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Revista de Neuro-Psiquiatría

Print version ISSN 0034-8597

Rev Neuropsiquiatr vol.83 no.1 Lima Jan. 2020

http://dx.doi.org/10.20453/rnp.v83i1.3686 

Artículo especial

Análisis de la novela “No se lo digas a nadie” como instrumento para entender la masculinidad y la violencia de género

Analysis of the novel “No se lo digas a nadie” as an instrument to understand masculinity and gender violence

Adelguisa E. Mormontoy-Morales 1   2   a *  

1 Universidad Peruana Cayetano Heredia, Facultad de Medicina Alberto Hurtado, Sección de Psiquiatría y Salud Mental. Lima, Perú.

2 Hospital Cayetano Heredia, Servicio de Neuro-Psiquiatría. Lima, Perú.

Resumen

La violencia de género y la violencia contra la mujer en el espacio público o privado constituyen una expresión de la dominación que un ser humano, auto-considerado como hegemónico y socioculturalmente respaldado, puede ejercer contra el subordinado. Esta posición de hegemonía es estructuralmente sostenida por características o atributos socioculturales “naturalmente” asignados a lo masculino y artificialmente considerados como una perspectiva fija e inmodificable que es, más bien, alternante o incluso solapada. Una secuela global de esta situación, en base a la realidad cotidiana y según informes y pronunciamientos de organismos nacionales e internacionales, es la significativa cantidad de evidencias cuantitativas y cualitativas de violencia contra la mujer, con consecuencias realmente devastadoras, directas y/o indirectas, en la salud mental y/o física de las mujeres y de las personas en su entorno inmediato, particularmente sus hijos; el resultado final es un serio problema de salud pública. El objetivo de este ensayo fue formular un análisis de la violencia contra la mujer y de la violencia de género mediante el estudio de la masculinidad y la construcción de lo hegemónico en la identidad de los hombres usando como instrumento la novela No se lo digas a nadie de Jaime Bayly.

Palabras-clave: Masculinidad; violencia de género; dominación-subordinación

Summary

Gender violence and violence against women in the public or private space is an expression of the domination that a human being, self-considered as hegemonic, and socio-culturally supported can exercise against the subordinated. Such hegemonic position is structurally sustained by socio-cultural characteristics or attributes “naturally” assigned to the masculine, and artificially considered as a fixed or unmodifiable position which is, rather, alternating or even overlapping. As a universal sequelae and, on the basis of the actual reality and of reports and pronouncements from national and international organizations, a significant set of quantitative and qualitative evidence of violence against women, with devastating direct or indirect consequences in the mental and physical health of women and of the people around them, particularly their children, can be documented; the final result constitutes a serious public health problem. The objective of this essay was to formulate an analysis of violence against women and gender violence through the study of masculinity and the construction of the hegemonic in the identity of men, using as an instrument Jaime Bayly’s novel No se lo digas a nadie.

Keywords: Masculinity; gender-based violence; dominance-subordination

Introducción

Cuando hablamos de estrategias para minimizar la violencia de género, además de referirnos a la violencia contra la mujer, estamos planteando que se respete el derecho de los seres humanos hombres y mujeres a ser iguales, a ser tratados como tales y por lo tanto que toda sociedad persiga este objetivo. En este entender, la violencia contra el subordinado es una realidad estructural social y la protección de la víctima es ineludible para todo estado. Las mujeres y otros grupos etiquetados por edad, raza, clase, etnia, nivel de educación y capacidad adquisitiva pueden jugar un rol subordinado en determinado momento, pero en este juego de características interseccionadas y sostenidas por la estructura socio cultural y económica, lo femenino es universalmente subordinado a lo masculino.

Lo femenino y lo masculino son constructos socio culturales ligados a características biológicas (órganos genitales externos e internos, caracteres sexuales secundarios, hormonas y genes); como plantea Lamas: mientras que sexo alude a los aspectos físicos, biológicos y anatómicos que distinguen lo que es un macho y una hembra, el concepto de género nos remite a las características que social y culturalmente se adscriben a hombres y mujeres a partir de las diferencias biológicas constituyendo así lo que se conoce como género femenino y masculino 1. Y según Kogan, el concepto género alude a una realidad compleja, fundamentalmente psicosocial y simbólica que se asienta en la variable sexo y que interactúa con ésta generando actitudes, comportamientos, valores, símbolos y expectativas diversas según grupos sociales 2.

Desde la salud pública, la violencia contra la mujer es pandémica, así lo observamos en diversos estudios cuantitativos y en reportes de organismos internacionales e instituciones nacionales, por ejemplo, el estudio multipaís de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre salud de la mujer y violencia doméstica contra la mujer, que examinó 10 países, encontró que entre 15% y 71% de las mujeres que habían tenido compañeros íntimos informaron que habían sido víctimas de violencia física o sexual infligida por un compañero íntimo en algún momento de sus vidas 3; estas cifras podrían no ser del todo reales si consideramos que la violencia contra la mujer es un problema todavía no visibilizado en su gran dimensión, por ejemplo en Nicaragua frente a la pregunta “¿Desde los 15 años alguien -pareja- la ha golpeado o maltratado físicamente?”, el 14% respondió afirmativamente; en cambio frente a múltiples preguntas el porcentaje asciende a 29% 4. En Perú como en otros países de la región hay avances lentos en cuanto a la normatividad legal, probablemente motivados por acuerdos internacionales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas y la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que han reconocido el derecho humano fundamental de las mujeres a vivir una vida libre de violencia 5, pero a pesar del marco legal la atención por parte de los operadores del estado es lenta, limitada e indiferente. Por otro lado, las consecuencias de la violencia, directas y/o indirectas, generan grandes costos al estado en términos de atención de problemas de salud mental y/o física (agudos y/o crónicos), de problemas legales, de calidad de vida y de horas de trabajo (doméstico o remunerado) o estudio pérdidas o realizadas parcialmente. En nuestra realidad la atención de la violencia de género, ya sea en los diferentes niveles de atención en salud o en las otras instituciones del estado, es deficiente; observándose falta de promoción, de prevención y de sensibilización de los operadores del estado etc.; en general falta de un eje estratégico por parte del estado que sea multidisciplinario e interinstitucional. Quizá esta forma deficiente de abordar un problema social, tan serio y generalizado sea consecuencia de la falta de conocimiento y de la pobre difusión del conocimiento existente respecto a análisis más profundos de las causas, afrontes y manejo de la violencia de género en la esfera pública y/o privada. En este sentido, Elizabeth Schneider plantea que las estrategias de intervención centradas en las mujeres y que no incluyen a los hombres perpetúan el poder del patriarcado 6.

En este ensayo se utiliza la novela publicada por Jaime Bayly en 1994 “No se lo digas a nadie” como medio de análisis de la violencia de género y de la masculinidad como constructo sociocultural o categoría hegemónica artificialmente estable; con el objetivo de dar a conocer lo que se considera fundamental como base de la violencia de género: la violencia que ejerce el considerado hegemónico contra el considerado subordinado y como esta posición es reforzada por el mismo individuo (masculino o femenino) como por las instituciones sociales en las cuales se desenvuelve, por ejemplo la sociedad impone la dicotomía público- privado, masculino - femenino, trabajo remunerado- trabajo doméstico, producción - reproducción; y por lo tanto se refuerza la negación del poder masculino y el concepto de lo privado fuera del alcance de las leyes de lo público, lo cual favorece la perpetuación del poder masculino - patriarcado 6, y el ejercicio de la violencia contra la mujer.

La masculinidad, su construcción y su ejercicio de violencia

En la novela observamos que ciertos atributos como raza, rol de género, orientación sexual, edad, estrato socioeconómico y grado de instrucción se intersectan de forma compleja dando lugar a la malla de ininteligibilidad que da soporte a lo masculino hegemónico; que estos atributos auto percibidos en un individuo y retroalimentados por la sociedad, la cultura y las instituciones van tomando su lugar en la construcción de la identidad; cómo cada individuo se auto representa, cómo se siente, piensa y actúa; y finalmente, cómo se ubica en el complejo enmarañado de hegemonías y subalternidades que constituyen las interacciones incesables entre seres humanos.

Si bien es cierto la novela ha sido criticada por su pobreza literaria, el autor hace una descripción clara de lo que implica lo masculino hegemónico, de los esfuerzos constantes por repetir pautas socio culturales para mostrarse como se le exige y de cómo estos intentos implican ejercer violencia bajo la consigna de reafirmar el poder masculino hegemónico (constructo artificial y esforzadamente vigente). Al leer las narraciones hechas por Bayly, el lector podría estar tentado a pensar que son pasadas, que son de los 80 y 90, pero en la labor diaria con pacientes tanto de un hospital público como de la práctica privada se observa que este discurso es vigente, invitándonos a detenernos y analizar sobre las condiciones históricas que perpetúan la violencia contra el subordinado y en el caso de las mujeres a pesar de todas las transformaciones que afectan las condiciones de vida de estas en las sociedades occidentales 7.

En la novela “No se lo digas a nadie” se describe a una familia nuclear de la clase alta de Lima, el protagonista es Joaquín, hijo mayor de la familia, quien va desarrollando sus avatares para construir su identidad y en este proceso va negociando con el capital masculino que posee, todo esto en un contexto de una sociedad marcada por la violencia interna, por los mandatos pastorales, por una masiva migración de la población rural a la capital, por un predominante doble discurso y una doble vida respecto a la homosexualidad 8. A su vez en la esfera privada se observa las interacciones de jerarquía entre Luis Felipe (padre), Joaquín (hijo) y Maricucha (madre).

Luis Felipe ejerce el rol de jefe de familia, es el proveedor económico, es agresor físico, psicológico y sexual en función a su poder aparentemente coherente con su autoidentificación con el rol de masculino hegemónico: “padre de familia que da dinero”. Se puede observar cómo constantemente reafirma su prestigio, su poder y su hegemonía, -es decir su capital masculino- mediante el ejercicio de la violencia.

Luis Felipe dice: “Tu eres mía Maricucha. Yo te mantengo para que abras las piernas” (pág. 94) 9.

Como vemos la masculinidad hegemónica es representada por Luis Felipe, pues él es poseedor del cuerpo masculino biológico (hombre), del rol de género masculino (proveedor y que se desenvuelve en el espacio público), de las características raciales (blanco, alto), de clase (clase alta económicamente) y de conocimiento (es gerente de una empresa); todo ello forma la malla de ininteligibilidad que da soporte al capital masculino hegemónico y genera un poder que permite un orden social y de interacción tanto en el espacio privado como en el público:

“Deberían fusilar en masa a todos los indios y tirarlos al rio Rímac, carajo - dijo-. Así saldría el Perú adelante” (pág. 16) 9.

“¿De qué equipo eres hincha? - De la U, pues, Todos los blancos somos de la U” (pág. 16) 9.

“¿Qué hace tu papá? - Es gerente. - El mío es director gerente. Es el puesto más alto que hay.” (pág.16) 9.

En Luis Felipe se refleja lo natural que es considerar que la masculinidad hegemónica es integrada y única, que el sexo biológico, la orientación sexual y el rol de género por naturaleza coinciden, que lo biológico y lo cultural convergen naturalmente, es decir que nuestra sexualidad y toda la carga identitaria que lleva nuestro cuerpo se yuxtaponen por el peso de lo normal o natural, lo cual refuerza la idea del falocentrismo y asegura la posición masculina, lo heteronormativo. Judith Butler plantea que tener un género no implica realizar una determinada práctica sexual, es más que eso; el género de por sí es un concepto intrínsecamente inestable 10.

El discurso de Luis Felipe refleja el rol jerárquico que juega el pene en el cuerpo del hombre, que hembra hace referencia al órgano genital y como éste se asocia a la cocina y a la subyugación de la mujer reforzando el rol tradicional de género de la mujer y cómo el deseo sexual de la mujer y la posesión de su cuerpo quedan al servicio de la masculinidad hegemónica 11:

“Vaya con cuidadito carajo, que la salud de la pichula es lo más sagrado en el mundo”, “nunca permitas que una mujer se te amotine Joaquín. A las hembras hay que acostúmbralas a estar calladas y en la cocina, como tu mama”, “nunca le hagas caso a una mujer cuando te dice no”. “Unas atracan fácil y otras se hacen las estrechas. Cuando una hembra te dice que sí es que quiere y cuando te dice que no, es que también quiere” (pag. 92) 9.

Para Luis Felipe, afirmar su masculinidad pasa por ser hipersexual, promiscuo, homofóbico, racista y misógino 8; y como buen macho, es su deber asegurar que su hijo Joaquín sea un adecuado poseedor del capital masculino; en este entender y sin más, de manera empírica y arbitraria Joaquín está listo para hacerse hombre a los 15 años, está listo para matar y pelear, esto nos hace pensar nuevamente en que la masculinidad y el capital masculino son dispositivos culturales y sociales, son construidos.

Luis Felipe lleva a Joaquín a su debut sexual en un prostíbulo: “quiero llevarte a un sitio donde te vas a terminar de hacer hombre” (pág. 67) 9.

Luis Felipe apuesta por Joaquín para que pelee en el viaje de cacería: “Dioni se arrojó sobre Joaquín… lo derribo al suelo y lo cogió del cuello. - Yo gane, yo gane - grito sonriendo. Ese es mi Dioni, parece tigrillo- dijo Sixto, orgulloso de su hijo” (pág. 104,105) 9.

“…de pronto, un hombre apareció en la carretera. Parecía borracho. …trato de desviar el carro, pero no pudo evitar atropellarlo. - Mejor paramos papi - dijo Joaquín a Luis Felipe -. Yo no voy a recoger a ese cholo borracho. Ya debe estar muerto, además. …nos joderíamos con su familia. Tratarían de sacarme plata los pendejos.” (pág. 118) 9.

Maricucha, por su parte, es socialmente adecuada para su clase y prestigio, tiene un discurso basado en el dispositivo de la religión, un discurso hacia la santidad, es sobreprotectora con su esposo y su hijo, pero también ejerce violencia contra Joaquín, manipula, se victimiza e impone a su hijo su vivencia religiosa; está sometida a Luis Felipe, es cómplice y víctima de la violencia ejercida por su esposo y hasta el fin de la novela juega un rol subyugado, tanto su cuerpo como su sexualidad son mercancías al servicio del capital masculino 11. Aclaramos que Maricucha es cómplice inconsciente pues los mandatos de las instituciones sociales (familia, escuela, iglesia, el derecho, policía, etc.) han hecho su trabajo en la psique de Maricucha, así podemos observar cómo las mujeres son parte de la estructura que da soporte al machismo, cómo favorecen la perpetuación de este orden patriarcal y por lo tanto el ejercicio de la violencia.

Maricucha al descubrir que Joaquín adolescente usa pornografía: “¿se puede saber qué hacia esta cochinada en tu cuarto?, esta inmundicia…No puedo creer que mi hijito tenga la cabeza llena de porquerías” “debo haber sido muy mala madre” (pág.27) 9.

Maricucha: …“la Iglesia es muy clara, la homosexualidad es un acto contra natura que ofende al señor”, “Dos hombres no pueden hacer el amor, Joaquín. Amor existe solo entre hombre y mujer” (pág. 441, 442) 9.

Al confrontar a la amante de Luis Felipe: “No voy a permitir que mi marido se burle de mi - dijo Maricucha. Yo cuando tengo que pelear por mis principios cristianos soy una fiera” (pág. 468) 9.

Al explicar a Joaquín porqué tolera las infidelidades y violencia ejercida por Luis Felipe: “Después de todo somos una familia unida, y nos vamos a mantener monolíticamente unidos hasta el final - dijo sonriendo” (pág. 475) 9.

Joaquín se presenta como un personaje tímido, inseguro, impulsivo e irreflexivo, con deseos de satisfacer sus deseos incluso por encima de algunas normas sociales implícitas, y con dificultad para autoafirmarse y delimitar su yo respecto a los deseos de los demás. En el camino hacia la etapa adulta buscam su identidad (no solo sexual) y la autoafirmación de su yo como todo ser humano, pero sus padres tienen discursos opuestos, ambos son emocionalmente distantes, no favorecen el desarrollo de su capacidad para reconocer y juzgar situaciones que generen malestar o confort emocional. Se observa intentos de acercarse a su padre, Luis Felipe, pero siempre termina arrepentido y odiándolo (como el momento en que su padre le enseña a pelear, el debut con la prostituta o el viaje de cacería). Por su parte y de forma menos violenta “Maricucha” cree estar haciendo lo mejor para su hijo al intentar orientarlo hacia la carrera pastoral como estrategia para despojar a su hijo del capital masculino hegemónico, de la posibilidad de ser violento y agresor. Se evidencia una constante lucha en la psique de Joaquín entre merecer o no el capital masculino, entre el capital masculino subalterno o el hegemónico, por otro lado, no duda en actuar en función a su masculinidad hegemónica cuando hay demanda social, cuando se siente afectado emocionalmente o cuando quiere satisfacer sus propias necesidades, como el acercamiento y manipulación a la pareja de su amigo para satisfacer su deseo sexual.

Así mismo desde el inicio hasta el fin de la novela se evidencia la influencia importante del amigo, del grupo, de la sociedad, como en la escena en la que junto a su grupo agreden violentamente a los transexuales.

“Todos los cabros van a morir - grito Juan Carlos” (pág. 43) 9.

Socialmente su aceptación como homosexual, su no rechazo a la feminidad y su debilidad no lo hacen merecedores de ser masculino hegemónico.

“En el Perú puedes ser coquero, ladrón, mujeriego, pero no puedes darte el lujo de ser maricón” (pág.182) 9.

En Joaquín se evidencia que la masculinidad subordinada o hegemónica no son una constante, no son posiciones fijas, sino más bien están en interacción constante o incluso solapadas en el devenir de la vida del personaje protagónico de la novela; es decir que Joaquín puede ser subordinado o hegemónico en un momento determinado de su vida en función a su experiencia, sus expectativas y las presiones socio culturales en las cuales se desenvuelve.

Conclusiones

En la red compleja de características (edad, raza, etnia, rol de género, orientación sexual, nivel socioeconómico, grado de instrucción, etc.) interseccionadas, representar el rol masculino hegemónico generalmente recae en el individuo que nace con pene, pero esta representación es esforzada y artificialmente constante, es difícil de mantener y victimiza tanto a hombres como mujeres.

La masculinidad fluye entre lo hegemónico y lo subordinado, pero siempre por encima de lo femenino, por encima del otro.

La “masculinidad hegemónica” como constructo socio cultural también esta enraizada en la psique de las mujeres, lo cual nos deja el reto de idear nuevas estrategias para abordar la violencia contra la mujer. Nacer sin pene o jugar el rol femenino nos hacen más vulnerables a ser víctimas de violencia, siendo esta subordinación universal, trasngeneracional y estructural en sociedades antiguas y actuales.

Cada individuo hombre o mujer puede ser hegemónico o subordinado en determinado momento de su existir, teniendo la posibilidad o no de ejercer violencia contra el subordinado.

Referencias bibliográficas

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Recibido: 04 de Septiembre de 2018; Aprobado: 15 de Febrero de 2020

*Correspondencia: Adelguisa E Mormontoy-Morales Calle Manuel Estacio Nº185, Urb. Pando 7ª etapa, San Miguel, Lima, Perú. Correo electrónico: adelguisa.mormontoy.m@upch.pe

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Adelguisa E. Mormontoy-Morales: Médico Psiquiatra.

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