A finales del siglo pasado, Desjarlais y col. enfatizaron que el suicidio se había convertido en un problema crítico de salud mental 1. A inicios del presente siglo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó sobre el incremento mundial progresivo de la conducta suicida en población adolescente y adulta joven. Informó, además, que el mayor número de muertes violentas en el año 2000 (815 000 casos) no fue debido a las guerras sino al suicidio, con una tasa global de 14,5 por 100 000 habitantes; es decir, una muerte cada 40 segundos 2.
Sobre tan dramática realidad se agrega, en opinión de expertos, que el problema del suicidio debe ser aún mayor debido al subregistro dependiente del estigma social por violentar valores religiosos y culturales, aparte de carecer de un sistema adecuado de registro de mortalidad por tal causa 3.
En el marco estudiantil, la Universidad de California (EE.UU.) informó que según la Alianza Nacional para la Enfermedad Mental, el suicidio constituye la segunda causa de muerte en población de 15-24 años, y que, aproximadamente, 9% de estudiantes de la escuela superior (high school) ya había intentado suicidarse 4. Aunque a nivel universitario, las tasas de suicidio en estudiantes de medicina se registran con poca frecuencia en la literatura histórica e internacional 5, se nota creciente interés en el estudio del problema. La Universidad de Michigan (EE.UU.) reportó que el suicidio ocupó la segunda causa principal de muerte entre estudiantes universitarios y que cerca de 1100 suicidios ocurren en campus universitarios por año 6. Por otro lado, en las diez mayores universidades norteamericanas durante el periodo 2009-2018, la tasa de estudiantes que murieron por suicidio fue de 5,6 por 100 000 7. En Ghana, en una encuesta aplicada a 1003 estudiantes universitarios (507 varones y 496 mujeres, edad promedio 20,25 años) se reportó 6,3% de intento suicida 8.
En el Perú hay conciencia del problema y diversos esfuerzos preventivos vienen emergiendo. Según datos del Sistema Informático Nacional de Defunciones (SINADEF, 2021), la tasa de suicidios en adolescentes (12 a 17 años) fue de 3,6 por 100 mil habitantes, superior a la tasa nacional de 2,2 por 100 mil habitantes 9. De acuerdo a la información proporcionada por el Sistema de Vigilancia Centinela del Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades (CDC) del Ministerio de Salud (MINSA), en el periodo 2016-2021, el 71,5 % de los casos de intento suicida en el Perú correspondió a personas de 15-34 años de edad 10.
Según nuestros propios estudios en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), registramos una prevalencia de intento suicida del 4% en el 2010 11 la cual se incrementó a 8,5%, en el 2021 12. A ello agregamos que en una encuesta realizada en los estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Universidad San Antonio Abad del Cusco (Perú) encontramos 17,5% de intento suicida; sin embargo, este último dato debe interpretarse con cautela pues el estudio fue realizado durante la pandemia COVID-19 13.
Respecto a los factores de riesgo, se acepta que la conducta suicida es multifactorial en su etiología, con una variedad de factores comprometidos en su dinámica. El riesgo en adolescentes aumenta en relación a trastornos de ansiedad, depresión, trastornos psicóticos, abuso de sustancias, experiencias vitales negativas y traumáticas. Un factor importante a considerar es la presencia de un intento previo en la historia personal. En nuestros estudios y de otros investigadores, viene destacando el rol disfuncional de la familia 14, especialmente los conflictos con los padres. Conviene destacar que, en el caso peruano, los alumnos llegan a la universidad con dichos problemas 12,13,15.
A nivel mundial se vienen implementando programas de prevención 16 que suelen incluir líneas de ayuda, campañas de concientización y capacitación de profesionales de la salud y educación 17. En la UNMSM, nos apoyamos en la Teoría Informacional de la Personalidad de Pedro Ortiz, la cual propone que el hombre nace modelado genéticamente como miembro de la especie Homo Sapiens para, luego de ser educado y humanizado por la sociedad, culminar tal proceso al final de la adolescencia y convertirse en una personalidad 18,19,20. Sobre tal perspectiva teórica aceptamos -en expresión figurada- que toda sociedad constituye “una fábrica de seres humanos”. De sufrir ésta, interferencias que afecten el desarrollo humano descrito, facilitará, cual factor de riesgo, la emergencia de múltiples problemas, incluyendo los de orden psiquiátrico y de salud mental. Sobre tal postulado hipotético, y la evidencia de que un buen porcentaje de estudiantes ingresa con tales problemas a la universidad, creemos que, aparte de la intervención terapéutica (por profesional especializado) dirigida al manejo de la dinámica suicida, la universidad debe ejercer en serio su responsabilidad social y ofrecer a sus estudiantes, como objetivo educativo, la oportunidad de fortalecer su desarrollo humano a través de programas educativos innovativos orientados a corregir y consolidar su desarrollo como persona, para bien de ellos mismos, de la sociedad y del país. En la Facultad de Medicina de San Fernando, UNMSM, dicha responsabilidad social se viene aplicando mediante la Mentoría Centrada en la Persona y el Desarrollo Humano.