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Apuntes

Print version ISSN 0252-1865

Apuntes vol.49 no.90 Lima Jan./Apr. 2022  Epub Jan 26, 2022

http://dx.doi.org/10.21678/apuntes.90.1374 

Artículo

Acumulación de (des)ventajas y género en trayectorias de clase obrera en Buenos Aires

Cumulative (dis)advantage and gender in working-class trajectories in Buenos Aires

Gonzalo Seid* 

* Universidad de Buenos Aires - Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina)

RESUMEN

Este artículo versa sobre procesos de acumulación de ventajas y desventajas en trayectorias de movilidad social tomando en consideración el género. Para indagar cómo las trayectorias de clase obrera en el Área Metropolitana de Buenos Aires son moldeadas por el género en términos de acumulación de (des)ventajas, se realizaron entrevistas biográficas a personas de distintos orígenes sociales dentro de la clase obrera. Las familias con situaciones más estables pudieron transmitir recursos variados que hicieron más probables las espirales de acumulación de ventajas. Dentro de ellas, algunos varones pudieron aprovecharlas al máximo, mientras que, para las mujeres, fueron más recurrentes los obstáculos.

Palabras clave: clase social; género; acumulación de ventajas; acumulación de desventajas; movilidad social; trayectorias

ABSTRACT

This article deals with processes of accumulation of advantages and disadvantages in trajectories of social mobility from the working class, taking into account gender. In order to investigate how working-class trajectories in Buenos Aires Metropolitan Area are shaped by gender in terms of accumulation of (dis) advantages, we made biographical interviews to individuals with different social backgrounds within the working class. Families with more stable situations were able to transmit better conditions for spirals of accumulation of advantages to take place. Among them, some men were able to take full advantage of them, while in women the obstacles to taking advantage were more recurrent.

Keywords: social class; gender; cumulative advantage; cumulative disadvantage; social mobility; trajectories

Introducción

En el presente artículo, se presentan resultados de una investigación sobre movilidad social desde una aproximación cualitativa1. La movilidad social, un campo de estudios con una vasta tradición en sociología, ha sido una de las pocas temáticas en las cuales el abordaje cuantitativo ha preservado su hegemonía a través de las décadas: se ha mantenido casi inmune a la pluralización de paradigmas y metodologías que se llevó a cabo en la década de 1960 en la sociología. La propia temática exige la cuantificación; eso es evidente. Sin embargo, se trata de una condición necesaria, pero no suficiente, para conocer los procesos y mecanismos implicados en la movilidad social (Bertaux & Thompson, 2007).

En este documento enfocaremos cualitativamente una serie de procesos que permiten entender la movilidad social en relación con dos cuestiones: las diferencias/desigualdades de género, y las espirales de acumulación de ventajas o desventajas en el curso de vida. Luego de desarrollar algunos elementos conceptuales y metodológicos sobre los que se basó la investigación, se plantean hallazgos para dos fracciones de clase obrera categorizadas mediante el análisis cualitativo: una fracción precaria y otra "consolidada" con empleos formales y estables.

El punto de partida ha sido la teoría de las clases sociales de Pierre Bourdieu (2012) y la aproximación teórico-metodológica de Daniel Bertaux (2005). Asimismo, se retoma la idea, presente en diversas tradiciones teóricas, de que clase y género están articulados, que son formas de desigualdad que se especifican recíprocamente. Una hipótesis de trabajo específica de esta investigación ha sido que, cuando se analizan biografías, algunas de las circunstancias y acontecimientos más relevantes para explicar las trayectorias se encadenan entre sí e, incluso, se retroalimentan. Cada posición en el espacio social según clase y género implica procesos típicos de acumulación de ventajas y desventajas.

Elementos conceptuales

Trayectorias de clase

Según el Diccionario de la Real Academia Española, una trayectoria es "una línea descrita en el plano o en el espacio por un cuerpo en movimiento", definición referida al mundo físico, y el "curso que, a lo largo del tiempo, sigue el comportamiento o el ser de una persona, de un grupo social o de una institución", acepción que alude al mundo social que se aproxima al uso más general en ciencias sociales, con distintas variantes y especificaciones conceptuales según la teoría en la que se enmarque. En ciencias sociales, a menudo, se usa el término para mencionar a los recorridos biográficos de individuos o actores colectivos como una forma de poner en primer plano el papel del tiempo y el carácter dinámico de las unidades que se analizan. Frecuentemente, se habla de trayectorias en distintas dimensiones, por ejemplo, trayectorias laborales o trayectorias educativas (Muñiz Terra, 2011; Jacinto, 2010), con el objetivo de acotar los aspectos de interés de una investigación. La articulación de las distintas trayectorias genera una trayectoria vital, en la cual algunas esferas se consideran más relevantes que otras según las características del caso, el enfoque teórico y los aspectos que se procura explicar o comprender. Las técnicas y recursos metodológicos utilizados, tales como biografías, relatos, biogramas y gráficos de satisfacción vital, dependen de los enfoques teóricos y, a la vez, tienen implicancias en cómo pueden definirse las trayectorias.

Desde la perspectiva del curso de vida, Glen Elder (1994) considera que una trayectoria remite a un camino a lo largo de una línea de vida o carrera, que puede modificarse en dirección, grado y proporción. El curso de vida es entendido como una secuencia de eventos y transiciones en las vidas individuales, vinculados con la edad y con la estructura social. Los acontecimientos que ocurren van configurando las trayectorias y algunos de ellos son transiciones que involucran quiebres, cambios de estado o posición, por ejemplo, la entrada al mercado laboral, formar una nueva familia, el nacimiento de los hijos, entre otros. No se trata de sucesos que intrínsecamente tengan carácter de transiciones, sino que ello depende del curso de vida específico que se analice - aunque algunas transiciones son recurrentes o típicas -.

La teoría del curso de vida, desarrollada durante los años setenta en Estados Unidos, se sustenta en una serie de principios para estudiar el tiempo en las vidas de los individuos. El principio de desarrollo a través del tiempo, que consiste en relacionar el tiempo histórico-social con el desarrollo individual; el precepto de tiempo y lugar, que indica situar en el análisis al individuo en los diferentes contextos y escalas espaciotemporales en los que se inserta; el criterio de timing, que supone que un evento o transición no siempre tiene el mismo impacto en la trayectoria, pues depende del período en que sucede; el fundamento de vidas interconectadas, que señala que las trayectorias de varios sujetos son interdependientes y, por eso, las transiciones de unos pueden incidir en el orden y las implicancias de los eventos de otros; y el principio de libertad, que provee sentido a este tipo de análisis, porque implica que, a pesar de los múltiples condicionamientos y limitaciones, los individuos toman decisiones y construyen su propio curso de vida.

En las corrientes europeas, las trayectorias se han estudiado desde el campo de estudios biográficos, con representantes como Bertaux (1999), Franco Ferrarotti (1993), y Francis Godard y Robert Cabanes (1996). Una de las características comunes de las investigaciones europeas ha sido su énfasis en lo que una biografía revela, refleja y refracta del todo social. También, estas han recalcado la preeminencia de los relatos e historias de vida, que tienen un estatuto mucho más elevado que el de meras técnicas, para ser concebidos como una aproximación teórico-metodológica, la de los métodos biográficos, o incluso como una perspectiva de análisis única que permite descubrir lo oculto en lo cotidiano y las prácticas subalternas.

Para Bourdieu (2012), las trayectorias pueden entenderse en dos sentidos relacionados: como una de las dimensiones, junto al volumen global de capital y la composición relativa, que distribuyen a los agentes en el espacio social; y como una trayectoria colectiva de una clase social. La trayectoria en el espacio social es la evolución en el tiempo del volumen y la estructura patrimonial, lo que incluye las diferencias en los modos de adquisición del capital. Las trayectorias implican desplazamientos que se pagan con trabajo, esfuerzos y, fundamentalmente, tiempo. La movilidad social puede ser vertical cuando se modifica el volumen de capital, y/o transversal cuando cambia la preponderancia relativa entre capitales, mediante conversiones. La misma condición de clase, incluso la misma posición relacional en una estructura social en un momento dado, puede significar, para distintos agentes, el producto de distintos trayectos sociales y distintas estrategias, lo que impone una mirada diacrónica que atiende al origen e itinerario social. Los traslados de los individuos en el espacio social - periplo que podríamos denominar de clase individual - no ocurren al azar sino en relación con un haz de trayectorias probables, las de clase colectivas. Eventualmente algunos sujetos pueden desviarse del recorrido modal de su clase de origen, a partir de apuestas y reconversiones entre los capitales poseídos, pero incluso las desviaciones tienen determinada probabilidad objetiva de ocurrir según la posición y trayectoria de clase.

Las trayectorias de clase son, en síntesis, "trayectos típicos que ha de recorrer quien hereda un determinado capital" (Cachón Rodríguez, 1989, p. 545), que resultan de "un proceso de determinación de los destinos personales producido desde la estructura de clase" y, a la vez, "forman parte constitutiva de la clase o fracción" (p. 546). Estas definiciones de Lorenzo Cachón Rodríguez integran la mirada de Bourdieu y la de Bertaux, y expresan el punto de vista sobre las trayectorias que se adopta en este escrito.

Las investigaciones antecedentes en Argentina que aluden a trayectorias de clase, por lo general, han sido estudios con el enfoque clásico de la movilidad social que incorporan, en algún punto, la aproximación cualitativa, a manera de complemento, en búsqueda de hipótesis que renueven las tradicionales inquietudes en el tema (entre otros, Pla & Rodríguez de la Fuente, 2014; Dalle, 2016), aunque también ha habido algunos trabajos que abordaron las trayectorias de clase específicamente en el sentido de Bourdieu y Bertaux mediante aproximaciones cualitativas (Jiménez, 2014).

Acumulación y espiralización de ventajas y desventajas

El modelo biográfico de las desigualdades contemporáneas (Beck & Beck-Gernsheim, 2003) conduce a situar algunos de sus mecanismos de actuación en el curso de vida de individuos y familias. En este sentido, la noción de acumulación de ventajas y desventajas a lo largo de la vida de los agentes permite comprender un aspecto del funcionamiento de las desigualdades que podría haber adquirido mayor relevancia en la contemporaneidad (Dewilde, 2003). La idea de la acumulación de ventajas y desventajas, que tiene uno de sus orígenes en los estudios de Robert Merton (1968) sobre el efecto Mateo en la ciencia, consiste en que ciertas ventajas iniciales relativamente pequeñas en capacidades, posiciones y recursos pueden incrementarse con el tiempo, por lo que se ensancha la brecha con los individuos que están desaventajados. Se trata de una tendencia sistémica a la divergencia interindividual, más o menos pronunciada, según la sociedad y la época (Dannefer, 2003).

La teoría de la reproducción social de Bourdieu ha explicado este tipo de fenómenos destacando las diferencias de capital cultural transmitidas en la socialización primaria que están en la base de desigualdades posteriores. La tesis de la acumulación de ventajas y desventajas contribuye a comprender de qué modos concretos estas disparidades iniciales pueden amplificarse a lo largo del curso de vida. Por otra parte, esta premisa tiene afinidad con los desarrollos teóricos en torno a la asignación de status y roles en instituciones con una estructura piramidal donde las posiciones más elevadas son escasas y, por ende, solo algunos tienen posibilidad de ocuparlas. La misma dinámica ocurre en otros niveles, como segmentos del mercado laboral o regiones. Así, de un conjunto de individuos con similares atributos y méritos, solo algunos acceden a las posiciones más altas. Las recompensas como los ingresos y otras consecuencias ligadas a las posiciones en dimensiones como salud y educación ahondan las inequidades, pues ofrecen nuevas oportunidades de ascenso a algunos y trabas casi infranqueables para otros (Dannefer, 2003).

Las desventajas sociales heredadas no tienen el mismo peso ni conducen a un mismo destino. Minor Mora Salas y Orlandina de Oliveira (2014) analizaron, a partir de relatos de vida de jóvenes de orígenes pobres mexicanos, las distintas rutas de superación y de reproducción de la pobreza, así como los trayectos que desembocan en la exclusión social. Entre los rumbos de posible superación, se resaltaron las vías de educación formal y empleo protegido, que, además de constituir ventajas en sí mismas, tuvieron otras repercusiones positivas que posibilitaron revertir parcialmente desventajas heredadas. Entre las vías de reproducción, la inestabilidad y la desprotección laboral jugaron un rol destacado como desventaja. Junto a otras, como ambientes familiares conflictivos, transición laboral temprana, trayectoria educativa trunca y escasos recursos de empleabilidad, se acumularon y dejaron a los jóvenes atrapados en la vulnerabilidad. En las sendas de riesgo de exclusión social, el cúmulo de desventajas heredadas y eventos con efectos catastróficos se conjugaron con conductas de transgresión social, lo que ocasionó que algunos lleguen a quedar atrapados en una espiral de pauperización crónica.

La acumulación de ventajas y desventajas implica que las mismas se encadenan e interactúan entre sí. Eventualmente pueden potenciarse, retroalimentarse y arrastrar a los agentes en círculos viciosos o virtuosos. Algunos beneficios son condición de posibilidad de otros o los vuelven más probables, o posibilitan aprovechar el rendimiento de otros - por ejemplo, el capital social con las credenciales educativas -, o bien reducen riesgos y permiten contrarrestar fácilmente eventuales desventajas. Lo mismo puede ocurrir con los obstáculos, cuyos efectos pueden ser puntuales y transitorios, o bien mucho más vastos y permanentes si se asocian con otros inconvenientes en un momento de mayor vulnerabilidad en el curso de vida. Las temporalidades de los eventos y transiciones de distinto orden en el lapso de vida son una clave de la complejidad y riqueza que encierran las trayectorias. En una época en que las carreras laborales estables son menos extendidas que en el pasado, los riesgos pueden ser un factor esencial en la dinámica de las desigualdades. Los procesos de individualización y la multiplicación de las incertidumbres convierten al análisis de los procesos de acumulación de ventajas y desventajas en el intervalo de vida en un enfoque prometedor para el estudio de las inequidades.

Género e interseccionalidad

Durante el siglo XX, tanto en corrientes feministas y socialistas como en las propias ciencias sociales, se han debatido y propuesto distintas formas de entender la articulación entre clase social y género como principios de desigualdad (Nicholson, 1990; Hartmann, 2000; Federici, 2015). En la actualidad el concepto "género" ha alcanzado un lugar central en la teoría social, por lo cual, para evitar abundar en conceptos difundidos, baste consignar lo siguiente. Como producto de las antedichas polémicas, se arribó a la noción de interseccionalidad (Stolcke, 1999; hooks, 2004; Hill Collins & Andersen, 2013), que puede brindar una vía para investigar las complejas configuraciones de distintos sistemas de dominación evitando las fórmulas reduccionistas y esquemáticas. Las distintas categorías de disparidad - clase, género, etnia, sexualidad, edad, nacionalidad, discapacidad, entre otros - se intersecan, interactúan, se refuerzan, se moderan recíprocamente y ello ocurre en distintos niveles. La multidimensionalidad e interdependencia de las desigualdades propuestas desde esta perspectiva teórica favorece una indagación empírica abierta al descubrimiento de las complejidades sociales contemporáneas relativas a la combinación de múltiples formas de subordinación y opresión, los procesos concretos en los que se producen/reproducen y las resistencias que trazan posibilidades emancipatorias. Uno de los desafíos más arduos del enfoque interseccional reside en cómo pensar y estudiar las categorías de desigualdad no en términos aditivos, sino de manera realmente interseccional, es decir, concibiendo a la clase a través del género, la etnia, entre otros, como clase generizada-etnizada, y así respectivamente.

Si bien, desde distintos planteamientos teóricos, se ha teorizado cómo se vinculan clase y género, los abordajes empíricos de sus articulaciones no han sido sencillos. El análisis de clase tradicionalmente ha omitido el género, puesto que lo consideraba un tema aparte. En una célebre controversia, John Goldthorpe sostenía que, a los fines operacionales de la investigación, debía tomarse la clase ocupacional de los esposos como clase para las mujeres, ya que ellos tenían empleos más estables y de mayor remuneración. Por otra parte, en el campo de estudios de género, la clase social ha sido considerada relevante, pero, por lo general, sin intentar medirla ni entrar en diálogo con el análisis de clase.

Metodología

Nos preguntamos lo siguiente: ¿cómo son moldeadas las trayectorias de clase obrera por el género en términos de acumulación de ventajas y desventajas? El contexto para la indagación fue el principal aglomerado urbano de la Argentina: el Área Metropolitana de Buenos Aires. Para tratar este interrogante de investigación, se usó la técnica de relatos de vida entrevistando, en profundidad, a sujetos individuales a partir de los cuales se reconstruyeron historias familiares. Se estratificó la muestra por propósitos, según sexo y origen de clase, seleccionando varones y mujeres que, en 2015, tuvieran entre 40 y 50 años de edad, cuyos padres habían tenido ocupaciones obreras, inmersos en trayectorias de clase de distinto tipo. El criterio de edad resulta relevante para evitar que las diferencias en trayectorias se deban a la etapa del ciclo de vida en que se encuentren; asimismo, alrededor de los 40 años, se espera que exista una relativa consolidación y estabilidad laboral.

Se entrevistaron 14 individuos de origen obrero, en el marco de un estudio más amplio que incluyó otras clases. La delimitación de clases se hizo tomando en cuenta la ubicación en el espacio social según capital económico y cultural, pero manteniendo la ocupación como indicador principal de clase. En el caso de los obreros, se caracterizan por realizar trabajos manuales o bien supervisión directa de trabajadores manuales, así como por un bajo capital cultural general, más allá de la calificación laboral. En adelante, cuando se hable de clase obrera, se alude a lo que Bourdieu denominaba "clases en el papel", es decir, como construcción analítica que agrupa posiciones próximas en el espacio social, con independencia de la formación de grupos reales mediante la organización política.

En las entrevistas se apuntó a reconstruir las trayectorias de clase, el volumen global y la composición de capitales de cada caso y se profundizó en los momentos cruciales de cambios individuales y familiares. Los instrumentos de registro que se emplearon para la reconstrucción de las biografías fueron una guía de pautas de entrevista y la técnica del árbol genealógico.

Para el análisis de los relatos, se usaron los procedimientos de la teoría fundamentada (Strauss & Corbin, 2002). Si bien la investigación no adopta esta estrategia con todos sus componentes e implicancias, los métodos de codificación de la información textual y de comparación constante resultaron de suma utilidad para el trabajo con los relatos procurando controlar la validez de las interpretaciones (Seid, 2017; 2020).

Resultados

Nuestros entrevistados, nacidos entre 1965 y 1975, pertenecen a una cohorte de argentinos nacidos en los sesenta y setenta que presenta diferencias demográficas con respecto a los nacidos antes de 1960: contraen matrimonio a edades más elevadas y, sobre todo, conviven en pareja sin haberse casado. La mitad tuvo su primera unión bajo la forma consensual, las mujeres postergaron la edad a la que tuvieron su primer hijo y, también, aumentó el porcentaje de las que declaran que su primer hijo no fue buscado o planeado. Algunas tendencias se acentuaron en la generación posterior a 1980, donde, por ejemplo, la unión consensual pasa a ser la norma y el casamiento sin convivencia previa llega a ser más bien una excepción (Binstock, 2009). En cierto modo, esta cohorte ha constituido una generación de transición en estos aspectos demográficos familiares.

Desde el punto de vista histórico, sus nacimientos se sitúan en las postrimerías de la "matriz estadocéntrica" (Cavarozzi, 1991) y sus infancias transcurrieron en épocas de dictaduras. Entraron al mercado laboral en las décadas de 1980 y 1990, experimentaron de jóvenes la crisis hiperinflacionaria de 1989-1990 y, luego, como adultos jóvenes de la población económicamente activa, vivenciaron la gran crisis de 2001-2002. La década de 1990, con la flexibilización laboral y el aumento del desempleo (Armony & Kessler, 2004), significó condiciones de inserción en el mercado laboral distintas, por lo general más desfavorables, de las que habían tenido sus padres.

Las siluetas masculinas y femeninas de las desventajas de clase

Los relatos de vida analizados en este apartado tienen en común que parten desde posiciones de clase ubicadas en las regiones más bajas del espacio social en cuanto a capital económico y cultural. Sus padres fueron obreros de escasa calificación o trabajadores marginales. Ninguno de los entrevistados ha recibido en herencia una vivienda propia; todos comenzaron a trabajar de adolescentes y casi todos han tenido un reducido nivel educativo formal. Una aspiración insatisfecha común a todos estos entrevistados ha sido la compra de una vivienda propia o que sientan como "verdaderamente propia": fuera de la "villa miseria" o más allá del espacio cedido por los familiares.

En los casos analizados, se observa como tendencia principal la reproducción de la situación de clase de origen. Sin embargo, los relatos de vida permiten entender la reproducción de desventajas de clase no como mera inercia o repetición de lo mismo, sino como un proceso que tiene lugar mediante situaciones y oportunidades cambiantes:

Saqué un crédito en el Banco C., un crédito que le daban a los choferes de taxi. Yo siendo chofer lo pude sacar, y compré coche y licencia. Pero pagaba un montón, como nueve lucas [mil] por mes de crédito nomás. Aparte tenía los gastos del coche. Encima el coche que compré no le pude poner gas; lo tenía a nafta. Por el problema que tuvo mi señora, no pude trabajar las horas que tenía que trabajar. Empecé a atrasarme en los pagos del crédito y lo terminé perdiendo. Y quedé endeudado con el banco; todavía estoy endeudado con el tema de la licencia (...) El taxi yo lo perdí a los meses de que ella tuvo el problema... a los diez meses. Pero ese problema fue lo que me complicó toda la vida, porque ella hacía todo en la casa: buscaba a los chicos, los traía, se ocupaba de ellos. Yo solamente me ocupaba de laburar. (Facundo, repositor en supermercado, comunicación personal, 2015).

Facundo había sido peón de taxi, entre otras ocupaciones obreras. Con su esposa tuvieron cuatro hijos, aun hoy pequeños. Ambos trabajaban en empleos no registrados: Facundo a tiempo completo, y su esposa en trabajos como limpiar casas por hora o vender comida por el barrio. En determinado momento, Facundo decidió tomar el crédito ofrecido por una entidad pública para que los taxistas tuviesen su propio automóvil. Al poco tiempo, su esposa quedó, por decisión de un tribunal, bajo prisión domiciliaria. Además de que ella ya no podría trabajar y aportar ingresos, Facundo debió ocuparse de trasladar a los hijos al colegio, de hacer las compras, entre otras labores, es decir, de las actividades domésticas fuera del hogar. El taxi no proporcionaba ganancias suficientes para afrontar los consumos domésticos - incluido el alquiler -, los gastos del propio automóvil y la devolución del crédito. Finalmente, el taxi le fue embargado, pero aun así no saldó la deuda. Actualmente trabaja doce horas diarias como repositor en un supermercado, con un receso por la tarde, que pidió en el horario en que debe retirar a los hijos del colegio.

Una de las pautas halladas en las historias de la fracción precaria de la clase obrera ha sido la superposición temporal de dificultades que combinan sus efectos. La desigual distribución de riesgos según la posición social, especialmente de acuerdo con el capital económico y cultural, permite comprender bajo qué condiciones se activan las espirales de desventajas, como la de la familia de Facundo. No son los factores en abstracto como "bajo nivel educativo" los que originan estos procesos, sino que lo hacen a través de las mediaciones y formas particulares que adoptan en cada proceso concreto. La clasificación de los elementos intervinientes se ajusta mejor a los fenómenos si es elaborada a partir de los datos que si se asume a priori o se da por sentada. La secuencia en que se desenvuelven los acontecimientos puede ser decisiva en sus resultados, porque si tuvieran lugar en otro orden, no se producirían las interacciones y los efectos serían distintos.

Si bien se apreciaron mecanismos generales en los agentes de esta posición de clase, algunas modalidades específicas de acumulación de desventajas se presentan más en los varones y otras, en las mujeres. En los hombres, típicamente, se advirtieron decisiones o "apuestas" en el terreno económico, como puede ser un emprendimiento laboral, que terminaron resultando inconvenientes. Observemos algunos ejemplos.

Marcos proviene de una familia donde tanto su padre como su abuelo alternaron entre el empleo como obreros industriales y el autoempleo como cartoneros [recolectores informales y por cuenta propia de residuos de cartón, botellas, entre otros, en la vía pública para su posterior venta]. El primer puesto de trabajo estable y registrado que consiguió Marcos fue como chofer de camión. Luego de algunos años en relación de dependencia, la empresa empleadora le ofreció venderle el camión y que pase a ser un trabajador independiente. Como Marcos había podido percatarse que para otros compañeros de trabajo la estrategia del camión propio les resultó beneficiosa, cuando la empresa se lo propuso, evaluó que se trataba de una oportunidad de obtener mayores ingresos y el no menos importante beneficio simbólico de la independencia laboral - aunque la tarea fuese exactamente la misma -. El camión propio para hacer repartos era un capital que a priori tenía la posibilidad de ser rentable. Sin embargo, sus ganancias no aumentaron tanto como para compensar la descapitalización acelerada por el deterioro del camión. Luego de algunas reparaciones, Marcos ya supo que no había hecho un buen negocio. El desenlace se llevó a cabo cuando el camión llegó a requerir un arreglo demasiado costoso para que sea rentable invertir tanto dinero en un camión usado. El trabajo "por cuenta propia" ya no le servía y la empresa se negó a restituir la relación de dependencia anterior. Marcos se vio forzado a dejar de trabajar y decidió iniciar un litigio judicial contra la compañía. Además, en el plano psicológico, la situación de desocupación le desencadenó un cuadro de depresión.

Pedro, quien tuvo una infancia en una situación de vulnerabilidad extrema por ser un niño sin hogar, consiguió de adolescente un puesto como carnicero, gracias al cual pudo adquirir un oficio y alfabetizarse. Luego de muchos años trabajando como empleado, abrió su propia carnicería, la cual funcionó bien durante algún tiempo. En 2008, durante la crisis por el lock-out de productores agropecuarios en Argentina, la carnicería de Pedro dejó de ser rentable, porque se encareció el alquiler del local y tuvo dificultades con la provisión de mercadería. El escaso capital cultural de Pedro parece haber sido un obstáculo para aprovechar de la mejor manera los momentos en que logró acumular cierto capital económico. Según manifiesta, hubo períodos en los que tuvo un nivel relativamente alto de ingresos en su carnicería propia, donde llegó a tener dos empleados a cargo, pero interpreta que "le faltó inteligencia" y sugiere que, hasta cierto punto, despilfarró el dinero en consumos innecesarios ("laburaba bien; en un año cambié cinco coches") y no pudo sostenerse cuando el trabajo mermó.

Tanto en la historia de Marcos como en la de Pedro, las estrategias de trabajo por cuenta propia mostraron ser demasiado arriesgadas y frustrantes debido al escaso capital económico que no les permitió afrontar adversidades y a la inadecuación de las disposiciones subjetivas para el manejo comercial más allá del oficio. Las expectativas frustradas al montar un negocio propio constituyen una recurrencia en distintas posiciones de clase, pero resultan más contundentes en las situaciones más desposeídas. Evidentemente las dificultades para evitar la desvalorización del pequeño capital obedecen a razones estructurales, pero, desde el punto de vista interseccional, resulta significativo el riesgo acrecentado en los varones. Al ser ellos quienes controlan y toman las decisiones sobre estos pequeños capitales, asumiendo el mandato del rol proveedor, cuando la posición económica y las disposiciones subjetivas juegan en contra, las resoluciones tienen toda la probabilidad de ser inapropiadas o apresuradas. Este mecanismo parece tener el efecto de convertir el privilegio económico masculino en riesgos de bancarrota familiar. Cuando la estrategia naufraga, aparece, en los relatos, la función de sus compañeras como soporte emocional y económico.

En las mujeres, la acumulación de desventajas tiene como eje la carga de tareas domésticas y de cuidado desde muy jóvenes, lo que impide tanto continuar los estudios como desarrollar una carrera laboral. Laura es hija de cosechadores de algodón chaqueños que migraron a Buenos Aires para trabajar: su madre como empleada doméstica y su padre como obrero de la construcción. Ellos se separaron cuando Laura tenía once años. Al irse su madre de la casa, Laura comenzó a cuidar a sus hermanos más pequeños y dejó la escuela primaria. A sus trece años, comenzó a trabajar como niñera con cama adentro. A los dieciséis, se fue a vivir con su pareja y, al poco tiempo, tuvo a la primera de sus dos hijas. Desde entonces hasta que sus hijas fueron adolescentes, Laura se dedicó a cuidarlas y a las tareas de ama de casa. Por algunos años, volvió a trabajar en limpieza y mantenimiento, hasta que sus hijas le dieron nietos y Laura volvió a dejar de trabajar remuneradamente para ser ama de casa y cuidarlos.

La de Juana es una historia similar: sus padres habían sido cosechadores de caña en Tucumán y migraron a Buenos Aires por falta de trabajo. Cuando Juana tenía quince años, comenzó a trabajar como asistenta doméstica. Por el largo y extenuante viaje desde su casa hasta su trabajo, Juana decidió quedarse a dormir en la casa de una tía en una "villa miseria" cercana al centro de la ciudad. Al poco tiempo conoció a su actual marido y formaron una familia, por lo que se instalaron, desde entonces, en el barrio. Al tener hijos, Juana dejó de desempeñarse como empleada doméstica para dedicarse a cuidarlos. Cuando fueron adolescentes, volvió a trabajar durante diez años, nuevamente como trabajadora doméstica.

Parece crucial para comprender estas dos trayectorias, el hecho de que hayan sido madres adolescentes: Juana lo fue a los diecisiete años y a los catorce, Laura. Cuando nacieron sus hijos, dejaron sus trabajos como empleadas domésticas para dedicarse a ser amas de casa y cuidar a los niños. Los sostenes económicos de sus familias han sido principalmente sus esposos. Esporádicamente, ellas han vuelto al mercado laboral, sobre todo en períodos en que sus maridos estuvieron desocupados. El hecho de dejar de trabajar para dedicarse a cuidar a sus hijos y a las tareas del hogar no es interpretado por ellas como una imposibilidad que les truncó sus desarrollos individuales, sino, por el contrario, como una liberación posibilitada por el esfuerzo de sus parejas. Ahora que sus hijos son mayores y algunos ya han formado sus propias familias, siguen siendo amas de casa y colaboran en el cuidado de sus nietos. Aunque tienen menos de cincuenta años, no se plantean volver al mercado laboral cuando se les pregunta por sus expectativas a futuro, sino que se conciben como retiradas de esa esfera, en consonancia también con sus roles de abuelas. Puede inferirse en ellas una concepción de éxito como satisfacción sobre la base de logros no reconocidos en la esfera pública, en línea con el relativo "desinterés" de algunas mujeres hacia las formas de éxito más legitimadas (Markus, 1990).

Tanto en las historias de varones como de mujeres de esta posición de clase pueden identificarse una serie de rasgos comunes. La escasez de recursos económicos y la insuficiencia de recursos culturales se han reforzado entre sí, fundamentalmente mediante el abandono de los estudios por la necesidad de comenzar a trabajar a temprana edad. El capital social parece haber funcionado como una contención a la caída en los momentos críticos - por ejemplo, desempleo - y una fuente de ayuda en circunstancias específicas - por ejemplo, construcción de una vivienda -. Las condiciones de desposesión dejaron a las trayectorias a merced de contextos difícilmente controlables para los agentes, con escasas alternativas para hacer frente a enfermedades, desempleo o embarazos no planeados. Se trata de trayectorias inestables, especialmente vulnerables a las contingencias de la vida, en virtud de lo cual algunos tienden a percibir el destino como algo incierto. Predomina, en estos relatos, lo que les aconteció por sobre lo que planearon. Los planes tienden a ser a corto plazo y las aspiraciones bastante moderadas, enfocadas en los hijos. En general, no hay firmes anhelos de adquirir capital cultural mediante educación formal ni otras vías para sí mismos, pero sí para los hijos. Sin embargo, la expectativa educativa para los hijos tiende a permanecer como una expresión abstracta, que no se traduce en planes concretos.

En las circunstancias más adversas, no han contado con un piso mínimo de recursos que les brinde seguridad alguna. Solamente las relaciones familiares les han otorgado la contención económica y moral. En las coyunturas favorables, los recursos económicos no pudieron ser aprovechados lo suficiente como para apalancar un ascenso social a causa del bajo volumen de capital de la red de relaciones sociales - que no obstante los auxilia en los momentos desfavorables - y dadas las dificultades de efectuar inversiones como las educativas que requieren plazos demasiado extensos para las premuras y vaivenes que caracterizan a estas trayectorias.

Si bien el común denominador de estos casos es que la vulnerabilidad económica se vio afianzada por el precario capital cultural, cuando se procura mirar cómo ello ocurre, los mecanismos difieren según género. La maternidad a temprana edad ha significado para las mujeres una salida prolongada del mercado de trabajo y la imposibilidad de contar con un doble ingreso en el hogar durante los años de infancia de los hijos. Una serie de factores como la necesidad económica de cuidar ellas mismas a los niños y un mercado laboral que no ofrece oportunidades de ascenso provocan que el abandono del ámbito laboral sea la alternativa evaluada como más razonable y gratificante, lo que redunda en trayectorias de permanencia de clase. En los varones, la concentración en la lucha económica eventualmente permite beneficios, pero la frágil posición económica y la escasez de recursos culturales tienden a impedir sostenerlos en el tiempo. A menudo, las espirales de desventajas en las que tienden a quedar capturados los varones se entienden mejor cuando se advierte lo que ellos dan por sentado al explicar sus decisiones y los riesgos que toman: el mandato del rol de proveedores económicos por el que se sienten interpelados y presionados.

Obstáculos de género en los círculos virtuosos de acumulación de ventajas

En las familias de trabajadores que durante periodos prolongados no tuvieron dificultades para asegurar su reproducción vital cotidiana, se detectaron propensiones intensas a la planificación del futuro laboral y educativo de los hijos. En estos casos parece haber existido un reforzamiento recíproco entre la estabilidad económica, especialmente laboral, y la solidez del orden familiar.

Las disposiciones a realizar inversiones de largo plazo en los casos analizados surgieron habitualmente en las condiciones generadas por la cohesión familiar. La educación formal de los hijos como inversión a muy largo plazo ha aparecido como una prioridad una vez resueltas las necesidades básicas. Asimismo, una serie de inquietudes transmitidas de padres a hijos respecto al tipo de trabajo al que estos últimos podrían aspirar. En líneas generales, lo que aparece con nitidez, en este conjunto de casos, a diferencia de los anteriormente presentados, es alguna clase de plan de vida más o menos consciente y articulado.

Un tipo de trayectoria encontrada desde este origen social ha sido la movilidad ascendente impulsada por una combinación de recursos que se potenciaron entre sí. Los ascensos sociales más nítidos se caracterizan por la acumulación conjunta de distintas especies de capital, pero, también, por la presencia de disposiciones subjetivas determinadas, que combinan el cálculo racional en los proyectos de vida con una moral del sacrificio. Las estrategias resultantes parecen haber sido sumamente eficaces para realizar las oportunidades de movilidad ascendente.

Esteban nació en una familia obrera de la zona sur del gran Buenos Aires. Su padre era maquinista de ferrocarril y su madre, empleada doméstica. La familia contaba con ingresos provenientes de los trabajos de ambos padres, lo que les proporcionó el sustento para que los hijos puedan dedicarse a estudiar hasta finalizar la escuela secundaria. Luego de sus primeros puestos de trabajo y tras haber abandonado una carrera universitaria, Esteban se consolidó laboralmente como empleado en un banco, donde pasó por distintos puestos y áreas, entre ellas las de cobranzas y atención al cliente. Por entonces comenzó a estudiar la tecnicatura en marketing y comercialización, por el vínculo de la misma con su trabajo. Poco tiempo después, consiguió empleo como analista de créditos en una empresa industrial, donde posteriormente fue jefe del área y, luego, tesorero. Nuevamente impulsado por adquirir expertise laboral, aplicó para un posgrado en finanzas en una universidad privada, que realizó mientras continuó trabajando en la empresa.

En la trayectoria intrageneracional de Esteban, el ascenso social se llevó a cabo por la combinación de los aspectos laborales y educativos. Después de abandonar su primera carrera universitaria, Esteban escogió una nueva carrera terciaria en comercialización, porque se asociaba con el área de la empresa donde se desempeñaba. El título le permitió adquirir un puesto superior en el banco y, posteriormente, conseguir un empleo mejor remunerado en la empresa industrial. Si bien el posgrado en finanzas no lo eligió para aumentar sus posibilidades de crecimiento en el área de créditos de la empresa, también se vio favorecido por la estrecha vinculación de su formación con los requerimientos laborales, y obtuvo dos ascensos en los años siguientes hasta su puesto actual como tesorero de la empresa. Puede afirmarse que la adquisición de capital cultural en forma de títulos tuvo un alto rendimiento en términos laborales y económicos, incluso por encima de sus propias expectativas.

Danilo nació en una familia de trabajadores de la zona sur del gran Buenos Aires. Su madre se dedicó al hogar, pero trabajaba simultáneamente como modista en su casa. Su padre fue operario en la industria automotriz y, luego, en una empresa de transportes. Con casa propia y los ingresos de ambos padres, la familia tuvo una situación económica estable. Danilo comenzó a trabajar a los dieciséis años para solventar sus gastos, pero tanto él como sus hermanas menores fueron incentivados a proseguir sus estudios. Danilo realizó una licenciatura en relaciones laborales y desde que era estudiante consiguió ejercer esa profesión en el sector público. Por medio de su padre, conoció al secretario de capacitación de un poderoso sindicato de la Confederación General del Trabajo, quien le ofreció hacerse responsable de un proyecto y, seguidamente, de un cargo permanente como coordinador nacional de los programas de capacitación del sindicato, proyectos que cuentan con importantes financiamientos públicos y de organismos multilaterales. Danilo está casado y tiene dos hijos en edad escolar con Valeria, licenciada en relaciones internacionales, a quien conoció por medio de una compañera de trabajo en común en la administración pública. Valeria trabaja en una consultora dedicada a la asistencia técnica en gestión de políticas públicas. Su padre es empresario de la construcción, contratista de obras públicas. Danilo y Valeria han realizado estudios de posgrado y ella los ha finalizado. Ambos trabajan además como docentes universitarios.

El derrotero laboral de Danilo resulta significativo en cuanto a la imbricación de capital cultural y social puesto en juego. Los empleos que tuvo fueron siempre acordes a su formación y capacidades, pero los consiguió gracias a vínculos personales. Además del crecimiento laboral, su ascenso social también ha tenido lugar por la vía matrimonial. Su esposa proviene de una familia con una posición de clase más elevada. También, en este aspecto, se pone de manifiesto la importancia del capital social forjado en la administración pública, que ha funcionado como conexión entre su carrera universitaria, su empleo actual y su vida personal. Esta red de relaciones sociales permitió valorizar su título universitario, incrementar su capital cultural y conseguir oportunidades de lucro, pero también funcionó como mercado matrimonial.

Tanto la trayectoria de Esteban como la de Danilo, pero sobre todo la de este último, condensan una serie de mecanismos encontrados en distintos casos, los cuales resultan útiles como fuente de material para un modelo típico-ideal de condiciones que favorecen la movilidad ascendente desde la clase obrera: disposiciones subjetivas adquiridas en una familia de origen que inculca enfáticamente una moral del sacrificio, acumulación de distintas especies de capital que se entrelazaron, etapas del curso de vida bien delimitadas que organizaron las metas en pasos sucesivos, y la formación de una nueva familia contrayendo matrimonio con pareja de posición más elevada en el espacio social. En este modelo, se destaca la ausencia de incidencias que interrumpan el proceso. Sin embargo, incluso, en los casos dentro de esta fracción de clase que se alejan del ascenso típico-ideal, los obstáculos suspendieron o ralentizaron algunos planes, pero no deshicieron la corriente de movilidad ascendente en la que navegaron. Por el contrario, la porción precaria de la clase obrera experimentó obstáculos de distinto tipo que forzaban, repetidamente, a torcer los cursos de acción ambicionados y reducían las probabilidades de ascenso social.

En las mujeres también se determinaron trayectorias donde se activaron mecanismos similares de acumulación de ventajas, pero, por lo general, estos procesos tuvieron lugar con una intensidad menor: el ascenso fue más paulatino y menos rutilante.

Marisol fue la primogénita entre siete hermanos de una familia de clase obrera, cuya única fuente de ingresos era el trabajo del padre, empleado en un taller mecánico. Marisol completó sus estudios secundarios y empezó a trabajar como administrativa en una empresa alimenticia. Durante este periodo de su vida, también estudiaba la licenciatura en administración de empresas, y logró tener más de la mitad de la carrera aprobada. Marisol quedó embarazada producto de una relación ocasional y decidió tener a su hijo como madre soltera. Por ese entonces consiguió un nuevo empleo administrativo en una gran empresa líder del rubro alimenticio, en la cual trabaja hasta la actualidad. Los hermanos de Marisol han estudiado carreras universitarias que concluyeron o están actualmente en curso. Ella ha abandonado la universidad por falta de tiempo, puesto que, al tener a su hijo, los cuidados que requiere sumados a las tareas domésticas le consumen prácticamente todo el tiempo por fuera de la jornada laboral:

Estudié licenciatura en administración de empresas, pero no me recibí; lo dejé cuando nació Tony, que me arrepiento, pero bueno. (...) Acá hice carrera hasta un punto, porque la verdad que también la compañía te pide tener un título universitario (...). He intentado pero muchas veces con Tony es... no me quiero excusar, ni echarle la culpa ni mucho menos, pero creo que hoy la prioridad es él. (...) Creo que mi tiempo ya pasó; al menos yo lo veo así. (Marisol, comunicación personal, 2015).

La trayectoria de Marisol, como la de su familia, no deja de ser de ascenso social. Tanto en lo laboral y económico como en lo cultural y educativo, de una generación a la siguiente, ocurrieron significativas acumulaciones de recursos: desde la valorización de un terreno adquirido por su padre hasta el acceso a ocupaciones técnicas o profesionales por parte de los hermanos de Marisol. Ella percibe que su situación económica es mejor que la de sus padres a su edad, pero evalúa que pudo haber sido mayor el ascenso si hubiese finalizado sus estudios universitarios, puesto que la misma empresa donde trabaja ofrece oportunidades a los empleados que cuentan con un título de grado.

Mientras que el ahorro familiar como base de la estabilidad económica, la cultura del sacrificio y la estima al estudio son valorados por ella como posibilitadores de la trayectoria ascendente, la responsabilidad como madre aparece como el principal factor obstaculizador para que dicha trayectoria desplegase al máximo sus potencialidades. Cuando afirma que "ya pasó su tiempo", puede inferirse, desde el punto de vista de las estrategias de reproducción que ella evalúa, que inversiones de mediano y largo plazo, como las educativas, resultarían demasiado costosas e insuficientemente rentables para aspirar a un ascenso individual. Su ascenso quedó, en cierto modo, trunco por la maternidad.

Los casos presentados en este apartado son ilustrativos de las trayectorias con origen en la fracción estable y formal de la clase obrera. La estabilidad económica y las oportunidades de progreso se han detectado en todas las historias analizadas. La acumulación progresiva de capital económico en la generación de los padres se manifestó típicamente en la compra de un terreno donde la familia fue construyendo la vivienda. Además de la estabilidad y relativa prosperidad en lo económico, generalmente las familias de origen de los entrevistados han tenido una notable cohesión - entre otros aspectos, ninguna separación de los padres aparece en estos relatos -, un número de hijos mucho menor que en la generación anterior y han impulsado a sus hijos a finalizar sus estudios secundarios. Las familias de origen de estos entrevistados se caracterizaron por una situación de clase obrera consolidada con escasos riesgos de sufrir descensos abruptos a causa de haber podido brindar a sus hijos un conjunto de ventajosas condiciones materiales y morales desde las cuales podrían emprender sus propias trayectorias.

Los procesos de acumulación de ventajas en las trayectorias de los propios entrevistados se asentaron sobre el legado de esa generación anterior. En la trayectoria intrageneracional, la superposición de beneficios supuso alguna combinación entre carrera laboral y estudios superiores. En algunos casos, como Esteban, el crecimiento laboral ya estaba en marcha y los estudios superiores vinieron a catalizar el proceso. En otros, como Danilo, los estudios universitarios habilitaron el acceso a determinados ámbitos laborales, que, a su vez, fueron el lugar donde se generó el capital social para hacer rendir su credencial educativa. La obtención del título implica en sí misma una acumulación de capital cultural, tanto en su forma incorporada como institucionalizada. El título faculta el ejercicio de una profesión, permite sortear los mecanismos de cierre social para acceder a ciertas ocupaciones y, de este modo, es un canal para el ascenso ocupacional. Si bien no automáticamente, tiende a mejorar las probabilidades de acumulación de capital económico. Asimismo, el paso por la universidad posibilita establecer vínculos sociales que, luego, funcionan como capital social y mejoran las oportunidades en el mercado matrimonial. La educación universitaria facilita que, dentro del campo de los posibles, haya círculos virtuosos de acumulación de distintas especies de capital que se refuerzan entre sí.

Esta estructura general se expresa, por supuesto, tanto en casos de varones como de mujeres. Sin embargo, en los casos analizados, la retroalimentación entre formas de capital y la espiralización de ventajas fueron más ostensibles en los varones. En las trayectorias analizadas de mujeres de este origen social, se detectó que los beneficios acumulados no produjeron grandes saltos ascendentes, porque se vieron interferidos por desventajas, fundamentalmente responsabilidades de cuidado. Aunque ellas no hayan dejado de trabajar al tener hijos, no han "hecho carrera" laboral como los varones. Incluso algunas mujeres que sí concluyeron sus estudios universitarios, no ingresaron en una espiral de acumulación de ventajas, porque las mismas fueron neutralizadas por la carga del ámbito doméstico. En suma, para esta posición de clase de origen, predominan las trayectorias ascendentes, pero se observan dificultades mayores para el ascenso social de las mujeres.

Conclusiones

Los casos abordados en este artículo se agruparon según su pertenencia a una fracción obrera de empleos y condiciones de vida precarias, o bien al segmento obrero de empleos más estables y mejor remunerados. Cabe aclarar que, como toda tipificación, implica una modelización de fenómenos que, en la realidad social, pueden presentar rasgos más dispares. Ambas fracciones obreras también tienen similitudes en condiciones de vida, ya que ocupan posiciones adyacentes en el espacio social.

En las trayectorias con orígenes en la clase obrera precaria, la reproducción de las desventajas heredadas ha sido el proceso más recurrente. Sin embargo, la reproducción de clase tuvo lugar a través de transformaciones y situaciones cambiantes a través del tiempo, al contrario de lo que connota la noción de inmovilidad social. Las migraciones, los emprendimientos comerciales, los cambios de empleo o las uniones en pareja han sido algunas de las formas en que las trayectorias no fueron simples repeticiones de la historia familiar previa, sino que contuvieron elementos novedosos que, incluso, abrieron oportunidades de ascenso en algunas etapas. No obstante, las etapas de prosperidad económica no alcanzaron o no se prolongaron lo suficiente para que haya un salto cualitativo en la posición económica familiar. El desempleo y el fracaso comercial fueron algunas de las formas en que las constricciones al ascenso social se impusieron en esta fracción de clase y, en general, perjudicaron lo acumulado. El escaso capital cultural operó reforzando las desventajas no solo a través del mercado laboral, sino también por otras vías, como una relativa desposesión de habilidades para evaluar y prevenir riesgos, o reajustar las estrategias para resolver adversidades. La fragilidad de la situación de clase no impidió ciertos progresos económicos, pero sí que estos se estabilicen y perduren.

Los múltiples riesgos y obstáculos al ascenso con los que los agentes de esta fracción de clase deben lidiar suelen estar marcados y diferenciados por el género. En las mujeres los embarazos no deseados, especialmente en la adolescencia, y la salida del mercado laboral para dedicarse al cuidado de los hijos, prácticamente, garantizan la ausencia de ascenso social. En los varones, el mandato de asumir el rol de proveedores económicos los puede volver más proclives a decisiones económicas arriesgadas y precipitadas, las cuales, posteriormente, se revelan ruinosas para la economía familiar y para su propio bienestar subjetivo. La interseccionalidad entre clase y género resignifica lo que cada eje de opresión significa por separado. La condición de varón puede implicar privilegios patriarcales pero también desventajas, como una mayor desprotección familiar, exposición a la violencia o una carga adicional por la responsabilidad económica propia del rol de proveedores que los interpela.

En las trayectorias desde el segmento de la clase obrera que gozó de empleos formales y estables en la segunda mitad del siglo pasado, el ascenso social ha sido el resultado típico en la generación siguiente, a partir de las condiciones que tuvieron y que generaron las familias de origen. Estas familias parecen haber sido, entre las de clase obrera, las que estuvieron en mejores condiciones de aprovechar las oportunidades estructurales de movilidad ascendente que habilitaba la estructura social argentina de la segunda mitad del siglo XX. Los empleos estables, protegidos y con buenas remuneraciones, en comparación a los obreros más precarios, fueron la base sobre la que se asentó la posibilidad de estrategias e inversiones a largo plazo: en la propia generación de los padres, se destacó el ahorro para comprar una vivienda propia; para los hijos, la adquisición de capital educativo. La estabilidad característica de esta posición de clase no era solo laboral o económica, sino que, también, era un rasgo de la organización familiar.

Las disposiciones subjetivas familiares transmitidas a los hijos se caracterizaron por la presencia de expectativas definidas respecto a que los hijos deberían superar a los padres en la situación laboral y educativa, y por cierta propensión a planificar el curso de vida, incluso a largo plazo, elemento ausente en la fracción más precaria. En los distintos casos, hay sutiles variaciones en lo que concierne a qué mecanismos y formas de capital tuvieron mayor peso relativo. Cuando todos los principales factores coadyuvantes para el ascenso social se presentaron en una misma biografía, estos se conjugaron y potenciaron entre sí, por lo que produjeron una espiral de acumulación de ventajas. Cuando se retroalimentaron las acumulaciones de distintas especies de capital, las condiciones subjetivas típicamente aunaban el cálculo racional en los proyectos de vida con una moral del sacrificio.

Si bien prevalece la tendencia al ascenso social en relación a los padres, en algunas mujeres, se pueden advertir alejamientos entre la trayectoria efectivamente seguida y el campo de posibilidades inscrito en la situación objetiva. La comparación con los hermanos y las propias evaluaciones de las entrevistadas respecto a sus aspiraciones y posibilidades permiten conjeturar las trayectorias no consumadas. Una de esas situaciones identificadas ha sido la del ascenso que quedó a mitad de camino, trunco por la maternidad, donde las posibilidades de hacer carrera dentro de una organización se vieron coartadas por haber abandonado la carrera universitaria, decisión, a su vez, condicionada por el tiempo que consumen el trabajo remunerado y las obligaciones de cuidado.

Para todas las clases sociales, los relatos de vida permiten aprehender algunos aspectos de los fenómenos de movilidad social que tienden a permanecer opacos en los abordajes estándar. Uno de los aspectos que se evidencian es que las trayectorias de clase están atravesadas por el género. Los planteamientos convencionales en movilidad social, incluso cuando incorporan el género entre sus variables de interés, a menudo se limitan a constatar las diferencias entre géneros debidas a la segregación ocupacional. El enfoque cualitativo biográfico permite observar los fenómenos de clase también en la esfera doméstica. Las relaciones de poder y las decisiones al interior del hogar, especialmente en algunos momentos de transición como la llegada de un hijo, varían según las posiciones de clase e impactan en las trayectorias de clase a través de las carreras laborales, la distribución del trabajo doméstico y de cuidado, y los proyectos de vida. Los procesos micro sociales de acumulación de ventajas y desventajas abarcan todas las esferas de las vidas individuales, no solo la laboral. En este sentido, la puesta en diálogo del análisis de clase y los estudios de género tiene el potencial de generar explicaciones más integradoras.

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1Se trata de la investigación realizada para mi tesis doctoral llamada Trayectorias de clase y género a través de relatos de vida: la intersección de desigualdades (2019).

Recibido: 03 de Septiembre de 2020; Aprobado: 14 de Junio de 2021

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