INTRODUCCIÓN
Entre los problemas mundiales de salud pública figura el suicidio. Este consiste en cualquier acto de poner fin intencionadamente a la propia vida, ello como producto de una interconexión compleja de elementos biológicos, hereditarios, psicológicos, ambientales y sociológicos 1-3).
En 2019, en todo el mundo se ha producido un total de 759 028 muertes por suicidio, lo que corresponde a 9,0 muertes por suicidio por 100 000 habitantes (12,6 en varones y 5,4 en mujeres) 4). Asimismo, el suicidio ocasiona casi 35 millones de años de vida perdidos, un impacto económico de casi $70 mil millones por año, e incrementa el riesgo de padecimiento de trastornos mentales y de suicidio en los familiares o amigos 5-7). Al constituir un problema con efectos económicos, sociales y emocionales de largo alcance, las Naciones Unidas fijaron el objetivo de reducir la mortalidad por suicidio en un tercio de la población para 2030 y promover el bienestar mental 8).
Aunque hubo una tendencia mundial decreciente entre 2000 y 2019, la región de las Américas experimentó un marcado repunte de la mortalidad por suicidio4). En Sudamérica, Argentina (21,5 %), Colombia (13,3 %), Ecuador (75,5 %), Paraguay (76,8 %), Uruguay (55,0 %) y Venezuela (18,6 %) registraron incrementos en la mortalidad por suicidio entre 1990 y 2019; mientras que en Bolivia (-12,1 %), Brasil (-21,7 %), Chile (-51,6 %) y Perú (-18,0 %) se produjeron reducciones 9).
Si bien hubo una disminución de la mortalidad por suicidio entre 1990 y 2019 en el Perú, el país registró un incremento de 1,44 en 2017 a 1,95 por 100 000 habitantes en 2019 10). A nivel departamental, 18 de los 25 departamentos incrementaron sus tasas de mortalidad desde 2017 a 2019 10). En el caso de la capital del país, Lima, casi duplicó su tasa de mortalidad de 0,83 a 1,42 por 100 000 habitantes en el mismo período y se ubicó en la posición número 17 de los 25 departamentos 10). Estos cambios de la mortalidad por suicidio podrían estar relacionados con una mayor exposición a determinados factores de riesgo.
Lima posee casi la tercera parte de la población nacional (10 628 470 habitantes) y presenta características de comportamiento que la posicionan en una situación vulnerable 11). Según informes, la tasa de desempleo fue del 10,7 % en 2021, hubo una escasez del 69 % de servicios de salud mental disponibles y la prevalencia anual de padecer algún trastorno mental fue del 12,2 % en 2019 (12, 13). Estas circunstancias podrían desencadenar eventos desfavorables en los resultados finales por suicidio. De hecho, un estudio en establecimientos de salud de Lima informó que el 27,9 % de la población limeña presentó deseos de morir, el 11,5 % tuvo pensamientos suicidas, el 4,2 % tuvo planes suicidas, el 3,3 % intentó suicidarse y el 0,5 % mantuvo la intención en 2015 14).
Se han conducido múltiples estudios en Lima Metropolitana y provincias relacionados a varios indicadores suicidas en pacientes ambulatorios y hospitalizados, estudiantes universitarios y adolescentes 15-20; sin embargo, no se realizaron estudios a nivel distrital para explorar el comportamiento de la mortalidad por suicidio. Esta iniciativa podría identificar grupos de riesgo específicos y facilitar posibles intervenciones de salud. Por tanto, la presente investigación tiene como finalidad dar una descripción de la mortalidad por suicidio y sus características de comportamiento en Lima y sus distritos en el período comprendido entre los años 2017 y 2022.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se realizó un estudio observacional de tipo descriptivo sobre las tasas de mortalidad por suicidio y sus características de comportamiento encontradas en Lima Metropolitana y sus distritos durante el período 2017-2022. Los datos sobre suicidio se obtuvieron del Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef). Esta base de datos de acceso libre brinda una cobertura completa de los fallecimientos ocurridos en el Perú con su respectiva causa al usar los códigos X60-X84 de la 10.ª Clasificación Internacional de Enfermedades. La información incluyó estado civil, edad, nivel educativo, sexo y forma/método de suicidio.
Se describieron las características demográficas, tales como edad, género, estado civil, entre otros, de los casos de suicidio ocurridos en Lima y sus distritos durante el período comprendido entre enero de 2017 y agosto de 2022. Las variables categóricas se presentan como frecuencias, proporciones o porcentajes. En el caso de las variables cuantitativas, estas se reportan mediante medias o medianas acompañadas de su medida de dispersión según la normalidad de cada determinada variable.
La tasa de mortalidad es un indicador epidemiológico que mide la ocurrencia de fallecimientos en una población definida durante un intervalo específico 21). Si bien es posible calcular las tasas de mortalidad para períodos cortos de tiempo (meses, semanas, etc.), habitualmente se hace la estimación de esta tasa anualmente para realizar comparaciones o seguimientos. En ese sentido, se calculó las tasas de mortalidad por suicidio estandarizadas por edad para Lima y distritos, expresadas por cada 100 000 habitantes para el período comprendido entre enero de 2017 y diciembre de 2021. La estimación de la mortalidad para el año 2022 no se llevó a cabo, dado que la información anual correspondiente a dicho período aún no se encontraba completa en el momento del estudio. Estas tasas se calcularon con el método directo y se usó como estándar a la población proyectada de la Organización Mundial de la Salud 22). Los datos poblacionales anuales fueron obtenidos del boletín de análisis demográfico n.° 37 23). El cálculo de los indicadores correspondientes se realizó mediante el software estadístico Stata 17.0. El presente estudio fue aprobado por el Comité Institucional de Ética de la Universidad Privada San Juan Bautista con código de registro n.° 0861-2023-CIEI-UPSJB.
RESULTADOS
Durante el período de estudio de enero 2017 hasta agosto de 2022, se produjeron 559 muertes por suicidio en Lima, Perú, con una razón respecto al sexo hombre/mujer de 2,6 y una edad mediana de 37 (RIC 75-23). Asimismo, según los datos recopilados (tabla 1), el 68,78 % de las muertes por suicidio correspondían a personas solteras, el 44,54 % había alcanzado la educación secundaria, el 60,82 % de los suicidios tuvieron lugar en el hogar de las personas y se identificó que el principal método de suicidio fue el ahorcamiento con un 70,98 % de las muertes (figura 1).
Tabla 1 Características de los suicidios ocurridos en Lima Metropolitana durante el período 2017-2022

La mortalidad general de suicidios fue de 5,52 suicidios por cada 100 000 habitantes para Lima Metropolitana durante el período 2017-2021. Aumentó de 0,84 suicidios en 2017 a un máximo de 1,51 suicidios por 100 000 habitantes en 2019. Desde entonces, ha disminuido hasta 1,02 suicidios por 100 000 habitantes en 2021. En el sexo masculino, la tasa de suicidio más alta se registró en 2019 (2,09 suicidios por 100 000 habitantes) y la tasa más baja se dio en 2017 (0,93 suicidios por 100 000 habitantes). En las mujeres, la tasa de suicidio más alta reportada fue de 0,83 suicidios por 100 000 habitantes en 2019, mientras que la más baja fue de 0,56 suicidios por 100 000 habitantes en 2018 (figura 2). Asimismo, la tasa de suicidios estandarizada por edad fue más alta para varones en comparación con mujeres durante el período de estudio.

Figura 2 Tasas de suicidio generales y específicas por género en Lima Metropolitana para el período 2017-2021.
La tabla 2 presenta las tasas de mortalidad estandarizadas por edad general y específico por sexo para el período 2017-2021 para todos los distritos de Lima Metropolitana. Se puede observar que las tasas generales para 2017-2021 oscilan entre 20,97 y 0,0 suicidios por 100 000 habitantes. Los distritos con las tasas de mortalidad más altas fueron Pucusana, Barranco y San Bartolo (figura 3). Cabe destacar que los distritos de Santa María del Mar, Punta Negra y Punta Hermosa no registraron suicidios durante el período de estudio por lo que su tasa de mortalidad fue 0.
Tabla 2 Tasas de mortalidad de suicidio estandarizadas por edad por 100 000 habitantes en los distritos de Lima Metropolitana durante el período 2017-2021.

DISCUSIÓN
El estudio representa la primera evaluación de la información sociodemográfica y epidemiológica de las muertes por suicidio entre la población de Lima Metropolitana y sus distritos para el período 2017- 2022. En concordancia con los resultados de Roman Lazarte et al. para Lima durante el período 2017-2019 10), nuestro estudio determinó tasas individuales de mortalidad por suicidio ajustadas por edad similares para el período de estudio de los autores citados. Además, se encontró un ascenso en la mortalidad desde 2017 hasta un pico en 2019 y una disminución a partir de ahí. La razón de este incremento podría estar relacionado con múltiples elementos, tales como la exposición a fenómenos naturales, la inestabilidad socioeconómica y sociopolítica del país, etc.
Los desastres naturales tienen múltiples efectos en la salud, tales como síntomas físicos respiratorios, digestivos y cardiovasculares hasta cinco años después de los eventos, o incremento de los casos de ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático, agresión, insomnio y suicidio (24, 25). En particular, se observó que las tasas de suicidio incrementan después de un período de tiempo, en algunos estudios luego de 10 meses, 1 año, 2 años o más, según sea el fenómeno (terremotos, inundaciones, huracanes, tormentas, etc.) (26, 27). Si bien no es frecuente que Lima afronte este tipo de eventos, El Niño Costero de 2017 afectó drásticamente a la costa norte y centro del país. Según reportes del Instituto Geofísico del Perú (IGP), se contabilizaron 16 000 damnificados, 41 000 afectados y 17 fallecidos en los distritos de San Juan de Lurigancho, Pucusana, Comas, Ancón, entre otros 28. Es posible que estos acontecimientos hayan repercutido en la aparición de casos de suicidio de los próximos años, reflejada en el aumento de mortalidad hacia el 2019. Además, El Niño Costero de 2017 tuvo un efecto negativo en las principales actividades económicas del país, como la pesca, la agricultura, la ganadería, la exportación, la generación de energía y el transporte, lo que conllevó una situación de inestabilidad económica entre la población 29).
Asimismo, el año 2019 estuvo marcado por una crisis institucional entre el Ejecutivo y el Legislativo, lo que concluyó con el cierre constitucional del Congreso de la República. El gobierno peruano no logró mantener un crecimiento económico estable, lo que generó un aumento del producto bruto interno de 2,3% en 2019, muy inferior al del año anterior de 4 % 30). Se ha reportado que aumentos en los indicadores de incertidumbre económica, así como en el desempleo, aumentan las tasas de suicidio 31). En consecuencia, se podría esperar que las tasas de comportamiento suicida y suicidio consumado aumenten después de estos problemas económicos ocasionados por los eventos climáticos y sociopolíticos descritos.
Los estudios indican que la pandemia de la COVID-19 se asocia con niveles elevados de depresión, ansiedad, fatiga, estrés postraumático y consumo de sustancias entre la población general, con peores resultados si son sobrevivientes a dicha enfermedad (32, 33). Del mismo modo, la pandemia produjo una de las recesiones globales más profundas de la historia, que terminó por contraer la economía mundial en un 3,5 % en 2020 34. Estos escenarios probablemente tendrían un efecto negativo en la salud mental, lo que podría resultar en un aumento de la prevalencia de trastornos psiquiátricos y conductas suicidas. No obstante, el presente estudio reportó un descenso en la mortalidad por suicidio a partir del año 2020, inicio de la pandemia en el Perú. En congruencia con nuestros hallazgos, la razón de tasas de suicidios observados/esperados (RR) mostró una disminución significativa en doce países o áreas: Nueva Gales del Sur, Australia (RR 0,81); Alberta, Canadá (RR 0,80); Columbia Británica, Canadá (RR 0,76); Chile (RR 0,85); Leipzig, Alemania (RR 0,49); Japón (RR 0,94); Nueva Zelanda (RR 0,79); Corea del Sur (RR 0,94); California, EE. UU. (RR 0,90); Illinois, EE. UU. (RR 0,79); Texas, EE. UU. (RR 0,82); y Ecuador (RR 0,74); mientras que Austria, Croacia, Inglaterra, Estonia, Italia, Países Bajos, Polonia, España, Brasil, México y Rusia se han mantenido sin cambios significativos durante el primer año de la pandemia 35). Es posible que las respuestas a la salud mental de los gobiernos y la presencia de factores protectores como el apoyo familiar atenuaron los efectos de la pandemia. Estas consecuencias de la crisis de la COVID-19 para la salud mental podrían observarse durante mucho tiempo después, por lo que se necesita permanecer vigilantes y estar preparados para responder ante cualquier situación desfavorable.
Nuestro estudio también reconoce que los distritos con mayor mortalidad por suicidio para el período 2017-2021 fueron Pucusana, Barranco y San Bartolo, todos pertenecientes a la Dirección de Redes Integradas de Salud Lima Sur. Con respecto a Pucusana y San Bartolo, estos forman parte de los distritos balnearios de Lima Sur, los cuales enfrentan contextos económicos desafiantes 36). Como ejemplo ilustrativo, Pucusana fue el distrito con el mayor porcentaje de pobreza monetaria de Lima en 2018. Estas condiciones económicas adversas podrían haber contribuido a la elevada tasa de mortalidad por suicidio en estos distritos, dado que existe una asociación significativa entre el suicidio y la situación de pobreza 37). Adicionalmente, los distritos del Balneario del Sur fueron a menudo excluidos de los estudios epidemiológicos de salud mental debido a su reducido tamaño poblacional (33, 34). Además, enfrentaron una carencia de servicios de atención en salud mental hasta el año 2022, fecha en la se puso en funcionamiento el Centro de Salud Mental Comunitaria «Balnearios del Sur», establecimiento destinado a atender a 137 264 residentes de estos distritos 38).
Con relación a Barranco, casi la tercera parte de toda la comorbilidad atendida en 2020 correspondió a problemas de salud mental; específicamente, otras enfermedades mentales y del comportamiento (13,2 %), trastornos de ansiedad (8,4 %) y depresión (3,4 %) fueron la segunda, la tercera y la séptima causas de atención, respectivamente 39). Esta situación coloca al distrito en una posición desventajosa, ya que la alta prevalencia de trastornos del ánimo y trastornos de ansiedad en la población de Barranco aumenta significativamente el riesgo de suicidio 40). Los trastornos del ánimo, como la depresión, pueden llevar a sentimientos de desesperanza y desesperación, que son factores de riesgo reconocidos para el suicidio 41). Por otro lado, los trastornos de ansiedad pueden generar una gran angustia psicológica y física, lo que también puede aumentar la vulnerabilidad de una persona a cometer comportamientos suicidas 42). Asimismo, Barranco es un distrito con atractivo turístico. Diversos estudios constataron que la presencia de turistas conlleva un aumento de venta en los establecimientos comerciales, así como el crecimiento de iniciativas promocionales y de niveles de consumo de alcohol (43, 44). Estas condiciones podrían explicar la alta tasa de mortalidad por suicidio, dado que se ha establecido que el consumo de alcohol es un factor de riesgo para esta forma de muerte 45).
Se destaca que Santa María del Mar, Punta Negra y Punta Hermosa, también distritos balnearios de Lima Sur, exhibieron las tasas de mortalidad por suicidio más bajas. Se plantea la posibilidad de que las muertes por suicidio en estos distritos no se hayan registrado de manera completa o precisa. Se sugiere la realización de estudios observacionales adicionales en los distritos de los balnearios para profundizar en la comprensión de los factores involucrados.
Por otra parte, nuestro estudio corrobora que los casos de suicidio más comunes se registraron en individuos masculinos solteros de edades comprendidas entre 15 y 24 años, quienes contaban con una educación de nivel secundario, y la forma predominante de suicidio fue el ahorcamiento en el entorno domiciliario, así como lo encontrado en otras investigaciones 46-49). Por ejemplo, según un estudio realizado en Brasil por Lovisi et al. 49), se observó que el 77,3 % de los suicidios correspondían a individuos del sexo masculino, el 44,8 % tenía un estado civil soltero, una edad predominante en el rango de 20-29 años (34,2 %) y un nivel de educación formal limitada (38,2 %). También se reportó que el método más comúnmente utilizado fue el ahorcamiento (47,2 %) y que la ubicación más frecuente para estos actos fue el propio hogar (51 %). De manera análoga en el contexto peruano, Contreras-Cordova et al. 50 y Rivadeneyra 51 coincidieron en las características epidemiológicas de las muertes por suicidio durante los períodos 2018-2020 y 2017-2021, respectivamente.
Estos escenarios pueden vincularse a una serie de factores. En primer lugar, se ha observado que los hombres tienden a emplear métodos más letales en sus intentos de suicidio, lo que aumenta el riesgo de fatalidad. Además, la adolescencia y el inicio de la adultez representan períodos de transición significativa en la vida, donde los individuos se enfrentan a cambios profundos y a menudo desafiantes. La relación entre el nivel de educación secundaria y la falta de recursos y apoyo para afrontar estas transiciones es un aspecto a tomar en consideración, ya que una educación limitada puede restringir las oportunidades y el bienestar emocional. El hogar proporciona un entorno que favorece la privacidad y el acceso a medios potencialmente letales, lo que puede influir en la elección del lugar para llevar a cabo estos actos.
Resulta notable el cambio en el método de suicidio más frecuente. El envenenamiento fue predominante durante el período 2004-2013 52). En contraste, nuestros hallazgos revelaron que el ahorcamiento fue el método más frecuentemente observado durante el período 2017-2022. Esto podría sugerir la preferencia por métodos altamente letales que son más fácilmente accesibles. Otra perspectiva plausible es que estos eventos ocurrieron de manera impulsiva y no premeditada, lo que limitó la oportunidad de obtener sustancias venenosas.
Finalmente, este estudio se vio limitado por las deficiencias observadas en el Sinadef. En 2018, se informó que solamente el 50 % de las muertes reales fueron debidamente certificadas a través de este sistema digital 53). Dichas limitaciones pueden atribuirse a diversas razones, como el retraso en el registro causado por la falta de notificación de muertes que no ocurrieron en entornos hospitalarios o que fueron registradas manualmente, la presencia de datos faltantes en las causas de muerte reportadas, así como la variabilidad en la forma en que se completa la información vital en los registros. Estas deficiencias pueden dar lugar a una subestimación de las tasas reales de mortalidad por suicidio en la ciudad de Lima. Para abordar este desafío, se tomó la precaución de recopilar la información de este estudio cuatro meses después del período de estudio, con el propósito de permitir un mayor tiempo para la notificación y el registro adecuado de la información.
CONCLUSIONES
Las tasas de mortalidad por suicidio exhibieron una tendencia creciente hasta el año 2019, seguida de un período subsiguiente de declive hasta el 2021 en Lima Metropolitana. Esta dinámica sugiere la posibilidad de que los impactos derivados de la pandemia de la COVID-19 no se manifiesten de manera inmediata. En virtud de estas observaciones, es imperativo que se mantenga una vigilancia constante y se adopten medidas de preparación en el ámbito del sistema de salud mental, a fin de anticipar y abordar de manera efectiva las posibles repercusiones a largo plazo.
Los distritos que presentaron las tasas de mortalidad más elevadas por suicidio para el período 2017-2021 fueron Pucusana, San Bartolo y Barranco, todos ellos situados en la zona sur de Lima Metropolitana. Es de suma importancia enfatizar que en los estudios epidemiológicos no se debe pasar por alto la inclusión de distritos con poblaciones más reducidas, ya que su exclusión podría conducir potenciales consecuencias negativas. Además, se insta a emprender investigaciones adicionales que analicen de manera exhaustiva los factores sociales, económicos y culturales que podrían ejercer una influencia significativa en la prevalencia de comportamientos suicidas en estos distritos.
Los casos de suicidio se observaron con mayor frecuencia en el grupo compuesto por varones jóvenes que se encontraban solteros, así como en aquellos que presentaban un nivel educativo de secundaria; además, se encontró que predominó el acto suicida mediante el método de ahorcamiento en el hogar. En virtud de estos hallazgos, se subraya la necesidad de diseñar políticas de salud mental específicamente dirigidas a este segmento demográfico, con el propósito de implementar estrategias efectivas de prevención y atención que contribuyan a la reducción de las tasas de suicidio.