Sr. editor:
Por medio de la presente y motivado por el artículo titulado “Impacto de la adicción a redes sociales en la salud mental de los estudiantes de medicina humana, en tiempos de COVID-19”1se quiso abordar esencialmente dos temas. En primer lugar, y de gran preocupación en el ámbito universitario, está relacionado a los comportamientos adictivos en el uso de la redes sociales por parte de los estudiantes. En segundo lugar, menos trabajado en el país, ocupa las diversas políticas que se vienen aplicando para enfrentar este fenómeno.
Es bastante conocido que los teléfonos inteligentes o smartphones están presentes de manera directa o indirectamente en diversos ámbitos de la vida cotidiana. Nosotros, como docentes de diferentes casas de estudio de la capital, hemos venido observando que estos dispositivos móviles son una herramienta muy útil para los alumnos a la hora de realizar sus labores educativas. Al tener acceso a internet, permite recabar información al instante, que les permita resolver cualquier actividad académica, pueden comunicarse para realizar tareas; reunirse virtualmente para estudiar en grupo. Además de acceder a aplicaciones educativas que refuerzan determinados temas de interés.
Se debe resaltar que los hechos descritos líneas arriba son solo una parte de los beneficios que traen consigo las nuevas tecnologías de la información. Sin embargo, también se ha podido apreciar una serie de conductas que podrían ser perjudiciales y que atentan contra la salud mental y, posteriormente, en el desenvolvimiento académico de los alumnos. Por ejemplo, se ha observado que algunos estudiantes se dedican a revisar de manera frecuente sus celulares para atender o revisar sus redes sociales; buscar material de entretenimiento o juegos en línea en espacios donde deberían estar concentrados, como en la biblioteca o aulas de clase. Incluso es común escucharlos decir que quisieron ver un par de minutos de videos en Tik Tok y se quedaron finalmente horas haciéndolo, ocasionando repetidamente el aplazamiento de sus actividades, lo que es un ejemplo claro de procrastinación.
Por otro lado, aunque los comportamientos mencionados en el párrafo anterior podrían ser indicadores tangibles de un cierto nivel de adicción, lo cierto es que existe evidencia empírica de que el uso de las redes sociales e internet genera adicción. De no ser tratado oportunamente, tiene como consecuencia bajo rendimiento académico, falta de atención2, ansiedad, estrés, depresión, mala calidad de sueño1, así como un conjunto de problemas de la esfera familiar y social del individuo3. Otro aspecto importante que se debe de mencionar son los diversos cambios que ocurren en el sistema nervioso del ser humano, de manera concreta en los adolescentes, por el uso excesivo de los teléfonos inteligentes4.
El hombre no es un ser aislado, sino que está constantemente interactuando con su entorno. Justamente es este elemento, el entorno, que de manera conjunta con otros factores, generan el riesgo de despertar una adicción5. La universidad forma parte fundamental del entorno de los estudiantes, donde pasan muchas horas del día. Es por ello que la pregunta que surge es: ¿Qué políticas han elaborado e implementado estas instituciones para hacer frente a este fenómeno en la cual pueden estar sumergidos muchos de sus estudiantes? En el caso de que las hayan ejecutado ¿Se ha logrado medir su efectividad? Debemos mencionar que, desde nuestra experiencia, solo se ha podido observar acciones individuales por parte de los docentes en sus respectivas aulas de clases.
A nivel de gobierno, en el sector salud tampoco se han percibido estrategias claras por parte de los organismos responsables ni coordinaciones para el trabajo en conjunto con las universidades para combatir esta problemática. Existen países como China que ya han tomado cartas en el asunto sobre este tema, específicamente sobre los videojuegos en línea, y cuyas medidas han apuntado directamente a regular la conducta de los adolescentes y las operaciones de los proveedores de este servicio6-8.
Por último, a modo de conclusión, tanto la adicción a las redes sociales como las políticas orientadas a mitigar sus consecuencias son temas que deben ser abordados dentro del marco de la salud pública, pues tiene como finalidad mejorar la salud de la población mediante esfuerzos médicos y de gestión de forma combinada. Se recomienda que las políticas que hayan de desarrollarse en un futuro en este campo deben estar basadas en evidencia científica, de modo que garanticen su efectividad a la hora de satisfacer las necesidades de una determinada población sobre la cual se piensa intervenir.