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Apuntes

Print version ISSN 0252-1865

Apuntes vol.42 no.77 Lima July/dic. 2015

 

Reseña de libros

GRONDONA, Ana, 2014, Saber de la pobreza. Discursos expertos y subclases en la Argentina entre 1956 y 2006, Buenos Aires, Ediciones del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. 222 pp. 


El primer libro de Ana Grondona, Saber de la pobreza, inaugura la colección Historia del Presente. Se trata de una historización de largo aliento, que indaga tanto en las luchas por la delimitación y el sentido de las «subclases» por parte de los saberes expertos vinculados al aparato estatal argentino entre 1956 y 2006, como en los modos en que sus resultados o «verdades» circulan en la actualidad. Es decir, es la historia de un conjunto de enunciados que emergieron en cierto momento y fueron reformulados a partir de diversos interrogantes.

Siguiendo a Michel Foucault, Mitchel Dean y Robert Castell, la autora se interesa por los modos en que la guía de la conducta se organiza a partir de un campo de inteligibilidad para la intervención, focalizándose en el análisis de las discursividades: aspectos programáticos orientados a «lograr ciertos fines, ciertas transformaciones, lo que supone delimitar ciertos problemas, determinadas poblaciones […] y, en consecuencia, diseñar dispositivos de intervención específicos» (p. 14). Así, Grondona deja de lado el concepto de racionalidad, pues entiende que el de discursividad resulta más propicio para abordar la dispersión/contradicción que organiza de modo complejo un determinado régimen del decir. Y afirma que en todo régimen de enunciación, en tanto dinámica que organiza lo que debe y puede decirse, hay lugar para heterogeneidades discursivas (contradicciones, inconsistencias).

De este modo, Grondona nos sumerge en el trabajo de archivo y, siguiendo ciertas hipótesis de trabajo, construye y analiza, en un mismo movimiento, distintas series documentales complementadas con entrevistas a informantes claves.

La hipótesis principal se despliega con la presentación y puesta en relación de las distintas series: marginalidad (capítulo 2), informalidad (capítulo 3), necesidades básicas (capítulo 4), pobreza (capítulo 5) y pobreza y vulnerabilidad (capítulo 6). Al respecto, la autora lanza una provocación epistemológica: dicha delimitación no es el punto de partida (unidades preestablecidas), sino el resultado del trabajo de investigación. Asimismo, señala que los distintos modos de delimitación de las subclases no resultan estancos, sino que se yuxtaponen en diversas capas.

La hipótesis sostiene que si entre fines de la década de 1950 y mediados de la de 1970 los diagnósticos sobre la marginalidad y la informalidad, al menos en algunas versiones, congregaron en un mismo haz de interrogantes aspectos relativos al mercado de trabajo y a las condiciones de vida, hacia fines de la década de 1970 dicho entramado comenzó a subdividirse en campos problemáticos diferenciados. Por un lado, se organizaron las preguntas sobre las formas «atípicas» de inserción en el mercado laboral (informalidad, precariedad); por el otro, los debates sobre las condiciones de vida degradadas (pobreza, vulnerabilidad).

El interrogante que reúne los distintos diagnósticos reside en la delimitación de las poblaciones que han quedado «fuera». Lo interesante es que no siempre coincide aquello respecto de lo cual dichas poblaciones fueron excluidas. Según Grondona, la mutación enunciada en la hipótesis se explica, en parte, por el desplazamiento de la pregunta por las singularidades del modo de producción capitalista en condiciones dependientes. A su vez, se vincula con especificidades del caso argentino, como el hecho de que la expansión del Estado social desde 1944 haya supuesto un horizonte de pleno empleo. Cuando aquel comenzó a deconstruirse, a partir de 1976, no existían modos de protección estables de las poblaciones afectadas por la expansión del desempleo. Así, las maneras en las que se gestionaron los efectos de la «nueva cuestión social» no supusieron instituciones ligadas al mercado de trabajo ni a la extensión de ciudadanía, sino esquemas de «lucha contra la pobreza, exclusión y vulnerabilidad». La nueva delimitación de las subclases conllevaría la producción de una categoría ubicua: pobreza. A partir de la década de 1980, la delimitación de esta se convirtió en un modo de lidiar con la crisis del mercado de trabajo sin intervenir sobre la relación capital-trabajo, o bien desregulándola.

En otro orden de cosas, cabe decir que la presente investigación se inserta en el campo de estudios de los saberes expertos de Estado, enmarcada en una pregunta más general por el gobierno de las poblaciones. Allí abona las perspectivas que sostienen que las políticas sociales y sus diagnósticos no representan un ámbito que «refleja» los problemas sociales, sino que configuran la arena en la que estos se producen polémicamente.

A diferencia de otros estudios centrados en el papel de los organismos internacionales o de los think-tank de los países «desarrollados», el énfasis está puesto en la producción de saberes expertos locales, abriendo la pregunta por las condiciones de producción específicas en las que se despliegan.

Al respecto, Grondona señala tanto la fragilidad y discontinuidad de las instituciones argentinas como la posición subordinada que los saberes producidos localmente ocupan en los regímenes de enunciación internacionales. Dichas condiciones conllevan dificultades de acceso a las fuentes, a la vez que opacan la emergencia de «innovaciones» locales.

En las conclusiones, la autora señala que «no existe un lugar de enunciación homogéneo y predefinido desde el cual los diversos expertos hayan producido sus diagnósticos» (p. 189). Más bien se trata de espacios del decir complejamente definidos a partir de la delimitación cambiante respecto de otros (el «saber académico» o la «retórica política»), con los que se acoplan. En dicha separación, los saberes expertos resultan relativamente subordinados, con efectos en la discontinuidad de sus memorias. Asimismo, Grondona entiende que en los olvidos y los silencios de las memorias locales actúan las condiciones de dependencia, tal como se expresan en esta esfera de la vida social: es decir, a través de «importación» de saberes.

Por otra parte, se afirma que el vínculo entre el saber experto y la intervención social varía históricamente. Si en la década de 1960 hallamos expertos vinculados a la intervención social y política produciendo discursos explicativos y programáticos («reformadores»); desde la década de 1980 la dimensión descriptiva se tornaría central («técnicos especialistas»). Pero lejos de haber una unidad de sentido entre ciertos diagnósticos y determinadas formas de acción sobre «lo social», se encuentra contradicciones entre las orientaciones programáticas asumidas por los expertos y los modos de intervención derivados. Tal es el caso de la asociación entre el discurso sobre la heterogeneidad de la pobreza y la focalización de las políticas sociales.

Asimismo, la autora señala la existencia de distintos momentos en la producción de saberes expertos: aquellos vinculados a la emergencia de una problemática resultarían más reflexivos, mientras que otros contextos son más propensos a la mitificación (circulación de los conceptos como dados y evidentes).

A modo de cierre, cabe destacar que el trabajo de Grondona amalgama con destreza sus apuestas teóricas, epistemológicas y metodológicas, poniéndolas en juego en un campo de estudios específico. La armónica articulación entre el despliegue conceptual y los hallazgos empíricos relevantes para el campo es, junto a la exhumación de una región soterrada del archivo, el principal mérito del presente libro. El resultado es un interesante ejercicio genealógico de historización del presente, con valiosos aportes para distintas aristas de la investigación social contemporánea.

Ramiro Coviello*

Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires

*Correo electrónico: ramirocoviello@gmail.com