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Revista de Comunicación

versión impresa ISSN 1684-0933versión On-line ISSN 2227-1465

Revista de Comunicación vol.23 no.2 Piura set./feb. 2024  Epub 12-Dic-2024

http://dx.doi.org/10.26441/rc23.2-2024-r3-3032 

Reseñas de libros

López-Escobar, E. (2024). Charles H. Cooley: bases para una teoría comunicativa de lo social

Fernando Huamán Flores1https://orcid.org/0000-0003-0669-72941 

11 Doctor en Comunicación Pública con la distinción honorífica de doctor internacional por la Universidad de Navarra, ganador del Premio Extraordinario de Doctorado. Es director del Centro de Investigación en Opinión Pública y profesor de Teoría de la Comunicación y Opinión Pública en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Piura. (Peru), fernando.huaman@udep.edu.pe

López-Escobar, E.. 2022. Charles H. Cooley: bases para una teoría comunicativa de lo social. EUNSA, Pamplona: ISBN: 978-84-313-3797-1.

La historia epistemológica del campo de la comunicación se ha caracterizado por la falta de identidad conceptual ocasionada por aproximaciones teóricas multidisciplinares que, según la coyuntura social, académica o tecnológica, se han destacado por visiones descriptivas del fenómeno comunicacional, por responder asertivamente a las demandas institucionales del consenso académico, o por atender a la vertiginosa necesidad de conocimiento que los medios de comunicación -tradicionales y digitales- demandaban para comprender sus efectos en los públicos.

Pero la construcción de una disciplina científica requiere de aproximaciones esenciales que intenten comprender la naturaleza de un objeto de estudio, conociendo no solo sus notas distintivas, sino enmarcándolo en las consecuencias que este tiene en la existencia humana, entendiendo que su comprensión científica puede ser un aporte para mejorar los sistemas de convivencia vigentes. Esta empresa académica es la emprendida por el profesor Esteban López- Escobar en su publicación Charles H. Cooley: Bases para una teoría comunicativa de lo social.

La publicación del profesor López-Escobar es una reflexión teórica sobre el papel que desempeña la comunicación en la configuración de las estructuras sociales y el desarrollo de la persona con sus facultades superiores, partiendo de la rehabilitación del pensamiento de Charles Horton Cooley (1864-1929), prominente sociólogo norteamericano, quien es conocido por sus reflexiones del looking-glass self y los grupos primarios, pero menos relacionado a formulaciones teóricas sobre el papel que desempeña la comunicación en la vida humana, en la comprensión de la historia, y en la naturaleza simbólica de las instituciones que posibilitan la convivencia.

En la obra de Cooley el profesor López-Escobar encuentra un punto de partida para reflexionar sobre una teoría comunicativa de lo social. Sostiene que es clave fundamentar la ciencia social en la teoría de la comunicación -y no al revés- porque esta es el constitutivo formal de lo social. Por ello, el viaje intelectual de López-Escobar nos lleva a entender la comunicación como el origen del vínculo social, caracterizado por una especificidad distinta a los protocolos de interacción propuestos, por ejemplo, por contemporáneos a Cooley como Dewey, Park y Mead. A diferencia de estos últimos, la preocupación de Cooley, tal y como se puede leer en la publicación que reseñamos, estuvo centrada en la comunicación, pero no como un concepto instrumental que permitiera dar soporte a su propuesta sociológica, sino como la posibilidad necesaria de desarrollo humano y social al mismo tiempo, alejándose, así, de cualquier sospecha de solipsismo o determinismo social.

En este sentido, la propuesta de Cooley destaca por mostrar un enfoque sociológico que comprende cómo la naturaleza comunicativa del hombre se manifiesta en la sociedad y es retroalimentada por esta, adentrando al lector en una mirada esencial, donde la manipulación de los públicos, por mencionar un ejemplo, no es otra cosa que una degeneración de la dinámica social. Con esta aproximación, Lopez-Escobar nos ratifica una idea universitaria propia de un profesor dedicado a pensar los fundamentos de su ciencia: los problemas sociales de nuestro tiempo tienen su origen en los problemas teóricos. Así, en el campo de la comunicación, sostiene, más que hablar de estrategia debería encontrarse en la propia comunicación la posibilidad de una sociedad mejor, donde la vida virtuosa se distinga de la mera convivencia.

En el panorama sociológico a Cooley se le ha ubicado en el contexto de autores atrapados por el organicismo individual planteado por Spencer. Sin embargo, con la investigación del profesor López-Escobar se aclara el horizonte, afirmando que Cooley, principalmente inspirado en el economista y sociólogo alemán Albert Schäffle, “rompió con Spencer y siguió adelante con un enfoque personal que es, ciertamente, lo que permite ver en él dimensiones únicas” (p. 191). A Cooley no le satisfacen las analogías biológicas que Spencer plantea para la similitud, por ejemplo, entre transporte y comunicación.

Entre los hallazgos del profesor López-Escobar se destaca cómo Schäffle, el principal influyente en el pensamiento de Cooley, rechazó la opinión que reducía la sociología a un fenómeno biológico. Schäffle, tal y como asegura el profesor López Escobar, “nunca pensó en la sociedad como un organismo en sentido reductivo. Su interés en las dimensiones morales, psicológicas y simbólicas de la sociedad, le llevaron a superar la idea del puro instinto” (p. 229). El maestro alemán de Cooley toma como principio la idea aristotélica de que el hombre es social por naturaleza y se apoya en ella para no caer en el individualismo atomístico unilateral de su época.

El interés de Cooley por una vida social orgánica, que no opaca la libertad de los individuos, ya se encuentra, según López-Escobar, en The theory of transportation, su tesis doctoral realizada en 1894. La preocupación por las implicancias económicas, culturales y sociales del transporte son, también, el germen de una posterior preocupación por cómo la naturaleza social crece a partir de la comunicación. Según Cooley, la vida social configura al individuo, pero cada individuo configura su propio contexto, marcando una clara distancia con la propuesta social de Rousseau, donde el hombre es bueno, pero la sociedad lo corrompe. Para Cooley, según López-Escobar, “considerar al individuo aparte del todo le parece tan carente de sentido como considerar a la sociedad como aparte de los individuos, Por lo tanto, enfrentar a la sociedad con el individuo le parece una falacia; todo individuo y todos sus atributos son sociales, al estar conectados con la vida general y ser parte del desarrollo colectivo” (p. 264).

Tomando en cuenta el libro del profesor López-Escobar, podemos encontrar, en una sesuda revisión biográfica y bibliográfica de la obra de Cooley, que al profesor de la Universidad de Michigan no le interesaba tener una etiqueta específica como profesor de psicología, ética o sociología, ya que, en coherencia con su pensamiento social, prefería ser considerado un hombre de ciencia. Por ello, su andadura intelectual, tal como se expone en el libro de López- Escobar, es un afán de búsqueda de verdad más que de independencia o autoafirmación. Le interesaban los hechos, y recomendaba que la lucha sea con estos antes que con los escritores. Por este motivo, se puede considerar a Cooley como un pensador que, motivado por un afán existencial de verdad, experimentaba sus propuestas sociológicas en la unidad de su propia vida y con quiénes le rodeaban, principalmente su familia, su grupo primario.

Siguiendo la exposición del profesor López-Escobar, Cooley destaca que el ser humano es simpatético, comunicador, y esto lo hace dócil para ser formado en el ámbito social, y al mismo tiempo se enfrenta a un entorno orgánico, a través del mecanismo de la comunicación, donde interactúa con una diversidad de influyentes en su pensamiento y conducta, sin exceptuar a la historia a través de la tradición. Y la aparición de nuevos medios es un avance en la disminución del tiempo de transporte para conseguir la relación entre el humano simpatético y su entorno a través del mecanismo de la comunicación.

Por este motivo, Cooley plantea que no hay una separación entre medios de comunicación y el mundo exterior, ya que la realidad es objeto de la mente y puede ser usada como símbolo. Por eso dirá que sin comunicación la mente no llega a desarrollar una verdadera naturaleza humana. La sociabilidad del hombre, al vivir en un determinado contexto, es explicado por sus interacciones y por la historia previa. Por ello, el profesor López-Escobar afirma que el hombre comunicante se relaciona y es consecuencia, también, de los símbolos, tradiciones e instituciones que lo anteceden. Por tanto, en el pensamiento de Cooley, es inevitable entender a la persona como influido e influyente.

Por ello, López-Escobar afirma que para Cooley la comunicación -mecanismo- es el fundamento de lo social y es, al mismo tiempo, un requerimiento de todo lo social: “toda sociedad humana constituye una unidad, aunque el proceso para lograr tal unidad sufra retrasos por algún tipo de ‘degeneración’. Por eso, podemos pensar que [Cooley] aportó, con limitaciones, ideas sugerentes para el establecimiento de una teoría comunicativa de lo social” (p. 250).

La visión orgánica de Cooley la podemos encontrar, según López-Escobar, en la explicación de las injusticias sociales: “le parece una pérdida de tiempo seguir discutiendo si es la sociedad o el individuo el responsable de las injusticias sociales: una y otro tienen responsabilidad; la primera ha transmitido los precedentes del error; y el segundo es responsable de su actuación en el momento. Lo que requiere el punto de vista orgánico es ver las responsabilidades individuales no como cosas separables, sino como actuando conjuntamente en un todo viviente” (p. 273).

Para Cooley, la comunicación “puede considerarse como el mecanismo básico de lo social, al que recurre como una noción basilar que le permite analizar los grandes temas de los que se ocupa; pero aparece también en un sentido teleológico, en la medida que se refiere a un ‘nosotros’ no excluyente, que equivale a la fraternidad humana” (p. 325). Por ello, no le falta razón al autor de este libro cuando afirma que en la propuesta de Cooley la comunicación no es simplemente un objeto al que pueden prestar atención disciplinas diversas, sino que se trata del núcleo constitutivo de lo social.

Por estos motivos, podemos afirmar que esta publicación rescata los aportes de Cooley para el campo de la teoría de la comunicación, estudiando a profundidad una propuesta sociológica que no tiene, a pesar de lo que manifestaba en el consenso académico, sustratos conceptuales biologicistas y evolucionistas. La rigurosidad del trabajo de López-Escobar demuestra que Cooley manifestó, casi al final de su vida, que la comunicación había sido su primera conquista y que lo llevó a entender que el hombre es diferente al animal porque su poder se basa en la cooperación, en la existencia de instituciones que simbolizan y confirman la necesidad de una unidad social. Esto no es instinto animal, sino la manifestación de facultades superiores que distinguen a los seres humanos.

El libro de López-Escobar también realiza precisiones históricas y conceptuales sobre la relación de Cooley con la Escuela de Chicago. Cooley fue un pionero de los estudios de comunicación, a razón de que su interés por este tema nació en 1890, años antes de que el tema fuera abordado por el pragmatismo norteamericano. Asimismo, no existe evidencia contundente que permita establecer relaciones conceptuales que demuestren influencia de autores como Dewey, Park o Mead. De este modo, frente a los numerosos autores que han situado a Cooley en la órbita intelectual de la Escuela de Chicago, el profesor López-Escobar es categórico en afirmar que “es claro que la revisión de la obra de Cooley, y de su inspirador Schäffle, obliga a matizar sus afirmaciones” (p. 215-216).

Podemos concluir que las reflexiones teóricas rescatadas son bastas, rigurosas y necesarias, en un contexto donde la academia debe pensar sobre el papel que desempeña la comunicación en la vida social más allá del vértigo tecnológico al que está expuesta nuestra era. Como bien señala el profesor López-Escobar, esta empresa intelectual pretende ser un punto de partida sugerente para que otros continúen investigando sobre las relaciones entre comunicación y sociedad. Para él, la publicación de su libro es simplemente el final de una etapa, pero no la culminación de un itinerario.

REFERENCIAS

López-Escobar, E. (2022). Charles H. Cooley: bases para una teoría comunicativa de lo social. EUNSA. Pamplona, 372 pp. ISBN: 978-84-313-3797-1 [ Links ]

Recibido: 10 de Agosto de 2024; Aprobado: 20 de Agosto de 2024

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