Introducción
En el desempeño de sus funciones las familias enfrentan diversas dificultades para satisfacer las necesidades de afecto y cuidado, por lo que requiere una atención integral e integrada por parte de profesionales de la salud (Jimenes et al. 2021). Además, el entorno familiar constituye un elemento importante del proceso de atención a la familia, dado que la calidad de la relación funcional es un factor significativo en la salud física y emocional de cada uno de sus integrantes.
Freyre (1997), refiere que los problemas de salud familiar son de tipo biológico, psicológico y social; siendo necesario dirigir su atención en el aspecto preventivo promocional, donde el personal sanitario cumple un rol muy importante. Sin embargo, el mayor riesgo observado no se debe a las condiciones físicas ni psicológicas, sino a las prácticas de comportamiento del grupo familiar. De ahí que, es de suma importancia el buen funcionamiento familiar al interior de cada familia.
El funcionamiento familiar es el conjunto de interacciones entre los miembros del grupo familiar que permiten enfrentar las diferentes crisis que se originan en el hogar. La funcionalidad familiar es de gran interés en el área de la salud pública, pues en ese contexto se inician las condiciones del cuidado de la salud. Es más, la dinámica familiar favorable representa un espacio de tranquilidad y un factor de protección ante los riesgos del entorno que pueden complicar la salud (Esteves et al. 2020).
La funcionalidad familiar es determinante para la presencia o ausencia de conductas de riesgo. Las conductas de riesgo son aquellos comportamientos perjudiciales para la salud que realiza la persona o comunidad, su efecto inmediato puede ser agradable, pero de consecuencias nocivas a largo plazo (García et al., 2015). Los jóvenes pueden iniciar estos comportamientos negativos de forma voluntaria o involuntaria afectando su salud y bienestar individual. Entre las conductas de riesgo más frecuente podemos observar el consumo de alcohol, tabaco o marihuana; inicio de relaciones sexuales a temprana edad, relaciones sexuales sin protección, infecciones de trasmisión sexual, trastorno de alimentación, abandono de los estudios, trastorno afectivo, entre otros (Jimenes et al. 2021).
Los estudiantes universitarios se consideran un grupo vulnerable, aún así, se encuentran en una etapa de aprendizaje y aún pueden mejorar las prácticas de salud. En los estudiantes que ingresaron a la Universidad Autónoma de Zacatecas, se encontró mayor conducta de riesgo en los varones, consumo de alcohol (58.3%) y tabaco (20.8%), edad mayor de 19 años y ser estudiante de ciencias de la salud; y en relación a los hábitos alimentarios estos se caracterizaron por el consumo de una dieta rica en sal, azúcar y grasa saturada, dando como resultado el sobrepeso y obesidad (Manzanero et al. 2018). Las altas tasas de obesidad y sobrepeso son cifras preocupantes desde el punto de vista de la salud pública ya que se asocia a la presencia de enfermedades cardiovasculares (Cerezo y Frutos, 2021). De igual modo, Zuin et al. (2021), observaron una alta prevalencia de conductas riesgosas para la salud física y mental como alteración del sueño en el 79%, hábitos alimentarios 65% y ansiedad 56%.
De igual modo, los universitarios de Barranquilla tienen comportamientos de riesgo que pueden afectar su salud y proyecto de vida porque participan de relaciones sexuales sin protección, tienen sexo con diferentes parejas, el inicio sexual fue antes de los 18 años, existe promiscuidad y como consecuencia de ello embarazos no deseados, infecciones de trasmisión sexual, abortos, afectación académica y laboral (Ballido et al., 2019). En una universidad de Lima-Perú también se observó que los estudiantes de medicina tienen menor frecuencia en el consumo de alcohol (6,8%), drogas (1,2%) y trastornos alimentarios (15%) en comparación con estudiantes de otras escuelas profesionales, así como el mayor número de estudiantes con cursos desaprobados tenían problemas con las drogas (Sandoval, 2021).
La vida universitaria representa para muchos jóvenes una experiencia compleja para alcanzar los objetivos de la carrera profesional donde se pone en juego diversas estrategias y factores estresantes como responder a las exigencias académicas, los cambios en la red social, la demanda de autonomía, el fracaso vocacional y académico o el vivir solos. El desempeño estudiantil puede ser más complicado cuando existe disfunción familiar o un ambiente académico adverso, ya que las relaciones significativas del entorno familiar pueden ser fortalecidas o debilitadas para el ámbito académico (Moreno et al. 2014).
El objetivo del presente estudio fue determinar la relación de la funcionalidad familiar y las conductas de riesgo en estudiantes de ciencias de la salud de la Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo (UNASAM), analizando las dimensiones de la funcionalidad familiar y las conductas de riesgo para la salud.
Marco teórico
Funcionalidad familiar
La familia es el núcleo social más importante para el crecimiento y realización de la persona, es la que provee valores, costumbres y creencias al grupo familiar y los aportes afectivos y materiales que brinda son fundamentales para el desarrollo y bienestar de sus miembros. La familia como institución tiene una función muy importante en la sociedad cuya influencia tiene una acción directa y temprana en la formación de las personas. Asimismo, la composición y funcionalidad es fundamental en el desarrollo del comportamiento y personalidad de los individuos (Higuita y Cardona, 2016). El buen funcionamiento familiar es un factor determinante para la salud, según recientes estudios reportan una asociación entre la familia y problemas de salud física y emocional (Vallejos y Vega, 2020).
La funcionalidad familiar es el conjunto de relaciones interpersonales que permite la satisfacción de cada uno de sus integrantes, impide la aparición de conductas de riesgo y a la vez facilita el desarrollo integral de los miembros del grupo familiar. Se considera que una familia es funcional cuando permite el paso armónico de cada etapa del ciclo vital (Cortaza et al. 2019).
Las familias según su tipo de funcionamiento familiar pueden ser funcionales y disfuncionales. La familia funcional es aquella que impulsa el desarrollo de sus miembros asignando normas y roles definidos para afrontar los problemas que puedan ocurrir dentro del hogar. Al respecto Vallejos y Vega (2020), sostienen que la familia funcional tiene buenas relaciones, hay adecuada comunicación, expresan libremente sus dudas e inquietudes y tienen la capacidad para solucionar los distintos problemas que surjan en el entorno familiar. En cambio, la familia es disfuncional cuando algunos factores ponen en riesgo la estabilidad de la familia predominando la inadecuada comunicación, desunión, desintegración familiar y problemas de adaptación que ocasionan desequilibrio en la estructura familiar (Ruiz, 2015). De la misma forma, Anaya et al. (2018), sostienen que una familia es disfuncional cuando existe falta de comunicación, violencia, conflictos y malas conductas que lleva a los integrantes de la familia a considerarlo como algo normal, motivando el deterioro de la salud familiar.
Los instrumentos de valoración a la familia nos permiten tener una visión integral de las interacciones del grupo familiar, identificar si cumple con sus funciones básicas y el rol en el proceso salud enfermedad (Suarez y Alcalá, 2014). Para abordar el estudio de la funcionalidad familiar existen varios instrumentos para obtener información, entre ellos el APGAR familiar, instrumento válido y confiable muy útil en estudios descriptivos y analíticos, con cualquier tipo de muestras y también para evaluar programas de intervención a nivel familiar.
El APGAR familiar es un instrumento que nos indica el nivel de funcionamiento familiar de forma global y nos permite un primer acercamiento a las familias con problemas o disfunción familiar. Su nombre es derivado del acrónimo que evalúa las funciones básicas de cada familia: Adaptación, Participación, Gradiente de crecimiento, Afecto y Recursos, fue creado en 1978 por Gabriel Smilkstein quien propuso su aplicación para la atención primaria y análisis de la función familiar (Suarez y Alcalá, 2014).
La adaptabilidad referida al grado de satisfacción por el apoyo recibido en la solución de los problemas en momentos de desequilibrio y estrés. La participación, entendida como tomar decisiones dentro del grupo familiar con participación de todos los integrantes. Gradiente de desarrollo, que indica la satisfacción por la posibilidad de maduración física y emocional de los miembros de la familia. El afecto, que es la forma como los miembros de la familia se demuestran cariño, amor, interés. La resolución se explica la satisfacción de los miembros de la familia por compartir el tiempo, espacio y dinero (Higuita y Cardona, 2016). Este instrumento permite clasificar la funcionalidad familiar en disfuncionalidad leve, disfuncionalidad moderada, disfuncionalidad grave y funcionalidad familiar (Suarez y Alcalá, 2014).
Conductas de riesgo
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2019) alrededor de 164 millones de personas jóvenes existen en América Latina y el Caribe quienes viven la globalización, los cambios ambientales, la transición demográfica y el uso de las nuevas tecnologías de la información. Los jóvenes son aquellas personas cuya edad se encuentra entre los 10 y 24 años, mientras que los adolescentes son el grupo de 10 a 19 años. En esa transición de la niñez a la adultez, las personas comienzan a tomar decisiones sobre su propia salud, por eso este período se considera vulnerable por la adquisición de hábitos positivos y negativos que permanecen para toda la vida (Ramón, 2021). Además, están expuestos a una serie de factores de riesgo al adoptar conductas peligrosas para la salud como el consumo de alcohol, drogas y tabaco, falta de ejercicio, alteración del sueño y malos hábitos alimentarios (Ferrero y Stein, 2020).
Se ha conceptualizado las conductas de riesgo como aquellas acciones que realiza la persona en forma voluntaria o involuntaria con consecuencias nocivas para la salud. Existen factores internos y externos para la presencia de estas conductas como por ejemplo la disfuncionalidad familiar, vivir en un contexto de violencia, rechazo del grupo de pares entre otros (Morales y Díaz, 2021). En Estados Unidos con el propósito de mejorar la salud de jóvenes y adolescentes, ha clasificado las conductas de riesgo en aspectos como salud sexual, consumo de sustancias, salud mental, violencia y hábitos inadecuados que pueden influir en el desarrollo de enfermedades crónicas (Paredes y Patiño, 2020).
Inicio de relaciones sexuales
Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI, 2021) la edad media de la primera relación sexual es de 18.5 años, entre las razones del inicio sexual se considera el deseo sexual y presión de la pareja; de ellos el gran porcentaje de mujeres de 12 a 24 años lo realizó con el enamorado o novio y los varones con mujeres ocasionales.
La salud sexual se ve influenciada por diversos factores socio culturales siendo necesario conocer los comportamientos y experiencias habituales de los jóvenes para su identificación y fomento de un comportamiento sexual responsable. Los factores de riesgo con frecuencia son el inicio precoz de las relaciones sexuales, las relaciones sexuales impulsivas y ocasionales, las prácticas sexuales sin protección siendo este comportamiento de muy alto riesgo para la transmisión del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) e infecciones de trasmisión sexual (ITS) (Ballido et al. 2019).
Infecciones de trasmisión sexual
Según la OMS (2021), aproximadamente un millón de personas contrae una infección de transmisión sexual, 374 millones se infecta con Clamidia, Sífilis, Gonorrea y Tricomoniasis. En algunos casos las ITS es asintomática lo cual dificulta su diagnóstico y como consecuencia de ello graves complicaciones que comprometen la salud como la infertilidad, embarazo ectópico, cáncer de cuello uterino o sífilis gestacional. En el Perú, así como en los países de Latinoamérica la situación es alarmante por el elevado número de contagios que se registran diariamente. Por ello, el Ministerio de Salud (MINSA) promueve el uso del preservativo con el propósito de prevenir las ITS, siendo esta acción una de las más importantes medidas preventivas conjuntamente con la orientación y consejería. Por otro lado, la salud sexual se ha visto alterada durante la emergencia sanitaria por COVID 19 por la disminución de la educación sexual y la violencia machista que es necesario afrontar (El Peruano, 2021).
Consumo de alcohol tabaco y drogas
El consumo de alcohol es un factor de riesgo para la salud, en particular para la población adulta joven ya que altera el autocontrol y aumenta los comportamientos de riesgo, pues su consumo se asocia con la probabilidad de desarrollar alcoholismo, cirrosis hepática, enfermedades cardiovasculares, violencia y accidentes de tránsito. Aproximadamente 3 millones de muertes ocurren en el mundo debido al consumo de alcohol, según recientes estudios han establecido una relación causal entre el consumo de alcohol y la incidencia de tuberculosis y el VIH Sida (OMS, 2018). Además, el ingreso a la universidad puede significar una serie de sucesos inesperados, una nueva realidad en términos cognitivos y emocionales; asimismo, representa una conquista de autonomía ante la presión de cuidar de sí mismos y de su propio futuro, situación que los hace vulnerables para generar dependencia al consumo de alcohol, tabaco y drogas (De Almeida et al. 2021).
Abandono en los estudios
Cuando existe disfuncionalidad familiar el entorno académico se vuelve hostil, no brinda seguridad ni tranquilidad para lograr un rendimiento académico adecuado propiciando el abandono de los estudios. De ahí, que la dinámica familiar puede fortalecer o debilitar el ámbito académico, así fue demostrado en estudiantes universitarios de medicina con rendimiento académico exitoso cuyas familias eran funcionales (Moreno et al. 2014).
Mala alimentación
Otro aspecto de interés en los estudiantes universitarios es la alimentación porque tienen mayor riesgo de malas prácticas alimentarias relacionado a la presión social, los medios de comunicación, la disponibilidad económica, el alejamiento de la familia y los patrones alimentarios. A pesar de ello, en la actualidad demuestran interés por su salud y tratan de llevar una vida sana a través de la buena alimentación y el ejercicio (Reyes y Oyola, 2020), con el fin de evitar enfermedades no trasmisibles como las cardiometabolicas, obesidad y el sobrepeso (Mallqui et al. 2020). En ese sentido se plantea que la promoción de la salud incluya la información nutricional como un medio eficaz para reducir el consumo de carnes rojas, papas fritas, pastas y helados (Cerezo y Frutos, 2021).
Depresión
En relación a la salud mental, la Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2021) afirma que a nivel mundial más de 400 millones de personas sufren algún problema de este tipo, no obstante, hay ciertos grupos de riesgo que pueden padecer estos trastornos. La depresión, caracterizado por una persistente tristeza y pérdida de interés en las actividades diarias es una de las enfermedades de salud mental más comunes, así informaron algunos estudios en Chile y en otros países que demostraron que los estudiantes universitarios presentaron un aumento en la prevalencia de estos trastornos con sintomatología asociada a la depresión (Barrera y San Martin, 2021). En el Perú a raíz de la pandemia por COVID 19, la depresión se ha quintuplicado en los últimos años, por lo que se debe actuar de inmediato para fortalecer los servicios de salud mental con especial énfasis en la atención primaria, el apoyo psicosocial, la educación, el servicio social y el apoyo comunitario (OPS, 2021). También es conocido que el consumo de alcohol, tabaco, alucinógenos y tranquilizantes tanto en hombres y mujeres, favorecen la alta prevalencia de problemas de salud mental en los estudiantes, siendo necesario que se brinden servicios de ayuda psicológica e implementación de estrategias de promoción, prevención y tratamiento oportuno (Barrera y San Martin, 2021)
Metodología
Investigación básica de diseño no experimental de corte transversal realizado en una muestra de 236 estudiantes de las escuelas profesionales de enfermería y obstetricia de la UNASAM seleccionados a través de muestreo por «cuotas» y que cumplieron los criterios de inclusión y exclusión. Para evaluar la funcionalidad familiar se utilizó el APGAR Familiar propuesto por Smilkstein y evalúa 5 aspectos: Adaptación, participación, gradiente de crecimiento, afecto y resolución de conflictos, clasificando en disfunción severa, disfunción moderada, disfunción leve y funcionalidad normal. Para la segunda variable se utilizó un cuestionario de conductas de riesgo que evaluó 6 criterios: Inicio de relaciones sexuales, infecciones de trasmisión sexual, consumo de alcohol, tabaco, drogas, abandono en los estudios, mala alimentación y depresión. Ambos instrumentos fueron sometidos a pruebas de validez de contenido a través del juicio de expertos, y la confiabilidad mediante el Alfa de Cronbach (0,913) para e APGAR familiar y Kuder -Richardson (KR20 = 0.8316) para conductas de riesgo, aplicándose vía online. Los datos se procesaron en el SPSS - 22 y para la correlación se utilizó la prueba de Tau_b de Kendall, también se usó la estadística descriptiva presentando los resultados en tablas. Asimismo, el estudio consideró los principios éticos de investigación y el consentimiento informado con la opción de participar o no en el primer apartado del instrumento. De igual modo el estudio tuvo la aprobación del Comité de ética de la UNASAM.
Resultados
Funcionalidad familiar | Frecuencia | Porcentaje |
---|---|---|
Disfunción Severa | 11 | 4,7 |
Disfunción Moderada | 36 | 15,3 |
Disfunción Leve | 60 | 25,4 |
Funcionalidad Normal | 129 | 54,7 |
Total | 236 | 100 |
En la tabla 1 se aprecia que, las familias de los estudiantes de ciencias de la salud el 54,7% tiene funcionalidad normal y el 25,4% disfunción leve.
Correlaciones | Funcionalidad Familiar | Conductas de Riesgo | ||
---|---|---|---|---|
Tau_b de Kendall | Funcionalidad Familiar | Coeficiente de correlación | 1,000 | ,191** |
Sig. (bilateral) | . | ,000 | ||
N | 236 | 236 | ||
Conductas de Riesgo | Coeficiente de correlación | ,191** | 1,000 | |
Sig. (bilateral) | ,000 | . | ||
N | 236 | 236 |
**. La correlación es significativa en el nivel 0,01 (bilateral)
En la tabla 2 se observa una correlación significativa entre las variables de funcionalidad familiar y conductas de riesgo en estudiantes de ciencias de la salud (p = 0,01).
INDICADORES DE LA FUNCIONALIDAD FAMILIAR | ||||||
Adaptación | Participación | Gradiente de Crecimiento | Afecto | Resolución | ||
CONDUCTAS DE RIESGO | Coeficiente de correlación | ,141** | ,105* | ,207** | ,183** | ,260** |
Sig. (bilateral) | 0,008 | 0,045 | 0,000 | 0,000 | 0,000 | |
N | 236 | 236 | 236 | 236 | 236 |
**. La correlación es significativa en el nivel 0,01 (bilateral).
*. La correlación es significativa en el nivel 0,05 (bilateral).
En la tabla 3 se aprecia una correlación significativa entre la variable conductas de riesgo y los indicadores de la funcionalidad familiar: Adaptación (p = 0,008), Participación (p = 0,045), Gradiente de crecimiento (p = 0,000), Afecto (p = 0,000) y Resolución (p = 0,000).
Conducta de riesgo | Porcentaje | Frecuencia | |
---|---|---|---|
Inicio de Relaciones sexuales | |||
<15 años | 26 | 11,0 | |
>15 años | 114 | 48,3 | |
Sin relaciones sexuales | 96 | 40,7 | |
Infecciones de transmisión sexual | |||
RS sin protección | |||
NO | 182 | 77,1 | |
SI | 54 | 22,9 | |
RS con más de 1 pareja | |||
NO | 206 | 87,3 | |
SI | 30 | 12,7 | |
Consumo de alcohol, tabaco o drogas | |||
Su consumo es diario | |||
NO | 236 | 100,0 | |
Su consumo es semanal | |||
NO | 234 | 99,2 | |
SI | 2 | 0,8 | |
No consume | |||
NO | 194 | 82,2 | |
SI | 42 | 17,8 | |
Abandono en los estudios | |||
Tiene apoyo familiar para sus estudios | |||
No | 27 | 11.4 | |
Si | 209 | 88.6 | |
Se adaptó fácilmente a la vida universitaria | |||
No | 129 | 54.7 | |
Si | 107 | 45.3 | |
Desaprobó más de 2 asignaturas | |||
No | 165 | 69.9 | |
Si | 71 | 30.1 | |
Mala alimentación | |||
Tiene prejuicios sobre la obesidad o sobrepeso | |||
No | 175 | 74.2 | |
Si | 61 | 25.8 | |
Consume comida rápida con frecuencia | |||
No | 135 | 57.2 | |
Si | 101 | 42.8 | |
Realiza actividad física diaria al menos 150 minutos | |||
No | 158 | 66.9 | |
Si | 78 | 33.1 | |
Depresión | |||
Existe violencia familiar en el hogar | |||
No | 218 | 92.4 | |
Si | 18 | 7.6 | |
Se siente solo | |||
No | 140 | 59.3 | |
Si | 96 | 40.7 | |
Tiene alguna enfermedad física o psicológica | |||
No | 181 | 76.7 | |
Si | 55 | 23.3 |
En la tabla 4 se observa que el 48,3% inició las relaciones sexuales mayor de 15 años, 22,9% tiene relaciones sexuales sin protección, 82.2% no consume alcohol, tabaco o drogas, 54,7% no se adaptó fácilmente a la vida universitaria, 30.1% desaprobó más de 2 asignaturas, 42.8% consume comida rápida con frecuencia, 66.9% no realiza actividad física diaria al menos 150 minutos, 40.7% se siente solo y el 23,3% tiene alguna enfermedad física o psicológica.
Discusión
Según los resultados se observa una correlación significativa entre las variables de funcionalidad familiar y conductas de riesgo en estudiantes de ciencias de la salud (p bilateral= 0,01). Además, se observa una asociación significativa entre las dimensiones del funcionamiento familiar con las conductas de riesgo, inicio de relaciones sexuales después de los 15 años, no usan protección en las relaciones sexuales, no se adaptan fácilmente a la vida universitaria, algunos desaprobaron más de 2 asignaturas, consume comida rápida y se siente solos.
La funcionalidad familiar es el conjunto de atributos que posee la familia para promover la adaptación positiva y bienestar de sus integrantes. De esta manera, es importante que la familia supere todo tipo de crisis, lo cual fortalecerá los lazos familiares, el apego, la comunicación y el afecto. Por lo tanto, los resultados nos permiten afirmar que la familia como unidad social, es la principal responsable para que sus integrantes adopten o no conductas de riesgos para la salud, al evidenciarse una relación significativa entre las variables de funcionalidad familiar y conductas de riesgo en estudiantes de ciencias de la salud de la UNASAM.
Existen diversos factores que se relacionan con la funcionalidad familiar y conocerlo es fundamental para la implementación de intervenciones que permitan un eficiente desarrollo académico en la vida universitaria, de lo contrario estarían asociados con el abandono de los estudios. Los resultados encontrados son similares a los reportados por Tamayo et al. (2022), quienes observaron que el 55,2% de estudiantes de odontología tienen buena funcionalidad familiar y el 44,7% algún tipo de disfunción familiar, además, también existe relación significativa entre el bajo rendimiento académico y la funcionalidad familiar.
Villareal et al. (2022), en un estudio sobre percepción de la funcionalidad familiar a través del APGAR familiar, sostienen que el 81% percibe una funcionalidad normal, esto es explicado a razón de que los estudiantes sienten apego afectivo y emocional con su familia. Asimismo, con respecto a las dimensiones, en Adaptación el 59% considera que acuden a su familia cuando necesitan; 65% refiere buena comunicación, en Gradiente de crecimiento el 59% refiere que la familia acepta y apoya sus intereses; el 65 % siente que su familia expresa afecto; y en Resolución el 83% refiere que comparten tiempo y espacio libre. En otro estudio se aprecia que 33,7% de estudiantes de medicina tiene familias disfuncionales como resultado de vivir solos y fuera de la ciudad (Mora y Moreno, 2015).
Con respecto a la conducta de riesgo de tipo sexual se observa que los estudiantes iniciaron las relaciones sexuales después de los 15 años y algunos de ellos no usa protección. Los estudiantes universitarios se consideran un grupo vulnerable para las ITS, así demuestran los hallazgos en estudiantes de biomédicas de 18 a 23 años que presentan conductas sexuales de riesgo como el uso discontinuo del preservativo o tener múltiples parejas ocasionales, pero difieren sobre el inicio de las relaciones sexuales. El estudio es importante, a pesar de ser estudiantes del área de la salud, no se observaron cambios significativos, lo que se refleja en los resultados obtenidos (Deleon de Melo et al. 2022). Queda claro que los estudiantes presentan conductas sexuales de riesgo por lo tanto es necesario acciones preventivas para evitar daños a la salud sexual y reproductiva.
En relación al consumo de alcohol, tabaco y drogas, se sabe que el ambiente universitario es propicio no solo para el consumo sino también es un generador de depresión y estrés por la cantidad de actividades académicas que debe desarrollar (De Almeida et al., 2021). Los resultados difieren a los de Páez et al. (2021), quienes reportaron que el consumo de alcohol está presente en casi la mitad de los participantes, predominando en jóvenes de origen urbano y de sexo femenino. También Rivarola y et al. (2016), observaron problemas del consumo de alcohol en adolescentes relacionado a varios factores entre ellos el consumo de alcohol de los amigos. De igual modo, un estudio realizado en la Universidad de San Jorge en España, muestra una elevada prevalencia de estilos de vida no saludables, el 32,7% consume alcohol y 23,9%, fuman (Ramón, 2021).
Sobre el rendimiento académico se aprecia que un gran porcentaje desaprobó dos asignaturas lo que estaría relacionado a la funcionalidad familiar y otros determinantes que es necesario indagar. Ríos et al. (2020), demostraron que el 65% de estudiantes con rendimiento académico exitoso, el 31% pertenecían a familias funcionales, por lo que considera que la disfunción familiar no brindaría seguridad, protección y tranquilidad al estudiante. La deserción académica también podría asociase con la funcionalidad familiar, Tamayo et al. (2021), observaron en estudiantes de odontología una relación estadísticamente significativa entre el bajo rendimiento académico y la funcionalidad familiar (p=0,0018), del 69,1% de estudiantes con buen rendimiento el 55,2% de ellos vivía en un hogar funcional. Asimismo, se observa que la población universitaria se encuentra expuesta a circunstancias en sus actividades diarias como horarios, uso de computadores, inadecuadas conductas alimentarias, adicción al alcohol o violencia social, lo que aumenta la probabilidad de abandonar los estudios (Espinoza y Vanegas, 2017). En tal sentido, si la universidad se interesa en formar profesionales que logre las competencias académicas en los tiempos establecidos, es decir, sin repetición de cursos o deserción, debería considerar el entorno familiar para la culminación de los estudios satisfactoriamente.
La alimentación no saludable y la vida sedentaria sin actividad física contribuyen al origen de enfermedades no trasmisibles. Cerezo y Frutos (2021), sostienen que La alimentación de los estudiantes universitarios sufre cambios debido al abandono del entorno familiar, nuevos horarios y la poca costumbre de tomar decisiones los cuales son determinantes para sus prácticas alimentarias y estado de salud. Un estudio demostró que la presencia de hábitos alimentarios inadecuados puede propiciar el desarrollo de enfermedades no transmisibles que conllevan a incrementar riesgos para la salud, se observó que solo el 21,85% de la muestra controla las grasas en su alimentación; 20% no regulan los azúcares y 30% no incluyen frutas y vegetales en sus dietas (Pinillos et al. 2022). Se sabe que se viene investigando estrategias para que las personas apuesten por una alimentación saludable, dichas estrategias que incluyen campañas a nivel público y privado introducen toda la información nutricional y alimentaria (Cerezo y Frutos, 2021).
En referencia al indicador depresión un porcentaje de estudiantes se siente solo. Al respecto, Tamayo et al. (2022), sostienen que, en el proceso de formación, pasar de la teoría a la práctica, puede generar estrés y preocupación en el estudiante. En los semestres iniciales se desarrollan actividades grupales, luego cuando inician las prácticas clínicas predominan los trabajos individuales, lo cual hace que el estudiante se sienta solo ante las nuevas experiencias académicas e interferir en su rendimiento académico. Este resultado también estaría relacionado al contexto en que se desarrollan los estudios, el uso de las tecnologías de información y la virtualidad ha generado depresión en los estudiantes al no tener contacto con sus pares y docentes.
Conclusiones
De acuerdo a los objetivos propuestos queda demostrado que existe una relación significativa entre la funcionalidad familiar y conductas de riesgo en estudiantes de ciencias de la salud de la Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo. Existen familias con disfunción leve, moderada y severa por lo que se hace necesario investigar que factores estarían influenciado en la funcionalidad familiar y cuya identificación permitirá determinar estrategias de intervención que permita brindarles permanente apoyo para el buen desarrollo académico y psicosocial del estudiante universitario. Por otro lado, las conductas de riesgo presente en los estudiantes es que no usan protección en las relaciones sexuales, no se adaptan a la vida universitaria, han desaprobado más de 2 asignaturas, consumen comida rápida, no realizan actividad física, y se sienten solos. De allí que los profesionales de la salud deben estar preparados para afrontar estos comportamientos, ya que la prevención y detección pertinente disminuiría los costos de salud a la familia y el estado y reduciría la morbi - mortalidad de este grupo etario.