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Apuntes

Print version ISSN 0252-1865

Apuntes vol.42 no.76 Lima Jan./jun. 2015

 

RESEÑAS

 

ROUGIER, Marcelo, 2014, Aldo Ferrer y sus días. Ideas, trayectoria y recuerdos de un economista. Conversaciones, Buenos Aires, Lenguaje Claro Editora. 264 pp.

 


Aldo Ferrer es uno de los economistas argentinos de más amplia y destacada trayectoria en el campo académico y profesional, tanto en su país como en el ámbito latinoamericano. Nacido en 1927, viene desarrollando su labor ininterrumpidamente en esos campos desde poco después de su graduación, hace más de 65 años. Autor de numerosos artículos y libros de gran impacto, sigue siendo una referencia aquel publicado hace más de cincuenta años, La economía argentina, que mereció numerosas reediciones y fue traducido a diversos idiomas, hasta su nueva reelaboración en una edición que contó con la colaboración de Marcelo Rougier en 2008. Precisamente es Rougier, un historiador económico mucho más joven, pero con una aquilatada trayectoria académica, quien a partir de esa colaboración entabló una serie de diálogos que dieron a la postre lugar a este volumen. En ellos se pasa revista a toda la trayectoria de Ferrer, en el plano profesional y académico: la formación y evolución de sus ideas y su actuación pública, pero también dedica pasajes a aspectos relevantes de su historia personal y familiar.

Nacido en el seno de una familia de clase media (su padre era artesano independiente, tallista de muebles de madera), el joven Aldo cursó sus estudios secundarios de perito mercantil y luego estudió en la Facultad de Ciencias Económicas, de la que egresó como contador en 1949, a los veintidós años. Habiendo sido elegido en un concurso para reclutamiento de profesionales jóvenes de Asia y América Latina que realizaba la Secretaría General de las Naciones Unidas, se instala en la sede de esa organización en Nueva York durante tres años, hasta 1953. Al cabo de ese periodo decide regresar a la Argentina, donde defiende su tesis doctoral; y habiendo ya mantenido correspondencia desde antes con el líder más carismático del arco opositor al peronismo, Arturo Frondizi, se incorpora al elenco de asesores del bloque de diputados de la Unión Cívica Radical (UCR), presidido por Oscar Alende. Tras el derrocamiento de Perón en 1955, continúa como asesor del Comité Nacional de la UCR, encabezado por Frondizi, y de la Junta Consultiva del gobierno de facto, donde participaba Alende, hasta que acepta un cargo de agregado económico en la embajada argentina ante Gran Bretaña, en el que permanece dos años.

Las elecciones presidenciales de 1958 lo encuentran de retorno en la Argentina y es convocado para colaborar nuevamente con Alende, flamante gobernador electo de la provincia de Buenos Aires, ahora como ministro de Economía. Allí es recordado por la creación de la Junta de Planificación, que reúne un granado conjunto de economistas que habían sido, varios de ellos, sus condiscípulos y que da origen a una publicación, la revista Desarrollo Económico, la cual sigue siendo una de las publicaciones de referencia en el área de la economía y las ciencias sociales a nivel internacional. Su salida del gabinete en 1961 da lugar a un nuevo viaje a Estados Unidos, como asesor del Banco Interamericano de Desarrollo con sede en Washington, donde permanecerá dos años. El retorno a la Argentina lo encuentra en el cenit de sus actividades, como organizador y primer director del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), director del Centro de Estudios de Coyuntura en el Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES) -institución que ayuda a crear y que continúa publicando Desarrollo Económico- y actuando al frente de una empresa de consultoría para la actividad empresaria y también como experto del Comité Interamericano (CIAP) en la flamante Alianza para el Progreso. Al mismo tiempo, mantiene sus contactos con Alende, a cuyo pedido participa en 1965 como candidato a diputado, pero también con los círculos militares, que desde 1966 vuelven a detentar el poder tras el derrocamiento del presidente Illia.

Habiendo conocido al general Levingston con motivo de una charla que como experto internacional dio en la embajada argentina en Washington, es convocado por este como ministro de Obras Públicas y luego de Economía, cuando dicho militar es designado presidente por la Junta de Comandantes. Tras esa gestión, que no alcanza a durar un año, permanecerá en un segundo plano por largos periodos, para volver a asumir cargos en la gestión pública en funciones más acotadas: en el ente binacional de Salto Grande, durante la breve presidencia de Cámpora, en 1973; como presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, entre 1983 y 1987, durante la presidencia de Alfonsín (momento en el que retoma su antigua afiliación a la UCR); y como presidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (Conea) entre 1999 y 2001. Habiendo sido parte, desde 1997, de los equipos programáticos de la alianza que llevó a De la Rúa a la presidencia, sus diferencias con las políticas que desembocan en la crisis de la convertibilidad a fines de 2001 lo llevan a participar, desde su fundación, en el Plan Fénix, que intentaba brindar nuevas respuestas a esa situación.

Es en ese contexto que Aldo Ferrer será convocado por la gestión de Néstor y Cristina Kirchner, primero para participar en el directorio de Energía Argentina S. A. (Enarsa), luego como directivo estatal ante las empresas del grupo Techint y finalmente como titular de la embajada de Francia. Más allá de esas intervenciones, que muestran una continuidad en su vocación de servicio público, sin considerar la disímil jerarquía de las funciones que ejerce, vuelve en estos últimos años, promediando ya la octava década de su vida, a tener visibilidad en la opinión pública, como una voz de consulta, de una forma que no tenía desde los primeros tiempos de Alfonsín (cuando la publicación de sus libros Vivir con lo nuestro, de 1983, y Poner la casa en orden, de 1984, lo habían devuelto al primer plano de la discusión pública). Visibilidad reafirmada ante los sucesivos avatares de la complicada coyuntura externa e interna. Sus posiciones en favor de una salida heterodoxa a las situaciones de crisis, pero incluyendo la necesidad de una estabilidad macroeconómica, y siempre en una perspectiva que coloca en el centro de la agenda el desarrollo económico, muestran –a decir del autor, Marcelo Rougier– la pertinacia de sus ideas a lo largo de todos estos años.

A través de más de 260 páginas, las conversaciones que hábilmente conduce Rougier van recorriendo todos estos tópicos de una tan larga trayectoria sin que nunca decaiga el interés. El libro está organizado cronológicamente en ocho capítulos que recorren las sucesivas etapas. Los cinco primeros: la formación de Aldo Ferrer como economista, su primera experiencia de gestión, los años de su mayor visibilidad, su experiencia como ministro de Obras Públicas, y luego como ministro de Economía; y los tres últimos, donde se explora el periodo de 1971 a 1983 («tiempos críticos»), el de 1984 a 2001 («crítica al neoliberalismo») y los años recientes, a partir de 2002. En cada capítulo las conversaciones son precedidas por un breve pero meduloso estudio en el que el autor va marcando las características principales del contexto político, económico e ideológico de cada periodo, así como los principales hitos de las actividades de Ferrer. Igualmente, al final de cada uno, se presentan las principales obras que dicho economista publicó en él –aunque tal vez hubiera sido útil reiterar el listado completo al final del libro– e interesantes fotografías que retratan las épocas y los personajes.

Los puntos de interés de este libro, que podría considerarse en alguna medida como unas memorias dialogadas, son variados. A juicio de quien esto escribe, el papel de Ferrer dentro de un núcleo de economistas que tempranamente se inscriben en la vertiente conocida como «desarrollismo» y sus vinculaciones con otros colegas de Latinoamérica, así como con su «padre» fundador, Raúl Prebisch, es uno de ellos. Tal vez los múltiples préstamos e intercambios, evocados sucintamente por el autor y por el entrevistado (Nurske, Rosenstein Rodan, Singer, Kalecki y, en el plano regional, Furtado, Jaguaribe, Sunkel, Urquidi), y también las continuidades y cambios en la formulación de sus ideas y en las concepciones mismas, resultan cuestiones que dejan al lector con más ganas de ahondar (algo que otros trabajos de Rougier y colaboradores ya han encarado).

Finalmente, no puede dejar de marcarse la red de las relaciones constituida por Ferrer con otros colegas y funcionarios, que implicaba el reconocimiento mutuo como parte de una elite meritocrática afianzada en sus saberes técnicos y que se proponía tomar el relevo de otra generación (la de Krieger Vasena, Alemann, Moyano Llerena), con la que las diferencias en las concepciones no actuaban como barrera. Y también es preciso señalar el sistema de relaciones y de circulación de ideas que permite la inserción de Ferrer y su grupo (del cual saldrán futuros ministros y funcionarios de variado signo) en el entramado del poder, político o militar según los tiempos, y los múltiples «renacimientos» del personaje en distintas responsabilidades y ámbitos. La plena confianza en el saber técnico del que era portador y en las cualidades renovadoras que contenía permitiría entender la decisión de asumir algunas de sus mayores responsabilidades sin justipreciar (como dice luego Ferrer: «Me la creí…») si la naturaleza del régimen y de la coyuntura eran propicias para el tipo de coalición o acuerdos que suponía la nueva política económica a encarar.

En síntesis, Aldo Ferrer y sus días. Ideas, trayectoria y recuerdos de un economista es una valiosa obra que incursiona, a través de memorias, recuerdos, diálogos y análisis, en los pormenores de una destacada trayectoria intelectual y profesional, pero que también aporta, a través de la luz que arroja sobre el armado de las políticas públicas, al entendimiento del papel del Estado y los actores que lo conforman y a la comprensión de los avances y retrocesos que la evolución económica argentina ha registrado en todos estos años.

Andrés Regalsky1

1 Universidad Torcuato Di Tella, Buenos Aires

Correo electrónico: regalsky@utdt.edu