INTRODUCCIÓN
La disfuncionalidad familiar hace alusión a las familias cuyos miembros adolecen de violencia familiar, maltrato psicológico y problemas al momento de relacionarse entre ellos 1. Familias con relaciones disfuncionales predisponen al individuo a una amplia gama de complicaciones a nivel de todas las esferas de su vida. Una de las más preocupantes es el consumo de sustancias, ya que es relevante el rol que juega la familia en la rehabilitación de estos pacientes (2, 3).
El trastorno por consumo de sustancias es un problema de salud pública y se asocia a la mayor demanda de los servicios de salud, a la disminución de la productividad y al crimen 4. El informe de las Naciones Unidas reporta que en 2021, a nivel global, más de 296 millones de personas habían consumido drogas ilícitas 5. Se ha detectado la correlación entre la disfuncionalidad familiar, la ansiedad y la depresión en un estudio del 2011 realizado en pacientes adictos a metanfetaminas en Japón; esto conlleva dificultades en la evolución y el éxito terapéutico 6. Datos del 2022 en China muestran hallazgos preocupantes, considerando que la alta disfuncionalidad familiar estuvo asociada a la depresión en pacientes adolescentes con trastorno por consumo de sustancias, que a su vez trae altas tasas de suicidio entre dichos grupos poblacionales 7.
De acuerdo con un reporte de los Estados Unidos en 2006, entre el 31 % y 65 % de la población con trastorno por consumo de sustancias sufría de trastornos mentales de ansiedad y depresión, simultáneamente 8. En un estudio realizado en Venezuela en 174 adictos, se detectó depresión en el 26 % de los encuestados 9. La asociación y la coexistencia de estas patologías generan mayor riesgo de recaídas y fracaso en la reinserción social, siendo más prevalente en adictos a la cocaína/ crack, heroína y alcohol 10.
En el Perú, la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (DEVIDA) identificó para el 2013 que el 85,6 % de las personas entre 12 y 65 años reportó alguna vez haber consumido drogas legales, y el 7,7 % señaló haber consumido drogas ilegales; entre los datos encontrados se señala que la dependencia se presentó con mayor frecuencia en drogas ilegales, por lo que se trata de un problema de salud pública en aumento 11.
Por el grado de importancia de la disfunción familiar y su coexistencia con la ansiedad y la depresión, es necesario realizar estudios nacionales en población con trastorno por consumo de sustancias. Actualmente, en el Perú no hay estudios que se hayan encargado de evaluar la relación de dichas variables en pacientes de un centro de rehabilitación. Estas son importantes a ser consideradas con el fin de brindar calidad de vida a los pacientes para su futura reinserción social. El presente estudio tuvo como objetivo determinar la relación entre la disfuncionalidad familiar y la sintomatología depresiva/ ansiosa en pacientes de un centro de rehabilitación para trastornos por consumo de sustancias.
MATERIALES Y MÉTODOS
Población y muestra
La población de estudio comprendió a pacientes de sexo masculino del centro de rehabilitación privado Fuente de Agua Viva, ubicado en el distrito de Chaclacayo, en la ciudad de Lima. Estos pacientes se encontraban internados entre los meses de febrero y junio de 2023 en dicho centro por presentar trastorno por consumo de sustancias.
En este estudio se trabajó con los internos del centro que cumplieran con los siguientes criterios:
ser mayor de 18 años; y ii) contar con diagnóstico de trastorno por consumo de sustancias que haya motivado su internamiento. Se excluyeron a aquellos poco colaboradores (internos que hayan hecho caso omiso a las indicaciones del evaluador).
Variables de estudio
El estudio se centró en identificar: i) disfuncionalidad familiar; ii) sintomatología depresiva; y iii) sintomatología ansiosa. Para la medición de la disfuncionalidad familiar se utilizó el cuestionario APGAR-family, que contiene 9 preguntas en una escala de Likert de 0 a 4 (nunca, casi nunca, algunas veces, casi siempre y siempre), distribuidas en 5 dimensiones (afecto, participación, recursos, adaptación y gradiente de recursos). La escala permite obtener un puntaje, así como también categorizar el nivel de disfuncionalidad en funcional normal (mayor o igual a 17 puntos), disfunción leve (entre 13 y 16 puntos), disfunción moderada (entre 10 y 12 puntos) y disfunción severa (menor o igual a 9 puntos) 12.
La sintomatología ansiosa y depresiva se evaluó con los cuestionarios Inventario de Ansiedad Rasgo (IDARE-R) e Inventario de Depresión Rasgo (IDERE-R). Sus ítems recogen las respuestas en una escala tipo Likert de 1 a 4 (casi nunca, algunas veces, frecuentemente y casi siempre).
El IDARE-R contiene 13 ítems positivos y 7 ítems invertidos negativos, en estos últimos las respuestas 1, 2, 3 y 4 puntuaron 4, 3, 2 y 1, respectivamente. Acorde con las instrucciones de evaluación, al resultado obtenido se le adiciona un valor de 35 para la sumatoria final. Un puntaje mayor o igual a 45 se considera alto; entre 31 y 44 se considera medio; y menor o igual a 30 se considera bajo 13.
El IDERE-R contiene 11 ítems positivos y 11 ítems invertidos negativos, al resultado obtenido se adiciona un valor de 50 para la sumatoria final. Un puntaje mayor o igual a 43 se considera alto, entre 35 y 42 se considera medio, y menor o igual a 34 se considera bajo 14. Para los ítems con respuestas invertidas se procedió igual que para el IDARE-R.
Adicionalmente, se recolectaron otras variables de interés, como edad, fecha de ingreso, tiempo de consumo, inicio de consumo, tipos de sustancias y trastornos psiquiátricos comórbidos, las cuales recolectamos mediante las historias clínicas proporcionadas por el centro. Por otra parte, las variables principales sintomatología ansiosa, sintomatología depresiva y funcionalidad familiar, así como la variable número de familiares convivientes en casa (estratificada en participantes que «vivían solos», «con 1 a 3 familiares» y de «4 a más familiares»), las obtuvimos mediante los cuestionarios autoadministrados. A partir de las variables sociodemográficas, encontramos el tiempo de consumo (en años) de las drogas principales (restando inicio de consumo con la edad actual), grupo etario (joven: 18 a 29 años, y adulto: 30 y 59 años) y días de internamiento (estratificada en «menos de 100 días» y «100 o más días»).
Procedimiento
Aplicamos los cuestionarios APGAR-family, IDARE-R e IDERE-R en los internos que fueron incluidos en el estudio. Se utilizó la sección de ansiedad rasgo (20 preguntas) de la versión validada por Anicama et al. 15 el cuestionario IDARE-R. Para la evaluación de depresión se empleó la sección de depresión rasgo (22 preguntas) de la versión del cuestionario IDERE-R utilizada en el Perú por Asillo 16. Para la evaluación de la funcionalidad familiar se empleó el cuestionario APGAR-family en su versión validada al español por Bellón et al. 17 y utilizada en Perú por Cuba et al. 18.
Para el llenado de los cuestionarios, solicitamos a los participantes que acudieran a una habitación privada dentro del centro. A continuación, aplicamos el consentimiento informado a cada participante de manera individual. A los que aceptaron les explicamos cómo completar el cuestionario. Los participantes iniciaron el llenado de forma privada, no hubo presencia de los investigadores, personal del centro u otros participantes durante un período de 15 minutos. De forma simultánea, los autores revisaron las historias clínicas con el fin de obtener las variables de interés mencionadas anteriormente. Finalmente, los autores verificaron el correcto llenado del cuestionario.
Análisis estadístico
La información recolectada fue trasladada a una base de datos, y, tras su limpieza, se identificaron medidas estadísticas de resumen de tendencia central (mediana) y dispersión (rango intercuartil) para las variables cuantitativas (puntajes de los cuestionarios), y de frecuencia y proporción para las variables cualitativas.
Se realizó la comparación de las proporciones de los diagnósticos de disfuncionalidad familiar, sintomatología depresiva, sintomatología ansiosa según las variables sociodemográficas, de consumo y de salud de los internos, para lo cual se empleó la prueba de chi-cuadrado de Pearson y exacta de Fisher, según correspondió.
Usamos la prueba de Kolmogórov-Smirnov para evaluar si las variables cuantitativas seguían una distribución normal. Comparamos las medianas de IDARE-R, IDERE-R y APGAR-family según los estratos definidos de las características sociodemográficas, características de consumo y características clínico-epidemiológicas.
La prueba U de Mann-Whitney se empleó para comparar IDERE-R con grupo etario y tiempo de internamiento; y APGAR-family con grupo etario. La prueba H de Kruskal-Wallis se utilizó para comparar las medianas de IDERE-R, IDARE-R y APGAR-family entre tres o más categorías definidas a partir de las variables número de familiares convivientes, número de tipos de drogas consumidas y número de trastornos comórbidos. La prueba t de Student para muestras independientes se utilizó para comparar IDARE-R con grupo etario y tiempo de internamiento; y APGAR-family con tiempo de internamiento. La prueba ANOVA de un factor se empleó para comparar IDARE-R con el número de familiares convivientes, número de drogas consumidas y número de trastornos comórbidos; y APGAR-famliy con número de trastornos comórbidos.
Se identificó la relación entre los puntajes de las encuestas (IDARE-R, IDERE-R y APGAR-family) mediante la prueba de coeficiente de correlación de Spearman. Además, se aplicó la misma prueba para las variables sociodemográficas, características del consumo y clínico-epidemiológicas. Todos los análisis fueron realizados con el programa estadístico Jamovi versión 2.3.21.0 y se trabajó con un nivel de significancia del 5 %.
Aspectos éticos
El protocolo de la investigación, previo a su ejecución, fue aprobado por el Comité Institucional de Ética de la Investigación de la Universidad de Piura (PREMED07202205). Todos los participantes brindaron su consentimiento informado previo al inicio del estudio, y los investigadores protegieron la privacidad de la información.
RESULTADOS
Características de la muestra
Completaron el estudio 57 de 70 internos del centro de rehabilitación. La reducción de la población de estudio se debió a lo siguiente: 5 no aceptaron el consentimiento informado, 2 eran menores de edad, 2 no tenían el diagnóstico de trastorno por consumo de sustancias y 4 no estaban en el centro en el momento de la recolección de datos.
Los jóvenes (18 a 29 años) representaron el grupo más común (56,1 %). En la estratificación realizada, encontramos que el 12,3 % (n = 7) de los participantes viven solos (tabla 1). Para evaluar la distribución normal, usamos la prueba de Kolmogórov- Smirnov para las variables edad (p = 0,001), días de internamiento (p < 0,01), número de trastornos comórbidos (p < 0,01) y número de drogas consumidas (p < 0,01), encontrándose que ninguna siguió una distribución normal.
Características del consumo
Las 4 drogas/sustancias más frecuentemente consumidas por losinternos del centro de rehabilitación fueron marihuana (25,13 %), alcohol (18,97 %), PBC (15,90 %) y cocaína (13,85 %). La mediana de la edad de inicio del consumo fue de 17 años (RIQ: 15; 20) y el tiempo de consumo fue de 10 años (RIQ: 4; 15). La mediana de la edad de inicio de consumo de marihuana fue a los 17 años (RIQ: 12; 18); de alcohol, a los 15 años (RIQ: 13,5; 18); de PBC, a los 17 años (RIQ: 15; 25); y de cocaína, a los 16,5 años (RIQ: 16; 29). El tiempo de consumo de marihuana tuvo una mediana de 10 años (RIQ: 4; 14), de alcohol fue de 16 años (RIQ: 10,5; 23), de PBC fue de 6 años (RIQ: 2; 14), y de cocaína fue de 11,5 años (RIQ: 5,25; 21,3).
Trastornos psiquiátricos comórbidos
Los 4 trastornos psiquiátricos comórbidos más frecuentes detectados en los internos del centro de rehabilitación fueron trastorno por déficit de atención e hiperactividad (17 %), trastorno disocial de la personalidad (17 %), trastorno depresivo mayor (14 %) y trastorno de la personalidad (12 %).
Características de los cuestionarios IDARE-R, IDERE-R y APGAR-family
La mediana del puntaje IDARE-R fue de 46 (RIQ: 43; 50). El 63,2 % (n = 36) de los participantes obtuvo un puntaje de sintomatología ansiosa alta. Al evaluar las preguntas de manera individual, encontramos que el 66,7 % (n = 38) de los participantes reportó sentirse bien casi nunca o algunas veces. De igual manera, el 70,2 % (n = 40) refirió que casi nunca o algunas veces se siente seguro. El 84,2 % (n = 48) quisiera ser feliz frecuentemente y casi siempre (tabla 2).
Tabla 2 Análisis descriptivo de las respuestas a las afirmaciones de la escala Inventario de Ansiedad Rasgo.

Al comparar los puntajes según las características sociodemográficas, los jóvenes tuvieron una mediana de 48 (RIQ: 45; 51) y los adultos de 44 (RIQ: 40,5; 47), con un valor de p de 0,019 (tabla 3).
Tabla 3 Comparación de los puntajes de las encuestas según las características sociodemográficas de la muestra.

DE: desviación estándar; RIQ: rango intercuartil; IDERE-R: Inventario de Depresión Rasgo; IDARE-R: Inventario de Ansiedad Rasgo.
†Prueba U de Mann-Whitney; ††Prueba t de Student para muestras independientes; ‡Prueba H de Kruskal-Wallis; ‡‡Prueba ANOVA de un factor.
La mediana del puntaje IDERE-R fue de 45 (RIQ: 42; 48).El 71,9 % (n = 41) de los participantes obtuvo un puntaje de sintomatología depresiva alta. Al evaluar las preguntas de manera individual, encontramos que el 77,2% (n = 44) de los participantes casi nuncao algunas veces se inclina a ver el lado bueno de las cosas. El 82,4 % (n = 47) casi nunca o algunas veces piensa que todo saldrá bien en el futuro. Por último, el 82,5 % (n = 47) casi nunca o algunas veces se siente con fuerzas y energía (tabla 4).
Tabla 4 Análisis descriptivo de las respuestas a las afirmaciones de la escala Inventario Depresión Rasgo

La mediana del puntaje APGAR-family fue de 26 (RIQ: 20; 30). El 80,7 % (n = 46) de los participantes obtuvo una puntuación de adecuada funcionalidad familiar, mientras que el 1,8 % (n = 1) obtuvo una puntuación correspondiente a una disfuncionalidad familiar severa. Al evaluar las preguntas de manera individual, encontramos que el 54,4 % de los participantes refiere que casi siempre y siempre se siente satisfecho sobre cómo se comparte el dinero en su familia. El 70,2 % casi siempre y siempre se siente satisfecho con el apoyo y la aceptación que recibe de parte de su familia al emprender nuevas actividades (tabla 5).
No se encontró asociación entre los puntajes de las escalas de APGAR-family, IDERE-R e IDARE-R con el número de drogas consumidas, ni con el tiempo de internamiento y el número de trastornos comórbidos (tabla 6).
Tabla 6 Comparación de los puntajes de las encuestas según las características del consumo y clínico- epidemiológicas de la muestra.

DE: desviación estándar; RIQ: rango intercuartil; IDERE-R: Inventario de Depresión Rasgo; IDARE-R: Inventario de Ansiedad Rasgo.
†Prueba U de Mann-Whitney; ††Prueba t de Student para muestras independientes; ‡Prueba H de Kruskal-Wallis; ‡‡Prueba ANOVA de un factor.
Correlación entre los cuestionarios IDARE-R, IDERE-R y APGAR-family
Observamos que los puntajes del APGAR-family tuvieron una correlación inversa no significativa con el puntaje de IDARE-R (rho = -0,061; p = 0,654). De igual forma, los puntajes del APGAR-family tuvieron una correlación inversa no significativa con el puntaje de IDERE-R (rho = -0,084; p = 0,533). Los puntajes del IDARE-R e IDERE-R tuvieron una correlación lineal directa moderada (rho = 0,599; p < 0,001) (tabla 7) (figura 1).
Tabla 7 Evaluación de la correlación entre los puntajes de las encuestas realizadas.

†Prueba coeficiente de correlación Spearman.
Entre las variables sociodemográficas, el número de familiares tuvo una correlación inversa con el número de trastornos comórbidos (rho = -0,296; p = 0,025) y una correlación inversa moderada con la edad (rho = -0,317; p = 0,016). En una evaluación post-hoc de los resultados se determinó que la potencia de la correlación entre las sintomatologías ansiosa y depresiva fue de 99,9 % con una significancia unilateral.
DISCUSIÓN
En la evaluación de la disfuncionalidad familiar, sintomatología ansiosa y depresiva, se evidenció que la mayoría de los participantes presentaba niveles normales de funcionalidad, mientras que los rasgos ansiosos y depresivos tendieron hacia estados negativos. No se encontró relación entre la disfuncionalidad familiar y dichas sintomatologías; sin embargo, sí hubo una correlación lineal directa entre los puntajes de ansiedad y depresión.
En la presente investigación se analizaron en conjunto tres aspectos que usualmente se valoran por separado: disfunción familiar, ansiedad y depresión. Entre los pocos estudios que evalúan estos tres fenómenos en conjunto en poblaciones similares a la nuestra, se encuentra el de Merchán-Hamann et al. 19, ejecutado en centros de tratamiento para trastorno por consumo y dependencia a sustancias en ocho países (Brasil, Chile, Guatemala, Jamaica, Nicaragua, Panamá, Paraguay y Uruguay), y en el cual encontraron, en la mayoría de países, una función familiar normal y altos niveles de ansiedad y depresión.
En el Perú, no se han identificado antecedentes de la asociación analizada en pacientes de centros de rehabilitación para trastorno por consumo de sustancias. El antecedente nacional más cercano encontró que la disfunción familiar se asoció a ansiedad y depresión en estudiantes universitarios de la carrera de Medicina Humana; sin embargo, dichos resultados no son extrapolables a una población internada por trastorno por consumo de sustancias debido a su mayor complejidad psicosocial 20
En nuestro estudio, el 19,3 % de los internos por trastorno por consumo de sustancias tenía disfuncionalidad familiar. Este resultado es concordante con el estudio multicéntrico de Merchán-Hamann et al. 19, realizado en adultos con trastorno por consumo de sustancias en centros de tratamiento especializado, donde se encontró disfuncionalidad familiar entre el 10 % y 20 % en la mayoría de los países, siendo más prevalente en Panamá (50,9 %); asimismo, en este país se halló una mayor cantidad de pacientes que viven solos, lo cual contrasta con nuestro estudio.
Nuestra hipótesis para que solo uno de cinco internos estuviera expuesto a disfuncionalidad familiar es que estos pacientes se encuentran en tratamiento y la convivencia con otros internos constituye un mayor soporte (de tipo emocional, instrumental e informativo) para el proceso de afrontamiento y recuperación del paciente, y que, asimismo, permite una reinserción social más efectiva y menos recaídas 21. Cabe resaltar que nuestro estudio fue realizado en un centro privado, donde usualmente un familiar es el encargado de llevar al interno, mantener contacto con él y asumir los gastos que se generen. Si bien en esta investigación no se ha evaluado directamente a los familiares, consideramos que el hecho de recibir dicho soporte influye en la percepción de funcionalidad de los participantes.
Otra posible explicación de los hallazgos radica en el sesgo de deseabilidad social, es decir, una tendencia a negar ciertas cualidades o atributos socialmente «indeseables» 22. Ello pudo ocasionar que nuestros participantes hayan señalado una buena funcionalidad familiar con el objetivo de quedar «bien», y no porque realmente sea así. Una situación similar fue descrita en un estudio transversal realizado en pacientes internados por adicción a metadona, quienes tuvieron la tendencia a negar aspectos negativos acerca de sus familias 23.
Otros estudios han descrito mayores niveles de disfuncionalidad familiar en usuarios de drogas. Un estudio en una cohorte de 240 individuos, divididos equitativamente entre adictos y no adictos, encontró una diferencia significativa respecto a las relaciones conflictivas a nivel familiar con mayores niveles de angustia emocional 24. Un estudio transversal realizado en pacientes con trastorno por consumo de sustancias de un centro de rehabilitación en Nepal encontró una prevalencia de malestar psicológico (ansiedad y depresión) del 51 %, y se observó una relación positiva con la disfuncionalidad familiar, la cual fue medida con el mismo cuestionario de nuestra investigación 25.
Encontramos una correlación directa entre la sintomatología ansiosa y depresiva (indicador de consistencia entre ambas escalas), al igual que otros estudios en población general (24, 26) o en población con trastorno por consumo de sustancias 27. Dicha correlación se debe a que ambas sintomatologías presentan una amplia comorbilidad (entre el 20 % y 70 %), debido a denominadores comunes a nivel biológico. Se han encontrado alteraciones a nivel de las vías límbicas responsables de la regulación de las emociones en pacientes con depresión y ansiedad, así como estresores sociales que usualmente inician en la preadolescencia 28.
Un estudio descriptivo transversal de 88 pacientes internados debido a trastorno por consumo de sustancias determinó altos niveles de sintomatología ansioso-depresiva con los mismos cuestionarios empleados en el presente estudio 9. De igual forma, en un estudio descriptivo en 100 pacientes adictos de un centro neuropsiquiátrico, el 97 % de los participantes tuvo sintomatología ansiosa, de los cuales el 67 % fue severa; mientras que el 93 % presentó sintomatología depresiva, entre los cuales el 72 % fue severa 29. Uno de los motivos para identificar dichas sintomatologías radica en su asociación con una mayor tasa de pacientes que no culminan el tratamiento 30. Cabe resaltar que la mayoría de los participantes en nuestro estudio tenían poco tiempo de internamiento, donde cabe la posibilidad de presentarse un síndrome de abstinencia. Dicho fenómeno se caracteriza por alteraciones tanto a nivel físico como psicológico, asociadas a un deseo intenso por consumir la sustancia en cuestión, junto a síntomas ansiosos y depresivos 31.
En nuestro estudio encontramos un mayor nivel de sintomatología ansiosa entre los participantes jóvenes. Este hallazgo se alinea con los resultados de un estudio realizado en varios centros de rehabilitación, que identificó una mayor proporción de problemas psicosociales entre los participantes menores de 30 años 32. Sin embargo, contrasta con otro estudio con el mismo diseño y que utilizó el cuestionario IDARE-R para la sintomatología ansiosa. Dicho estudio encontró mayores niveles de ansiedad en participantes entre los 41 y 50 años (adultos), aunque esta diferencia puede deberse a que la totalidad de la población del estudio estaba en fase de deshabituación e incluía a mujeres 9; en cambio, nuestro estudio contó únicamente con participantes varones y en diferentes períodos de internamiento.
Un aspecto interesante de nuestro estudio es la elevada aceptación que tienen los participantes del aporte económico que reciben por parte de su familia. Una posible explicación de dicho resultado es la codependencia que desarrolla la familia con el miembro que adolece de un problema de adicción. Una de las actitudes más resaltantes es la entrega de dinero al miembro adicto, a sabiendas que dicho recurso será usado en la obtención de la droga 33
En relación con los trastornos comórbidos, resulta llamativo que el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y el trastorno disocial de la personalidad hayan sido los más prevalentes de nuestro estudio, a diferencia de lo descrito en la literatura que reporta a los trastornos del estado de ánimo (26 %), seguido de los trastornos de ansiedad (28 %) 19 Sin embargo, dadas las características en común de los primeros trastornos mencionados, como la impulsividad, la incapacidad de controlar emociones, la baja autoestima y la predisposición a comportamientos delictivos (en especial el trastorno disocial) 34, hace susceptible a dichos individuos para desarrollar trastornos adictivos (23, 30). En el caso del TDAH, la comorbilidad con trastornos por consumo de sustancias es del 20 %, y son especialmente vulnerables a la marihuana, la nicotina y a los estimulantes 35. Mientras que, con relación al trastorno disocial, un estudio transversal y multicéntrico con 738 pacientes encontró una alta tasa de dicho trastorno en consumidores de drogas, especialmente el crack (25 %), así como mayor predisposición a cometer actos ilícitos 36.
En nuestro estudio, la mayor parte de los participantes eran policonsumidores, mientras que la combinación más frecuente fue la de PBC y marihuana. Si bien el patrón de policonsumo es frecuente entre los adictos, las combinaciones son dependientes de la situación y país. Por ejemplo, un estudio realizado en Italia con 1025 pacientes ambulatorios y pertenecientes a ambos sexos determinó que la principal droga de policonsumo era el alcohol (60 %), mientras que la combinación más frecuente fue la de alcohol y cocaína (18 %); dicha diferencia puede deberse a las disparidades en el poder adquisitivo promedio del ciudadano de cada país, siendo la cocaína una droga más costosa en relación con la PBC y la marihuana. Además, los participantes del estudio eran ambulatorios, mientras que los de nuestro estudio fueron internos 37. Se ha descrito que el policonsumo de sustancias se asocia a una mayor severidad en las comorbilidades psiquiátricas, así como a mayores tasas de abandono al tratamiento 38.
Las drogas más empleadas por los participantes fueron la marihuana, el alcohol, la PBC y la cocaína. Resultados similares han sido descritos en estudios peruanos que estudiaron la prevalencia de consumo de drogas a nivel urbano, aunque con porcentajes variables. Un estudio realizado por Castro 39 identificó como drogas más prevalentes al alcohol (87,9 %), el tabaco (63,4 %), la marihuana (10,3 %), la PBC (4,1 %) y la cocaína (3,9 %). Una posible explicación a la variación en la prevalencia de sustancias respecto a nuestro estudio es que este fue realizado en la población general a nivel urbano y no en internos de un centro de rehabilitación, donde los usuarios tienen un trastorno relacionado al consumo.
Se evidenció que la cocaína tuvo un promedio de edad de inicio más alto, mientras que para el alcohol fue un inicio más bajo, pero el tiempo de consumo fue más prolongado. Dichos resultados son similares a los encontrados en el reporte de DEVIDA 11 en el Callao, donde el 34,4 % de los encuestados iniciaron el consumo de alcohol entre los 12 y 18 años, mientras que el consumo de cocaína inicio entre los 19 y 28 años. Dicho patrón en la edad de inicio del consumo de alcohol se puede explicar por la realidad sociocultural del Perú, favorecido por factores como la asequibilidad de la compra y la actitud permisiva frente al consumo, además de la mayor curiosidad en los jóvenes 40.
Entre las limitaciones del estudio, no se pudo acceder a otras variables de interés, como el grado de educación o el tiempo de consumo de drogas no principales, así como tampoco se incluyó a mujeres por solicitud del centro. Asimismo, no incluimos las medicaciones psiquiátricas empleadas por los participantes ni sus posibles efectos sobre las variables estudiadas, lo que podría llevar a una subestimación de los valores en las escalas. No se enroló a los familiares de los participantes, cuya participación hubiera servido para una visión más amplia de las relaciones intrafamiliares. Una estrategia para aminorar algunas limitaciones hubiera sido la evaluación mediante una entrevista realizada por personal especializado en salud mental.
CONCLUSIONES
No encontramos relación entre la sintomatología ansioso-depresiva con el nivel de funcionalidad familiar. Se identificó una correlación lineal directa entre los puntajes de sintomatología ansiosa y depresiva entre los internos por trastorno de consumo de sustancias. Además, hubo un mayor grado de ansiedad en los jóvenes, comportamiento similar en las mediciones de depresión sin ser significativas. Las drogas más consumidas fueron marihuana, alcohol, PBC y cocaína; siendo PBC-marihuana la combinación más frecuente. Los trastornos comórbidos más prevalentes fueron el TDAH y el trastorno disocial de la personalidad.
Recomendamos que más estudios evalúen la relación de dichas variables en poblaciones con trastorno por consumo de sustancias. Otra variable a considerar es el apoyo social; por ello, es importante mejorar el involucramiento de la familia en la rehabilitación con visitas y sesiones grupales de terapia. Se recomienda evaluar constantemente la sintomatología ansiosa y depresiva de los internos y que sea abordada por los profesionales respectivos, dado que ello influirá en su proceso de rehabilitación y mantenimiento a largo plazo.