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Apuntes

Print version ISSN 0252-1865

Apuntes vol.47 no.87 Lima Jul-Dec 2020

http://dx.doi.org/10.21678/apuntes.87.1027 

Artículo

Preferencias parentales de socialización valórica en el Chile contemporáneo: ¿cómo influyen la clase social y la religión de los padres en la manera en que quieren criar a sus hijos?1

Parents' Socialization of Values in Contemporary Chile: How do Social Class and Parents' Religion Shape How They Raise their Children?

Eduardo Santander Ramírez1  , Investigador independiente

Llarela Berríos2  , Investigadora asociada

Patricia Soto De La Cruz3  , Directora

Mariela Avendaño Cassasa4  , Académica

1 Centro de Estudios de Investigación sobre Familia, Universidad Finis Terrae. Santiago de Chile, Chile. efsantan@uc.cl

2 Escuela de Educación Parvularia, Universidad Finis Terrae. Santiago de Chile, Chile. lberrios@uft.cl

3 Escuela de Educación Parvularia, Universidad Finis Terrae. Santiago de Chile, Chile. psoto@uft.cl

4 Escuela de Educación Parvularia, Universidad Finis Terrae. Santiago de Chile, Chile. mavendanoc@uft.cl

RESUMEN

El siguiente estudio tiene por objetivo evaluar la relación entre las variables de clase social y religión sobre las preferencias parentales de sociali-zación valórica en el Chile contemporáneo. A partir de datos aportados por la V Encuesta Metropolitana de Familia y Educación, se estimaron modelos logísticos que muestran que las familias de clase alta tienden a privilegiar valores más simbólico-relacionales, como los buenos modales y el respeto por los demás, mientras que las clases bajas privilegiarían transmitir valores de ascensión social, como el trabajo duro y el ahorro. Los padres que se identifican con la religión evangélica, por otro lado, movilizarían fuertemente valores como la creencia en la fe religiosa.

Palabras clave: familia; valores; socialización; Chile

ABSTRACT

This study aims to assess the relationship between the variables of social class and religion in parental preferences regarding the socialization of values in contemporary Chile. Employing data from the 5th Metropolitan Survey of Family and Education, logistic models were estimated that show that upper-class families tend to favor more symbolic-relational values such as good manners and respect for others, while lower classes privilege social promotion values such as hard work and saving capacity. Parents who identify as Evangelical Christians, on the other hand, place a firm emphasis on values such as religious belief.

Keywords: family; values; socialization; Chile

Introducción

La transmisión intergeneracional de los valores en el proceso de socialización familiar ha ocupado un rol central en los estudios de psicología y sociología de la familia, ya que permitirían ampliar el campo de investigación sobre los procesos de reproducción del estatus y la movilidad social en el interior de la familia (Kohn, Slomcynski, & Schoenbach, 1985; Yi, Chang, & Chang, 2004). Estos valores han sido definidos como los objetivos y las aspiraciones que padres y madres tienen respecto a su descendencia, tanto en el corto como en el largo plazo (Lasker & Lasker, 1991). Estos objetivos se traducen en prácticas sistemáticas de crianza o estrategias de socialización concretas que pretenden modular las conductas de los hijos e hijas en la dirección que ellos valoran de acuerdo con su personalidad y que estiman como positivas para la integración y el desenvolvimiento social de sus hijos e hijas (Ramírez, 2005, p. 167).

Existe considerable evidencia empírica que constata que variables de estratificación social tienen un efecto en las preferencias parentales de socialización de valores en sus hijos e hijas (Hadjar, Baier, & Boehnke, 2008; Kohn, 1969; Kohn et al., 1985; Kohn & Schooler, 1983; Xiao, 1999). Desde la tradición sociológica clásica, se ha dicho que la familia opera como una agencia de reproducción cultural, en la que los valores se adquieren tácitamente en un proceso de transmisión que permite asegurar la perpetuación del grupo social y la conservación del estatus y el privilegio (Bernstein, 1973; Bourdieu, 1998). Es decir, los valores que los padres prefieren transmitir a sus hijos no son aleatorios ni racionalizados, sino socialmente construidos, como función de la internalización de la estructura social y la división social del trabajo en la experiencia de socialización del individuo.

Por otro lado, los estudios también señalan que los valores en que los padres quieren que sus hijos se eduquen y formen tienen un efecto en el desarrollo posterior de los niños y en el éxito de los caminos que estos persigan en su vida (Hitlin, 2006). La Encuesta Mundial de Valores (EMV) ha sido pionera en incluir, desde 1991, una pregunta sobre cuáles son los valores que les gustaría que sus hijos aprendieran. Los estudios muestran que los valores preferidos son los de buenos modales, trabajo duro, independencia, responsabilidad y tolerancia (Rabusicova & Rabusic, 2001, p. 127).

En este marco, se ha encontrado que los valores que los padres prefieren transmitir a sus hijos modelan disposiciones diferenciales a la cultura, el mundo del trabajo o la interacción con los pares (Xiao, 1999). Algunos estudios han encontrado que, mientras que las familias de clase media ponen mayor énfasis en valores como la independencia y la autonomía, los padres de clase trabajadora privilegian socializar a sus hijos en la obediencia o el trabajo duro (Spade, 1991; Tudge et al., 2000), y los padres católicos optan por matrices de socialización basadas en la conformidad y los buenos modales (Lanski, 1961).

Chile, por otro lado, ha sido caracterizado como un país altamente segregado, con fuerte reproducción endógena de la clase y el privilegio social (Larrañaga & Rodríguez, 2015; Repetto, 2016), lo que haría hipotetizar que las familias activarían pautas de socialización en aquellos valores que serían funcionales a la conservación del estatus, en el caso de familias de clase alta, o a la ascensión social, en el caso de familias de clase baja. La investigación empírica para esta hipótesis es escasa en Chile. Ortega, Vidal y Zapata (2009), en un estudio cualitativo en comunas de extrema pobreza, encuentran que las familias privilegian fuertemente los valores asociados al trabajo, la responsabilidad y la preocupación económica, que se han visto reforzados con la fuerte penetración del pentecostalismo en las clases populares urbanas (Valenzuela, Bargsted, & Somma, 2013).

Las familias de clase alta chilenas, por otro lado, se inclinarían por transmitir valores asociados al éxito económico y la ostentación del prestigio social, aunque también las relacionadas con la moral católica, la austeridad y la responsabilidad social y familiar. Estas estrategias de socialización permitirían movilizar dinámicas de distinción y clausura de la clase social alta chilena sustentadas en la socialización en un "código virtuoso" que configuraría una cierta identidad valórica de la élite chilena (Giesen, 2010; Thumala, 2007). No obstante, existe poca evidencia empírica que vincule cómo la estratificación social de las familias modula las preferencias de socialización valórica en particular, más allá de las preferencias de escolarización o las estrategias educativas (Gubbins, 2014).

De este modo, esta investigación busca evaluar el efecto de un conjunto de variables sociales sobre las preferencias de socialización valórica de los padres hacia sus hijos, en una muestra de 1.005 padres y apoderados de la Región Metropolitana que tienen hijos en la enseñanza escolar, básica o media. Se estimarán 12 modelos de regresión logística para evaluar el efecto de las variables de grupo socioeconómico y filiación religiosa en el tipo de valores que estos padres y apoderados buscan transmitir a su descendencia.

1. Marco referencial

La socialización, entendida como el proceso de inducción en que los niños y niñas son formados en el amplio repertorio de normas, valores y comportamientos característicos de la cultura de una sociedad (Servat, 2008), y que caracterizarán su estilo de adaptación al ambiente, ha sido un tópico de larga discusión teórica en sociología y psicología del desarrollo. Este proceso de transmisión de los contenidos culturales en la familia ha demostrado tener una fuerte asociación con el desarrollo psicológico individual, la resiliencia, las posibilidades de éxito profesional y el funcionamiento de la sociedad (Danioni, Rosnati, & Varni, 2017; Schönpflug, 2009). En efecto, en la llamada "socialización primaria", las descendencias internalizan y codifican los sistemas simbólicos de su mundo objetivo a partir de las interacciones en las que ingresan con "otros significativos" (Berger & Luckmann, 1968). Al no poder elegir a sus "otros significativos" (particularmente a sus padres y madres), los lleva a una identificación casi automática, con fuerte carga emocional, en la que el mundo que les presentan no es uno entre varios, sino "el mundo" (el único que existe y se puede concebir) (Simkin & Becerra, 2013, p. 127).

Los procesos de transmisión de valores en la familia han sido discutidos y problematizados desde dos perspectivas. La primera es la que sostiene que existiría un continuo entre los valores de los padres y madres, y los que estos buscarían entregar a su descendencia (Trommsdorff, 2009), lo que se llamado el "modelo fax" (Strauss, 1992). En este, existiría una fuerte correlación positiva entre la estructura de valores de las familias y la que buscan que sus hijos e hijas aprendan (Whitbeck & Gecas, 1988; Trommsdorff, 2009; Knafo & Schwartz, 2001). Por otro lado, una segunda perspectiva sostiene que los padres y madres filtran los valores con los que buscan socializar a sus hijos e hijas, con el objetivo de que estos maximicen su adaptación en la sociedad y logren una mejor integración funcional a ella (Youniss, 1994). De esta manera, no habría una coherencia absoluta entre lo que padres y madres profesan como valores de socialización y lo que piensan que es mejor para su descendencia, ya que los valores que ellos aprendieron podrían ya no ser útiles para los nuevos contextos sociales y culturales o las nuevas orientaciones en el mercado del trabajo y la producción (Aylwin, 1984; Kuczynski, Marshall, & Schell, 1997; Knafo & Galanski, 2008). Una crítica a estos modelos vendría desde la idea de que los procesos de transmisión de valores no operan sobre una "tabula rasa", sino que serían esencialmente bidireccionales, y, por lo tanto, contemplan un espacio de negociación e, incluso, de resistencia (Kuczynski et al., 1997; Pinquart & Silbereisen, 2002). En este sentido, el proceso de transmisión de valores no estaría encapsulado únicamente en la familia, sino que también se vería mediado por los distintos contextos de desarrollo significativo y ámbitos de interacción social en los que ingresan los niños/as y los adolescentes (Boehnke, 2001; Roest, Dubas, & Gerris, 2009), bajo la dirección de un modelo ecológico de socialización y aprendizaje de las normas y los contenidos culturales (Bronfenbrenner, 1987).

Desde la teoría sociológica clásica, existe una larga tradición que constata la relación entre las variables de origen social y las preferencias de socialización en valores. Según Bourdieu (1998), por ejemplo, la familia transmite y refuerza un entramado de prácticas, representaciones y disposiciones sociales -habitus- hacia la cultura y el mundo del trabajo, que son reflejo de la posición social de la persona en el espacio social y que movilizan distintas estrategias de reproducción social o perpetuación del grupo. Para Bernstein (1973), por otro lado, las familias transmiten un conjunto de principios de relación social, reglas de reconocimiento y prácticas de comunicación -"código sociolingüístico"- que se adquieren de manera tácita e informal en los procesos de socialización y que son fruto de la interiorización de la distribución del poder y del control social en la experiencia del individuo. El código opera regulando el repertorio de prácticas y relaciones sociales del individuo, en las que, finalmente, se va desplegando el proceso de transmisión cultural de la diferencia de clase social, o de posición relativa en la estructura de la división social del trabajo (Bernstein, 1990).

Uno de los primeros trabajos en vincular la clase social con el estilo de socialización parental fue el de Melvin Kohn en 1969. En su trabajo con 400 hogares en la ciudad de Washington, en los Estados Unidos, encontró que tanto los padres y las madres de clase baja como los de clase media estimaban que los valores más importantes para socializar a sus hijos e hijas eran la felicidad, la honestidad, la consideración por el otro y la obediencia. Sin embargo, ambos tipos de familia diferían en la jerarquía que les atribuían; mientras que las familias de clase media privilegiaban más los valores asociados a la compasión, el autocontrol y la curiosidad, sus pares de clase baja confirieron más importancia a los valores de la obediencia, el respeto a la autoridad parental y los buenos modales (Kohn, 1969). El mismo Kohn, junto con otros investigadores en Polonia, analizaron la asociación entre variables de estratificación social y preferencias parentales de socialización en valores de los hijos e hijas, y encontraron hallazgos similares. En efecto, aquellos padres y madres que se desempeñaban en trabajos en los que era posible ejercer iniciativa y juicio propios, por lo general profesionales liberales asociados a clase alta o burguesa, buscaban socializar a sus hijos e hijas en los valores de la autonomía, la disciplina y liderazgo (Kohn et al., 1985). Para encapsular teóricamente estas diferencias por clase social, Villarroel (1990) ha definido dos patrones de socialización familiar: la llamada "socialización represiva", orientada a la conformidad, el respeto a la autoridad y la obediencia, que se da mayormente en el estrato bajo, y el patrón de "socialización participatoria", que se daría principalmente en las clases medias y altas, y que estaría caracterizado por la promoción de valores como la creatividad, la reflexión y la exploración autónoma. Ambos patrones darían cuenta de formas específicas de organización de los roles en el interior de la familia: mientras que, en el ámbito de la socialización represiva, los miembros de la familia conseguirían su cohesión y unidad principalmente a través de la complementariedad funcional de roles culturales tradicionales (padre como proveedor y madre como dueña de casa), en el modelo de socialización participatoria, los miembros de la familia se organizarían en función de pautas más flexibles y dialogadas, determinadas más por las habilidades e inclinaciones personales de cada uno que por imposiciones de un sistema cultural de división de roles familiares (Rodríguez, 2007).

Chile ha sido caracterizado como un país con alta desigualdad socioeconómica, lo que se expresa en los indicadores de segregación residencial (Sabatini, Cáceres, & Cerda, 2001; Agostini, Hojman, Román, & Valenzuela, 2016), distribución de ingresos (Larrañaga & Rodríguez, 2015) e inequidad en el sistema escolar (Bellei, 2013). Datos provistos por el Banco Mundial indican que Chile exhibe la economía más desigual de los países de la OCDE, con un coeficiente de Gini ampliamente superior a los de los demás países de la organización, y con niveles cercanos a los que presentan países como Paraguay, Ruanda y Suazilandia. La explicación de esta característica se encontraría en la importante fracción de los ingresos totales del país que se llevan los hogares más ricos (Repetto, 2016, p. 80). Por otro lado, evidencia cualitativa ha mostrado que la clase alta chilena busca movilizar distintos mecanismos de distinción social para resguardar la exclusividad y perpetuación del grupo. Uno de estos mecanismos sería el de la religión católica. En efecto, la élite chilena se ha caracterizado por su moral extremadamente católica y por un modo de vida conservador y virtuoso que busca justificar una superioridad moral, heredada del régimen colonial (Giesen, 2010, pp. 27-28). El marcado catolicismo de la clase alta chilena se ha asociado con su pertenencia y simpatía por movimientos católicos como el Opus Dei y los Legionarios de Cristo, cuya novedad radica en la conjugación virtuosa y santa del éxito económico y la doctrina católica (Thumala, 2007). En este sentido, la evidencia cualitativa señala que la clase alta chilena busca separarse del resto al socializar a su descendencia en lo que Giesen (2010) llama el "código virtuoso", caracterizado por valores como la responsabilidad familiar, la moral católica, la elegancia, y el apoyo al prójimo. Moya y Hernández (2014) suscriben la hipótesis de que uno de los mecanismos simbólicos de cierre social más fuertes de la clase alta corresponde a la socialización en los valores de la moral del catolicismo clásico, orientados al desarrollo de la virtud, el autocontrol, la espiritualidad y la felicidad. Estos valores tenderían a legitimarse institucionalmente en la lógica de elección de escuelas y, en general, en las estrategias de socialización educacional y académica, lo que terminaría configurando una identidad o "ethos" cultural y valores de la élite chilena (Thumala, 2007). Por otro lado, se ha ido configurando un movimiento sistemático de expansión de la religión pentecostal evangélica en las clases populares chilenas, en particular en las zonas urbanas, que se identifica con una regeneración moral y un retorno a los valores tradicionales de la buena conducta, frente al alcoholismo, el consumo de drogas, la violencia urbana y la extrema pobreza. A diferencia del catolicismo de la clase alta chilena como dispositivo de clausura social, la expansión pentecostal se realizaría "dentro de estructuras de inclusión y participación laical mucho más abiertas" (Valenzuela, Bargsted, & Somma, 2013, p. 10). En este marco, la narrativa pentecostal buscaría reestablecer los "verdaderos valores cristianos" en el seno de la familia: la solidaridad social, el valor del trabajo y la hermandad (Fediakova, 2002).

La investigación en Chile ha escapado a la pregunta sobre cómo las variables de estratificación social de las familias inciden en sus preferencias de socialización en valores. Por lo general, se ha concentrado en cómo la socialización familiar impacta sobre conductas de consumo de alcohol o drogas (Florenzano, Sotomayor, & Otava, 2001) o sobre la participación de las familias en la escolarización de sus hijos e hijas (Gubbins & Otero, 2016), o en el impacto de la clase social sobre las estrategias de socialización cognitiva o académica (Gubbins, 2014).

Con ello, las hipótesis que se plantea este estudio son las siguientes:

Hipótesis 1: Las familias de clase alta y media, comparadas con las clases más bajas, prefieren transmitir valores de socialización más simbólicos, como la imaginación, la autonomía, el respeto por las otras personas y la generosidad

Hipótesis 2: Las familias de clase baja, comparadas con las clases más altas, prefieren transmitir valores de socialización más materiales, como el ahorro, la independencia y el trabajo duro.

Hipótesis 3: Las familias que se identifican con la religión evangélica, en comparación con las que se identifican con otra religión, prefieren transmitir valores de socialización basados en la creencia en la fe religiosa.

De este modo, este estudio busca problematizar la incidencia de las variables de grupo socioeconómico y filiación religiosa en las preferencias de socialización en valores de los padres, madres y apoderados/as sobre sus hijos e hijas en edad escolar. A partir de este estudio, se esperar contribuir a un campo de estudio más amplio sobre los mecanismos intrafamiliares de reproducción de la desigualdad en Chile.

2. Metodología

Muestra

La fuente de datos corresponde a la V Encuesta Metropolitana de Familia y Educación, realizada por el Centro de Estudios e Investigación sobre Familia de la Universidad Finis Terrae el año 2015. La población objetivo corresponde a personas de 18 años o más que sean residentes habituales de viviendas particulares ocupadas localizadas en las comunas de la Región Metropolitana, específicamente de la provincia de Santiago, y que sean apoderados o tengan a su cargo al menos un estudiante que cursa educación básica en su hogar. El diseño muestral correspondió a uno de muestreo probabilístico multietápico, estratificado por comunas con afijación proporcional. Se aplicó un cuestionario estructurado a un total de 1.065 personas representativas de la población objetivo. Se recogió información de 34 comunas de la Región Metropolitana. El error muestral fue del 3,0%, considerando varianza máxima y nivel de confianza del 95%. Los datos de la muestra se exhiben en la tabla 1.

Tabla 1 Caracterización de la muestra 

Nivel socioeconómico Alto 30%
Medio 40,1%
Bajo 29,9%
Filiación religiosa Católico 64,5%
Evangélico/protestante 20,3%
Ateo/agnóstico/ninguna 15,3%
Sexo Hombre 21,9%
Mujer 78,9%
Edad 18-35 años 41,4%
35-50 años 41,5%
Más de 50 17,1%
Estado civil Soltero 32,1%
Casado/conviviente 58,3%
Separado/divorciado 9,7%

Elaboración propia.

Método

Para el análisis descriptivo, se estimarán coeficientes chi-cuadrado de asociación entre las variables de preferencias de valores de socialización y las variables independientes: grupo socioeconómico y filiación religiosa. En una segunda parte, se estimarán 12 modelos de regresión logística binaria con las variables dependientes de valores y un efecto interactivo. Para la interpretación de los modelos de regresión, se usarán los odds ratio (OR). Los datos fueron procesados estadísticamente con el software SPSS, versión 24.

Variables

Para los modelos de regresión logística, se utilizaron como variables dependientes 12 variables dummy sobre si los padres y madres mencionan o no mencionan los siguientes valores cuando son interrogados sobre cuáles "cualidades o valores considera Ud. que son especialmente importantes de ser enseñados en el hogar": (1) tener buenos modales, (2) ser independiente, (3) trabajar duro, (4) ser responsable, (5) tener imaginación, (6) ser tolerante con los demás, (7) ser ahorrativo, (8) ser perseverante, (9) ser creyente (fe religiosa), (10) ser generoso, (11) ser respetuoso con otras personas y (12) ser obediente. Como variables independientes, se usaron las variables nivel socioeconómico y la dummy de filiación religiosa. Como controles sociodemográficos, se usaron las variables sexo, edad y estado civil. La tabla 2 describe las variables del estudio. Además, se incluyó un efecto interacción: nivel socioeconómico alto y religión católica.

Tabla 2 Variables del estudio 

Elaboración propia.

3. Resultados

La relación entre nivel socioeconómico y preferencias parentales de socialización en valores

La tabla 3 muestra la relación entre el tipo de valores o cualidades considerados más importantes por los padres y madres a la hora de socializar a sus hijos/as y el nivel socioeconómico. Si se consideran los totales, los cinco valores que más se mencionan, en orden decreciente, son el ser responsable (el 61,6% lo menciona), tener buenos modales (52,7%), trabajar duro (49%), ser respetuoso con otras personas (48,2%) y ser independiente (43,8%). Por otro lado, por coeficiente chi-cuadrado, se constatan asociaciones bivariadas estadísticamente significativas entre el nivel socioeconómico y los valores de tener buenos modales (p<0,01), trabajar duro (p<0,01), ser ahorrativo (p<0,01), ser perseverante (p<0,01), ser creyente (fe religiosa) (p<0,01), ser respetuoso con otras personas (p<0,01), ser generoso (p<0,1), ser independiente (p<0,1) y tener imaginación (p<0,05).

Entre los niveles socioeconómicos, se encuentran diferencias estadísticas en la mención que tiene cada uno de los valores. Por ejemplo, el valor de tener buenos modales es más evocado por el grupo medio (61,3%), que por el grupo alto (49,6%) y el bajo (44,1%). El trabajo duro es un valor fuertemente preferido por el nivel bajo (57,3%), sin diferencias estadísticas con el nivel alto (48,6%), aunque sí con el medio (43,2%). El mismo patrón se repite con el valor de ser ahorrativo (el 39,2% de los padres del nivel bajo lo menciona, comparado con el 28,5% de los padres de nivel medio) y con ser perseverante (el 42,8% del nivel bajo versus el 33,6% del nivel medio).

El valor de ser creyente en la fe religiosa fue más mencionado por las familias de nivel bajo (32,8%), y se configuraron diferencias significativas con el nivel medio (19,5%) y también con el nivel alto (20,2%). El valor de ser respetuoso con las otras personas es más preferido por las familias de nivel medio (54,7%) y alto (48,8%), comparado con las de nivel bajo (38,8%).

No hay diferencias estadísticamente significativas por nivel socioeconómico en los valores de ser tolerante con los demás, ser obediente y ser responsable.

La relación entre filiación religiosa y preferencias parentales de socialización en valores

La tabla 4 muestra la relación entre el tipo de valores o cualidades considerados más importantes por los padres y madres a la hora de socializar a sus hijos/as y la filiación religiosa. A nivel general, se constatan asociaciones estadísticamente significativas entre las variables de ser independiente (p<0,01) y tener imaginación (p<0,05) con la filiación religiosa. Entre los grupos de filiación religiosa, encontramos que los padres católicos promueven fuertemente el valor de ser independiente (el 48,6% lo menciona), y existe una diferencia estadística (p<0,05) con sus pares que se identifican con la religión evangélica/protestante (33,4%), mas no así con los padres y madres que manifestaron no tener religión o ser ateos o agnósticos (el 40,9% lo menciona). Asimismo, los padres y madres que se identifican con la religión evangélica/protestante mencionaron, en un 33,7%, la importancia de la imaginación como valor de socialización, por sobre los padres católicos (24,8%), diferencia estadísticamente significativa a p<0,05. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas por filiación religiosa en los valores de buenos modales, trabajo duro, ser generoso, ser creyente en la fe religiosa, ser ahorrativo, ser perseverante, ser obediente, ser tolerante con los demás ni ser obediente.

Tabla 3 Preferencias parentales de socialización en valores según nivel socioeconómico (N=1.065) 

Notas:

(1) Los asteriscos corresponden a pruebas de asociación de chi-cuadrado. *** = p<0,01; ** = p<0,05, * = p<0,1.

(2) Se ejecutaron pruebas de Bonferroni para comparación estadística de proporciones de columna. Los subíndices con letras distintas significan diferencias significativas a p<0,05.

Elaboración propia.

Tabla 4 Preferencias parentales de socialización en valores según filiación religiosa (N=964) 

Notas:

(1) Se excluyeron de la base a los padres que profesaban una religión distinta a: católica, ninguna, ateo, agnóstico, evangélico o protestante.

(2) Los asteriscos corresponden a pruebas de asociación de chi-cuadrado. *** = p<0,01; ** = p<0,05, * = p<0,1.

(3) Se ejecutaron pruebas de Bonferroni para comparación estadística de proporciones de columna. Los subíndices con letras distintas significan diferencias significativas a p<0,05.

Elaboración propia.

Tabla 5 Modelos de regresión logística que predicen las odds ratio de mencionar un valor o cualidad como más importante para socializar a sus hijos/as (N=1.065) 

Notas:

(1) Los asteriscos corresponden a pruebas de hipótesis. *** = p<0,01; ** = p<0,05, * = p<0,1.

(2) Modelo (1): tener buenos modales, (2): ser independiente, (3): trabajar duro, (4): ser responsable, (5): tener imaginación, (6): ser tolerante con los demás, (7): ser ahorrativo, (8): ser perseverante, (9): ser creyente (fe religiosa), (10): ser generoso, (11): ser respetuoso con los demás, (12): ser obediente.

Elaboración propia.

Análisis del modelo de la influencia de la filiación religiosa y el nivel socioeconómico sobre las preferencias parentales de socialización en valores.

Los efectos estadísticamente significativos muestran que las odds de considerar los buenos modales como un valor deseable de socialización son un 70% más altas para el nivel socioeconómico alto que para el bajo (p<0,01), y un 80% más altas (p<0,05) en el caso del valor de ser respetuoso con los demás.

Por otro lado, el valor del trabajo duro es fuertemente rescatado por el nivel socioeconómico bajo. En efecto, las odds de mencionar el trabajo duro son un 150% más altas para el nivel bajo que para el alto (p<0,01) y un 100% más altas para el nivel medio comparado con el nivel socioeconómico bajo (p<0,01). Se repite un patrón similar con el valor del ser ahorrativo, en el que las odds de mencionar ese valor como deseable en la socialización de sus hijos/as son un 150% más altas para el nivel bajo que para el nivel socioeconómico alto (p<0,01). Los niveles medios evocan fuertemente el valor de los buenos modales (odds un 100% más altas que las del nivel bajo), la responsabilidad (odds un 40% más altas que las del nivel bajo) y el ser respetuoso con los demás (odds un 90% más altas que las del nivel bajo). El valor de la fe religiosa como cualidad de socialización es estadísticamente más evocado por el nivel bajo que por el nivel alto (odds un 100% más altas, a p<0,05) y que por el nivel medio (odds un 100% más altas a p<0,01).

Si se observa el efecto multiplicativo, se ve que las odds de que padres de clase alta y católicos mencionen el ahorro como valor de socialización intergeneracional son un 110% más altas que las de padres de clase baja y sin religión, ateos o agnósticos (p<0,05). El mismo patrón se repite para el caso del valor del trabajo duro, en el que las odds son también un 110% más altas (p<0,01).

La responsabilidad también es un valor altamente rescatado por las familias de clase alta y católicas, y las odds de mencionar ese valor son un 80% más altas que de las familias de clase baja y sin ninguna religión, ateas o agnósticas (p<0,05).

La filiación religiosa, en general, exhibe pocos efectos estadísticamente significativos por sí sola. Para los padres que se identifican con la religión católica, las odds de mencionar el valor de ser independiente son un 50% más altas comparadas con las de quienes no se identifican con ninguna religión, atea o agnóstica (p<0,05). Los evangélicos en la muestra evocan el valor de la creencia en una fe religiosa. En efecto, las odds de mencionar ese valor cuando los padres se identifican con la religión evangélica/protestante son un 70% más altas comparadas con las de quienes no manifiestan alguna creencia religiosa, ateos o agnósticos (p<0,05).

En relación con los controles usados, las mujeres que contestaron la encuesta valoran fuertemente el ahorro como cualidad de socialización (odds un 40% más altas que cuando responde un hombre), mientras que la obediencia es un valor fuertemente rescatado por cuidadores de más edad (odds un 70% más altas que para padres de entre 18 y 35 años, p<0,05).

El efecto interactivo muestra, por último, que el valor de los buenos modales es más valorado por padres sin religión de clase baja (odds un 67% más altas) que por padres de clase alta de religión católica (p<0,1).

4. Discusión y conclusiones

La familia es el agente socializador y de reproducción cultural por excelencia, ya que en ella se produce la socialización primaria, caracterizada por la internalización de los códigos simbólicos y la identificación psicológico-emocional con otros significativos (Berger & Luckmann, 1968).

El objetivo de este estudio consistió en evaluar la relación entre las variables de clase social y religión sobre las preferencias parentales de socialización de los valores en el Chile contemporáneo. En esta línea, los estudios empíricos han reportado que el tipo de valores que padres y madres buscan transmitir a sus hijos e hijas está asociado con su posición relativa en la sociedad. Padres y madres de niveles socioeconómicos más bajos tenderían a privilegiar espacios de socialización basados en la ascensión social: el trabajo duro, el ahorro económico, la perseverancia y la buena conducta (Xiao, 1999; Tudge et al., 2000). Estas diferencias por clase social se han encapsulado teóricamente en dos modelos de socialización familiar divergentes: un modelo de "socialización represiva" movilizado mayoritariamente por clases bajas y enfocado principalmente en la obediencia y conformidad con las normas, y un modelo de "socialización participatoria" de clases altas, orientado al desarrollo de la creatividad, la originalidad y la reflexión autónoma del niño (Villarroel, 1990).

Chile es un buen caso de estudio, ya que ha sido caracterizado como una sociedad con alta polaridad socioeconómica, que se traduce en una estructura de oportunidades asimétricas según el origen social (Larrañaga & Rodríguez, 2015; Repetto, 2016). En este contexto, la gran mayoría de las investigaciones se han centrado en estudios del efecto de la clase social sobre los procesos de socialización secundaria, esto es, en el ámbito de la socialización en la escuela (véanse, por ejemplo, Bellei, 2013; Gubbins, 2014, 2016), pero no existen estudios empíricos cuantitativos en Chile que den cuenta del efecto de variables de clasificación social sobre las preferencias de transmisión intergeneracional de valores en el espacio de socialización de la familia.

Al mismo tiempo, Chile ha ido evidenciado un despliegue expansivo de religiones con fuerte identificación de clase social: el evangelismo pentecostal en las clases populares urbanas (Valenzuela et al., 2013) y expresiones de catolicismo más radical en las clases altas, asociadas a la santificación de la vida cotidiana (Thumala, 2007).

Este estudio aporta evidencia para sustentar la hipótesis de que la clase social sí tendría un efecto en las preferencias parentales de socialización en valores, aunque entrega evidencia parcial para el caso de la adscripción religiosa. En efecto, se comprueban las hipótesis, ya que las familias de clase alta tenderían a privilegiar valores más simbólicos y relacionales, como los buenos modales y el respeto por los demás, mientras que las clases bajas privilegiarían transmitir valores más materiales de ascensión social como el trabajo duro y el ahorro (Villarroel, 1990). Sin embargo, estas diferencias tenderían a invisibilizarse cuando se contempla el efecto multiplicativo de clase y religión, donde, por ejemplo, las familias católicas de clase alta sí estarían privilegiando el valor del trabajo duro, el ahorro y la perseverancia, lo que sugeriría una constelación valórica especial para este tipo de familias en Chile. Una explicación para este resultado podría encontrarse en los análisis que Thumala (2007) hace sobre las clases altas católicas chilenas, que mezclarían, en su estructura de valores de socialización, el éxito económico, la moralidad y la adecuación a normas, mimetizándose, en este sentido, con los valores que favorecerían las clases bajas.

Por otro lado, y controlando por las otras variables de los modelos logísticos completos, los padres que se identifican con la religión evangélica movilizarían fuertemente valores como la creencia en la fe religiosa. Si se observa el efecto interactivo entre clase social y filiación religiosa, se constata que las familias católicas de clase alta, en comparación con las de clase baja y sin religión, agnósticas o ateas, privilegian valores como el trabajo duro, la responsabilidad, el ahorro y la perseverancia. Las clases medias, por otro lado, estarían movilizando fuertemente una constelación de valores más híbrida, en la que incluirían los buenos modales, la responsabilidad y el trato respetuoso a los demás.

Una de las limitaciones de este estudio tiene que ver con las características de la unidad de análisis. En este estudio, se consideran las preferencias de padres y apoderados con hijos e hijas en cualquier edad escolar, que pueden oscilar entre los 5 años (kindergarten) y los 22 años (en el caso de hijos e hijas con cursos repitentes). La evidencia sugiere que las estrategias de socialización primaria que movilizan los padres y madres difieren en alcance y naturaleza según la edad, la etapa del desarrollo psicoevolutivo del niño y la niña y los contextos significativos de interacción ecosistémicos (Ramírez, 2005). En particular, los padres parecerían inclinarse por un patrón de socialización más centrado en la disciplina y el establecimiento de límites cuando sus hijos e hijas son más pequeños (Hoffman, 1976; Baumrind, 1973), o en el desarrollo de la compasión y la prudencia (Wray-Lake, Flanagan, & Maggs, 2012).

Con todo, este estudio buscó aportar, en general, evidencia empírica al campo de estudio amplio sobre los mecanismos intrafamiliares de reproducción de la desigualdad, en particular, al estudio original y exploratorio de los predictores sociales de las preferencias de socialización de los hijos en el Chile contemporáneo.

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1Los autores del artículo quieren agradecer especialmente el apoyo de la directora del Centro de Estudios de Educación y Familia, Ana María Yévenes, por la concesión del uso de la base de datos y el soporte permanente en la ejecución de los análisis y el planteamiento de los marcos teóricos pertinentes.

Recibido: 13 de Mayo de 2019; Aprobado: 11 de Octubre de 2019

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