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Apuntes

Print version ISSN 0252-1865

Apuntes vol.45 no.82 Lima Jan./Jun. 2018

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.21678/apuntes.82.861 

ARTÍCULOS

Vivir yendo y viniendo: ciclos migratorios de peones forestales argentinos

Living life coming and going: migratory cycles of Argentine forestry workers

 

Alfonsina Verónica Albertí

Centro de Estudios e Investigaciones Laborales-Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CEIL-Conicet, Argentina

ava1903@hotmail.com


Resumen

Este artículo trata sobre los trabajadores forestales oriundos de la provincia de Misiones (nordeste de Argentina) que migran hacia otras provincias para emplearse de forma temporal. El objetivo es comprender el vínculo entre la movilidad espacial y el acceso al empleo. A partir de una metodología cualitativa, reconstruimos los ciclos anuales migratorios de los trabajadores, teniendo en cuenta la diversidad de recorridos espaciales y temporalidades implicadas en las migraciones y analizando cómo estas características varían en función de los atributos del trabajador, las estrategias del hogar de procedencia y las redes de acceso al empleo.

Palabras clave: trabajadores forestales; migración laboral; trabajadores migratorios; trabajo forestal; empleo temporal; productividad forestal; Argentina.


Abstract

This article deals with forestry workers from the province of Misiones (northeast Argentina) who migrate to find temporary employment in other provinces. Our objective is to understand the link between spatial mobility and access to employment. Based on a qualitative methodology, we reconstruct the annual migratory cycles of workers, taking into account the variety of spatial paths and temporalities involved in migration and analyzing how these characteristics vary according to each worker’s attributes, household strategies, and networks of access to employment.

Keywords: Forestry workers; labor migration; migrant labor; forestry work; temporary employment; forest productivity; Argentina.


Introducción

En la fase actual del capitalismo agrario, la mano de obra está obligada a desarrollar pautas de movilidad cada vez más complejas, en donde se combinan desplazamientos a distinta escala espacial (migraciones internas e internacionales) con distintas temporalidades, generando situaciones de nomadismo laboral o de seminomadismo (Pedreño, 1999; Lara Flores, 2010; Bendini, Steimbreger, & Radonich, 2012). En la Argentina, Rau (2009) señala que el registro de trabajadores rurales y estibadores arroja un número de entre 1,3 y 1,5 millones de trabajadores, de los cuales se estima que la mitad no se encuentran registrados, es decir, unas 650.000 personas; y se calcula que el 40% de estas serían trabajadores migrantes temporales, lo cual implicaría a un número de 260.000 personas.

Nuestro referente empírico son un conjunto de peones forestales que, al ser expulsados de la actividad maderera en su provincia de Misiones durante la década de 1980, comenzaron a migrar temporariamente para emplearse en este sector en otras provincias de la Argentina. Ellos principalmente se dirigen hacia el nordeste de la provincia de Entre Ríos, desplazándose más de 800 kilómetros de distancia. El carácter temporario de la migración en forestación no está condicionado por una estacionalidad ligada a los ciclos naturales, sino al hecho de que las forestaciones son plantaciones manejadas y el momento de realización de las prácticas de manejo depende de la planificación de las empresas con respecto a la explotación de dichas plantaciones (Bardomás & Díaz, 2005).

Misiones es una provincia que ha formado históricamente mano de obra conocedora de las tareas del obraje, las cuales tienen gran complejidad y requieren una gran destreza física; esta circunstancia hace atractiva la contratación de trabajadores misioneros por parte de las empresas de Entre Ríos, que envían a la zona a «contratistas» y en algunos casos utilizan a los mismos trabajadores como encargados para reclutar mano de obra entre vecinos, parientes y amigos. Esto a su vez se sostiene en redes sociales para el acceso al empleo, ya se trate de redes verticales entre empleadores y trabajadores u horizontales entre trabajadores y sus vecinos, amigos o parientes.

El objetivo de este artículo es comprender cómo se articula la movilidad espacial con el acceso al empleo en los recorridos laborales de los trabajadores; para ello, por un lado, caracterizamos el contexto en el que se desenvuelven estos agentes, teniendo en cuenta el sector forestal en la provincia de Misiones, lugar de donde parten los trabajadores, y en la provincia de Entre Ríos, a la que migran temporariamente; por otro lado, reconstruimos el ciclo migratorio anual considerando ciertos atributos del trabajador, como la edad y la posición que ocupa en su grupo doméstico, su participación en redes sociales vinculadas al acceso al trabajo y, asimismo, la estrategia de reproducción social que sostiene su hogar de procedencia (teniendo en cuenta si allí se realiza o no pequeña agricultura de subsistencia y venta de excedentes).

Describimos tres tipos de ciclos migratorios en el contexto del itinerario laboral del trabajador: a) ciclos exclusivamente forestales, construidos fuera de Misiones; b) ciclos forestales alternados con la chacra en origen; y c) ciclos forestales combinados con tareas agrícolas y no agrícolas en forma asalariada en distintos espacios. Los ciclos migratorios configuran distintos patrones de circulación espacial: mientras que los dos primeros son de tipo pendular, es decir, implican el traslado espacial entre dos zonas, el tercer ciclo es de tipo circular porque incluye distintos espacios por los cuales transita el migrante antes de retornar a su hogar.

El primero de los ciclos, que presenta un patrón pendular, es el ciclo forestal exclusivamente fuera de la provincia de Misiones. En este caso, los trabajadores permanecen durante todo el año empleados en la actividad forestal en otras provincias, principalmente en el nordeste de Entre Ríos y el sur de Corrientes. Estas migraciones se caracterizan por tener una frecuencia temporal regular. Los viajes a los campamentos forestales son a lo largo de todo el año con estadías que se extienden entre 35 y 40 días, con pequeños intervalos temporales de descanso, de entre 8 y 10 días, en Misiones. Esta frecuencia temporal regular se vincula con el empleo de las grandes empresas forestales que exigen ese ciclo laboral sin que existan razones productivas para su implementación. Los trabajadores en este caso conservan su condición de registrados solo si cumplen el régimen temporal impuesto por la empresa. La mayoría de ellos son jefes de familia con hijos que se desempeñan como motosierristas, aunque también pueden trabajar como maquinistas y algunos cumplir la función de contratista.

En el segundo ciclo migratorio de tipo pendular, el ciclo que articula trabajo forestal fuera de Misiones y trabajo en la chacra en Misiones, el trabajador intercala trabajo para sí en la parcela con trabajo forestal en otras provincias. El patrón temporal de la migración es irregular. La frecuencia de viajes varía de acuerdo al trabajo en la chacra y a los arreglos familiares de los que participa el trabajador. Las estadías en campamentos forestales son de entre 30 y 90 días, siendo común que los trabajadores permanezcan en Misiones en los meses de mayo y junio, cuando se cosecha y prepara la tierra. En enero y febrero también se mantienen en sus hogares debido al menor rendimiento productivo del trabajo forestal, debido a que en estos meses de calor la madera es más difícil de descortezar.

Por último, el patrón migratorio de tipo circular está representado por el ciclo que articula trabajo forestal con otros trabajos asalariados dentro y fuera de Misiones. Este patrón espacial de movilidad es circular porque los trabajadores articulan empleos en distintos espacios geográficos (distintas provincias y en algunos casos el sur de Brasil) antes de retornar a sus hogares de procedencia. La temporalidad migratoria es irregular e implica largos períodos de ausencia del hogar, de uno a nueve meses, intercalados con largos períodos de desempleo en el lugar de procedencia. Generalmente estos trabajadores son hombres jóvenes y solteros, que se emplean en puestos específicos, tales como motosierristas o peladores, siendo este último el menos calificado y peor remunerado.

1. Abordaje metodológico

El trabajo de campo que generó los datos primarios para este artículo se realizó en el período de junio de 2009 a enero de 2013 en dos espacios geográficos diferentes. En una primera etapa, se desarrolló en el contexto de dos campamentos forestales ubicados en el nordeste de Entre Ríos; luego se siguió trabajando en el área rural de Bernardo de Irigoyen (Misiones). Acordamos la centralidad de tomar la perspectiva de los protagonistas de los procesos investigados, aunque advirtiendo que la misma es en realidad una interpretación del investigador y que los discursos de los investigados deben ser contextualizados en relación a las posiciones de poder que ocupan en el entramado social (Guber, 2004).

Las técnicas implementadas para la construcción de datos primarios fueron la entrevista estructurada, la entrevista semiestructurada y la conversación informal. Las entrevistas fueron registradas mediante el uso de grabador digital. Siguiendo a Sautu (2005), la entrevista estructurada implica una guía de preguntas con respuestas abiertas y la semiestructurada se basa en una guía de temas. El registro escrito de conversaciones complementó las entrevistas, debido a que, como sostiene Guber (2004), en algunas ocasiones el entrevistado se incomoda frente a la presencia del grabador y «se larga a hablar» cuando se apaga este aparato. Las entrevistas también fueron complementadas con observaciones. La observación es una técnica que supone el proceso de contemplar de modo sistemático y detenido cómo se desarrolla la vida social; la información generada mediante observación fue plasmada mediante notas de campo que enriquecieron la información de las entrevistas.

La primera etapa del trabajo de campo se desarrolló en el contexto de los campamentos de una empresa forestal y de la explotación de un productor particular ubicados en los departamentos Concordia y Colón, en la provincia de Entre Ríos. El objetivo central de esta etapa fue conocer el perfil sociodemográfico de los trabajadores y averiguar de qué lugares provenían. También se observaron las condiciones de vida y de trabajo en los campamentos forestales.

La segunda etapa se llevó a cabo en el área rural del municipio de Bernardo de Irigoyen, en donde se emplazan las unidades domésticas de procedencia de los trabajadores. El criterio de selección de las unidades domésticas estuvo orientado a captar la mayor heterogeneidad de situaciones: unidades domésticas con y sin chacras; con jefatura masculina y con jefatura femenina; compuestas por distintos tipos de familias; que se encuentren atravesando distintas fases del ciclo doméstico. En un principio, entrevistamos a los miembros de dos unidades domésticas correspondientes a dos de los trabajadores que habíamos contactado en Entre Ríos; el resto de unidades domésticas se seleccionaron a partir de la técnica de bola de nieve, que permitió lograr una muestra heterogénea.

En esta etapa, las entrevistas dirigidas a los trabajadores migrantes, en el contexto de las unidades domésticas, tuvieron como objetivo reconstruir su ciclo migratorio durante el año 2011 en el marco de sus itinerarios laborales. Esta reconstrucción no fue exhaustiva, sino que se orientó a identificar los cambios y continuidades en la carrera laboral con respecto al ciclo del año 2011. La entrevista que se aplicó se vincula a cuestiones del itinerario laboral, como edad de inicio de la migración, articulación o no con otros trabajos migrantes y condiciones de trabajo y de vida en los campamentos; también indagamos sobre las formas en que los trabajadores accedían a información para enterarse de las zonas a las que era conveniente migrar y con qué empleadores.

2. Nociones teóricas y conceptos para el análisis

Las migraciones laborales no pueden comprenderse sin recurrir a las nociones de red social, territorio y temporalidad. Los trabajadores migrantes entablan redes para desplazarse, buscar trabajo y mantenerse en contacto con sus lugares de procedencia; este tejido de relaciones contribuye a convertir al espacio por el que se movilizan en territorio y a construir temporalidades migratorias que varían en función de las estrategias desplegadas por los trabajadores y sus familias.

El concepto de «red» es un instrumento valioso para estudiar la acción social: la red de relaciones puede ser vista en términos de los condicionamientos que ejerce sobre el comportamiento o en términos del instrumental que cada actor realiza a partir de dichas relaciones para obtener sus propios fines. Asimismo, en el ámbito de las migraciones de tipo laboral (Benencia & Geymonat, 2005; Benencia, 2007), las redes dan cuenta de la importancia que tienen los elementos extraeconómicos en el funcionamiento de los mercados de trabajo, como los vínculos familiares, de amistad y de compadrazgo.

A su vez, es importante señalar la advertencia que realizan algunos autores (Tilly, 1990; Pedone, 2003, 2010) con respecto al error que implica exacerbar el aspecto solidario y de reciprocidad de las redes. En este sentido, ellos distinguen las relaciones horizontales (que implican vínculos de solidaridad) y las relaciones verticales (que implican vínculos de explotación). Esta desigualdad en las relaciones de poder conlleva que no todos los individuos accedan de igual manera a información y a bienes simbólicos y materiales disponibles.

Por otra parte, desde el paradigma de las circulaciones migratorias que domina los estudios migratorios franceses a partir de 1990, se generan varios conceptos para reflexionar en torno a las categorías de espacio y de tiempo. El termino «circulación migratoria» aparece en la década de 1980 en Francia para analizar la movilidad en términos dinámicos, superando la dicotomía origen/destino, en la búsqueda por comprender la dinámica entre los mercados laborales y el conjunto de flujos materiales e ideales generados por la circulación de las personas (Cortes & Faret, 2009).

En esta línea, el término «territorio migratorio» acuñado por Faret (2001) permite romper la dicotomía origen/destino, como si estos fuesen espacios aislados, para comprender cómo se articulan los distintos lugares por los que transitan los migrantes a través de una lógica que los integra y les otorga significaciones. Otro término acuñado para captar la complejidad de la movilidad espacial es «territorio circulatorio», que se refiere a territorios abarcados por redes de poblaciones que tienen la característica de saber circular; la noción de territorio circulatorio constata la socialización de espacios según lógicas de movilidad (Tarrius, 2000).

Con respecto a la noción de «circulación», Cortes (2009) arguye que supone las siguientes cuestiones: a) las dinámicas de organización espacial que producen y definen las circulaciones (conformación de polos, nodos, interfaces y rutas migratorias) en relación a los itinerarios de los migrantes; b) las modalidades concretas del desplazamiento, pero no solamente de los actores migrantes, sino también de los actores conexos (no migrantes); y c) el poder y saber circular, es decir, «los recursos circulatorios» que remiten a todo lo que hace posible el desplazamiento: recursos financieros, movilización de un capital social, uso de redes, medios de comunicación y circulación de información.

En referencia a la categoría «tiempo», según Tarrius (2000), este organiza el espacio y el uso del espacio se vincula con los itinerarios de los ritmos de vida. Las temporalidades, a su vez, articulan distintos tipos de movilidades entre niveles territoriales. Para Canales (1999), la relación entre la migración y la temporalidad está fundada en la construcción de la temporalidad migratoria como mediación, es decir, como ámbito de articulación del proceso migratorio con otros fenómenos sociales y demográficos; de este modo, la forma temporal de la migración se encuentra en función de las dinámicas de género, las diferencias generacionales y el lugar que ocupa el individuo migrante en la estructura familiar.

Moraes Silva (2010) analiza las migraciones laborales que se producen desde el nordeste de Brasil hacia las producciones de azúcar y alcohol en el estado de San Pablo y denomina al espacio de circulación migratoria como territorios migratorios permanentemente temporarios, articulando de este modo las nociones de tiempo y espacio, para dar cuenta de cómo los trabajadores y sus familias organizan su reproducción social en distintos espacios geográficos por distintos períodos de tiempo.

Para el caso del norte de Nicaragua, Prunier (2011) describe las trayectorias migratorias de los campesinos, afirmando que los espacios sociales y económicos multilocalizados como locus de reproducción de familias rurales articulan movilidades cortas y migraciones largas, combinando desplazamientos transnacionales y migraciones internas. Estos modelos migratorios complejos entretejen la preservación de la agricultura doméstica con los empleos asalariados fuera de la localidad.

En México, Lara, Sánchez y Saldaña (2014) analizan los procesos de asentamiento y migraciones laborales de trabajadores agrícolas en el estado de Morelos, una región en donde predominan los pequeños agricultores, y en el estado de Sinaloa, en donde se emplazan grandes empresas de agricultura intensiva, dando cuenta de la complejidad que reviste la movilidad espacial en las estrategias de reproducción social de estos colectivos.

Por otra parte, Gadea, Ramírez y Sánchez (2014) analizan el fenómeno de las migraciones del empleo agrario a partir de enclaves agrícolas ubicados en España y en distintos lugares de América Latina y dan cuenta de cómo los procesos de reestructuración agroalimentaria han modificado los perfiles y formas de circulación de los jornaleros, mostrando procesos de movilidad cada vez más complejos que cuestionan las formas tradicionales de entender los fenómenos de la migración y los asentamientos.

Para el caso de la Argentina, numerosos trabajos realizados por investigadores del Departamento de Geografía y de Estudios Sociales Agrarios de la Universidad de Comahue analizan los vínculos entre estrategias de reproducción social y territorialidades migratorias a partir del estudio de trabajadores migrantes estacionales de la región patagónica (Radonich, 2001; Bendini & Steimberger, 2010; Bendini et al., 2011; Bendini, 2011). Por otra parte, Quaranta (2014) examina cómo el Estado a través de las políticas públicas incide sobre las estrategias de reproducción de las familias partícipes del trabajo migrante vinculado a la producción olivícola del norte argentino, transformando los circuitos migratorios.

Por último, queremos hacer referencia al concepto de «ciclo migratorio» como un término que condensa las nociones de territorio, tiempo y estrategia de reproducción social. El ciclo anual del trabajo en migrantes temporales forma parte de las estrategias de reproducción social de sus familias, que a su vez comprende la totalidad de relaciones laborales que establecen los trabajadores migrantes a lo largo del año (Carambula Pareja, 2009).

Los desplazamientos entre los diferentes destinos donde se ocupan los trabajadores y su lugar de residencia van conformando los ciclos laborales de cada uno. No se puede considerar como migrante a este trabajador solo por la condición de su residencia habitual, sino por la incorporación y participación en mercados de trabajo de otras provincias o regiones: «[…] el énfasis no es puesto en lo transitorio de las residencias o estancias, sino en el recurrente y permanente tránsito de un espacio a otro» (Canales, 1999, p. 17).

Asimismo, los desplazamientos pueden generar distintos patrones espaciales. Las migraciones pendulares son aquellas en las que el trabajador parte de su localidad de procedencia hacia el lugar de trabajo y luego regresa, mientras que las circulares involucran el tránsito del migrante por distintos trabajos ubicados en diferentes espacios geográficos nacionales y/o internacionales (Lara Flores, 2006).

3. Del monte nativo de Misiones a los campamentos forestales de Entre Ríos

La actividad forestal en la provincia de Misiones se distingue en dos tipos: explotación de monte nativo y explotación de árboles implantados. Mientras que en la zona nordeste de la provincia la explotación de bosques naturales se remonta hacia la época de los jesuitas, en la zona del noroeste provincial, en el sector de la costa del río Paraná (departamentos de El Dorado, Iguazú y Montecarlo, y en menor medida San Ignacio y Oberá), a partir de la década de 1970, se desarrolló la explotación de bosques implantados (Kostlin, 2005), orientados hacia el mercado internacional (Krautstofl, 1991).

Los distintos estudios sobre organización del trabajo y condiciones laborales en los campamentos de monte nativo o de bosques implantados en distintas zonas de la provincia de Misiones (Flood, Baudron, Giarraca, & Soverna, 1974; Mastrangelo, Scalerandi, & Figueroa, 2011; Krautstofl, 1991) coinciden en que se trata de un trabajo altamente precarizado, en donde predomina la inestabilidad y la intermediación laboral, la falta de seguridad e higiene en los campamentos y la débil organización sindical.

En la década de 1980, cuando la crisis económica puso fin a los subsidios para la forestación, se importó a gran escala madera de Chile, Brasil y Paraguay. En este período entra en crisis la actividad forestal de monte nativo del nordeste de Misiones. Un estudio en la zona de San Pedro (departamento ubicado en el nordeste provincial) relata que, tras la crisis de la actividad maderera de esa década, muchos de los peones forestales despedidos por las empresas quedaron residiendo en la zona y se formó una especie de reservorio de mano de obra, al cual los contratistas acudían para buscar gente que conociera el trabajo en los obrajes (Kostlin, 2005).

Por otra parte, Gómez Lende (2012) relata cómo durante la década de 1990 se inicia una nueva etapa en la cual la actividad forestal provincial se integra a la lógica de la economía global trasnacional mediante la privatización de empresas estatales, ahora en manos de grupos nacionales. Durante esta última fase, el sector dinámico de explotaciones forestales implantadas, ubicado en la zona noroeste de Misiones, comienza a adoptar «el paradigma de calidad», que conlleva la implementación de certificación global, lo cual incide en el trabajo local, pues el trabajo de calidad es el trabajo seguro y la seguridad está asociada a la productividad. También se comienzan a implementar los sistemas de certificaciones profesionales, que implican la capacitación técnica de los trabajadores del sector (Mastrangelo et al., 2011).

Es importante señalar que los obreros desplazados por la crisis de la explotación de monte nativo encuentran dificultades para acceder al empleo en el dinámico sector de bosques implantados en el noroeste. La nueva etapa de integración al sector forestal global, que se inicia en la década de 1990, produjo cambios en la organización productiva que afectaron a la mano de obra empleada en el noroeste provincial. A partir de 1996, el traspaso a un grupo chileno de la principal empresa empleadora (Alto Paraná S. A.) profundizó el proceso de tercerización característico de la actividad, afectando a los hacheros y motosierristas. La mecanización del corte –mediante la introducción de máquinas procesadoras–, las exigencias de seguridad, la categorización y el requerimiento de estudios secundarios completos a los trabajadores fueron las principales innovaciones (Schiavoni, Albertí, & Bardomás, 2012), las cuales dificultaron el acceso al empleo forestal en el sector.

De este modo, los procesos que acontecen en el sector forestal misionero desencadenan las migraciones laborales de trabajadores, principalmente hacia el nordeste de Entre Ríos1. En el departamento de Concordia (ubicado en esta región), a fines de la década de 1970, en virtud de un sistema de desgravación impositiva, se plantaron 60.000 hectáreas de eucaliptos. Según uno de los entrevistados, esto ocurrió en una «zona netamente citrícola y ganadera», «la actividad forestal estaba totalmente descolgada y originó también que no haya mano de obra de esa índole» (contratista de personal, Entre Ríos, 43 años).

Se inicia así una actividad sin antecedentes en la región, que requirió la conformación de un mercado de trabajo y la presencia de empresas procesadoras de la materia prima. Los grandes volúmenes de madera destinada a la exportación demandaban importante cantidad de mano de obra conocedora de las tareas del obraje y dispuesta a realizar el trabajo bajo condiciones precarias. En comparación con los trabajadores de Entre Ríos, la provincia de Misiones exhibía ventajas por la antigüedad en la actividad forestal extractiva y la existencia de contratistas que efectuaban servicios forestales a grandes empresas (Schiavoni & Albertí, 2013).

Si bien a través de los años se incorporaron algunos trabajadores locales, los informantes clave consultados estiman que entre 70% y 80% de la mano de obra ocupada en las plantaciones de Entre Ríos procede de Misiones. Las escasas oportunidades de empleo en otras actividades con condiciones menos duras que la forestación, como pueden ser la citricultura, la avicultura, la construcción o el trabajo en aserraderos, contribuyen a que la mano de obra local se muestre remisa a insertarse en la actividad forestal (Bardomás & Albertí, 2011; Albertí, Bardomás, & Schiavoni, 2015).

La superficie forestada de Entre Ríos es de 122.681 hectáreas, con lo cual esta provincia ocupa el tercer lugar –luego de Misiones y Corrientes– en el país en cuanto a superficie de bosques implantados. Además, cuenta con 121 aserraderos (89%), 13 impregnadoras (10%) y 2 fabricantes de tablero (1%) (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, INTA, 2009). A su vez, Entre Ríos es la segunda en producción de salicáceas –luego de Buenos Aires– y de eucaliptus. Las especies cultivadas más importantes son los eucaliptus.

Las plantaciones que se ubican sobre la costa del río Uruguay están en los departamentos de Federación, Concordia, Colón, Uruguay, Gualeguaychu e Islas del Ibicuy. En la costa del río Paraná, los departamentos con mayor cantidad de bosques implantados son La Paz y Paraná (INTA, 2009).

La cosecha mecanizada en la región se encuentra restringida a empresas con grandes superficies de aprovechamiento, que hacen rentable la actividad debido al alto costo de los equipos, repuestos y mantenimiento. El 82% de las explotaciones son menores a cien hectáreas, representando menos del 30% del espacio forestado de la región (INTA, 2009).

Bardomás y Díaz (2005) estimaron que para el año 2004 solamente en los departamentos de Colón, Concordia y Federación la actividad requirió 313.266 jornales, equivalentes a 1.450 puestos de trabajo. Esta actividad se encuentra totalmente tercerizada, habiendo sido los contratistas misioneros pioneros en la organización del desplazamiento a Concordia de trabajadores de la zona de Bernardo de Irigoyen, en la provincia de Misiones. Inicialmente, los operativos de movilización se realizaban masivamente en camiones. Con los años, surgieron otros contratistas y los propios trabajadores fueron construyendo la red que vincula los lugares de origen con los sitios de destino laboral:

Con la exportación es cuando empieza a venir la gente de Misiones… Con la exportación de madera se empieza a averiguar quiénes hacían el servicio en el monte y eran solo los misioneros. Venía mucha gente, 100, 150 personas, venían con camiones y colectivos. Ya no se trabajó con santiagueños ni chaqueños; se arrancó con misioneros, ya que se necesitaba mucha mano de obra (contratista de carga de madera, Entre Ríos, 38 años).

Los trabajadores migrantes se ocupan de tareas correspondientes a la fase de cosecha, como pelar la corteza de los árboles, el apeo y la extracción de los mismos, así como la carga de madera con tractor; generalmente los motosierristas y los cargadores de madera son los que más remuneración reciben.

La organización de este mercado de trabajo regional es producto de formas descentralizadas de intermediación. A través de relaciones interpersonales, los contratistas y motosierristas configuran un universo de redes. La cadena de intermediación es fomentada por los mismos contratistas, que delegan en los obreros la incorporación de nuevos trabajadores. Los contratistas aportan el equipamiento y las herramientas y se encargan, además, de suministrar los alimentos que necesita el trabajador durante su permanencia en el campamento (Albertí et al., 2015).

Acerca de la constitución del mercado de trabajo, un contratista relata:

Eso se va formando solo. El motosierrista es el que más gana y un motosierrista en una explotación de eucaliptos corta para cuatro personas. Los cuatro tipos que están pelando para ese motosierrista también están pensando en comprarse la moto. Viene el motosierrista y me dice: «Fulano que es mi pelador ya va a comprar moto, le pido permiso para traer cuatro personas». Entonces, yo le decía: «Trae dos. […] Como yo le decía que lleve dos, porque si son cuatro por más que sea inútil hacia la producción, tenía que llevar a Schrwarzenegger y a Superman (contratista, Entre Ríos, 38 años).

La modalidad de pago es el destajo (por producción) y las jornadas laborales pueden ser de hasta diez horas, dado que el hecho de estar lejos de sus hogares estimula a los trabajadores a llegar a su máximo rendimiento. Uno de los peones relata al respecto:

Si me siento y descanso, a cada rato pierdo plata, no me conviene, nadie se hace semejante viaje, lejos de la familia, lejos de todo, para no hacer nada. Trabajas y trabajas, ahí le das de corrido, y así te sirve. Así podés hacer una diferencia, si no, no te vas a trabajar tan lejos (trabajador forestal, Misiones, 29 años).

Los trabajadores generalmente residen en campamentos forestales, aislados de los núcleos urbanos; en ellos las condiciones de seguridad e higiene varían en función del tipo de empresa. Mientras que en los establecimientos de mayor envergadura se observan condiciones de vida medianamente favorables (presencia de baños, aunque insuficientes para la cantidad de trabajadores, dormitorios en containers, salón comedor) así como indumentaria de seguridad para el trabajador (cascos, botas), por el contrario, en las explotaciones más pequeñas, los trabajadores se instalan en carpas improvisadas, no disponen de baños y no cuentan con indumentaria de seguridad para trabajar.

4. Los ciclos migratorios de los trabajadores

Para reconstruir los ciclos de los 21 trabajadores entrevistados, se tuvo en cuenta las actividades desarrolladas por ellos (tareas forestales, agrícolas y no agrícolas), los espacios geográficos adonde se desplazan para buscar trabajo, la frecuencia con que se movilizan a lo largo del año, la duración de la estadía en los destinos y los períodos de descanso en la unidad doméstica. Se intenta, además, reconocer las rupturas o inflexiones que se presentan en esos circuitos laborales, como pueden ser los momentos de desempleo, los períodos de pausa en el desplazamiento, los cambios en el tipo de inserción, etc.

Con el fin de comprender estos ciclos de modo dinámico, indagamos en los itinerarios de los trabajadores, teniendo en cuenta la forma en que se insertaron por primera vez en el mundo laboral y el recorrido que realizaron hasta el momento en que fueron entrevistados.

Asimismo, describimos el perfil de los trabajadores analizados teniendo en cuenta su edad, nivel de escolaridad alcanzado, edad de inicio en la migración laboral, tipo de unidad doméstica de la cual proceden (nuclear, extensa o multinuclear) y lugar que ocupan en ella2 (hijo, padre de familia o hermano del jefe o la jefa de familia); también tenemos en cuenta el origen social (hijo de productores, de productores y asalariados o de asalariados). En los casos en que las familias de los trabajadores disponen de predios agrícolas, debemos considerar si se trata de ocupantes de tierras privadas, los que generalmente cuentan con extensiones de menos de cien hectáreas y no disponen de tecnología suficiente para desarrollar agricultura a mayor escala que para el autoconsumo y la venta de excedentes.

Con respecto a la edad, el mayor de los entrevistados tiene 58 años y el menor 16, siendo la edad promedio 29 años. Con respecto a los orígenes sociales, en la mayoría de los casos (11) son asalariados y productores, es decir, sus padres se dedicaban a la producción agrícola familiar alternada con el trabajo asalariado. Solo los padres de 6 se dedicaban únicamente a la producción agrícola familiar y 4 tienen origen social exclusivamente asalariado.

El nivel de escolaridad alcanzado por ellos es bajo: de los 21 trabajadores analizados solo 9 completaron la primaria; el resto tiene primaria incompleta y uno de ellos nunca asistió a la escuela. Los que completaron la primaria son los trabajadores más jóvenes, con menos de 30 años de edad. Con respecto a la afiliación sindical, solo 2 de ellos (pertenecientes al ciclo laboral exclusivamente forestal fuera de Misiones) relatan estar afiliados a la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre), el resto no forma parte de ningún sindicato.

La edad de inicio en la migración laboral en la mayoría de los casos es entre 15 y 16 años. Con respecto al tipo de unidad doméstica de procedencia, 11 de los migrantes provienen de familias nucleares, los que se encuentran en etapa de expansión suelen ser padres de familia, mientras que en las unidades que se encuentran atravesando la fase de fisión el migrante suele ocupar el lugar de hijo; 4 de los trabajadores provienen de familias extensas: 3 de ellos ocupan el lugar de hijos y el cuarto es hermano de la jefa de familia; por otro lado, de los 6 trabajadores que provienen de familia múltiple, solo uno es padre de familia.

4.1 Ciclos exclusivamente forestales construidos fuera de Misiones

De los 21 trabajadores entrevistados, 9 realizaron un ciclo exclusivamente forestal durante el año 2011, 8 son padres de familia y provienen de una unidad doméstica de tipo nuclear y solo uno es hermano de la jefa de familia y proviene de una unidad doméstica de tipo extensa. La edad promedio de estos trabajadores es de 35,4 años, siendo el menor de ellos de 25 años y el mayor de 58.

Con respecto a los orígenes sociales, del total de estos 9 trabajadores, 5 tienen padres que fueron asalariados y productores, 3 tienen origen exclusivamente de padres productores y 1 únicamente asalariado. La experiencia asalariada de sus padres en la totalidad de los casos se encuentra vinculada a la actividad forestal. Esto implica que los trabajadores detentan un capital cultural mediante el cual aprendieron un «saber hacer» vinculado con las tareas del obraje, lo que les habilita un capital social amplio para el acceso al empleo dentro de la actividad forestal y les permite participar de redes de acceso eficaz a empleos a lo largo del año.

La mayoría de ellos trabajaron a lo largo de su vida en el sector forestal, aunque eventualmente pueden tener alguna experiencia corta en otro empleo agrícola o no agrícola (en construcción o como chofer de remise). Se trata generalmente de motosierristas, aunque algunos trabajan también con el tractor para cargar madera.

Si bien estos trabajadores comenzaron a migrar en la mayoría de los casos a temprana edad, entre los 14 y 16 años, en la actualidad hay una tendencia al retraso en la edad de inicio de la migración de los hijos: supera los 18 años. Esto en parte se vincula con una estrategia de inversión escolar para los más jóvenes, pero también se explica en el hecho de que este grupo tiene mayor acceso al trabajo en grandes empresas, las cuales están sometidas a más controles estatales y procuran contratar trabajadores de mayor edad.

En este tipo de proceso migratorio, laboralmente, los ciclos son más estables. El migrante trabaja a lo largo de todo el año fuera de Misiones, la temporalidad migratoria es regular y los obreros cumplen con el calendario de viajes estipulado por las empresas, realizándolos a lo largo de todo el año con estadías en el lugar de trabajo de 45 días y estancias de descanso en el hogar que no superan los 10 días3. La condición para sostener el trabajo registrado es cumplir estrictamente con el presentismo que exige la empresa, caso contrario se produce, en palabras de los obreros forestales, «la baja del fichamiento» (en forma automática dejan de estar registrados, aunque generalmente esto no implica que sean despedidos).

Los ciclos de trabajo concuerdan con los desplazamientos hacia otras provincias; esto puede verse como una construcción que emerge de la misma práctica migratoria. Algunos entrevistados relatan haber trabajado en el sector forestal del noroeste de Misiones; esto fue antes de que los despidan luego de que se produjera la mecanización del corte de árboles con máquinas procesadoras. También dicen haber recibido capacitaciones para manejar una motosierra en la empresa de Alto Paraná (noroeste de Misiones). Asimismo, los trabajadores opinan que se gana más dinero en la actividad forestal de otras provincias que dentro de Misiones, debido a que el pago del trabajo es por destajo. Uno de los trabajadores relató al respecto:

Acá en Misiones no hay un trabajo que va a dar mayor ganancia; acá no se gana tanto como por la zona de Entre Ríos, Corrientes. Pero allá se gana; no es que se gana mucho, pero la ventaja que tenemos allá es que estamos 25 días o 45 días, ganamos una cantidad y agarramos una plata junta. Esa plata junta que ganamos, traemos acá para arreglar la casa, hacer algo. En cambio, si trabajamos acá, no podemos comprar nada por la carencia que hay. […] En Alto Paraná sacas la mitad de plata que sacas en Entre Ríos. Allá te haces entre 4.000 y 5.000 pesos (trabajador, Misiones, 37 años).

Estos trabajadores participan de redes eficaces para la obtención de empleo que les permiten un margen de maniobra de cambio de empleadores sin correr el riesgo de atravesar períodos significativos de desempleo. Asimismo, ellos son los que presentan mayor estabilidad laboral (más de un año trabajando para el mismo empleador) y entre ellas se observan más casos de trabajo registrado. Uno de los trabajadores relata su estrategia de acceso al empleo.

Entrevistador: ¿Cambia de empresa seguido?

Entrevistado: Y… a veces se cambia, hace poco tiempo estuve cuatro años con una empresa, después estuve dos años con otra, este año pasado yo estuve con otra empresa y ahora hace dos meses que trabajo en la misma empresa que estuve cuatro años de corrido. Me volvieron a tomar en esta última por segunda vez, lo que pasa que a mí ya me conocen, toda una vida yendo para esos trabajos, nunca quedo colgado (trabajador, Misiones, 38 años).

La mayoría se inició como pelador y posteriormente comenzó a trabajar como motosierrista; en algunos casos pueden desempeñarse también como contratistas de personal para la empresa. En uno de estos, el patrón le presta una camioneta al trabajador para que traslade a sus compañeros hasta los campamentos forestales en Entre Ríos o Corrientes. La esposa del trabajador relata la actividad laboral de su marido:

Este año empezó como encargado también. Trabajaba bien y como el patrón se enfermó lo puso como encargado. Hace lo mismo que antes, trabaja con motosierra, pero yo creo que tiene más trabajo ahora porque también tiene que controlar que los compañeros hagan bien el trabajo y llevarles mercaderías. Este año el patrón le dio una camioneta para que lleve gente para Concordia (esposa de trabajador forestal, Entre Ríos, 37 años).

A lo largo de las etapas laborales, los desplazamientos son recurrentes. El único quiebre importante en la movilidad se produjo durante la crisis de 2002-2003, cuando la actividad se vio seriamente afectada por la modificación del tipo de cambio. En ese momento tan crítico, muchas unidades domésticas pasaron a depender del «Plan jefes y jefas». Uno de los trabajadores relata cómo sobrevivió a la crisis:

Y ahí como ella [se refiere a su esposa] tenía un plan de esos de 150 pesos, nosotros con eso nos teníamos que arreglar. Nosotros teníamos que criar una gallina para comer un huevo, plantar… Tenía que arreglarme como podía, así nomás tenía que pasar. Ni una changa había (trabajador, Misiones, 38 años).

Otro de los trabajadores a través de su relato da cuenta de cómo la densa red de contactos que posee le permite un acceso continuo al empleo forestal, continuidad que sin embargo se vio afectada por la crisis de comienzos del siglo XXI en la Argentina.

Entrevistador: ¿Si vos te cambias de contratista siempre tenés la chance de volver?

Entrevistado: Sí, porque me siguen llamando. Si no me llama el mismo, me llama otro, y si no algún pariente o amigo te avisa de un trabajo. Ellos ya saben, te conocen y también uno tiene teléfonos de varios patrones.

Entrevistador: ¿Has estado períodos sin trabajo, desempleado?

Entrevistado: Sí, cuando pasó lo del corralito4. Estuve más de dos meses sin trabajo. Esa fue la única vez. Pero después siempre me estoy moviendo, vivo yendo y viniendo. Si vos te quedas quieto no vas a tener trabajo, siempre me muevo para donde está el trabajo, acá es así, el que se queda quieto no tiene oportunidad (trabajador, Misiones, 28 años).

Asimismo, estos trabajadores, debido a su tipo de inserción laboral, son los que tienen mejores condiciones de vida y trabajo en el contexto de los campamentos forestales. Uno de ellos comenta al respecto:

Te dan todo lo que tienen que dar, zapato especial, casco, toda la ropa, y estamos bien. Antes, en otra época, se iba en carpas en el medio del monte, ahora tenemos cama, baño. Mejoró bastante, […] es que hay controles, entonces ellos tienen que tener las cosas en regla (trabajador, Entre Ríos, 25 años).

Sin embargo, aunque las empresas contraten obreros de forma registrada, esto no significa que no contraten también mano de obra bajo otro tipo de condiciones. Uno de los trabajadores entrevistados relata que existe trabajo sin registro legal, «en negro», en una empresa forestal importante en Concordia:

Entrevistador: ¿Tenés conocidos que trabajaban en negro [sin el debido registro legal]?

Entrevistado: Sí, un montón. Para Forestal Argentina también había en negro. Allá muchos trabajan en negro por muchas cuestiones, en realidad trabajan en negro para el contratista y la empresa no lo sabe. Forestal Argentina tiene mucho control, es muy seria, pero dentro de la seriedad siempre hay los que hacen la macana. Entonces los contratistas llevan y aseguran diez personas y dos están en negro; a esos que están en negro los llevan como si fuesen asegurados. Y ahí se maneja mucho la gente grande, ahí está el patrón, después está el supervisor del monte, están todos ahí y ahí trabaja la plata, porque para fichar a una persona es mucha plata (trabajador forestal, Misiones, 37 años).

Estos trabajadores sostienen económicamente a sus familias enviando dinero mediante remesas de modo frecuente. Se trata de hogares que sostienen una situación clásica en donde el padre jefe de familia es el proveedor principal del grupo doméstico. Son situaciones en donde el dinero del empleo asalariado no solo cubre la subsistencia mínima, sino que también permite generar pequeños ahorros. Esto se refleja en mejoras en las viviendas, sobre todo en el reemplazo de casas de chapa y madera por casas de cemento.

4.2 Ciclos forestales alternados con trabajo en la chacra

Del total de los trabajadores, 6 realizaron durante el año 2011 un ciclo migratorio que implicó la combinación de trabajo forestal extraprovincial con trabajo en los predios familiares en la localidad de procedencia. De ellos, solo 1 ocupa el lugar de padre de familia en la unidad doméstica de procedencia. Se trata de trabajadores jóvenes, con una trayectoria laboral relativamente corta, menor a 10 años, que pueden desempeñarse como peladores, generalmente los más jóvenes, o como motosierristas, los que cuentan con más tiempo de experiencia en la producción forestal. La edad promedio de estos trabajadores es de 25,5 años, siendo el mayor de 38 y el menor de 16 años.

Con respecto a sus orígenes sociales, los padres de la mayoría de estos migrantes son o han sido asalariados y productores a la vez; solo dos trabajadores tienen padres totalmente dedicados a la producción agrícola, con trayectorias asalariadas diversificadas: muchos de ellos han alternado el trabajo como peón forestal con tareas en el cultivo de yerba mate y tabaco.

Estos trabajadores en su totalidad provienen de unidades domésticas de tipo multinuclear, compuestas por varias familias nucleares o extensas que residen en viviendas próximas y comparten el mismo predio agrícola. Sus integrantes están unidos por lazos de parentesco directo y cooperan de distinta forma en las tareas productivas y de reproducción. La organización familiar de estas unidades es diversa; por ejemplo, hay predios trabajados por padres e hijos, pero con participación desigual: el padre, que ha dejado de migrar o lo hace ocasionalmente, se encarga de las tareas de la chacra, en tanto los hijos contribuyen con su mano de obra en épocas críticas del año en las que se concentra la demanda de trabajo de la chacra o solo realizan aportes económicos.

La actividad predial, en algunos casos, solo se reduce al desarrollo de cultivos para el consumo del hogar, en tanto que en otros existen pequeñas superficies destinadas a cultivos o cría de animales que se colocan en el mercado. La disponibilidad de una chacra, si bien no hace prescindir de la migración, permite reducir la frecuencia de los desplazamientos.

Esta frecuencia no es regular a lo largo del año: en los meses de mayo y junio (época de cosecha y plantación) y enero y febrero (época en que es dificultoso descortezar la madera por el calor y por lo tanto baja el rendimiento productivo) los migrantes suelen permanecer en sus parcelas. A su vez, la mayor o menor frecuencia de viajes depende de los arreglos familiares que realice el migrante con el grupo doméstico para trabajar en la chacra. Estos arreglos son variables y van desde situaciones que implican migraciones dos o tres veces al año, hasta migraciones que suponen viajes a lo largo de todo el año, exceptuando los meses mencionados.

La temporalidad de estos ciclos es sensible a la contingencia de situaciones vinculadas a la agricultura, ya que los trabajadores alternan entre esta por cuenta propia y el empleo forestal en función de las situaciones que se presentan a lo largo de sus itinerarios laborales. Uno de los trabajadores, que vive junto con sus padres, relata cómo va alternando agricultura y trabajo forestal según las distintas posibilidades y restricciones que marcan su itinerario laboral:

Empecé a migrar de chico. De ahí, fui nueve años seguidos, hasta que logré instalar la chacra. Sufrí mucho. Fui juntando de a poquito hasta llegar a cierto nivel con una chanchería; puse un electrificador solar […], luego hubo una sequía. Por el 2008 creo que fue, y de ahí se perdió demasiado y otra vez como seis meses para Concordia volvía a quedar. Le mandaba unos pesitos a mis viejos porque en esa época no cobraban ningún tipo de pensión. […] Después, bueno, cuando me logré levantar de vuelta sufrí un gran robo, le pegaron a los viejitos, muy violento fue. De ahí, los viejos, mi hermano que vive con la señora y los chicos, todos nos mudamos por una época con mi hermana que vive en el pueblo. Y otra vez para Concordia salí y de ahí me quedé unos 45 días. Volvía, me quedaba un tiempo y me iba otra vez. […] Ahora, hace poco, en noviembre del año pasado, tuve un accidente: se me cayó un tronco en la pierna. Quedé un poco mal, así hace un mes que volví con mis viejos a la chacra, y con mi hermano que trabaja junto conmigo. Por ahora estamos vendiendo chanchos, yo solo estoy trabajando en la chacra mientras que mi hermano cada tanto se va para los montes de Entre Ríos y trae una plata junta (trabajador forestal, Misiones, 32 años).

Por lo general, cuando los trabajadores son solteros, mantienen una frecuencia de viajes más continua y a medida que establecen su propio hogar con hijos van espaciando los viajes hacia la actividad forestal para trabajar en las chacras durante períodos más extensos.

Las tareas que desempeñan son de pelador o de motosierrista. Tienen una alta rotación de empleadores, cambian varias veces en el año de empresa. Dos de estos trabajadores en algún momento de su itinerario laboral se han empleado de forma eventual en otros trabajos agrícolas, como la producción de arándanos en Entre Ríos y la de tomates en el sur de Brasil.

Los trabajos generalmente no son registrados debido a que las grandes empresas que cumplen con la legalidad laboral exigen que el trabajador no permanezca más de diez días en su hogar y realice viajes a los campamentos a lo largo de todo el año. La temporalidad irregular y fragmentada se vincula con empleadores de menor envergadura, como son los medianos y pequeños productores. Mientras que algunos trabajadores argumentan que mantienen esta temporalidad migratoria como estrategia para conservar la agricultura por cuenta propia, en sus parcelas, otros argumentan que no tienen acceso a las grandes empresas forestales que ofrecen mejores remuneraciones y condiciones de empleo y que a raíz de ello deben sostener sus producciones, para amortiguar la inestabilidad laboral. Uno de los trabajadores comenta al respecto:

El trabajo en la chacra no lo pienso dejar, si no, me muero de hambre. De ahí por lo menos come la familia, se vende un poroto, un chancho y se tira. Es verdad que a Entre Ríos vas y traes toda una plata junta, pero hay veces que no tenés oportunidad para irte y hay algunas veces que el patrón te caga y no te paga lo que se había prometido. Y hay algunos que ni te pagan siquiera (trabajador forestal, Entre Ríos, 31 años).

Este testimonio refleja la dificultad en el acceso al empleo asalariado, así como las pésimas condiciones de estas inserciones laborales, en donde el trabajador se encuentra desprotegido frente a las estafas de sus empleadores. En este contexto, la persistencia de la pequeña agricultura y ganadería se activa como recurso de subsistencia para el trabajador y su grupo familiar.

4.3 Ciclos forestales combinados con tareas agrícolas y no agrícolas asalariadas en distintos espacios (provincial y extraprovincial)

A lo largo de la vida como asalariados y migrantes, otros seis trabajadores han ido desarrollando distintos tipos de trabajos en una variedad de lugares. Se trata de individuos solteros que no tienen hijos a cargo. La edad promedio de estos trabajadores es 22 años, siendo el mayor de 33 y el menor de 16 años.

De estos trabajadores, la mitad proviene de unidades domésticas de tipo extenso y la otra mitad de unidades de tipo nuclear en fase de fisión. Dos de ellos tienen orígenes sociales solo asalariados –sus padres eran peones forestales– y el resto surge de productores y asalariados. El trabajo asalariado en estos casos se vincula al empleo agrícola (producción de yerba mate) o no agrícola (construcción).

A diferencia de los otros casos, la migración durante 2011 no siguió un patrón pendular. Los trabajadores circularon por distintos tipos de trabajos agrícolas y no agrícolas en distintas provincias e incluso combinaron las migraciones interprovinciales con migraciones hacia Brasil, en donde pueden trabajar como peones en las cosechas de cebolla para exportación de pequeños productores del sur de este país o en las plantaciones de tomate. También pueden acceder a empleos no agrícolas como la construcción.

Los puestos que ocupan en la forestoindustria en la mayor cantidad de casos son de pelador y/o cargador, muchos no saben manejar la motosierra. Su temporalidad de migración es irregular y puede implicar largos períodos fuera del hogar (hasta seis meses), así como de desempleo en la provincia de Misiones. Este ciclo laboral supone una gran incertidumbre e inestabilidad laboral para el trabajador.

Las redes de acceso al trabajo son frágiles y es difícil a través de estas obtener empleo registrado. Ello se refleja en parte en la irregularidad de los tiempos de estadía en los campamentos forestales (hasta 90 días de corrido). Cuando se accede a un empleo, la incertidumbre con respecto a las condiciones laborales en destino y el tipo y cantidad de pago es grande. Además, son frecuentes las situaciones de estafa o de incumplimiento del acuerdo de pago por parte de los empleadores. La madre de uno de los trabajadores ofrece el siguiente relato con respecto a la manera en que su hijo consigue empleo en la actividad forestal de otras provincias:

Él [refiriéndose a su hijo] se va con el primero que le viene a buscar: se corre la voz de que hay algún contratista buscando gente y él se engancha enseguida, ni averigua si va en negro, en blanco, si le van a pagar, cuánto le van a pagar […]. A mí me da bronca porque después le estafan, le engañan. Él ni sabe en qué se mete cada vez que va a Entre Ríos (madre de trabajador forestal, Misiones, 59 años).

Con respecto a las situaciones de estafa, en algunos casos los empleadores pretenden pagar a los peones con especias. El siguiente relato da cuenta de esta situación:

Entrevistado: El tipo de repente desapareció el día que me iba a pagar, a otros compañeros tampoco les pagó. Cuando le vimos, le exigimos y el tipo a mí me quería pagar con una motosierra. Estaba loco, con una motosierra no compro ni comida. Así que él quedó en pagarme la próxima vez que trabaje con él. Ahora estoy esperando que venga para Misiones, saque la cuenta… Y me debe más de tres mil pesos. Si vuelvo a trabajar con él, me tiene que pagar esos tres mil pesos más lo que haga ahora.

Entrevistador: ¿Y nunca se les ocurrió denunciarlo a este patrón?

Entrevistado: Mirá, yo prefiero quedar limpio. Si hacés la denuncia, se corre la voz y ya ninguno te quiere volver a contratar. Y ahí sí que quedás sin trabajo. No quiero problemas, prefiero no hacer nada, así la próxima vez que viene me da trabajo. […] Entre ellos se cuentan y si haces lío ellos saben y ninguno te toma (trabajador, Entre Ríos, 33 años).

En estos casos, la migración funciona como una ayuda para la unidad doméstica de procedencia, sirve para pagar las cuentas de fiado, pero no se envían remesas y no constituye un ingreso monetario fuerte. Los jóvenes pueden pasar largos períodos de tiempo sin regresar y ayudar económicamente a sus familias.

Uno de los trabajadores solteros migra hacia la actividad forestal de Entre Ríos durante casi todo el año, alternando con trabajo en la citricultura y el arándano. Regresa a Misiones solo para las fiestas de fin de año y es en ese momento que realiza una contribución económica para su familia.

El tema [es] que uno va afuera porque por ahí uno gana unas monedas más. Aparte, acá tenés que salir y andar mucho atrás de un trabajo… como uno o dos meses y por ahí tenés suerte y te toman; por ahí, capaz que no. En cambio, uno va afuera, pregunta y consigue… Estoy ahí y cuando empiezo que me aburro o que no los veo a ellos [se refiere a la familia] y les extraño, vengo. Por ahí puede pasar un año… Uno, estando allá [se refiere a Entre Ríos], por ahí no trabajás dos, tres días; vos gastás cincuenta y vos sabés que los estás recuperando al otro día… Sin embargo, por acá [Misiones], vos venís y lo que gastaste no lo recuperás (trabajador, Misiones, 21 años).

Cinco de los seis trabajadores entrevistados mencionan haber trabajado en Brasil en algún momento de su vida en tareas agrícolas como la cosecha de cebolla, la producción de tomate o realizando algún tipo de «changa» en construcción. Dependiendo de los vaivenes cambiarios entre el peso de Argentina y el real de Brasil, los trabajadores disminuyen o intensifican las migraciones laborales temporarias al país fronterizo. Uno de los trabajadores relata su experiencia:

El año pasado anduve algunos meses por Concordia laburando para el dueño de un monte como pelador. El tipo pagaba más o menos bien, pero cuando ya se acabó el trabajo con este hombre, habré estado acá en Misiones de julio ponele a septiembre, y ahí me di cuenta que convenía irse a Brasil. Y me fui unos veinte días, picando piedras estuve, como peón de albañil. Imagínate que mucha gente labura de arbolito, es que le dicen, y se venden reales en la frontera, Brasil anda bien (trabajador, Misiones, 21 años).

La movilidad de estos trabajadores se presenta como errática y diversa, generando una multiocupación de trabajos precarizados. El hecho de no tener hijos les da cierto margen de maniobra en cuanto a desplazarse a lugares más distantes muchas veces, que conocen menos, pero a los que se aventuran porque no tienen la responsabilidad de sostener económicamente a sus familias en Misiones. Asimismo, realizan ciclos ocupacionales más largos y desarrollan las tareas menos calificadas (ralear, pelar, cargar).

El análisis de estos ciclos migratorios demuestra cómo la movilidad espacial se estructura a través de la articulación de varias dimensiones (atributos del trabajador, características del hogar de procedencia, posición que ocupa el migrante en el hogar, recursos con los que cuenta el hogar, etc.) que conforman circuitos espaciales y temporales específicos, vinculados con distintos tipos de accesibilidad al empleo.

Conclusiones

En la fase actual del capitalismo agrario, las migraciones temporarias de la mano de obra son un fenómeno convergente en varias regiones del mundo. La reestructuración del agro caracterizada por los criterios de calidad de la producción no estuvo acompañada por mejoras en la calidad del empleo. El caso aquí estudiado permite comprender cómo la movilidad espacial profundiza aún más la situación de vulnerabilidad social en la que se encuentran los trabajadores, quienes se ven obligados a organizar permanentemente traslados espaciales para obtener empleo, transformando sus vidas en un ir y venir constante atravesado por el desarraigo de amigos y familiares.

Este artículo analizó cómo cuestiones de tipo estructural –los cambios en el mercado laboral agrario– organizan y condicionan las prácticas y relatos de los agentes. La incorporación de la producción forestal al mercado global, caracterizada por la adopción de la mecanización y las certificaciones bajo el «paradigma de la calidad», generó obstáculos para el acceso al empleo –solo acceden los jóvenes que poseen certificaciones– y desencadenó la migración temporal de los trabajadores hacia las producciones forestales de otras provincias. En este contexto, la ideología neoliberal atraviesa la visión de los propios migrantes, quienes argumentan que la movilidad espacial, impuesta por la lógica del capital, es un problema a nivel de los individuos, una responsabilidad del trabajador para obtener empleo: «Si no te movés, no conseguís trabajo».

La diversidad de formas de movilidad espacial cristalizada en «ciclos migratorios» se vincula con un acceso desigual al empleo. Para obtener empleo forestal durante todo el año, fuera de la provincia de Misiones, es necesario contar con suficiente capital social, que incluya contactos en el lugar de procedencia y de trabajo, del cual no todos los trabajadores disponen por igual. Además, para ingresar a las grandes empresas forestales, que son las que ofrecen las mejores condiciones laborales del sector, se requiere un capital cultural vinculado al manejo de herramientas como la motosierra o el tractor: en este sentido, mientras algunos trabajadores obtuvieron certificaciones como motosierristas en las empresas forestales misioneras, otros comenzaron a manejar la motosierra por cuenta propia, sin conocer ni adoptar medida alguna de seguridad; además del hecho de que algunos trabajadores ni siquiera saben manejarla.

Al mismo tiempo, la movilidad espacial se analizó a través de la configuración de los «ciclos migratorios» de los trabajadores, sin perder de vista el hecho de que estas migraciones forman parte de una estrategia de reproducción del hogar de procedencia, y por lo tanto varían según el tipo de hogar y según el lugar que ocupa el migrante en la estructura familiar. Queda pendiente para investigaciones futuras un estudio más detallado de los procesos y dinámicas que ocurren en el hogar durante la ausencia de los migrantes. Por otra parte, si bien en este artículo mencionamos las redes sociales para el acceso al empleo, queda vacante un análisis más profundo con respecto a esta temática.

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1 Los trabajadores también se dirigen, aunque en menor medida, hacia el sur de Corrientes y al delta de la provincia de Buenos Aires.

2 Las unidades domésticas multinucleares están compuestas por varias familias nucleares o extensas que residen en viviendas próximas y comparten un predio agrícola. En estos casos, para hablar de la posición que ocupa el migrante dentro de la unidad doméstica, se tendrá en cuenta el núcleo en el cual reside.

3 La temporalidad laboral implica que los trabajadores migren por períodos de 45 días, regresen por 10 días a sus hogares en Misiones y luego vuelvan a iniciar el ciclo de 45 días de trabajo y 10 días de descanso.

4 Se refiere a la crisis económica, política e institucional que atravesó la Argentina en el año 2001.


Artículo recibido el 11 de noviembre de 2016

Artículo aprobado para su publicación el 4 de marzo de 2017

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