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Apuntes

Print version ISSN 0252-1865

Apuntes vol.44 no.81 Lima July/Dec. 2017

http://dx.doi.org/10.21678/apuntes.81.807 

ARTÍCULOS

Cadenas globales de valor: transformaciones y posibilidades de desarrollo para la periferia desde mediados de la década de 1990

Global value chains: Transformations and economic development possibilities for the periphery since the mid-1990s

 

Daniel Schteingart1, Juan Santarcángelo1,*, Fernando Porta2

1 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Conicet, Universidad Nacional de Quilmes, Argentina. danyscht@hotmail.com , * jsantar@gmail.com

2 Centro Interdisciplinario de Estudios en Ciencia e Innovación Ciecti, Universidad Nacional de Quilmes, Argentina. ferporta.arq@gmail.com


Resumen. Durante el último cuarto del siglo XX, la geografía económica mundial experimentó fuertes transformaciones. Una de las causas más importantes de ello fue la creciente internacionalización y segmentación de los procesos productivos, que dio lugar a lo que se conoce como cadenas globales de valor (CGV). El propósito de este trabajo es examinar los cambios registrados en CGV en las últimas dos décadas, determinando cuáles son los países y sectores que más participan y más han incrementado su participación desde mediados de los años 1990 tanto en términos absolutos como relativos, así como analizar si existe o no alguna relación entre desarrollo económico y participación en CGV.

Palabras clave: cadenas globales de valor; geografía económica mundial; periferia; desarrollo económico.


Abstract. Since the 1970s, the global economic geography underwent major transformations of its production processes. One of the most important causes was the increasing internationalization and segmentation of production, giving rise to what are known as «global value chains» (GVCs). The aim of the paper is to explain the main changes in GVCs since the 1990s, identifying the countries and sectors that are most active in GVCs and whose participation has increased the most since the 1990s in absolute and relative terms; and to analyze whether or not there is a relationship between economic development and participation in CGVs.

Keywords: Global value chains; global economic geography; periphery; economic development.


1. Introducción

Durante el último cuarto del siglo XX, la geografía económica mundial experimentó fuertes transformaciones. Una de las causas más importantes de ello fue la creciente internacionalización y segmentación de los procesos productivos. Las firmas de distintos países –eminentemente los desarrollados– tendieron a transferir algunas actividades –generalmente, las menos rentables y sofisticadas– del proceso productivo hacia otras empresas (outsource) y otros países (offshore) –mayormente de la periferia–. De este modo, se fue modificando el modo en que se producen los bienes y los servicios, el cual pasó a estar articulado bajo lo que se conoce como cadenas globales de valor (CGV), las cuales pueden entenderse como la secuencia de actividades que las firmas y los trabajadores realizan desde el diseño de un producto hasta su uso final (Gereffi, & Fernandez-Stark, 2011; Mitnik, 2011). Las cadenas son «globales», dado que los eslabones del proceso productivo atraviesan distintos países, y son de «valor», en tanto cada firma agrega cierta cuota de valor al producto final. Así, la nacionalidad de origen de las mercancías se ha ido volviendo crecientemente difusa, ya que varios países se han ido incorporando al proceso de creación de valor y se pasó del Made in USA al Designed in California y al Assembled in China.

Estos cambios en la geografía económica mundial implicaron una nueva fase de división internacional del trabajo que ha roto con el hecho de que los países desarrollados estuvieran especializados en manufacturas y los subdesarrollados en materias primas. En efecto, la nueva división internacional del trabajo se centra cada vez menos en los tipos de bienes que exportan los países y cada vez más en los tipos de eslabones del proceso productivo en que se especializan (diseño, marketing, comercialización, investigación y desarrollo o I+D, ensamble, etcétera) (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE, 2011; Organización Mundial del Comercio, & Instituto de Desarrollo Económico-Organización de Comercio Exterior del Japón, OMC, & IDE-Jetro, 2011). Los estudiosos de esta nueva geografía económica mundial han mostrado que el modo en que el valor generado es apropiado entre las firmas es función directa de la existencia de activos específicos (esto es, habilidades que son difícilmente replicables por otras firmas), tales como capacidades de diseño, marca, comercialización, logística, financierización, I+D o know-how manufactureros específicos, más que del tipo de bien que se produce (Carneiro, 2015; Dalle, Fossati, & Lavopa, 2013; Dicken, 2015; Milberg, & Winkler, 2013).

Si el auge de las CGV es consecuencia de cambios en las estrategias empresariales (offshoring y outsourcing), ¿a qué se deben pues tales cambios? Por un lado, tenemos causas tecnológicas, como la fuerte reducción de los costos de transporte desde mediados del siglo XX –en parte producto del auge de la containerización– y el fenomenal desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) desde el último cuarto del siglo XX, que ha facilitado enormemente la coordinación a distancia de las diferentes etapas de la producción. Ello ha permitido por ejemplo un creciente control sobre la logística, los inventarios, las ventas y la distribución (Dalle et al., 2013; Dicken, 2015; Milberg, & Winkler, 2013).

Sin embargo, sería reduccionista atribuir a la tecnología por sí sola los mencionados cambios en las estrategias empresariales en pos del offshore y el outsource. De hecho, también hay factores políticos de relevancia detrás del auge de las CGV. Por un lado, el desmoronamiento de la Unión Soviética, el giro de China hacia un capitalismo de Estado y la liberalización de la economía india a partir de la década de 1980 han tenido enormes impactos en la economía global, entre los que se destacan el aumento de la capacidad productiva del planeta, el comercio internacional, la inversión extranjera y la subcontratación internacional (Milberg, & Winkler, 2013). Freeman (2007) ha señalado que estos acontecimientos han derivado en «la gran duplicación» de la fuerza laboral del sistema capitalista mundial, ya que se agregó al menos 1.300 millones de personas al stock de mano de obra preexistente (en torno a la misma cifra) bajo condiciones de capitalismo internacionalizado. Según este autor, tal shock expansivo de la oferta laboral transformó radicalmente las relaciones comerciales entre los países y dificultó el crecimiento de los salarios en el resto del mundo, incluso en las economías avanzadas.

Los cambios políticos detrás del auge de las CGV no se limitan a lo ocurrido en la Unión Soviética, China e India. En efecto, tras la crisis de la deuda de los años 1980, muchos países periféricos –como los latinoamericanos– redefinieron sus estrategias de desarrollo al abandonar la industrialización por sustitución de importaciones (ISI) y abrazar la idea de que la exportación resulta una palanca clave del desarrollo. Sin estos cambios de estrategia, no pueden entenderse las subsecuentes oleadas de acuerdos comerciales (bilaterales y multilaterales), las cuales implicaron intensas reducciones de las barreras arancelarias y paraarancelarias y generaron condiciones para una mayor protección (y exenciones impositivas) a la inversión extranjera (Milberg, & Winkler, 2013).

Las mutaciones en la geografía económica global generaron también profundas transformaciones cualitativas, como por ejemplo: a) un creciente peso de los insumos intermedios –especialmente partes y componentes– en los intercambios entre países1; b) un aumento del comercio de servicios fundamentales (logística, diseño, I+D, marketing, servicios jurídicos, atención al cliente y postventa, etc.) para la coordinación de una producción crecientemente dispersa; c) un mayor interés por parte de las firmas en desarrollar relaciones de largo plazo con sus proveedores, a quienes en muchos casos se los entrena para cumplir con determinadas metas; y d) relacionado con esto último, una mayor relevancia de los flujos de transferencia de conocimiento, incluyendo desde la propiedad intelectual formalizada hasta las formas tácitas de know-how de negocios y producción (Baldwin, 2013; Carneiro, 2015). Como se deriva de todo lo anterior, la difusión de esta dinámica de producción también ha reforzado el papel de las empresas multinacionales, las cuales han incrementado su peso en la economía global en los últimos cuarenta años.

A partir de los años finales de la década de 2000, organismos multilaterales como la OMC, la OCDE o la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), entre otros, se han ido apropiando del concepto de CGV (Dalle et al., 2013). Por una parte, tales instituciones han invertido considerables recursos para crear estadísticas que permitan comprender mejor la nueva geografía económica global; por la otra, han sido defensores de la idea de que los países periféricos incrementan sus probabilidades de desarrollarse si se insertan en CGV a través de una mayor liberalización comercial, desregulación de la inversión extranjera directa (IED) y flexibilización laboral. De ahí que diversos autores (por ejemplo, Dalle et al., 2013; Fernández, 2014; Szapiro, Vargas, Brito, & Cassiolato, 2015) han denunciado lo que se trataría de un neoliberalismo bajo «nuevos ropajes» que justificaría sin más la llamada «teoría del derrame».

El propósito de este trabajo es examinar los cambios registrados en CGV en las últimas dos décadas, determinando cuáles son los países y sectores que más participan y más han incrementado su participación desde mediados de los años 1990, así como analizar si existe o no relación entre desarrollo económico y participación en CGV. Para ello utilizaremos una base de datos que ha sido relativamente inexplorada hasta el momento, particularmente en América Latina: el Trade in Value Added (TiVA) de la OCDE. Esta base de datos muestra estadísticas para diversos años en el periodo 1995-2011, de los cuales aquí tomaremos mayormente esos dos años para dar cuenta de los cambios acaecidos en las últimas dos décadas y consideraremos 49 países, que dan cuenta aproximadamente del 85% del producto bruto interno (PBI) mundial.

Este trabajo se estructura de la siguiente manera: la siguiente sección exhibe la metodología utilizada para medir la participación de los países en las CGV y la tercera analiza las heterogeneidades sectoriales en lo que a modalidades de inserción en CGV concierne. Por su parte, las secciones cuatro y cinco analizan respectivamente las participaciones relativas y absolutas de los países en las CGV. Luego, la sección seis se dedica a estudiar las relaciones entre desarrollo económico y participación en CGV. Finalmente, en la última se presentan las principales conclusiones.

2. Cuestiones metodológicas

El propósito de esta sección es explicar la forma concreta en que se miden las CGV y los cambios en las mismas a lo largo del tiempo, lo que nos permitirá no solo exponer las virtudes de la base de datos usada sino también sus principales limitaciones. Podemos empezar preguntándonos cómo es posible medir operativamente la importancia de las CGV en la economía mundial y también cómo estimarlas entre distintos países y sectores. Una buena forma de aproximarnos a la primera pregunta consiste en analizar el peso específico de las CGV en el comercio internacional. Ello nos lleva indefectiblemente a un problema creciente en las estadísticas de este comercio: la doble contabilización de las exportaciones. Esto es un síntoma de la presencia de CGV y, según datos de Unctad (UnctadStat), en 2014 el comercio mundial de bienes y servicios fue de 23,7 billones de dólares, de los cuales 18,7 billones correspondieron a bienes (79%) y 5 billones a servicios (21% restante). Sin embargo, el auge de las CGV –que, como se ha visto en la introducción, suponen la fragmentación internacional de la producción en diferentes eslabones– ha contribuido a una creciente doble contabilización del comercio internacional. Por ejemplo, supongamos que el país A extrae materias primas por un valor de 10 dólares que luego exportará al país B, en donde se procesarán para luego ser vendidas a un país C por 25 dólares, en donde se transformará el producto semielaborado en uno final, a ser consumido por el país D a 50 dólares (ver la tabla 1). En total, las estadísticas de comercio internacional registrarían aquí un valor de 85 dólares de exportaciones brutas. Sin embargo, la suma de los valores agregados en los países A, B y C es de 50 dólares. En definitiva, la diferencia entre exportaciones brutas (en este caso, 85 dólares) y valor agregado en las exportaciones (en este caso, 50 dólares) es análoga a la que en las cuentas nacionales se registra entre el «valor bruto de la producción» y el «valor agregado».

La doble contabilización del comercio internacional no solo trae desafíos estadísticos, sino que también puede llevar a equivocaciones importantes a la hora de definir la política comercial (e incluso diplomática) de un país. Supongamos que el país A exporta materia prima al país B por 100 dólares. Luego, el país B exporta al país C la materia prima transformada en un insumo intermedio por 110 dólares (agregó valor por 10 dólares). Por último, el país C utiliza el insumo intermedio para elaborar un bien final, el cual exportará al país A por 115 dólares (agregó valor por 5 dólares). Las estadísticas tradicionales de comercio dirían que A tuvo un superávit con B por 100 dólares y un déficit con C por 115 dólares, en tanto que B tuvo un superávit con C por 110 dólares. Sin embargo, si analizamos los flujos comerciales en términos de valor agregado, podríamos ver que A tuvo déficit con B por 10 dólares y con C por 5 dólares y que B y C tuvieron un saldo comercial neutro.

En los últimos años, organismos multilaterales como la OMC, la OCDE y la Unctad y diversos tipos de instituciones (la Purdue University y el Institute of Developing Economics, entre otras) han llevado a cabo importantes esfuerzos por captar tal doble contabilización del comercio internacional y, de este modo, crear herramientas para medir la importancia de las CGV en la economía mundial (y en diferentes países). En todos los casos, se ha tratado de crear una suerte de macromatriz insumo-producto mundial a partir de información proveniente de las matrices insumo-producto nacionales. Las bases de datos elaboradas varían respecto a diversos factores, como la cantidad de países abarcada, el periodo temporal utilizado y el nivel de desagregación sectorial. Asimismo, a nivel regional, recientemente la Comisión Económica para América Latina y el Caribe y el Instituto de Pesquisa Econômica Aplicada (Cepal, & IPEA, 2016) crearon la primera matriz insumo-producto para América del Sur para analizar los encadenamientos productivos regionales con mayor nivel de detalle y profundidad que el permitido por las bases desarrolladas por organismos multilaterales, como los mencionados más arriba.

La OCDE (TiVA-OCDE) estimó que, hacia 2011, el 24% del comercio internacional de bienes y servicios estaba contabilizado doblemente (o, si se quiere, el 24% del valor de las exportaciones no fue agregado domésticamente). Teniendo en cuenta que en dicho año el total de las exportaciones de bienes y servicios fue de unos 19 billones de dólares, el doble conteo habría explicado alrededor de 4,6 billones de la moneda norteamericana. A modo de comparación, en 1995 el doble conteo del comercio internacional ascendía al 18% del total (1 billón de dólares).

Ahora bien, como se verá en este trabajo, hay profundas heterogeneidades regionales y sectoriales en cuanto al peso de la doble contabilización. Asimismo, tal peso ha variado desigualmente entre los países y los sectores entre 1995 y 2011. A nivel nacional, el doble conteo se plasma en el valor agregado importado dentro del valor de las exportaciones. A su vez, ramas que hoy están muy segmentadas internacionalmente (como la electrónica o la automotriz) también muestran elevados niveles de doble contabilización, como se verá.

El porcentaje de valor agregado importado dentro de las exportaciones está muy influido por el tipo de inserción de un país en los eslabones de transformación y/o por el ensamble de manufacturas de las CGV. Sin embargo, la participación en estas también puede darse cuando un país es proveedor de materias primas e insumos que luego serán transformados por un segundo país, para posteriormente ser exportados como bien final. Yendo al ejemplo de la tabla 1 mencionado más arriba, podemos decir que los países A, B y C participan de CGV: el país A lo hace como proveedor, el B como transformador y proveedor y el C como transformador. Por tal razón, instituciones como la Unctad (2013) han desarrollado un índice de participación en CGV descompuesto en dos partes: la participación aguas abajo (downstream) y la participación aguas arriba (upstream).

Aquí denominaremos participación relativa aguas abajo de un país al porcentaje de sus exportaciones que forman parte del valor final de las exportaciones de otros países. Por ejemplo, si Arabia Saudita exporta petróleo crudo a Corea del Sur, en donde es transformado en un combustible refinado que luego es exportado a Vietnam, tal exportación de petróleo crudo se contabilizará como participación aguas abajo en CGV. Si el combustible surcoreano no fuera exportado, entonces Arabia Saudita no tendría tal participación. Por definición, toda participación aguas abajo corresponde a exportaciones de bienes intermedios, aunque no ocurre lo mismo a la inversa. Por su lado, se denomina participación relativa aguas arriba al porcentaje de contenido importado en las exportaciones (tanto de bienes finales como intermedios) de un país determinado. Los países que tengan una participación relativa aguas arriba más elevada que la participación aguas abajo tenderán a estar especializados en los tramos finales de la cadena, como transformadores y/o ensambladores. A la inversa, los que cuentan con una participación relativa aguas abajo más elevada que la aguas arriba tenderán a estar en los eslabones iniciales, como proveedores de insumos intermedios (como por ejemplo materias primas o bienes intermedios industriales). Por su parte, la participación absoluta de un país en las CGV representa el monto absoluto de transacciones ligadas a CGV (sea aguas arriba o aguas abajo) en función del total mundial de tales transacciones.

3. El impacto de las CGV a nivel sectorial: principales cambios desde la década de 1990

El propósito de esta sección es tanto dar cuenta de los cambios en la fisonomía del comercio internacional desde los años 1990, explicando qué sectores han sido los que más incrementaron su peso en el mismo, como indagar sobre el impacto de la doble contabilización del comercio internacional a nivel sectorial y de países. En la tabla 2 se ofrecen algunos elementos para dar cuenta de estos fenómenos. Por un lado, en las filas se muestran diversos sectores de actividad –por ramas–, tanto primarios como secundarios y terciarios, mientras que en las columnas presentamos tres variables: a) el contenido importado en las exportaciones mundiales de la rama en cuestión; b) la participación de la rama en cuestión en las exportaciones brutas (esto es, sin tener en cuenta los efectos de la doble contabilización); y c) la participación de la rama en cuestión en las exportaciones en términos de valor agregado (esto es, teniendo en cuenta los efectos de tal doble contabilización). A partir de la base TiVA-OCDE, se muestran los datos para 1995 y 2011 y la diferencia entre ambos años.

Como se aprecia en la última fila de la tabla 2, en 1995, el 17,9% de las exportaciones mundiales estaban contabilizadas doblemente o, lo que es igual, tenían valor agregado importado. Para 2011, dicha cifra llegó al 24,2%, evidenciando un aumento de la segmentación productiva a nivel global. Ahora bien, si examinamos los sectores que más impulsaron tal aumento, vemos en primer lugar, que el incremento del contenido importado en las exportaciones se debe casi íntegramente al sector industrial, que subió del 23,5% al 33,4% entre 1995 y 2011 (ver la antepenúltima fila de la tabla 2). Ello parece mostrar que el grueso de las reestructuraciones productivas globales se producen al interior de este sector, que por sus propias características tecnoproductivas es mucho más demandante de insumos que los demás.

En contraste, en el sector primario el valor agregado importado en las exportaciones se mantuvo prácticamente constante (de hecho, bajó ligeramente del 7,9% al 7,3%) y en el sector terciario, de servicios, subió, pero no demasiado (del 9,3% al 13,8%). Al interior de la industria, la rama de coque, derivados del petróleo y combustible nuclear es la que más aumentó su contenido importado en las exportaciones (16,7 puntos porcentuales) debido a la fuerte alza de los precios de los hidrocarburos durante la década de 2000. De este modo, en 2011 llegó a ser la rama de mayor contenido importado de todas, 42,7%. Las ramas equipos de informática y electrónica, y maquinaria y aparatos eléctricos también sufrieron un gran aumento de esta variable, con incrementos en el valor agregado foráneo de 13,5 y 12 puntos porcentuales, respectivamente. Si en 1995 estas tres ramas estaban entre las de mayor contenido importado, en el periodo transcurrido hasta 2011 ratificaron dicha tendencia. La rama vehículos automotores también aumentó su coeficiente de importaciones en el periodo 1995-2011, aunque a un ritmo menor que los sectores antes mencionados (9,5 puntos porcentuales). Aun así, en 2011 seguía estando entre las actividades con mayor fragmentación mundial3.

Resulta interesante notar que la rama textil, indumentaria, cuero y calzado (una de las más estudiadas en la literatura sobre CGV) aumentó muy poco su contenido importado entre 1995 y 2011: tan solo 2,5 puntos porcentuales. Ello hizo que dejara de ser en 2011 una de las ramas manufactureras con mayor uso de insumos importados, como lo era en 1995. Una posible explicación de tal fenómeno es que este sector fue el primero en aplicar la lógica de la deslocalización (quizá se deba a tal razón la vasta cantidad de estudios de caso sobre el sector). En efecto, ya en la década de 1950 compañías de indumentaria estadounidenses y europeas comenzaron a hacer offshore en Japón, para luego mudarse a Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur en la década de 1960 (Sztulwark, & Juncal, 2014). De este modo, la segmentación productiva ya habría alcanzado un techo. Asimismo, muchos de los insumos importados utilizados en esta cadena (por ejemplo, fibras vegetales como algodón y lana) no sufrieron durante los años 2000 los aumentos de precio que sí registraron las materias primas clave de las cadenas química (hidrocarburos) y metalmecánica (minerales).

Apréciese también que el aumento del contenido importado en las exportaciones de las ramas alimentos, bebidas y tabaco; madera y derivados; papel y derivados y productos de imprenta; e industrias manufactureras ncp fue menor al promedio industrial. En ello confluyen dos factores: a) una menor tendencia a la segmentación geográfica, dadas las propias características del proceso productivo (por ejemplo, es más infrecuente que un país importe materias primas alimenticias para transformarlas en alimentos elaborados con vistas a la exportación, a que haga lo mismo con insumos para la electrónica); y b) un menor aumento de los precios vis à vis el petróleo y los minerales en las materias primas clave de estas cadenas.

Dentro de los servicios, los que más aumentaron su valor agregado foráneo son transporte y almacenamiento (7,7 puntos porcentuales), correo y telecomunicaciones (6,9 puntos porcentuales), intermediación financiera (7 puntos porcentuales) y actividades informáticas (7,7 puntos porcentuales), aunque partiendo de una base mucho más baja que la industria manufacturera. No es casual que estos servicios sean los más ligados a la lógica de organización de la producción de las CGV.

En la tabla 2, también puede verse qué sectores aumentaron su peso en las exportaciones mundiales, tanto en términos brutos (es decir, sin descontar los efectos de la doble contabilización) como en valor agregado doméstico. En 1995, el 61,7% de las exportaciones mundiales (brutas) eran industriales, 31,7% de servicios y 6,7% de productos primarios. Para 2011, las cifras habían pasado a ser, respectivamente, 57,6%, 30,8% y 11,8%. Descontando la doble contabilización de los insumos importados, los cambios registrados entre 1995 y 2011 habrían sido más profundos, con el sector primario aumentando en casi 7 puntos porcentuales su participación en las exportaciones mundiales, a expensas del sector manufacturero. Lógicamente, esto se explica por el fuerte cambio en los precios relativos ocurrido en la década de 2000. Llama también la atención el aumento del peso de servicios como los de intermediación financiera, I+D y otras actividades empresariales, lo mismo que el de las actividades informáticas, en las exportaciones mundiales, lo cual es una señal de profundización de las CGV.

Por su lado, en la tabla 3 puede verse qué sectores son los que más explicaron el valor agregado importado en las exportaciones mundiales en 1995 y en 2011. El sector secundario dio cuenta de alrededor del 80% (81,1% en 1995 y 79,5% en 2011), muy por delante del terciario (16,4% en 1995 y 17,5% en 2011) y el primario (2,9% en 1995 y 3,5% en 2011). Dentro de la industria manufacturera, tanto en 1995 como en 2011, el rubro de equipos de informática y electrónica fue el que más explicó la segmentación productiva global (15,5% y 14,3% del total, respectivamente). En 1995, el sector automotriz dio cuenta de un 10,6% adicional de los insumos importados con vistas a la elaboración para posteriores exportaciones, ocupando el segundo lugar en esta variable; en 2011, dicha cifra había mermado al 8,5%.

Nótese la pérdida de relevancia del sector textil en la segmentación global de la producción, pasando del 6% al 3,3% del total. Como se mencionó más arriba, ello puede deberse a un punto de saturación en la deslocalización de este sector, junto al hecho de que las materias primas textiles experimentaron aumentos menores a los de la minería o los hidrocarburos. En contraste, el sector de coque, derivados del petróleo y combustible nuclear aumentó sideralmente su participación en la segmentación global de la producción (del 2,6% al 7,4%), lo cual se debe en primer lugar a lo ocurrido con los precios de los hidrocarburos. Lo mismo ocurre con el sector de químicos (que pasó del 7,8% al 9,3%) y metales básicos (del 6,1% al 7,3%), en este último caso merced al aumento de los precios de los minerales.

Las estimaciones del contenido importado en las exportaciones de un sector resultan proxys de cierta dinámica de las CGV, pero no la explican totalmente. De hecho, el principal defecto de ese indicador es que no nos indica cuántas fases tiene el proceso productivo (cuán larga es la cadena). En efecto, un alto contenido importado en las exportaciones puede deberse al uso de materias primas importadas caras a ser utilizadas en una cadena simple. Por ejemplo, supongamos que el país A exporta a B petróleo por un valor de 10 dólares. B transforma este petróleo en un producto petroquímico y lo exporta a C por 20 dólares. En este caso, el contenido importado en el producto petroquímico sería del 50%, con dos eslabones del proceso productivo. Ahora bien, supongamos que un país E exporta a F mineral de hierro por 5 dólares. F lo transforma en acero y lo exporta a G, por 10 dólares. G transforma el acero en autopartes y las exporta a H por 15 dólares. H ensambla las autopartes en un automóvil y las exporta a J por 30 dólares. Aquí el contenido importado en las exportaciones de J también sería del 50%, pero la cadena es mucho más larga, ya que intervienen cuatro eslabones en el proceso productivo.

En la figura 1, estimada a partir de información de la OCDE (2012), se presentan datos complementarios a los recientemente expuestos, al mostrar la «longitud» de diferentes CGV en 2008. El índice será de 1 si el proceso productivo de ese sector solo utiliza un eslabón (lógicamente, de ese mismo sector). El valor del índice aumenta a medida que se van utilizando más eslabones, sean del mismo sector (por ejemplo, autopartes que proveen a las terminales automotrices, ya que ambas se computan bajo el rótulo vehículos automotores) o de otros. El índice también contempla el grado de segmentación productiva necesario para llevar a cabo la fabricación de tales insumos intermedios, de modo que las cadenas cuyos insumos intermedios también utilicen sus respectivos insumos intermedios puntuarán más que las que no lo hagan. La figura 1 no solo muestra la longitud de la cadena, sino la parte de la misma que es doméstica y la que es internacional4.

Asimismo, podemos ver que las cadenas más largas (en efecto, las más segmentadas verticalmente, incluyendo en esa segmentación tanto la que ocurre a nivel nacional –en gris oscuro– como la que ocurre a nivel global –en gris claro–) son la de televisión y equipos de comunicaciones, vehículos automotores, metales básicos, maquinaria eléctrica, otros equipos de transporte, y textil, cuero y calzado. Nótese que cadenas como refinación de petróleo, que tienen un muy alto contenido importado en sus exportaciones5, se posicionan ahora en mitad de tabla y muy por detrás de otros sectores manufactureros. Esto ocurre porque se trata de una cadena relativamente corta (en definitiva, se transforma el petróleo crudo en refinado), pero en donde el principal y costoso insumo (el petróleo crudo) suele ser importado.

4. Los cambios en la participación relativa en las CGV a nivel país

En esta sección nos centraremos en analizar cómo han cambiado los índices de participación relativa en las CGV en los 49 países de nuestra muestra, los cuales, como dijimos, representan el 85% del PBI mundial. Para ello nos valdremos de la información que provee la tabla 4, la cual está ordenada en función de los países que más han incrementado su participación total relativa en las CGV.

Varios datos llaman la atención en la tabla 4. El primero es que todos los países de la muestra incrementaron su participación total relativa en las CGV, lo cual a todas luces habla de que la integración de la producción mundial fue generalizada en el periodo. Un segundo punto a tener en cuenta es que China es el país que menos ha aumentado su participación relativa en las CGV, con «apenas» 4,9 puntos porcentuales. Ello se debe a una caída en su participación relativa aguas arriba (esto es, en el porcentaje de contenido importado de sus exportaciones) y a un moderado aumento en su participación aguas abajo (esto es, en el porcentaje de las exportaciones que son tomadas como insumos intermedios en las exportaciones de otros países). ¿Cómo entender esto? Si bien a mediados de los años 1990 China era un país eminentemente ensamblador de productos industriales (de hecho, su nivel de participación relativa aguas abajo era el menor de la muestra, con solo un 9,5%), en el periodo transcurrido desde entonces ha ido desarrollando una base de proveedores locales que le han permitido disminuir el contenido importado en sus exportaciones, las cuales se fueron volviendo cada vez más de alta tecnología (Koopman, Wang, & Wei, 2008).

Otra cuestión relevante que se desprende de la tabla 4 es que las restantes potencias manufactureras del Este Asiático (Corea del Sur, Taiwán y Japón) aumentaron fuertemente su participación relativa en las CGV. Taiwán y, sobre todo, Corea del Sur reafirmaron su especialización en los tramos finales de la cadena (esto es, su participación aguas arriba es mucho más alta que la aguas abajo), en tanto que en Japón el grado de especialización se mantuvo intacto (más como proveedor de insumos industriales). Asimismo, países del Asean6, como Tailandia, Vietnam, Camboya o Malasia, también incrementaron fuertemente su participación relativa en las CGV, consolidándose como nunca antes en los eslabones finales de la cadena (nótese que su participación relativa aguas abajo creció muy poco). Sin embargo, en Indonesia ocurrió algo distinto: si bien el crecimiento de su participación relativa en las CGV superó al promedio mundial, lo hizo exclusivamente bajo la modalidad aguas abajo. Ello hizo que si en 1995 su posición en las CGV estaba en promedio en eslabones centrales (es decir, su participación aguas arriba y aguas abajo era similar), para 2011 la especialización estuvo claramente en los eslabones iniciales de la cadena, proveyendo materias primas como hidrocarburos, caucho o carbón. Otros miembros del Asean, como Filipinas y Singapur, también tuvieron comportamientos particulares: ambos países incrementaron su participación relativa en las CGV por debajo de la media mundial debido a que su participación relativa aguas arriba cayó. Ello parece estar indicando, más que un desarrollo de proveedores locales al estilo chino, un paulatino cambio de función en las CGV desde los eslabones finales hacia otros anteriores.

Otros países que han aumentado fuertemente su participación relativa en las CGV son los del Este Europeo (Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia). Vale remarcar que se trata de países que pertenecieron al bloque soviético, los cuales cuentan con mano de obra calificada, bajos costos laborales, una historia de relativa industrialización y una gran cercanía geográfica con Europa Occidental, sobre todo con Alemania. En las últimas dos décadas, estos países han recibido grandes oleadas de IED, sobre todo de empresas alemanas (seguidas luego por inversión de firmas francesas, italianas y estadounidenses), en campos como el automotriz, la electrónica de consumo y el resto de la metalmecánica. En general, ensamblan este tipo de productos con insumos importados que provienen de otros países de la Unión Europea, entre los que destaca Alemania7. De ahí su alto (y creciente) índice de participación en las CGV y su sesgo mucho mayor hacia los eslabones finales que hacia los iniciales, como muestran los respectivos guarismos de participación aguas arriba y aguas abajo.

Por su lado, países como Chile, Arabia Saudita, Colombia, Rusia o Australia han incrementado su participación relativa en las CGV por encima de la media mundial traccionados por la modalidad aguas abajo. Si en 1995 estos países ya se especializaban en los eslabones iniciales a partir de la exportación de commodities, el periodo transcurrido no hizo más que profundizar esa situación.

Los países de Europa Occidental en general tuvieron un incremento de la participación relativa en las CGV no demasiado diferente a la media mundial, salvo los Países Bajos, Irlanda y Suecia (bastante por debajo de la media). En la actualidad, la mayoría de ellos (Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, España, Países Bajos, Suiza, Suecia, Austria y Portugal) se encuentran en promedio en los eslabones centrales, habida cuenta de que no hay grandes diferencias entre sus participaciones aguas abajo y aguas arriba.

Por su lado, los de América del Norte (Estados Unidos, Canadá y México) aumentaron su participación relativa en las CGV a un menor ritmo que el promedio mundial, lo cual estaría mostrando que la fragmentación de cadenas productivas en el marco de la puesta en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, puesto en marcha en 1994) se dio mucho más en los años 1990 que en los 2000, a diferencia de lo ocurrido en el Este y el Sudeste Asiático, que como vimos han mostrado mayor aceleración en la fragmentación de cadenas. Vale remarcar que Estados Unidos ocupa un rol análogo al de Japón, en el sentido de que tanto en 1995 como en 2011 se mostró más especializado en los eslabones iniciales de la cadena (aunque en lugar de exportar commodities, como Chile, Arabia Saudita, Colombia, Rusia o Australia, exporta bienes intermedios manufacturados). En contraste, México y Canadá tienen un sesgo mayor hacia los eslabones finales; vale aclarar que mientras México mantuvo tal posición entre 1995 y 2011, en Canadá la participación aguas abajo creció a un ritmo mayor que la aguas arriba, acercándose en promedio a los eslabones centrales de las cadenas.

Por su parte, Argentina y Brasil son países cuyos índices de participación total relativa en las CGV son sensiblemente más bajos que la media, aunque entre 1995 y 2011 expandieron su participación relativa en las CGV a un ritmo muy parecido al promedio mundial. Ahora bien, mientras que en Argentina tal incremento se dio más bajo la modalidad aguas arriba, en Brasil ocurrió lo contrario. La razón de ello es, en primer lugar, el boom de demanda de los commodities registrado en la década de 2000: Brasil consolidó su rol de proveedor de insumos para la metalmecánica asiática (con fuerte sesgo exportador) por medio de sus exportaciones de mineral de hierro. En contraste, las exportaciones argentinas, al ser mayormente agroindustriales, operan más como bienes finales (o intermedios, pero para consumir dentro del mercado de destino), de modo que cuentan poco como participación aguas abajo. Asimismo, el fuerte despegue de las exportaciones automotrices argentinas durante la década de 2000, con un elevado contenido importado sobre todo de Brasil, también contribuye a dar cuenta de por qué la participación aguas arriba fue más dinámica que la aguas abajo.

Por último, en la tabla 4 aparece una categoría llamada «resto del mundo» que abarca a los siguientes países: de Asia, a Qatar, Irán, Irak, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Kuwait, Omán, Yemen, Siria, Afganistán, Pakistán, Bangladesh, Nepal, Kazakstán, Armenia, Georgia, Uzbekistán, Turkmenistán, Kirguistán, Azerbaiyán, Birmania, Laos, Mongolia, Corea del Norte, Bután y Brunéi; de África, a todos los países menos Sudáfrica; de América Central, a Panamá, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Honduras y Belice; del Caribe, a todos los países; de Oceanía, a todos los países menos Australia y Nueva Zelanda; de América del Sur, a Uruguay, Paraguay, Bolivia, Perú, Venezuela, Ecuador, Surinam, Guyana y Guayana Francesa; de Europa, a Luxemburgo, Estonia, Lituania, Letonia, Serbia, Montenegro, Bosnia y Herzegovina, Croacia, Macedonia, Moldavia, Eslovenia, Islandia, Ucrania y Belarús. Es llamativo que en 1995 tal agrupamiento de países tuviera niveles similares de participación aguas arriba y aguas abajo, lo cual contrasta con lo que se ve para 2011, donde es muy clara la especialización en los eslabones iniciales (alta participación aguas abajo y baja aguas arriba). Ello se debe en buena medida al fuerte incremento del precio de los hidrocarburos, que incrementó el peso relativo de países petroleros de Oriente Medio como Qatar, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Irak o Irán8, cuyas exportaciones están dirigidas mayormente a países asiáticos industrializados (o en vías de serlo), como China, Japón, Corea del Sur, Taiwán, Singapur o India, en donde serán transformadas en insumos petroquímicos exportables.

En la figura 2 podemos visualizar parte de lo relatado anteriormente, al comparar la participación relativa aguas arriba y aguas abajo en las CGV en 1995 (círculos azules) y en 2011 (triángulos rojos) para varios de los países descriptos más arriba (no hemos incluido a todos para que la figura se mantenga legible). Nótese que en el eje vertical tenemos la participación aguas arriba en las CGV, en tanto que en el horizontal incluimos la participación aguas abajo (en porcentajes en ambos casos). El «centro geográfico» del esquema corresponde a la media mundial en el año 2011 (lógicamente, el promedio mundial debe mostrar una identidad entre la participación aguas arriba y la participación aguas abajo, que en dicho año fue del 24,2% en ambos casos).

Los países que están en la mitad superior de la figura 2 poseen una participación aguas arriba en las CGV por encima del promedio mundial de 2011 y viceversa los que están en la mitad inferior. Los que están en la mitad derecha tienen una participación aguas abajo superior al promedio mundial de 2011 y viceversa los que están en el lado izquierdo. La figura 2 tiene, además, dos diagonales. La que va del «suroeste» al «noreste» (diagonal A) representa todos los puntos en los que las participaciones aguas arriba y aguas abajo son idénticas. Los países que se encuentren más cerca de esta diagonal estarán menos especializados (o, si se quiere, tendrán en promedio una participación agregada en los eslabones «centrales» de la cadena), en tanto que los que se encuentren por encima tendrán una especialización centrada en los eslabones finales y los que se encuentran por debajo una centrada en los iniciales. La diagonal que va del «noroeste» al «sureste» (diagonal B) representa todos los puntos en los que la participación total en las CGV es igual a la media mundial de 2011. De este modo, los países que se encuentran muy por encima de esta diagonal tendrán una participación total superior al promedio mundial en 2011 y viceversa los países que se encuentran muy por debajo de esta diagonal.

5. Los cambios en la participación absoluta en las exportaciones mundiales y en las CGV a nivel país

Como es ya sabido, otro de los cambios más profundos registrados entre 1995 y 2011 fue el gran aumento de la participación de China en la economía global y, en particular, en el comercio internacional. En 1995, el gigante asiático explicaba el 2,5% mundial de las exportaciones brutas (y el 2% de las exportaciones en valor agregado doméstico); en 2011, dicha cifra había ascendido al 10,3% (9,2% en valor agregado doméstico) (ver la tabla 5). Rusia, Arabia Saudita, India, Brasil, México, Indonesia, Malasia, Tailandia, Polonia, Turquía, Irlanda, República Checa, Argentina, Chile, Vietnam y Colombia, entre otros, también acrecentaron su participación y lo hicieron a expensas de países centrales como Estados Unidos, Japón o los de Europa Occidental. Nótese que en 2011 China fue el mayor exportador mundial, si tomamos la visión convencional de las exportaciones (esto es, las brutas), levemente por delante de Estados Unidos. Sin embargo, el hecho de que este último país tenga menores coeficientes de insumos importados en las exportaciones hace que, en términos de valor agregado, haya seguido ocupando el primer puesto (11,2% del total mundial contra 9,2% de China).

Resulta llamativo también el alto incremento de la participación del «resto del mundo». Ello se debe sobre todo a los países de Oriente Medio y, en menor medida, a África y el resto de América del Sur, gracias al fuerte incremento del precio de las materias primas. Asimismo, nótese el fuerte crecimiento del comercio internacional, que pasó de 5,7 billones de dólares a 19 billones (+ 233%). Descontando el efecto de la doble contabilización, el aumento fue algo menor, pero igualmente muy elevado (+ 207%).

Tendencias similares a las recientemente descriptas se observan en los cambios en la participación en las CGV. En 1995, China explicaba el 3% mundial de la participación total en ellas; en 2011, dicho guarismo había trepado al 10,1%, para ser el más elevado del mundo (ver la tabla 6). Tal cifra llega al 13,6% si nos centramos solo en la participación aguas arriba. En contrapartida, la mayoría de los países desarrollados perdió peso. Emergentes como Rusia, India, Arabia Saudita, Tailandia, Turquía o Brasil, entre otros, también expandieron su peso en el total de los flujos comerciales ligados a las CGV. Asimismo, Argentina incrementó su participación absoluta en las CGV (del 0,2% al 0,3%), aunque sigue teniendo un rol relativamente marginal.

Los mapas 1 y 2 –tomados de OCDE (2012)– contribuyen a clarificar muchos de los puntos anteriormente señalados al mostrar los principales flujos de insumos importados con vistas a su procesamiento para su ulterior exportación en 1995 y 2009, respectivamente. El grosor de las flechas muestra el monto comerciado, en tanto que el tamaño de las burbujas refiere al total del valor agregado importado en las exportaciones de ese país o región. En 1995, el principal flujo surgía de Estados Unidos como proveedor de los países de Europa Occidental (EU-15, por los quince primeros países en ingresar en la Unión Europea). Otros flujos significativos de insumos para productos a ser exportados eran los de Europa Occidental a Europa Oriental (Other Europe) y al Asean, que por ese entonces explicaba el 8,7% del total mundial de la participación aguas arriba en las CGV9; los de Estados Unidos a Canadá, al Asean y a México; y los de Japón al Asean. Nótese el peso reducido de China en esa dinámica por entonces.

En el mapa 2 puede apreciarse cómo cambió la geografía económica mundial hacia 2009: los flujos se hicieron más polidireccionales y abundantes (como se aprecia en el sentido y grosor de las flechas) y el contenido importado en las exportaciones de todas las regiones y países aumentó significativamente (apréciese el aumento del tamaño de las burbujas). Es muy claro cómo, hacia dicho año, China se había transformado claramente en un país receptor de valor agregado importado en términos absolutos (a pesar de que su participación relativa aguas arriba cayó gracias a que el valor agregado doméstico en las exportaciones se acrecentó proporcionalmente más), destacándose Estados Unidos, Europa Occidental, Japón y Asean como sus principales proveedores. Esta última región también consolidó su rol de transformadora-ensambladora, al recibir mayormente insumos de Europa Occidental, Estados Unidos, el resto del mundo, China y Japón. Europa Oriental también profundizó su lugar en los eslabones finales de la cadena, recibiendo mayormente insumos provenientes de Europa Occidental. Esta última región aparece como un engranaje clave de la geografía económica de las CGV, ya que además es proveedora neta del Asean y de China y compradora neta de Estados Unidos y el resto del mundo. Este doble rol, como proveedora y como compradora, explica por qué su participación aguas arriba y aguas abajo es parejo (de ahí que la definimos como especializada en eslabones centrales), como se vio anteriormente.

El total de los intercambios asociados a las CGV pasó de 2,05 billones de dólares en 1995 a 9,27 billones en 2011, lo que representa un aumento del 351,3%, como se puede ver en la tabla 7, en la que se ordenan los países en función del crecimiento acumulado de su participación total en las CGV entre esos años. Entre los de mayor dinamismo, se encuentran India y Vietnam, quienes multiplicaron por más de 20 veces el monto de su comercio ligado a las CGV; China, que lo hizo por 15; Camboya y Polonia, por casi 11; Arabia Saudita, por 10; Eslovaquia, por 9; Rusia por 8,5, y Colombia, Turquía, Rumania y Brasil por algo más de 8. Por su lado, Argentina lo multiplicó por 6,6 (+ 562,5%), cifra superior a la media mundial (de ahí que su participación absoluta en los flujos de CGV haya pasado del 0,2% al 0,3%). Por el contrario, los países que incrementaron su comercio ligado a las CGV por debajo del promedio mundial son todos desarrollados, con la única excepción de Filipinas.

6. Participación en CGV y posibilidades de desarrollo para la periferia

Hasta ahora hemos analizado las principales tendencias de la geografía económica mundial de las últimas dos décadas. Ahora bien, ¿existe alguna relación entre la participación en CGV y las posibilidades de desarrollo? La presente sección procurará estudiar este interrogante.

Como es sabido, el desarrollo está indefectiblemente ligado a la mejora (generalizada) de la calidad de vida de un país. Una condición necesaria, aunque claramente no suficiente, del desarrollo es el alcance de un elevado PBI per cápita; por lo tanto, el tránsito acelerado hacia el desarrollo presupone altas tasas de crecimiento económico. ¿Participar en CGV incrementa el crecimiento?, ¿en qué medida? Según los organismos multilaterales –véase, por ejemplo, Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, Unctad (2013)–, las CGV serían un instrumento clave para el desarrollo en los países de ingresos bajos y medios, ya que les permitirían aumentar sus exportaciones y sus capacidades tecnológicas por medio de la interacción con firmas líderes que tienen la best-practice a nivel mundial. En el mismo informe de 2013, la Unctad asegura que existe una fuerte relación entre el aumento de la participación en las CGV registrado entre 1990 y 2010 y el crecimiento económico; sus estimaciones cubren 125 países en desarrollo y han sido elaboradas procesando la base de datos de CGV Unctad-Eora.

Aquí presentamos una estimación propia realizada a partir de los datos de TiVA-OCDE para el periodo 1995-2011. Para ello, en la figura 3 se consignan tres variables. En el eje vertical se mide el crecimiento de la participación de los países en las CGV (en tasa anual acumulativa): aquellos países que se encuentran en la mitad «norte» de la figura 3 son los que aumentaron su participación en las CGV por encima de la media mundial. En el eje horizontal se presenta una ratio entre el crecimiento del valor agregado doméstico en las exportaciones y el crecimiento de las exportaciones brutas; esta variable viene a ser un proxy del cambio en la integración vertical a nivel nacional entre 1995 y 2011, tal que un resultado superior a 1 implica una mayor integración nacional (o, lo que es lo mismo, un menor peso del contenido importado de sus exportaciones). Aquí, la mitad «este» de la figura 3 incluye a aquellos países en los que tal ratio fue superior a la media mundial. Finalmente, el crecimiento del PBI per cápita es la tercera variable considerada y se presenta según el ícono y color con el que se designa a cada país: aquellos con triángulos azules experimentaron un «bajo» crecimiento relativo, los de círculos rojos uno «medio-bajo», los de cuadrados verdes uno «medio-alto» y los de cruces amarillas uno «alto»10.

Esta estimación arroja evidencias que están en sintonía con las de Unctad (2014): efectivamente, aparece una asociación (aunque no necesariamente causalidad) entre mayor participación en las CGV y mayor crecimiento del PBI per cápita; puede apreciarse que la amplia mayoría de los países ubicados en el «norte» de la figura 3 tiene íconos verdes o amarillos, con algunas excepciones, como Arabia Saudita, Colombia, Brasil, México o Australia. En contraste, la mitad «sur» de la figura 3 incluye a la mayoría de los países de menor crecimiento relativo (íconos azules y rojos), en general, países desarrollados (como Finlandia y Suecia) y otros emergentes consolidados (como Taiwán, Singapur y Hong Kong; en este caso, la única excepción es Filipinas). De acuerdo con el análisis de la Unctad, la tasa de crecimiento de los países se ordenaría (de mayor a menor) de la siguiente manera: primero los del cuadrante «noreste», luego y sucesivamente los del «noroeste»,

«sudeste» y «sudoeste». Ello implicaría dos corolarios: a) que, a similar participación en las CGV, disminuir el contenido importado en las exportaciones favorecería el crecimiento del PBI per cápita; y b) que, de todos modos, parecería ser mejor aumentar la participación en las CGV aún con un mayor contenido importado en las exportaciones que tener un mayor contenido local con una baja participación. De esta manera, la Unctad sugiere un patrón de inserción en las CGV que implica asociarse primero a ellas incrementando el contenido importado en las exportaciones, para luego –construcción de capacidades mediante– ampliar la red de proveedores locales de insumos intermedios que permitan disminuir tal contenido importado. En términos de la figura 3, sería conveniente ir primero hacia el «norte» (aun dirigiéndose hacia el «noroeste»), para después cambiar en dirección «este», algo parecido a lo que ha hecho China. Es evidente que el incremento de la participación en las CGV con un aumento del contenido importado en las exportaciones solo puede darse de dos maneras: o bien por medio de flujos de IED en zonas francas o maquiladoras11, o bien a través de la relación entre firmas subcontratadas y grandes multinacionales.

Estas «recomendaciones» deben ser cuidadosamente consideradas. Por sí solo, un aumento en la participación en las CGV no garantiza un mayor crecimiento económico; esto ocurrirá siempre y cuando las ganancias derivadas del crecimiento de las exportaciones superen a las eventuales pérdidas ocasionadas por el desplazamiento de proveedores locales de insumos intermedios por parte de proveedores extranjeros (Dalle et al., 2013). De tal modo, no cabe esperar el mismo efecto si un país se «sube» a las CGV partiendo de una estructura productiva relativamente simple –en cuyo caso es probable que el efecto neto sea positivo– que cuando ya se han desarrollado significativas capacidades locales de fabricación de insumos intermedios o partes y componentes, como, por ejemplo, en Argentina y Brasil. Es plausible que en estos casos, y precisamente por un efecto de desplazamiento, una integración ortodoxa a las CGV tenga un impacto nocivo para el crecimiento y la distribución del ingreso.

A su vez, el exitoso recorrido chino (primero hacia el «norte» y luego hacia el «este») no ha descansado en una liberalización a secas de su economía, sino en nuevos tipos de regulaciones, en las cuales el Estado mantiene un papel crucial en el manejo de la política económica y, en particular, de la industrial. La política industrial de China de las últimas décadas tiene muchos puntos en común con la que experimentó Corea del Sur entre las décadas de 1960 y 1980: un sistema político con planificación centralizada (todavía mayor a la registrada en Corea del Sur en esos años), con fuertes capacidades institucionales y elevada vocación industrialista, que invierte y también fomenta la inversión privada en áreas estratégicas de la estructura productiva y en educación (Deyo, 2016). Al respecto, vale agregar que el Estado chino ha sido sumamente regulador de la IED: en sectores estratégicos –aquellos ligados a la seguridad nacional y la promoción del desarrollo científico y tecnológico–, el Estado mantiene un férreo control sobre el capital extranjero; en sectores menos estratégicos, relaja tales controles y da un mayor poder de decisión a las autoridades locales y al sector privado (tanto nacional como foráneo). Esta estrategia respecto a la IED apunta a la transferencia tecnológica por parte de las empresas multinacionales y al consiguiente incremento de la base tecnológica doméstica y de las capacidades productivas y tecnológicas de las firmas nacionales. Asimismo, el enorme tamaño de la economía china ha permitido al Estado inmejorables condiciones de negociación respecto a las grandes multinacionales en lo que concierne a este último punto (Hsueh, 2011; Arceo, 2011; Lee, 2016; Lo, & Wu, 2014; Heilmann, & Shih, 2013).

Adicionalmente, debe tenerse en cuenta que las probabilidades de éxito de «subirse» a las CGV también dependen de la intensidad de la demanda de exportaciones, la cual a su vez es función de varios factores, entre los que sobresalen dos: a) el tipo de bienes en que se especialice el país «recién subido» a las CGV; y b) el dinamismo de sus socios comerciales predominantes. Evidentemente, no es en absoluto indistinto –en términos de sus efectos netos– participar en CGV basadas en productos de demanda expansiva o vegetativa, ni en las que los mercados nodales estén en países de alto o bajo crecimiento.

No hay que olvidar, además, que la demanda interna (sea bajo la forma de consumo privado, gasto público o inversión privada) también puede jugar un papel importante en el crecimiento. En efecto, países como Argentina, Brasil o incluso Japón y Estados Unidos tienen ratios de exportaciones sobre el PBI relativamente bajas. Ello hace que la contribución al crecimiento económico de este último componente de la demanda agregada sea relativamente reducida. Lógicamente, las exportaciones, al ser una fuente genuina de divisas, sí son claves para marcar las posibilidades de que ese crecimiento sea sostenido en términos de estrangulamiento externo de la balanza de pagos, sobre todo en países periféricos (Amico, 2014).

El problema de las visiones predominantes en los organismos internacionales –como la de la Unctad– y las de corte liberal en general es que tienden a asumir a los modelos export-led como la única vía de desarrollo posible para la periferia, minimizando el rol de la demanda doméstica como constructora de la competitividad externa –y, por tanto, de la posibilidad de que los países se vuelvan crecientemente exportadores–. Es sabido –y de hecho lo admite la Unctad– que para que los modelos de tipo export-led resulten exitosos en las condiciones del capitalismo periférico el disciplinamiento salarial es absolutamente necesario, a diferencia de los modelos wage-led, en los que los salarios asumen una función de motor clave del crecimiento (e incluso, dada cierta política industrial, de la posibilidad de exportar). Asimismo, las experiencias de Corea del Sur, Taiwán, China, Vietnam, Tailandia o Malasia, muchas veces consideradas como ejemplos paradigmáticos, se han desarrollado en un contexto institucional de baja densidad sindical y, en varios casos, de regímenes autoritarios represivos, contexto que no se da en muchos países latinoamericanos (como, especialmente, Argentina, Uruguay o Brasil).

Sin duda, la sustentabilidad externa de todo proceso de crecimiento –sea traccionado por la demanda externa o interna– es otra cuestión a consolidar. Como ha venido sosteniendo la Cepal (2012), un crecimiento es más sustentable en el largo plazo cuando va acompañado de un superávit de la cuenta corriente. Experiencias de crecimiento con déficits crónicos de la cuenta corriente financiados por la cuenta capital se han dado en América Latina y en muchos casos terminaron en crisis de solvencia, como la de la deuda externa a principios de los años 1980 o la de Argentina de la convertibilidad. Si bien hay casos como el australiano (déficit de cuenta corriente crónico desde la Segunda Posguerra Mundial) o el surcoreano (déficit entre 1962 y 1985), que no implicaron crisis en el largo plazo, ello se debió en buena medida a factores geopolíticos (Estados Unidos consideró a ambos países aliados clave en la Guerra Fría y no tuvo mayores problemas en financiar sostenidamente tales déficits).

Ahora bien, las economías periféricas suelen enfrentar diversas dificultades para mantener un crecimiento sostenido y, a la vez, un superávit de la cuenta corriente. En estas economías, el crecimiento, dada la debilidad de las estructuras productivas, se ve acompañado de una elevada elasticidad-ingreso de las importaciones, en particular en un contexto de salarios y consumo crecientes. En las estrategias export-led, el aumento de las exportaciones y el subconsumo de la clase trabajadora facilitan la transición; en cambio, en las estrategias centradas en la demanda interna no hay modo de superar el cuello de botella si no es a través de un proceso dinámico de sustitución de importaciones y de escalamiento exportador.

Asimismo, las economías periféricas se caracterizan por situaciones de dependencia tecnológica y de fuerte extranjerización de sus activos productivos, lo que implica una carga adicional en las cuentas externas, fundamentalmente vía la remisión de utilidades, cuya contrapartida es el financiamiento de las economías desarrolladas. Estas, a su vez, perciben ingresos adicionales por derechos de propiedad intelectual: a modo de ejemplo, las exportaciones netas estadounidenses en este rubro fueron de casi 90.000 millones de dólares en 2014, cifra superior a la totalidad de las exportaciones argentinas12. Más aún, su fortaleza tecnológica, financiera y, en el caso de Estados Unidos, militar, permite contar a este país con reservas monetarias bajo las cuales se realizan las transacciones internacionales; de este modo, aun incurriendo en déficits de cuenta corriente tiene mayores capacidades para financiarlos.

Una de las claves para sostener un proceso de desarrollo de largo plazo consiste en establecer y sostener las condiciones para un crecimiento acelerado con solvencia externa. Más que la mera participación en las CGV (las que, por otra parte, como hemos visto, distan mucho de ser un escenario único y homogéneo o que suponga una única modalidad de inserción), en las economías periféricas tales condiciones requieren: a) mejorar la relación entre la elasticidad-producto de exportaciones e importaciones, tanto cambiando la composición de la canasta exportable como sustituyendo eventualmente importaciones en sectores estratégicos; y b) incrementar las capacidades productivas, tecnológicas e innovadoras del aparato productivo doméstico. En cualquier caso, la alternativa no es «mucha o poca inserción en las CGV» y el desafío sigue siendo evitar aquellas formas de inserción internacional que impulsen un crecimiento empobrecedor y excluyente.

7. Conclusiones

En este artículo hemos procurado analizar algunos aspectos de la fisonomía de la geografía económica mundial desde mediados de los años 1990, sus transformaciones y algunas de sus implicancias para el desarrollo de la periferia. A partir de la utilización de una mirada diacrónica (comparando 1995 contra 2011), se han examinado los principales cambios operados en la inserción internacional tanto de sectores productivos como de países. De este modo, se pudo comprobar que son las ramas industriales (en particular, la electrónica, la automotriz, la de metales básicos o incluso la de refinación de petróleo) las que en la actualidad exhiben mayor contenido importado en promedio, debido a que sus propias características tecnoproductivas hacen que utilicen mayores insumos que el sector primario o el de servicios. Sin embargo, el hecho de que los sectores primarios y terciarios tengan bajos contenidos importados no implica que sean ajenos a la lógica de las CGV, dado que, como comprobamos, muchos países especializados en este tipo de actividades (sobre todo las primarias) participan y mucho en las CGV, aunque bajo la modalidad aguas abajo, esto es, en los eslabones iniciales de la cadena. Adicionalmente, hemos verificado que la longitud de una cadena no es sinónimo de elevados contenidos importados en las exportaciones. Por ejemplo, las mencionadas ramas de electrónica, automotriz, metales básicos o incluso refinación de petróleo cuentan hoy con altos coeficientes de importaciones y, sin embargo, las tres primeras son cadenas más bien «largas» (esto es, divididas en diversos eslabones), en contraste con la última, que es una cadena más bien «corta».

Asimismo, la información permite confirmar que todos los países analizados incrementaron su participación relativa en las CGV. A pesar de esto, tales incrementos han sido dispares en cuanto a su magnitud y a cuál fue el componente (aguas arriba o aguas abajo) que dio mayor impulso a dicho fenómeno. En los del Este Asiático (excepto China) y el Este Europeo, las exportaciones tienen cada vez más contenido importado y/o son cada vez más insumos para las exportaciones de otros países. El caso de China es paradigmático, ya que si bien es el país que menos ha aumentado su participación relativa en las CGV, con «apenas» 4,9 puntos porcentuales, a mediados de la década de 1990 era un país eminentemente ensamblador de productos industriales y, mediante la aplicación de una agresiva política industrial, incrementó proporcionalmente más el valor agregado doméstico que el contenido importado en sus exportaciones (14 contra 13,2 veces, cuando el promedio mundial fue, respectivamente, de 3,1 y 4,5 veces). En este sentido, es clave analizar las transformaciones registradas también en la participación absoluta en las CGV entre 1995 y 2011, donde se evidencia un creciente rol de los países periféricos.

Por último, concluimos el trabajo analizando la relación entre una mayor participación en las CGV, el crecimiento y el desarrollo. Nuestra visión se distancia de la expuesta por organismos internacionales como la Unctad (2013), para quien «subirse» al tren de las CGV –lo cual implica desregulación de la IED, liberalización comercial y flexibilización laboral– incrementa las posibilidades de desarrollo económico de los países periféricos. Por el contrario, hemos enfatizado que no existe una única forma de insertarse en las CGV ni un único sendero de desarrollo (tanto export-led como wage-led pueden ser alternativas igualmente válidas dadas ciertas condiciones externas e internas). Aún más, los modelos export-led y wage-led no tienen por qué ser mutuamente excluyentes si es que la demanda interna logra ser inductora de la competitividad externa. Ahora bien, más allá de que el motor central de la demanda sea interno o externo, hay un punto que parece innegable: para que en los países periféricos el crecimiento acarree solvencia externa hace falta transformar la estructura productiva, lo cual no ocurre si el Estado opta por ser un agente pasivo. Tal cambio estructural requiere indefectiblemente el diseño e implementación de una agresiva política industrial.

Siglas usadas

Asean Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (por sus siglas en inglés)
Cepal Comisión Económica para América Latina y el Caribe
CGV Cadena global de valor
I+D Investigación y desarrollo
IDE-Jetro Instituto de Desarrollo Económico-Organización de Comercio Exterior del Japón
IED Inversión extranjera directa
IPEA Instituto de Pesquisa Econômica Aplicada
ISI Industrialización por sustitución de importaciones
ncp No clasificados previamente
OCDE Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
OMC Organización Mundial del Comercio
PBI Producto bruto interno
pc Per cápita
TIC Tecnología de la información y la comunicación
TiVA Trade in Value Added
TLCAN Tratado de Libre Comercio de América del Norte
Unctad Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (por sus siglas en inglés)

 

Referencias

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1 En 2009, las exportaciones mundiales de bienes intermedios superaron a la suma de las exportaciones de bienes finales y bienes de capital, representando el 51% de las exportaciones de bienes (sin contar hidrocarburos) (OMC, & IDE-Jetro, 2011, p. 81).

2 En las tablas 2 a 7, la gradación de colores indica intensidad: los valores altos se inician en verde oscuro, los intermedios se indican en tonos de amarillo y bajan hacia anaranjado, los valores bajos llegan hasta rojo oscuro.

3 La rama electricidad, gas y agua también fue una de las que más aumentó su contenido importado en las exportaciones (12,5 puntos porcentuales), ya que uno de sus insumos básicos son los hidrocarburos. Sin embargo, su participación en las exportaciones mundiales, tanto en 1995 como 2011, es marginal (menor al 0,5%).

4 El índice del número de etapas del proceso productivo ha sido propuesto por Fally (2011) y calculado para la economía estadounidense utilizando esa matriz insumo-producto. La OCDE ha utilizado la misma metodología, pero tomando la macromatriz insumo-producto mundial. De este modo, el índice de longitud de las CGV se calcula así: Nik = u.(I A)-1, donde Nik es el índice para la industria k en el país i, u es un vector unitario, I es una matriz identidad y A es la inversa de Leontief. Este índice es similar al del cálculo de los eslabonamientos hacia atrás utilizado en la literatura sobre insumo-producto (OCDE, 2012).

5 En las tablas 2 y 3 esta rama aparece como coque, derivados del petróleo y combustible nuclear.

6 La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (en inglés, Association of Southeast Asian Nations) es una organización regional de Estados del sudeste asiático que fue fundada en 1967. Agrupa a diez estados: Malasia, Tailandia, Indonesia, Vietnam, Filipinas, Camboya, Laos, Singapur, Birmania y Brunéi.

7 Alemania explicó en 2011 el 21% del valor agregado importado de las exportaciones checas, el 14% de las de eslovacas, el 20% de las húngaras y el 17% de las polacas.

8 Arabia Saudita también cumple con esta condición, pero TiVA-OCDE la trata diferencialmente.

9 Se advierte que el mapa 1 no capta los flujos al interior de las regiones: EU-15, otros países de Europa (Other Europe), Asean y el resto del mundo.

10 El criterio para esta estratificación consistió en dividir la muestra de países en cuartiles: los de «bajo» crecimiento fueron aquellos con una tasa anual acumulativa inferior al 1,5%; los de «medio-bajo», aquellos con una tasa entre 1,5% y 2,2% (media mundial); los de «medio-alto», aquellos con tasa entre 2,2% y 2,9%; y los de «alto» crecimiento aquellos con una tasa superior a esta última cifra.

11 Las zonas francas (export processing zones) son áreas de libre comercio creadas por los Estados con el objetivo de incentivar las exportaciones y la inserción en CGV. En general, las zonas francas suelen encontrarse en países en desarrollo e incluyen exenciones arancelarias, baja presión fiscal y reducidas regulaciones en general; además, suelen utilizar mano de obra bajo condiciones de extrema flexibilidad y cuyas remuneraciones son muy bajas para los estándares internacionales. Las llamadas «maquilas» son sinónimos de zonas francas.

12 Datos de UnctadStat para 2014.


Artículo recibido el: 9 de febrero de 2016

Aprobado para su publicación el: 4 de junio de 2017

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