± 7.70625 puntos, dado que el punto medio teórico es de 30 puntos y este valor es menor, indica que estos estudiantes tienden a tener alto autocontrol (ver Tabla 2). Por otra parte, la variable agresiones físicas es la sumatoria de 17 ítems con un rango teórico entre 17 y 85 puntos y un promedio teórico de 51 puntos; un alto puntaje revela mayor participación en agresiones de este tipo
En este sentido, en la muestra estudiada el promedio fue de 23.0264 ± 9.47941 puntos e indica que la participación en conductas de este tipo es poco frecuente. En cuanto a las agresiones verbales, que registró un promedio de 13.083 ± 5.56033, mucho menor que el promedio de la escala (51 puntos), lo que permite afirmar que estos estudiantes admiten que su participación en agresiones verbales no es muy frecuente.
Por último, las agresiones relacionales oscilaron entre 12 y 60 puntos, coincidiendo con la fluctuación teórica de la escala; el promedio (14.86 ± 6.73 puntos) se ubica en el cuarto inferior de la escala, es decir, las respuestas de los estudiantes a las conductas agresivas de tipo relacional tendían a ubicarse en las alternativas Nunca o 1-2 veces, lo cual evidencia que no realizaban frecuentemente agresiones relacionales.
Relación entre Autocontrol y Agresiones autoinformadas entre pares
Para efectos de establecer la relación entre las variables Autocontrol y Agresiones autoinformadas entre pares y debido a la baja frecuencia de las conductas agresivas en las categorías que indican haber realizado estas conductas en el último mes, se decidió dicotomizar las agresiones en las categorías Nunca y Al menos una vez. Por su parte, la escala de Autocontrol también se agrupó en dos categorías atendiendo a las nociones de bajo y alto autocontrol y se tomó como criterio de reagrupación los puntajes mayores de 30 puntos como Bajo Autocontrol. Se empleó la prueba Chi cuadrado de independencia para determinar si el Bajo Autocontrol está asociado con las agresiones autoinformadas (físicas, verbales o relacionales) y el coeficiente Phi para precisar la magnitud de la relación.
Los resultados de la Tabla 3 muestran que casi tres de cada diez estudiantes tienen bajo autocontrol (29.8%). De igual modo, la proporción de estudiantes que reconocieron haber participado en algún tipo de agresión es bajo, evidenciándose un 12.3% de agresiones físicas, 9.04% verbales y 10.8% relacionales.
Al cruzar los resultados del Autocontrol con las agresiones físicas autoinformadas entre pares se aprecia que la proporción de estudiantes con bajo autocontrol y que indicaron que nunca participaron en agresiones físicas es menor (62/79 = 78.5%) que la de estudiantes que también manifestaron no haber agredido físicamente a sus compañeros y que tenían alto autocontrol (174/186 = 93.5%). Entre los que tienen bajo autocontrol la proporción de agresiones físicas es cuatro veces mayor (17/62 = 27.4%) que entre los que tienen alto autocontrol (12/186 = 6.45%), siendo estas diferencias altamente significativas desde el punto de vista estadístico. No obstante, la relación entre el autocontrol y las agresiones físicas autoinformadas entre pares es baja (Phi = 0.221).
Tabla 3 Autocontrol y Agresiones autoinformadas entre pares.

Nota: ** Significativo α = 0.01; * Significativo α = .05
Estas mismas diferencias también se registraron en las agresiones verbales y las agresiones relacionales, en donde la proporción de agresiones es mayor entre los que tienen bajo autocontrol y la relación entre autocontrol y agresiones autoinformadas entre pares físicas (p = 0.013) y relacionales (p = 0.024) es estadísticamente significativa. En conclusión, el bajo autocontrol está relacionado de manera significativa con las agresiones autoinformadas entre pares.
Relación entre Sexo del estudiante y Agresiones autoinformadas entre pares
Los resultados de la prueba de Chi cuadrado indican que solamente hay relación estadísticamente significativa entre el Sexo del estudiante y sus agresiones relacionales autoinformadas (p = 0.012) (ver Tabla 4). Se puede apreciar que la proporción de varones que ha agredido relacionalmente al menos una vez a sus compañeros (19/128 = 14.8%) es 2.7 veces mayor que la de las mujeres que también han agredido a sus pares (7/130 = 5.4%).
Variables predictoras de las Agresiones autoinformadas entre pares
Tomando en cuenta que la variable independiente Autocontrol es una escala aditiva de 12 ítems, y que las tres dimensiones de la variable dependiente (agresiones autoinformadas entre pares) se dicotomizaron (Al menos una vez/Nunca), se llevó a cabo un análisis de regresión logística binaria para conocer las variables predictoras de las agresiones, por lo que se incluyó en el modelo el Autocontrol, y se agregaron el Sexo, la Edad y el Grado de estudio. El método de máxima verosimilitud es el que se emplea en la regresión logística para estimar los parámetros del modelo y predecir las agresiones autoinformadas entre pares (físicas, verbales y relacionales) que son dicotómicas.
La variable dependiente se codifica con valores de 0 y 1, con cero para los casos donde el estudiante admitió haber participado al menos una vez en agresiones físicas, y uno para los que no reportan este tipo de conductas. A partir de los datos de cada sujeto para la variable independiente, se calcula una probabilidad para cada uno de ellos. En tanto probabilidad, sus valores oscilarán entre 0 y 1, cuanto más tienda a cero, mayor la probabilidad de agresiones físicas, y cuanto más tienda a uno, mayor la probabilidad de no agredir físicamente a los pares. Se clasifican todos los jóvenes como agresores o no agresores a partir de un punto de corte que está ubicado en .5, buscando predecir la participación, o no, en agresiones físicas a sus pares, a partir de la variable predictora llamada Autocontrol, que en este caso es, a su vez, una covariable.
La Tabla 4 muestra los resultados del análisis multivariante, específicamente la regresión logística binaria. Se aprecia que el modelo es efectivo para predecir las agresiones autoinformadas, en virtud del alto porcentaje de clasificación global correcto, que en las tres variables dependientes ronda el 90%, a pesar de que el R2 de Nalgerkeke no es tan alto.
Tabla 5 Modelos de regresión logística binaria para agresiones autoinformadas físicas, verbales y relacionales. Variables predictoras Autocontrol, Sexo, Edad y Nivel educativo (n = 265).

Nota: * Significativo α = .05; ** Significativo α = .01
El nivel de ajuste para las tres variables analizadas es adecuado, ya que el valor de probabilidad asociado a Chi cuadrado es menor que .05 (p = .000), esto indica que el modelo con las variables predictoras incluidas contribuye a explicar las variables dependientes y clasificó correctamente al 90% de los sujetos. Con respecto a la capacidad explicativa del modelo, está cercano al 20%, según el valor de R cuadrado.
De acuerdo con la Tabla 4, las variables significativas en la predicción de las agresiones autoinformadas físicas y verbales son Autocontrol, Sexo, Edad y Grado de estudio, convirtiéndose así en predictoras. En el caso de las agresiones autoinformadas relacionales, el Autocontrol no se comportó como una variable predictora, mientras que las demás variables sí.
Estos resultados señalan que el Autocontrol, variable independiente de esta investigación, es un predictor de dos de las tres variables dependientes de agresiones autoinformadas, a saber, predice las agresiones físicas y las verbales, pero no las relacionales. Por otra parte, las variables sociodemográficas Sexo, Edad y Nivel educativo (tanto en Primaria como en Secundaria) son predictores significativos de las agresiones autoinformadas tanto físicas, como verbales y las relacionales.
La fortaleza de la relación se observa en los valores de Exp(b). A partir de dichos valores para la variable predictora Autocontrol, puede afirmarse que el aumento en una unidad en autocontrol disminuye la probabilidad de no agredir físicamente a los pares en 11.2% (1 - .888) y la de no agredir verbalmente en 7.8% (1 - .922).
En cuanto al sexo, que resultó ser predictora de los tres tipos de agresiones autoinformadas, se puede indicar que ser del sexo femenino disminuye la probabilidad de no agredir a sus pares físicamente en 62.8%, verbalmente en 67.8% y relacionalmente en 73.9%.
Los Exp(b) referidos a la Edad revelan que el aumento de un año de edad disminuye la probabilidad de no agredir físicamente a los pares en 49.6%, la de no agredir verbalmente en 51.6% y no exhibir agresión relacional en 47.6%. Además, cursar primaria o secundaria predice las agresiones autoinformadas físicas, verbales y relacionales: estar en secundaria aumenta la probabilidad de agredir físicamente a los compañeros en 290% (1-3.903), verbalmente en 398.5% y relacionalmente en 257%.
El Autocontrol es la variable que tuvo el mayor peso específico en la predicción de las agresiones físicas autoinformadas (Wald = 14.119), pero en la predicción de las agresiones verbales y las relacionales autoinformadas, la variable con mayor peso específico es la Edad, cuyos valores de Wald fueron 11.287 y 10.276 respectivamente.
En resumen, la variable predictora Autocontrol permite predecir las variables agresiones autoinformadas físicas y verbales, pero no las agresiones autoinformadas relacionales. El signo del coeficiente B de la variable predictora es negativo, lo cual indica que disminuye la probabilidad de que el joven no agreda física o verbalmente a sus pares; en otras palabras, la probabilidad de que un joven con altos puntajes en Autocontrol agreda a sus pares física o verbalmente es mayor.
Discusión
La presente investigación encontró suficiente evidencia empírica para afirmar que los estudiantes de primaria y secundaria de una institución educativa oficial de Colombia presentan bajos niveles de agresiones autoinformadas entre pares, registrándose que casi el 90% de los jóvenes admitió no haber participado nunca en este tipo de conductas con la intención de hacer daño a sus pares ni física, verbal o relacionalmente.
Por otra parte, los resultados mostraron que cerca del 30% de los estudiantes tienen bajo autocontrol, ya que sus respuestas indicaban que eran impulsivos y no posponen el placer, entre otros. Tal como lo indican los autores de la teoría general del delito, el bajo autocontrol se asoció de manera significativa con las agresiones físicas, verbales y relacionales, es decir, quienes tienen bajo autocontrol, tienen mayor probabilidad de agredir física, verbal o relacionalmente a sus pares. Estos resultados sugieren que los adolescentes que tienen un mayor nivel de autocontrol presentan menor probabilidad de agredir a sus pares, lo cual coincide con los resultados de diversas investigaciones (Astuvilca-Quijada, 2021; Fimbres et al., 2021; Morillo, 2014; Remigio, 2021).
Con respecto al sexo, se encontró que tiene relación estadísticamente significativa con las agresiones relacionales, pero es independiente de las agresiones físicas y las agresiones verbales. De igual modo, se determinó que hay relación entre el sexo del estudiante y las agresiones relacionales, pero no con las agresiones físicas ni verbales. Lo anterior coincide en parte con lo expresado por Cerezo (2008) quien asegura que los agresores suelen ser del sexo masculino, de mayor edad que sus compañeros de grupo y fuertes desde el punto de vista físico. Es usual que los agresores sean agresivos y violentos dirigiendo sus acciones contra quienes ellos creen que tienen miedo y son débiles, revelando la asimetría de poder que existe entre quienes están implicados en las conductas agresivas en la escuela, a saber, víctima y victimario (Basile et al., 2020; Varela et al., 2023).
Por otra parte, no se evidenciaron asociaciones entre las agresiones y el grado de estudio. Este resultado es contradictorio a investigaciones previas (Fujikawa et al., 2020; Guerra et al., 2011) donde se afirma que los estudiantes de los primeros cursos son más propensos a sufrir este tipo de agresiones, siendo estas de menos carácter conforme se avanza en el grado. Esto se podría justificar en el hecho de que existen otras variables que podrían influir, como las características de la institución educativa, estilo educativo familiar o incluso la satisfacción de los estudiantes con la misma institución, tal y como lo expresan Suárez-García et al. (2020).
Con relación a otros resultados del estudio, se podría indicar que para predecir si un estudiante es agresivo físicamente, debe contar con: bajo autocontrol, pues este tiene el mayor peso en la predicción, menor edad, es decir, a menor edad, mayor posibilidad de ser agresivo físicamente y, por último, que sea de sexo masculino. Con relación a la agresión verbal, cambia el orden de predicción, siendo el mayor predictor la edad, seguido por el autocontrol, y, por último, el sexo. Es oportuno mencionar que Covarrubias y Caro (2016) encontraron que el tipo de violencia que más reportan los alumnos en la escuela es la violencia verbal, y que un alto porcentaje de estudiantes reconoció haber ejercido violencia psicológica. Dicho de otro modo, los incrementos en las variables predictoras autocontrol, sexo y edad implican que disminuye la probabilidad de no agredir a sus pares (ni física, verbal o relacionalmente), mientras que estar en secundaria aumenta la probabilidad de no agresiones autoinformadas (Pina et al., 2022).
En las agresiones de tipo relacional también varían las predicciones. En este caso, el autocontrol no predice la agresión. La que más predice es el nivel educativo, seguido del sexo y por último la edad. Siendo así el autocontrol se presenta como la variable predictora en las agresiones físicas y en las verbales, pero no en las relacionales. Estos son resultados similares a los encontrados en diferentes estudios (Neaverson, 2020; Yang et al., 2022) donde se concluye que las experiencias de agresión podrían tener efectos adversos en el desarrollo de su autocontrol a lo largo del tiempo.
Finalmente, también se encontró que a medida que aumenta la edad, va disminuyendo la probabilidad de agredir física, verbal o relacionalmente a sus compañeros, resultados congruentes con los hallados en otros estudios que destacan que, aunque hay numerosas razones por las que los niños y adolescentes son agresivos, se ha señalado que la edad es un factor importante (Casper et al., 2020; Russell et al., 2010).
En síntesis, los datos aportan suficiente evidencia empírica para predecir dos tipos de agresiones autoinformadas, a saber, las físicas y las verbales, pero no apoyan la idea de que las agresiones autoinformadas relacionales se puedan predecir a partir del Autocontrol. El bajo autocontrol lleva a un aumento de la probabilidad de que el joven agreda física o verbalmente a sus pares; dicho de otro modo, la probabilidad de que un niño o adolescente con altos puntajes en autocontrol agreda a sus pares física o verbalmente es mayor (Keatley et al., 2017; Kip et al., 2021).
Para dar respuesta a la pregunta planteada respecto a si el autocontrol predice las agresiones entre pares en estudiantes de Colombia de primaria y secundaria, se puede afirmar que, en efecto, el autocontrol propicia mayor agresividad o, por el contrario, inhibe las conductas agresivas.
Para finalizar, el autocontrol continúa teniendo apoyo empírico en la predicción de las agresiones entre pares, tal como lo sostienen algunos investigadores (Bellido et al., 2016; Bobbio & Arbach, 2019; Pechorro et al., 2022), o como variable moderadora de acuerdo (Jiang & Dong, 2022; Xu et al., 2022; Xie et al., 2020; Zhang & Zhang, 2023; Sun et al., 2022) por lo que se recomienda seguir incluyendo el autocontrol para la explicación de las conductas antisociales, sean estas delictivas o no.
Los hallazgos de esta investigación permiten sugerir que se debe fortalecer el autocontrol en los jóvenes, a través de las prácticas de crianza, sobre todo durante la primera infancia, y con ello reducir las conductas agresivas entre los jóvenes. Asimismo, es importante que se reconozca en las escuelas que se producen actos agresivos entre los estudiantes y que esto no debe ser soslayado, sino que, por el contrario, debe ser un tema de discusión y análisis que convoque a los propios estudiantes, maestros, directivos, padres y la comunidad educativa en general.
Limitaciones
Varias limitaciones tanto internas como externas deben ser consideradas en esta investigación. Una está asociada con el tema explorado en el estudio. Los niños y adolescentes temen expresar si han agredido a otro, dado que se trata de una conducta socialmente sancionada e, incluso, castigada en caso de ser detectada. Esta amenaza se trató de disminuir mediante la técnica del autoinforme, procurando crear un ambiente de confianza al momento en que los estudiantes respondieron la encuesta, indicándoles de manera explícita tanto en el cuestionario como en el momento de inducción, que las respuestas serían anónimas y confidenciales. Asimismo, se evitó que otras personas, tales como profesores o directivos, ingresaran a la sala de computación donde estaban respondiendo el cuestionario.
Otra limitación es la conformación de la muestra del estudio. El número de estudiantes del último grado de primaria es mayor que el de los dos primeros grados de la secundaria, con lo cual el diseño está desbalanceado, pero por la técnica de muestreo con la que fueron seleccionados, creemos que se trata de una muestra representativa para la generalización de los resultados. La selección de estos grados se realizó tomando en cuenta que los estudiantes, al pasar a la secundaria, enfrentan cambios y nuevos retos asociados a las dinámicas de la secundaria aunado al inicio de la adolescencia que los expone a ser partícipes en hechos de agresión. No obstante, consideramos que en futuros estudios se debe incluir mayor número de participantes.
Los datos recolectados corresponden a una investigación de corte transversal, que permite tener una “foto” del fenómeno de las agresiones en los estudiantes, pero que no soporta analizar la evolución y solo se pueden establecer las variables asociadas sin poder hablar de causalidad.