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Apuntes
versión impresa ISSN 0252-1865
Apuntes vol.46 no.85 Lima jul./dic 2019
http://dx.doi.org/10.21678/apuntes.85.104
ARTÍCULOS
Hitos sobre hitos. Línea ecuatorial, monumentos geodésicos y el Museo Inti-Ñan
Landmarks upon landmarks: The equator, geodesic monuments, and the Museo Inti-Ñan
Ernesto Capello*
Macalester College, Saint Paul, Minnesota, Estados Unidos ecapello@macalester.edu
Resumen. En el valle de Lulumbamba, a 20 kilómetros de Quito, se encuentra un obelisco conmemorando la línea ecuatorial. Este artículo presenta, primero, un resumen de los lazos entre la ecuatorialidad andina y la ciencia geodésica, lazos que resultaron en la construcción de un monumento original en 1936 y en el subsiguiente desarrollo de una economía vibrante turística; segundo, una historia oral con el director de un museo ecuatorial alternativo, Fabián Vera, cuya familia ha estado ligada al turismo ecuatorial desde los años 1950. Esta historia oral demuestra lo conflictivo que puede ser un hito imaginario como la línea ecuatorial y, además, las posibilidades del turismo casero.
Palabras clave: línea ecuatorial; geodesia; Museo de Sitio Intiñan; turismo cultural; historia oral; Ecuador.
Abstract. In the Lulumbamba Valley, 20 kilometers from Quito, there is an obelisk celebrating the equator. This article presents a summary of the ties between the Andean equator and geodesic science, ties that resulted in the construction of an original monument in 1936 and a subsequent vibrant tourist economy. Secondly, it presents an oral history narrated by the director of an alternative equatorial museum, Fabián Vera, whose family has been linked with equatorial tourism since the 1950s. This oral history demonstrates the conflictive nature of an imaginary landmark, such as the equator, as well as the possibilities of homegrown tourism.
Keywords: Equator; geodesy; Museo de Sitio Intiñan; cultural tourism; oral history; Ecuador.
A nivel mundial, la geodesia la ciencia matemática que mide la forma terrestre es un campo mal conocido. En el Ecuador, sin embargo, cualquier estudiante de primaria puede contar acerca de la Misión Geodésica Franco-Hispana (1736-1744), la cual midió el arco del meridiano ecuatorial para determinar la vigencia de la teoría newtoniana de la gravedad (Safier, 2008; Lafuente & Mazuecos, 1987). Menos conocido es el lazo entre esta historia y la configuración monumental de la ciencia geodésica, por una parte, y la iconografía ecuatorial andina, por otra. En este artículo, presentaré un resumen de estos procesos, resumen que funciona como introducción para una historia oral relatada por Fabián Vera, director del Museo Inti-Ñan de San Antonio de Pichincha, pueblo en donde se ha construido una serie de monumentos a la línea ecuatorial desde los años 1930. Por lo tanto, el artículo intenta mostrar cómo una historia general de la ciencia y del turismo ha impactado una localidad particular (San Antonio de Pichincha) y también la vida de una persona específica (Fabián Vera).
Esta historia oral, que se publica aquí por primera vez, recuerda la construcción de la economía turística en San Antonio de Pichincha, tanto por la presencia de los monumentos ecuatoriales como por las actividades del señor Vera y su padre, Humberto Vera, quien abrió el primer almacén folclórico ecuatorial, actividades que sustentaron un clima de celebración de la ciencia universal en un sitio particular. Este proceso también representa un proceso dialógico con el imaginario del pasado precolombino tanto del Ecuador como del valle de Lulumbamba, donde se encuentran tanto los museos ecuatoriales como el pueblo de San Antonio de Pichincha. Como nos cuenta el señor Vera, este sitio se ha convertido en un lugar donde se han construido «hitos sobre hitos» celebrando esta historia.
El artículo también considera, dentro de una serie de enlaces analíticos entremezclados dentro de la historia oral, cuál fue el papel de la familia Vera en la construcción de esta significación tanto alegórica como político-cultural. En particular, desarrollaré un argumento situando la representación del valle de Lulumbamba presentada por el señor Vera dentro de un esquema de «turismo místico», como ha descrito Michael Hill (2007) para el caso de Cusco. Este tipo de turismo opera como sitio de contestación cultural donde distintos operadores ofrecen una «experiencia auténtica» de la cultura incaica. En contraste con Cusco, sin embargo, donde vemos una narrativa enfocándose en lo que Castro Klarén (2004) ha denominado un arqueoespacio en el cual las ruinas prehispánicas existentes son desplegadas para narrativas nacionales, el turismo místico no fue abrazado por el Estado hasta los últimos años. Por lo tanto, el misticismo de Vera, aunque existente al lado del turismo estatal desde los años 1960, también se puede considerar una contranarrativa a la visión dominante celebrando la geodesia francesa-española-ecuatoriana. La contestación que vemos, por lo tanto, demuestra no solo un conflicto por tierras, sino también un choque acerca de la forma de narrativizar la nación al fomentar la economía turística.
El estudio está presentado en tres secciones. La primera trata la historia general de las misiones geodésicas al Ecuador y su conmemoración desde el siglo XVIII. La segunda presenta la historia oral de Fabián Vera, la cual incorpora algunos comentarios editoriales del autor, los cuales espero que podrán introducir al lector a considerar la importancia de esta historia oral. La última sección, como conclusión, ofrece un resumen de los argumentos centrales del artículo y también menciona algunas consideraciones acerca de las posibilidades de desarrollar historias orales para el análisis del turismo andino.
1. Las misiones geodésicas y los monumentos piramidales en Ecuador, siglos XVIII a XX1
La Misión Geodésica Franco-Española intentó resolver una disputa entre la visión cosmológica de Isaac Newton, basada en su teoría de la gravedad universal, y la teoría de los vórtices de Descartes, cada uno de los cuales promovió una visión distinta de la forma básica de la Tierra. En 1730, este debate ya había invadido la Academia de Ciencias en París, donde los partidarios de Newton pidieron la realización de medidas geodésicas ecuatoriales para probar que el planeta era un esferoide aplanado, como él sugería (Shank, 2008; Terral, 2002). Al final, la misión geodésica partió de Europa en 1736 para medir tres grados del meridiano ecuatorial en la Audiencia de Quito. Sus conclusiones apoyaron la teoría newtoniana. Sin embargo, como ha señalado Neil Safier (2008), el legado de la misión geodésica en gran parte se debe al talento para la autopromoción de Charles Marie de la Condamine, matemático y amigo íntimo de Voltaire, quien además financió la mayor parte de la expedición y después escribió una serie de diarios de su viaje a «la terre de l’Equateur».
Uno de los gestos performativos más sobresalientes de La Condamine fue su plan de erigir pirámides conmemorativas en los Andes ecuatoriales. Levantadas en los llanos de Yaruquí, en los términos de la línea de base de las triangulaciones geodésicas, los monumentos se parecían a obeliscos truncos, con una pirámide cuadrada encima de un cubo, ambos de piedra. Las cuatro caras alineadas a los puntos cardinales fueron inscritas con placas conmemorando la sabiduría de los académicos franceses y españoles, no solo en estos idiomas, sino también en latín y quechua. A pesar de este gesto inclusivo, las autoridades españolas impugnaron los monumentos, tanto por la representación de los científicos españoles como inferiores a los franceses, como por la fleur-de-lis borbona que adornó su cima, resultando en su descuido y eventual destrucción (La Condamine, 1751).
Sin embargo, el mito de las pirámides de Yaruquí continuó creciendo. Alexander von Humboldt, por ejemplo, visitó sus ruinas y abogó por su reconstrucción. Esto finalmente tuvo lugar en 1836, con asistencia financiera francesa, para celebrar el centenario de la misión geodésica. Décadas después, cuando llegó una segunda misión geodésica francesa a fines del siglo (1899-1906), esta vez liderada por el Servicio Geográfico del Ejército Francés, también se construyeron pirámides para marcar las medidas del meridiano ecuatorial. Por otra parte, uno de los geógrafos militares, Georges Perrier, se sumó a la promoción del estudio geográfico ecuatoriano y también formó parte del Comité Franco-Ecuatoriano que levantó un nuevo obelisco en el parque de la Alameda en Quito para celebrar a las dos misiones en 1913 (Capello, 2016).
El obelisco de la Alameda, diseñado por el escultor parisiense Paul Loiseau-Rousseau, inauguró una nueva etapa de conmemoración geodésica. Por un lado, su iconografía incorporó símbolos alegóricos, incluyendo un cóndor andino emblema nacional, el cual sostiene una esfera armilar ícono del cosmos geocéntrico (Remmert, 2011); por otro, su ubicación en la Alameda principió la separación del imaginario geodésico de los lugares de su medición. Estas dos tendencias fueron repetidas en 1936 para el bicentenario de la llegada de la primera misión. Ese año, se construyó un nuevo obelisco sobre la línea ecuatorial en el valle de Lulumbamba, a unos 20 kilómetros de la ciudad de Quito. Aunque este sector nunca fue visitado por las misiones geodésicas, se escogió por su simbolismo y también por la posibilidad de fomentar una economía turística vial en los alrededores de la capital (Capello, 2011, pp. 54-57).
El monumento fue diseñado por Luis Tufiño, director del Observatorio Nacional, quién evoco tanto las pirámides de La Condamine como la esfera armilar de Loiseau-Rousseau al incorporar un globo en el ápice del obelisco. También alteró el piramidión del obelisco, el cual se construyó con gradas al estilo mesoamericano, diseño sugerido por Paul Rivet, un arqueólogo americanista francés que había servido como médico en la segunda misión geodésica.
En décadas posteriores, esta estructura se convertiría en un destino turístico quiteño debido a la posibilidad de pararse a horcajadas sobre él por encima de la línea equinoccial. Como comenta Fabián Vera en la historia oral subsiguiente, este ritual resultó de una decisión improvisada por el maestro, periodista y comerciante local Humberto Vera, quién pintó una línea representando al ecuador en la calle al frente del monumento en los años 19602. Vera, cuya tienda Folklore Vera fue la primera en atender a los turistas ecuatoriales, también fue pionero en otros rituales básicos de la visita al sitio, que se comenzó a describir como la «Mitad del Mundo». Y su esposa fue la primera en reproducir el monumento, comenzando con un modelo de madera de un metro, que todavía se exhibe en la residencia familiar y serviría como modelo para los recuerdos más pequeños que se ofrecen a turistas hasta la actualidad. Esta actividad comercial alteró la forma simbólica del monumento: de un sitio para visitar a una mercancía cuya forma eventualmente dominaría la imagen de la línea ecuatorial andina.
La visibilidad del monumento en la década de 1970 persuadió tanto a las agencias de viajes como al Estado nacional de la posibilidad de crear un destino turístico en la línea equinoccial. Ya en 1978, el Gobierno de la provincia de Pichincha aprobó un plan para desmantelar el monumento de Luis Tufiño y reemplazarlo con una réplica de 30 metros de altura3. Esta constituiría la pieza central de la Ciudad Mitad del Mundo, un complejo aún existente, que no solo permite una visita al ecuador, sino que también introduce a la historia de la geodesia ecuatorial.
La entrada al monumento está dominada por la avenida de los Geodésicos, la cual cuenta con bustos de los miembros de la Misión Geodésica Franco-Hispana del siglo XVIII. Pabellones para cada uno de los principales países participantes en aquella misión se encuentran a los lados de la avenida, junto con una réplica de una ciudad colonial española y, en un gesto revelador, la incorporación de un museo etnográfico al interior del monumento central, el cual cuenta con maquetas dedicadas a escenas «típicas» que presentan a los pueblos indígenas y afroecuatorianos.
El nombre de Mitad del Mundo proviene de una teoría lingüística originalmente ofrecida por Alfredo Costales. Esta teoría sostiene que el apelativo de Quito se deriva de la nomenclatura Tsáchila, en la cual las palabras quitsa (centro-mitad) y to (tierra) se han juntado para denominar al «centro de la Tierra». Llama la atención que el museo no hace referencia alguna a Costales y su sustentación acerca de que los pueblos indígenas oriundos habían buscado vivir en el lugar más cercano a la Tierra del Sol, o sea, en la zona ecuatorial. Esta ausencia no ha sido ignorada por los adherentes intelectuales a Costales, ni por las comunidades indígenas locales. Ya para la década de 1990, dicha disonancia había inspirado dos museos alternativos dedicados a la línea ecuatorial, uno en San Antonio de Pichincha en sí, el otro en la provincia de Cayambe, en la sombra del volcán del mismo nombre, que atraviesa la línea ecuatorial.
El primero de estos museos ecuatoriales alternativos, el Museo de Sitio Inti Ñan («Camino del Sol»), fue fundado en 1995 por Fabián Vera, hijo del comerciante cuya tienda de folclor había jugado un papel tan importante en el desarrollo turístico de la región. Por virtud de mediciones más precisas a través de GPS4, se ha demostrado que la línea equinoccial cruza el terreno de la familia Vera, aledaño a la Ciudad Mitad del Mundo. A la luz de esta información y con gran interés en la investigación de Humberto Vera, su padre, sobre las religiones indígenas y la adoración al sol, el Museo Inti-Ñan celebra las culturas solares a nivel mundial e incluye un museo totémico con íconos tomados de las religiones heliocéntricas existentes a través de las Américas (figura 1). Los visitantes también pueden experimentar algunas de las propiedades únicas del magnetismo ecuatorial, como la pérdida de un sentido de equilibrio al caminar con los ojos vendados o la capacidad de balancear un huevo sobre la cabeza de un clavo.
Queda por ver si este enfoque más modesto para la celebración del conocimiento indígena prevalecerá sobre el espectáculo turístico de la Ciudad Mitad del Mundo. De hecho, en 2012, el Gobierno de Pichincha presentó un plan para construir la torre más alta del mundo sobre la línea equinoccial. Diseñada por Rafael Viñoly un arquitecto uruguayo radicado en Nueva York, esta torre al sol hubiera tenido 1,6 kilómetros de altura y su forma sería semejante a un hito de agrimensura, o sea, una abstracción del obelisco o pirámide identificado con la geodesia ecuatorial desde el siglo XVIII. La falta de financiamiento y la oposición de la población de San Antonio de Pichincha resultaron en la cancelación del proyecto y también en la incorporación de temas más indígeno-céntricos dentro del museo de la Ciudad Mitad del Mundo (Capello, 2018).
2. Historia oral de Fabián Vera
El Museo de Sitio Inti-Ñan se ubica en el pueblo de San Antonio de Pichincha en la sombra de la Ciudad Mitad del Mundo. Su estatus como museo de sitio legalmente lo marca como sitio de patrimonio nacional. Tal como es el caso a nivel mundial, un gran número de museos de sitio en el Ecuador se ubican en proximidad de lugares de importancia arqueológica o arquitectónica, frecuentemente ligados a estructuras y poblaciones precolombinas. El Museo de Sitio Inti-Ñan, por su parte, contiene dos chozas que fueron originalmente construidas en el siglo XIX rehabilitadas en los años 1990. Pero su importancia para el patrimonio nacional, como nos cuenta el señor Fabián Vera, está más bien ligada a sus lazos con la construcción del primer monumento ecuatorial. El museo también se distingue por sus conexiones con el desarrollo del turismo ecuatorial, tanto por las obras del propio señor Fabián Vera, como por las de su padre, Humberto Vera. Sin embargo, como consta en el testimonio del señor Fabián Vera, el papel de su familia ha sido generalmente ignorado dentro del discurso oficial de la Gobernación de Pichincha.
La historia oral que se publica aquí, se desarrolló durante dos noches en enero de 2014. En ese momento, el museo se enfrentaba a la posibilidad de su clausura si se construía la torre diseñada por Viñoly. A pesar de que eran visibles las «mandíbulas del tiburón», el señor Vera quiso enfocarse en este testimonio en su conocimiento extenso de la historia del desarrollo de una cultura ecuatorial en San Antonio de Pichincha, tanto en la era precolombina como en el siglo XX. Por lo tanto, las historias orales que aquí presentamos se concentran en la ecuatorialidad como idea, imagen, vertiente económica, tema político y símbolo tanto local como nacional.
Dentro de esta historia oral, se puede distinguir la insistencia por parte del señor Vera en sus conexiones personales con la historia tanto turística como científica del sector. Por lo tanto, vemos su inclinación a señalar que su padre fue el primero en establecer un almacén turístico y también en afirmar varias manifestaciones de la originalidad de su familia en la invención de rituales turísticos, como la pintura de la línea ecuatorial frente al primer monumento equinoccial y el desarrollo de recuerdos para la venta. Por otro lado, vemos también un intento de distinguirse de la práctica de la Ciudad Mitad del Mundo, a la cual se refiere de paso en paso, pero sin utilizar su nombre, tal vez por razón del conflicto en ese momento existente con la Gobernación de Pichincha, la cual todavía no había decidido abandonar el proyecto de la torre Viñoly. En su testimonio, el señor Vera se representa a sí mismo como arraigado dentro de la comunidad y, a veces, como intérprete del conocimiento ancestral; pero, en otros momentos, se muestra más bien como interlocutor dentro de un diálogo a través de los siglos. Al mismo tiempo, a mi parecer, él tiene cuidado de no presentarse como portavoz de los ancestros ni del indígena contemporáneo. De esta manera, aunque podemos considerar sus aserciones como ligadas al turismo místico del sector, vemos que intenta subrayarse como un aliado en vez de un líder de la comunidad indígena.
Cabe mencionar, adicionalmente, que las dos conversaciones que incluyo aquí se desarrollaron unas semanas después de que el señor Vera había trasladado varios objetos recortes, cartas, recuerdos, panfletos y memorias desde una bodega en la casa de su madre hasta su escritorio en el museo. Por lo tanto, nuestra conversación también fue determinada en parte por el descubrimiento y redescubrimiento de varios textos y documentos, la mayoría guardados por su padre y que él estaba viendo por primera vez o después de muchos años. Así, esta historia oral también se puede considerar un informe (aunque inadecuado) de la exploración de una memoria personal que de pronto se inserta dentro del testimonio experto del director del museo, quien ha trabajado en este sector y esta industria durante la mayor parte de su vida. He intentado señalar los momentos en que estas fuentes fueron directamente intercaladas; sin embargo, como su recopilación hubiera interrumpido el flujo de la conversación, no pude anotarlos todos y no pretenderé identificar cada uno dentro de esta presentación de historia oral.
En cuanto a la estructura de esta recopilación, cabe mencionar que, aunque las conversaciones tuvieron lugar durante dos noches, he decidido agrupar los comentarios del señor Vera primeramente por tema y después por fecha. He tomado esta decisión porque la conversación del 5 de enero fue más extensa, por un lado, y porque en la sesión del 13 de enero el señor Vera se enfocó en ampliar algunos comentarios de la primera entrevista. También he incluido algunos comentarios introductorios o de edición, que están separados de las citas textuales del señor Vera. Aunque la historia está ligeramente editada por cuestiones de claridad, en general he decidido mantener el flujo de la conversación dentro del marco de un diálogo.
2.1 El valle de Lulumbamba y el conocimiento universal
Como he anotado anteriormente, el Museo Inti-Ñan es un museo de sitio, lo cual lo denomina como museo de patrimonio en un sitio particular5. En nuestras conversaciones, el señor Vera comenzó con su reconocimiento de las culturas aborígenes del sector ahora llamado San Antonio de Pichincha, dentro del valle de Lulumbamba. La primera noche, del 5 de enero, él se concentra en cómo este nombre se liga a una descripción de dos montañas aledañas, ahora llamadas La Marca, pero señala que en general se puede considerar al valle como un sitio cuya existencia social se debe tanto a las posibilidades agronómicas como al calendario solar equinoccial. Similarmente, en la segunda noche, del 13 de enero, sus palabras introductorias se enfocan en las celebraciones equinocciales locales como inspiración para una propuesta de situar al meridiano cero en el valle de Lulumbamba, algo originalmente propuesto por su padre durante una visita a Greenwich.
Conversación del 5 de enero de 20146
FV: Tengo un recorte que se hizo historia de cómo la Mitad del Mundo... es un señor que fue uno de los primeros... de los primeros comerciantes que ingresaron a la Ciudad Mitad del Mundo. El señor Marcelo Pinto. Fue representante de la empresa turística. Entonces, él decía que tenía, imagínate... En el año 97, hace una entrevista y tenía recuerdos de lo que fue la ciudad de la Mitad del Mundo hace treinta años, cuando el monumento era solo, no había nada. El monumento en sí estuvo enmarcado en este valle de Lulumbamba, o el Valle de los Huevos, que se llamaba así. Único, ¿no? Entonces el paisaje era el paisaje eterno, digo yo. [...] Como tú ves, alrededor, todas las montañas tienen forma de huevos. Así pues, claro. Cada una de las montañas eran puntos de observación indígena heliolátricos. Y [en] esos puntos de observación heliolátricos, ahí, tenían marcados nuestros indígenas ciertas triangulaciones... Una triangulación que yo le llamo «la triangulación madre del sol». [Quiere] decir que todos tenían prácticamente un parámetro [de] estas culturas de donde nació... Dentro de su filosofía, de su cosmos, su cosmovisión, prácticamente coincidían con los mismos puntos por donde nace el sol, por donde se oculta el sol, la energía solar... Entonces, coinciden en sus calendarios exactos. Un poquito más definidos, como el nuestro de aquí, los quitus. Un poquito más sofisticados, como el calendario maya. O el calendario azteca.
[Uno] de los calendarios más simples y más exactos del planeta es el calendario quitu. Que es simplemente una cruz donde habla del recorrido del sol o de la línea equinoccial. Hoy por hoy, línea equinoccial, conocida como latitud cero-cero, antiguamente como Inti-Ñan, o simplemente como una soga divisoria del planeta, por donde nacía el sol, caía perpendicular a las doce del mediodía y moría el sol a las seis de la tarde.
Así que teníamos una equivalencia del tiempo. De seis a seis. Lo que no ocurre en el Occidente, ¿no? [...] ¿Razón? Es porque la misma madre Tierra, la misma tierra, cordillera y sus territorios eran muy aptos para el cultivo. Para sembrar. Porque si eran buenos astrónomos, eran buenos agricultores. Entonces tuvieron tiempo y tuvieron la necesidad de mantener y tener un calendario solar exacto. De seis meses de invierno y seis meses de verano. [...] La dualidad, la equidad, la igualdad... invierno-verano... ¿no?
Conversación del 13 de enero de 2014
FV: Y también, podríamos observar sobre las primeras fiestas del equinoccio que se realizaban aquí. Bueno, esto los indígenas lo hicieron. Las fiestas del equinoccio ya fue una tradición aborigen en el valle de Lulumbamba. Pero aquí, en la Mitad del Mundo, se comenzó a hacer estas fiestas con los primeros turistas que llegaron a esta zona, a este valle de Lulumbamba. [...] Tal es así que tenemos algunas fotos desde el año 69 con algunos personajes que nos visitaron, como, por ejemplo, la reina de Nueva York, Samantha Rich, reina de Nueva York, en una gira de amistad, como embajadora del alcalde de la misma ciudad. Luego, tuvimos la visita... uno de las visitas importantes fue el alcalde mayor de Londres, Edward Howard, en su visita oficial de Quito, ahí en la latitud cero. Y el recibió justamente una réplica del monumento y un certificado. El primer certificado como Folclor Vera.
EC: Si bien recuerdo, una vez me presentaste una foto de tu padre mientras estaba en Londres. ¿Qué pensó [del] observatorio de Greenwich?
FV: Bueno, cuando mi padre en ese entonces visitó, en los años 69, más o menos, bueno, para él fue una experiencia extraordinaria. [...] De aquí partimos el punto 0, y más bien yo creo que la cuna del tiempo, para partir del tiempo, debería ser Ecuador. Lógico, ¿claro?
[...] y justo, una de las cosas que se reía el alcalde [de Londres]... es que cómo partieron de 0 [longitud] en océano Pacífico. [...] Una triangulación que ellos hicieron allá, en Londres. Entonces, de ahí partieron [al sur] y dieron exactamente en el mar. En la latitud 0. Entonces para ellos fue una equivocación. Y de eso se reía el alcalde. Mi padre lo contaba.
Entonces él decía, bueno, por qué no partimos de nuevo de cero. Vengan a la Mitad del Mundo, Ecuador, y de aquí partimos de cero, y creamos los primeros... el primer calendario equinoccial, comenzando desde aquí en el meridiano 78. Pero hágame el favor, si ustedes le ponen el nombre de 78, más bien nosotros ponemos aquí el nombre de equinoccial cero. Meridiano equinoccial cero. [Él] le dijo: encantado, llegaríamos a firmar un convenio y de aquí partimos... Para partir con una hora ecuatorial, verdadera. Sería la hora ecuatorial verdadera...
2.2 Hitos sobre hitos: de las misiones geodésicas y la ciencia precolombina y contemporánea
De forma similar, la noche del 5 de enero discutimos las misiones geodésicas. En sus comentarios, Vera nos presenta su conocimiento de estos estudios mientras subraya la originalidad de los pueblos precolombinos, mostrando como referencia los hitos del paisaje, como el volcán Cayambe y el cerro La Marca. Al establecer la concordancia relativa entre la ciencia moderna y la ciencia ancestral, desde la cual sale el nombre de su Museo Inti-Ñan, vemos de nuevo que se presenta en su rol como interlocutor. Sin embargo, el concepto de «hitos sobre hitos» recalca la importancia del conocimiento ancestral como precursor y también como inspirador de la ciencia moderna. Este imaginario está al centro del desarrollo del Acoratene, observatorio cilíndrico para determinar el paso del sol, el cual fue notado por el científico Antonio de Ulloa en el siglo XVIII, pero que ha sido reconstruido y reimaginado por el señor Vera.
Este proceso de detallar y celebrar esta convivencia de señales y alegorías se podría considerar como la misión central pedagógica del Museo Inti-Ñan.
Al mismo tiempo, existe un error factual central en esta sección, ya que los geodésicos franceses no visitaron al valle de Lulumbamba ni intentaron marcar la línea ecuatorial. Como veremos al terminar este acápite, el señor Vera conoce bien que es difícil establecer el sitio actual de la línea ecuatorial y que inclusive su modelo museográfico depende del error original al marcar la línea donde se encuentra el monumento Mitad del Mundo en vez de haberlo hecho en la propiedad Vera.
Conversación del 5 de enero de 2014
FV: Entonces, imagínate... hay cosas que simplemente lo único que hicieron las misiones geodésicas es adaptar el conocimiento de Occidente, adaptar a los conocimientos ancestrales que ya tenían observados y como calculados ya hace miles de años aquí en Quito y en el Ecuador. Por eso que los puntos de la zona ecuatorial y su geografía arqueológica, de la Mitad del Mundo, eran puntos heliolátricos calculados con anterioridad de hace miles de años. Calculados para construir sus templos solares o sus triangulaciones exactas donde ellos podían observar las fechas exactas de un equinoccio o un solsticio, las fechas exactas de la posición de un astro o planeta. Sino que las civilizaciones occidentales cuando vinieron, con otros nombres, simplemente los cambiaron, porque todo estaba hecho.
Sí, los indígenas ya sabían que la Tierra era redonda. Por simple observación de que el sol nacía por el pie del Cayambe, por ejemplo, y se escondía al pie del cerro de La Marca. Y esa distancia que hoy lo llamamos kilómetros, nuestros indígenas lo llamaron los chaquis del Inti-Ñan. Cuántos pies recorría el sol sobre la línea ecuatorial. Entonces, ya lo tenían calculado. De modo que no me sorprende de que, cuando vinieron las misiones geodésicas, dejaron hitos sobre hitos indígenas. No me sorprende. [...]
Entonces, para determinar los equinoccios y saber que el sol se encuentra en el cenit, se construyó un cilindro de piedra y de adobe hace mil quinientos años antes sobre la línea ecuatorial al pie del Cayambe. Esto se llamó el Acoratene, ¿no? De 18 metros de diámetro por 8 metros de altura. Sin techo. Y este templo, llamado así Acoratene, o cilindro solar al pie del cerro Punteachil. Y Punteachil, o Achil, quiere decir, «por donde nace el sol grande». Los sacerdotes del sol encargados de la observación ritual en el interior del cilindro subían, hacían los cortejos, prendían [un cáliz] donde prendieron el fuego sagrado, el mushugnín. En todo ese cortejo, cuando ya se alumbraba el cilindro solar, el día del equinoccio, todo el cilindro se alumbraba. Entonces era la hora cero. Entonces ahí es que cuando ellos hacían la ofrenda del mushugnina o del nuevo fuego sagrado. Desde ahí es que se determinó la latitud cero grados, cero minutos, cero segundos de la posición del sol con relación a la tierra. Porque prácticamente estaba la tierra paralelo al sol. Entonces es desde ahí que se determina.
Y más tarde, los académicos franceses, en 1736, a continuación procedieron a poner hitos, ya matemáticos, según ellos, en estos sitios donde nuestros indígenas ya determinaron la Mitad del Mundo. Entonces es desde ahí que empiezan a hacer triangulaciones. Hace Oyambaro, hace Yaruquí, y otros puntos como el complejo de Pambamarca, en Quito mismo... Hay otro punto en la costa ecuatoriana más o menos por Esmeraldas... Imagínate7.
Entonces cogen y determinan los triángulos, las triangulaciones, sobre la latitud 0, van triangulando, triangulando, y lógicamente llegan a determinar el cuadrante terrestre con la otra misión que se encontraba en Francia... Entonces ya unieron los puntos y dijeron, ya, la Tierra ha sido... elipsoide. Y lógico, lo comprueban, y se van determinando ciertos puntos heliolátricos indígenas en donde van poniendo hitos. Igual se perdieron esos hitos porque nadie a partir de 1736... A los 200 años se construye el monumento aquí, por ser más cerca a Quito. Pero lo construyen, es por una sensible razón. Por el 200 aniversario de la venida de los franceses y por una simple razón de que nadie tenía idea de lo que era la Mitad del Mundo, peor la línea ecuatorial.
Entonces se determina un punto, el más cerca de Quito, que fue el valle de Lulumbamba, este punto, para construir cerca de los hitos heliolátricos que tenían los lulumbambas y los quitus, y construir el monumento de Luis Tufiño en 1936. Construyen en un punto matemático y se podría decir calculado con aquellos... entonces con instrumentos de la época de 1700, que son los teodolitos, los estantes, los cuadrantes, una brújula, pero para esta época [actual] muy manuales. Instrumentos muy artesanales. Pero realmente no se equivocan tanto, porque ellos cogen una media del Catequilla8. Primero del Punteachil, del Cayambe, cogen una media hasta Catequilla y una media hasta el cerro de Caspigaci. Cogen una media y miden otro punto equidistante de los indígenas, que es los cerros de La Marca, y acá las tolas de Pomasqui. Entonces toman ese punto medio y dicen aquí es la Mitad del Mundo.
EC: Entonces estamos viendo de nuevo esta tendencia de construir hitos sobre hitos.
FV: Y comienzan a construir hitos sobre hitos. Pero, viéndola ya con las observaciones estas que sí hicieron en 1936, se repite la historia, pues. Encima de este, es más, ni siquiera construyeron hitos sobre hitos, sino que le destruyen al de 1936. Le botan, y en 1975 construyen el grande sobre un hito de Luis Tufiño que prácticamente, hoy por hoy, con el GPS, está un poco despasado con unos 40 metros [del ecuador]. Pero no deja de ser un hito observado por misiones geodésicas en nuestro siglo que hasta hoy no deja de ser un hito. Hasta hoy es un hito, porque hasta hoy no saben dónde está la línea ecuatorial.
2.3 El museo Inti-Ñan como repositorio de memoria del turismo
La vinculación del Museo de Sitio Inti-Ñan con la historia del turismo en el sector de San Antonio de Pichincha tiene sus comienzos en los años 1960, cuando Humberto Vera compró un terreno al lado del monumento ecuatorial y estableció un almacén, llamado Folclor Vera, para un público minucioso de turistas que llegaban al pueblo. Sin embargo, esta historia comienza antes de la llegada de los Vera, con la construcción del monumento ecuatorial, la cual tuvo lugar en los años 1930 y se concluyó en 1936. La familia Caiza, entonces dueña del lugar, alquiló piezas a Luis Tufiño, quién reposó en dos chozas que aún se mantienen. En 1998, uno de los asistentes de Tufiño, Víctor Madrid Arias, visitó el Museo Inti-Ñan y obsequió un cuadro sobre su historia personal, gesto que demuestra el papel de seudoarchivista de Vera. Este cuadro contiene información que no se trata en los periódicos o en publicaciones conmemorativas de 1936, particularmente la descripción de la réplica del monumento a su interior o la reacción de Tufiño al ser condecorado por Georges Perrier como representante francés.
Conversación del 5 de enero de 2014
EC: Hablemos un poco acerca del primer monumento... En otra conversación me habías dicho un poco acerca de la historia de este sector. Creo que era una vez propiedad de una familia Caiza, que tal vez compró Luis Tufiño de la familia, y que él vivió en una de esas chozas que están cerca de donde estamos nosotros mismos cuando estaba construyendo el monumento.
FV: [...] Si me permites, este cuadrito... este reúne la historia muy, muy significativa y firmada por uno de los geógrafos que construyeron el monumento. Entonces, es interesante ir grabando.
Aquí está condensada la historia del monumento que construyó Luis Tufiño en 1936. Y el señor Víctor Manuel Madrid Arias, quiteño, que nació dice aquí en la calle Flores el 13 de diciembre de 1900. Él vino acá a la Mitad del Mundo al cumplir 98 años. A los 98 años. Lastimosamente, debe ser ya muerto. Él vino el 30 de agosto de 1998 aquí al museo. Y él me escribe y me dice, te voy a entregar este documento que tengo en cuadro. Dice que el primero de enero de 1930, él ingresó al servicio del Instituto Geográfico Militar como calculista a las órdenes de Luis Tufiño. Y fue «discípulo fiel, aprovechado, y modesto, colaborador en sus trabajos y compañía del sabio y maestro, y dedico este recuerdo y grato con el destino que nos ha separado juntos más allá de la vida. El maestro vivió en su monumento, y los dos juntos en este cuadro más allá del tiempo». Dice el señor este:
«La primera piedra fue un lunes santo. [...] La verdadera inauguración tuvo lugar el 17 de julio con gran asistencia. La oficial y todo un séquito de delegados, tanto oficiales como invitados y un mundo representativos, en especial el general Perrier, delegado especial de Francia, quien, en nombre de Francia, condecora al autor del monumento, ingeniero profesor Tufiño, con la máxima presea universal, proclamándole Caballero de la Legión de Honor, siendo el único ecuatoriano que ha sido galardonado con esta condecoración de honor universal. El profesor Tufiño emocionado solo articuló Merci, gracias. Fueron el discípulo Madrid y el arquitecto Carolos hijo, los que agradecieron».
Más no podía él, estaba muy emocionado Luis Tufiño. Interesante. Dice: «Acta final. Antes de cerrar la ceremonia, suscribieron las actas, una serie de documentos que no eran sino la «historia» del monumento y juntamente con una réplica en miniatura, de la línea equinoccial depositaron, el conjunto, en una redoma de vidrio que, a su vez, fue, así mismo, "depositada" en una como caja de cemento, en el subsuelo del piso central, la tapa una placa de mármol con los iniciales de la orientación, al centro una "argolla" para levantarla y cerrarla».
¿Y del nuevo monumento? Escribe, pues, que «del nuevo monumento no sabe nada. [Excepto que se] resolvió trasladarla, en piezas, a la parroquia de Calacalí; así lo creyó y así lo hizo, ¿será o no será ese sitio la Mitad del Mundo? Solo unas preguntas al respecto. Lo que contenía la «caja fuerte», la réplica en miniatura del monumento Tufiño, ¿se lo tragó la tierra? ¿En alguna parte estará? Pregunta un sobreviviente de 98 años que colabora con Tufiño en la construcción».
Aunque no estuvo presente durante la construcción del monumento original, la familia Vera ciertamente estableció el primer almacén turístico en San Antonio de Pichincha. Además, Humberto Vera colaboró con un vecino, Luciano Andrade Marín, un historiador, periodista y político de origen quiteño, quien ya había inaugurado su Museo Científico Solar antes de que llegaran los Vera. Juntos desarrollaron prácticas turísticas e inauguraron los rituales que aún se mantienen en el sector. De acuerdo a Fabián Vera, fue su padre quien se enfocó en la tarea pedagógica y quien inventó las prácticas turísticas, aunque mucho del conocimiento científico hubiera sido originalmente desarrollado por el señor Andrade Marín.
Al describir esta historia, Fabián Vera se enfoca en la originalidad de su padre y también en su nostalgia por el monumento original, al cual considera como el único legítimo. Dada la política de 2014, cuando la sobrevivencia del Museo Inti-Ñan estaba en duda, su testimonio a veces se ve un poco amargo y defensivo, ya que los primeros pasos fueron desarrollados por cuenta propia de los Vera, sin el apoyo de la Gobernación de Pichincha, la cual intentó tomar ventaja de la economía turística al construir la Ciudad Mitad del Mundo.
Conversación del 5 de enero de 2014
EC: ¿Me podrías decir un poco acerca de cómo comenzaron los lazos entre tu familia, estamos particularmente hablando acerca de tu padre, y este sector de San Antonio de Pichincha, en general, y más bien con el monumento original también?
FV: Claro. Verás. A raíz de que mi padre, en los años 60 llegó acá, a la Mitad del Mundo, le pareció muy interesante darle vida a este lugar porque nadie conocía el porqué del monumento. Pero aquí está la historia. Entonces muy poca cosa sabía el Gobierno, sabían las autoridades. Peor aún, muy poca cosa sabían las agencias de viajes. El mismo pueblo, San Antonio de Pichincha, hasta ahora no sabe lo que es la Mitad del Mundo.
O sea, no tienen concepto claro de lo que es, ni del antes, ni después, peor ahora.
Entonces, en los años 60, como digo, se comenzó a recopilar la historia, a hacer una pequeña exposición de los conceptos claros de lo que es la línea equinoccial, la línea ecuatorial, el monumento en sí, que es el Quito de la Tierra, que es quitu, qué civilizaciones estuvieron aquí antes de que los comités franceses vinieran... Entonces, todo eso se recopiló y se comenzó a dar una nueva imagen y una historia resumida de lo que era la Mitad del Mundo en los años 60. Se hicieron las primeras cartas postales. Se tomaron fotos. Se le pintó a la línea por primera vez (figura 2).
Esto de pintar la línea por primera vez fue un marketing. Es un marketing. Que mi papá prácticamente fue el creador de eso, de pintar la línea y decir qué es, que aquí es la línea de latitud 0° 0’ 0" y que los turistas vengan y pongan sus pies en el hemisferio norte y el hemisferio sur, y cuando el sol cae perpendicular no había sombra. Entonces eso fue uno de los primeros latidos de lo que es la Mitad del Mundo.
EC: Y si bien recuerdo, tú también estabas involucrado en la primera pintada de la línea.
FV: Sí, totalmente. Porque claro, cuando yo ya tenía unos 17 años, yo era fiel colaborador de mi padre. Y entonces nos pusimos a pintar la línea. Ahí tenemos esa foto donde está pintado ahí el sur, el norte... Y comenzaron a venir, recuerdo, grupos de turistas. Pequeños grupos. A la semana venía... si el grupo más grande era de seis, de siete personas en los años 60 a visitar una vez a la semana. Una sola vez a la semana. Estoy hablando [de] un turista por día.
Entonces, el momento que ya comenzaban a saber que en la Mitad del Mundo había información, en eso hubo el primer almacén de folclor y correos del Ecuador. Entonces, en las primeras postales enviadas desde la Mitad del Mundo hacia varios continentes, en especial a los Estados Unidos. Fue uno de las primeras emociones que tenían o que tuvieron los turistas el enviar una carta desde la Mitad del Mundo. Entonces, de ahí es que arrancamos en sí a construir un pequeño local para crear el primer museo, filatélico primero, de información de la Mitad del Mundo. Y luego ya en los años 70 tuvimos el primer museo amazónico del Ecuador.
EC: Entonces, antes de llegar a los museos filatélicos o amazónicos, cuando tu familia por primera vez estaba trabajando en este sitio, ¿había en ese entonces el almacén de folclor suyo y había el museo de Luciano Andrade Marín también?
FV: Claro.
EC: Entonces, esos fueron los dos edificios que...
FV: Fueron los primeros centros de visita tanto histórico, científico y también comercial de artesanías. Fueron los primeros que habían. También hubo un restaurant, que se llamaba Bar Ecuador. Aquí está la foto de Bar Ecuador. Así mismo de un señor Pérez. Fueron los primeros sitios de servicios que tenían alrededor del monumento. El primer rótulo que dice Quito Latitud 0° 0’ 0" [...] Todo eso se fue armando. Se fue armando un centro de información, prácticamente, para los turistas.
EC: ¿Y eso se desarrolló, digamos, de forma orgánica, más bien por las actividades particulares?
FV: Sí.
EC: ¿No tenía nada que ver con el Gobierno de Pichincha? FV: No, nada. Más bien eso le arrendamos nosotros por primera vez al Municipio de Quito, que tenían estos locales. Entonces lo arrendó el Municipio de Quito, luego nos pusimos los Correos del Ecuador, se sacó la primera patente, que fue [con] Dituris9, con el número 200. ¡200 en todo Quito! Y nosotros fuimos el 200. Entonces esa primera patente que se dio, fue... aquí está. Se llamaba Folclor Vera en los años 65, el 22 de diciembre de 1965, bajo el número 200...
Folclor Vera en la Mitad del Mundo. Empezó. Y se empezó ya a escribir folletos, se empezó a escribir volantes sobre la historia de la Mitad del Mundo. Y así fueron comenzando a llegar los turistas. Tal es así que tenemos el primer registro de visitantes, el libro de visitantes, de los años... del año 65. El primer registro o el primer libro de visitantes del año 65.
Entonces, cuando esto comenzó a manifestarse de que el turismo fue multiplicándose... Cada vez se iba multiplicando en los años 70, se comenzó a dar uno de los primeros diplomas cosmográficos de la Mitad del Mundo [figura 3]. [Esos] diplomas cosmográficos eran una sensación para los turistas por ser uno de los certificados cosmográficos en la Mitad del Mundo, que el curaca, o sea la persona que daba este servicio, mi padre, quien en este caso era el jefe del Inti-Ñan, que certifica que el astronauta, el señor, quien sea, «cruzó la línea ecuatorial y transitó realmente por los cuatro hemisferios de la Tierra en dos minutos, cincuenta segundos, a 2.483 metros de altura, más veloz que un satélite extraterrestre ante los testigos que certifican». Entonces fueron certificados que se iban dando con saludo ecuatorial. Las primeras estampillas están, Equator stamp, ¡qué se yo! Y en ese entonces ya se comenzó a hablar de Quito y las islas Galápagos como patrimonio mundial, en 1979. Entonces también se dio otro certificado que llegó al Inti-Ñan o al Camino del Sol.
Entonces, era así que la gente comenzó a concurrir. Ya no eran los siete turistas a la semana, sino que comenzaron a venir. La primera agencia de turismo fue la Metropolitan Touring, que nos llamaba a pedir nuestros servicios de atención al cliente. Por ahí tengo algunos fotos de esa época en que los turistas se ponían sobre la línea, se les tomaba la foto y se le entregaba a cada uno un certificado y una foto de la vista a la Mitad del Mundo. En fin, ahí es donde prácticamente se comienza a hablar de la misión científica que vino en 1736 y se comienza a dar a conocer al Ecuador entero y al mundo entero que aquí es la Mitad del Mundo. Entonces, esto prácticamente al Estado no le costó un centavo. Prácticamente era un trabajo nuestro. Pero que esa promoción científica, turística, cultural que se ha ido dando desde el año 60 hasta hoy, 2014, que lo seguimos haciendo con esfuerzo, con dinamismo, y más que nada con ese misticismo de que conozcan lo nuestro, y vivimos con lo nuestro, y somos ecuatorianos, de la Mitad del Mundo.
Nunca se cobró un solo centavo, o nunca se pagó un solo centavo a los medios de comunicación. Ellos solos han venido. A los periodistas igual. A los historiadores igual. Entonces siempre hemos sido realmente personas conmovidos por la historia, por la investigación y todo eso. Hemos tenido las puertas abiertas para cualquier consultoría, para cualquier información...
En los años 1970, la familia Vera amplió sus tierras y también el hermano del señor Vera estudió la ingeniería petrolera, trabajando en la Amazonía ecuatoriana en Shushufindi. En este tiempo, se expandió su mirada ecuatorial, para incluir tanto a la Amazonía como a los Galápagos; también se importó una tortuga galápagos llamada Pancho al museo. Esta ampliación de su perspectiva también tuvo un impacto en su programación, ya que la línea ecuatorial no se detiene en San Antonio de Pichincha.
Conversación del 5 de enero de 2014
FV: Por esfuerzo, por trabajo, se obtuvo algunos terrenos alrededor del monumento. Tuvimos algunos terrenos. En uno de los cuales se construyó el primer museo amazónico del Ecuador. Y por muchos años se dio a conocer la historia étnica de los pueblos equinocciales y de los pueblos amazónicos en especial. La historia del petróleo, de cómo fue en 1975 la primera explotación del petróleo. Se hablaba del Shushufindi, del primer pozo petrolero y, en base a esa estigma, a esa historia que fue el primer pozo petrolero, se hizo en el museo amazónico lo que se hacía con el petróleo hasta tener un plástico... Hicimos una demostración de todo el proceso del petróleo hasta tener la materia prima. Eso es lo que exhibíamos aquí.
Entonces, también hubo esa historia del petróleo, porque uno de mis hermanos es geólogo y él trabajó en Shushufindi. Entonces fue una de las bases para tener ese proceso. Y de ahí también mantuvimos algunas aves vivas aquí, en estado natural. Tuvimos un águila, un cóndor, y teníamos varios animales de la Amazonía. Teníamos los galápagos, teníamos tres galápagos. Tal es así, que se escribió un libro de la historia de Galápagos y el Ecuador, y del galápagos en la Mitad del Mundo. Y está este galápago y este galápago vivía aquí, vivía en la Mitad del Mundo [ver a la tortuga galápago en la figura 2]. Era una de las mascotas más conocidas en la Mitad del Mundo en el día.
EC: Parece que está [parado] a los dos lados de la línea...
FV: Esta sobre la línea. Entonces eso fue histórico también. Eso se mantuvo un buen tiempo. Luego, bajó... Aquí está el Panchito. Se nos murió aquí en el museo, pero lo mantenemos ahí como un recuerdo histórico, un hito.
Ya para mediados de los años 1970, en pleno auge petrolero, el Concejo Provincial de Pichincha decidió ampliar el desarrollo turístico en el sector sierra centro-norte del país. Este esfuerzo se enfocó por un lado en el patrimonio urbano Quito fue declarado Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco en 1978. Por otro lado, ese mismo año, se inauguró el proyecto de la Ciudad Mitad del Mundo, dentro del cual el monumento original sería trasladado a otro lugar. Inicialmente se pensó que sería Cayambe, pero al final fue seleccionado Calacalí, a unos 10 kilómetros de San Antonio de Pichincha. La réplica fue inaugurada en 1983.
Al discutir esta etapa, vemos amargura por parte del señor Vera, quien nos cuenta de la falta de comunicación entre la Gobernación de Pichincha y los empresarios locales al desarrollar la Ciudad Mitad del Mundo. Se refiere, por ejemplo, a su trabajo cuidando el museo de Luciano Andrade Marín después de que este falleció en 1972; también a la falta de respeto a las opiniones tanto suyas como de su padre en cuanto se refiere al traslado del monumento ecuatorial original, con el cual habían convivido por décadas. También relata la idea de preservar el monumento antiguo dentro del monumento presente, un «hito sobre hito», en una manera que recuerda el testimonio del señor Madrid Arias, cuya descripción de la inauguración del monumento original se presentó hace algunas páginas.
Dicha amargura también se debe a la situación en que se encontró el señor Vera en 2014, al enfrentar la posibilidad de construcción de la torre Viñoly. Sin embargo, aunque intenté preguntarle directamente acerca de la política actual en la segunda conversación, del 13 de enero de 2014, el señor Vera se rehusó a criticar directamente a los directores actuales, tal vez por su conocimiento de la realidad de la situación local, dada la dificultad de obtener los fondos necesarios para su realización. Además, en los últimos años, su papel como historiador, como empresario y como desafiador del desdén encapsulado en el proyecto Viñoly le ha servido para poder ampliar su perfil y su reconocimiento dentro del proceso contemporáneo de los cambios en el monumento central, tanto que se ha incluido una foto en blanco y negro del joven Fabián Vera sonriendo mientras instala el letrero señalando la latitud 0° 0’ 0".
Conversación del 5 de enero de 2014
FV: Bueno, cuando en 1975, en la Mitad del Mundo, se creó ya una polémica. Una polémica de que el Concejo Provincial quería ya sobresalir... ya entró en la política. Entonces, cuando ya entró la política, comenzó y aquí dice la manzana de la discordia. Dice, «antes la Mitad del Mundo era la tierra de nadie, dijo el concejero Pedro Ruales». Pero cuando construyen ya la Ciudad Mitad del Mundo, el Concejo Provincial hace un pueblo ahí típico español y pasó ocho años botado eso como un elefante blanco. Nunca hicieron nada.
Nosotros fuimos los únicos que manteníamos el museo [de Luciano Andrade Marín]. Pero, como nos retiraron de ahí, nos trasladamos a estos terrenos. Antes tuvimos comprados estos terrenos a una señora llamada Rita Caiza Jácome. Y ella nos vendió el terreno; en el año 69 ya lo teníamos.
Mi padre [predijo] lo que puede pasar. Él ya tenía una idea de lo que es la línea ecuatorial, donde más o menos una idea del trato que se dio a la Mitad del Mundo. En fin que de la Mitad del Mundo ya se adueñó el Concejo Provincial. Entonces nosotros ya sabíamos por dónde pasaba la línea ecuatorial de acuerdo a las investigaciones históricas que nosotros teníamos. Entonces decíamos, bueno, yo creo que sería interesante trasladarnos ya a estos terrenos y aquí empezar de nuevo. Borrar y ver de nuevo, porque nos expropiaron todos los terrenos alrededor de la Mitad del Mundo. Por eso es que que nos trasladamos acá y comenzamos en el año 90 a reconstruir las chozas de la señora Rita que vivía aquí, de los lulumbambas, porque en realidad son hitos. Son casas típicas y casas ancestrales donde nuestros ancestros, así vivían. Así pernoctaban con sus cuyes, con sus comidas típicas, etc. Y para nosotros era muy importante mantener esa vida ancestral. Es por eso que mantuvimos las casas las chozas aquí y, gracias a dios, el hito matemático de acuerdo al Catequilla y el Cayambe pasaba por aquí. Y hoy por hoy con el GPS tenemos los dos o tres códigos que coinciden con estos terrenos donde está el Inti-Ñan. El Museo Inti-Ñan.
Entonces, hay que... comenzamos a reescribir, a hacer historia, digamos aquí. Como Museo Inti-Ñan, como Camino del Sol, nos registramos en el Instituto de Patrimonio Intelectual. Y dijimos, bueno, vamos, adelante. Sigamos con el proyecto nuestro, ya que nos quitaron buena parte de los terrenos que tuvimos alrededor del monumento, hoy llamada Ciudad de la Mitad del Mundo. Pero nosotros nos oponíamos, no porque esto no progrese. Nos oponíamos a la situación de la falta de ética de la construcción de esa ciudad.
O sea que no era para la Mitad del Mundo. En primer lugar, no estábamos de acuerdo de que se construya la Ciudad de la Mitad del Mundo primero porque era español. No tenía ningún asiduo ni siquiera étnico o cultural que podría llamar la atención al turista. De hecho, siete, ocho años pasó eso cerrado. Nunca se abrió. Y nos buscaban a nosotros para darles la información correcta y la historia. Empezamos en esta casa que tenemos aquí y no estábamos de acuerdo. Más bien, decíamos, bueno, porque al monumento histórico de Luis Tufiño, lo que debían haberlo hecho es dejarlo ahí y hacer un gran monumento como el que está ahora, y dentro de ese monumento dejarle al monumento. Hito sobre hito. Valdría la pena. Dejarle al antiguo con todas sus características, con toda su historia, con todo lo que tenía.
Mas no hicieron caso. Se llevaron a Calacalí. Mal puesto. Mal edificado. Y mal orientado, prácticamente. Y hoy por hoy es un basurero. Hoy por hoy es mal atendido ese monumento. Ni siquiera creo yo que está inventariado dentro de lo que es los monumentos históricos. Entonces simplemente lo tienen ahí de adorno, cual asiento de piedra es. No más. ¿Cómo no?, yo quisiera tener indicado eso, para dar la importancia que tiene.
Pero, bueno, en todo caso construyeron el nuevo monumento. Adentro pusieron un museo etnográfico que nada tiene que ver con nuestra identidad. Digo identidad de la zona ecuatorial-equinoccial. Ni siquiera tienen algo de historia de lo que es el monumento. No existe, no tienen. Bueno, yo tengo la historia pero nunca ha sido requerido.
EC: Una pregunta acerca del museo etnográfico [de la Ciudad Mitad del Mundo]: ¿ustedes fueron consultados?
FV: No. O sea, la idea nuestra era alrededor del monumento antiguo, cuando eran nuestros terrenos, hacer un museo etnográfico, de todas las etnias a nivel ecuatorial. De todos los pueblos ecuatoriales o de todo el país si se quiere. Hacer una ciudad ancestral. Esa era la idea. Una ciudad-museo ancestral. Esa era nuestra idea. Y que esta ciudad-museo ancestral que se encuentra en la Mitad del Mundo, cruzada por la línea ecuatorial, conservar sus costumbres, sus etnias, sus conocimientos ancestrales, su astronomía... Es decir, un museo en vivo de acuerdo a la historia ancestral. Esa era la idea. Y esa es la idea, y eso es lo que prevalece hoy en día en este museo. En este Museo Inti-Ñan.
Pero nadie nos paró bola, como se dice vulgarmente. Nadie dijo nada. Más bien lo que querían es desaparecernos del planeta. Desaparecer la historia auténtica de la familia Vera. Y bueno, afuera, todo afuera. Quisieron copiar la idea, pero mal copiada. Entonces, lo que hicieron es el mismo... O sea, no tenían esa idea de lo que es un museo abierto, un museo interactivo. Hoy en día, los museos a nivel mundial, los mejores museos al nivel del mundo, a nivel mundial, son los museos interactivos abiertos. Esos... no te quepa la idea. Los museos ya cerrados, los museos vitrina... los museos ya vitrina, los museos que no tienen interactividad, que no son un poco abierto, elásticos al público... Un museo es un puente de conocimiento hacía la comunidad, hacia la sociedad. Es un museo abierto hacia la sociedad. Ese es el nuevo concepto de museos. Y eso lo que ya tuvimos nosotros en los años 60. Esa idea.
Pero la política en sí se cerró en cuatro paredes. ¿Y qué hizo?
¡Ah, no! Tiene que ser un museo de lujo, encerrado en cuatro paredes. Un museo etnográfico, encerrado en cuatro paredes. Y la idea que nosotros tuvimos se encerró en cuatro paredes que hoy es el monumento ecuatorial, que no nos dice nada. No es auténtico. No es natural, ni nada. Así son cuatro figuras ahí y punto.
Entonces, esa idea como que nos copiaron, pero nos copiaron mal.
Y hemos luchado durante estos años. Desde los años 90, en el cual ya abrí este museo como tal, con la misma idea. Hemos luchado con la Ciudad Mitad del Mundo, con el monumento, la administración de ese monumento. Hemos luchado para ver si se abren las puertas o nos unimos. O que esas figuras pasen a ser parte de este museo con un convenio, no sé. Y abrir, abrir las puertas a un margen más amplio, con una mentalidad más amplia, más natural, más ecológica. Mas interactiva. Pero como hay ese egoísmo y siempre ha habido ese egoísmo en el medio. De que el que lleva el agua a su molino es mejor. Pero yo nunca lo he planteado así. Siempre he planteado que se abren y se botan las paredes. Hasta que se hace un jardín botánico aquí. Que se hacen jardines y todo eso. Pero como nunca se llegó a ningún acuerdo, hasta hoy en día, hay esa pugna. Esa pugna de poder económico donde hay una diferencia enorme. Yo soy un museo tan pequeñito, pero grande en espíritu. Ese es una ciudad tan grande, un monumento tan grande... Gran economía, pero con una mentalidad de cuatro paredes. Esa es la diferencia. Aquí la historia. Allá en cambio, una historia muy reducida.
2.4. ¿Qué es el Inti-Ñan?
En esta historia oral, el enfoque de mi investigación ha sido la historia de los monumentos ecuatoriales y del desarrollo del turismo en San Antonio de Pichincha. Para Fabián Vera, por otro lado, la idea del Museo de Sitio Inti-Ñan está ligada directamente a un museo abierto a la comunidad, como lo describe en las últimas oraciones de la sección anterior.
Al preguntarle cuál es exactamente el propósito de su museo, durante nuestra segunda conversación, el 13 de enero de 2014, Fabián Vera presentó un resumen de las ideas centrales de este testimonio, en las cuales vemos, por ejemplo, la repetición de aquella sobre la importancia de un turismo místico que ligue al Museo Inti-Ñan con las culturas aborígenes, tanto del valle de Lulumbamba como del mundo andino. Adicionalmente, el señor Vera describe sus visiones acerca de los lazos entre las culturas del sol a nivel mundial, lo que ha inspirado su bosque totémico y también el desarrollo del cilindro Acoratene. En fin, como nos describe, tiene una visión de una nueva universalidad humana abrazada por la línea ecuatorial, es decir, por el Camino del Sol o Inti-Ñan, objeto universal, pero también creación particular de Fabián Vera y de Humberto Vera, en San Antonio de Pichincha, en la Mitad del Mundo...
Conversación de 13 de enero de 2014
FV: A través de los años y de las investigaciones e historias que se han venido escribiendo e investigando, se crea prácticamente el Museo Inti-Ñan o Camino del Sol por una simple razón. Primero, por la historia misma que su nombre lo indica. ¿Qué es el Inti-Ñan? Es el Camino del Sol. ¿Qué es el camino del sol?
La latitud 0° 0’ 0". ¿Qué es la latitud 0° 0’ 0"? La Mitad del Mundo. ¿Que es Quito? Es el centro de la Tierra.
Entonces, al tener estos nombres propios, que nadie los conocía, nadie los difundió. Fabián Vera... Bueno, antes, con mi padre, lo fuimos difundiendo y se fue creando realmente al entorno de estos conceptos, claros, de lo que es la Mitad del Mundo, la línea equinoccial, la línea ecuatorial... y eso nos conlleva a manifestarnos en un solo proyecto que es el Inti-Ñan. El Camino del Sol, ancestralmente conocido. Entonces, se crea el Museo Inti-Ñan. Se crea el Museo Inti-Ñan a partir de la historia del valle de Lulumbamba, con las chozas aborígenes y naturales que existen aquí. Por eso es un museo en situ, o de sitio, en donde los lulumbambas vivían en chozas. Y como estas chozas fueron las primeras que se las rescataron prácticamente, porque ya en los años 80 los indígenas ya no vivían en chozas, sino que esas chozas los convirtieron en bodegas, tapándoles, como con la inclemencia del tiempo se iban dañando los techos que eran de paja. Entonces lo ponían de zinc o de eternit, simplemente. Entonces la idea fue rescatar las chozas que teníamos en este terrenos por donde pasaba el Camino del Sol o el Inti-Ñan. Entonces es por eso que lo pusimos el Museo Inti-Ñan o Camino del Sol, donde encuentras su vida, su leyenda y sus costumbres, y su conocimiento astronómico indígena de los lulumbambas. Entonces ahí ya tomó cuerpo y forma, histórica, natural y científica el sitio.
EC: [Finalmente, ¿nos] puedes decir un poco acerca de la idea del bosque totémico?
FV: La idea es bastante amplia o de ampliarnos con varios tótems del mundo, ¿no? Porque si bien es cierto y ya habíamos comentado que tenemos un solo sol... y estamos cobijados de un solo sol, la misma porción, por lo tanto, el humano ha tenido, pues, la voluntad de crear cosas totémicas dentro de su cultura, dentro de su religión, dentro de sus costumbres. Y es una forma de expresarse, también. Entonces, esa forma de expresarse de cada pueblo, de cada país, de cada nación, de cada continente, es, ¿no?, diferente. Pero es muy singular en la creación de estos tótems como hitos, unos geográficos, otros costumbristas y otros religiosos. Pero que no dejan de ser tótems. Su palabra lo dice, tótem o totemismo, son deidades para las culturas. Y estas deidades siempre tienen su historia. Su historia cósmica, su historia humana, humanística, antropológica. Y más que nada, hoy por hoy, el bosque totémico viene a construir una unión. Un lazo de unión de los pueblos, equinoccial, del mundo entero. Entonces, ese es mi objetivo.
3. Conclusiones
La historia oral presentada en este estudio sitúa el trabajo de la familia Vera en el centro de una narración del desarrollo tanto de San Antonio de Pichincha como del turismo ecuatorial. Por un lado, el marco que nos presenta el señor Vera considera la importancia del valle de Lulumbamba dentro del conocimiento ancestral indígena. Esta representación anota la centralidad del valle, del pueblo y de la familia Vera en un arqueoespacio científico-indígena, el cual también sostiene su reivindicación en la necesidad de continuar las obras del Museo Inti-Ñan.
Por otro lado, vemos el intercambio de lo intelectual, la historia, el conocimiento local y lo personal-familiar en esta historia oral. El señor Vera nos presenta una visión de un imaginario de lo indígena enlazado en las tradiciones locales, pero al mismo tiempo dialoga con los temas míticos del indigenismo ecuatoriano. En particular, Vera articula al valle de Lulumbamba esencialmente como un chakra global-místico aunque sin usar esas palabras, articulación que refleja sus actividades en un corredor turístico. Asimismo, la historia oral se puede leer como un desafío de la Ciudad Mitad del Mundo. Aunque el señor Vera se toma la molestia de no mencionarla directamente, el argumento central de su historia establece inherentemente un lazo entre las obras de la familia Vera y la historia indígena y local en el valle de Lulumbamba. En contraste, tanto la Ciudad Mitad del Mundo como las misiones geodésicas francesas son representadas como intrusas que han tomado ventaja del conocimiento local para desarrollar una agenda extranjera; tal vez hasta se podría decir colonial.
Aunque he intentado contextualizar tales interpretaciones, en estos últimos párrafos quiero profundizar acerca de la importancia de las estrategias de autorrepresentación como una reflexión del momento y la situación en que se desarrollaron nuestros diálogos. La historia oral, como ha sugerido Portelli (1979/2016), se considera menos como el desarrollo de una historia narrativa lineal que como una investigación de la subjetividad del informante, en este caso el señor Vera, quien, en un diálogo conmigo como investigador, intenta establecerse dentro de una narrativa personal y al mismo tiempo pública. Es justamente dentro de este diálogo, en el cual el investigador participa y también influye, en donde vemos la posibilidad de considerar las estrategias del sujeto al presentar su versión de la historia narrada. Este contexto importa mucho. Cabe recalcar que la historia oral que acabamos de presentar no solo cuenta con la intrusión del investigador como interlocutor y como editor, sino también con que él fue drásticamente impactado por la situación en el cual se encontró el señor Vera en enero de 2014, en medio de la crisis de la torre Viñoly, pero también inmediatamente después de reencontrar el archivo familiar. Esta subjetividad, tanto del momento como del relato expuesto, por su parte, no presenta una invención, sino, más bien, debería ser considerada «un proceso activo de creación de significados» (Portelli 1979/2016, p. 54). Son estos lazos entre la subjetividad del momento y el «proceso activo» los que ofrecen la posibilidad para el historiador de reconsiderar los vínculos e intercambios entre la memoria y la historia.
En este estudio, he intentado demostrar la importancia política que tiene el desarrollo de un museo alternativo, hasta contramemorial, como es el Museo de Sitio Inti-Ñan. Tal importancia se refleja en los lazos particulares y personales con un pueblo transformado por el turismo en décadas recientes, como es el caso de San Antonio de Pichincha. Al mismo tiempo, al presentar el estudio de una historia oral con solo una mínima edición de mi parte, mi intención ha sido también considerar las posibilidades de la historia oral como método de investigación para ampliar nuestra consideración general acerca de la historia del turismo.
En combinación con estudios archivísticos y etnográficos, la historia oral nos ofrece la posibilidad tanto de expandir el archivo histórico como de considerar la experiencia particular y, tal vez más centralmente, la forma en que los individuos narran su vida. Actores como el señor Vera, entremezclados en medio de discursos estatales, por un lado, y marginales o populares, por otro, abundan en poblaciones similares cuyo desarrollo de economías turísticas tiene una historia joven pero decididamente ocurrida. Además, historias orales como esta, en vez de identificar la veracidad de una narrativa histórica o presentar una visión singular de su importancia, nos presentan la posibilidad de considerar el punto de vista singular, potencialmente en diálogo con otros puntos de vista aledaños. Como sostiene Trapp-Fallon (2003), enfocarnos en la singularidad de la voz narrativa y subjetiva también da la posibilidad de descentralizar la vista esencialmente positivista del historiador o científico social, que intenta manejar las contradicciones del testimonio para entrelazarlas dentro de modelos supuestamente universales. En su forma más utópica, como método, la historia oral, por lo tanto, podría revalorar la particularidad y la singularidad de la variedad de actores intercalados dentro de las actividades turísticas.
Referencias
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Artículo recibido el 30 de abril de 2018
Artículo aprobado para su publicación el 15 de diciembre de 2018
1 Esta sección se basa en gran parte en un artículo previo más extenso (Capello, 2018).
2. Entrevista con Fabián Vera (enero de 2014).
3. El original sería mudado a Calacalí, directamente al este de San Antonio de Pichincha.
4. Sistema de posicionamiento global, por sus siglas en inglés.
5 Acerca de la categoría de museos de sitio como fenómeno global, ver el artículo de Francisca Hernández Hernández, «La museología ante los retos del siglo XXI» (2007).
6 A continuación, mis intervenciones en las historias orales son señaladas con las iniciales EC y las del señor Fabián Vera con FV.
7 Ninguno de estos puntos de las señales geodésicas se encuentra en la línea equinoccial. El de Esmeraldas no es una señal, sino un grabado en una piedra donde se estrelló La Condamine al llegar a la costa ecuatoriana.
8 Catequilla es un cerro cercano a San Antonio de Pichincha, por donde atraviesa la línea ecuatorial.
9 Diturus fue la Dirección Nacional de Turismo, establecida como entidad autónoma en 1973.