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Apuntes

versión impresa ISSN 0252-1865

Apuntes vol.43 no.79 Lima jul./dic. 2016

http://dx.doi.org/10.21678/apuntes.79.878 

RESEÑA

VERGARA, Alberto, 2015, La danza hostil. Poderes subnacionales y Estado central en Bolivia y Perú (1952-2012), Lima, IEP. 388 pp.


En esta versión transformada de su tesis doctoral, Alberto Vergara confirma lo que todos los politólogos ya sabían: tenemos en él a un gran académico. No solo por la rigurosidad teórica de su trabajo, sino por el abanico amplio de obras de ciencia política y de cultura general que logra integrar en su reflexión. Por ejemplo, Bob Dylan o Leonard Cohen conversan con Albert Hirschman; Tocqueville y Barrington Moore se vuelven parte de una misma discusión. El libro no es el primero de Vergara, pero es el más sofisticado y ambicioso.

El argumento central de La danza hostil es el siguiente: a lo largo de varias décadas, desde mediados del siglo XX, se han transformado las relaciones entre centro y periferia en Bolivia y Perú, de tal forma que se produce un clivaje político fuerte en el primer país y la concentración del poder (del centro) en el segundo. Todo el trabajo parte de una observación que es también una pregunta: ¿Por qué no sucedió en el sur del Perú lo que sucedió en el oriente de Bolivia con la aparición de la ciudad de Santa Cruz como líder de una confrontación esencial con el centro tradicional de la política basado en La Paz? La pregunta tiene aún más validez sabiendo que algunas décadas atrás Santa Cruz no tenía prácticamente ningún peso político a nivel nacional, mientras el sur del Perú era escenario de varios movimientos y desafíos a la autoridad central. Vergara desarrolla una comparación sistemática de las trayectorias de esos dos países desde el punto de vista de la relación entre el centro y las periferias que han tenido un poder importante (y lo perdieron) o que lograron construir este contrapeso a lo largo del tiempo.

Para desarrollar su trabajo, Vergara se inspira de los conceptos de centro y periferia propuestos en la década de 1970 y 1980 principalmente por Stein Rokkan para estudiar a países de Europa del Oeste. Obviamente, cuando se trata de aplicar estos conceptos al análisis de América Latina, se los debe diferenciar de aquellos de la escuela de la teoría de la dependencia –cuya influencia en la academia latinoamericanista y latinoamericana es muy conocida–. No se trata aquí de conceptos para analizar el sistema de relaciones entre países, sino al interior de uno. El centro y las periferias son construcciones históricas basadas en la concentración y/o difusión de poder político, entendido desde una perspectiva territorial. Estos conceptos se articulan de manera relacional a través de, entre otras, la noción de clivaje territorial, que es el foco de interés del libro de Vergara. En él se distingue entre élites periférico-oligárquicas y élites periférico-antioligárquicas, las cuales varían en importancia en el tiempo y logran formar alianzas regionalistas en diferentes momentos. También se evalúa el proceso de formación de una élite periférico-marginal, que logra en el caso de El Alto en Bolivia articular un contrapeso importante a la élite de La Paz en diferentes coyunturas.

La contribución de este libro a la sociología política es diversa. Resalta en él la elaboración de un marco teórico basado en la geografía política. Población y recursos son dos variables que aquí juegan un papel clave en la «territorialidad o estructura territorial de los activos», cuyo uso estratégico por parte de las élites permite construir un poder relativo mayor. Desde esta perspectiva, los fenómenos de migración y las transformaciones en el modelo de desarrollo cambian la estructura de oportunidades políticas que se presenta a las élites. Sin embargo, el análisis de Vergara muestra la importancia de la agencia política, de la capacidad de diferentes élites de construir discursos regionalistas y organizaciones que permitan producir un capital político efectivo.

El libro también debería servir como inspiración para los que estudian la política comparada, no solo de los países andinos sino de otros países del Sur que tienen una experiencia de construcción estatal bastante distinta a las que han servido de referencia para nutrir la mayoría de trabajos de sociología histórica sobre el Estado –las experiencias de Europa o América del Norte–. La influencia de los trabajos de Joel Migdal en la reflexión de Vergara es central. Existen muy pocos estudios cualitativos a profundidad que comparan dos casos como método para estudiar al Estado y sus relaciones con la sociedad, menos aún si se trata de países del Sur. Las conclusiones de Vergara muestran dos tipos opuestos de relación entre Estado y sociedad, aun cuando ambos países son casos de baja capacidad estatal. Al terminar el periodo de estudio, en Bolivia, el Estado y la sociedad están «en simbiosis», en el sentido de que las organizaciones sociales que conforman el MAS (Movimiento al Socialismo) son las que también determinan las políticas y prácticas poco institucionalizadas del Estado; mientras tanto, en el Perú se mantiene la «tradición» de un Estado capturado temporalmente por un grupo o un caudillo, sin capacidad de institucionalizar su poder sobre el Estado ni de mantener su fuerza en la sociedad.

Tal como lo menciona el autor, este libro es un trabajo de sociología histórica enfocado en el estudio de las élites desde una perspectiva que combina la economía política y la geografía política, sin olvidar la importancia del tipo de régimen político como contexto institucional que abre o cierra diferentes oportunidades. Lo interesante de la comparación, tal como la estructura Vergara, es que se centra alrededor de tres momentos históricos que atraviesan los dos países: la democratización (parcial en el caso peruano) de los años 1950 y 1960; las dictaduras militares de la década de 1970; y el momento de la aplicación de reformas neoliberales y de cambios constitucionales a partir de los años 1990. Es en la última etapa cuando el contraste entre los dos países se profundiza, según el autor. Se trata de un tipo de ciencia política donde las trayectorias comparadas sirven de herramienta central para entender el cambio político, más que de argumentos de tipo causal.

La única crítica que se le podría hacer a La danza hostil tiene que ver con el uso de varias referencias temporales para designar el final del periodo bajo estudio, sin que quede totalmente claro hasta dónde el argumento general debería aplicarse. El título del libro nos propone un análisis hasta el año 2012, pero los capítulos de análisis cubren hasta 1995 para Perú y hasta 2004 para Bolivia. En la conclusión, el autor discute sobre la relevancia de sus hallazgos para la época más reciente, sin hacerlo de manera sistemática. Pero al final de cuentas, la lectora queda más que satisfecha con la manera en que la ambición de sintetizar y explicar se materializa en las más de trescientas páginas que componen este libro. Es, pues, un aporte muy rico al estudio de la política subnacional, un campo en el cual existe creciente interés en la ciencia política latinoamericanista actual.

 

Stéphanie Rousseau*

Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima

 

*Correo electrónico: srousseau@pucp.pe