El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI, 2016), muestran que en México el número de personas que se han divorciado ha aumentado con 139,807 en 2016 en comparación a 2013 que fueron 108,727; de cada 100 matrimonios, 22 se divorcian, lo cual es de gran preocupación, ya que cada año existen más parejas que le dan fin a su relación. Mirecki et al. (2013) consideran que la causa de mayor índice de divorcios son las elevadas tasas de conflicto, los mismos que se relacionan con enfermedades físicas y mentales, mortalidad, abuso de bebidas alcohólicas, baja autoestima, trastornos de alimentación, suicidio y afectaciones en la salud física, sexual y mental
Otros autores han referido como motivos de conflicto en la pareja a los desacuerdos en la forma de ver las cosas, deseos, ideas, valores, malos entendidos, celos, personalidad o historia de interacción diferente (Tapia et al., 2009); problemas relacionados con la insatisfacción sexual, toma de decisiones, falta de comunicación, actividad laboral, tiempo que se dedica a la pareja (Garrido et al., 2007), desigualdad en los ingresos económicos, infidelidad, incumplimiento de responsabilidades, egoísmo (Silva y Vázquez, 2016), manera de disciplinar a los hijos y tiempo que se les dedique, tareas domésticas, relaciones que se mantienen con la familia política, hábitos y costumbres, tiempo compartido como pareja, planes a futuro, afecciones y relaciones sexuales (Mora, 2015). Sin embargo, hay que decir, que es normal que dentro de las relaciones de pareja, surjan diferentes tipos de conflictos; ya que es en esta relación donde se vuelcan una serie de emociones, interacciones frecuentes y momentos decisivos que facilitan la experiencia de estos; creando un clima desagradable (Willi, 2002), lleno de tensiones, inestabilidad, duda, emociones y confusión que reta a los miembros de la diada a poner a prueba sus recursos tanto individuales como relacionales y que pueden llegar al punto de generar el término de la relación (Tapia et al., 2009).
Además de la consecuencia mencionada, Mora (2015) señala que los conflictos producen en las personas involucradas: creencias erróneas, emociones negativas, objetivos y planes inalcanzables y sentimientos de inconformidad en ciertos aspectos de la relación -entre otras experiencias-. Es justamente, por la negatividad que caracteriza tanto al conflicto como a sus consecuencias del conflicto en la pareja, que lograr un manejo constructivo del conflicto, resulta fundamental para mantener una relación sana y enriquecedora (Álvarez Ramírez et al., 2015).
Existen diversos factores tanto sociodemográficos como psicológicos asociados con el conflicto en la pareja. Entre los primeros se encuentra el sexo de sus miembros, ya que se ha observado que los hombres y las mujeres perciben y enfrentan de modos diferentes las disputas, a partir de la manera en que ellos(as) piensan que es correcto. Otro factor es la duración de la relación, puesto que al conocer más a la pareja van surgiendo o haciéndose más evidentes las diferencias, los acuerdos cambian, los motivos de conflicto varían y el modo de pensar y percibir la vida también. Por último, la educación o forma de crianza que han recibido influye en cada uno de los miembros de la diada por las diferencias en cuanto a costumbres, tradiciones, experiencias pasadas, cultura y el lugar en el que crecieron (Rodríguez, 2015).
En cuanto a los psicológicos que se combinan con los sociodemográficos, la etapa del ciclo de vida de la pareja es también un factor que influirá en la experiencia del conflicto, ya que de acuerdo con el momento por el que esté pasando la pareja se le cambios, retos y problemas que generarán crisis, inestabilidad, desequilibrio, presiones y la necesidad de sopesar los recursos con los que se cuentan para así tratar de resolver lo necesario a la par que cumplir con ciertas obligaciones (Rodríguez, 2013). Por ejemplo, en la etapa de noviazgo o inicio de la vida juntos se presentan mayores conflictos con relación en las diferencias entre gustos, opiniones, intereses, celos, posesividad, costumbres, hábitos de alimentación o sueño (Arnaldo Ocádiz, 2001).
Por su parte, la etapa de la llegada de los hijos y el acoplamiento a responsabilidades de crianza se convierte en una etapa difícil por el ajuste requerido, generando disputas relacionados con manejo de las responsabilidades dentro y fuera de la casa, la crianza de los hijos, la dinámica de interacción con las familias de los miembros del vínculo romántico y comportarse irritables y desaliñadas. Asimismo, se limita el tiempo de convivencia e interacción entre la diada y el tiempo que se le dedica (Silva y Vázquez, 2016; Sánchez Aragón, 2018).
Cuando la pareja está a cargo de la formación de hijos adolescentes la dinámica tiene que ser reajustada en la pareja, ya que los hijos piden independencia y a la vez exigen más de la estructura familiar. Así, la pareja va poco a poco enfrentando los cambios que surgen ante la posible separación o salida de los hijos del hogar, lo que favorece conflictos relacionados con las actividades que se comparte en pareja, la atención que se le dedica, las responsabilidades que se tiene y falta de comunicación o expresión de sentimientos (Zazueta y Sandoval, 2013).
Finalmente, en la etapa de separación o divorcio la pareja experimenta diferentes tipos de conflictos relacionados con la comunicación y malentendidos, la sexualidad, la infidelidad y el dinero que pudieron dar pie a dicha situación (Silva y Vásquez, 2016), a la vez que una confusión de emociones negativas y estrés derivado de las diferencias entre los miembros de la pareja.
Es así como el conflicto dentro de la relación diádica el conflicto representa un aspecto normal e incluso necesario para poner a prueba los recursos de la pareja, pero al mismo tiempo, si no está bien manejado, puede poner en riesgo la relación (Sánchez Aragón, 2018) no solo en su estructura sino en su estatus emocional y psicológico. Al respecto, autores como Alzugaray y García (2015) indican que se ha encontrado que las parejas que mantienen frecuentes conflictos durante la relación presentan graves consecuencias en su salud física, psicológica y social, disminuyendo -además- de manera considerable su satisfacción con su pareja, ya que puede dañar tanto el estado emocional como la integridad de alguno de los miembros (Álvarez Ramírez et al., 2015; Antonio, 2015). La salud se entiende como el funcionamiento correcto de los procesos físicos, biológicos, sociales y afectivos que se ven influenciados por múltiples factores interrelacionados. Del mismo modo, se ha demostrado que los individuos casados gozan de una mejor salud física y mental que los que no lo están; esto solo cuando en la relación no se presentan de manera frecuente conflictos (García Higuera, 2002) que menoscaben la calidad de la relación.
Estudiar tanto la calidad como la satisfacción con la relación implica la identificación de las variables clave para entender cuáles son los factores que intervienen y mantienen la insatisfacción, la inestabilidad, el mal funcionamiento o el fin del vínculo de pareja. Pero habrá que empezar por definir a esta variable. Para Márquez Domínguez y Rivera Aragón (2010 en Flores Galaz, 2011) la satisfacción en la relación se concibe como la percepción subjetiva que los miembros de la diada tienen sobre su pareja y su relación, y la manera en la que cada miembro reacciona dentro de la relación, dependiendo de sus expectativas, necesidades y deseos con respecto al otro. Esta se basa en aspectos de tipo emocional, interacción, funcionalidad, felicidad, placer y estabilidad. En conjunto, la satisfacción se reconoce como un indicador de estabilidad y desarrollo de la relación, así como el funcionamiento general y específico de la pareja (Sánchez Aragón, 2016).
Al abordar a la satisfacción con la relación, es necesario reconocer que -al igual que en el conflicto- hay factores sociodemográficos y psicológicos vinculados a su experiencia. Así, por un lado y de acuerdo con Pérez Solís et al. (2016) los hombres tienden a estar más satisfechos con sus matrimonios que las mujeres, mientras que ellas se ven más afectadas por la edad y por la llegada de los hijos en comparación con ellos. Igualmente, se expone que los hijos tienen un efecto negativo sobre la interacción conyugal, especialmente cuando son pequeños o el hecho de tener muchos, ya que interfieren en la satisfacción con la relación, especialmente cuando los padres se encuentran en la fase de crianza. Asimismo, la edad es otro factor que se relaciona con la satisfacción de manera positiva, puesto que, a mayor edad de sus miembros, la satisfacción aumenta ya que el tiempo contribuye automáticamente al proceso de adaptación a su nuevo rol marital y familiar, aumentando su conciencia y buscando la solución a los problemas que presentan, así como asumiendo su responsabilidad y compromiso con la relación. Por otro lado, el afecto, el amor, la amistad, la intimidad, la comunicación, el interés, la satisfacción sexual, la duración y mantenimiento de la relación, así como su buen funcionamiento (Álvarez Ramírez et al., 2015) impactan en la satisfacción con la relación.
De esta manera, la satisfacción -al igual que el conflicto- en la relación de pareja se encuentra altamente ligada con la felicidad, el bienestar y la salud psicológica, lo que se demuestra en algunos estudios, en los que se encontró que a mayor satisfacción con la relación se percibe una reducción del estrés en las parejas que enfrentan algún tipo de enfermedad, asociándose con una mejor salud mental y menores niveles de depresión, emociones negativas y estrés (Arias Galicia, 2003; Oropeza Lozano et al., 2010; Rivero et al., 2011).
Con base en lo mencionado anteriormente, el objetivo principal de esta investigación fue: Conocer la relación entre los motivos de conflicto y su importancia con la salud y la satisfacción con la relación. Por otro lado, los objetivos específicos fueron (1) Identificar la magnitud en los motivos e importancia del conflicto, satisfacción con la relación y salud de personas con pareja por etapa del ciclo de vida e (2) Identificar las diferencias en motivos e importancia del conflicto y satisfacción con la relación de personas con pareja por etapa del ciclo de vida.
Método
Participantes
Se trabajó con una muestra no probabilística por cuota (Hernández et al., 2006) de: 240 participantes (120 hombres y 120 mujeres) de la Ciudad de México distribuidas en cuatro etapas del ciclo vital de la pareja (30 parejas de cada etapa). Todos adultos de entre 18 y 75 años (M= 35.36 y DE=12.15) de los cuales 31 tuvieron una escolaridad de preparatoria (12.9%), 108 licenciatura (45%) y 101 de posgrado (42%) al momento del estudio. Con respecto al tiempo de vivir juntos iba desde 6 meses hasta los 54 años. Su estado civil fue: el 12.1% solteros, el 28.3% unión libre, el 44.2% casados y el 15.4% separados.
Los criterios de inclusión a la muestra fueron: a) ser heterosexuales, b) mayores de 18 años, c) tener pareja, d) contar con una escolaridad mínima de preparatoria y, e) pertenecer a una de las cuatro etapas del ciclo de vida de la pareja siguientes:
Desarrollo (pareja a punto de casarse o a punto de empezar a vivir juntos, o recién casados o recién viviendo juntos (máximo 6 meses), luego de un noviazgo de al menos un año.
Mantenimiento con hijos pequeños (pareja casada o viviendo juntos con hijos de edades entre un mes a los 11 años (de 1 año a los 11 años).
Mantenimiento con hijos grandes (pareja casada o viviendo juntos con hijos de edades entre un mes a los 12 años en adelante (de 12 a 52 años).
Disolución (pareja casada o viviendo juntos a punto de separarse o divorciarse, o bien, recién separados o divorciados (máximo 6 meses).
Instrumentos
Escala de Motivos del Conflicto (Arnaldo Ocádiz, 2001) en su versión corta consta de 62 reactivos en formato de respuesta tipo Likert de cinco puntos de respuesta que indican grados de frecuencia (Nunca a Siempre). Estos reactivos se distribuyen en 14 factores: (1.) Educación de los hijos (6 reactivos y =.91), (2.) Ideología/intereses (6 reactivos y =.87), (3) Actividades de pareja (6 reactivos y =.83), (4) Actividades propias (5 reactivos y =.85), (5) Desconfianza (6 reactivos y =.80), (6) Familia política (4 reactivos y =.74), (7) Religión (3 reactivos y =.84), (8) Personalidad (4 reactivos y =.83), (9) Sexualidad (3 reactivos y =.83), (10) Dinero/Irresponsabilidad (5 reactivos y =.79), (11) Celos (4 reactivos y =.73), (12) Adicciones (3 reactivos y =.56), (13) Orden/Responsabilidad (4 reactivos y =.31) y (14) Familia de origen (3 reactivos y =.74). Se realizó un análisis factorial de componentes principales con rotación ortogonal (tipo varimax). La validez se obtuvo a través de un análisis factorial que explicó el 66.10% de la varianza y Alpha de Cronbach total de .86.
Escala de Importancia de los Motivos de Conflicto (Arnaldo Ocádiz, 2001), en su versión corta comprende 62 reactivos en formato de respuesta tipo Likert de cinco puntos que van desde Nada de importancia a Mucha importancia con respecto a cada afirmación. Estos reactivos se distribuyen en 10 factores: (1) Organización y funcionamiento familiar (12 reactivos y =.95), (2) Adicciones/religión/celos (14 reactivos y =.93), (3) Falta de atención (7 reactivos y =.92), (4) Interés en la relación (7 reactivos y =.88), (5) Personalidad (5 reactivos y =.79), (6) Ideología/Intereses (4 reactivos y =.77), (7) Orden/Desorden (4 reactivos y =.76), (8) Desconfianza (4 reactivos y =.82), (9) Familia (3 reactivos y =.80) y, (10) Sexualidad (3 reactivos y =.83). Se realizó un análisis factorial de componentes principales con rotación ortogonal (tipo varimax). La validez se obtuvo a través de un análisis factorial que explicó el 68.28% de la varianza y Alpha de Cronbach total de .92.
Escala de Salud Física y Psicológica (Sánchez Aragón et al., 2017). Consta de 44 reactivos en dos secciones, la primera con 40 que se encuentran distribuidos en cinco factores que explicaron el 65.36% de la varianza y que arrojaron coeficientes de confiabilidad Alpha de Cronbach de moderados a moderados altos (.76 a .95): (1) Rol Emocional y Función Social, definido como el estado emocional del individuo y la manera en la que este afecta la interacción con las demás personas; (2) Función Física, definida como el desempeño óptimo para realizar actividades en las cuales intervenga un esfuerzo motor; (3) Rol Físico se encuentra relacionado con el desempeño físico de la persona y como afecta las labores diarias que realiza la persona; (4) Dolor Corporal, definido como una sensación molesta que limita la habilidad y la capacidad de la persona para realizar actividades cotidianas; (5) Vitalidad, la cual se encuentra relacionada con la energía que percibe la persona para desarrollar sus actividades dependiendo de sus funciones vitales. La segunda sección incluyó 4 reactivos en un solo factor que explicó el 55.1% de la varianza y cuyo coeficiente de confiabilidad fue de .73. El factor se nombró Salud General.
Indicadores de Satisfacción con la Relación. Consta de cinco reactivos con formato de respuesta tipo Likert de cinco puntos que indican grados de satisfacción con: “mi relación”, “la atención que recibo de mi pareja”, el respeto que me brinda mi pareja”, las actividades que comparto con mi pareja” y “el cariño que recibo de mi pareja”.
Procedimiento
Los instrumentos fueron aplicados en lugares públicos como sedes de universidades, cafeterías, así como otros establecimientos donde se pudieran encontrar participantes que cumplieran con los criterios de inclusión. Todos los participantes accedieron de manera libre y voluntaria, se les garantizó la confidencialidad y anonimato de sus respuestas.
Análisis de datos
En un primer lugar se realizó la prueba de normalidad Kolmogorov Smirnov, la cual mostró normalidad en los datos (p > .05). Posterior a esto y con el fin de responder al primer objetivo dirigido a conocer la magnitud de las variables, se realizaron análisis descriptivos (medias y desviaciones estándar). Más adelante, se realizó un análisis de varianza de una vía para comparar a las cuatro etapas (desarrollo, mantenimiento con hijos pequeños, mantenimiento con hijos grandes y disolución) en términos de las variables bajo estudio. Por último, un análisis de correlación producto-momento de Pearson para examinar la relación entre ellas. Todo lo anterior mediante el uso del programa estadístico SPSS, versión 20.
Resultados
Respecto al primer objetivo los resultados indican que los motivos que más generan conflicto en las parejas son: la sexualidad (Frecuencia de las relaciones sexuales), seguidos por la desconfianza (Mi pareja no me dice todo), la educación de los hijos (Por el tiempo que les dedico a mis hijos) y celos (Sale con personas del sexo opuesto) y los que menos producen conflicto en la pareja son la religión (Creencias religiosas diferentes), las adicciones (Mi pareja fuma) y la familia de origen (Visitas a mi familia). No obstante, hay que mencionar, además, que los valores que se encontraron están por debajo de la media teórica.
Por lo que se refiere a la segunda variable de estudio se encontró que se le da mayor importancia a los conflictos que se producen por: la falta de atención (Sus actividades no permiten que tenga mucho tiempo para mi), desconfianza (Yo no le digo todo), organización y funcionamiento familiar (Forma en que disciplina a mis hijos) y los que menos importancia tienen son por el interés en la relación (Mi trabajo), ideología e intereses (Forma de pensar diferente) y orden/desorden (Mi pareja es exageradamente ordenada).
Con respecto a la salud se encontró que los participantes se sienten sanos (Estoy tan sano como cualquiera), con buena salud casi igual a la de hace un año y vitalidad (¿Que tanto se sintió calmado y tranquilo?). No presentan dolor corporal en gran medida (¿ha tenido un dolor por largos periodos de tiempo?), ni riesgo de enfermedad (Creo que mi salud va a empeorar). No se evidencia problemas en Su rol emocional y función social (¿hasta qué punto sus problemas emocionales han dificultado sus actividades sociales habituales con la familia, los amigos los vecinos u otras personas?), ni en su función física (¿Que tanto su salud actual le limita para hacer esfuerzos intensos tales como correr, levantar objetos pesados o participar en deportes agotadores?) y su rol físico (¿hizo menos de lo que hubiera querido hacer a causa de su salud física?).
Por último, sobre la variable satisfacción con la relación se evidenció que existe mayor satisfacción cuando se recibe un trato respetuoso y cariñoso por parte de la pareja y menos satisfacción con las actividades que se comparten con la pareja (ver Tabla 1).
Los hallazgos del segundo objetivo se obtuvieron a partir de un análisis de varianza de una vía y muestran que existen diferencias estadísticamente significativas con respecto algunas variables en función de las cuatro etapas del ciclo de vida de la pareja; aunado a ello se realizó una prueba a posteriori de Scheffé, misma que indica en forma más precisa entre qué grupos se generan las diferencias.
Así, para el caso del conflicto, se encontraron diferencias estadísticamente significativas en la educación de los hijos, actividades de la pareja, actividades propias, desconfianza, familia política, sexualidad, celos, orden/responsabilidad y familia de origen. Es decir, las parejas en la etapa de disolución (etapa cuatro) manifiestan mayores problemas por la sexualidad, actividades propias, desconfianza, educación de los hijos, celos, actividades de la pareja, familia política, orden/responsabilidad y familia de origen en comparación con las otras etapas. Seguido de esta, la etapa de mantenimiento con hijos pequeños (etapa dos) muestran disputas por los celos, actividades propias, desconfianza, actividades de la pareja, educación de los hijos, familia política y familia de origen. Enseguida, en la etapa uno (desarrollo o inicio de la vida juntos) se evidencian problemas por la sexualidad, celos, desconfianza y actividades tanto propias como de la pareja principalmente. Por último, en la etapa tres (mantenimiento con hijos grandes) se observa un patrón similar al de la etapa dos (mantenimiento con hijos pequeños) mencionada con anterioridad.
En la variable Importancia del conflicto hubo menos diferencias estadísticamente significativas, únicamente se observaron en organización y funcionamiento familiar, orden/desorden y familia. Así, se halló que los participantes de la etapa cuatro (disolución) le dan mayor importancia los conflictos relacionados con la organización y funcionamiento familiar y la familia. Cuando el conflicto es por el orden o el desorden, las personas que se encuentran dentro de la etapa tres (mantenimiento con hijos grandes) le dan mayor importancia a este tópico, en comparación con los que se encuentran en la etapa dos (mantenimiento con hijos pequeños); y cuando pertenecen a la etapa uno (inicio de la vida juntos) le dan menos importancia a los conflictos por la organización y funcionamiento familiar.
Para la variable de Salud las diferencias estadísticamente significativas entre los participantes de las distintas etapas del ciclo de vida de la pareja se hicieron notar prácticamente en todos los factores. Se pudo evidenciar que en la etapa tres (mantenimiento con hijos grandes) hay una percepción menos favorable de la salud en general, menos energía, vigor y fuerza (vitalidad) y una percepción de no sentirse saludable del todo (sentirse sano); mayores dificultades en ejecutar actividades que impliquen movimientos físicos (función física) y aflicciones en el cuerpo (dolor corporal), complicando el desarrollo de funciones diarias de la persona (rol físico) y mayor riesgo de sufrir algún tipo de enfermedad (riesgo de enfermedad). Para la etapa uno (desarrollo) se evidenció tener una mejor salud en general, mayor función física, vitalidad y menor riesgo de enfermedad. En la etapa dos (mantenimiento con hijos pequeños) se evidencian menos dificultades en su rol físico, rol emocional y función social y se sienten más sanos en comparación con las otras etapas. Por último, en la etapa cuatro (separación) se muestran más dificultades en su rol emocional y función social y menor dolor corporal, lo que los diferencia con las demás etapas del ciclo de vida de la pareja.
Para finalizar, en todos los indicadores de Satisfacción se observaron diferencias estadísticamente significativas mostrando que en la etapa uno (desarrollo) se percibe mayor satisfacción con la relación, con la atención que se recibe con la pareja, el respeto, las actividades que se comparte y el cariño que se recibe por parte de la pareja en comparación con el resto de las etapas, principalmente con la etapa cuatro (separación del vínculo). En cuanto a las etapas medias (mantenimiento con hijos pequeños y mantenimiento con hijos grandes) la satisfacción se mantiene moderada alta de manera similar.
Para finalizar, los hallazgos con respecto al objetivo principal, el cual fue conocer la relación entre los motivos de conflicto y su importancia con la salud y la satisfacción con la relación evidencia correlaciones bajas y reducidas. Específicamente, al analizar el grado de asociación entre los motivos del conflicto con la salud se encontró que a más problemas por la manera en la que se educa a los hijos y la familia política, más afectaciones emocionales y dificultades para relacionarse con personas cercanas (rol emocional y función social). Cuando los conflictos se dan por la diferencia entre ideas, pensamientos y gustos (ideología/intereses), las actividades que se realizan y el tiempo que se dedica a estas (actividades propias), la religión que se profesa, el orden, la responsabilidad y la familia política de alguno de los miembros de la pareja más dificultades hay en su función física, rol físico y rol emocional y función social.
Cuando los conflictos se generan por las actividades que realiza la pareja y la desconfianza hay mayor afectación en el rol emocional y función física y menos vitalidad se percibe. Cuando el conflicto es por el dinero, la irresponsabilidad y las adicciones hay menor salud en general y percepción de sentirse sano y mayores problemas en la función física, rol físico y rol emocional y función social y dolor corporal. Al presentar disputas por los rasgos o características de personalidad mayor dificultad hay en el rol emocional y función social y una percepción de sentirse menos sano. Cuando el motivo del conflicto es por cuestiones sexuales (sexualidad) menos dificultades se presentan en su función física y si es por celos más se ve afectado el rol emocional y la función social (ver Tabla 6).
Con respecto a la importancia que se le da al conflicto, se observó que cuando es por adicciones, religión, celos, orden, desorden, ideología e intereses más afecciones en su función física, rol físico, rol emocional y función social, dolor físico y menos sensación de sentirse sano hay. Cuando es por la organización y funcionamiento familiar menos se siente que se goza de buena salud (sentirse sano) y más riesgo de enfermedad se reporta. Cuando se da importancia a los conflictos por familia y personalidad mayores emociones negativas se experimentan, menos interés por relacionarse y percepción de sentirse sano hay. Finalmente, cuando es por el interés en la relación menos salud en general se percibe y mayor riesgo en presentar algún tipo de enfermedad y afectaciones en sus funciones físicas, rol físico, rol emocional y función social se evidencia (ver Tabla 7).
En las correlaciones entre los motivos y la importancia del conflicto con la satisfacción con la relación (Tabla 8) se evidencia que cuando los motivos del conflicto son por la educación de los hijos, las actividades de la pareja, las actividades propias, la desconfianza, la familia política, los celos, el orden, la responsabilidad y la familia de origen menor satisfacción hay con la relación, con la atención que se recibe, el respeto, las actividades que se comparten y el cariño que se recibe. Cuando es por su personalidad menos satisfacción hay con el respeto y el cariño que se recibe y cuando es por el dinero y la irresponsabilidad se percibe menor satisfacción con la relación, con el respeto que se recibe y las actividades que se comparte con la pareja.
Referente a la importancia del conflicto, cuando es por la familia, menos satisfacción hay con la relación, con la atención que se recibe, el respeto, las actividades que se comparten y el cariño que se recibe. Al darle mayor importancia al conflicto por interés en la relación menos satisfacción con la relación, con la atención y el respeto que se recibe por parte de la pareja existe y cuando es por la Organización y funcionamiento familiar y la falta de atención menos satisfacción con respecto a la atención y el respeto que brinda la pareja y las actividades que se comparte con la misma (ver Tabla 8).
Discusión
Dentro del primer objetivo, el cual fue conocer la magnitud de los motivos del conflicto, importancia del conflicto, satisfacción con la relación y salud de las personas que se encuentran dentro de un vínculo romántico, se encontró que los motivos que más generan conflictos en la pareja son la sexualidad, la desconfianza, la educación de los hijos y los celos; expuesto a su vez por Flores Galaz et al. (2005) quienes señalan que las parejas suelen pelear por la frecuencia, intensidad y calidad de las relaciones sexuales, dado que culturalmente se mantiene un fuerte arraigo y valor al acto y desempeño sexual de la pareja. Igualmente, Arnaldo Ocádiz (2001) expresa que en ocasiones las formas de enseñar, educar o disciplinar difieren entre los padres intensificando las disputas. y con respecto a la desconfianza y los celos como razones que inician el conflicto, estos pueden deberse a que al ser parte de un vínculo romántico es normal sentir inseguridad y miedo de perder al ser amado (Rodríguez, 2015).
En lo que se refiere a los motivos que menos denotan conflictos en las parejas, los participantes puntuaron bajo en creencias religiosas, adicciones y familia de origen. Díaz Morfa (2003) afirma que las diferencias en las creencias que poseen las personas, siempre y cuando estas mantengan una postura madura y respetuosa, generan escasos conflictos en el nexo amoroso. Cabe resaltar que la mayoría de la muestra evaluada presenta nivel académico alto, que podría estar relacionado con una menor religiosidad (Aguilera Mochón, 2005; WIN/GIA, 2015) y por consiguiente con menores diferencias la respecto.
A su vez, presentar afición o dependencia a consumir sustancias psicoactivas no afecta en gran medida la relación de pareja; lo que contrasta con lo manifestado por Garrido et al. (2002) quienes encontraron que un detonante del conflicto es este tipo de conductas, dado que afectan y decrecen la confianza, la comunicación, el compromiso y la satisfacción dentro de la relación; o como lo mencionan Orgilés y Piñero (2006) el consumo de sustancias como alcohol o cigarrillo llegan a afectar a las partes cercanas al consumidor, disminuyendo su autoestima, estabilidad emocional y seguridad hacia él/ella o su compañero/a. Esto quizá se deba a que la media obtenida fue baja (1.45).
De igual forma, el tema de la familia de origen generó bajo conflicto en el vínculo diádico. Si bien, cuando dos personas deciden estar e iniciar una vida en conjunto, son los mismos los que dirigen la manera en la que convivirán, no obstante, se creará una conexión con la familia de cada miembro, trayendo consigo un factor de integración o desintegración en el vínculo romántico (Carreño Meléndez y Morales Carmona, 2016), considerando que cada familia tiene su propia historia y tradición (Ruiz, 2008).
Con lo que respecta a la segunda variable de estudio se encontró que se le da mayor importancia a los conflictos que se producen por la falta de atención, desconfianza, organización y funcionamiento familiar, lo que contrasta la información de Isaza (2011) que manifiestan que los celos, la infidelidad y el trato grosero o violento son motivos de mayor importancia en la mayoría de las relaciones, puesto que perjudica directamente la estabilidad y la satisfacción con la relación.
Los motivos que menos importancia tienen son por el interés en la relación, ideología y orden/desorden, ya que estos tipos de conflictos se generan usualmente en los primeros meses de reconocimiento, convivencia y adaptación. No obstante, Rodríguez (2015) sustenta que los motivos con mayor importancia son aquellos en los que la pareja no les brinda la atención o el tiempo que el otro considera necesaria para la relación, así como también compartir actividades o gustos afines que permitan el fortalecimiento del vínculo y la intimidad.
En términos de la salud de los participantes, esta es buena y vigorosa y no presentan inconvenientes en su salud emocional y la manera en la que conviven con las personas que les rodean, lo que tiene conexión con estudios sobre la salud y la esperanza de vida en México que explican que la esperanza de vida de la población ha aumentado de 63 años en 2013 a 65.8 años en el 2015, lo que se traduce en un incremento de 2.8 años (SIDSS, 2015). Aunque en los últimos años la consecuencia de los cambios que ha experimentado la población en cuanto a los estilos de vida, la alimentación de alta densidad energética, el consumo de tabaco y drogas, la violencia -entre otros aspectos- han puesto en peligro a la población mexicana, incrementando el riesgo de padecer una enfermedad crónico-degenerativa a edades tempranas (Soto Estrada et al., 2016).
Sobre la variable satisfacción con la relación se evidenció que existe mayor satisfacción en cuanto al trato respetuoso y cariñoso por parte de la pareja y menos satisfacción con las actividades que se comparten, lo cual tiene gran lógica, ya que cuando la persona percibe un trato agradable, respetuoso y cariñoso, se sienten más satisfechos con su relación y con el ser amado (Wieden, 2018). Sin embargo, cuando la pareja no dedica el tiempo suficiente, se tiene como resultado una menor satisfacción y estabilidad en el vínculo (Flores Galaz, 2011; Romero et al., 2017).
Los hallazgos del segundo objetivo evidenciaron que en la etapa de disolución o rompimiento del vínculo diádico se generan mayores conflictos por la educación de los hijos, actividades de la pareja, actividades propias, desconfianza, familia política, sexualidad, celos, orden/responsabilidad y familia de origen en comparación a las otras etapas de la vida de la pareja. Esto puede deberse a que cuando se produce la separación, se intensifican las razones de conflictos, en vista de que la persona experimenta un sinfín de sentimientos, temores, percepción hacia el otro miembro y cogniciones que le generan malestar (Rodas López, 2018). Aunado a lo anterior, en México, hombres y las mujeres creen que las relaciones de pareja deben llegar a ser satisfactorias para lograr que la relación funcione, evitando de alguna forma el conflicto. Sin embargo, cuando es difícil solucionar los problemas o comunicarse asertivamente con el otro, prefieren darle fin a su relación (Flores Galaz, 2011).
A su vez, en los resultados se logró evidenciar que las parejas a cargo de hijos pequeños siguen en la lista de la etapa que más conflictos presentan, con problemas por celos, actividades propias, desconfianza, actividades de la pareja, educación de los hijos, familia política y familia de origen. Lo mencionado anteriormente puede deberse a que en esta etapa se enfrentan muchos cambios, que pueden generar inestabilidad y desajuste en la dinámica de la relación que se había construido hasta el momento (Hidalgo y Menéndez, 2003; Ramírez, 2004; Ripoll Núñez et al., 2013), trayendo consigo conflictos alrededor de la diada y su interacción, como por ejemplo, el tiempo que se dedica a la pareja, con relación al tiempo libre que se tiene ahora por las responsabilidades que genera criar a los hijos o la falta de esto, puede traer consigo desconfianza o celos también (Ramírez, 2004).
Asimismo, se evidencian dificultades con la familia política, que puede deberse a que al llegar a conformar nuevos vínculos con las familias de ambos no siempre la convivencia llega a ser buena, debido a factores como la afinidad, la influencia que ejerce, la ideología, etc. Igualmente, cuando las personas se encuentran en la etapa de enseñanza y crianza de los hijos, las familias de ambos desean ser partícipes de dicha crianza, a través de recomendaciones o consejos, generando en ocasiones, malestar entre ambos o al menos una de las partes (Carreño Meléndez y Morales Carmona, 2016). Cabe señalar que se encontraron patrones similares en los participantes que conformaron la etapa de mantenimiento con hijos grandes, lo que podría afirmarse que estas dos etapas se comportan muy similar, puesto que la crianza de los hijos sin importar la edad incide en la dinámica relacional (Hidalgo y Menéndez, 2003).
Pero cuando los participantes se encuentran dentro de la etapa del inicio de la vida juntos, se evidencian problemas por sexualidad, celos, desconfianza y actividades tanto propias como de la pareja. Estos hallazgos se apoyan en Isidro y Peñil (2014) quienes encontraron que los motivos que más generan conflicto son la infidelidad, los celos y la desconfianza puesto que al irse generando la mutualidad entre la pareja y con ello la noción de “nosotros”, los miembros de la pareja sienten el riesgo de perder lo que en ese momento resulta importante. No obstante, lo observado en esta investigación se contrapone con lo observado por Sánchez Aragón (1995) quien dice que la etapa de inicio la frecuencia de los conflictos es menores, puesto que la pareja se halla en la cúspide del enamoramiento, la intimidad y la pasión.
En cuanto a la variable importancia de los motivos del conflicto se halló que los participantes de la etapa de disolución le dan mayor importancia a los conflictos relacionados con la organización y funcionamiento familiar, lo que puede deberse a que cuando se inicia la separación entre los cónyuges, la dinámica familiar se quebranta o se daña, afectando a las personas que lo conforman; buscando nuevas alternativas para integrarse a una nueva dinámica familiar (Sanmartín, 2014).
Cuando el conflicto es por el orden o el desorden, las personas que se encuentran en la etapa con hijos grandes le dan mayor importancia, que concuerda con lo mencionado por De la Espriella (1995) que expone que en la etapa en que la pareja tiene hijos adolescentes o jóvenes los conflictos suelen darse por tópicos no tan significativos como limpiar el cuarto o sacar la basura. Lo que indica que no necesariamente este tipo de conflictos se genera entre las conductas de los miembros de la pareja, sino que muchas veces interviene la intercomunicación y el control con los hijos. En contraste, las parejas que se encuentran en la etapa con hijos pequeños les dan menos importancia a dichos conflictos ya que mantienen mayor control en las conductas de sus hijos, trayendo orden en la dinámica familiar. Finalmente, los participantes dentro de la etapa de desarrollo les dan menos importancia a los conflictos por la organización y funcionamiento familiar, lo que puede deberse a que al no encontrarse dentro de una relación con hijos no logran experimentar dificultades relacionadas con el cuidado y la responsabilidad de la crianza (Arnaldo Ocádiz, 2001).
Con respecto a la variable Salud, se evidenció que los participantes dentro de la etapa de mantenimiento con hijos grandes tienen menos vitalidad, energía, sensación de sentirse sanos y mayor dolor en su cuerpo y riesgo de presentar o desarrollar algún tipo de enfermedad. Lo que podría deberse a que usualmente las parejas con hijos grandes comienzan a envejecer y presentar mayores dificultades en su salud y la manera en que esta afecta en sus funciones diarias (Peña, 2010), lo que se complementa con lo señalado por De la Espriella (1995) quien menciona que los padres definen esta etapa como llena de preocupaciones y estrés, por las situaciones que se enfrentan con los hijos y la salida de los mismos del hogar.
En la etapa dos, en donde la pareja se encuentra a cargo de hijos pequeños, suelen presentar menos dificultades en las funciones físicas, sociales y emocionales, además de que se manifiestan mucho más sanos. Esto se contrapone con lo que manifiestan Hidalgo y Menéndez (2003) ya que ellos dicen que en esta etapa existe mayor agotamiento físico y menos posibilidades de interacción por lo que conlleva estar a cargo de hijos de poca edad.
Para la etapa de separación o rompimiento del vínculo romántico se evidencia mayores dificultades en sus funciones emocionales y sociales, similar a lo que manifiesta Sanmartín (2014) quien expone que las personas en este tipo de situaciones experimentan emociones negativas como depresión, ansiedad o soledad, que suelen afectar el desempeño normal de la persona y su interacción con el medio que la rodea. Sin embargo, esto dependerá mucho de las razones y términos en los cuales la disolución se está dando, así como de las estrategias de afrontamiento que utilice, entre otros aspectos (Smith y Clark, 2017).
Ya para la variable Satisfacción con la relación, se observó que en la etapa de desarrollo hay mayor satisfacción con diferentes aspectos de la relación, lo que se encuentra en concordancia con lo que manifiestan Rivera et al. (2011) que sustenta que en esta etapa se suele realizar una evaluación positiva acerca de lo que se comparte con la pareja; a diferencia de las personas que deciden terminar su relación, ya que evidencian muchos más aspectos negativos y desfavorables de la relación que cosas por las que seguir junto a la pareja (Pérez Solís et al., 2016). No obstante, también puede deberse a que cuando se llega al punto de la separación se experimentan emociones negativas hacia la persona y la relación, impidiendo reconocer aspectos favorables de la misma (Ramírez, 2004; Sánchez Aragón, 2018).
Para el objetivo principal, el cual fue conocer la relación entre los motivos de conflicto y su importancia con la salud y la satisfacción con la relación, se logró observar que existen afectaciones e implicaciones negativas en la salud tanto física como emocional ante conflictos dentro de la relación de pareja; a pesar de que encontrarse en una relación romántica es un factor protector para la salud y el bienestar del individuo como lo manifiestan Alzugaray y García (2015). Esto puede deberse a que no es suficiente tener una relación de pareja para tener salud, sino que su calidad resulta más determinante. Así, la frecuencia con la que se presenten los conflictos y la importancia que se les da, incrementa las molestias y afectaciones en la salud física, emocional, el rol social, el dolor corporal y el riesgo de enfermedad. Como por ejemplo, a más problemas por la manera en la que se educa a los hijos, la familia política, celos y la personalidad más afectaciones emocionales y dificultades para relacionarse con personas cercanas, debido a que como se mencionó anteriormente la familia política puede ser un causal de enfrentamiento en el ámbito de la pareja con temas relacionados con la forma de ser de cada persona, el tipo de crianza que se imparte a los hijos, los roles que se han establecido dentro de la nueva familia (Hernández, 2012), trayendo consigo decaimiento y distanciamiento con la familia, amigos, vecinos o hasta con la pareja.
Cuando los conflictos se dan por la diferencia entre ideas, pensamientos y gustos, las actividades que se realizan, la religión, el orden, la responsabilidad, la familia política, el dinero y las adicciones más dificultades hay en su Función física, Rol físico y Rol emocional y función social. Una posible explicación es que, al no existir afinidad entre los miembros con respecto a su ideología, gustos, costumbres, personalidades, etc., se genera algún tipo de malestar, incomodidad y afectación puesto que no se consideran similares entre ellos (Sternberg, 2000). En consonancia con lo mencionado, Romero et al. (2017) evidencia que las similitudes entre las filosofías de vida de los cónyuges influyen en el ánimo y el desempeño diario de la persona.
Cuando los conflictos se generan por las actividades que realiza la pareja y la desconfianza, hay mayor afectación en el Rol emocional y función física y menos vitalidad se percibe, dado que la persona se siente insegura por lo que hace su compañero dentro y fuera de la relación, trayendo consigo alteraciones en sus emociones y las actividades que realiza, disminuyendo su energía y su vigor.
Cuando el motivo del conflicto es por cuestiones sexuales menos dificultades se presentan en la función física. En discrepancia con esto, se podría decir que al presentar dificultades en el tópico sexual más afectaciones en las respuestas físicas y motoras habrá, puesto que la conducta sexual satisfactoria en la pareja permite experimentar pasión, sentimientos enriquecedores y que potenciar la personalidad, la comunicación, además de ser una fuente de bienestar físico, psicológico, intelectual y espiritual (Planned Parenthood Federation of America, [PPFA] 2007).
En las correlaciones entre los motivos y la importancia del conflicto con la satisfacción con la relación se evidencia que el conflicto se relaciona negativamente con la satisfacción en cada uno de sus indicadores, afectando de manera global la variable. En este sentido, se puede decir que las parejas que presenta conflictos de manera frecuente y le dan gran importancia, son más infelices y están más insatisfechos en su relación, llevándolos en muchas ocasiones al deterioro y separación (Flores Galaz, 2011).
Más específicamente, cuando los conflictos son por la educación de los hijos, las actividades de la pareja, las actividades propias, la desconfianza, la familia política, los celos, el orden, la responsabilidad y la familia de origen menor satisfacción hay con la relación, con la atención que se recibe, el respeto, las actividades que se comparten y el cariño que se recibe, en vista de que al no compartir el tiempo libre con la pareja, los celos y la desconfianza se incrementan generando muchos más conflictos y dando una percepción de falta de compromiso y sentido de exclusividad produciendo insatisfacción en la pareja (Romero et al., 2017).
Cuando las desavenencias son por su personalidad, menos satisfacción hay con el respeto y el cariño que se recibe, relacionando la personalidad con cierto tipo de rasgos negativos, como por ejemplo violentos o desinteresados que hagan que la persona revalúe su relación (Zafra y Espartal, 2008; Garrido et al., 2017) y cuando es por el dinero y la irresponsabilidad se percibe menor satisfacción con la relación, con el respeto que se recibe y las actividades que se comparte con la pareja, puesto que estas disputas afectan la calidad de vida en pareja, tales como la convivencia entre la díada, ingresos y gastos económicos, y las conductas de afecto (Pérez Solís et al., 2016).
Conforme a todo lo mencionado anteriormente, el presente estudio, logró identificar cuáles son los motivos de conflicto en las diferentes etapas de la pareja contribuyendo al vacío de conocimiento que había respecto al tema. Cabe señalar que a pesar de que las correlaciones presentaron puntajes bajos, los resultados son dignos de analizar y permiten dar una idea de cómo se comportan dichas variables en relación con aspectos como la salud y la satisfacción de cada persona, mostrando indicadores de prevención a través del trabajo conjunto con la pareja, de acuerdo al proceso que están atravesando. Otra limitación del estudio es los motivos del conflicto que se abordan en el instrumento utilizado, puesto que se requiere una actualización del mismo con respeto a las razones por las que las parejas pelean hoy en día.
Por otra parte, en futuras investigaciones de intervención, a mediano y largo plazo, es posible contribuir al desarrollo de estudios explicativos en el área, permitiendo encontrar su causalidad, y así, disminuir los conflictos que se generan en las diferentes etapas del ciclo de la pareja, evitando las posibles separaciones y contribuyendo a la salud física y mental de sus miembros, así como a su satisfacción con la relación. Finalmente, como recomendaciones, se propone unir las etapas de mantenimiento de hijos pequeños e hijos grandes, ya que se encontraron resultados similares entre estas dos categorías y a pesar de que en la literatura se menciona las diferencias en los procesos que se viven.