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Apuntes

versión impresa ISSN 0252-1865

Apuntes vol.50 no.93 Lima ene./abr. 2023  Epub 15-Ene-2023

http://dx.doi.org/10.21678/apuntes.93.1651 

Artículo

«Militar la Iglesia»: carreras militantes juveniles en el catolicismo argentino contemporáneo

«Militate the Church»: Youth militant careers in contemporary Argentine Catholicism

Natalia Soledad Fernandez1 

1 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL-CONICET) - Argentina. fernandez.nt@gmail.com.

RESUMEN

El objetivo del artículo es comprender y analizar las militancias juveniles contemporáneas en el interior de Acción Católica Argentina (ACA), asociación creada en 1931 y de actual vigencia en Argentina. Para ello, se abordan los sentidos juveniles sobre las militancias católicas, los compromisos y las carreras desplegadas por jóvenes militantes. El estudio cualitativo se basa en entrevistas en profundidad realizadas a jóvenes católicos/as, observación participante en espacios de sociabilidad católicos y fuentes institucionales juveniles. Entre las juventudes, se evidencian formas legítimas de militar en los espacios católicos, reconfiguraciones sobre los sentidos de la categoría militancia ante un contexto de politización juvenil en Argentina a partir de 2003, y compromisos juveniles para transmitir valores católicos en distintos ámbitos sociopolíticos. El estudio de las militancias en ACA permite observar una importante apuesta de la Iglesia en la formación católica integral de jóvenes militantes a lo largo del siglo XX, que se revitaliza en el siglo XXI con la asunción del papa Francisco.

Palabras clave: juventud; militancias; carreras; catolicismo; Argentina

ABSTRACT

The objective of the article is to understand and analyze the contemporary youth militancies within Acción Católica Argentina (ACA), an association created in 1931 and currently active in Argentina. To do this, youth senses about catholic militancy, commitments and careers deployed by young militants are addressed. The qualitative study is based on in-depth interviews with young Catholics, participant observation in catholic sociability spaces and youth institutional sources. Among the youths, legitimate forms of the military are evident in catholic spaces, reconfigurations of the meanings of the militancy category in the face of a context of youth politicization in Argentina since 2003, and youth commitments to transmit catholic values in different socio-political spheres. The study of the militancies in ACA allows us to observe an important commitment of the Church in the integral catholic formation of young militants throughout the 20th century, which is revitalized in the 21st century with the assumption of Pope Francis.

Keywords: youth; militancy; careers; Catholicism; Argentina

1. Introducción

En la década de 1930, la Iglesia católica alcanzó una importante presencia pública mediante la movilización de cantidades inéditas de argentinos/as en procesiones y congresos eucarísticos, que hasta entonces ningún partido político había conseguido (Mallimaci; 1991, 1992; Caimari, 1994; Soneira, 2002; Bianchi, 2002; Giménez Béliveau, 2005; Cammarota, 2017). Mediante estas celebraciones públicas, la Iglesia buscaba transmitir valores católicos a sectores en ascenso, hacer verosímil la idea de una «nación católica» y convertirse en un actor sociopolítico relevante (Zanatta, 1996; Bianchi, 2002; Lida, 2015). En línea con su cosmovisión esencialista sobre la nacionalidad argentina, limitó las «acciones secularizantes»1 de los sectores liberales y de izquierda (Mallimaci, 2015) fomentando el compromiso católico entre los/las laicos/as2, y creó para tal fin la Acción Católica Argentina (ACA) en 1931.

ACA es una asociación conformada por alrededor de 30 000 miembros3, distribuidos en parroquias y diócesis argentinas4. Se fundó por mandato del papa Pío XI para encauzar a distintas organizaciones católicas5 bajo las jerarquías de la Iglesia (ACA, 1931) y fue la primera institución católica de masas que reclutó distintas generaciones de católicos/as, con una amplia expansión entre los años 1930 y 1940 (Giménez Béliveau, 2005; Acha, 2010; Romero, 2010; Lida, 2015). Esta captación fue posible ante la consolidación de una sociedad de masas mediante la modernización, la industrialización, la intervención política de amplios sectores, el papel público de las mujeres y la ocupación de las calles en Argentina (Lida, 2015). Además, entre 1934 y 1946, la parroquialización y las movilizaciones católicas en Buenos Aires permitieron que la Iglesia asumiera una posición militante y recristianizadora de la sociedad, diferente al rol que desempeñaban otros espacios de sociabilidad como los clubes de barrio y las sociedades de fomento (Romero, 2010).

El surgimiento de ACA se vincula al «catolicismo integral» (Mallimaci; 1992, 2015), un proyecto impulsado por la Iglesia católica entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX para transmitir la religión católica en todos los órdenes de las vidas de las personas mediante una creciente presencia pública (Poulat, 1981). Desde esta concepción, «ser católico exigía comprometerse con la vida política, volcarse al terreno social y cultivar una actitud intransigente con la modernidad liberal, presentándose como la única solución posible ante los problemas de la sociedad» (Mallimaci, 1991). El proyecto católico integral adoptó una actitud defensiva, ofensiva y combativa frente a sus potenciales «enemigos»: el liberalismo, el socialismo, el anarquismo, el comunismo, la masonería y los sectores del catolicismo más conciliadores con la modernidad, a quienes las jerarquías católicas consideraban como el germen de la «descristianización» de la sociedad argentina. En este escenario, la Iglesia argentina incrementó el número de parroquias en distintos Gobiernos de facto y fundó importantes instituciones como ACA, que coincidían con el desarrollo de una «obra de salvación y restauración social cristiana» (ACA, 2006) en distintas esferas sociales. Esto se visibilizó en el espacio público mediante la inserción de católicos y católicas que, formados/as en sus parroquias, participaban (y participan aún en el siglo XXI) de instituciones sociales, políticas y estatales para difundir los valores del catolicismo y la doctrina de la Iglesia católica, misión expresada en la categoría nativa «militar la Iglesia».

En la década de 1930, las ramas juveniles de ACA tuvieron un rol central en la formación de cuadros dispuestos a «militar la Iglesia» y en la difusión de apostolados de inserción barrial (Cammarota, 2017). Esto les permitió «ganar la calle» para evitar que el catolicismo quedara circunscripto a una esfera privada y «ganar las juventudes» contra comunistas, socialistas y liberales que también se disputaban a los sectores juveniles (Caimari, 1994; Mallimaci, 2015).

Desde la década de 1940, la impronta de una institución monolítica de masas que el catolicismo intentó mostrar durante la década anterior comenzó a perder su fuerza con el peronismo (1946-1955), y luego del Concilio Vaticano II se visibilizaron distintas formas de ser católico/a, cristalizadas entre quienes se consideraban católicos preconciliares y postconciliares (Lida, 2008).

Entre las décadas de 1960 y 1970, la juventud se convirtió en un actor político central, ser joven se volvió riesgoso y sospechoso de ser un canal de infiltración comunista y de atentar contra la «moral cristiana» (Pujol, 2003; Mosqueira, 2014). De este modo, se convirtió en una «categoría de debate» a través de la cual pensar y «procesar los cambios en las relaciones familiares, los roles de género, la sexualidad y la política» (Mosqueira, 2014, p. 30).

Por esos años, juventudes de ACA militaron en distintos «ambientes» (fábricas, escuelas, sindicatos, escuelas, universidades y espacios rurales) desde las ramas especializadas (Juventud Obrera Católica, Juventud Estudiantil Católica, Juventud Universitaria Católica, Movimiento Internacional de la Juventud Agraria y Rural Católica) (Dominella, 2015, 2018), pero, ante su politización (Donatello, 2010; Blanco, 2011), las jerarquías católicas limitaron sus acciones y resaltaron la misión evangelizadora de ACA. En este contexto, dirigentes juveniles renunciaban a sus cargos nacionales ante las detenciones y desapariciones de compañeros/as que realizaban militancias políticas y/o católicas (Catoggio, 2016). Sin embargo, no todos/as los/las militantes de ACA mantuvieron una postura retraída. Mientras que algunos/as se enfocaron en actividades meramente confesionales, otros/as desplegaron militancias sociopolíticas por fuera de las parroquias en marchas, proclamas, comunicados y organizaciones contra las dictaduras argentinas.

Ante la limitación de las expresiones políticas, desde 1974 el catolicismo recobró una fuerte presencia en eventos públicos, dejando de lado sus diferencias internas y presentándose nuevamente como un movimiento de masas (Lida, 2008). Las movilizaciones, la primera peregrinación juvenil a Luján (1975) y las reuniones entre distintas instituciones y movimientos juveniles para crear la Pastoral de Juventud (1978), revelan una importante participación de las juventudes católicas en el espacio público entre la década de 1970 y parte de la de 1980 (Lida, 2008; Fernandez; 2020a, 2020c).

Debido a que durante la última dictadura cívico-militar (1976) los principales agentes políticos fueron silenciados a través de la represión, el exilio y la cooptación, se produjo un vacío que durante la democracia (1983) ocuparon mujeres, jóvenes y abogados. Muchos/as de ellos/as integraban asociaciones civiles y confesionales entre las que se encontraba ACA (Ugarte, 2005; Fernandez, 2020a). Como plantea Landim (2005, p. 2), estas asociaciones «no sólo sobrevivieron durante la última dictadura sino que se fortalecieron a través de cambios coyunturales, modificando sus relaciones ambiguas de autonomía y dependencia con la religión, la política y los ámbitos académicos».

Con la vuelta de la democracia, miembros de ACA se destacaron como agentes de la sociedad civil (en espacios universitarios, profesionales, políticos y estatales) y fueron reconocidos por otros actores como expertos en distintos temas sociales (pobreza, hambre, salud sexual y reproductiva, juventudes, trabajo, ambientalismo, entre otros) a partir de su inserción parroquial en los barrios. Para las juventudes católicas, los espacios eclesiales y seculares constituyeron campos de acción pastoral para reconstruir la democracia.

La crisis de la década de 1990 fue percibida por ACA como consecuencia de «no haber vivido integralmente y transmitido con claridad necesaria la propuesta de vida cristiana» (ACA, 1996). Por ello, en diversas asambleas realizadas entre 1990 y la crisis de 2001, sus miembros reflexionaron sobre la realidad argentina, se reconocieron responsables de ella y capaces de ofrecer soluciones mediante la difusión de «los valores del evangelio» en la sociedad. Remarcaron su preocupación por la desocupación, los excluidos de la educación y las condiciones de vida dignas, y, ante las elecciones nacionales, en el marco de una crisis de representatividad, impulsaron el voto de gobernantes que respetaran «la vida humana en toda su dimensión, desde la concepción hasta la muerte natural, y que promuevan la justicia social y la solidaridad» (ACA, 1999). De esta manera, a lo largo del siglo XX, ACA se disputó un lugar y un discurso sobre temas de agenda pública y política.

La elección de Jorge Bergoglio como sumo pontífice en el año 2013 reposicionó a la Iglesia católica en la escena pública mundial ante una sociedad transformada por procesos de pluralización, individuación y desinstitucionalización (Esquivel, 2015), donde coexisten diversas formas de vida protegidas por el Estado, y las personas toman decisiones como individuos y no tanto como parte de una familia, una comunidad, un gremio, etc. De esta manera, se produce un desapego a las normas institucionales en las que solían desarrollarse las creencias y otras prácticas sociales (Esquivel, 2015; Prieto, 2016).

En este escenario, el papa buscó generar nuevos consensos, «dotar a la Iglesia de mayor legitimidad y capacidad de adhesión, movilización y presión para discutir la agenda eclesial que interviene en temas de agenda política -sistema económico, distribución de la riqueza, rol del mercado, lógicas del consumo, relaciones geopolíticas, etc.-» (Esquivel, 2015, p. 38), a diferencia de su antecesor, Benedicto XVI, que «buscó reafirmar una identidad católica arraigada a la institución y a sus normas de manera intensa» (Prieto, 2016, p. 78). Asimismo, la elección del papa también interpeló a distintos actores sociales que buscaron legitimar sus instituciones (grupos religiosos, sociales, políticos, Gobiernos, etc.) mostrándose cercanos a su persona.

En la Jornada Mundial de la Juventud (Río de Janeiro, 2013), el papa convocó a las juventudes católicas a «hacer lío»: salir a las calles para evangelizar y mostrar sus valores católicos en todas las esferas sociales, retomando la impronta integral de principios del siglo XX. Este acercamiento a las juventudes, así como también distintos gestos del papa vinculados a las comunidades LGTBIQ, las mujeres y los divorciados, entre otros, fueron percibidos en ACA como una «renovación en la Iglesia»6 y un compromiso del papa con distintos problemas sociales que les preocupaban. Sin embargo, los gestos del papa no se dirigen a contentar a los consensos liberales emergentes vinculados a temas como las identidades de género, el matrimonio igualitario, la vida sexual de las personas, la autonomía de las mujeres, es decir, las elecciones individuales, sino que apuntaron a una puja contra el predominio conservador dentro de la Iglesia donde se estigmatizó y desvalorizó a las mujeres y se marcó un distanciamiento con las juventudes, generando una pérdida importante de feligreses en las últimas décadas (Semán, 2015, p. 26). En este sentido, los principales cambios y gestos del papa se dirigen al interior de la Iglesia más que al exterior, redoblando su apuesta hacia las juventudes militantes y los/las alejados/as de la Iglesia.

En Argentina, los estudios sobre juventudes han privilegiado el análisis de la actuación juvenil en movimientos estudiantiles y sociales, partidos políticos, sindicatos, movimientos culturales y estéticas juveniles, espacios sociales donde la juventud se convirtió en actor público y político en la historia nacional (Bonvillani et al., 2008). Sin embargo, los cambios producidos en las últimas décadas en los contextos socioculturales, económicos y políticos, impactaron sobre los modos de pensar las formas de participación, la obtención de autonomía de los/las jóvenes y los ámbitos donde experimentan diversas modalidades de agenciamiento (Krauskopf, 2000), como los espacios religiosos.

Según la Segunda Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina realizada por el CEIL-CONICET (Mallimaci et al., 2020), el 62,9% de los y las argentinas se considera católico/a. Además, observamos que un 52,5% de quienes tienen entre 18 y 29 años son católicos/as. De este modo, el catolicismo no solo es la religión mayoritaria en Argentina, sino que también constituye la religión mayoritaria entre las juventudes. Si bien en ACA se concentra una minoría activa de militantes de la Iglesia católica, es interesante comprender cómo se posicionan estas juventudes ante un contexto de pluralización, individuación y desinstitucionalización.

Acción Católica Argentina es una organización pionera en la construcción de espacios de participación juvenil femenina y masculina, impulsados por la Iglesia católica argentina y desarrollados por laicos/as desde principios del siglo XX hasta la actualidad. El papel activo de los/las jóvenes católicos/as ha sido central para la existencia, continuidad y transformación de la institución. Por ello, se analizará la valoración que los/las jóvenes tienen respecto a sus prácticas desplegadas (Cepal-OIJ, 2004) en espacios católicos, que les dan sentido y los/las movilizan a establecer diversos compromisos.

En el nuevo milenio, el escenario de movilización y politización juvenil en distintas organizaciones y movimientos políticos (Vázquez, 2014a; Vommaro, Morresi & Belotti, 2015; Grandinetti, 2019) ha tenido importantes repercusiones entre militantes católicos, quienes, desde su inserción en distintos espacios sociales y políticos, cuestionaron y resignificaron los sentidos y prácticas asociados a sus militancias. De este modo, la reconfiguración de militancias y activismos juveniles católicos durante los años 2000 debe comprenderse en sus conexiones con otros espacios sociales y políticos (Giménez Béliveau, 2016; Giménez Béliveau & Carbonelli, 2018).

El objetivo de este artículo es comprender y analizar las militancias juveniles católicas en el interior de Acción Católica Argentina ante un reposicionamiento del catolicismo en la escena pública mundial. Para ello, me centro en las concepciones juveniles sobre las militancias católicas, los compromisos y las carreras católicas desplegadas por juventudes de ACA entre los años 2016 y 2019. El trabajo se basa en una investigación doctoral sobre militancias y voluntariados juveniles en dos organizaciones vinculadas a la Iglesia católica del área metropolitana de Buenos Aires (Argentina) entre 1983 y 20197.

2. Marco teórico

La categoría «militancia» ha tenido un uso prolífico y legitimado en los estudios de historia social sobre movimientos sociales y organizaciones políticas en el contexto local e internacional. Los estudios producidos entre los años 1945 y 1975 han reconocido a la militancia como una acción política vinculada al ideal heroico del militante o del activista obrero (Pudal, 2011; Fretel, 2011; Fillieule, 2015).

La historia social permitió integrar un relato militante en el que distintos grupos (movimiento socialista, comunistas, grupos de obreros) cumplían la función de héroes colectivos (Pudal, 2011). Esta perspectiva estuvo influida por la empatía de intelectuales comprometidos con el movimiento obrero, aspecto que impidió considerar otros tipos de militancias.

Entre los años 1975 y 1990, la bibliografía sobre militancia cuestionó el sustancialismo y la reificación de los colectivos abordados por los trabajos históricos mencionados previamente. Esto fue producto de análisis provenientes de la sociología y la ciencia política sobre la movilización y las representaciones de los movimientos y agrupaciones sociopolíticas (Olson, 1992; Gaxie; 1977, 2005; Bourdieu, 1984). En palabras de Pudal (2011, pp. 23-34):

El elemento más cuestionado por los análisis sociopolíticos es el «aura del militante» proveniente de su encarnación del grado más alto de compromiso y altruismo pudiendo llegar hasta el sacrificio de su vida, a costa de una represión multiforme que lo acecha (despido, encarcelamiento, violencias físicas, ausencia de promoción). […] Llegamos progresivamente a un conjunto de análisis que desacralizan el activismo obrero, interrogan sus «motivaciones», dan una interpretación psicológica de su entrega, insisten siempre en lo que está en juego, específicamente en la representación, en las predisposiciones sociales a jugar el papel de portavoz, en las incitaciones selectivas o en las retribuciones de la militancia (simbólicas, terapéuticas, financieras, aspiracionales, culturales, en términos de capital social, etc.).

Esta segunda configuración analizada por Pudal aún se enfoca en el movimiento obrero y emerge ante un descenso de las luchas colectivas en Francia y una crisis de confianza en la militancia idealizada en el heroísmo y el sacrificio, sin considerar los intereses personales y colectivos de los/las militantes.

Finalmente, una última tendencia teórica considera a las militancias estudiadas entre los años 1990 y 2005 (de activistas obreros, Nuevos Movimientos Sociales, nuevos sindicalismos, nuevas causas y del altermundialismo), destacando los estudios sobre las «militancias olvidadas», tales como las militancias católicas (Pudal, 2011; Fretel, 2011).

El origen etimológico del concepto «militancia» proviene del latín militaris, referido a lo concerniente a soldados o ejércitos. Además, incluye los siguientes componentes léxicos: la partícula -nt (en «militante»), que indica al agente o quien realiza la acción; y el sufijo -ia, que es equivalente a cualidad. Por su parte, el prefijo mil- se refiere al número ideal del ejército romano, ya que el ejército como entidad social se originó en Roma. La categoría «militancia», por lo tanto, hace referencia al conjunto de soldados o al ejército preparado para luchar en una guerra. A lo largo del siglo XX, esta categoría comenzó a usarse para referirse al apoyo brindado a una causa o proyecto, considerando intereses colectivos e individuales, como se observó en los análisis teóricos sobre militancias.

En las militancias católicas, la connotación beligerante se vincula desde la fundación de ACA a la actitud defensiva, ofensiva y combativa contra otros actores sociales contrarios al catolicismo, desplegada por la Iglesia católica desde su proyecto integral que permitiría instaurar el «Reino de Cristo en la tierra» mediante la difusión de la doctrina de la Iglesia y los valores católicos por medio de la inserción de militantes católicos en distintos ámbitos sociales.

Para abordar las militancias católicas, se adopta el concepto de «carrera» (Becker, 2012), concebido como un modelo de secuencias ordenadas del comportamiento social que permite observar los cambios en las acciones, las motivaciones, intereses, compromisos y contingencias que desarrollan los sujetos a lo largo del tiempo en sus biografías y sus puntos de vista respecto a sus prácticas. La noción de carrera facilita la descripción de aspectos subjetivos que interpelan al militante, incorporando una perspectiva analítica dinámica para contemplar las acciones y los significados que los sujetos atribuyen a sus recorridos (Agrikoliansky, 2017).

A partir del análisis de las carreras, el estudio de las biografías militantes de ACA involucra la interacción que mantienen estos actores con otros/as miembros de mayor experiencia y el proceso de aprendizaje que se produce mediante dicha interacción. Los intercambios con otros sujetos que comenzaron su trayectoria con anterioridad operan en la iniciación de un sujeto en un grupo o institución y en su permanencia a lo largo del tiempo (Becker, 2012). De esta forma, la generación de vínculos y la influencia del entorno donde interactúa el sujeto constituyen dimensiones fundamentales para analizar las carreras (Fillieule, 2015).

Para comprender el sostenimiento de las carreras militantes en ACA, resulta central el estudio del «compromiso», un proceso por el cual los comportamientos del sujeto «se producen y sostienen a lo largo de su biografía, construyendo una trayectoria de actividades coherente a los valores y comportamientos del grupo en el que se inserta y de las rutinas institucionales de su grupo» (Becker, 1960, 2012). Esto permite analizar los condicionantes externos que pueden modificar y/o condicionar las acciones, y comprender los cambios que el sujeto atraviesa respecto a su compromiso. Desde esta perspectiva, el sujeto establece múltiples compromisos que pueden aumentar, disminuir o desaparecer, principalmente afectados por momentos de contingencia en su biografía. Los momentos de continuidad o de ruptura del compromiso pasan a formar parte de hitos fundamentales en el estudio de la militancia (Lafont, 2001). A partir de estas consideraciones, se sostiene que los compromisos se constituyen como un proceso (Fillieule, 2015) que tiende a convertirse en un factor fundamental en el desarrollo de las carreras militantes católicas.

Finalmente, la categoría «juventud» supone un análisis de las diversas prácticas, comportamientos y universos simbólicos que puede incluir, articulada con variables como clase, género, cultura, contexto socioeconómico, entre otras (Reguillo, 2000). La juventud es una «categoría analítica que cobra sentidos al insertarse en el mundo social» (Chaves, 2009, p. 15). Por ello, nos referimos a «juventudes» considerando diversas posibilidades de constitución, aparición y presentación de los sujetos juveniles en la sociedad argentina (Braslavsky, 1986).

3. Metodología

La investigación se basa en un diseño metodológico cualitativo situado en el paradigma interpretativo, que permitió producir datos descriptivos desde la perspectiva de los/las actores involucrados (Vasilachis, 2006) en ACA.

Las técnicas para construir la información fueron entrevistas en profundidad realizadas a jóvenes católicos/as, observación participante (Guber, 2001) en parroquias y en reuniones nacionales y análisis de fuentes institucionales destinadas a jóvenes: bibliografía, documentos y sitios web oficiales.

Las entrevistas en profundidad indagaron en las historias de vida y en las biografías (Mallimaci & Giménez Béliveau, 2006) de las juventudes para reconstruir sus trayectorias, prácticas y sentidos asociados a las militancias católicas. La observación se realizó en espacios de participación juvenil a fin de comprender y analizar las prácticas juveniles.

El universo de estudio se circunscribe a jóvenes católicos/as, varones y mujeres, de las localidades de Lanús y Ramos Mejía8 (Gran Buenos Aires), Bahía Blanca (provincia de Buenos Aires), Corrientes, San Juan, Misiones (provincias del interior de Argentina) y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). La muestra es intencional, se seleccionaron parroquias con mayor disponibilidad de militantes y grupos juveniles de ACA a fin de observar dinámicas que involucraran a jóvenes de las instituciones en vínculo con «especialistas religiosos» de la Iglesia católica.

En este trabajo, se consideran jóvenes a los/las miembros de los «grupos de militancia», espacios de socialización, sociabilidad y formación religiosa y espiritual de ACA. Para el análisis de este artículo, me baso en el trabajo de campo realizado entre abril de 2016 y octubre de 2019, que consta de distintas etapas. Primero, mantuve charlas informales con referentes directivos de ACA (entre abril y junio de 2016) y registré materiales institucionales en una biblioteca de acceso público. Participé de reuniones de la Dirección de Juventud, donde se delimitaban los lineamientos institucionales juveniles de ACA (julio-septiembre de 2016), del «Encuentro de Delegados» en Corrientes (octubre de 2016); y de los «Ciclos de Formación para Militantes» en Avellaneda (abril-octubre de 2017). En esta localidad, contacté a militantes y dirigentes parroquiales de importante trayectoria institucional. De este modo, pude ampliar y complejizar la red de miembros de ACA. Finalmente, realicé una estancia prolongada de campo en parroquias de Lanús (agosto de 2017 - febrero de 2018) y Ramos Mejía (marzo de 2018 - julio de 2018). Esto me permitió acceder a jóvenes con distintos grados de compromiso en ACA: (1) miembros no oficializados (con experiencia menor de dos años en la institución); (2) «militantes» (miembros oficializados con experiencia igual o mayor de dos años); (3) «delegados» (coordinadores/as de grupos infantiles o juveniles con cuatro años de participación en ACA); y (4) «dirigentes» (militantes que se desempeñan como presidentes, vicepresidentes, tesoreros, secretarios, vocales, responsables de jóvenes, niños u otros grupos de ACA en parroquias, diócesis o en el nivel nacional de la institución). La muestra seleccionada para mi tesis doctoral incluye 34 casos, de los cuales se han seleccionado 24 para este trabajo, que incluyen a 12 varones y 12 mujeres, jóvenes, militantes, delegados/as y dirigentes de ACA, de entre 15 y 31 años de edad. Los nombres de los/las entrevistados/as mencionados/as en este trabajo son ficticios para preservar su anonimato.

Se realizó una matriz de datos y un análisis temático de contenidos (Raigada, 2002; Braun & Clarke, 2006) para registrar palabras, temas y conceptos vinculados a la participación, las militancias y los compromisos juveniles en ACA, a fin de interpretar las formas en que las juventudes dan sentido, conciben y delinean sus propias carreras católicas en la institución.

Para el análisis, se identificaron y describieron códigos y grupos de códigos («familias») a partir del programa de análisis cualitativo Atlas.ti, y se establecieron vínculos entre ellos. Los códigos surgieron del ajuste permanente entre los ejes analíticos presentes en los objetivos de investigación, los conceptos teóricos, la guía de pautas de las entrevistas y las voces de los/las actores/actrices. Finalmente, se integraron estos datos en un modelo interpretativo que requirió, hacia el final del proceso investigativo, de la construcción de un relato analítico (Meo & Navarro, 2009; Fraga, Perea, & Plotno, 2007; Boyatzis, 1998).

4. Resultados

4.1 Concepciones juveniles sobre las militancias católicas

Los y las jóvenes ingresan a ACA entre los 6 y los 10 años de edad mediante invitaciones que reciben en sus colegios católicos u otros espacios extraparroquiales, de parte de dirigentes, familiares y sacerdotes de la institución. Quienes permanecen en ACA hasta su juventud presentan amplias trayectorias católicas que exceden los límites institucionales. Ciertos/as jóvenes indicaron haber ingresado a espacios eclesiales desde el momento de su concepción (debido a que sus padres eran militantes de ACA durante su juventud o participaban de grupos eclesiales), pasando por el bautismo, la comunión, actividades como monaguillos, confirmación y, finalmente, su ingreso a un «grupo de militancia» de ACA. Pero la trayectoria de los/las católicos/as no termina allí, sino que se despliega en el interior de la institución en espacios directivos (diocesanos y/o nacionales) o en otros espacios católicos (Pastoral de Juventud, Pastoral Universitaria, movimientos o comunidades católicas, grupos scout católicos, entre otros), participación concebida como una «militancia católica» integral.

La formación de los/las militantes se realiza en los «grupos de militancia» ubicados en parroquias y colegios de distintas diócesis9 argentinas. La institución está compuesta por comisiones (nacionales, diocesanas y parroquiales) de las áreas «Aspirantes», «Jóvenes» y «Adultos», integradas por dos responsables, 15 vocales y un sacerdote asesor para cada nivel. Cada tres años, dirigentes jóvenes y adultos/as eligen mediante asambleas a quienes se desempeñarán en dichos cargos, los contenidos de los que constará la formación en cada área, y las prácticas que desplegarán los/las militantes en las parroquias durante ese período, en línea con los temas destacados por la Iglesia católica en encíclicas, documentos y homilías10 papales.

Los/las «aspirantes» (6-12 años) y «jóvenes» (13-35 años) son los/las miembros más pujantes de ACA11, ya que participan periódicamente de los «grupos de militancia» y asumen distintos compromisos como militantes, delegados/as y dirigentes.

Luego de realizar las ceremonias de «promesa» y «oficialización»12, niños/as y jóvenes se convierten en militantes y deben cumplir con los «pilares de ACA»: formación, oración, acción y sacrificio. Los «pilares» constituyen «el carisma» institucional, comprendido como «el carisma de la misma Iglesia encarnada entrañablemente en el hoy y en el aquí de cada Iglesia diocesana que discierne en contemplación y mirada atenta la vida de su pueblo y busca renovados caminos de evangelización y de misión» (ACA, 2015).

Según refieren las juventudes de ACA, un «militante» es quien «está presente y asiste todos los sábados al grupo de base»13; «lucha por un mundo mejor a pesar de las dificultades dentro y fuera de la parroquia»14; «hace cosas como ayudar a otros sin quejarse y misionar en una provincia»15; «elige vivir los ideales de ACA»16; «es una herramienta de Jesús»17; «es el que está, se acompaña por otros, se forma, se educa, invita a que otros participen de ACA»18; y «tiene una comunidad que lo escucha y apoya, que es la fuente en la que se nutre y se forma»19.

Las juventudes reconocen dos dimensiones inherentes a la militancia, una comunitaria y otra individual, que se extiende más allá de los límites institucionales. En sus propias palabras, «una militancia puertas adentro donde nos formamos y nos llenamos de energía» y «otra militancia puertas afuera donde damos lo que tenemos»20. Esta segunda dimensión constituye un estilo de vida en el que se recrean los valores comunitarios mediante un «apostolado celular»:

Acción Católica es un estilo de vida, es algo que uno aprende, una forma de ser que después puede aplicar adentro y afuera de la parroquia, […] militar me parece que está más relacionado con un tema del día a día en la institución y el estilo de vida no necesariamente implica estar dentro de una parroquia, porque uno puede tener etapas en las que se aleja de la parroquia por equis motivo, porque no puede ir los sábados o lo que sea, pero, […] sigue siendo militante de Acción Católica en sus ambientes. […] Es lo que llamamos apostolado celular, somos como células que nos metemos en nuestros ambientes y eso es una forma de evangelizar […]. (Rodrigo, 26 años, militante y delegado de ACA, Lanús, 13/1/2018)

Las militancias en ACA incluyen el carisma institucional y recrean una lógica de reciprocidad (Mauss, 2009). Aquello que el creyente recibió por «gracia divina» (el conocimiento de Dios, la salvación de Jesucristo, un nuevo estilo de vida, una comunidad de creyentes) es donado a otros mediante los compromisos establecidos en ACA y el cumplimiento de su misión como militante. En este tipo de dádiva, el militante busca mantener una moral y valores católicos en «el mundo»21, como la austeridad en el consumo (o anticonsumismo), la humildad, el amor, el servicio a los excluidos del mundo, el fomento de una cultura inclusiva y la conservación de la fe. Con ello, los/las militantes esperan una retribución divina mayor y trascendental en «el paraíso» o «reino de los cielos».

Durante la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud (25/7/2013), el papa exhortó a las juventudes argentinas a luchar por estos valores cristianos, tomando como programa de acción las lecturas bíblicas de las bienaventuranzas (Mt. 5) y el discurso sobre el final de los tiempos (Mt. 25)22. Las bienaventuranzas resumen la moral cristiana mediante «un estilo de vida basado en el amor llevado hasta las últimas consecuencias» que convierte a los discípulos de Jesús en «sal de la tierra» y «luz del mundo» (Mt. 5, 13-16). Ambas citas describen el «reino de los cielos» como la esperanza a la que deben aspirar los/las cristianos/as mediante sus buenas obras, entre las que el papa destacó el cuidado a los más desfavorecidos y excluidos de la sociedad. Además, destacan los «talentos» de los creyentes que deben multiplicarse para «iluminar la sociedad» mediante sus buenas obras. Sobre estos ejes, el papa convocó a las juventudes a «hacer lío», salir de las parroquias y de los grupos eclesiales para evangelizar mediante acciones concretas en todos los lugares de los que participen.

Desde finales del siglo XIX y principios del XX, la Iglesia Católica otorgó un uso predominante a las categorías «militancia» y «militante». Estas provienen de la denominación patrística que concibe a la Iglesia como «cuerpo de Cristo» y «comunidad de santos» constituida por tres Iglesias: la «Iglesia militante», integrada por devotos, creyentes o laicos que luchan en la tierra contra las tentaciones del mundo; la «Iglesia purgante», conformada por los cristianos que purifican sus pecados en un estadio espiritual intermedio entre la tierra y el cielo, para luego encontrarse con Dios en el paraíso; y la «Iglesia triunfante», compuesta por los santos, que disfrutan de la vida eterna junto a Dios en el cielo.

La Iglesia católica expresa sus concepciones sobre la sociedad mediante la difusión de doctrinas (delimita en qué creer y de qué manera), estableciendo una diferenciación entre una esfera celestial («reino de Dios») y una esfera terrenal («mundo»). De este modo, se ubica entre el paraíso y el juicio final (Luhmann, 2009, pp. 10-25) e imprime a los compromisos militantes de un sentido trascendental que traspasa los límites «mundanos». Así, la Iglesia católica se instituye como ordenadora de lo social y moralizadora de las prácticas de los sujetos, en tanto concibe a sus «especialistas religiosos» (Catoggio, 2010)23 como conocedores de un «más allá» y mediadores entre las esferas terrenal y cósmica.

En este ordenamiento social, el clero y los/las laicos/as cumplen un papel central al insertarse en distintas instituciones modernas -religiosas y seculares-. De este modo, los/las militantes de ACA transformarían una dimensión material (o terrenal) en pos de una dimensión «celestial» o trascendental, aspecto que diferencia sus prácticas de las militancias políticas o sociales abocadas a la transformación de una condición o situación especialmente material. Incluso, algunas juventudes de ACA que desempeñan militancias en espacios sociopolíticos imprimen sus prácticas políticas de valores católicos en los que se formaron durante su infancia y juventud.

«Ser militante» de ACA es concebido como un «llamado» divino que las juventudes deben escuchar, comprender (mediante oración y formación) y responder a través de su misión como líderes dentro y fuera de la Iglesia católica. Por ello, entre las juventudes católicas debe prevalecer la «voluntad de Dios» centrada en valores colectivos, en lugar de su propia voluntad, que respondería a valores egoístas. La respuesta de las juventudes a este «llamado» les permitiría transitar un «camino de santidad»24 que constituye una ofrenda a Dios mediante la práctica extraordinaria de «hacer el bien»25 en las tareas cotidianas ordinarias:

Ser santos tiene que ver con esas pequeñas cosas que hacemos todos los días, implica esfuerzo, dedicación, pero ese esfuerzo no es una tortura sino que es mi camino para poder crecer. […] ese sacrificio es postergar algo que yo necesito en pos de algo mejor. Creo que muchos de ustedes, como yo, ha pasado y pasa sus mejores años regalando sus sábados a la tarde a la parroquia [los/las jóvenes aplauden y gritan eufóricos/as], y eso es sacrificio. […] ser santos es ser el mejor, el más más y el primero que se ofrece cuando alguien les pide ayuda. Un militante de Acción Católica, todos nosotros, tenemos que ser el mejor compañero, el mejor amigo, el mejor novio, el mejor hijo porque somos reflejos de Cristo por una gracia especial, porque Dios nos ayuda a ser los mejores. (Guadalupe, 30 años, militante y delegada de ACA, Asamblea Federal de ACA, San Juan, 14/10/2018)

Mi convicción es que Acción Católica es un camino de santidad, la santidad es posible, aun en estos tiempos. Creo que realmente la institución es un llamado. No todo el mundo está llamado a ser militante de Acción Católica, creo que es una vocación. Entonces, creo que si Dios me llamó, tengo que dar una respuesta a través del servicio, a través del estar y a través de esto que yo siento que incluso me hace feliz, a poder transmitirlo. (Sabrina, 31 años, militante, delegada de grupos juveniles de la provincia de San Juan y dirigente en la Comisión Nacional de Jóvenes de ACA, Buenos Aires, 2/7/2016)

La «vocación» militante implica un compromiso de las juventudes con una forma de vida católica asistida por la «gracia divina» para transmitir el catolicismo en todas las esferas sociales. Entre los «pilares de ACA», el «sacrificio» es el aspecto más difuso en términos discursivos, pero permea la práctica militante, ya que se encuentra implícito en todos los compromisos juveniles. De este modo, las juventudes deben sacrificarse, esforzarse, donarse, servir, comprometerse y responsabilizarse en sus estudios, trabajos, vínculos y militancias, y mantener una actitud humilde, optimista, empática y solidaria con sus prójimos en todo momento. Estas acciones conducirían a los/las militantes a destacarse en los «ambientes» donde se insertan para «reflejar a Cristo»26 de manera ejemplar.

El «sacrificio» que los/las «militantes» imprimen a las actividades que realizan no adquiere para ellos/as una connotación negativa sino que supone una elección desinteresada en términos monetarios y egoístas, aunque comprometida con un espacio católico y con las personas que allí se encuentran. Esta connotación «sacrificial» del propio tiempo destinado a ACA se corresponde con las concepciones que adquirieron las militancias en los estudios de historia social mencionados en la introducción y producidos entre los años 1945 y 1975. Desde estas concepciones teóricas se ha destacado la imagen del militante «héroe» o «mártir» que también ha sido relevante en el interior del catolicismo entre las décadas de 1960 y 197027. En la ACA del siglo XXI, el heroísmo de los/las militantes se vincula a la donación del propio tiempo, la incorporación de una moral católica y la permanencia en una institución alineada a las jerarquías de la Iglesia católica cuyos mandatos no siempre comparte la totalidad de las juventudes. De esta manera, los/las militantes realizan una suerte de «muerte espiritual» o renuncia a sus intereses individuales en pos de bienes colectivos: destinar el propio tiempo para formar a niños/as y jóvenes en futuros/as dirigentes de la institución, y transmitir y defender los dogmas católicos. Por otro lado, quienes se alejan de los mandatos institucionales, encuentran espacios de sociabilidad extrainstitucionales donde compartir sus propias percepciones sobre problemas institucionales o temas que les preocupan, como las identidades de género, la interrupción voluntaria del embarazo o las relaciones sexuales prematrimoniales. Así, realizan una especie de separación entre las creencias, centradas en los valores cristianos, y los mandatos jerárquicos e institucionales, concebidos por muchos como distanciados de dichos valores.

Si bien las juventudes señalan los sacrificios realizados por ACA, también reconocen las retribuciones de la militancia católica (Pudal, 2011). Para ellos/as, ACA es el lugar donde formaron su «segunda familia»28, integrada por sus padrinos, madrinas29, amigos/as y compañeros/as de militancia, con quienes establecen fuertes vínculos afectivos, comparten distintos espacios de sociabilidad (campamentos, asambleas, salidas, viajes) y conforman redes de contención y solidaridad. Incluso, en muchos casos los/las militantes sustituyen los espacios, vínculos y ocupaciones establecidos con familiares y personas externas a ACA por aquellos conformados con miembros de la institución, debido a la valoración de los lazos sociales institucionales y por compartir las mismas creencias con sus compañeros/as.

Finalmente, las «militancias» se consolidan en una comunidad católica mediante la formación que reciben los/las jóvenes en los «grupos de militancia», que, según indicaron, les otorga las «energías», el «fuego» o la «efervescencia colectiva» (Durkheim, 1982) que facilita su permanencia en ACA y fortalece su pertenencia y compromisos con la institución.

4.2 Repercusiones de la politización juvenil en las militancias católicas

Desde el año 2003, las juventudes argentinas fueron interpeladas como actores políticos dentro y fuera del Estado -tanto en partidos, movimientos y agrupaciones kirchneristas como macristas30-, y se revitalizó públicamente la categoría militancia (Vázquez & Vommaro, 2012; Vázquez, 2014a, 2014b; Vommaro et al., 2015; Grandinetti, 2019). Ante este escenario, militantes y dirigentes de ACA han cuestionado, discutido, resignificado o afianzado sus concepciones sobre la categoría militancia para demarcarse o acercarse al mundo político.

En primer lugar, ciertos militantes conciben a ACA como un espacio diferenciado de la política. De hecho, desde la propia institución, dirigentes adultos/as intentaron deslindarse de la categoría militancia en reuniones nacionales, diocesanas y parroquiales debido al uso del término en espacios políticos:

Antes éramos militantes y ahora somos apóstoles. El militante ya es algo un poco más politizado, por esta convulsión política que hay ahora, a los del nacional [dirigentes nacionales] el militante [la categoría] no les gusta tanto, pero yo voy a seguir diciendo que soy militante. (Analía, 27 años, militante, delegada y presidenta parroquial de ACA, Ramos Mejía, San Justo, 7/3/2018)

Se dejó de hablar de militante como para sacarle el tinte político a la palabra, entonces se habla de discípulo misionero, lo que uno hace en Acción Católica es cumplir el mismo fin que la Iglesia, evangelizar, Acción Católica no puede estar ajena a eso. (Paula, 27 años, militante, delegada y responsable parroquial del Área Jóvenes en ACA, Ramos Mejía, San Justo, 7/4/2018)

El intento de suplantar la categoría «militante» por la de «discípulos misioneros»31 surgió de una preocupación institucional adulta ante la posible politización juvenil y su alejamiento de ACA y de su propósito fundacional: «militar la Iglesia». Este malestar se relaciona con un interés mayor que la Iglesia Católica ha manifestado a lo largo de su historia durante los siglos XIX y XX por separar sus prácticas católicas y/o sociales de las políticas. De este modo, la Iglesia se ha presentado como una esfera «apolítica» y desinteresada de la política partidaria, que atentaría contra los valores católicos, utilizando categorías vinculadas a la «misión», la «vocación», la «donación» y el «servicio» para diferenciarse de la política, y legitimando, de este modo, su posición en el «mundo». El carácter «apolítico» constituye un recurso católico de larga data en Argentina, que desacredita a los partidos políticos para crear mayor credibilidad de la Iglesia católica (Mallimaci, 2015). De este modo, en pleno siglo XXI, la institución remarcó nuevamente, como en las décadas de 1960 y 1970, que la actividad que realizaban sus militantes debía ser fundamentalmente católica, ni política ni partidaria.

Además, miembros de ACA reconocen dos antecedentes que coadyuvaron a la merma de militantes y a su crisis institucional. Por un lado, los enfrentamientos que en la década de 1950, luego del peronismo, se generaron en ACA entre peronistas católicos en contra de Perón y católicos peronistas en contra de la Iglesia católica (Bonin, 2013), y, por otro lado, la politización de las ramas especializadas de ACA durante la década de 1970, disueltas en 1977 ante la detención y desaparición de jóvenes pertenecientes a diversos grupos eclesiales durante la última dictadura cívico-militar (Fernandez, 2020a). Ambos antecedentes emergen con fuerza como huellas de la memoria institucional para diferenciarse permanentemente, en línea con la Iglesia católica, de la esfera y prácticas políticas.

Pese a las preocupaciones institucionales, en las parroquias las juventudes católicas continuaron nominándose «militantes» al reconocer que la categoría formaba parte de su identidad, carisma y tradición institucional. Sin embargo, en línea con ACA, para ciertos/as jóvenes sus militancias constituían un espacio diferenciado de la política: «yo soy una persona que no me encanta la política y siento que en cualquier tarea que se haga desde un partido siempre hay un interés por detrás, por eso, yo me limito a ayudar acá en la parroquia»32, «a veces lo confunden con militantes políticos y no es lo mismo. Militante es la persona que va y está en Acción Católica, pertenece, va todos los sábados a la reunión de base»33. También, estas juventudes señalaron con desagrado y desaprobación las intervenciones del papa Francisco vinculadas a figuras políticas:

Hay aspectos políticos que no me agradan como él [el papa] los toma, hubo noticias […] la última fue la de Milagro Sala34, otra de Cristina35 [Fernández de Kirchner]. No me gusta que las cosas se pongan muy políticas, cuando ponés algo político hacés que un porcentaje de la sociedad te mire mal y él [el papa], al ser alguien religioso, no puede parecer o comentar que está de un lado político y de otro no, porque vos necesitás que todo el mundo te escuche y si te ponés de un lado político, las otras personas no te escuchan y esas personas también necesitan ayuda, pero, bueno, somos humanos. (Nicole, 20 años, militante y delegada de grupo juvenil de ACA, Lanús, 28/10/2017)

El papa se mandó un par de macanas a mi gusto, meterse en temas de política acá en Argentina, para mí tiene que mantenerse al margen, porque él está por arriba de eso o debería estarlo, porque la religión es superior a la política, entonces capaz a eso se lo puedo llegar a cuestionar. (Rodrigo, 26 años, militante y delegado de ACA, Lanús, 13/1/2018)

Creo que el tema de que se ha metido tanto la política en el medio, utilizándola como bandera, ha ensuciado un poco [a la Iglesia]. (Juan, 27 años, militante de ACA, Lanús, 3/3/2018)

Puedo entender si me dijeras que está ocupado o cosas así, pero fue a todos lados y a Argentina, que es el lugar de donde él viene, no lo visita, me da que pensar, no sé si será por el presidente [Mauricio Macri] o por qué será, pero, por más que esté en contra de Macri, tendría que venir a Argentina. (Alex, 17 años, militante de ACA, Ramos Mejía, 5/5/2018)

En segundo lugar, otras referencias al mundo político provienen de juventudes que militan simultáneamente en ACA, en partidos o movimientos políticos y/o en el Estado, para quienes las prácticas y sentidos vinculados a las militancias que realizan en dichos espacios se asemejan, en tanto les permiten comprender la sociedad y comprometerse mediante acciones solidarias:

Militante es la persona que persevera, que participa activamente, que está cuando se la necesita. Es similar a lo que hacen los militantes políticos, caminan las calles, están en el medio, sería lo mismo para nosotros. (Andrea, 31 años, militante, delegada, dirigente en la Comisión Nacional de Aspirantes de ACA y militante del radicalismo en Juntos por el Cambio, Posadas, Misiones, Posadas, 7/11/2017)

Militar es estar siempre como en los partidos políticos. (Emanuel, 23 años, militante y delegado de ACA, Lanús, 13/1/2018)

Militar en ACA es llevar los ideales del evangelio desde los pilares, es el accionar, no quedarse en la parroquia debatiendo sino salir. Más allá de que tanto el militante político como el católico necesiten su espacio de formación, ya que no pueden hablar de Dios ni de política sin saber, necesitás salir a la calle. La formación y el salir apuntan a llevar los ideales de ACA y del espacio político en toda la vida, no solamente cuando estás en la parroquia o en la básica [espacio político de reunión]. O sea, en la calle, yo soy peronista y soy de ACA, esos valores se tienen que ver en mi vida, en el día a día. Los dos tipos de militancia tienen que ver con lo mismo, no veo una diferencia entre una y otra. (Belén, 27 años, militante, delegada y dirigente de ACA y de Peronismo Militante, Avellaneda, 31/7/2019)

En los fragmentos presentados, se observan dos perspectivas vinculadas a la política. En la primera, las referencias a «la política» o a «los políticos» sugieren una concepción de la práctica política como ilegítima debido a que respondería a intereses personales subyacentes, ocultos o no manifiestos. En este sentido, los/las militantes se refieren a modos de hacer política o a políticos, y no a la política como práctica democrática de una institución o grupo social. Su práctica militante se asociaría, por el contrario, a la «ayuda» mediada por la «voluntad de Dios» en una institución católica sin intereses ocultos. En línea con estas percepciones, Grandinetti (2019) observa que militantes del partido político Propuesta Republicana (PRO) que fueron socializados en redes católicas, abogaban por una noción de política asociada al servicio y la proximidad a las personas desde una gestión alejada de dogmas ideológicos que facilitarían resolver problemas sociales, en contraposición a políticos que, contaminados por formas de «vieja política», obstaculizarían la resolución de los problemas.

De este modo, «la política» es considerada como una dimensión inferior a la religión, por no responder a intereses colectivos y universales, y, por ende, estar «contaminada» de egoísmo. Al respecto, podemos advertir que, para ciertos/as militantes de ACA, la política, lo político y los políticos constituyen objetos y sujetos «oscuros», «sucios» y «espurios», que contaminarían las esferas religiosas, consideradas como «claras», «puras» y «legítimas».

La reticencia a hablar de problemas políticos, por desinterés o por falta de formación al respecto, observada en ciertos/as militantes, supone asimismo una postura política en la que lo importante es lo que ocurre en el interior de sus parroquias y de ACA, espacios concebidos como alejados del mundo político. Es en este sentido que, para algunos/as militantes, «lo religioso está por encima de lo político» en términos de relevancia y de sentido para sus vidas cotidianas.

En la segunda perspectiva, para las juventudes involucradas con espacios político-partidarios kirchneristas, peronistas y macristas, la política no constituye una dimensión «contaminante» de la religión sino un espacio compatible y cercano a esta última, debido a su experiencia directa en ambos «mundos» (Becker, 2008), el católico y el político, aunque, como se indicó previamente, los/las militantes macristas destacan nuevas formas de hacer política asociadas a su formación católica en parroquias, grupos y colegios confesionales.

De acuerdo con Becker (2008), el «mundo» constituye una red de personas que realiza un tipo de actividad cooperativa, lo que configura cierto tipo de vínculos a partir de acuerdos como conjuntos de normas, ideas en común, costumbres o tradiciones. En Argentina, existen importantes intersecciones entre los mundos religiosos y políticos (Cucchetti, 2010; Donatello, 2010; Giménez Béliveau & Carbonelli, 2018), por ello, no pueden diferenciarse taxativamente. Esto facilita las múltiples posiciones (Boltanski, 1973) de militantes y dirigentes católicos/as en ambas esferas mediante compromisos plurales y afines donde circulan saberes, recursos, ideas comunes, vínculos y tradiciones que explican sus carreras militantes en el catolicismo y en la política.

4.3 Delegados y dirigentes: de la ayuda a los compromisos militantes

Los/las militantes de ACA se desempeñan como delegados/as y dirigentes en distintos niveles y áreas desde sus primeros años de juventud y despliegan importantes carreras católicas (Becker, 2012). Luego de participar durante algunos meses de un «grupo de militancia», los/las delegados invitan a los/las militantes más comprometidos con la institución a «ayudar» en grupos de niños/as o jóvenes:

Arranqué participando como prejuvenil [11 años], después milité como «juve» a los 15 años y me ofrecieron empezar a ayudar en «prejus», que a mí me costó horrores porque eran chicos que tenían dos años menos que yo y tenía que guiarlos, yo no era la delegada pero estaba ahí para ayudar y me sentía responsable porque ellos estaban a mi cargo. Ese primer año me costó horrores, pero crecí un montón como persona, y después los grupos fueron pasando, seguí como dirigente con los prejuveniles hasta que asumí como presidente [parroquial] en el 2010. (Analía, 27 años, militante y delegada de ACA, Ramos Mejía, San Justo, 7/3/2018)

Yo terminé de hacer Juvenil, pasé a Mayores y enseguida empecé a ayudar en lo que era delegar y en Prejuveniles, a ayudar más que a ser dirigente. Al otro año, ya pasé a Juveniles como dirigente, y soy responsable del área Jóvenes. (Ignacio, 23 años, militante de ACA, delegado de grupo juvenil y responsable del Área Jóvenes, Ramos Mejía, San Justo, 24/3/2018)

En 2008, tenía 16 y empecé a ayudar en la delegación, no era delegado pero ayudaba, y ya en 2009 arranqué a delegar Aspirantes, y de ahí no paré. (Leonardo, 25 años, militante, delegado y presidente parroquial de ACA, Lanús, 7/10/2017)

El reclutamiento y la formación de las juventudes son centrales para la vigencia de ACA, ya que permiten la renovación generacional de las bases mediante el ingreso de nuevos miembros y el traspaso de saberes vinculados al quehacer militante de parte de militantes de mayor trayectoria.

En conversaciones informales con militantes, vinculadas a sus trayectorias y preparación de encuentros en los «grupos de militancia», ellos/as destacaron la guía de sus «dirigentes-tutores», la participación en asambleas o encuentros juveniles, y el tiempo transcurrido en ACA como experiencias en las que incorporaron conocimientos para coordinar grupos, resolver problemas, tomar decisiones y comprometerse con la institución. Retomando a Becker (2012), los intercambios entre los/las militantes novatos/as y los/las experimentados/as operan tanto desde la interpelación de las juventudes para iniciarse en las carreras militantes como en su permanencia en ACA. De esta forma, la generación de vínculos y la influencia del entorno donde interactúan las juventudes constituyen dimensiones centrales para el desarrollo de sus militancias católicas.

Pasado un tiempo de aprendizaje, los/las militantes expertos/as proponen a los/las novatos/as insertarse formalmente en las actividades en las que colaboraron. Sobre esta instancia, los/las militantes indicaron distintos intereses y expectativas:

Ser delegado era ser lo más pro [destacado] de la parroquia, tener gente a tu cargo, te daban el poder de decisión de la parroquia. Inclusive, cuando entré por primera vez, ese sábado, ya entré con otra perspectiva, ya estaba como delegado de la parroquia. (Emanuel, 23 años, militante y delegado de ACA, Lanús, 13/1/2018)

Me gustaba el poder que tenían los delegados. Después, cuando fui delegado, dije «Fuaaa, tenés poder, pero también tenés que saber usar ese poder», y es muy difícil porque es mucha responsabilidad. (Esteban, 21 años, militante y delegado de ACA, Ramos Mejía, San Justo, 24/3/2018)

Nos dijeron si queríamos delegar, y me acuerdo que estábamos recontentas, para nosotras era lo más lindo que nos podía pasar y es una etapa en la cual también uno madura la fe porque cuando uno va y milita, solo va y recibe, y acá [como delegada] también tenés que dar, tenés que devolver a otros lo que recibiste. (Melisa, 30 años, militante, delegada y responsable diocesana de Jóvenes de ACA, San Justo, 26/2/2018)

Cuando las juventudes coordinan grupos de militancia, se convierten en «líderes» de ACA, miembros convencidos/as de la «misión» que desempeñan en «el mundo» y entre los/las creyentes y en figuras ejemplares para otros/as militantes. En su rol como delegados/as, no solo deben conocer la doctrina católica sino también difundirla de manera más comprometida que en su condición de militantes novatos/as. Además, deben gestionar el poder de decisión que les confiere su cargo, retomando lo aprendido en instancias previas junto a sus «dirigentes-tutores».

Los/las delegados/as y dirigentes mencionaban que la formación que recibían en ACA «bajaba» desde los/las dirigentes nacionales o diocesanos/as hacia las parroquias, y que quienes integraban los espacios diocesano o nacional «ascendían» posiciones. Las actividades que excedían a las parroquias eran percibidas como más prestigiosas, pero, a su vez, como más alejadas de los «grupos de militancia», de las necesidades de los/las militantes y de los valores católicos. Esto permitió observar tensiones respecto al cumplimiento del militante ideal en términos de proximidad y lejanía de las bases o grupos parroquiales.

En las parroquias donde se realizó trabajo de campo, se observaron prácticas discrecionales que traspasaban las fronteras del ideal institucional del militante alineado a las directivas institucionales y de la Iglesia católica.

En una de las parroquias, la presidenta parroquial de ACA eludía tareas consideradas de menor valor, como limpiar baños, ordenar salones o asistir temprano a la parroquia (como era común entre los/las presidentes/as de ACA para dar el ejemplo entre los/las militantes) para habilitar el ingreso de militantes y dirigentes. Este hecho generaba malestar y desgaste entre los/las dirigentes. Sin embargo, la presidenta sostenía que no contaba con el tiempo suficiente para desempeñar esas tareas en simultáneo a las decisiones que debía tomar como presidenta mientras estudiaba Medicina. La joven consideraba que también su profesión era una «vocación» que no podía descuidar, ya que le permitiría desempeñarse como médica católica inserta en «el mundo». De este modo, se observaron tensiones en relación con el tiempo disponible de los/las dirigentes para desarrollar ambas «vocaciones» y, a su vez, entre delegados/as por el reparto desigual de las tareas militantes. El malestar percibido en el trabajo de campo mediante gestos y comentarios de algunos/as delegados/as, se asociaba a distintas concepciones sobre formas legítimas o ilegítimas de ejercer la militancia católica:

A mí me importa estar en Acción Católica, y aparte es lo que nos tendría que importar a todos, si venís a Acción Católica para que después te digan que sos delegado o responsable, estás equivocado, porque venís a servir acá, no venís por un sueldo. Ese es el problema, cuanto más grande es el título, más tendrían que laburar [los/las dirigentes], y hay muchos que, mientras más grande es el título, menos laburan. (Lautaro, 27 años, militante y delegado de ACA, Ramos Mejía, San Justo, 21/4/2018)

La crítica de Lautaro sobre los/las dirigentes alejados/as de las bases devela un aspecto central de las carreras militantes: la existencia de ciclos institucionales de intensidad y retracción en los compromisos según los distintos intereses, tiempos y concepciones sobre las militancias católicas, que derivan en la construcción de diversas formas de ejercer la militancia.

El militante ideal en ACA debe amar a la institución, sacrificarse por ella y servir a los demás. El incumplimiento de este ideal es percibido por algunos/as militantes como un «enviciamiento» o «contaminación moral» (Douglas, 1991) del «militante puro» que ostenta cargos directivos, siente placer por el poder y evade los valores católicos e ideales institucionales del sacrificio y el servicio.

El militante ideal de ACA, además, debe seguir los lineamientos de los pastores (sacerdotes, obispos y papas) de la Iglesia católica (ACA, 2015). Sin embargo, en las parroquias se observaron otras formas católicas de militar desde la Iglesia, que emergen a partir de los cambios sociales, culturales y políticos producidos en el contexto local argentino durante las últimas décadas, en torno a la ley del matrimonio igualitario (2010) y los debates sobre la interrupción voluntaria del embarazo (2018) que interpelaron a las juventudes (Fernandez, 2020b).

En otra parroquia, un dirigente ocultaba su homosexualidad, ya que, en algunos grupos de ACA, los sacerdotes -asesores de la institución- desplazan de sus cargos a homosexuales en tanto no constituyen figuras ejemplares de ACA para formar y dirigir a militantes novatos. A sabiendas de ello, un grupo de jóvenes resguardaba el secreto del dirigente para que continuara desempeñando sus funciones, estableciendo así una distinción entre los valores cristianos y las directivas institucionales alineadas a las jerarquías católicas36.

De acuerdo con Fillieule (2012), estudiar las trayectorias de las carreras militantes permite comprender el vínculo entre las acciones, comportamientos y percepciones del pasado con los del futuro, vinculando la biografía del militante con el contexto en que desarrolla su actividad, las redes que se establecen y la oferta de participación disponible.

Las trayectorias de los/las militantes de ACA están determinadas, en algunos casos, por ciclos institucionales de escasez de dirigentes, percibidos como momentos de «necesidad institucional». Durante esos ciclos, la inserción de militantes en tareas directivas no siempre se ajusta a la disponibilidad de tiempos de las juventudes ni a los lineamientos formales de ACA para tales tareas (ser mayores de 18 años). Conscientes de la escasa oferta de delegados/as, los/las dirigentes de mayor trayectoria evitan «quemar» a los/las militantes novatos con responsabilidades que podrían derivar en su cansancio y abandono de la institución:

Cuando uno es chico está entusiasmado por ser delegado, pero después el trabajo cansa, o sea, es planificar cosas todos los sábados, dejar cosas de lado, llegar tarde a los cumpleaños o en vez de juntarte a tomar mates con tus amigas, venir a la parroquia a ver una película con los chicos, uno resigna un montón de cosas, es muy sacrificado el laburo del dirigente, entonces está bueno que los chicos puedan cumplir bien las etapas. (Paula, 27 años, militante, delegada y responsable parroquial del área Jóvenes en ACA, Ramos Mejía, San Justo, 7/4/2018)

Las actividades de dirigentes y delegados/as son concebidas como «trabajos». Aunque su participación institucional no es remunerada, deben cumplir con normas y tareas propias de un trabajo formal, como planificar reuniones, comprar insumos, difundir actividades, acompañar a jóvenes en sus vidas cotidianas, ayudar material y emocionalmente a las familias de los/las militantes, entre otras. De hecho, personas ajenas a ACA cuestionan a los/las militantes por el tiempo destinado a la institución:

Acá entrás y no sabés a qué hora te vas, no sabés si al otro día volvés, y entonces se me empezó a complicar un poco, y me decía [su madre]: «Che, pasás más tiempo en la parroquia que con tu familia, no te olvides que tenés una madre», pero siempre tuve el apoyo. Después, la otra rama [de su familia] era mi tía, ella no entendía, para ella, venir a Acción Católica era venir a una secta donde te lavaban el cerebro, cuando ella también es católica, pero me decía: «Te meten a Dios en la cabeza, no sé qué hacés ahí adentro tanto tiempo». (Matías, 26 años, militante, delegado y vicepresidente parroquial de ACA, Lanús, 23/12/2017).

Los compromisos militantes generan conflictos en las dinámicas familiares y permiten observar una diferenciación entre el estilo de vida de los/las militantes católicos/as respecto al de los/las católicos/as no practicantes. Para estos/as últimos/as, su inserción en el catolicismo no se asocia necesariamente a prácticas religiosas comunitarias (Giménez Béliveau & Fernandez, 2020), a diferencia de los/las militantes católicos/as, para quienes sus compromisos en grupos católicos y actividades eclesiales periódicas consolidan su ser y quehacer militantes.

El reclutamiento de potenciales delegados/as en los «grupos de militancia» constituye una tarea fundamental para los/las dirigentes de mayor trayectoria, puesto que es recurrente el «desgaste» entre quienes militaron durante extensos períodos de tiempo (entre 15 y 20 años). Pese a esta realidad, muchos/as jóvenes permanecen en ACA por el afecto a la institución y sus miembros: «amo la institución, no haría todo lo que hago, ni dejaría cosas de lado, ni sacrificaría, ni resistiría si no fuera porque la amo»37, por la posibilidad de formar noviazgos y familias católicas, por considerarse «fieles al llamado de Jesús» y por un «sentimiento de responsabilidad» con quienes dirigen. Para algunos/as dirigentes, su posible alejamiento de ACA es concebido como un quiebre en sus trayectorias y en las de sus dirigidos/as, en tanto podría repercutir en que los militantes novatos los imitaran.

Luego de militar durante extensos períodos de tiempo, algunos/as dirigentes se insertan en espacios institucionales diocesanos o nacionales y resignifican sus militancias católicas a partir de lo que conciben como un «nuevo llamado divino»:

No me convencía solamente estar militando, entonces, cuando me convocan acá de la comisión [Comisión Diocesana de Jóvenes de ACA en San Justo], sentí un florecer, un nuevo llamado, esto ya fue hace 7 años, primero era delegada y en la asamblea siguiente, donde se volvió a renovar toda la gente, quedé como responsable de la comisión. (Julieta, 30 años, militante y delegada de ACA, San Justo, 26/2/2018)

Yo no me iba a postular [para presidenta parroquial], hasta que viene el sacerdote y me dice: «¿Querés ser la presidenta?», lo que tiró al demonio todos mis plantes. Yo sentía esa responsabilidad porque el sacerdote se llevaba bien con muy poca gente en la parroquia y fue «Bueno, pensemos un poquito, esto no viene del sacerdote, viene de Dios, me lo está pidiendo Dios», y uno ama la institución y quiere lo mejor para ella, así que, si esto es lo que tengo que ser, vamos a decir que sí. (Florencia, 28 años, militante y presidenta parroquial de ACA, Ramos Mejía, San Justo, 7/3/2018)

En ACA existen momentos de «ebullición» en los que los/las militantes más jóvenes participan de múltiples espacios institucionales, pero quienes cuentan con mayor trayectoria y, por lo tanto, son convocados/as a desempeñar cargos de mayor responsabilidad, prestigio y autoridad, también tienen mayores edades y deben cumplir con ciertas pautas sociales (casarse, tener hijos, ser profesionales) valoradas por ACA en tanto «proyectos de vida» católicos. Esto les demanda tiempo y dedicación en sus carreras profesionales, trabajos y vínculos familiares, afectivos y sociales, además del demandado como dirigentes. En algunos casos, las juventudes toman los grupos directivos (diocesanos y nacionales) como sus propios «grupos de militancia», solo realizan «apostolados» o actividades parroquiales (catequesis de comunión, Pastoral de Juventud, grupos de oración, entre otros) sin participar de «grupos de militancia» parroquiales, o asisten al «grupo» aunque no «apostolan», «delegan» ni «dirigen».

Las juventudes católicas no siempre se ajustan a las conductas, valores, normas, prácticas y percepciones propuestos desde ACA, la Iglesia católica y sus especialistas, aspecto que deriva en ciertas tensiones ante los cuestionamientos juveniles sobre ambas instituciones, llegando incluso, en algunos casos, al distanciamiento y abandono de ACA. Quienes permanecen en la institución destacan los valores de la caridad, el servicio al prójimo, el amor a Cristo, los vínculos comunitarios y las retribuciones militantes al desempeñarse en distintos roles directivos para transmitir dichos valores. Esto indica que, más allá de los lineamientos formales para militar en ACA, en el siglo XXI, las juventudes elijen dónde y de qué formas comprometerse con la institución según sus propias necesidades, habilidades, intereses, tiempos, percepciones y contingencias que perfilan sus carreras militantes.

5. Conclusiones

El estudio de las militancias en ACA permite observar una apuesta de la Iglesia por la formación católica integral de jóvenes que se revitaliza en el siglo XXI con la asunción del papa Francisco, ante una sociedad atravesada por procesos de pluralismo, individuación y desinstitucionalización.

Las militancias en ACA son concebidas como una vocación o llamado divino para difundir los valores católicos y las doctrinas de la Iglesia en todas las esferas de la vida social. Esto se realiza con base en la formación, la oración, el sacrificio y las acciones de las juventudes, que configuran un ethos del militante católico.

Las juventudes de ACA se forman como militantes durante amplios períodos de tiempo y establecen fuertes lazos sociales con sus pares, consolidando una comunidad de creyentes. La formación de militantes novatos como delegados/as se inicia con una etapa de ayuda a dirigentes expertos/as en la coordinación de grupos y se institucionaliza mediante una propuesta formal para desempeñarse como líderes de ACA y figuras ejemplares de la institución. De este modo, los/las militantes recrean una lógica de reciprocidad (Mauss, 2009). Aquello que han recibido por «gracia divina» es donado a otros/as en un ciclo constante que intenta mantener vigente a la institución mediante el recambio de nuevas generaciones y el traspaso de conocimientos sobre el quehacer militante.

Los/las militantes católicos/as imprimen de un sentido trascendental a los compromisos desplegados dentro y fuera de espacios eclesiales como los ámbitos educativos, profesionales, políticos o estatales, en tanto se proponen transformar «el mundo» mediante un estilo de vida evangélico basado en la humildad, la caridad, el servicio, la inclusión y la esperanza, entre otros, y el desarrollo de «buenas obras», como el cuidado a los excluidos de la sociedad desde una mirada misericordiosa.

Para quienes establecen compromisos simultáneos en ACA y en espacios políticos, sociales y estatales, «ser militante» significa transmitir los ideales de ACA, del partido y del movimiento político de manera integral, a toda la vida, sin establecer diferencias tajantes entre los distintos mundos.

Ante un contexto de politización juvenil en las últimas décadas y del prolífico uso que ha adquirido la categoría militancia en distintos partidos políticos, dirigentes adultos de ACA intentaron suplantar la categoría «militante» por la de «discípulos misioneros», ante sus temores por la posible politización de las juventudes católicas, su alejamiento de ACA y de su propósito fundacional: «militar la Iglesia». Este malestar se relaciona con un interés mayor que la Iglesia católica ha manifestado a lo largo de su historia durante los siglos XIX y XX, por separar sus prácticas católicas y/o sociales de las políticas. De este modo, se ha presentado como una esfera «apolítica» y desinteresada de la política partidaria, que atentaría contra los valores católicos, utilizando categorías vinculadas a la «misión», la «vocación», la «donación» y el «servicio» para diferenciarse de la política, legitimando, así, su posición en el «mundo». En pleno siglo XXI, ACA remarcó nuevamente, como en las décadas de 1960 y 1970, que la actividad que realizaban sus militantes debía ser fundamentalmente católica, ni política ni partidaria. De todas formas, los miembros juveniles de ACA continuaron utilizando las categorías militante y militancia, en tanto formaban parte de su propia identidad y tradición institucionales.

En ACA, hay modos legítimos de transitar las carreras católicas, asociados a compromisos institucionales que asumen los/las militantes y a su encarnación de una moral fundada en doctrinas católicas.

Para algunos/as militantes, las actividades directivas realizadas en los niveles nacionales o diocesanos implican un alejamiento de las necesidades de sus miembros y un enviciamiento moral (Douglas, 1991) del ideal del «militante puro» que debe amar, servir y sacrificarse por ACA, dejando de lado la distinción que le confieren los cargos y el poder como dirigente. También, se observaron tensiones en el interior de los grupos de militancia para cumplir con el modelo de militante propuesto por ACA, difícil de sostener en las sociedades contemporáneas. Ante esta dificultad, se observan dos recorridos juveniles posibles. Por un lado, el alejamiento de la institución. Por otro, el ejercicio de prácticas discrecionales en tareas directivas (no cumplir con todas las responsabilidades, ocultar las elecciones sexo-genéricas ante posibles expulsiones de cargos directivos de parte de sacerdotes asesores de ACA, entre otros) que permiten a las juventudes sortear los obstáculos institucionales para desempeñarse como dirigentes.

La vigencia de ACA constituye un desafío en el siglo XXI, en tanto la institución se compone por jóvenes que sostienen lineamientos emanados por las jerarquías católicas, así como también por juventudes involucradas en la ampliación de sus derechos en materia de salud, educación y participación en distintos ámbitos (educación sexual integral en las escuelas, diversidad de género, matrimonio igualitario, interrupción voluntaria del embarazo, rol de las mujeres en la sociedad, etc.).

Los militantes estables reconocen los sacrificios que supone la militancia católica dentro y fuera de contextos eclesiales, pero destacan sus retribuciones, que les permiten permanecer en ACA pese a sus diferencias, tales como los vínculos afectivos (amistades, noviazgos, compañerismo), los espacios de sociabilidad y las redes de contención y solidaridad establecidas con miembros de la institución. Más allá de los lineamientos formales para militar en ACA, se observaron ciclos institucionales de intensidad y retracción en los compromisos de las juventudes, según distintas necesidades, tiempos, tensiones, cuestionamientos y contingencias que integran las carreras militantes.

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1La secularización refiere al proceso de autonomización de esferas –en clave weberiana– por el cual la religión ya no tiene omnipresencia en las prácticas y saberes.

2Los laicos son los creyentes que no son clérigos (obispos, sacerdotes y diáconos).

3Número referido por los/las militantes y citado en distintas publicaciones de ACA.

4La Azione Cattolica Italiana es la institución homónima y predecesora de ACA. Desde su creación en 1928, la Acción Católica se difundió en distintos países europeos y latinoamericanos en un contexto de expansión del catolicismo.

5Antes de la fundación de ACA, se conformaron otras organizaciones católicas de laicos como los Círculos Obreros (1892) e intentos de partidos políticos dirigidos por católicos: Unión Católica (1884), Liga Demócrata Cristiana (1902), Unión Patriótica (1907), Unión Democrática Cristiana (1911) y Unión Popular Argentina (1919), pero sus miembros no se ajustaban a las directivas de las jerarquías católicas.

6Nota de campo. Fragmento de reunión de la Comisión Nacional de Juventud de ACA. Sede Nacional de la institución, 2/7/2016, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

7En este artículo, se seleccionaron resultados de la investigación realizada en ACA. Los análisis sobre la otra organización abordada en mi tesis doctoral, Scouts de Argentina Asociación Civil, se reservan para otros trabajos.

8Lanús es una ciudad de la provincia de Buenos Aires creada en 1945 y ubicada a 11 km de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). La parroquia en la que se realizó trabajo de campo se ubica en Lanús Este, y los grupos de ACA se emplazaban en un colegio parroquial. Ramos Mejía es una ciudad del partido de la Matanza creada en 1964 y ubicada en la zona oeste del Gran Buenos Aires, a 17 km de la CABA. La parroquia en la que se realizó trabajo de campo se ubica a unos metros del centro de la ciudad y cuenta con un predio donde solo se realizaban actividades católicas.

9División territorial de la Iglesia conformada por varias localidades y parroquias bajo la jurisdicción de un obispo.

10Prédica de celebraciones religiosas que articula temas bíblicos y sociales para transmitir valores católicos.

11En pocas parroquias se observaron grupos de militancia de adultos/as (con edades mayores de 40 años). Por lo general, los/las adultos/as eran dirigentes nacionales o diocesanos y enviaban a sus hijos/as a los grupos de militancia. En las parroquias, integraban grupos católicos de oración, marianos o de comunión.

12La «promesa» (para menores de 18 años) o la «oficialización» (para mayores de 18 años) es un compromiso que asumen quienes permanecen en ACA por dos años (promesa) y cuatro años (oficialización). Mediante una ceremonia, niños/as y jóvenes son reconocidos/as por la institución como militantes. Año a año, los/las miembros oficializados/as deben renovar sus compromisos militantes con ACA.

13Leonardo, 25 años, militante, delegado y presidente parroquial de ACA, Lanús, 7/10/2017.

14Nicole, 20 años, militante y delegada de ACA, Lanús, 28/10/2017.

15Hernán, 17 años, militante de ACA, Corrientes, 15/10/2018.

16Julia, 27 años, militante y delegada de ACA, Lanús, 18/11/2017.

17Cristian, 15 años, militante de ACA, 14/10/2018.

18Clara, 25 años, militante, delegada y responsable parroquial del área Jóvenes de ACA, Ramos Mejía, San Justo, 17/3/2018.

19Matías, 26 años, militante y delegado de ACA, Lanús, 23/12/2017.

20Ian, 24 años, militante y delegado de ACA, Ramos Mejía, 14/4/2018.

21Para los/las católicos/as, «el mundo» es el espacio secular, contrario al espacio sagrado, espiritual o divino.

23El concepto «especialistas religiosos» se refiere a la posición privilegiada que la jerarquía eclesial (obispos, sacerdotes, religiosos/as) ocupa en el espacio social como parte de la Iglesia católica que cuenta con una larga tradición y legitimidad para amplios sectores de la sociedad argentina.

24Fragmento de entrevista a Sabrina, 31 años, militante, delegada y dirigente de ACA, 2/7/2016.

25 ACA, 2006.

26Fragmento de entrevista a Guadalupe, 30 años, militante y delegada de ACA, Asamblea Federal de ACA, San Juan, 14/10/2018.

28Fragmento de entrevista a Esteban, 21 años, militante y delegado de ACA, Ramos Mejía, 24/3/2018.

29En ACA, las juventudes eligen un padrino o una madrina para su ceremonia de oficialización, quienes los/las acompañan en sus trayectorias como creyentes.

30Con las categorías kirchneristas y macristas, hacemos referencia a agrupaciones políticas alineadas a los gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007), Cristina Fernández de Kirchner (2007-2011, 2011-2015) y Mauricio Macri (2016-2020).

31Esta expresión se encuentra en el documento de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe inaugurada por el papa Benedicto XVI en Aparecida (2007). Luego, el papa Francisco retoma este concepto en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium (2013) sobre el anuncio del evangelio en el mundo actual, donde refiere que «todos [los bautizados] somos discípulos misioneros». De todas formas, los/las militantes de ACA citan el texto producido por el papa Francisco, reconociendo de ese modo su carisma y liderazgo religioso entre las juventudes. Documento de Aparecida (https://www.celam.org/aparecida/Espanol.pdf); exhortación apostólica Evangelii gaudium (http://w2.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html).

32Ignacio, 23 años, militante, delegado y responsable de Jóvenes en ACA (Ramos Mejía, San Justo), 24/3/2018.

33Leonardo, militante, delegado y presidente parroquial de ACA, Lanús, 7/10/2017.

34Se refiere al apoyo del papa Francisco a Milagro Salas, dirigente política de Jujuy, detenida en 2016 luego de un acampe realizado junto a diferentes cooperativas en reclamo contra el gobernador Gerardo Morales. Para más información, véase https://www.pagina12.com.ar/39950-que-todo-se-resuelva-bien-y-pronto.

36Para más información sobre las construcciones de ACA sobre las juventudes, véase Fernandez (2020b).

37Florencia, 28 años. Presidenta parroquial de ACA, Ramos Mejía, San Justo, 7/3/2018.

Recibido: 13 de Agosto de 2021; Aprobado: 09 de Agosto de 2022

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