INTRODUCCIÓN
La pandemia de COVID-19 ha contribuido al desarrollo de prácticas sedentarias, alterando las rutinas de individuos y familias. El cierre de escuelas y el aislamiento social han modificado el comportamiento de las personas, provocando problemas como malos hábitos alimentarios, insomnio y un aumento en el uso de dispositivos electrónicos, todos vinculados al incremento del sedentarismo1,2.
Villaseñor et al.3, en su estudio sobre cambios de vida y nutrición durante el confinamiento en México, reportaron que alrededor del 24 % de los adultos encuestados consideraron poco saludable su alimentación después del aislamiento, debido a una creciente necesidad de ingerir alimentos con frecuencia. En un estudio similar realizado en Estados Unidos, Bin Zarah et al.4encontraron un aumento en la ingesta de carnes rojas, dulces y cereales refinados tras tres meses de confinamiento, indicando cambios dietéticos significativos.
Inicialmente, se recomendaba una alimentación saludable para fortalecer el sistema inmunológico y prevenir la enfermedad. Sin embargo, muchos mexicanos optaron por productos con altos contenidos de carbohidratos disponibles en el mercado, lo que redujo el valor nutricional de su dieta5.
Un alto porcentaje de personas con enfermedades crónicas, como hipertensión, diabetes y obesidad, ha presentado sobrepeso, un problema prevalente tanto en adultos como en jóvenes6. Pérez-Herrera y Cruz López7informan que uno de cada veinte mexicanos menores de cinco años ya padece obesidad, con una prevalencia combinada de alrededor del 33,2 % en niños. Este incremento en la prevalencia se debe a cambios en los hábitos alimentarios, incremento del sedentarismo y variaciones en el índice de masa corporal (IMC)8. Estos factores están interrelacionados y muestran cómo la obesidad en niños está vinculada al riesgo de desarrollar enfermedades crónicas9.
La obesidad en niños y adolescentes no solo afecta la autoestima y causa discriminación, sino que también conlleva serias complicaciones de salud, como la disminución del volumen de reserva respiratoria y la reducción de la capacidad funcional. Además, la obesidad se asocia a un estado inflamatorio crónico que incrementa la morbilidad relacionada con infecciones por COVID-1910,11.
En los últimos años, se ha establecido claramente la relación entre obesidad y presión arterial alta en jóvenes, desde niños en edad escolar hasta adolescentes, atribuyéndola al exceso de adiposidad corporal12. Esta etiología se relaciona también con factores como el sobrepeso, consumo elevado de sal, alcohol y sedentarismo. El aumento de la presión arterial en niños persiste en la adultez, provocando enfermedades cardiovasculares en el futuro(13). Este estudio tiene como objetivo determinar el grado de asociación entre el IMC y la presión arterial sistémica en adolescentes.
MÉTODOS
Diseño y área de estudio
Esta investigación tiene un enfoque cuantitativo, de tipo analítico, observacional y transversal. Se realizó en adolescentes del Colegio Técnico N° 24 del Estado de Aguascalientes durante el 2022. El entorno de la investigación es un contexto urbano que se caracteriza por una alta densidad poblacional, infraestructura desarrollada y acceso a diversos servicios públicos y privados, lo que proporciona una variedad de influencias sociales y ambientales sobre la población estudiada.
Población y muestra
La población de estudio fueron adolescentes del Colegio Técnico N° 24 de 1er a 3er año de secundaria, cuyas edades variaron entre 12 a 15 años. Se incluyeron a aquellos adolescentes de los que se obtuvo su asentimiento y el consentimiento informado de los padres, y se excluyeron a aquellos que fueron dados de baja del ciclo escolar, no completaron la medición ambulatoria de presión arterial (MAPA) o no se contó con el consentimiento informado de los padres. Se trabajó con toda la población disponible que fueron 53; sin embargo, solo 42 cumplieron los criterios de selección.
Variables e instrumentos
Las variables independientes del estudio fueron: edad, sexo, peso, talla, IMC (definido como el peso en kilogramos dividido por la estatura en metros al cuadrado; se consideró normal si se encontraba entre -1 y +1 desviaciones estándar, sobrepeso si era mayor a +1 desviación estándar, y obesidad si era mayor a +2 desviaciones estándar), circunferencia de cintura, circunferencia de cadera, perímetro abdominal, perímetro braquial, pliegue tricipital, bicipital, subescapular y suprailíaco, porcentaje de grasa corporal total, agua corporal total, masa muscular total, horas de deporte por semana, horas de TV o computadora por semana, índice aterogénico en plasma (calculado como el logaritmo de la proporción entre triglicéridos y colesterol HDL), edad metabólica y peso y talla de los padres.
Se utilizó la relación perímetro cintura/talla como índice cardiometabólico, considerando un perímetro de cintura mayor a 0,5 como indicador relevante. El peso de los pacientes se midió utilizando una báscula digital marca TANITA BC-568, y la talla se midió con un estadímetro mecánico para niños y adultos marca SECA 216.
La variable dependiente fue la presión arterial sistólica (PAS) y presión arterial diastólica (PAD) ambulatoria (promedio total, promedio diurno y promedio nocturno).
Se definieron las siguientes categorías para la presión arterial: normotenso hasta el percentil 90 para edad y talla; prehipertensión o presión arterial alta entre el percentil 90 y el 95; e hipertensión arterial sistémica: mayor al percentil 95 para presión sistólica y/o diastólica. Una disminución de la presión arterial superior al 12% se definió como "Dipper". Para la MAPA, se utilizó un baumanómetro tipo CONTEC ABPM50.
Procedimientos
Para medir la circunferencia de la cadera empleando una cinta métrica flexible a nivel de la mayor protuberancia de los glúteos, con el paciente de pie, los pies juntos y el peso distribuido uniformemente entre ambos. El pliegue tricipital se midió en la parte posterior del brazo, a mitad de camino entre el acromion (punto más alto del hombro) y el olecranon (punto en el codo), con el brazo relajado y colgando libremente. Para calcular el porcentaje de grasa corporal en el estudio, se aplicaron las fórmulas desarrolladas por Jackson y Pollock.
Para medir la presión arterial de los pacientes, se siguieron los lineamientos del Task Force 2008. Se tomó la presión arterial con brazalete abarcando el 75% de la longitud del antebrazo entre olecranon y acromio, colocando la campana de estetoscopio en la fosa cubital fuera del brazalete. La presión arterial fue analizada por 24 horas, donde fueron instruidos tanto el padre como la madre para el manejo del sistema.
Se recolectaron los datos antropométricos, como la circunferencia de la cadera, el pliegue tricipital, el pliegue suprailíaco y el porcentaje de grasa corporal, mediante la medición directa en los adolescentes. El peso se tomó con el paciente en posición erguida y los brazos colgando lateralmente, sin moverse; la talla, en posición erguida y sin zapatos. Además, se recopiló información mediante encuestas a los padres sobre la actividad física y el tiempo frente a la pantalla o TV.
Análisis estadístico
Los datos fueron analizados y procesados utilizando el programa estadístico SPSS versión 23. Se utilizaron estadísticas descriptivas para caracterizar la población de estudio, presentando las medias y desviaciones estándar para variables continuas, y frecuencias y porcentajes para variables categóricas. Las diferencias entre grupos se evaluaron mediante pruebas t de Student para muestras independientes y pruebas de chi-cuadrado para variables categóricas.
Las correlaciones entre la PAS y PAD con las variables antropométricas y de comportamiento fueron analizadas utilizando el coeficiente de correlación de Spearman debido a la naturaleza de los datos. Se consideraron significativas las correlaciones con un valor p<0,05.
Aspectos éticos
El estudio fue aprobado por el Comité de Ética en Investigación del Hospital Centenario Miguel Hidalgo en Aguascalientes. Se obtuvo el consentimiento informado de los padres y el asentimiento de los adolescentes. Se garantizó la confidencialidad y el anonimato de los participantes en todo momento.
RESULTADOS
Los adolescentes mexicanos incluidos en el estudio tienen una media de edad de 13,12 años (±0,48). La presión arterial sistólica media es de 104,9 mmHg (±8,20) en general, con mediciones diurnas y nocturnas de 109,62 mmHg (±10,94) y 97,26 mmHg (±7,19), respectivamente. La presión arterial diastólica media es de 59,07 mmHg (±7,06), con mediciones diurnas de 64,60 mmHg (±9,58) y nocturnas de 54,95 mmHg (±7,52). En cuanto a la condición física, el 28,3% de los adolescentes presentan obesidad, el 20,8% sobrepeso y el 50,9% tiene un peso normal. Además, el 68,7% de los participantes son masculinos y el 31,3% femeninos. Las otras mediciones antropométricas se visualizan en la Tabla 1. Es importante resaltar que los estudiantes no presentaron hipertensión arterial, sin embargo, el 23,8% de la muestra presentó prehipertensión. De igual forma el 35,7% fue no Dipper.
Tabla 1 Características sociodemográficas y clínicas de los adolescentes mexicanos incluidos en el estudio.
Características de los adolescentes mexicanos | ||
Edad | ||
Media | DS | |
Promedio de edad | 13,12* | ±0,48 |
Presión arterial sistólica (PAS) | ||
Categoría | Media | DS |
Total | 104,9 | ±8,20 |
Medición diurna | 109,62 | ±10,94 |
Medición nocturna | 97,26 | ±7,19 |
Presión arterial diastólica (PAD) | ||
Categoría | Media | DS |
Total | 59,07 | ±7,06 |
Medición diurna | 64,60 | ±9,58 |
Medición nocturna | 54,95 | ±7,52 |
Indicador de condición | ||
Categoría | Porcentaje | Cantidad |
Obesidad | 28,3 % ** | 27 |
Sobrepeso | 20,8% | 11 |
Normal | 50,9% | 15 |
Género | ||
Masculino | 68,7% | |
Femenino | 31,3% |
*Mediana
**Porcentaje
En la tabla 2 se puede observar que las características antropométricas de los pacientes adolescentes mexicanos incluidos en el estudio presentan una media de circunferencia de la cintura de 77,7 cm (±9,41), mientras que la circunferencia de la cadera tiene una media de 87,56 cm (±13,92). El pliegue tricipital muestra una media de 18,40 mm (±8,01) y el pliegue bicipital de 10,67 mm (±5,34). En cuanto a las áreas musculares, el área de los músculos del brazo presenta una media de 33,74 cm² (±8,64) y el área total del brazo tiene una media de 55,72 cm² (±15,91). La masa muscular total de los adolescentes muestra una media de 39,52 kg (±6,36).
Tabla 2 Características antropométricas de los pacientes adolescentes mexicanos incluidos en el estudio
Variable | Mínimo | Máximo | Media | DS |
Circunferencia de la cintura (cm) | 61 | 103 | 77,7 | ±9,41 |
Circunferencia de la cadera (cm) | 20,5 | 120 | 87,56 | ±13,92 |
Pliegue tricipital (mm) | 6 | 35 | 18,40 | ±8,01 |
Pliegue bicipital (mm) | 4 | 28 | 10,67 | ±5,34 |
Pliegue subescapular (mm) | 6 | 30 | 16,45 | ±7,32 |
Pliegue suprailíaco (mm) | 5 | 35 | 17,09 | ±8,23 |
Área de los músculos del brazo (cm²) | 21,1 | 62,9 | 33,74 | ±8,64 |
Área del brazo (cm²) | 35,1 | 103,1 | 55,72 | ±15,91 |
% del área grasa del brazo (cm²) | 6,2 | 53,4 | 21,98 | ±11,47 |
Masa muscular total (kg) | 28,4 | 61,3 | 39,52 | ±6,36 |
DS: Desviación estándar.
El análisis bivariado identificó correlación entre PAS promedio y el IMC (Rho de Spearman: 0,390, p=0,013), pliegue tricipital, pliegue bicipital, pliegue suprailíaco, circunferencia de cadera, porcentaje de grasa corporal y horas de deporte por semana (Tabla 3).
Tabla 3 Correlación bivariada de la presión arterial sistólica con las medidas antropométricas de los adolescentes mexicanos incluidos en el estudio.
Variable | Rho de Spearman | Valor de p |
Índice de masa corporal | 0,390 | 0,013 |
Circunferencia de la cadera | 0,332 | 0,032 |
Pliegue tricipital | 0,358 | 0,020 |
Pliegue bicipital | 0,385 | 0,012 |
Pliegue suprailíaco | 0,630 | 0,020 |
% total de grasa corporal (IMC/sexo) | 0,368 | 0,018 |
Horas de TV/Semana | 0,194 | 0,394 |
Horas de deporte/Semana | 0,420 | 0,002 |
Respecto a la PAD promedio, se evidenció una relación directamente proporcional entre esta y el IMC (Rho de Spearman: 0,382, p=0,015). Además, se encontró asociación de la PAD promedio con el porcentaje de agua corporal total y las horas de deporte por semana (Tabla 4).
Tabla 4 Correlación bivariada de la presión arterial diastólica (PAD) con las medidas antropométricas de los adolescentes mexicanos incluidos en el estudio.
Variable | Rho de Spearman | Valor p |
Índice de masa corporal (IMC) | 0,382 | 0,015 |
Circunferencia de la cadera | 0,034 | 0,834 |
Pliegue tricipital | 0,040 | 0,621 |
Pliegue bicipital | 0,212 | 0,123 |
Pliegue suprailíaco | 0,123 | 0,234 |
% total de grasa corporal (IMC/sexo) | 0,390 | 0,020 |
Horas de TV/Semana | 0,116 | 0,231 |
Horas de deporte/Semana | 0,387 | 0,010 |
Como resultados adicionales, se encontró que el grupo de estudiantes prehipertensos tenía un uso promedio semanal de televisión de 21 horas, en comparación con el grupo de normotensos, que tenía 15,51 horas semanales (p=0,016). Por otro lado, el promedio de horas semanales dedicadas al deporte para el grupo de prehipertensos fue de uno coma ocho horas, mientras que los normotensos dedicaron seis coma una horas semanales. También se destaca que la presión arterial sistólica (PAS) promedio en los pacientes con obesidad fue significativamente más alta en comparación con los pacientes con peso normal (p=0,035). El promedio del índice aterogénico en los pacientes con riesgo cardiometabólico fue de 0,36, siendo significativamente mayor que en los pacientes sin riesgo, quienes presentaron un promedio de 0,17 (p=0,030). Además, la edad metabólica fue estadísticamente mayor en los pacientes con obesidad en comparación con los pacientes con sobrepeso o peso normal (p=0,016).
DISCUSIÓN
La obesidad y el sobrepeso infantil son preocupantes a nivel mundial, mostrando altas tasas y riesgos para la salud. La Organización Mundial de la Salud 14 indica recientemente que alrededor de 340 millones de niños y adolescentes de 5 a 19 años padecen sobrepeso y obesidad, pasando del 4% en 1975 al 18% en 2016. Sin embargo, Ecuador ha demostrado la prevalencia de sobrepeso y obesidad en niños de 5 a 11 años, a través de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT-ECU 2012), siendo mayor en el área urbana, este informe también destaca que alrededor de 32, El 2% y el 26% de los niños sufren obesidad en las regiones de la Sierra urbana y rural15. Mientras que en México en 2018- ENSAUT realiza una encuesta enfocada a representar la actividad física de los niños de 5 y 11 años, que padecen sobrepeso y obesidad, con valores de 18,1% y 17,5%, respectivamente16. Pero, luego en 2020- La ENSANUT identificó que los residentes de 12 a 19 años tenían un 21% de obesidad y un 27% de sobrepeso16. Estos datos son preocupantes, porque es un panorama del aumento de enfermedades crónicas como obesidad, diabetes, hipertensión, entre otras que afectan la salud pública y también la sociedad.
México también ha mostrado la prevalencia de desnutrición en niños, evidenciando desnutrición y también el aumento de peso y obesidad17. Por ello, existen desequilibrios en la ingesta de alimentos ricos en nutrientes, ya sea por déficit o exceso, generando un desequilibrio entre la ingesta y el gasto calórico18. Por otro lado, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición realizada en el año 2006, mostró aumento en los niveles de sobrepeso y obesidad, alcanzando 26,5% en niños, 33% en adolescentes y 71,9% en adultos19. Además, la dieta de los mexicanos se basa en una alta densidad energética, baja en fibra y bebidas azucaradas, además de la escasa actividad física20.
Los adolescentes han modificado sus hábitos para familiarizarse con esta situación desde que comenzó la pandemia, incluyendo ligeras prácticas físicas como ver televisión, escuchar música, redes sociales o dormir, pero la influencia de la familia motiva a los adolescentes a realizar actividades físicas, porque reciben a sus apoyo y confianza de sus parientes21.
Sin embargo, la OMS reporta que la realización de actividades físicas juega un papel importante para mejorar la calidad de vida, especialmente de quienes padecen obesidad, hipertensión, diabetes, donde la actividad de niveles bajos beneficiará su salud y disminuirá el riesgo de padecer enfermedades respiratorias agudas22. Además, Vergara-Castañeda et al.23indican que la actividad física es todo movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos, provocando un consumo de energía, algunas de estas actividades son las relacionadas con el trabajo cardiovascular, la fuerza y resistencia muscular, la flexibilidad y la coordinación. Así, se deben realizar actividades físicas moderadas de forma repetitiva, con intervalos de tiempo de 30 a 60 minutos, que permitan mantener un peso adecuado, mejorando además las defensas contra patógenos, reduciendo así la morbilidad y mortalidad por enfermedades respiratorias agudas24. El ejercicio es el principal tratamiento para el sobrepeso y la obesidad, generando mayores beneficios como la regulación de las funciones metabólicas, musculares y cardiovasculares25.
Guevara et al.26, evaluaron el estado nutricional de adolescentes de una academia pública mexicana e identificaron que los estudiantes de 15 y 17 años presentan el IMC en rangos de 23.7 kg/m2 a 24.57 kg/m2 para hombres y mujeres, respectivamente; pues, los adolescentes señalan que la ingesta de alimentos adictivos como chocolates, papas fritas, helados, harinas y bollería, se ingieren regularmente, por lo que puede ocurrir un seguimiento directo de la obesidad en la edad adulta.
Además, la media de horas semanales de práctica deportiva para el grupo de prehipertensos es de 1,8 horas semanales, mientras que para los normotensos fue de 6,1 horas semanales. Esto es diferente en aproximadamente 4,3 horas por semana dedicadas a la recreación física. Sin embargo, Mario et al.27indica que el 20,8% de los adolescentes realizaban entre 1 y 5 horas de actividad física a la semana. Así, esta investigación ha demostrado que las horas de actividad física en adolescentes de 13 a 15 años han disminuido con el paso de los años. En el caso del promedio de horas de uso de TV, el grupo de estudiantes prehipertensos tuvo 21 horas semanales, en comparación con el grupo normotensos, que tuvo 15,51 horas semanales. Es decir, el grupo de mayor riesgo dedica mayor tiempo al ocio mediante el uso de este dispositivo. Según Pérez Herrera & Cruz7, el tiempo que los niños pasan frente al televisor es preocupante debido a la existencia de evidencias relacionadas con la obesidad infantil por ser una de las actividades sedentarias mayoritariamente realizadas por los niños. Esto también se relaciona con la publicidad en Internet, pues la mayoría de los anuncios realizados corresponden a azúcares y productos ricos en calorías, lo que influye en la alimentación de los niños mexicanos28.
Una limitación importante del estudio es el tamaño reducido de la muestra, que puede afectar la generalización de los resultados. Además, al ser un estudio transversal, no se pueden establecer relaciones causales entre el índice de masa corporal y la presión arterial. La investigación se centró en un solo colegio urbano, lo que podría no representar a todos los adolescentes de zonas urbanas en México. También, la dependencia del autorreporte para algunas variables, como las horas de deporte y el tiempo frente a pantallas, podría introducir sesgos de información.
CONCLUSIÓN
El presente estudio evidencia una correlación significativa entre el IMC y la presión arterial sistémica en adolescentes de secundaria. Los datos indican que, de los 42 participantes evaluados, aproximadamente 28,5% presentaron obesidad y 21,45% sobrepeso, lo que no solo destaca la prevalencia de problemas de peso en esta población, sino también su vinculación con niveles elevados de presión arterial. En particular, se encontró que tanto la PAS como la PAD están directamente relacionadas con el IMC, con coeficientes de correlación de Spearman de 0,390 y 0,382, respectivamente.
Adicionalmente, aunque ningún participante presentó hipertensión arterial sistémica, un considerable 23,8% de los adolescentes fueron clasificados con prehipertensión, resaltando la importancia de implementar intervenciones preventivas enfocadas en modificar los hábitos de vida desde temprana edad. Asimismo, se observaron diferencias significativas en la edad metabólica, donde los adolescentes con obesidad registraron valores estadísticamente mayores en comparación con aquellos con sobrepeso o peso normal, subrayando el impacto metabólico prolongado que la obesidad puede tener desde la adolescencia.
Estos hallazgos subrayan la necesidad urgente de políticas de salud pública y programas educativos que promuevan hábitos alimenticios saludables y actividad física regular en este grupo etario. Este enfoque no solo ayudaría a controlar el peso, sino también a prevenir el desarrollo de hipertensión y otras complicaciones cardiovasculares en el futuro. Además, estos resultados refuerzan la importancia de realizar cribados rutinarios de presión arterial y evaluaciones del IMC en las escuelas para identificar e intervenir precozmente en poblaciones en riesgo.