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Liberabit

versión impresa ISSN 1729-4827

liber. vol.23 no.1 Lima ene./jun. 2017

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.24265/liberabit.2017.v23n1.06 

ART͍CULOS

https://doi.org/10.24265/liberabit.2017.v23n1.06

 

Variables asociadas a la salud física y mental percibida en estudiantes universitarios de Lima

Variables associated with perceived physical and mental health in university students from Lima

Cecilia Chaua,*, Patty Vilelaa

a Pontificia Universidad Católica del Perú, Perú

*cchau@pucp.edu.pe


Resumen

El propósito de la presente investigación es analizar la asociación entre la salud física y mental percibida y las variables sociodemográficas, académicas y psicológicas en un grupo de 520 estudiantes de una universidad privada de Lima. Para este propósito, se utilizó el cuestionario SF-36, la escala de Autoeficacia General, la escala de Estrés Percibido (PSS) y el Cuestionario de Estimación de Afrontamiento (COPE 60). Los resultados indican que los hombres obtuvieron puntuaciones mayores en las dimensiones de salud física en comparación con las mujeres. Los alumnos que presentaron menores dificultades académicas obtuvieron mayores puntajes en las dimensiones de salud mental. Finalmente, el estrés percibido obtuvo correlaciones más fuertes con las dimensiones de salud física y mental percibida. Se espera que los resultados contribuyan con el desarrollo de los programas enfocados en la prevención y promoción de la salud de los estudiantes universitarios.

Palabras clave: afrontamiento, autoeficacia general, estudiantes universitarios, estrés percibido, salud mental y física.


Abstract

This investigation aims to analyze the association between the perceived physical and mental health and the sociodemographic, academic and psychological variables in a group of 520 students from a private university of Lima. For this purpose, the Short Form-36 Health Survey (SF-36), the General Self-Efficacy Scale (GSE), the Perceived Stress Scale (PSS) and the Coping Estimation Inventory (COPE 60) were used. The results show that men obtained higher scores in the dimensions of physical health compared to women. Students who had less academic difficulties obtained higher scores in the dimensions of mental health. Finally, the perceived stress exhibited stronger correlations with the dimensions of perceived physical and mental health. It is expected that these results contribute to the development of programs focused on health prevention and promotion of university students.

Keywords: coping, general self-efficacy, university students, perceived stress, mental and physical health.


Introducción

Durante la etapa universitaria, los jóvenes deben lidiar con una serie de demandas que podrían afectar su salud (Barraza & Silero, 2007; Feldman et al., 2008; Pozos-Radillo, Preciado-Serrano, Acosta- Fernández, Aguilera-Velasco, & Delgado-García, 2014). En efecto, se han encontrado problemas a nivel psicológico y físico en estudiantes universitarios (Becerra, 2013; Chau & Tavera, 2012; Gallagher, 2014, Holm-Hadulla & Koutsoukou-Argyraki, 2015; Prince, 2015; Secretaría Nacional de la Juventud, 2012). Entre las problemáticas más frecuentes se encuentran la depresión, la ansiedad, los intentos suicidas y los trastornos alimenticios (Gallagher, 2014; Lester, 2014; Lipson, Gaddis, Heinze, Beck, & Eisenber, 2015). A nivel de salud física, se han identificado quejas tales como tensión en el cuello y espalda, dolores de espalda, enfermedades respiratorias, entre otros (Becerra, 2013; Chau & Tavera, 2012), y hábitos de salud poco saludables, como el bajo consumo de frutas y verduras, y un reducido nivel de actividad física (Grupo de Opinión Pública de la Universidad de Lima [GOP], 2006).

Existe un conjunto de variables que se relacionan con la salud de los jóvenes universitarios. Entre estas se encuentran las sociodemográficas, académicas y psicológicas. En relación a las primeras, el sexo predice la salud general, la salud física y mental en estudiantes universitarios (Merianos, Nabor, Viourek, & King, 2013; Sabbah, Sabbah, Khamis, Sabbah, & Droubi, 2013; Schmidt, 2012). Los estudios coinciden en que las mujeres reportan menores niveles de salud tanto física como mental (Meriados et al., 2013; Pekmezovic, Popovic, Tepavcevic, Gazibara, & Paunic, 2011; Sabbah et al., 2013; Saravia, 2013; Schmidt, 2012) y son más vulnerables a presentar mayores síntomas ansiosos y depresivos en comparación con los varones (Simic´-Vukomanovic´ et al., 2016). Por otro lado, respecto a la variable lugar de procedencia, se ha reportado en estudiantes migrantes mayores síntomas de depresión (Tataje, 2013), así como asociaciones más altas entre la ansiedad estado y rasgo con el estilo evitativo de afrontamiento (Torrejón, 2011). Además, Chau y Vilela (2016) encontraron que esta variable predice la salud mental en un grupo de 1024 estudiantes universitarios de Lima y Huánuco.

En cuanto a las variables académicas, se han encontrado diferencias según las facultades, siendo los estudiantes de Ciencias de la Salud quienes reportan menores niveles de salud. No obstante, los resultados no son concluyentes con respecto a esta variable (Latas et al., 2014; Pekmezovic et al., 2011). Por otra parte, Chow (2010) halló, en un estudio realizado con 501 estudiantes canadienses, que la salud física y el bienestar psicológico, entre otras variables, explican el 14.5% de la varianza del desempeño académico. Es decir, los alumnos que se sienten más satisfechos con su salud física y presentan mayores niveles de bienestar psicológico obtuvieron mejores calificaciones. En contraste, los estudiantes que presentaron síntomas de depresión, ansiedad y trastornos alimenticios obtuvieron menores calificaciones (Lipson et al., 2015; Simić Vukomanović et al., 2016). Estos resultados aportan evidencia de la conexión entre la salud mental y el rendimiento académico en estudiantes universitarios.

Asimismo, entre las variables psicológicas relacionadas con la salud, se encuentra el estrés, el cual se vincula con una pobre calidad de sueño, síntomas de ansiedad, depresión (Valerio, Jim Kim, & Sexton-Radek, 2016; Wiklund, Malmgren-Olsson, Ohman, Bergstrom, & Fjellman-Wiklund, 2012), inactividad física, obesidad y ciertas conductas adictivas (Ng & Jeffery, 2003; Pelletier, Lytle, & Laska, 2016; Sinha & Jastreboff, 2013). Este predice la sintomatología depresiva (Lester, 2014) y media la relación entre la depresión y la conducta suicida (Smith et al., 2015). Por otro lado, se ha encontrado que las estrategias maladaptativas de afrontamiento se relacionan con menores niveles de salud mental y con un mayor estrés percibido (Hirsch, Hang Do, Hollebach, Manoguerra, & Adler, 2009; Penley, Tomaka, & Wiebe, 2002). Específicamente, el estilo evitativo de afrontamiento se relaciona con conductas que afectan la salud (Becerra, 2013; Chau, 2004), así como también es un factor predictor de la conducta suicida (Blasco et al., 2016; Tang, Xue, & Qin, 2015). En contraste, la autoeficacia produce un efecto positivo en la salud (Bandura, 1997) y es considerada como una variable protectora (Roddeberry & Renk, 2010; Schönfeld, Brailovskaia, Bieda, Chi Zhang, & Margraf, 2016). Se ha encontrado que los mayores niveles de autoeficacia se relacionan con adecuadas estrategias de afrontamiento (Chýlová & Natovová, 2013; Zhao, Lei, He, Gu, & Li, 2015). Además, se asocia con la adopción de conductas saludables y el cese de conductas no saludables (Maddux, Brawley, & Boykin, 1995).

En el contexto peruano, no existen estudios que profundicen en las variables asociadas a la salud física y mental percibida en población universitaria. Por ello, resulta importante identificar y comprender las variables relacionadas con la salud con el propósito de orientar las estrategias para los programas de prevención y promoción dirigidos a los jóvenes estudiantes. En ese sentido, el propósito del presente estudio es analizar la asociación entre la salud física y mental percibida y las variables sociodemográficas, académicas y psicológicas en un grupo de 520 estudiantes de una universidad privada de Lima.

Método

Participantes

La muestra estuvo conformada por 520 estudiantes de una universidad privada peruana de Lima Metropolitana. Los participantes fueron de ambos sexos (35.2% varones y 64.8% mujeres) y sus edades fluctuaron entre 17 y 28 años (M = 20.73, DE = 1.92). En cuanto al estado civil, la mayoría (99.2%) señaló estar soltero. Además, el 75.8% refirió haber nacido en la capital (ciudad de Lima) y el 22.4% en otro departamento del Perú. El muestreo utilizado en la investigación fue no probabilístico intencional (Hernández, Fernández, & Baptista, 2006) y el criterio de selección fue ser alumno regular (cursar 12 créditos como mínimo en el semestre académico).

El 30% de los participantes pertenecía a la Facultad de Letras y Ciencias Humanas, el 23.7% a la Facultad de Ciencias Contables y Gestión, el 20% a la Facultad de Ciencias e Ingeniería, el 13.1% a la Facultad de Derecho y el 12.7% a la Facultad de Educación. Respecto de las características académicas, el 51.4% de los participantes señaló haber llevado cursos por segunda o tercera vez y que el promedio de cursos reprobados fue 2.73 (DE = 2.04). Asimismo, el 15% de los participantes reportó haber dejado de estudiar en algún momento de su carrera. Entre los principales motivos se encontraron las dificultades económicas, las demandas laborales, los problemas de salud, entre otros.

Instrumentos

El cuestionario SF-36 fue utilizado para medir la calidad de vida relacionada a la salud (Ware, Snow, Kosinski, & Gandek, 1993). Consta de 36 ítems que representan ocho dimensiones: función física, rol físico, dolor corporal y salud general, que son parte del Componente de Salud Física (CSF), además de vitalidad, función social, rol emocional y salud mental, que son parte del Componente de Salud Mental (CSM). Las dimensiones de la prueba presentan puntajes T (M = 50, DE = 10) que permiten realizar comparaciones entre sí. Los valores más altos significan un mejor funcionamiento (Ware & Gandek, 1998).

En el contexto peruano, Salazar y Bernabé (2012) obtuvieron la validez de constructo de la escala a través del Análisis Factorial Confirmatorio (AFC) y encontraron la estructura que proponen los autores de la prueba original con adecuados índices de ajuste.

En la presente investigación, se obtuvieron coeficientes alfa de Cronbach que oscilaron entre .71 y .85 en la muestra total del estudio. De la misma manera, se hallaron los coeficientes de confiabilidad con la muestra diferenciada por sexo. Se encontraron coeficiente alfa de Cronbach entre .79 y .86 en el grupo de los hombres y entre .81 y .84 en el grupo de mujeres, en las dimensiones y los componentes de la salud física percibida. En cuanto a las dimensiones y componentes de la salud mental percibida, se hallaron coeficientes alfa de Cronbach entre .81 y .86 en el grupo de hombres y entre .78 y .84 en el grupo de mujeres.

La Escala de Estrés Percibido (The Perceived Stress Scale-PSS; Cohen, Kamarck, & Mermelstein, 1983) evalúa el grado en el que los individuos valoran como estresantes determinadas situaciones. La escala consta de 14 ítems que incluyen preguntas sobre el nivel de estrés experimentado en el último mes. Presenta un formato de respuesta tipo Likert de alternativas de respuesta con un rango de 0 ("nunca") a 4 ("muy a menudo"). La adaptación al español de la prueba presenta adecuadas propiedades psicométricas tanto en validez como en confiabilidad (Remor, 2006). En el Perú, se ha utilizado este instrumento y se ha hallado un adecuado coeficiente de confiabilidad (Becerra, 2013; Chau & Vilela, 2016). En el presente estudio, se obtuvo un coeficiente alfa de Cronbach de .87.

El Cuestionario de Estimación del Afrontamiento (COPE) evalúa los estilos y estrategias de afrontamiento de las personas ante determinadas situaciones estresantes. Fue desarrollado por Carver, Scheier y Weintraub (1989) y ampliada más adelante por los mismos autores. La versión de la prueba utilizada en este estudio está conformada por 60 ítems que se agrupan en 15 dimensiones que corresponden a las estrategias de afrontamiento. Tiene un formato de respuesta de tipo Likert con un rango de 1 ("casi nunca hago esto") a 4 ("hago esto con mucha frecuencia").

En el Perú, Cassaretto y Chau (2016) organizaron las estrategias en tres estilos: el estilo orientado a la tarea, el estilo evitación y el estilo orientado a la búsqueda de vinculación socioemocional. Si bien las autoras proponen esta organización, advierten la débil evidencia de la estructura de estos últimos. Por este motivo, en la presente investigación se realizó un análisis de segundo orden con 12 estrategias y se identificaron tres factores que fueron denominados estilo orientado al problema, estilo evitativo y estilo socioemocional. La estrategia de enfocar y liberar emociones fue excluida por presentar cargas factoriales en dos estilos de afrontamiento. El modelo previamente descrito explica el 60% de la varianza total. En cuanto a la confiabilidad de los estilos de afrontamiento, los coeficientes alfa de Cronbach oscilaron entre .62 y .80.

La Escala de Autoeficacia General mide la evaluación de competencia personal amplia y estable frente a diversas situaciones estresantes. La versión alemana de esta escala fue originalmente desarrollada por Schwarzer y Jerusalem (1995). La escala consta de 28 ítems, 18 de los cuales son ítems distractores. Tiene un formato de respuesta tipo Likert con un rango de 1 ("incorrecto") a 4 ("cierto"). Se obtiene el puntaje total de la escala con la suma de los 10 ítems. En Perú, Alcalde (1998) realizó la adaptación de la escala y encontró una estructura unifactorial, así como un coeficiente alfa de Cronbach de .80. En la presente investigación se halló un coeficiente alfa de Cronbach de .88.

Procedimiento

El proyecto de investigación contó con la aprobación de un comité de ética acreditado por el centro de estudios. Se procedió a solicitar a los estudiantes la firma del consentimiento informado antes de su participación. Este documento indicaba los objetivos de la investigación y los derechos de los participantes, como la confidencialidad, el anonimato y la participación voluntaria. Los instrumentos fueron administrados en un solo momento entre los meses de abril y agosto del año 2015, por lo que se trata de un estudio de corte transversal (Hernández et al., 2006). La aplicación tuvo una duración promedio de 30 minutos. Finalmente, es preciso mencionar que se contó con un equipo capacitado de psicólogos que se encargó de la aplicación masiva de los instrumentos en las aulas universitarias.

Análisis de datos

Se utilizó el paquete estadístico SPSS-22 y se realizó la prueba de normalidad Kolmogorov-Smirnov y, a partir de los resultados, se procedió a trabajar con estadísticos paramétricos. En primer lugar, se realizaron los contrastes de medias con el estadístico t de student para muestras independientes con las variables sociodemográficas y académicas con las dimensiones de salud mental y física percibida. De la misma manera, se obtuvo la d de Cohen como una medida de la magnitud del efecto. Finalmente, se correlacionaron las dimensiones y los componentes de la salud física y mental percibida, y las variables psicológicas con el coeficiente de Pearson. Se consideró el criterio de Cohen (1988) para valorar la magnitud de estas correlaciones, las cuales fueron consideradas medianas a partir de .30.

Resultados

Se observó que los valores más altos de la muestra total de participantes se ubicaron en las dimensiones del CSF, con puntuaciones mayores a 50. Además, se observaron diferencias estadísticamente significativas en las dimensiones de función física, dolor corporal, salud general y el CSF según sexo, siendo los hombres quienes obtuvieron un mayor puntaje en comparación con las mujeres (Tabla 1).

Se encontró que los estudiantes que vivían acompañados (M = 66.32, DE = 19.97) presentaron mayores niveles en la dimensión de salud general que quienes vivían solos (M = 57.80, DE = 20.50), t(-2.61), p = .01, d = 42.

En cuanto a las variables académicas y las dimensiones de salud física y mental percibida, se halló que aquellos alumnos que se cambiaron de carrera ( M = 76.18, DE = 20.02) presentaron mayores puntajes en la dimensión de dolor corporal que los que no lo hicieron (M = 71.90, DE = 22.90), t(-2.00), p = .04, d = 20. Asimismo, los participantes que refirieron haber desaprobado dos o tres cursos presentaron menores puntajes en las dimensiones de rol emocional (M = 54.56, DE = 44.20) en comparación con quienes no reprobaron cursos (M = 66.14, DE = 40.36), t(3.12), p = .02, d = .37. El mismo resultado se halló en el Componente de Salud Mental (M = 61.53, DE = 20.53; M = 65.56, DE = 20.67 respectivamente), t(2.22), p = .03, d = .20. Además, a nivel de tendencia, se encontró que los alumnos que reprobaron dos o tres cursos presentaron menores niveles en la dimensión de función social (M = 70.08, DE = 23.04) en comparación con quienes no reprobaron cursos (M = 74.01, DE = 23.52), t(1.92), p = .05, d = .17. Los participantes que señalaron haber dejado de estudiar también reportaron mayores niveles en la dimensión de función física (M = 93.91, DE = 9.25) en contraste con quienes no lo hicieron (M = 90.68, DE = 13.76), t(-2.62), p = .01, d = .23 y en la dimensión de salud mental (M = 70.56, DE = 16.95; M = 66.12, DE = 17.52, respectivamente), t(-2.07), p = .04, d = .18.

Finalmente, se realizaron análisis de correlaciones entre las dimensiones de salud física y salud mental percibida con los estilos de afrontamiento, la autoeficacia general y el estrés percibido. Se encontraron correlaciones medianas y grandes entre las dimensiones de la salud física y mental percibida con el estrés percibido, según el criterio de Cohen (1988). En el caso de la autoeficacia general, solo dos dimensiones de la salud mental percibida y el CSM obtuvieron correlaciones con esta variable. Finalmente, se observan asociaciones significativas e inversas entre el estilo de afrontamiento evitativo y algunas dimensiones de la salud física y mental percibida, mientras que no se hallaron correlaciones entre las dimensiones y los componentes de la salud mental y física percibida y los estilos de afrontamiento orientado al problema y socioemocional (Tabla 2).

Discusión

Los resultados indican que los valores más altos se obtuvieron en las dimensiones que corresponden al CSF, siendo la dimensión de función física la que presentó mayor puntuación. Estos hallazgos coinciden con los estudios realizados con estudiantes universitarios de Lima (Saravia, 2013), Serbia (Latas et al., 2014; Pekmezovic et al., 2011) y el Líbano (Sabbah et al., 2013). Esto sugiere que los universitarios presentan una percepción favorable de su salud a nivel físico. Por ello, es importante considerar que, en esta etapa, los jóvenes presentan mayores niveles de energía y vitalidad; por lo tanto, era esperable que las puntuaciones en este componente sean mayores.

Por su parte, las dimensiones del CSM presentaron menores puntuaciones, a excepción de la dimensión de función social. Posiblemente, las demandas y retos que enfrentan los jóvenes en esta etapa (Cassaretto, Chau, Oblitas, & Valdez, 2003; Dusselier, Dunn, Wang, Shelley & Whalen, 2005) contribuyen con el incremento de los niveles de estrés. En nuestro medio, se han identificado que las principales preocupaciones de los adolescentes y jóvenes universitarios se centran en el futuro laboral, las relaciones familiares y de pareja, las dificultades económicas y el rendimiento académico (Chau & Van den Broucke, 2005; GOP, 2006; Martínez & Morote, 2001), lo cual podría explicar los menores niveles en las dimensiones de salud mental percibida.

Por otro lado, con relación a las diferencias según sexo en las dimensiones de la salud física y mental percibida, los varones obtuvieron mayores puntuaciones en el CSF y en las dimensiones que lo conforman, a excepción de la dimensión de rol físico. Probablemente, los hombres, al presentar biológicamente más fuerza que las mujeres, valoran en mayor medida su salud física. Precisamente, la dimensión que presentó mayores diferencias entre estos grupos está compuesta por ítems que están orientados a medir la capacidad y la fuerza física (tales como esfuerzos físicos, caminatas de larga distancia, entre otros). Además, los estudios señalan que los varones son más activos que las mujeres y suelen presentar mayores niveles de motivación intrínseca para realizar actividad física (Beville et al., 2014; Lauderdale, Yli-Piipari, Irwin, & Layne, 2015). Estos resultados podrían sugerir que la valoración de la salud física se encuentra diferenciada por el sexo. Según Kogan (2008), para los hombres, el cuerpo cumple un rol central en la formación de su identidad. Por otro lado, se debe tomar en cuenta que en el presente estudio se consideró una medida de percepción de salud; por lo tanto, sería interesante realizar investigaciones que profundicen en la conducta de la actividad física, dado que se conoce el poderoso impacto que tiene sobre el estrés, la ansiedad, la autoestima, el autoconcepto, entre otras variables (Calfas & Taylor, 1994).

Además, los estudiantes que vivían solos presentaron un menor puntaje en la dimensión de salud general en comparación con quienes vivían acompañados por familiares o amigos; es decir, estos últimos refirieron sentirse más sanos y valoraron positivamente su salud. De manera similar, Pekmezovic et al. (2011) hallaron que los jóvenes que vivían con sus padres obtuvieron mayores puntuaciones en todas las dimensiones de los CSF y CSM. Ran et al. (2016) reportaron que los estudiantes que vivían solos se encontraban en mayor riesgo de presentar depresión que quienes vivían con sus padres. En ese sentido, los estudios han señalado la importancia del soporte social para la salud mental y física en estudiantes universitarios (Córdova, 2015; DeBerard & Masters, 2014; Feldman et al., 2008). Esto se complementa con lo investigado por Schnettler et al. (2013) en una muestra de 347 estudiantes chilenos, en donde se afirma que vivir con los padres está asociado a mejores hábitos alimenticios, mayor salud emocional, menor posibilidad de presentar sobrepeso, y, finalmente, a una mayor satisfacción con la vida. A partir de ello, se podría señalar que vivir con algún familiar o con un amigo podría ser considerado un factor protector de la salud.

Respecto de las variables académicas, se encontró que quienes se cambiaron de carrera presentaron mayores puntajes en la dimensión de dolor corporal. Posiblemente, el cambio de plan curricular (lo cual en muchos casos conlleva a un posible retraso en la culminación de los estudios superiores) aumente los niveles de estrés en este grupo. El estrés, a su vez, se asocia con síntomas a nivel físico, tales como dolor de cabeza, cuello, entre otros (El Ansari, Oskrochi, & Haghgoo, 2014), que podrían afectar su salud física. No obstante, es importante considerar que, si bien la dimensión de dolor corporal alude a un dolor general, no se descarta que las manifestaciones del dolor pudieran estar relacionadas a las respuestas típicas del estrés. Este aspecto podría ser estudiado más adelante de manera cualitativa.

Por otro lado, se halló que los estudiantes que habían reprobado dos o tres cursos presentaron menores puntajes en la dimensión de rol emocional, en el CSM y en la dimensión de función social. Probablemente, estos estudiantes estén presentando algunas dificultades en la adaptación a la vida universitaria, específicamente en el manejo de las exigencias académicas. Al respecto, Chau y Saravia (2016) indican que dicha capacidad es el segundo predictor más importante de la salud mental en estudiantes universitarios. En ese sentido, las dificultades en el aspecto académico podrían relacionarse con mayores niveles de estrés, debido a que reprobar cursos supone un retraso en la culminación de los estudios y, en los casos más extremos, podría implicar el retiro temporal o permanente de la universidad. De la misma manera, es importante considerar que el perfil del alumno ingresante de esta universidad se caracteriza por su compromiso por obtener resultados académicos favorables (Dirección de Asuntos Académicos, 2012); por ello, al no obtenerlos, se podría incrementar la percepción del estrés en este grupo de alumnos.

El grupo de estudiantes que reprobaron dos o tres cursos también presentan menores niveles en la dimensión de función social. Este hallazgo sugiere que este grupo se podría estar replegando hacia sí mismo y no estaría buscando apoyo en su entorno más próximo, lo cual podría ser un factor de riesgo porque la falta de apoyo social se relaciona con problemas de salud mental (Grav, Hellzen, Romild, & Stordal,
2012; Turner & Brown, 2010). Es necesario señalar que se encontraron mayores diferencias en las dimensiones del CSM con las variables académicas, lo cual indicaría la importancia de la conexión entre la salud mental percibida y el rendimiento académico (Lipson et al., 2015).

Asimismo, se encontró que quienes habían dejado de estudiar presentaron mayores niveles en las dimensiones de función física y salud mental. Se plantea que estos estudiantes estarían experimentando un alivio temporal al dejar los estudios. Un hallazgo que apoya esta hipótesis es que uno de los principales motivos de esta decisión fueron las dificultades económicas reportadas por los participantes. No obstante, no se descarta el efecto de otras variables que no se estarían considerando en el presente estudio. Por ello, es necesario realizar más investigaciones que permitan profundizar en estas variables a fin de conocer si la explicación presentada tiene mayor respaldo empírico.

Finalmente, en cuanto a la relación entre las dimensiones de salud física y mental percibida con las variables psicológicas, en específico, se encontraron correlaciones medianas y grandes con casi todas las dimensiones de salud física y mental con el estrés percibido. Al respecto, existen estudios que aportan evidencia del efecto del estrés en la salud. En esa línea, Chau y Vilela (2016), en una investigación realizada con 1024 estudiantes universitarios, encontraron que el estrés percibido es la variable más importante que predice una menor salud mental. Además, este predice la depresión y tiene un efecto directo en la ideación suicida en estudiantes universitarios (Lester, 2014; Smith et al., 2015). Asimismo, en el presente estudio, se encontró que la relación más fuerte se obtuvo entre el estrés y la dimensión de salud mental (r = -.73) y el estrés y el CSM (r = -.69). Estos datos brindan mayor evidencia de la fuerte relación entre el estrés y la salud mental, en comparación con la salud física (DeBerard & Masters, 2014; Hirsch et al., 2009), lo cual plantea el reto del trabajo en temas de prevención con este grupo de estudiantes y la importancia de difundir las estrategias de manejo del estrés y emociones.

Por otro lado, también se encontraron correlaciones significativas e inversas entre algunas de las dimensiones y los componentes de la salud física y mental con el estilo de afrontamiento evitativo. En los estudios pioneros de Carver et al. (1989) se reportaron relaciones directas entre este estilo de afrontamiento y la ansiedad rasgo, y las relaciones inversas con el optimismo, la autoestima y la personalidad resistente (hardiness). De la misma manera, Chao (2011) señala que el estilo evitativo podría deteriorar el efecto amortiguador del soporte social; por ello, concluye que este estilo de afrontamiento afecta el bienestar. En ese sentido, al distanciarse de la situación que genera estrés, el individuo indirectamente se aleja de una fuente importante (el soporte social) que podría contribuir a disminuir los efectos negativos de estrés. Este estilo, a su vez, favorece la cronicidad del estrés, lo cual, consecuentemente, genera un deterioro en la salud mental de los jóvenes estudiantes (Chau & Vilela, 2016). Es preciso considerar que el déficit de un adecuado afrontamiento y los altos niveles de estrés son considerados predictores importantes de conductas de riesgo en estudiantes universitarios (Tang et al., 2015). Además, los estudios longitudinales indican que el estilo evitativo de afrontamiento se relaciona con sintomatología depresiva desde la etapa de la adolescencia (Seiffge-Krenke, 2000; Seiffge- Krenke & Klessinger, 2000).

En relación con la variable autoeficacia, se obtuvieron relaciones significativas y directas con algunas dimensiones y el componente de la salud mental percibida. Se observa una mayor magnitud en la dimensión de salud mental (r = .47) y en el CSM (r = .36). Estos hallazgos se podrían comprender a la luz del efecto amortiguador de la autoeficacia frente al estrés (Schönfeld et al., 2016; Roddeberry & Renk, 2010) que podría promover mayores niveles de salud mental. De la misma manera, se debe tomar en consideración la relación entre la autoeficacia y la vitalidad (r = .34). Según refieren los autores, la autoeficacia se relaciona con mejores conductas de salud, tales como el consumo de alimentos saludables y la actividad física (Fincham, Roomaney, & Kagee, 2015; Zalewska-Puchala, Majda, & Kolonko, 2007), y el cese del consumo de sustancias psicoactivas (Perkins, Parzynski, Mercincavage, Conklin, & Fonte, 2012), lo cual podría contribuir con mayores niveles de energía y vitalidad en los estudiantes universitarios.

Esta investigación presenta algunas limitaciones que deben ser consideradas. En primer lugar, se contó con un reducido número de participantes, lo cual no permite realizar generalizaciones sobre las variables asociadas a la salud física y mental percibida de los estudiantes universitarios peruanos. De la misma manera, por el tamaño de la muestra, resultó inviable realizar un análisis de invarianza con el que se esperaba desestimar que las diferencias encontradas se presentaron por la disparidad en el tamaño de los grupos de comparación. Por otra parte, se utilizó una escala para la medición de estrés que no se circunscribe únicamente al ámbito académico, por lo cual no ha sido posible identificar otras fuentes de estrés que podrían estar afectando la salud percibida de los participantes. Además, es importante considerar que si bien en el presente estudio se lograron identificar algunas variables académicas que generaron diferencias en los niveles de salud de los estudiantes en este grupo particular, no existe un consenso en torno a la medición del rendimiento ni en relación a las variables académicas más relevantes. Por último, se trató de una investigación de tipo transversal que permite conocer el estado de salud en un solo momento en el tiempo. Por lo tanto, no es posible conocer los cambios que se generan conforme transcurren los años de formación profesional.

En base a las limitaciones, se recomienda continuar profundizando en el estudio de la salud física y mental percibida en jóvenes universitarios peruanos. En primer lugar, es importante considerar un mayor tamaño muestral que permita realizar análisis predictivos de las variables que cumplen un rol más preponderante en la salud física y mental percibida. De la misma manera, se recomienda realizar un análisis de invarianza en futuras investigaciones. Para ello, se requiere un mayor número de participantes en cada grupo de comparación (Kline, 2011). En segundo lugar, se recomienda el uso de una escala que mida el estrés académico y los estresores más frecuentes con la finalidad de que los programas de orientación estudiantil focalicen sus intervenciones en el manejo de dichas situaciones generadoras de estrés. Finalmente, sería necesario realizar estudios de tipo longitudinal que permitan identificar los cambios que el entorno universitario genera en la salud de los estudiantes.

En conclusión, el presente estudio contribuye a la identificación de algunas variables sociodemográficas, académicas y psicológicas que serán de utilidad para guiar los programas de orientación estudiantil, los cuales tienen como objetivo velar por el bienestar integral de los estudiantes. En ese sentido, los resultados aportarán en el diseño de programas apropiados que consideren las variables que se relacionan con la salud física y mental percibida de los estudiantes universitarios.

Referencias

Alcalde, M. (1998). Nivel de autoeficacia percibida y estilos de afrontamiento en estudiantes de Lima (Tesis de licenciatura inédita). Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

Bandura, A. (1997). Self-efficacy: The exercise of control. New York: W. H. Freeman and Company.

Barraza, A., & Silerio, J. (2007). Estrés académico en alumnos de Educación Media Superior: Un estudio comparativo. Universidad Pedagógica de Durango, 7, 48-65.

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aCecilia Chau

Estudió en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y obtuvo el doctorado en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica). Responsable del programa PUCP Saludable. Docente Principal, tiempo completo en la PUCP. Áreas de investigación: estrés, afrontamiento y conductas adictivas.

* cchau@pucp.edu.pe

aPatty Vilela

Licenciada de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Miembro del Grupo de Investigación "Psicología, Salud y Universidad: Entornos Saludables". Docente a tiempo parcial y asistente de docencia en la PUCP. Áreas de investigación: determinantes de la salud en jóvenes, estilos de vida saludable y burnout.

patty.vilelaa@pucp.pe

Investigación financiada por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) a través de la Dirección de Gestión de la Investigación (DGI).

 

Para citar este artículo:

Chau, C., & Vilela, P. (2017). Variables asociadas a la salud física y mental percibida en estudiantes universitarios de Lima. Liberabit, 23(1), 89-102. doi: 10.24265/liberabit.2017.v23n1.06

Este es un artículo Open Access bajo la licencia Creative Commons(Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0)

 

Recibido: 17 de octubre de 2016

Aceptado: 22 de mayo de 2017