Los 84 años que la Revista de Neuro-Psiquiatría (RNP) cumple en 2024 representan un período incomparable de la historia de la medicina peruana en términos de realización humana, fuente de productividad científica y desafío paradójico de éxitos y adversidades. Desde aquellos días de 1938 en que Honorio Delgado y Julio Oscar Trelles esperaban anhelantes la aparición del primer número, la RNP ha recogido testimonios invalorables, ha concretado esencias incuestionables y ha labrado un futuro con menos incertidumbres. Como sucesora de la Revista de Psiquiatría y Disciplinas Conexas (1918-1924), obra pionera de Hermilio Valdizán y Honorio Delgado, reafirmó aciertos, corrigió errores y ha construido, dentro de la literatura médica de nuestro país, un sitial propio del que se enorgullece con justicia.
Desde el punto de vista técnico, el mayor desafío ha sido el de una continua modernización de la labor editorial en términos de estructura, procesos de recepción, revisión, adaptación e impresión que, a nivel mundial, parecieran haber culminado con el dilema de publicación impresa vs. virtual. Tal enfoque ha abarcado también la constitución de su liderazgo, por varias décadas en manos de figuras individuales descollantes y, luego, en las de comités de diverso tipo constituidos en respuesta a demandas de naturaleza editorial e institucional. El trabajo en equipo se convirtió en un rasgo distintivo: un Comité Ejecutivo con dos editores en jefe y cuatro editores asociados, un Comité Asesor, dos Comités Consultivos, uno nacional y otro internacional, asistentes técnicos y personal administrativo, vinculados todos por normas funcionales claramente definidas y coordinadas.
Un cambio fundamental que ha tenido lugar en el pasado relativamente reciente fue la decisión de hacer de la RNP un órgano formalmente publicado con el patrocinio de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Este paso, dado a solicitud -realista y sabia- del eminente editor en jefe (por más de tres décadas) Javier Mariátegui Chiappe, reforzó la estabilidad de la publicación y le confirió adicional calidad y fuste académico. Asignada a la Facultad de Medicina Alberto Hurtado por obvias e innegables razones históricas - que, por cierto, mantienen permanente vigencia-, la RNP, al igual que las otras once publicaciones científicas de la casa herediana, recibe desde el 2022 el apoyo del Vicerrectorado de Investigación.
Hay, asimismo, logros concretos que acentúan su prestigio. La RNP es la publicación latinoamericana más antigua en su campo, reconocida internacionalmente, y recientemente confirmada por su indexación en Scopus. Esta distinción no solo ha determinado ya un aumento en la recepción de manuscritos procedentes de otros países, sino también, y particularmente, de aquellos elaborados en inglés. A su vez, este proceso exigirá la adopción de medidas administrativas y normas o procedimientos editoriales que garanticen eficiencia y calidad superiores.
Estas y otras razones determinarán cambios futuros en el liderazgo de la RNP, con eventuales medidas de reforzamiento y renovación de personal en los diversos comités. Los objetivos de tales cambios serán, sin embargo, los mismos que han nutrido su gloriosa historia: defensa y cultivo de principios y esencias de carácter científico, valor y validez clínica, calidad heurística e integridad ética. La búsqueda de verdades enhiestas, el cuestionamiento de imprecisiones o dudas, una autonomía intelectual plena, así como claras perspectivas de objetividad, bienestar y auténtica justicia social, seguirán siendo entonces metas incólumes de una publicación que afronta el futuro con la fe, el coraje, la sabiduría y la tenacidad que le confirieron sus fundadores.
No en vano, Honorio Delgado propuso, con pasión firme y convicción profunda, el avance y la renovación permanente de la cultura y la ciencia peruana y universal, consciente de que «el deber de cada generación es animar, renovar y enriquecer con su propio aliento el espíritu de las precedentes, objetivado en obras e instituciones significativas. No es, pues, un mero conservar lo que fue porque fue, sino un prudente y reposado contrastar, con crítica penetrante y esclarecida, el contenido y las posibilidades de la tradición, a fin de preservar lo que tiene de logro incondicional y perenne, de comprender y justipreciar en su relatividad lo que tiene solo de circunstancial y pasado, y, por último, de descargarla de la broza de lo que es falsa y caduca apariencia» 1).
Por su parte, Julio Oscar Trelles medita en torno a la investigación científica como expresión de «las grandes corrientes del pensamiento contemporáneo que, con su ondulante vaivén, corrigen y rectifican las demasías […]. El progreso científico se hace siempre en una ascensión insensible, continua, armoniosa, en la que no se advierten grietas ni asperezas. Por opuestas que sean las teorías, el edificio científico se enriquece: es que en él la doctrina solo es el revestimiento. Cambia el decorado, el colorido, el adorno, pero los muros quedan, la osamenta se enriquece con cada capa de barniz. En este hermoso y magnífico palimpsesto se puede raspar y percibir las capas sucesivas, amalgamadas, compenetradas, armonizadas, embellecidas con la pátina del tiempo» 2).
De las numerosas y calificadas expresiones de la personalidad académica e integral de Javier Mariátegui Chiappe, los cinco objetivos que el «Epílogo Galeato» de su gallarda obra Salud mental y realidad nacional traza para el Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi puntualizan categóricamente, aun sin mencionarlos como tales, los postulados de la RNP como medio de difusión científica: 1) la priorización de la investigación; 2) la desinstitucionalización de la asistencia psiquiátrica; 3) la «desmanicomización» de la enseñanza; 4) la proyección comunitaria; y 5) el espíritu de trabajo con moral de productor. Mariátegui percibió el nivel científico de medicina y psiquiatría impregnado de praxis sociales, «la moderna ecologización que, retomando la vieja tradición hipocrática, recalca la importancia del conocimiento del hombre en su incesante relación con el medio ambiente». Incorpora pues, con convicción, «una ecología médica que compendia y subsume la antigua salud pública y la medicina social». El ser humano, elemento central del estudio médico-psiquiátrico, de una investigación que se difunde a través de publicaciones serias y sólidas, hace de estas «una forma superior de ética al servicio de la evolución de la especie, de la atención de los problemas de la comunidad […]: no solo la superación de la enfermedad, sino la posibilidad de mejorar cualitativamente en cuanto ser y en cuanto estilo de ser. Todo ello se inscribe dentro de la “utopía realizable”, una suerte de negación dialéctica de lo utópico» 3).
Los logros de la RNP han dependido y seguirán dependiendo de psiquiatras y neurólogos dedicados, responsables y comprometidos con los testimonios de una difusión científica de calidad en el campo de las neurociencias, neurología, psiquiatría y salud mental. Este y sus otros objetivos esenciales harán que su futuro se base en la continuación del trabajo en equipo, distintivo de sus últimos 10 años, con miras al logro de nuevas indexaciones como testimonio de una trayectoria que prosiga con humildad, respeto y firme entrega la labor iniciada por dos grandes maestros.