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Revista de Psicología (PUCP)
versão On-line ISSN 0254-9247
Revista de Psicología vol.32 no.1 Lima 2014
ARTÍCULOS
Patrones de toma de decisiones y autoconfianza en adolescentes bachilleres
Decision-making patterns and self-confidence in high school adolescents
Alejandro César Antonio Luna Bernal1, Francisco Augusto Vicente Laca Arocena2
Universidad de Guadalajara México, Universidad de Colima México
1 Doctor en Psicología por la Universidad de Colima, Profesor-Investigador del Departamento de Filosofía de la Universidad de Guadalajara y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) de México. Dirección postal: Departamento de Filosofía, Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad de Guadalajara. Avenida de los Maestros y Mariano Bárcenas, Colonia Alcalde Barranquitas. Código Postal 44260, Guadalajara, Jalisco, México. Contacto: aluna642@hotmail.com
2 Doctor en Psicología por la Universidad del País Vasco (España), Profesor-Investigador de la Facultad de Psicología de la Universidad de Colima y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Dirección postal: Facultad de Psicología de la Universidad de Colima. Avenida Universidad 333, Colonia Las Víboras. Código Postal 28040. Colima, Colima, México. Contacto: francisco_laca@ucol.mx
RESUMEN
El presente estudio se propuso analizar la estructura factorial del Cuestionario Melbourne sobre Toma de Decisiones, y estudiar las relaciones entre los factores identificados y la Auto-confianza, con la finalidad de conceptualizar la toma de decisiones de los adolescentes en el marco del Modelo de Conflicto de Decisión. Los participantes fueron 992 estudiantes mexicanos de bachillerato con edades entre 15 y 19 años. Se identificaron tres factores interpretados como patrones de toma de decisiones en adolescentes: a) Vigilancia, b) Procrastinación/ Hipervigilancia y c) Transferencia. La Autoconfianza resultó tener un efecto positivo sobre Vigilancia, y un efecto negativo sobre los otros dos patrones. Se discuten estos y otros resultados considerando la literatura sobre toma de decisiones en la adolescencia.
Palabras clave: Conflicto de decisión, Vigilancia, Hipervigilancia, Procrastinación, Transferencia.
ABSTRACT
The present study aimed to analyse the factor structure of the Melbourne Decision Making Questionnaire (DMQ-II), and to examine the relationships between the factors identified and Self-confidence, in order to conceptualize the decision-making process in adolescents under the Conflict Model of Decision Making. Participants were 992 Mexican high-school students, aged between 15 and 19 years. The three factors were identified as decision-making patterns in adolescents: a) Vigilance, b) Hipervigilance/Procrastination and c) Buck-passing. The Self-confidence showed a positive effect on Vigilance, and a negative effect on the other two patterns. Results are discussed considering the literature on decision making in adolescence.
Key words: Decisional Conflict, Vigilance, Hipervigilance, Procrastination, Buck-passing.
Uno de los enfoques más fructíferos para el estudio psicológico de la toma de decisiones es el Modelo de Conflicto de Decisión (Conflict Model of Decision Making) propuesto por Janis y Mann (1977). Los estudios que se han desarrollado en el ámbito hispanoamericano con este modelo han sido con estudiantes universitarios (Alzate, Laca & Valencia, 2004; Laca & Alzate, 2004; Macía, Barbero, Pérez-Llantada, Vila, Navas & Mandakovic, 1996). Sin embargo, la literatura sobre psicología de la adolescencia reporta aspectos peculiares de la toma de decisiones en este grupo de edad, relacionados con diversos factores tales como: la maduración del cerebro adolescente, la percepción subjetiva del riesgo, los distintos sistemas de procesamiento cognitivo de la información, el papel de la familia y el grupo de pares, entre otros (Albert & Steinberg, 2011; Bacanli, 2012; Fischhoff, Crowell y & Kipke, 1999; Gordon, 1996; Hoffman, Paris & Hall, 1995; Jacobs & Klaczynski, 2002; Reyna & Farley, 2006; Schvaneveldt & Adams, 1983; Steinberg, 2007; Steinberg & Cauffman, 1996). Con el fin de contribuir a conceptualizar la toma de decisiones de los adolescentes en el marco del mencionado Modelo de Conflicto de Decisión, el presente trabajo se propuso analizar la estructura factorial de uno de los instrumentos mayormente empleados en este ámbito (el Cuestionario Melbourne sobre Toma de Decisiones), validado anteriormente con estudiantes universitarios (Alzate et al., 2004; Laca, 2005), así como estudiar las relaciones entre los factores identificados y la autoconfianza.
Modelo de Conflicto de Decisión
En el campo de las teorías de toma de decisiones desde hace algunas décadas se reconoce la existencia de dos grandes vertientes: la de las teorías normativas y la de las teorías descriptivas (Aguiar, 2004; León, 1987). La mayor parte de las primeras se han desarrollado en el ámbito de la economía. Intentan predecir las elecciones que harían los agentes económicos (por ejemplo, los consumidores) partiendo de supuestos como información completa, ordenación débil o flexible de alternativas y maximización de la utilidad, que implican la racionalidad del sujeto económico al momento de tomar sus decisiones (Edwards, 1979).
Algunos estudiosos han criticado este tipo de teorías considerando que no brindan una descripción y explicación adecuada del proceso real de toma de decisiones por los individuos (Caloca, 2012; Kahneman, 2012; Sen, 1986; Simon, 1955). En particular, los psicólogos sociales parecen estar convencidos de que la clave para la comprensión del modo como los sujetos toman sus decisiones reside en una metodología descriptiva del proceso en sí mismo y no en el análisis del modo en que debería obrar un ser racional para tomar una decisión (Mann, 2008).
De esta manera se han venido desarrollando diversas investigaciones que intentan explicar el proceso de toma de decisiones en contextos de incertidumbre (Bersabé, 1995; Diederich, 2003; Kahneman y Tversky, 1987; Lipshitz & Strauss, 1997; Tversky & Kahneman, 1974) así como en medios dinámicos, con alternativas confusas y un elevado grado de estrés (Blais, 2002; Klein, 1998, 2008; Rogueiro & León, 2003) conceptualizando el papel que juegan diversos procesos cognitivos, emocionales y motivacionales que establecen limitaciones a la acción del sujeto racional (Bouckenooghe, Vanderheyden, Mestdagh & Van Laethem, 2007; Kahneman, 2003; Kahneman, Knetsch & Thaler, 1991; Leykin & De Rubeis, 2010; Tversky & Kahneman, 1981; Wray & Stone, 2005). Un ejemplo de un modelo de este tipo es el que propusieron Janis y Mann (1977), quienes sostienen que tomar decisiones conlleva a un conflicto de decisión interno generador de estrés, que se manifiesta en dudas y vacilaciones, aplazamientos e intentos de evitación del problema. Así, el modelo persigue describir "cómo, cuándo y por qué el estrés psicológico generado por el Conflicto de Decisión impone limitaciones a la racionalidad de las decisiones de una persona en su vida personal y laboral" (Radford, Mann, Ohta & Nakane, 1991, p. 36).
El modelo de Janis y Mann (1977) es ampliamente reconocido entre los investigadores de la toma de decisiones y es considerado un aporte importante entre los estudiosos del estrés (Lazarus & Folkman, 1986). Asimismo, inspiró la investigación sobre la toma de decisiones bajo el estrés inducido por la amenaza de castigos (Keinan, 1987), sugiere marcos de trabajo para la toma de decisiones en medios complejos como el control aéreo (OHare, 1992), y es empleado para analizar la relación entre la toma de decisiones y la resolución de conflictos (Alzate et al., 2004; Deutsch & Coleman, 2000; Folger, Poole & Stutman, 1997; Laca & Alzate, 2004; Luna & Laca, 2010). En el presente trabajo consideramos útil para el estudio de la toma de decisiones en la adolescencia el analizar, en una muestra de adolescentes bachilleres, los Patrones de Toma de Decisiones (Decision Coping Patterns) y la Autoconfianza como Tomador de Decisiones (Self-esteem as a Decision Maker), ambos, constructos centrales del modelo de Janis y Mann (1977).
Patrones de toma de decisiones
El modelo de Janis y Mann (1977) se basa en que la toma de decisiones es un proceso que conlleva un conflicto de decisión generador de estrés. Este estrés de decisión se ve alimentado, según los autores, por dos fuentes: (a) la preocupación por pérdidas objetivas y (b) la preocupación por pérdidas subjetivas. Confluyen en el individuo fuertes deseos de acabar cuanto antes con el problema precipitando una decisión (cierre prematuro del problema) con deseos no menos intensos de evitar o al menos aplazar cualquier decisión (estancamiento del problema).
La preocupación por pérdidas objetivas y subjetivas genera que el individuo inicialmente tenga cierta resistencia a tomar decisiones y a que se pregunte si realmente se corre algún riesgo dejando las cosas tal como están (patrón de inercia no conflictiva); en caso de no ser así y de que el sujeto perciba que la tendencia del estado de cosas es a empeorar si no se introducen cambios, se preguntará si se corren demasiados riesgos llevando a cabo el curso de acción más accesible (patrón de cambio no conflictivo). Ahora bien, si la situación tiende a empeorar de no introducirse cambios entonces el sujeto entrará en un conflicto de decisión. Según Janis y Mann (1977), cuando hablamos de conflicto de decisión "nos referimos con ello a tendencias opuestas y simultáneas en el individuo a aceptar y rechazar, al mismo tiempo, un determinado curso de acción" (p. 46).
Para resolver este conflicto de decisión, el individuo puede adoptar alguno de los siguientes patrones de toma de decisiones: a) Vigilancia, cuando el sujeto es optimista respecto a encontrar una solución y cree que tiene el tiempo suficiente para buscar sistemáticamente la información relevante y evaluarla razonadamente; b) Hipervigilancia, cuando el individuo cree que es posible encontrar una solución pero piensa que el tiempo de que dispone es insuficiente de modo que, en un estado próximo al pánico, busca frenéticamente información de manera desordenada y se ve presa de altos niveles de estrés; c) Evitación defensiva, cuando el individuo es pesimista respecto de encontrar una solución e intenta escapar del conflicto evitando tomar una decisión, ya sea posponiéndola (aplazamiento o procrastinación), transfiriéndola o racionalizando la alternativa más accesible (Burnett, 1991; Mann, Radford, Burnett, Ford, Bond, Leving et al., 1998).
Con el fin de contar con un instrumento que permitiera obtener información sobre los patrones de toma de decisiones con base en el Modelo de Conflicto de Decisión, Mann propuso en 1982 el Cuestionario Flinders DMQ. Posteriormente, Mann, Burnett, Radford y Ford (1997) sometieron el Flinders DMQ a diversos análisis de ecuaciones estructurales con el objetivo de afinar estadísticamente el instrumento. El resultado fue el Cuestionario Melbourne sobre Toma de Decisiones (DMQ-II) al cual se hará referencia en el apartado de Método.
La Autoconfianza como tomador de decisiones
En el marco del modelo de Janis y Mann (1977) es importante considerar el importante papel que juega la confianza que el sujeto que decide pueda tener en su propia capacidad de tomar decisiones efectivas (Self-esteem as a Decision Maker) ya que esta puede afectar al proceso de toma de decisión y verse, al mismo tiempo, afectada por los resultados de una decisión juzgada como exitosa o errónea (Burnett, 1991; Mann et al., 1998).
Janis y Mann (1977) subrayaron el peso que ejerce la anticipación de emociones negativas sobre quien ha de tomar decisiones, por cuanto pueda conllevar a lamentar su elección. El sujeto que está ante un conflicto de decisión, con frecuencia anticipa con ansiedad que pudiera también encontrarse en un conflicto post decisional (Janis & Mann, 1977; Laca, 2005; Mann, 2008). Más aún, el riesgo de sufrir pérdidas subjetivas es un factor inmerso en un conflicto de decisión, que podría presentarse como un riesgo de sufrir pérdida de autoestima en caso de que las decisiones tomadas se revelaran erróneas (Janis & Mann, 1977; Wray & Stone, 2005). Como señala Larrick (1993) las decisiones pueden entenderse en términos de un deseo por evitar las consecuencias psicológicas dolorosas que resultan de una decisión que sale mal. Segúne Larrick (1993) realizar elecciones puede ser amenazante para el yo "porque un resultado pobre menoscabará el propio sentido de competencia como tomador de decisiones" (p. 440). De ahí la importancia de este factor para la comprensión de todo el proceso. El presente trabajo se planteó como objetivo explorar la estructura factorial del Cuestionario Melbourne sobre Toma de Decisiones, en una muestra de adolescentes bachilleres, identificando los factores subyacentes a los reactivos de dicho instrumento, así como sus correlaciones, sus posibles diferencias significativas por edad y género, y sus relaciones con la Autoconfianza. Con lo anterior, el presente trabajo pretende contribuir a conceptualizar adecuadamente el fenómeno de la toma de decisiones de los adolescentes en el marco del mencionado Modelo de Conflicto de Decisión.
Método
Participantes
Los 992 participantes fueron estudiantes de bachillerato con rango de edad de 15 a 19 años (M = 16.57, DE = 1.09), de los cuales 473 (47.7%) se ubicaron en el grupo de edad de 15 a 16 años, y 519 (52.3%) en el grupo de 17 a 19 años. En cuanto al género, 463 (46.7%) fueron hombres y 529 (53.3%) mujeres. Los participantes pertenecían a cinco escuelas particulares (n = 576; 58.1%) y una pública (n = 416; 41.9%) de la Zona Metropolitana de Guadalajara, Jalisco (México) y se encontraban distribuidos en los seis grados (semestres) que comprende el bachillerato en México.
Medidas e instrumentos
Con el fin de medir los patrones de toma de decisiones de los adolescentes según el modelo de Conflicto de Decisión de Janis y Mann (1977) se utilizó el Cuestionario Melbourne sobre Toma de Decisiones.
Este instrumento se compone de 22 reactivos cada uno de los cuales describe actitudes o conductas llevadas a cabo al momento de tomar decisiones. Se le pide al participante que lea cada reactivo y le asigne un valor que puede ser 0 (No es cierto para mí), 1 (Algunas veces es cierto para mí) o 2 (Es cierto para mí). Para calificar el cuestionario se suman los puntajes de cada escala o bien se obtiene la media aritmética de cada una de ellas. Esta última opción será la utilizada en el presente análisis. Los índices de confiabilidad alfa de Cronbach reportados por Mann y colaboradores (1998) fueron de .80, .74, .87 y .81 para las escalas de Vigilancia, Hipervigilancia, Transferencia y Aplazamiento, respectivamente. El Cuestionario Melbourne fue traducido y validado al español mediante un Análisis Factorial Confirmatorio con una muestra de 609 estudiantes universitarios españoles (Alzate et al., 2004; Laca, 2005). Los índices de confiabilidad alfa reportados para dicha traducción fueron de .65, .62, .78 y .71 para Vigilancia (reactivos 2, 4, 6, 8, 12 y 16), Hipervigilancia (reactivos 1, 13, 15, 20 y 22), Transferencia (reactivos 5, 7, 10, 18 y 21) y Procrastinación (reactivos 3, 9, 11, 14, 17 y 19), respectivamente. Como se señaló, en el presente estudio de analizará la estructura factorial del Cuestionario Melbourne en una muestra de adolescentes bachilleres.
Por otra parte, para evaluar el grado de confianza que el participante percibe tener en su propia capacidad para tomar decisiones efectivas, en el marco del modelo de Conflicto de Decisión de Janis y Mann (1977), se utilizó la Escala de Autoestima como Tomador de Decisiones. Este instrumento se compone de seis reactivos, cada uno de los cuales es una oración que describe actitudes o sentimientos relacionados con tomar decisiones. Las oraciones Me siento confiado en mis habilidades para tomar decisiones, Pienso que soy bueno tomando decisiones y Las decisiones que tomo salen bien constituyen los reactivos 1, 3 y 5, respectivamente. Los reactivos inversos son el 2 Me siento menos capaz de tomar decisiones que la mayoría de la gente, el 4 A veces, me siento tan desanimado que renuncio a tomar decisiones, y el 6 Es fácil para otras personas convencerme de que su decisión es más correcta que la mía.
Se le pide al participante que responda cada uno de los reactivos en una escala que va de 0 (casi nunca) a 2 (casi siempre). Para calificar el cuestionario se invierten las puntuaciones de los reactivos 2, 4 y 6 y se suman todos los reactivos o bien se obtiene la media aritmética. Esta última opción será la utilizada en el presente análisis.
Mann et al. (1998) reportan una confiabilidad alfa de .74 para una muestra de seis países. En su estudio de 2006, Mejía y Laca reportaron una confiabilidad alfa de .63 para la traducción española, pero no reportaron haber realizado un Análisis Factorial de la misma. En México, Mejía y Laca (2006) emplearon la Escala de Autoconfianza como Tomador de Decisiones para analizar la relación de dicha autoconfianza con los estilos de comunicación en el conflicto en universitarios.
Procedimiento
Previa autorización de las autoridades escolares, se solicitó a los participantes su colaboración voluntaria durante el horario de clases. Luego de explicarles el objetivo del estudio se les invitó a contestar con sinceridad, garantizándoles la absoluta confidencialidad de la información y su uso para fines exclusivamente científicos.
Con el fin de analizar la composición factorial subyacente a los reactivos del Cuestionario Melbourne se llevó a cabo un Análisis Factorial Exploratorio (AFE) con los datos de la muestra de estudio (N = 992). La pertinencia de la técnica del AFE para los datos muestrales se examinó a través de dos procedimientos: a) el chequeo de la medida de adecuación muestral de Kaiser-Mayer-Olkin y b) la prueba de esfericidad de Bartlett. Enseguida se procedió a la extracción de factores comunes empleando el método de Componentes Principales con rotación VARIMAX y se calcularon los índices de confiabilidad alfa de Cronbach para cada factor resultante.
Con el fin de confirmar la composición factorial obtenida a través del AFE, se llevó a cabo un proceso de Análisis Factorial Confirmatorio (AFC) empleando el método de Mínimos Cuadrados Generalizados. Siguiendo la recomendación de diversos autores (Ferrando & Anguiano, 2010; Hair, Anderson, Tatham & Black, 1999; Herrero, 2010) relativa a utilizar varias medidas para evaluar la calidad del ajuste, en el presente trabajo se utilizaron las siguientes (se señalan entre paréntesis los valores de referencia, adecuados y óptimos, de cada una): a) el cociente entre Ji cuadrado y sus grados de libertad (adecuado Ji2/gl < 3, óptimo Ji2/gl < 2); b) el residuo cuadrático medio de aproximación (adecuado RMSEA < .08, óptimo RMSEA < .05); c) el Índice de Bondad de Ajuste de Jöreskog y Sörbom (adecuado GFI > .85; óptimo GFI > .95); y d) el Índice de bondad de ajuste en su modalidad corregida (adecuado AGFI > .80; óptimo AGFI > .90).
Con el fin de identificar posibles efectos de la edad y del género en las variables de estudio se llevó a cabo un Análisis de Varianza (ANOVA) multivariado bifactorial con diseño de 2 x 2 (dos niveles de edad por dos de género). Por último, con la finalidad de identificar posibles efectos de la Autoconfianza sobre los patrones de toma de decisiones se llevó a cabo un Análisis Multivariado de la Varianza (MANOVA) tomando como variable independiente a Autoconfianza y como variables dependientes a Vigilancia, Procrastinación/Hipervigilancia y Transferencia. Todos los cálculos se llevaron a cabo utilizando los programas estadísticos SPSS 21 y AMOS 21.
Resultados
En el Análisis Factorial Exploratorio (AFE) del Cuestionario Melbourne se obtuvieron valores adecuados en la medida Kaiser-Mayer-Olkin de adecuación muestral y en la prueba de esfericidad de Bartlett (KMO = .86; Ji2 (171) = 2926.84, p < .01) indicando la pertinencia del AFE. El método de extracción arrojó una solución de tres factores que explica en total el 38.39% de la varianza con un índice alfa de Cronbach de .69 para el total de la escala. El Factor I quedó conformado por los siguientes reactivos (carga factorial entre paréntesis): 20 (.65), 1 (.58), 13 (.55), 22 (.53), 5 (.53), 10 (.51), 18 (.45) y 15 (.41) con un autovalor de 2.59, una varianza explicada de 13.64% y un índice de confiabilidad alfa de .68. El Factor II quedó conformado por los reactivos 3 (.68), 19 (.65), 14 (.64), 9 (.64), 11 (.50) y 21 (.48) con un autovalor de 2.48, una varianza explicada de 13.04% y un índice de confiabilidad alfa de .72. Por último, el Factor III quedó conformado por los reactivos 12 (.68), 16 (.66), 6 (.66), 2 (.61) y 8 (.56) con un autovalor de 2.23, una varianza explicada de 11.71% y un índice de confiabilidad alfa de .65. El Factor I corresponde a los reactivos de las escalas Hipervigilancia y Procrastinación del instrumento original, por ello nos referiremos en lo sucesivo a este factor como Procrastinación/Hipervigilancia. El Factor II correspondió a la escala de Transferencia, mientras que el Factor III corresponde al patrón de Vigilancia.
En el correspondiente Análisis Factorial Confirmatorio (AFC) se confirmó este modelo trifactorial de 19 indicadores (reactivos). Como puede observarse en la Tabla 1, todas las cargas factoriales fueron superiores a .40 resultando significativas al nivel p > .01, a excepción del reactivo 15 cuya carga fue de .38. Los coeficientes de determinación estandarizados (varianza explicada) fueron aceptables, aunque cinco de ellos resultaron menores al 20%. Por su parte, todos los índices de bondad de ajuste resultaron óptimos pudiendo mantenerse la hipótesis de bondad de ajuste (Ji2/gl = 2.06, p > .01; GFI = .97, AGFI = .96 y RMSEA = .03).
Se encontraron correlaciones positivas estadísticamente significativas de Autoconfianza con Vigilancia (r = .28, p < .01), y de Procrastinación/Hipervigilancia con Transferencia (r = .51, p < .01). Correlaciones negativas significativas se encontraron entre Vigilancia y Transferencia (r = -.27, p < .01), así como entre Autoconfianza y Procrastinación/Hipervigilancia (r = -.52, p < .01), y Autoconfianza y Transferencia (r = -.49, p < .01).
Con el fin de identificar posibles efectos de la edad y el género en las variables de estudio se llevó a cabo un Análisis de Varianza (ANOVA) multivariado bifactorial con diseño de 2 x 2 (dos niveles de edad por dos de género). No resultaron significativos los efectos de interacción. En cuanto a los efectos principales resultaron significativos para la variable Género en Autoconfianza (F (1/991) = 4.87, p > .05) donde puntuaron más alto los hombres (M = 1.42, DE = 0.34) que las mujeres (M = 1.36, DE = 0.36), así como en Transferencia (F (1/991) = 13.19, p < .01) donde puntuaron, también, más alto los hombres (M = 0.57, DE = 0.40) que las mujeres (M = 0.48, DE = 0.40). En cuanto a la Edad, resultó significativo el efecto únicamente en Vigilancia (F (1/991) = 12.84, p < .01), puntuando más alto el grupo de 17 a 19 años (M = 1.53, DE = 0.38) que el de 15 y 16 años (M = 1.44, DE = 0.41).
Con la finalidad de identificar posibles efectos de la Autoconfianza sobre los patrones de toma de decisiones se llevó a cabo un Análisis Multivariado de la Varianza (MANOVA) tomando como variable independiente a Autoconfianza y como variables dependientes a Vigilancia, Procrastinación/Hipervigilancia y Transferencia. Previo a ello, se categorizó la variable de Autoconfianza en dos niveles: Autoconfianza baja (M=1.1; DE = 0.24) y Autoconfianza Alta con (M= 1.67 (DE = 0.16), quedando compuesto el primer grupo por 497 (50.1%) participantes y el segundo por 495 (49.9%). Los resultados del MANOVA mostraron diferencia significativa del conjunto de patrones de toma de decisiones en los niveles de Autoconfianza, así como diferencias significativas en cada uno de dichos patrones, tal como puede observarse en la Tabla 2. Como se puede apreciar, el efecto resultó ser positivo sobre la Vigilancia y negativo sobre los otros dos patrones de toma de decisiones.
Discusión
El Análisis Factorial Exploratorio (AFE) mostró niveles aceptables de varianza explicada total y de cada uno de los componentes, con cargas factoriales adecuadas de todos los reactivos (la mayoría superiores a .50). Además el análisis de la confiabilidad reveló índices alfa de Cronbach aceptables (siendo .65 el más bajo). En el Análisis Factorial Confirmatorio (AFC) se confirmó un modelo trifactorial con 19 indicadores (reactivos). En la ponderación del ajuste todos los índices considerados mostraron niveles adecuados y óptimos pudiendo mantenerse la hipótesis de bondad de ajuste (García-Cueto, Pedro & Miranda, 1998; Hair et al., 1999; Ferrando & Anguiano, 2010). Las cargas factoriales fueron de moderadas a altas (superiores a .40 y .50) y estadísticamente significativas mientras que los coeficientes de determinación estandarizados (varianza explicada) fueron en su mayor parte aceptables.
En suma, una vez concluidos el AFE y el AFC, el presente trabajo proporciona evidencia para sustentar la probable estructura trifactorial del Cuestionario Melbourne sobre Toma de Decisiones para muestras de adolescentes hispanohablantes, correspondiendo dichos tres factores a tres patrones de toma de decisiones en el marco del Modelo de Conflicto de Decisión: a) Procrastinación/Hipervigilancia, b) Transferencia y c) Vigilancia.
Con relación a esta solución factorial es de llamar la atención el hecho de que los reactivos correspondientes a Hipervigilancia y a Procrastinación hayan correspondido a un mismo factor. Una posible interpretación de este resultado tal vez sea que, probablemente, los adolescentes tiendan a reconocer en tales reactivos un solo patrón de toma de decisiones que podría consistir en lo siguiente. Ante el estrés de decisión, en ciertos dilemas, los adolescentes podrían reaccionar en un primer momento aplazando dicha decisión (Procrastinación) de modo que el tiempo disponible para efectuarla fuera paulatinamente disminuyéndose hasta obligarle, llegado el momento, a tomar una decisión más bien apresurada (Hipervigilancia). Esta interpretación es congruente con el carácter evitativo de la Procrastinación y, al mismo tiempo, con la susceptibilidad del patrón de Hipervigilancia al tiempo disponible: en primera instancia el adolescente tendería a evitar tomar una decisión, pero a medida que el tiempo disponible disminuyera el adolescente tendería a adoptar un patrón Hipervigilante debido al aumento de intensidad del estrés de decisión.
Esta interpretación también es congruente con la literatura sobre procrastinación en general y sobre procrastinación académica en particular, en la que se ha identificado frecuentemente un aumento del estrés a medida que se procrastina una tarea así como la conducta frecuente en los estudiantes consistente en esperar hasta el último minuto para desarrollar ciertas actividades o estudiar para un examen (Álvarez, 2010; Rosario, Costa, Núñez, González, Solano & Valle, 2009; Contreras et al., 2011, entre otros). En este sentido Furlan, Heredia, Piemontes y Tuckman (2012), señalan que el concepto de procrastinación hace referencia a la experiencia de la postergación de una tarea la cual "generalmente se suele terminar, aunque tarde o bajo condiciones de elevado estrés" (p. 142).
Por otra parte, en el análisis factorial se identificó también al patrón de Transferencia como un factor diferenciado de Procrastinación/Hipervigilancia y de Vigilancia. Analizando la literatura sobre toma de decisiones en la adolescencia, sería plausible que este patrón de toma de decisiones en los adolescentes probablemente esté asociado con la percepción de determinada legitimidad o jurisdicción sobre los asuntos involucrados en la decisión. Hoffman y colaboradores (1995) señalan, para que los adolescentes se vean efectivamente llevados a tomar decisiones no basta con que quieran hacerlo ya que su toma de decisión generalmente no va a ocurrir si perciben que no tienen el poder para hacerlo o que dichas decisiones han de tomarlas los adultos. Como algunos autores han señalado, hay adolescentes que dan muestras de una competencia similar a la de los adultos para razonar sobre decisiones críticas y que, sin embargo, pueden sentir que les falta poder para tomarlas debido a las restricciones que se les imponen dentro de la familia y la sociedad (Fischhoff et al., 1999; Hoffman et al.,1995; Gordon, 1996; Schvaneveldt & Adams, 1983).
Al parecer, lo determinante en el patrón de Transferencia podría ser una percepción de falta de poder, jurisdicción o competencia sobre los asuntos relevantes a la decisión en cuestión, lo cual llevaría al adolescente no sólo a posponer la toma de decisión, sino a transferirla a otras personas. Esta interpretación parece ser congruente, por su parte, con los modelos que conciben a las relaciones parentofiliales como organizadas en relación al control de ciertos recursos (McKinney, Fitzgerald & Strommen, 1982) o a las percepciones sobre la jurisdicciones respectivas entre hijos y padres (Smetana, Braeges & You, 1991; Smetana, Daddis & Chuang, 2003; Smetana, Yau & Hanson, 1991).
Pasando al análisis correlacional, es importante destacar dos resultados. En primer lugar, una correlación positiva fuerte estadísticamente significativa entre Procrastinación/Hipervigilancia y Transferencia. Este resultado es congruente lo postulado teóricamente por el Modelo de Conflicto de Decisión en el que se considera a estos patrones como respuestas no adaptativas (a diferencia del patrón de Vigilancia). Un elemento común a dichos patrones no adaptativos podría ser una tendencia a emplear respuestas de bajo esfuerzo cognitivo frente a la tarea de decisión, lo que podría implicar un procesamiento deficiente de la información (Bouckenooghe et al., 2007).
En segundo lugar, se encontró una correlación negativa estadísticamente significativa, de magnitud media, entre Vigilancia y Transferencia. En la medida en que el patrón de Transferencia implica ceder la responsabilidad de la decisión a otras personas, ello disminuiría la probabilidad de ponderar por sí mismo las opciones y tomar la responsabilidad de procesar la información y elegir entre las alternativas. Por ello, el aumento de Vigilancia estaría asociado a una disminución de Transferencia y viceversa.
En cuanto a la edad, los resultados mostraron mayores puntajes del patrón de Vigilancia en el grupo de mayor edad. Ello es congruente con la tesis de que la competencia para tomar decisiones se desarrolla con la edad (Fischhoff et al., 1999; Gordon, 1996; Hoffman et al., 1995; Jacobs & Klaczynski, 2002; Mann, Harmoni & Power, 1989; Schvaneveldt & Adams, 1983; Vargas, Henao & González, 2007). Desde esta perspectiva, la habilidad para adoptar un patrón vigilante en la toma de decisiones podría estar asociada a variables relacionadas con el desarrollo cognitivo y social de los adolescentes como podría ser su capacidad para el pensamiento abstracto e hipotético, sus habilidades de toma de rol, su habilidad para planear y prever el futuro, entre otras.
En cuanto al género se encontró que en el patrón de Transferencia y en Autoconfianza como Tomador de Decisiones puntuaron más alto los hombres que las mujeres. Este último resultado es similar al encontrado en otras investigaciones realizadas con estudiantes universitarios (Laca & Alzate, 2004; Mejía & Laca, 2006; Sonay, 2003). Una posible explicación podría apoyarse en los distintos roles de género en que son diferencialmente socializados los adolescentes hombres y mujeres.
A este respecto Mejía y Laca (2006) señalan que la confianza en las propias decisiones o, incluso, una relativa firmeza en la toma de decisiones sigue siendo, en parte, un atributo esperado del rol masculino en las culturas latinas, en tanto que al rol femenino se le concede mayor permisividad social respecto a la eficacia de sus decisiones, por lo menos en edades anteriores que en las que se adquieren responsabilidades profesionales. Por otra parte, la existencia de estos procesos de socialización diferencial de los adolescentes en función del género es un dato que la literatura ha reportado de manera consistente (Colás & Villaciervos, 2007; Musitu, Román & Gutiérrez, 1996; Rocha, 2008).
A este respecto, podría parecer contradictorio que los varones del presente estudio puntúen simultáneamente más alto que las mujeres tanto en Autoconfianza como en Transferencia ya que, en principio, parecería que una mayor Autoconfianza debería estar acompañada de una menor Transferencia. Esta aparente discrepancia podría explicarse apoyándonos en tres elementos: a) en primer lugar, lo ya señalado con relación al patrón de Transferencia, en el sentido de que lo determinante para su adopción parece ser la percepción de falta de jurisdicción o poder para decidir sobre ciertos asuntos; b) el hecho de que los límites de dicha jurisdicción pudieran estar fuertemente asociados a los roles de género, y c) la tesis de Eagly y Diekman (2007), según la cual, los estereotipos de género tienden a ser más maleables en el caso de las mujeres y más rígidos en el caso de los varones (debido esto a las transformaciones de las sociedades contemporáneas donde las mujeres van adoptando funciones tradicionalmente consideradas "masculinas" sin que los hombres, por su parte, adopten en un grado similar funciones consideradas tradicionalmente "femeninas"). A partir de estos tres elementos podría argumentarse lo siguiente. Estando los estereotipos de género masculino más claramente delimitados en el sentido tradicional, es posible que sea más claro para los hombres que para las mujeres el identificar los asuntos que caen dentro de su poder o jurisdicción. Si ello es así, tal vez sea para los adolescentes varones más fácil el transferir sistemáticamente la toma de decisiones sobre temas en los que perciben falta de poder o jurisdicción; prefiriendo entonces emplear su atención en aquellos otros en los que se perciban con jurisdicción o poder para decidir. Ello haría compatible el dato de una Autoconfianza más alta en los varones (qué sería empleada en los asuntos de jurisdicción propia) con una Transferencia más alta (aplicable a los asuntos percibidos por el adolescente como fuera de su ámbito de poder o jurisdicción).
Con relación al efecto de la Autoconfianza, tanto los resultados del análisis correlacional entre ella y los patrones de toma de decisiones, como los resultados del MANOVA apoyan la hipótesis de que probablemente la Autoconfianza ejerza un efecto positivo sobre el patrón de Vigilancia y negativo sobre los otros dos patrones. En el primer caso de modo no direccional, y de manera direccional en el MANOVA. Tales resultados son congruentes con estudios anteriores (Alzate, et al. 2004; Burnett, 1991; Bouckenooghe al., 2007; Laca, 2005; Wray & Stone, 2005). Por ejemplo, Burnett (1991) encontró una correlación significativa positiva de la Autoconfianza con Vigilancia, y negativa con los otros patrones de toma de decisiones. Además, encontró que los estudiantes considerados emocionales e inseguros tienden a ser hiper-vigilantes cuando toman decisiones, lo cual ya había sido sostenido por Janis y Mann (1977).
Por un lado, una baja Autoconfianza puede incidir en la aparición de dudas y vacilaciones respecto de la decisión a adoptar ya que el individuo experimenta inseguridad acerca de su capacidad para adoptar una solución eficaz. Ello puede afectar la percepción de la tarea de decisión por parte del sujeto, quien es posible que perciba dicha tarea como demasiado demandante en relación a los recursos de que dispone para realizarla. A este respecto, según Musitu y colaboradores (1996), se considera que el bajo logro de los individuos en determinadas tareas puede proceder no de la falta de habilidades sino de una pobre utilización de las mismas debida a una percepción de autoineficacia.
Por otra parte, el efecto positivo de la Autoconfianza sobre el patrón de Vigilancia en entendible en los términos señalados. Una Autoconfianza alta favorece el sentimiento de optimismo por parte del sujeto relativo a la posibilidad de encontrar una solución adecuada para la tarea de decisión. Ello podría incidir, a su vez, en la percepción de la complejidad de dicha tarea y de los recursos (incluyendo el tiempo) como suficientes para afrontarla. Creyéndose el sujeto capaz de adoptar una decisión eficaz, considerando tener los medios suficientes para decidir, posiblemente se encuentre más dispuesto a ponderar y evaluar razonada y sistemáticamente las alternativas.
En conclusión el presente trabajo aporta información relevante para conceptualizar el fenómeno de la toma de decisiones de los adolescentes en el marco del Modelo de Conflicto de Decisión. En particular, muestra la probable estructura trifactorial del Cuestionario Melbourne para muestras de adolescentes hispanohablantes, y aporta datos de relevancia sobre los efectos de la Autoconfianza, del género y de la edad sobre los patrones de toma de decisiones.
Dentro de las limitaciones del presente estudio cabe mencionar que fue llevado a cabo solamente con una muestra de adolescentes escolarizados de bachillerato, por lo cual cabría considerar para futuros estudios el analizar la toma de decisiones en adolescentes no escolarizados así como considerar un rango de edad más amplio. También sería importante comparar los resultados obtenidos con el Melbourne respecto de otros instrumentos alternativos, así como incorporar el análisis de algunas otras variables (por ejemplo, la empatía, la asertividad, los estilos de manejo de conflictos, entre otras) que pudieran contribuir a profundizar en la explicación de la toma de decisiones en adolescentes.
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Recibido: 07 de noviembre, 2013
Aceptado: 21 de noviembre, 2013