La Psicología de Internet se ocupa de analizar cómo los sujetos se comunican de modo online (Kirwan, 2010). Si bien el estudio a nivel internacional data desde hace más 20 años (e.g., Kraut et al., 1998; Young, 1998), en Argentina sigue tratándose de un abordaje aún incipiente (e.g., González Caino & Resett, 2020; Lanzillotti & Korman, 2018; Lupano Perugini & Castro Solano, 2020). Entre los conceptos carentes de análisis a nivel local se ubica el uso problemático de Internet (PIU, por sus siglas en inglés Problematic Internet Use;Davis, 2001). El mismo se define como un síndrome multidimensional conformado por un patrón de cogniciones y comportamientos relacionados al uso de Internet (Caplan, 2002, Caplan, 2003, Caplan, 2007; Davis, 2001). Este síndrome crea dificultades psicológicas, sociales, escolares y/o laborales en la vida del sujeto (Beard & Wolf, 2001). Davis (2001) postula una división entre PIU específico y PIU generalizado. El primero implica el uso de Internet para un propósito particular, por ejemplo, servicios sexuales, compras o apuestas online; la dependencia es a un contenido específico y puede existir sin la presencia de Internet. El PIU generalizado, por su parte, involucra un uso multidimensional, realizándose una utilización excesiva de Internet mediante una variedad de comportamientos tales como revisar sitios web sin un objetivo claro, uso de chats y mails. El punto en común de dichas actividades es que no existirían sin la posibilidad de acceso a Internet. La mayoría de estos comportamientos se basan en la necesidad de contacto social y el deseo de tener una vida social virtual. Estos usuarios problemáticos construyen su identidad sobre la base de sus actividades online, ubicándose en el polo opuesto los usuarios saludables que la consideran una herramienta.
El PIU generalizado, de acuerdo con Caplan (2010) posee cuatro aspectos: 1) preferencia por la interacción social online, debido a creencias de que el individuo está más seguro y es más eficaz en la comunicación online que cara a cara; 2) regulación de humor como una motivación para el uso de Internet, como por ejemplo, al sentirse deprimidos o enojados; 3) resultados negativos, tales como una disminución del tiempo dedicado a la vida social y una exacerbación de patologías preexistentes, lo cual genera un círculo de retroalimentación entre la misma y el uso problemático y generalizado de Internet; 4) regulación deficiente, la que involucra un aspecto cognitivo, patrones de pensamientos sobre el uso de Internet, tales como preocupación sobre cuando se utilizará de nuevo y que estará sucediendo online, y un aspecto comportamental que implica el uso compulsivo de Internet.
Generalized Problematic Internet Use Scale 2
Uno de los problemas para el estudio de las variables vinculadas con la Psicología de Internet es que muchas investigaciones se han realizado sobre la base a encuestas, sin considerar la operacionalización de un constructo específico ni las propiedades psicométricas del instrumento de medición utilizado (Howard & Jayne, 2015; Pontes, Kuss & Griffiths, 2015). Por lo tanto, cobra mayor relevancia que los postulados teóricos de Davis (2001) y los resultados de las investigaciones de Caplan (2002, 2003, 2007) fueran operacionalizados en la Generalized Problematic Internet Use Scale 2 (GPIUS-2; Caplan, 2010), revisión de la Generalized Problematic Internet Use Scale (Caplan, 2002). La GPIUS-2 se compone de 15 ítems en formato de respuesta Likert de 8 posiciones que evalúan cuatro dimensiones: Preferencia por la Interacción Social Online (POSI), Regulación del Humor (RH), Resultados Negativos (RN) y Regulación Deficiente (RD) compuesta de las sub-escalas de Uso Compulsivo (UC) y Preocupación Cognitiva (PC). La estructura factorial fue verificada en una muestra de estudiantes universitarios y adultos de población general estadounidense mediante análisis factoriales confirmatorios.
Posteriormente, en México, Gámez-Guadix, Villa-George y Calvete (2012) adaptaron la prueba para su uso con adolescentes corroborando la mencionada estructura. Lo mismo sucedió en el estudio efectuado en Alemania por Barke, Nyenhuis y Kroer-Herwig (2014) quienes trabajaron con una muestra de adultos de población general que respondieron de modo online, así como con un grupo de estudiantes universitarios que respondió al cuestionario en formato de lápiz y papel de modo presencial. Las dimensiones propuestas en la versión original fueron nuevamente verificadas tanto en la muestra online como en la obtenida de modo presencial. Resultados similares fueron reportados en la adaptación portuguesa realizada por Assuncao y Mena Matos (2017) con estudiantes secundarios y en la validación polaca de Probierz, Gašuszka y Gašuszka (2020) para evaluar población adulta.
Otros trabajos modificaron el modelo de Caplan (2010). Por ejemplo, en la adaptación española para adolescentes, Gámez-Guadix, Orue y Calvete (2013), añadieron un factor general de tercer orden denominado Uso Problemático Generalizado, eliminando las correlaciones entre los factores POSI, RH, RN y RD. También se han reportado soluciones tetrafactoriales en las que se unificaron las sub-escalas de Preocupación Cognitiva y Uso Compulsivo en la dimensión de Regulación Deficiente. Estos últimos hallazgos fueron verificados en la adaptación italiana de Fioravanti, Primi y Casale (2013) realizada para evaluar a estudiantes de nivel medio y universitario, corroborada posteriormente por Casale, Primi y Fioravanti (2016) en estudiantes universitarios italianos. En la validación francesa, también para estudiantes universitarios, Laconi, Kaliszewska-Czeremskab, Tricard, Chabrol y Kusse (2018) informaron la misma solución factorial de cuatro dimensiones.
En las diversas adaptaciones, las correlaciones entre los factores fueron positivas, resultando más fuertes entre RD con RH y RN (e.g.; Assuncao & Mena Matos, 2017; Barke et al., 2014; Gámez-Guadix et al., 2012). Con relación a la consistencia interna, todas las investigaciones mencionadas hallaron valores adecuados estimados mediante el coeficiente alfa de Cronbach. En la Tabla 1 se incluye un resumen de las versiones anteriormente explicadas, ordenadas cronológicamente.
Nota. PIO = Preferencia por la interacción online; RN= Resultados negativos; RH= Regulación del humor; RD= Regulación deficiente; UC= Uso compulsivo; PC= Preocupación cognitiva; GPIUS= Uso problemático de Internet generalizado.
Considerando el análisis del PIU generalizado en relación a otras variables, se informaron valores elevados en sujetos que reportaban indicadores de mayor ansiedad y depresión (Barkle et al., 2014; Gámez-Guadix, 2014; Gámez-Guadix et al., 2012) riesgo suicida (Huang et al., 2020) soledad (Akhter, Islam & Momen, 2020), menor satisfacción con su vida (Sharmaa, Shakyaa, Singhb & Singh Balharab, 2020) y menor apoyo social percibido (Casale et al., 2016). También se hallaron asociaciones positivas con resultados negativos tales como percepción de mal clima escolar (Zhaia et al., 2020) y peor desempeño académico (Stevens et al., 2020).
En el estudio del PIU-G en relación tiempo de conexión, los hallazgos son unívocos en indicar asociaciones positivas moderadas entre ambas variables (Assuncao & Mena Matos, 2017; Barke et al. 2014); se reportaron correlaciones positivas con todas las variables, siendo más fuertes con RD y RH (Gámez-Guadix et al., 2012).
Considerando la falta de validación Argentina del test, y su relevancia a nivel internacional, los objetivos de este trabajo son: 1) efectuar la adaptación de la Escala de Uso Problemático Generalizado del Internet 2 para población adulta de Buenos Aires, examinando su dimensionalidad; 2) estudiar la consistencia interna de sus puntuaciones; 3) aportar evidencias de validez convergente analizando su relación con la sintomatología psicopatológica inespecífica, el bienestar psicológico, y el tiempo de uso de redes sociales. Se hipotetiza que se hallará la estructura reportada por Caplan (2010) y una adecuada consistencia interna al igual que en adaptaciones previas. También se espera hallar correlaciones positivas con la sintomatología psicopatológica inespecífica y el tiempo de uso de redes sociales, mientras que negativas con el bienestar psicológico.
Método
Participantes
Se trabajó con 225 adultos de Buenos Aires (68.4% mujeres; 30.7% varones, 0.9% no binarios), con edades comprendidas entre los 18 y 76 años (M=35.65; DE=12.14). La mayoría de los sujetos reportaron estar solteros (31.7%). Presentaron un alto nivel educativo (44.5% estudios universitario o terciario completos; 10.2% posgrado completo). Con relación a su ocupación, la mayoría eran empleados (62.7%). Los restantes datos sociodemográficos se detallan en la Tabla 2.
Instrumentos
Encuesta de datos sociodemográficos
Diseñada ad-hoc para este trabajo. Recoge información sobre sexo, edad, estado civil, nivel educativo y ocupación.
Encuesta de características de uso de redes sociales
Elaborada para este estudio. Indaga si el sujeto utiliza las redes de Facebook, Instagram, Twitter y WhatsApp, así como cuanto tiempo por día se conecta a las mismas (Menos de 5 minutos; 5 a 30 minutos; 30 minutos a 1 hora; 1 a 2 horas; 2 a 3 horas; 3 a 4 horas; Más de 4 horas).
Generalized Problematic Internet Use Scale 2 (GPIUS2;Caplan, 2010)
Se compone de 15 ítems en formato de respuesta Likert de 8 posiciones que evalúan cuatro dimensiones: Preferencia por la Interacción Online (POSI), Regulación del Humor (RH), Resultados Negativos (RN) y Regulación Deficiente (RD), compuesta de las sub-escalas de Uso Compulsivo (UC) y Preocupación Cognitiva (PC).
Mental Health Continuum Short Form (MHC-SF;Keyes, 2005;Lupano Perugini, de la Iglesia & Castro Solano, 2017)
Se compone de 14 ítems con respuesta Likert de seis posiciones que evalúa tres componentes del bienestar: Emocional (presencia de sentimientos positivos) Social (adecuada vida en comunidad), y Psicológico (funcionamiento adecuado individual). También incluye un puntaje de Bienestar Total. Mediante un análisis factorial confirmatorio se hallaron factores, los cuales reportaron adecuada consistencia interna (α = .78, α = .89).
Symptom Check List 27 (SCL-27;de la Iglesia & Castro Solano, 2019;Hardt & Gerbershagen, 2001)
Mediante 27 reactivos evalúa sintomatología psicopatológica inespecífica experimentada la última semana. Su estructura unidimensional se calculó mediante un análisis factorial confirmatorio. Su consistencia interna fue de α = .92.
Procedimiento
Dos psicólogos bilingües tradujeron los reactivos del inglés al español. Luego, cinco jueces expertos analizaron los ítems evaluando su correspondencia a las dimensiones planteadas y sugirieron cambios con relación a modismos del idioma español en Argentina. Finalmente, tras una prueba piloto realizada con 10 adultos, se redujeron las opciones de respuesta a una escala de 6 posiciones (totalmente en desacuerdo a totalmente de acuerdo). Con dicha versión del instrumento se procedió a la recolección de datos online, la cual fue difundida por redes sociales y por medio de listas de mails de participantes de investigaciones previas. La participación de los sujetos fue voluntaria, sin retribución económica, y las características de la investigación fueron explicadas en un consentimiento informado que se incluyó al inicio del protocolo online.
Análisis de datos
Se analizaron los estadísticos descriptivos para los ítems (media, desvío, asimetría y curtosis) para examinar la normalidad univariante y se calculó el coeficiente de Mardia para examinar la normalidad multivariables. Según las recomendaciones de Jia y Jia (2009) para el estudio del PIU como constructo multidimensional, se calcularon análisis factoriales confirmatorios (AFC) dado que permite poner a prueba distintos modelos y arribar a resultados más concluyentes. Se utilizó el software EQS 6.2 (Bentler & Wu, 2012). Como método de estimación se aplicó Máxima Verosimilitud (MV), considerando las matrices policóricas dado que las variables eran ordinales (Freiberg Hoffmann et al., 2013; Muthén & Kaplan, 1985) y la violación del supuesto de normalidad multivariante (Tabachnick & Fidell, 2013). Para evaluar el ajuste del modelo se usaron varios índices obtenidos mediante métodos robustos: corrección de Satorra y Bentler (2001) para Chi-Cuadrado (S-Bχ 2 ), Comparative Fit Index (CFI), Bollen’s Fit Index (IFI), y Root Mean Square Error of Approximation (RMSEA). Para el S-Bχ 2 se analizó su valor dividido los grados de libertad (S-Bχ 2 /gl) evaluando como un indicador adecuado si los valores se ubican entre los guarismos de 1 y 3 (Carmines & McIver, 1981). Los índices CFI e IFI se consideraron con un adecuado ajuste superando el punto de corte de .90; mientras que el RMSEA se evaluó en función del rango .05/.08 (Byrne, 2006; Browne & Cudeck, 1993; Hu & Bentler, 1999).
Considerando que se dispone de varias adaptaciones a otros países, a diferencia de análisis efectuados en dichas adaptaciones en los que se ponía a prueba modelos nulos o de factores no correlacionados (e.g., Gámez-Guadix et al, 2012), se decidió analizar las distintas estructuras reportadas en otras validaciones. Por lo tanto, se analizó el ajuste de cinco modelos: 1) el propuesto por Caplan (2010) conformado por las cuatro dimensiones centrales de POSI, RH, RN y RD -la cual se subdivide en las sub-escalas de UC y PC-; 2) el modelo Gámez-Gaudiz et al. (2013) en el que se añade el factor Uso Problemático Generalizado, 3) un modelo pentafactorial compuesto por POSI, RH, RN, UC y PC (es decir, sin considerar a la dimensión de RD como factor de segundo orden), 4) un modelo tetrafactorial en función de lo reportado en los trabajos de Fioravanti et al. (2013), Casale et al. (2012) y Laconi et al. (2018) en el que se incluyen los factores POSI, RH, RN y RD, y 5) un modelo unidimensional.
Para estimar la consistencia interna se calcularon coeficientes alfa ordinales (Elosúa & Zumbo, 2008) y como complemento, coeficientes alfas de Cronbach. Se estimó el índice de atenuación entre ambos (Dominguez-Lara, 2018).
Para aportar evidencias de validez convergente se efectuaron correlaciones r de Pearson entre las dimensiones del GPIUS-2 y los puntajes obtenidos a través del SCL-27 y el MHC. Se estimaron correlaciones rho de Spearman entre los puntajes del GPIUS-2 y el tiempo de conexión a distintas redes sociales (Facebook, Instagram, Twitter; WhatsApp) debido al carácter ordinal de la medición del tiempo de conexión. Los resultados se analizaron considerando los puntos de corte de Cohen (1988): pequeño=.10; mediano=.30; grande=.50. Estos análisis se efectuaron con el software PASW Statistics, Versión 18.0 (SPPS INC, 2009).
Resultados
Al analizar los valores de asimetría y curtosis de los reactivos se halló que la mayoría no superó el valor ±1.96 dando cuenta de la normalidad univariante (Tabla 3). Sin embargo, el coeficiente de Mardia fue 81.66, por lo que se rechazó la hipótesis nula para el cumplimiento del supuesto de normalidad multivariante.
Mediante análisis factoriales confirmatorios se analizaron cinco modelos. Evaluando la totalidad de los índices de ajuste, se optó por la estructura original propuesta por Caplan (2010) ya que el RMSEA y el S-B X 2 /gl presentaron valores adecuados. A su vez, el CFI y el IFI exhibieron valores superiores a .90. Si bien en los modelos de penta, tetra y uni-factoriales los guarismos del CFI e IFI resultaron más elevados que en el modelo propuesto en la versión original, el RMSEA de dichos análisis fue elevado, superando el punto de corte establecido para un ajuste aceptable (Ver Tabla 4).
Las cargas factoriales se ubicaron en el rango de .67 a .94 y las correlaciones entre .59 y.84. Todos los mencionados parámetros fueron estadísticamente significativos (p < .001) (Ver Figura 1).
La consistencia interna estimada con alfas ordinales y de Cronbach resultó adecuada, con un índice de atenuación inferior al 30% (Dominguez-Lara, 2018), por lo cual ambos métodos de estimación son evaluados como confiables (Ver Tabla 5).
Al examinar evidencias de validez convergente (Ver Tabla 6) se hallaron correlaciones significativas positivas con tamaño del efecto moderado entre los puntajes de todas las dimensiones del GPIUS-2 y el puntaje del SCL-27. Al analizar las asociaciones entre el GPIUS-2 y los puntajes del MHC se hallaron asociaciones significativas negativas con tamaño del efecto bajo entre las dimensiones del GPIUS-2 y las escalas de Bienestar Total, Emocional y Personal, mientras que con Bienestar Social las correlaciones significativas fueron solo con POSI, RH y PC.
Las correlaciones entre las puntuaciones obtenidas mediante el GPIUS-2 y el tiempo de conexión diario a distintas redes sociales evidenció asociaciones significativas con tamaños del efecto bajos y moderados para las redes de Instagram y WhatsApp, y en la mayoría de los análisis con Twitter. Con el uso de Facebook solo se halló una asociación significativa baja y positiva (Ver Tabla 7).
Discusión
El objetivo de este estudio fue realizar la validación de la GPIUS-2 (Caplan, 2010) para evaluar a población adulta de Buenos Aires. Si bien se disponen de versiones en español tales como las efectuadas en España y México (Gámez-Guadix et al., 2012, 2013), se consideraron los giros idiomáticos argentinos, por lo que se llevó a cabo una traducción de la versión original (Caplan, 2010), teniendo en cuenta las mencionadas validaciones española y mexicana. Este procedimiento, sumado al análisis de jueces expertos y la administración piloto, posibilitó la adecuación de los reactivos para su utilización en la muestra de tipificación, informando evidencias de validez de contenido y de facies respectivamente.
Para aportar evidencias de validez de constructo, se analizaron diferentes estructuras en función de los resultados obtenidos en las validaciones realizadas en otros países. Se optó por la solución factorial compuesta por las cuatro dimensiones principales de POSI, RN, RH, RD -con divisiones de RD en UC y PC-. Los resultados se ubican en la misma dirección que en la versión original estadounidense (Caplan, 2010), así como en lo reportado en los estudios de México, Alemania, Portugal y Polonia (Assuncao & Mena Matos, 2017; Barke et al., 2014; Gámez-Guadix et al., 2012; Probierz et al., 2020). No se seleccionaron las otras estructuras puestas a prueba según las versiones española (Gámez-Guadiz et al., 2013), italiana y francesa (Casale et al., 2016; Fioravanti et al., 2013; Laconi et al., 2018), así como tampoco la solución penta-factorial (que eliminaba la dimensión RD como factor de segundo orden) y la posibilidad unidimensional. Evaluando los guarismos del ajuste, tanto CFI como IFI obtuvieron valores en torno a .92, al igual que adaptaciones previas encontrándose solo que en las versiones francesa, polaca e italiana se superaron esos valores. Si bien en el examen de los modelos de penta, tetra, y uni-dimensionales los valores de CFI e IFI fueron superiores a la solución factorial seleccionada como definitiva en este trabajo, no se observó lo mismo para el valor del RMSEA. Sus guarismos más bajos, y por ende, más adecuados, se hallaron en la estructura que replicaba la dimensionalidad propuesta por Caplan (2010). Pasando a considerar otros aspectos del modelo, los ítems presentaron coeficientes de regresión estadísticamente significativos, con valores adecuados ubicados en el rango de .63 a .94. Las correlaciones entre los factores también fueron estadísticamente significativas y positivas, siendo más fuertes entre RD con RN y RH, tal como se informó en trabajos previos (e.g.; Assuncao & Mena Matos, 2017; Barke et al., 2014; Gámez-Guadix et al., 2012). En resumen, en función de los análisis factoriales confirmatorios, considerando los aspectos teóricos, la comparación de los índices de ajuste entre los análisis de distintas estructuras, y el cotejo con lo informado por investigaciones previas, se optó por seleccionar la estructura que replicaba la versión de Caplan (2010). De este modo, la información aportada suma evidencia a los postulados de dicho autor en torno a la dimensionalidad del PIU generalizado, aspecto de interés considerando la falta de consenso en torno al mismo (Jia & Jia, 2009).
En relación a la consistencia interna, tal como fue hipotetizado de acuerdo a estudios previos, la misma fue excelente estimada con dos métodos diferentes (alfa de Cronbach y ordinal) con valores entre .75 y .87, dando cuenta de la confiabilidad de las puntuaciones estimadas con el GPIUS-2.
La sintomatología psicopatológica inespecífica se asoció de modo positivo y fuerte con todas las dimensiones del GPIUS-2, aportando evidencias de validez convergente. Además de brindar información sobre la calidad psicométrica del instrumento, estos resultados suman información a la teoría de Davis (2001) y los desarrollos posteriores de Caplan (2002, 2010) sobre la presencia de sintomatología en presencia del PIU generalizado. En cuanto a las asociaciones con el bienestar psicológico, las mismas fueron negativas con valores moderados para todos los puntajes del GPIUS-2 con Bienestar Total, y sus subtipos Emocional y Personal. Esto da cuenta que el PIU generalizado se vincula a la existencia de sentimientos negativos e inadecuado funcionamiento individual. El Bienestar Social, por su parte, sólo exhibió vínculos negativos con POSI, RH y PC, quedando excluidas las dimensiones de RN, RD y UC. Es decir, la percepción de una falta de una vida social confortante se asocia a una creencia de una mayor eficacia en el mundo virtual, la regulación del humor en mediante actividades online, así como la preocupación por estar conectado. Los hallazgos dan cuenta que esto no implicaría el nexo con resultados negativos en la vida de los sujetos, ya que no habría una reducción del tiempo que utilizan a su vida social, y que regulación deficiente solo se refleja en los aspectos cognitivos sobre preocupación sin involucrar una falta de control en el uso de Internet.
Evaluando la relación con el tiempo de conexión a redes sociales, tal como indica de modo unánime la bibliografía (e.g., Assuncao & Mena Matos, 2017; Barke et al. 2014; Gámez-Guadix et al., 2012) se hallaron correlaciones positivas moderadas con el uso de Instagram, Twitter, y WhatsApp. Sólo en Facebook se detectó una sola correlación significativa baja con RD, a pesar de ser la red social de la que mayor cantidad de sujetos informaron poseer una cuenta. Las especificidades que determinan las diferencias de patrones de uso aquí hallados en relación al tipo de red social, deberán ser exploradas en futuros trabajos evaluando pormenorizadamente cada red.
Como limitaciones debe destacarse que el muestreo fue intencional simple, y que se trabajó con una muestra con un nivel educativo alto (54.6% tenían estudios universitarios completos). Por otro lado, el GPIUS-2 es un instrumento de auto-reporte no contando con escalas que examinen la validez de las respuestas de los evaluados para detectar casos son respuestas distorsionadas. Por último, el tamaño de la muestra impidió profundizar en análisis de validación cruzada. Por lo tanto, como futuras líneas de investigaciones se plantea replicar el estudio con muestras diversas, especialmente en lo atinente a su nivel educativo, así como más numerosa para complejizar los análisis. En función de los aspectos teóricos, un aspecto importante a indagar en futuros trabajos es el estudio del PIU específico (Davis, 2001), el cual completaría la división propuesta para el PIU.
A pesar de las limitaciones, el trabajo aporta una escala validada para evaluar PIU generalizado en población local. Es de destacarse que se trabajó con población general, y no solo con estudiantes, aspecto que suele ser recurrente en la mayoría de sus adaptaciones (e.g.; Assuncao & Mena Matos, 2017; Casale et al., 2016; Gámez-Guadix et al., 2012; 2013; Fioravanti et al., 2013, Laconi et al., 2018). El estudio aquí conducido permite contar un instrumento para el análisis del PIU generalizado, constituyendo un primer aporte para siguientes investigaciones en torno a este constructo. Otro punto a remarcarse es que se consideró una teoría específica examinando la operacionalización de un constructo delimitado dentro de un marco conceptual como lo son los trabajos de Davis (2001) y Caplan (2002; 2007). La falta de investigaciones que partan de un constructo concreto así como su medición con instrumento psicométricos ha sido señalada como una de las falencias en el área de la Psicología de Internet (e.g.; Howard & Jayne, 2015; Pontes et al., 2015). Las mencionadas faltas han sido el punto de partida al diseñar los objetivos de este trabajo. Finalmente, como ya se mencionó, se aporta evidencia sobre los postulados teóricos utilizados, tanto en lo referente a la dimensionalidad del PIU generalizado, como a su vínculo con la sintomatología psicopatológica, el bienestar psicológico, y el tiempo de uso de redes sociales.