INTRODUCCIÓN
La Pandemia por SARS-COV-2 ha revelado que tiene en sus principales afectados a las personas mayores. Pudiera ser la trama ficticia de una obra literaria, pero no lo es. Son las personas de este grupo etario los que más mueren y los que más necesidades de cuidado requieren en este momento y en el futuro, para vivir con la mejor capacidad funcional posible. Los sistemas de salud y sociales tienen un imperioso reto para afrontar lo que viene y poder garantizar los derechos del grupo poblacional de más rápido crecimiento en el Perú.
No es ficción es realidad.
No es una novela de Gabriel García Marquez1, es real, una pandemia nos revela nuestra humanidad en lo bueno y en lo malo, nuestra salud personal en un ambiente enfermo. Una vez más, en medio de una transición epidemiológica hacia las enfermedades crónicas y degenerativas, una enfermedad infecciosa, un virus, hace más pesada la doble carga de enfermedad sobre el sistema de salud. No es literatura, pero produce suspenso y sobre todo terror en la población más vulnerable2.
El protagonista principal de la historia es la Persona Mayor, no el SARS-CoV-2. Las Personas Mayores tienen mayor mortalidad ante esta infección3. Hasta el 15 de abril del 2020 el 66% de fallecidos eran mayores de 60 años, siendo la letalidad en este grupo poblacional de 8,8 mientras que la letalidad general es de 2,24. (Gráfico 1, Tabla 1). Hoy más que nunca, las Personas Adultas Mayores, no "son como niños", son aquellos cuyas necesidades de cuidados habituales, no estaban aún alineadas con la organización de los servicios5.
Tenemos que enfrentar a un nuevo enemigo casi sin armas, pero también es importante el después de la batalla.
Un virus aún sin tratamiento curativo, sin vacuna y con muchas preguntas de investigación6 tiene su espacio y escena. En América Latina y el Caribe, hay otros protagonistas importantes: la pobreza, la falta de servicios básicos -como el agua-, el bajo nivel educativo, la soledad con abandono, la inequidad y la corrupción7-10. El drama se complica.
Hemos pensado en cuánto mata el virus, pero aún no hemos pensado suficiente y no tenemos cifras de cuánto de capacidad funcional puede quitarle la falta de movilidad y el mal manejo de una enfermedad aguda como COVID-19 a una Persona Mayor que la sobrevive. ¿Cuanto de capacidad intrínseca se perderá?. ¿Cuál será la carga alostática promedio que genere en una persona mayor la COVID-19? ¿Podremos recuperarla? ¿Cómo la medicina geriátrica se podrá implementar en un sistema de salud donde muchos de los servicios ambulatorios y de recuperación funcional ven dudosa su reapertura en tiempo corto?.
Las enfermedades crónicas, especialmente las cardiovasculares, la diabetes, la hipertensión arterial y la enfermedad pulmonar crónica6, además de algunos hábitos como antecedente de haber sido fumador11, se han asociado a mayor mortalidad. Sin embargo, hay muchas personas sin enfermedad diagnosticada que hacen COVID-19 severa. Aún nos falta conocer cómo la fragilidad versus la multimoribilidad o la discapacidad modulan la evolución de la COVID-19 y el trayecto del curso de vida de las personas sobrevivientes12,13.
Las Personas Mayores: Los principales protagonistas.
Tener como protagonista principal a las personas mayores significa, centrarnos en sus necesidades, en mantener su capacidad intrínseca5,14, en optimizar los presuspuestos y procesos de ejecución de los programas sociosanitarios dirigidos a personas mayores, especialmente a los más vulnerables, mejorar el acceso a servicios domiciliarios de salud, mejorar las estrategias de pago de pensiones durante el aislamiento social, proveer la facilidades y capacitación específica a los profesionales de salud y cuidadores. Significa también, mejorar los mecanismos de coordinación para garantizar la continuidad del cuidado especialmente con las residencias para personas mayores15-18.
Tabla 1 Letalidad por COVID-19 según grupos de Edades.

Fuente: MINSA - Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Infecciones. Situacion Actual “COVID-19“ al 15 de abril 2020
En el Perú y América Latina el número de geriatras y las cátedras de pregrado sobre envejecimiento en los profesionales de salud son insuficientes. Los servicios de geriatría de agudos, que han demostrado su eficiencia para esta población frente a los servicios de agudos de adultos, siguen siendo escasos5. La cobertura de vacunación para neumococo e influenza tanto en personas mayores como en sus cuidadores debe mejorar mucho19,20. La organización y desarrollo de cuidados de largo plazo aún es una tarea pendiente5,21) . Probablemente muchos médicos especialistas no geriatras tendrán que colaborar en manejar personas mayores con problemas complejos y COVID-19, la mayoría de ellos, sin haber tenido un curso de Geriatría ni en pre ni en postgrado. A esto se suma la interrogante si, en esta coyuntura, tenemos tiempo y recursos para una buena práctica de la medicina geriátrica22. La limpieza y desinfección, lavarse las manos, la actividad y ejercicio físico, el buen sueño, el uso adecuado de medicamentos y la gestión de las emociones, surgen como las mejores prescripciones ambulatorias en este momento23.
La importancia de cuidar de los que cuidan.
La frase de García Marquez, "La ética… se imagina que los médicos somos de palo"1. En el contexto actual, puede cambiar el título a "amor a la profesión en los tiempos del COVID-19". Juvenal Urbino, era médico y siendo una persona mayor se murió luego de una caída al exponerse a una actividad de riesgo1. Los profesionales de la salud, asumiendo su compromiso y concientes del riesgo de enfermar y morir, enfrentan la crisis y ayudan personas. Los servicios de salud se ven en la obligación de optimizar su procesos y equipamiento para garantizar la máxima protección física y mental de su personal24.
El amor es concreto y se expresa al cuidar al prójimo, en buscar activamente las necesidades de las personas mayores, especialmente de las que viven solas o con discapacidad. La solidaridad es una expresión de amor colectivo y se puede materializar a través de asumir el aislamiento social como una medida de proteger a los sistemas de salud del colapso, buscando aplanar la curva de la epidemia. Es superar el egoismo personal, sabiendo que el 80% de los que se infectan pueden no hacer complicaciones6; al vencer la idea de "cuanto más rápido me contagio y me curo, me libero y sigo mi vida".
Florentino Ariza y Fermina Daza sin estar con cólera se quedan aislados en un barco por amor1. Nos toca a nosotros como cuidadanos hacer lo propio y respetar el aislamiento social. Los profesionales de salud, sabiendo que "el verdadero amor debe llevar a hacer el bien (…), a ensuciarte las manos en las obras de amor"25, tendremos que desembarcar y actuar como verdaderos médicos; y los sistemas de salud tendrán que hacer todos los esfuerzos para garantizar las mejores condiciones para nuestra labor.
Lo que no deberíamos dejar de garantizar.
El respeto a los derechos es una expresión de amor a la humanidad. La no discriminación y la toma de decisiones guiados por la capacidad funcional habitual debe ser el factor clave en el acceso a servicios hospitalarios de agudos, unidades de cuidados intensivos y el uso de ventiladores mecánicos. Pero además, las personas mayores con poca capacidad intríseca y funcional, no deben quedar abandonados sin tratamiento. Se debe garantizar el acceso a cuidados paliativos según corresponda26. Como el sentido común no es suficience, la Convención sobre la Protección de los Derechos Humanos de la personas mayores surge como uno de los principales instrumentos de política para sostener estas afirmaciones27.
"El terromoto" nos sorprendió en una estructura precaria y nos queda como opción gestionar el pánico, atender a los heridos y el manejo de la postcrisis para modular el desenlace. En el Perú el presupuesto en salud del 2020 es 2,3% del Producto Bruto Interno y la capacidad de ejecución del presupuesto en salud del 2019 fue menor al 50%.
"Un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla". Aún falta por escribir el final de esta historia, pero la estamos escribiendo todos. Esperamos el mejor final posible.
CONCLUSIÓN
Las personas mayores son la población más vulnerable ante la Pandemia de COVID-19. En momentos de crisis el centrar la atención en las particularidades de la persona mayor, en la optimización de la capacidad funcional y en la no discriminación por edad también se deben tener en cuenta en el diseño de las políticas públicas, los servicios de servicios de salud y los de plances de cuidado, en el camino hacia un envejecimiento saludable.