INTRODUCCIÓN
Muchos de los sistemas de producción agropecuaria se han desarrollado a partir del cambio de uso del suelo de ecosistemas estratégicos (Hall et al., 2011), con la consecuente pérdida de servicios ecosistémicos y sus efectos en el corto, mediano y largo plazo. La degradación de los ecosistemas inter- venidos por el hombre se acelera por el uso de modelos tecnológicos que simplifican los agroecosistemas, presentan baja rentabilidad en el corto tiempo y pérdida del potencial pro- ductivo del suelo, lo que conlleva a ampliar la frontera agrícola (Bohórquez, 2011), cambian- do la matriz del paisaje.
Las actividades que se desarrollan para modificar los ecosistemas como la deforestación y quemas de los pastizales también generan efectos negativos sobre las condiciones climáticas, acentuando eventos meteorológicos que afectan los sistemas de producción (Velarde, 2012). A esto se suma las prácticas convencionales de los sistemas agropecuarios como la utilización de fertilizantes sintéticos, todo lo cual genera gases con efecto invernadero que contribuyen en el tiempo a modificar el clima (Rousseau 2013).
Los productores organizan diversas actividades en las fincas a partir del conocimiento ancestral o local sobre el comportamiento del clima, lo que les permite tomar decisiones como cuándo sembrar (Zuluaga et al., 2013), cómo conservar forrajes o descartar anima- les poco productivos. Asimismo, pueden re- conocer épocas críticas que afectan la eficiencia de los animales y la rentabilidad, de manera que toman decisiones para manejar condiciones económicas a lo largo del año. Por otro lado, comúnmente se desarrollan iniciativas que buscan mejorar la adaptación de los sistemas ganaderos a las condiciones climáticas extremas, pero pocas veces se consulta a los productores acerca de su percepción del efecto del clima sobre los sistemas de producción (Abayineh y Belay, 2017), menos sobre prácticas que conocen o utilizan que les ha permitido adaptarse a estos impactos climáticos.
En algunos lugares este tipo de conocimiento ancestral o local se ha erosionado o perdido por múltiples factores o dinámicas territoriales, como desplazamiento o migración de las comunidades, y promoción de modelos de producción convencionales que incorporan altos insumos al sistema perdiéndose el conocimiento sobre el uso de prácticas o diversidad local (Cubillos, 2011).
El objetivo de este trabajo fue a partir de procesos de facilitación, conocer la percepción y el conocimiento local de pequeños productores localizados en zonas ambiental- mente estratégicas sobre el comportamiento del clima y su efecto en los sistemas de producción de leche; además, conocer las prácticas que les permite mejorar la adaptación de sus fincas a las condiciones climáticas.
MATERIALES Y MÉTODOS
El trabajo se desarrolló en los municipios de Carmen de Carupa -vereda Alisal (N 5° 19.956' W 73° 51.574') y Suesca (N 05°11.249' W 073°45.438'), departamento de Cundinamarca. Las condiciones climáticas de Carmen de Carupa corresponden a una precipitación promedio anual de 610 mm, temperatura media anual de 14 °C y humedad relativa de 65%, mientras que Suesca presenta una precipitación promedio anual de 734 mm, temperatura media anual de 14 °C y humedad relativa de 72% (CAR, 2006).
Se desarrolló un trabajo participativo con pequeños productores de leche, cuyas fincas se encuentran ubicadas entre los 2900 y 3100 msnm, zona considerada ambientalmente estratégica (zona de regulación hídrica). La selección de las fincas y productores se hizo con base al interés del productor de participar activamente en la investigación y compartir conocimientos y experiencias, por lo que se tuvo un consentimiento informado. En total participaron 40 productores (47% mujeres y 53% hombres), a los cuales se le indagó por la percepción sobre las causas que generan cambio en el comportamiento del clima, el conocimiento histórico del clima en la zona, eventos climáticos que afectan la producción de leche y cómo se ven reflejados en las fincas, cambios que perciben en el tiempo atmosférico en los últimos años, estrategias que consideran pueden contribuir a la adaptación de las fincas y la preferencias por la siembra de árboles dentro de las áreas de producción. La información fue colectada a través de entrevista, encuesta semiestructurada y observación en campo.
El trabajo tuvo una duración de 14 meses durante los cuales se realizaron varias visitas para medir diferentes variables con los productores. La encuesta se realizó a través de herramientas de Google (personalmente con cada productor), con preguntas cerradas en su mayoría, con posibilidad de múltiples respuestas y con la posibilidad de incluir observaciones. La elaboración de la preguntas y opciones de respuesta se realizó consultan- do a expertos en la temática (técnicos y campesinos de la zona que desarrollan este sistema de producción). La encuesta se validó con los productores líderes de las zonas de estudio. Se realizaron 10 preguntas para determinar género y localización del predio, causas que consideraban de los cambios climáticos, eventos climáticos que consideraban afecta- ban la producción de leche, que tipo de efecto tenían los eventos climáticos presentes en la zona sobre los sistemas de producción de leche, en que meses del año se presentaban los eventos climáticos históricamente, como habían cambiado la presentación de estos eventos con relación a la presentación histo rica y que estrategias identificaban para poderse adaptar a estas condiciones.
Las fincas presentaron praderas con- formadas por pasto kikuyo (Cenchrus clandestinum), Rye grass (Lolium spp) y en menor porcentaje falsa poa (Holcus lanatus), trébol blanco (Trifolium repens) y trébol rojo (Trifolium pratense), bajo pastoreo rotacional o alterno, con periodos de ocupación de 1 a 2 días y de recuperación entre 45 y 120 días, dependiendo la época (precipitación) del año. La suplementación de los animales varió dependiendo de la finca, en general es baja, utilizando mayormente papa, sal mineralizada y balanceado comercial. La raza predominante es Holstein, pero se encuentran, además, cruces con Jersey y Normando. Las fincas realizan dos ordeños al día.
Se determinó en cada zona la precipitación diaria y el número de días con eventos al mes (pluviómetros), temperatura ambiental y humedad relativa cada hora mediante dataloggers (OM-EL-USB-2-LCD). Con los datos registrados se determinó el índice de temperatura humedad máximo (ITHmax) e índice de temperatura humedad mínimo (ITHmin) por mes (Hahn, 1999), durante el tiempo de estudio (14 meses).
La producción de forraje verde (FV) se determinó en 16 fincas mediante aforos destructivos previos al inicio del pastoreo durante la época de sequía y de lluvia (dos por época). Los muestreos de las fincas se realizaron durante tres días en cada ocasión. Se realizaron recorridos en zigzag en los cuales se lanzó un marco (0.5 x 0.5 m) y se cortó el forraje dentro del marco a 10 cm del suelo. Los potreros muestreados eran pequeños ya que las fincas son de pequeños productores (980-2000 m2). Algunos potreros eran manejados con cerco eléctrico. El lanzamiento de los marcos se realizó al azar en estas áreas evitando las áreas de saladeros y bebederos. Se consideró que el muestreo con base a cinco lanzamientos de marcos capturaba la producción de forraje representativa de la pradera. La muestra colectada fue pesada para determinar la biomasa comestible. Se toma- ron cinco puntos al azar por finca en cada muestreo.
Para determinar la calidad nutricional de la pastura durante el estudio se realizaron tres muestreos en cada finca (sequía y lluvias). Las muestras de forraje tomadas en cada fin- ca fueron mezcladas, tomándose 500 g para su envío al laboratorio (AGROSAVIA). Se hizo el análisis de espectroscopia de reflectancia en el infrarrojo cercano (NIRS), y se determinó porcentaje de materia seca (%MS), proteína cruda (PC%), proteína soluble (%PC), proteína B (%PC), proteína C (%PC), fibra en detergente neutro (FDN), fibra en detergente ácido (FDA), digestibilidad, carbohidratos no estructurales, carbohidratos solubles, energía neta de lactancia, cenizas, calcio, fósforo, magnesio y potasio (Ariza et al., 2018). Se utilizó un espectrómetro VIS / NIR de barrido (Foss NIRSystems modelo 6500; www.foss.com). Los espectros se grabaron con WinISI 4.7.0 (www.foss.com). En todas las fincas y durante todo el estudio se midió la producción total de leche diaria mediante el peso en cada ordeño.
Se realizó análisis de frecuencia para las variables asociadas a la percepción y conocimiento local de los productores y análisis de componentes principales con variables climáticas, producción y calidad de forraje para la producción de leche. El análisis de los datos se realizó mediante el programa Infostat®.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
El conocimiento y percepción de los pro- ductores sobre aspectos climáticos locales y la implicación en los procesos productivos que desarrollan en las fincas y que son base de la economía de la región es fundamental para to- mar decisiones y acciones que permitan el desarrollo de las actividades territoriales, conocer la percepción de las comunidades busca entender las maneras de valorar un hecho o un objeto por parte de los individuos o las comunidades y como los afecta (Landini, 2010).
Las principales causas consideradas por los productores que generan el cambio climático (Cuadro 1) están relacionadas con la pérdida de ecosistemas estratégicos (deforestación) y actividades asociadas a modelos de producción convencionales (que- mas, agroquímicos y monocultivos).
Cada vez se percibe mayor conciencia ambiental en los productores, aunque el incremento en la tasa de deforestación sigue en aumento, principalmente para establecer sistemas de producción agropecuarios convencionales. Los productores consultados en otros estudios también coinciden en la deforestación como una de las principales causas de cambio climático (Zuluaga et al., 2013; Córdoba, 2016), precepción posible- mente relacionada con la situación actual de la deforestación que viven estos municipios (DANE, 2020).
Los productores consideran, asimismo, que el forzamiento al cambio climático está muy relacionado con las actividades que rea- liza el hombre (Pinilla et al., 2012), entre las que se encuentran actividades directas o in- directas del sector agropecuario (Zuluaga et al., 2013; Córdoba, 2016). Se reporta que Colombia emite el 0.36% de las emisiones totales mundiales, de las cuales 36% corresponden a los sistemas agropecuarios (Nieves y Olarte, 2008), aunque otros estudios indican 53% de las emisiones nacionales, in cluyendo el cambio de uso del suelo y la actividad silvícola (IDEAM, 2016).
El conocimiento local con relación al comportamiento climático confluyó en identificar participativamente los meses en el año dentro de los cuales se presenta con mayor probabilidad diferentes eventos que afectan positiva o negativamente los procesos pro- ductivos en los sistemas de lechería especializada. Los productores definieron un comportamiento bimodal de las precipitaciones, el cual se inicia a mediados de marzo y ter- mina en junio, en tanto que la siguiente época de lluvias se inicia a mediados de septiembre y finaliza a inicios de diciembre. Las épocas de sequía fueron identificadas entre inicios de diciembre hasta mediados de marzo y la segunda es más corta entre julio a inicios de septiembre. Los vientos con mayor fuerza y velocidad los identifican en el mes de agosto, mientras que la época de heladas se presenta en los meses de enero y febrero. Por otro lado, las mayores temperaturas durante el día las percibieron en diciembre, enero y febrero, mientras que no hubo un consenso sobre los meses donde históricamente se presen- tan las temperaturas más bajas (Cuadro 2).
La siembra de nuevas áreas para pastoreo o la renovación de praderas está relacionada con los periodos de lluvias, de tal manera que las semillas tengan las condiciones ideales para su germinación y un adecuado establecimiento de la pradera (Portillo et al., 2019). La distribución y cantidad (mm) de las lluvias permite determinar el momento óptimo en el cual se recuperan las pasturas y definir el sistema de pastoreo, también determinar la producción de forraje y la carga animal durante el año determinando la necesidad de conservar forraje para los períodos secos (Navas y Montaña, 2019). En agroecosistemas de trópico alto la dinámica poblacional de algunos parásitos y vectores de enfermedades está relacionada con las épocas de lluvia, lo que le permite al ganade- ro ajustar el plan de desparasitación y controlar problemas sanitarios en los animales (Rodríguez et al., 2013); asimismo, cambios en las épocas de lluvias y sequía, sumado a inundaciones de las áreas de pastoreo pue- den favorecer incrementos de nitratos y nitritos en las plantas y causar intoxicación de los animales al consumir el forraje (Benavides, 2004).
Los productores de la región consideran que las épocas de sequía, las heladas y las altas temperaturas son los eventos de mayor impacto sobre los sistemas ganaderos en la región (Figura 1), los cuales confluyen en algunos meses del año. Los vientos en la zona son también considerados de importancia porque confluyen con la época seca, generando pérdida de la humedad del suelo y secando rápidamente el forraje lo que incrementa el riesgo de incendios en la región.
Los productores perciben que las condiciones climáticas afectan la producción de leche, teniendo algunas variables mayor impacto que otras. Estos conocimientos son de impotancia donde las predicciones en las épocas de sequía o lluvias determinan los ciclos productivos (Ulloa, 2011). Los productores consideran que en ciertas condiciones climáticas se reduce la producción de pasto (sequías, heladas, temperaturas altas y vientos), los animales enferman (sequías), se re- duce la producción de leche (sequías, heladas, temperaturas altas), se afecta la reproducción de las vacas (sequías, heladas, temperaturas altas), se reduce la disponibilidad de agua para los requerimientos del sistema (sequía), incrementan las plagas en los potreros (sequía), y se reducen los ingresos económicos (sequía, heladas, vientos) (Cuadro 3). Estas condiciones incrementan la vulnerabilidad de los pequeños productores de leche ya que las condiciones económicas no les permiten establecer acciones de adaptación (Dounias, 2011).
La percepción sobre el cambio del clima en la región es generalizada por parte los productores. Se percibe una sensación de desconcierto, desorientación y vulnerabilidad, porque el conocimiento ancestral y local que les permitió tomar decisiones de una manera más segura, los nuevos escenarios de variabilidad y cambio climático están tomando de- cisiones con un alto nivel de incertidumbre. Los cambios en el clima no solo tienen efectos biológicos, también impactan la cultura al generar procesos de pérdida de conocimientos y nuevas apropiaciones y adaptaciones (Orlove et al., 2011).
La mayoría de los productores coinciden en el cambio de la época de lluvias, las cuales presentan menores niveles de precipitación, sequías más prolongadas, incremento en la temperatura máxima y cambios de la época de heladas, eventos extremos que mencionan presentarse en la actualidad en cualquier mes del año (Cuadro 4). El conocimiento empírico sobre predicciones de eventos
meteorológicos ha sido reconocido como un potencial para mejorar las predicciones científicas (Granderson, 2014). Estudios sobre percepciones del clima por parte de las comunidades han determinado el impacto sobre los procesos productivos, pero sus mayores amenazas muchas veces son otras relaciones económicas o políticas que se presentan en el territorio (Dinero, 2013), de allí la necesidad de contar con políticas públicas enfocadas en adaptación ante el cambio climático (López y Hernández, 2016).
La temperatura ambiental, humedad relativa, velocidad del viento y radiación so- lar influyen en la eficiencia de los sistemas ganaderos (Arias et al., 2008). Las épocas secas causan reducción de la producción de alimento en los potreros lo que genera que los animales deban tener mayores desplazamientos en busca de forraje. Este comporta- miento incrementa la compactación del suelo que tiene efectos negativos en el crecimiento del forraje, reducción de la cobertura del suelo y mayor exposición a procesos de erosión (Medina, 2016).
Los incrementos de temperatura y la variabilidad en los patrones de lluvia tienen un efecto negativo en el crecimiento de las plantas y, por tanto, de la productividad de biomasa total del sistema (Oyhantcabal et al., 2010). Los ganaderos mencionan que el cambio climático reduce la disponibilidad de pasto, especialmente durante la sequía (Angel et al., 2014) lo que representa una limitación más para los animales (Nardone et al., 2006).
La alta temperatura junto a alta hume- dad relativa genera estrés calórico en los animales al reducir la capacidad de disipar el calor por sudoración o respiración (Brown- Brandl et al., 2006; Keren y Olson 2006). Los animales reducen el consumo de alimento (Leyva et al., 2015), perdiendo nutrientes y energía para los procesos productivos (Cañas et al., 2003). Por el contrario, la presencia de viento durante las épocas de lluvia también tiene un efecto negativo, ya que incrementa la pérdida de calor (Keren y Olson, 2006) y los animales deben invertir más nutrientes en la termoregulación. El estrés calórico por frío o calor reduce el desempeño productivo (Ruiz et al., 2019; González y Wing Ching, 2018) y reproductivo (Montiel et al., 2019; Honig et al., 2016).
Además del conocimiento científico se deben considerar las percepciones y saberes locales ya que muchas estrategias y alternativas provenientes de la experiencia y conocimiento territorial de las poblaciones locales han probado históricamente su efectividad (Zuluaga et al., 2013). El conocimiento y las percepciones de los productores de Carmen de Carupa y Suesca les permite adaptarse a condiciones de estacionalidad, variabilidad y cambio climático. Los productores reconocen la importancia de las prácticas agroecológicas para reducir la vulnerabilidad y mejorar la resiliencia de los sistemas de
producción de leche (Cuadro 5).
La toma de decisiones de los pequeños productores para adoptar opciones de adaptación pasa por factores socioeconómicos, institucionales y ambientales. No solo son aspectos técnicos pues, en gran medida, in- fluye el acceso al crédito, capital humano y el nivel educativo, por lo que es necesario mejorar las políticas de crédito para aumentar las capacidades de adaptación (Abayineh y Belay, 2017), entendiendo que la resiliencia debe enmarcarse en un contexto social y no limitarse exclusivamente a efectos biofísicos (Friend y Moench, 2013).
Muchas comunidades y productores han incorporado prácticas agroecológicas como estrategia de adaptación a condiciones de variabilidad climática, reduciendo las perdidas en sus sistemas productivos (Altieri y Nicholls, 2008; Nguyen et al., 2013; Velarde, 2012). Las prácticas agroecológicas buscan incrementar la materia orgánica y mejorar las propiedades fisicoquímicas y microbiológicas del suelo, de tal forma que las pasturas pue- dan tener acceso a nutrientes y agua. La cobertura del suelo lo protege de los rayos sola- res directos favoreciendo las relaciones de la materia orgánica y los microorganismos, además reduce la velocidad del agua en la época de lluvias evitando procesos de erosión. Los abonos verdes actúan como subsoladores bio- lógicos contribuyendo a la descompactación y fijación de nitrógeno al suelo (leguminosas) (Medina, 2016).
Las zanjas de infiltración permiten reducir la erosión y la perdida de nutrientes por escorrentía, además de favorecer la captura y conservación de agua (Nicholls y Altieri, 2019). La utilización de praderas polifiticas permite reducir el impacto de eventos climáticos extremos sobre la base forrajera (Castro et al., 2019). Asimismo, la mezcla con especies leguminosas permite fijar nitrógeno atmosférico (Garzón, 2011).
El pastoreo rotacional busca reducir el impacto de los animales sobre la compactación del suelo, además permite administrar el forraje y ofrecerlo a los animales cuando tiene la mayor concentración de nutrientes y digestibilidad (Escobar et al., 2020). Normalmente el suelo bajo pastoreo se compacta, de allí que el arado de cincel elimina las capas compactas mejorando el movimiento de agua y aire en el suelo favoreciendo el crecimiento de las pasturas (Medina, 2016).
Los sistemas silvopastoriles mejoran el suelo mediante el ciclaje de nutrientes y el aporte de materia orgánica, generan microclimas que favorecen la actividad microbiana, a la vez que permiten reducir el estrés calórico en los animales y favorecer su eficiencia productiva y reproductiva (Angel et al., 2014; Navas, 2017). El establecimiento de sistemas silvopastoriles es una de las estrategias de adaptación considerada por la mayoría de los productores (97%; Cuadro 5) basada en el conocimiento y la percepción del efecto de los árboles en la región. La ve- reda Alisal (Carmen de Carupa) después de haber degradado casi en su totalidad los suelos, al pasar a utilizar sistemas agrícolas convencionales con altos insumos de agroquímicos, cambió a la reforestación masiva, encontrando actualmente una matriz de paisaje con un nivel de complejidad mayor al de las demás veredas del municipio, beneficiándose de las múltiples bondades de los sistemas silvopastoriles.
Los productores encuestados perciben que los árboles dentro del potrero pueden reducir la producción de forraje (Figura 2) ya que las fincas son pequeñas (menos de 4 ha). Incluso algunos productores arriendan pasto en otros predios y no están dispuestos a sembrar árboles en estas áreas. Además, se percibe algún nivel de desconocimiento sobre otros arreglos que se pueden implementar en las fincas. Esta percepción coincide con campesinos de Chaipas, México, que mantienen menos de 37% de cobertura arbórea en los potreros para no reducir la producción de forraje (Ramírez et al., 2012).
La producción de leche es el reflejo de múltiples factores, no solo biológicos o climáticos, sino además de tipo social, familiar y por relaciones de los productores con su entornó. En la zona de Alisal se encontró una índice temperatura humedad mínimo bajo (36) y una índice temperatura humedad máximo alto (74) que refleja estrés térmico en los animales por frío en parte del día y por calor en otros momentos del día durante todo el año (Figura 3), lo cual debe afectar la producción de leche (Morales y Wing Ching, 2020) de las fincas. Esto concuerda con el conocimiento y percepción de los productores quienes manifiestan que la variabilidad climática (temperatura minima y máxima durante el día) viene afectando el desempeño productivo y reproductivo de los animales.
En Suesca se observan cambios más drásticos en la índice temperatura humedad mínimo (34), máximo (78) y en la producción de leche (Figura 4) con relación a la vereda Alisal, debido no solo por la condición climática propia de la zona, sino además por una matriz de paisaje simple y menos compleja que en Alisal. Bajo esta condición, la confluencia del comportamiento de las variables climáticas (sequía, vientos, heladas, al- tas y bajas temperaturas) generan un impacto mayor en los sistemas de producción, los cuales presentan mayor vulnerabilidad y menor resiliencia ante estas condiciones.
El análisis de componentes principales con las variables climáticas, producción y calidad de forraje, y producción de leche para diferentes tipos de sistemas de producción (Figura 5), mostró que las variables de mayor peso en el componente uno fueron precipitación, índice temperatura humedad (ITH), pro- teína cruda (PC) y digestibilidad, mientras que en el componente dos fueron fibra en detergente neutro (FDN) y fibra en detergente ácido (FDA). La producción de leche pre- sentó una relación positiva con la digestibilidad y proteína cruda, mientras que presentó una relación negativa con la FDN y FDA. Igualmente, la precipitación presentó una relación negativa con la producción de materia seca y de leche, lo que corresponde con algunas de las percepciones y conocimiento de los pro- ductores que mencionan reducción de forra- je y producción de leche en las épocas se- cas. La calidad de las pasturas está estrechamente relacionada con las condiciones climáticas y con la edad de recuperación al momento de ser ofrecidas a los animales. En la época seca los niveles de FDN y FDA tienden a incrementar, mientras que la PC y la digestibilidad se reducen en comparación con la época de lluvia (Meisser et al., 2019).
CONCLUSIONES
El conocimiento y la percepción que tienen los pequeños productores de leche en Cundinamarca les ha permitido identificar cambios en las condiciones climáticas de la región y poder determinar los eventos que limitan y afectan la producción de leche.
La sequía es una condición limitante. Además, hay épocas que confluyen eventos (heladas, vientos, bajas y altas temperaturas) que aumentan el impacto negativo en los recursos de producción.
Las actividades relacionadas con los modelos convencionales (revolución verde) son reconocidas por los productores como negativas para el manejo de los recursos naturales y como generadoras de cambio climático, mientras que reconocen las prácticas agroecológicas como estrategias para mejorar la adaptación de los sistemas a las condiciones de variabilidad y cambio climático.