INTRODUCCIÓN
La ganadería bovina contribuye a la seguridad alimentaria, además de ser el sustento económico de cientos de millones de personas en condiciones de pobreza, que dependen de sus animales como fuente de ingresos, fuerza de trabajo o alimentación (Oyhantçabal et al., 2010). Existe un incremento en la demanda de productos de mayor calidad derivados de los bovinos (Mancipe y Ariza, 2020), lo cual implica no solo considerar la inocuidad, características organolépticas y composición nutricional (FAO, 2020), sino además incorporar las buenas prácticas de manejo que repercutan de manera positiva en el bienestar animal (García et al., 2019). De esta manera, se busca que, durante el ciclo de producción se les brinde a los animales un trato humanitario (Tafur y Acosta, 2006), cuidando su salud, y evitando estados de sufrimiento, estrés y miedo, así como situaciones traumáticas, que pongan en riesgo su condición física y de comportamiento (Welfare Quality®, 2009; Romero et al., 2013).
Desafortunadamente, uno de los principales problemas en la temática del bienestar animal es el desconocimiento de las condiciones en que los productores llevan a cabo el manejo de sus hatos, sobre todo en América Latina. Es por ello que se considera que los temas de bienestar animal se encuentran a nivel incipiente en los países de la región, incluido México (Martínez et al., 2016).
El conocimiento de los factores que inciden de manera negativa en el bienestar animal permitirá generar alternativas para disminuir su impacto en las unidades de producción (Mancipe y Ariza, 2020). Se requiere, por lo tanto, la evaluación del bienestar del ganado bovino a través del uso de indicadores que permitan identificar los aciertos o errores en su manejo (DiGiacinto et al., 2014), a fin de proponer estrategias que contribuyan a mejorar las condiciones en que se mantiene al ganado en sus diferentes etapas productivas. Se debe tener presente que el bienestar es un concepto multidimensional (Welfare Quality®, 2009), que puede ser afectado por el medio ambiente, el manejo y la interacción operario-animal, así como por el diseño, construcción y mantenimiento de las instalaciones (Arias et al., 2008; Valdez et al., 2019). Ante esto, se recomienda emplear una amplia variedad de indicadores para su evaluación, que además de ser confiables y de fácil medición, tomen en cuenta las condiciones particulares (ambientales, económicas y socioculturales), en las que se encuentran inmersas las explotaciones (Silva et al., 2017).
Se debe reconocer los esfuerzos llevados a cabo en países como Chile (Córdoba et al., 2012; Muñoz et al., 2012), Colombia (Herrán et al., 2017; García et al., 2019; Mancipe y Ariza, 2020) y Perú (Quispe et al., 2019). Estos estudios se enfocaron en el manejo del ganado bovino durante la ordeña, transporte, subastas o sacrificio, buscando identificar actividades de manejo, interacción hombre-animal, diseño, dimensiones y materiales de instalaciones que afectan negativamente el bienestar de los bovinos. Aunque se han medido las repercusiones directas en el comportamiento, confort, salud y la calidad de la leche y carne, no se ha profundizado en el manejo durante el proceso de producción y en los indicadores indirectos.
Para evaluar el bienestar del ganado bovino se utilizan indicadores directos que pueden medir y determinar la salud, fisiología y comportamiento, mientras que, para valorar los aspectos relacionados con el ambiente, infraestructura, manejo e interacciones operario-animal se utilizan indicadores indirectos (Broom, 1991; Muñoz et al., 2012). En el caso de las regiones tropicales, podría considerarse que la ganadería bovina extensiva que predomina es benéfica para el bienestar de los animales, al encontrase en un ambiente lo más cercano posible del estado natural (Acero, 2014; DiGiacinto et al., 2014). Sin embargo, existen factores ambientales que perjudican la fisiología, el comportamiento y salud del ganado (Navas, 2010; Rossner et al., 2010).
A pesar de que la ganadería bovina re- presenta la principal actividad pecuaria en Loma Bonita, Oaxaca, México, se carece de estudios que permitan conocer las condiciones de producción relacionadas con el bien- estar animal en que los productores llevan a cabo el manejo de los animales dentro de sus unidades de producción. Por lo tanto, el objetivo del presente estudio fue determinar los indicadores indirectos de manejo que pueden influir negativamente en el bienestar del ganado bovino en este municipio.
MATERIALES Y MÉTODOS
El estudio se llevó a cabo en el municipio de Loma Bonita, en la región del Papaloapan, estado de Oaxaca, México (Figura 1), a una altitud de 30 msnm. El clima del lugar corresponde a cálido subhúmedo con abundantes lluvias en verano (Aw2(i’)g), de acuerdo con el Sistema de Clasificación Climática de Köppen, modificado por García (2004). La precipitación anual se encuentra por encima de los 1600 mm y la temperatura promedio anual es de 25 oC.
En este lugar destacan por su importancia socioeconómica las actividades agropecuarias de producción de piña, caña y ganado bovino. La ganadería bovina predominante es de doble propósito (leche y carne), aunque también se encuentran sistemas de engorda y producción de pie de cría. El sector agropecuario representa poco más del 35% de la Población Económicamente Activa (4861 personas) según el Plan Municipal de Desarrollo 2008-2010.
El estudio fue de corte transversal. La recolección de datos se llevó a cabo mediante la aplicación de una encuesta directa a 27 ganaderos con orientación a la producción de leche, durante el periodo de diciembre de 2019 a marzo de 2020. El cuestionario quedó integrado por 20 indicadores indirectos (ítems), tomando como referencia las sugerencias de buenas prácticas de manejo que pueden afectar el bienestar del ganado bovino (Cuadro 1). El muestreo fue de tipo no probabilístico por conveniencia, para lo cual se contó con la guía y apoyo del encargado de la Asociación Ganadera Local de Loma Bonita, quien contactó y presentó a los productores con los integrantes del equipo de investigación. Los criterios de selección fueron que los productores llevaran a cabo la ordeña para la venta de leche y que estuvieran dispuestos a participar en la encuesta.
La información se analizó empleando el editor estadístico de datos IBM SPSS v. 25. El análisis de datos se llevó a cabo mediante el análisis factorial exploratorio, que de acuerdo con López y Gutiérrez (2019), es una técnica analítica multivariante que tiene como objetivo determinar un número más pequeño de dimensiones latentes (factores) no observables, y que, perdiendo el mínimo de información, explica las relaciones que se establecen entre las variables (indicadores) analizadas de una manera sencilla.
Para comprobar que la estructura de los datos fuese apropiada para llevar a cabo el análisis factorial, se determinaron como me- didas de adecuación muestral la prueba de esfericidad de Bartlett y el índice Kaiser- Meyer-Olkin (KMO). Para Lloret et al. (2014), el índice KMO indica, entre otras cosas, si la matriz se considera adecuada para su factorización, ofreciendo resultados estables y replicables para otros estudios. Para el presente estudio se empleó como criterio de aceptación que el valor del KMO estuviera por encima de 0.500, tomando como referencia el trabajo de Martínez et al. (2015) y los valores de menor a 0.05 (p<0.05) de prueba de esfericidad de Bartlett y entre 0.500 y del índice KMO sugeridos para aplicar el análisis factorial (Montoya, 2017). El método de extracción fue por componentes principales, y la solución de rotación varianza máxima (varimax). Previo al análisis factorial, se realizó un análisis de frecuencias lo que permitió excluir seis indicadores cuyas varianzas fueron cero.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Los indicadores que se excluyeron del análisis factorial fueron: los indicadores 2, y 16-20 (Cuadro 1), debido a que todos los productores encuestados llevan a cabo dichas actividades. Se entiende que son actividades indispensables para la salud y supervivencia de los animales y que no hacerlas puede repercutir en la producción, muertes y rentabilidad de la finca. En este sentido, al atender este tipo de actividades, si bien no se logra eliminar el riesgo de presencia de enfermedades y muertes de los animales, se busca reducir que se lleguen a presentar (Arronte, 1999).
Para ejemplificar lo anterior, Callejo (2019) señala la importancia de la toma de calostro, ya que el 70% de las muertes se produce antes del año de edad, pudiendo atribuirse el 11% a un mal encalostrado y 40% a una inadecuada adquisición de inmunidad pasiva. La toma del calostro asegura la adecuada transferencia de anticuerpos (Nieto et al., 2012; Figueredo et al., 2016). Asimismo, la mastitis bovina se considera una de las causas más importantes que afecta negativamente la producción y rentabilidad de los hatos lecheros (Trujillo et al., 2011; Mendoza et al., 2017), por lo que es importante contar con un programa de medicina preventiva (Koppel et al., 2002), que permita reducir los riesgos de contagio de enfermedades comunes. No obstante, a pesar de que todos los productores realizaban las actividades mencionadas, ello no implica que se estén ejecutando de manera correcta.
Del análisis factorial se obtuvieron los Cuadro 2, 3 y 4. El Cuadro 2 muestra los valores del índice Kaiser-Meyer-Olkin (KMO) y el nivel de significancia. El valor del KMO para los 14 indicadores indirectos incluidos en el análisis fue superior al 0.600; es decir, por encima del 0.500 preestablecido, así como un nivel de significancia de 0.000 (p<0.01). Estos rubros indican la pertinencia de llevar a cabo el análisis factorial (Montoya, 2017).
El Cuadro 3 presenta los componentes o factores en los que el análisis factorial determina agrupar los 14 indicadores de bienestar incluidos para este estudio, perdiendo el mínimo de información. En otras palabras, si el análisis factorial emplea 14 factores para representar a los 14 indicadores de bienestar (cuyo orden no necesariamente es el mismo que el presentado en el Cuadro 1), la varianza explicada sería del 100%. Por lo que en este caso ofrece como solución más apropiada agrupar el total de indicadores empleados en el análisis en sólo cinco factores. También indica el porcentaje que aporta cada factor a la varianza total explicada o acumulada. En este sentido, los cinco factores explican en su conjunto el 76.34% de la varianza acumulada (Cuadro 3).
El Cuadro 4 permite identificar la manera en que el análisis factorial proporciona una solución para agrupar los 14 indicadores de bienestar en los cinco factores determina- dos en el Cuadro 3. Cabe mencionar que los indicadores de bienestar animal que aparecen en el Cuadro 4, tampoco son agrupados en el orden con que se capturaron originalmente; es decir, la agrupación puede ser diferente a la posición en que se enlistaron los indicadores en el Cuadro 1.
Así, el primer factor explicó el 24.4% de la varianza (Cuadro 3) y quedó integrado en el grupo de indicadores relacionados con el manejo de la actividad de descorne (Cuadro 4). El descorne afecta el bienestar del animal al provocar dolor, estrés (pudiendo llegar a producirse infecciones), por lo que se considera que su ejecución puede llegar a ser traumática para los animales (Caffarena et al., 2018); no obstante, se recomienda llevarla a cabo pues facilita el manejo de los animales, evita accidentes entre los animales y con los operarios, así como por estética en animales de exposición (Goicochea, 2016; Ordoñez y Caicedo, 2016).
De manera general se recomienda llevar a cabo el descorne durante los primeros días o semanas de vida para provocar el menor estrés (Reyes et al., 2011; Nieto et al., 2012; Goicochea, 2016). El descorne se realiza usualmente con el uso de pasta cáustica y mediante el corte y/o cauterización con quemador eléctrico o fierro caliente, siendo esta última forma más dolorosa y traumática para los animales. La pasta cáustica se recomienda aplicarla en becerros de 2 a 5 semanas de edad y apartarlos de la madre algunas horas para evitar quemaduras en la ubre (Koppel et al., 2002; Tadich, 2011; Ordoñez y Caicedo, 2016). En el caso de Loma Bonita, el descorne se lleva a cabo por lo regular con el empleo de tijeras descornadoras y fierro caliente (Figura 2). Durante su ejecución se presentan situaciones de estrés, golpes, lesiones y dolor, ya que los becerros son derribados e inmovilizados con sogas y se les coloca el pie sobre el cuello o cabeza para proceder a la cauterización de los cuernos.
Los resultados del estudio evidencian la necesidad de que los productores adopten y promuevan la implementación de prácticas que disminuyan situaciones de dolor, estrés y riesgo de infecciones por efecto del descorne. En este sentido, Caffarena et al. (2018) reportan que más del 80% de los productores evaluados en Argentina y Uruguay no aplicaban fármacos para mitigar el dolor durante su ejecución. Situaciones similares fueron observadas por DiGiacinto et al. (2014) en fincas bovinas de Costa Rica. En el presente estudio no se abordaron los métodos de in- movilización, el uso de anestésicos y analgésicos y la edad al descorne como indicadores indirectos de bienestar. Asimismo, como indicadores directos de bienestar durante el descorne se sugieren considerar las vocalizaciones, golpes, lesiones, agitación de la respiración y los intentos de escape y ataque por parte de los animales.
El segundo factor explicó el 14.2% de la varianza (Cuadro 3), y quedó integrado por indicadores relacionados con el manejo durante el ordeño (Cuadro 4). Se debe prestar atención a las actividades que se realizan durante el ordeño pues es posible que se presenten situaciones en la relación operario- animal que pueden repercutir sobre el bien- estar de las vacas (golpes, gritos, lesiones en pezones, etc.) (Tadich, 2011; Roger y Jiménez, 2020).
Se recomienda que el becerro se mantenga tres a cinco días junto a la vaca para que tome el calostro y se ubique un potrero cercano a las instalaciones de ordeño (Koppel et al., 2002). En el presente estudio, 87% de los productores manifestó realizar el destete alrededor de los siete meses de edad. En pocos casos, los animales fueron colocados en becerreras (Figura 3), donde se les continuaba alimentando con leche. De acuerdo con los testimonios de los productores, la mortalidad de becerros es mayor cuando se separan de manera prematura de la madre. Esta situación refuerza la recomendación de que es mejor dejar que los becerros recién nacidos pasen más tiempo con la madre, independientemente del estrés que pudiera causar a ambos una separación tardía, ya que se incrementa la tasa de supervivencia del becerro y ganan más peso (Callejo, 2014).
El tercer factor explicó el 13.8% de la varianza (Cuadro 3) y quedó integrado por las actividades relacionadas con la desinfección de las manos previo al ordeño y el cuidado del ombligo en becerros recién nacidos (Cuadro 4). El 25.1% de los productores indicaron que no lavan sus manos previo al ordeño. Resultados similares fueron reportados por Mendoza et al. (2017), quienes en 108 fincas de ganado bovino lechero de la provincia de Pamplona (Norte de Santander, Colombia), identificaron 17 malas prácticas en el ordeño, entre las que destacan que los operarios no se lavan las manos antes de iniciarlo y al cambiar de animal, lo cual representa un riesgo latente a la salud de las vacas, porque tal práctica se asocia a la ocurrencia de mastitis. Con relación al cuidado del ombligo en los becerros recién nacidos, la recomendación básica es que se debe desinfectar con tintura de yodo, violeta de genciana o azul de metileno para prevenir infecciones y agilizar la cicatrización (Koppel et al., 2002; Reyes et al., 2011).
El cuarto factor explicó el 13.3% de la varianza (Cuadro 3) y se identificó como manejo del parto (Cuadro 4). Es indispensable llevar a cabo actividades de cuidado previo, durante y después del parto. Las vacas en trabajo de parto deben ser vigiladas pues se pueden presentar complicaciones que requieren del auxilio a la vaca, ya sea porque el ternero se encuentra en una mala posición, porque la vaca tiene dificultades para parir o la presencia de alguna otra condición que pudiera requerir la atención de un médico veterinario (Elizondo, 2013). Asimismo, se espera que la vaca expulse la placenta dentro de las primeras 12 horas del parto (Carrera et al., 2019). En este caso, el 87% de los productores manifestó estar al pendiente y recurrir al veterinario en caso de que este evento no ocurra, mientras que el 13% restante mencionó no poner atención. La retención de la placenta, además de afectar la salud de la vaca, incrementa los costos por tratamiento, y disminuye la producción de leche (Córdova et al., 2017).
Finalmente, el quinto factor explicó el 10.6% de la varianza (Cuadro 3). Se le denominó arreo y manejo preventivo en ordeño y quedó integrado por los indicadores: tipo de arreo, ordeña por lo menos dos veces al día el calostro sobrante y la desinfección de ubres antes de ordeñar (Cuadro 4). Para el arreo, 74.1% de los productores manifestó emplear silbidos, señales con las manos y hablarles, mientras que el grupo restante señaló emplear contacto físico. Según Herrán et al. (2017), el contacto y daño físico hacia los animales puede provocar reacciones agresivas y comportamientos agonísticos en el ganado, a diferencia de los silbidos y señales con las manos que generan manejos más tranquilos. En este sentido, Rosas et al. (2019) indican que la conducción en silencio del ganado usando la distancia de fuga es cada vez es más frecuente, evitando el uso de arreadores eléctricos, palos, y similares que puedan causar miedo, estrés y lesiones al ganado.
La ordeña para retirar el calostro sobrante es una práctica beneficiosa en caso de que el becerro no consuma todo el calostro, pues se evita la congestión y daño de la ubre (Reyes et al., 2011). En este sentido, Calderón et al. (2009) reportan 14 factores de protección asociados con la prevención de la mastitis bovina en explotaciones de doble pro- pósito en el municipio de Montería, Colombia, entre los que destacan la higienización de los pezones. Asimismo, el no lavar los pezones durante el ordeño se asocia a la presencia de mastitis bovina (Mendoza et al., 2017).
De manera general, los indicadores agrupados en los cinco factores identificados permiten proponer estrategias encaminadas a mejorar la interacción operario-animal, a través de la capacitación de los productores y del personal. Asimismo, incentivos financieros y reconocimientos a los trabajadores por su labor en beneficio del bienestar del ganado y de la productividad pueden ser altamente efectivos (Rosas et al., 2019).
CONCLUSIONES
En el municipio de Loma Bonita, Oaxaca, México, los productores de ganado bovino encuestados indican fortalezas en las actividades de manejo prioritarias dentro de sus unidades de producción, las cuales permiten prevenir la salud del ganado; sin embargo, se determinaron 14 indicadores, que manifiestan algunas debilidades, siendo las más significativas el 1) Manejo del descorne; 2) Manejo del ordeño; 3) Manejo sanitario preventivo; 4) Manejo del Parto y 5) Arreo y manejo preventivo en ordeño.
Tales indicadores también pueden significar áreas de oportunidad para que a través de la asesoría técnica y la capacitación a los productores y personal de las fincas, se busque mejorar el bienestar del ganado bovino.