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Anthropologica

versión impresa ISSN 0254-9212

Anthropologica vol.32 no.32 Lima jun. 2014

 

ARTÍCULOS

 

Trayectoria de productores familiares. Comunidad Andrés Coliqueo. Comuna de Freire*

 

Jorge Bravo Cuervo y Sandra Pérez Infante

1 Magíster en Ciencias Sociales de la Universidad Academia Humanismo Cristiano. Santiago, Chile. Correo electrónico: jbravocuervo@yahoo.com
2 Docente del Departamento de Trabajo Social de la Universidad de La Frontera, Chile. Correo electrónico: sandra.perez@ufrontera.cl

 


RESUMEN

El presente documento es parte de los resultados de la investigación Trayectoria de los productores agrícolas de la comunidad Pelleco (1986-2006), que se planteó en continuidad del estudio realizado en la década de 1980 denominado Minifundio mapuche y desarrollo agrícola, evolución histórica de la agricultura en Pelleco, que recopiló datos del año agrícola de 1986, bajo la autoría de Bravo y Sotomayor (1992).
El nuevo estudio tuvo como objeto conocer la trayectoria de productores familiares de Pelleco en el período 1986-2006, así como establecer una tipología de las explotaciones mapuche para ser comparadas con la tipología establecida en el año 1986. Se trató de un estudio longitudinal de carácter cuanticualitativo, con la aplicación de encuestas al jefe de familia, entrevistas a dirigentes y agricultores relevantes para el estudio.
A partir de la trayectoria de los productores familiares, fue posible distinguir las trayectorias y la tipología e identificar un proceso de restructuración de su sistema productivo, generado al interior de las familias como respuesta a las condiciones y necesidades sociales presentadas en el medio natural y social.

Palabras clave: productores familiares, mapuche, sistema productivo, trayectoria y tipología.

 


SUMMARY

This document is part of the results of the study called The Path of Agricultural Producers in the Pelleco Community (1986-2006), which was in continuance to the 1980s study called The Mapuche Smallholding/Farmstead Historical Development of Agriculture in Pelleco which gathered data in 1986 under the authorization of Bravo and Sotomayor (1992).
The new study was aimed at ascertaining the development of Pelleco family producers during the years 1986-2006. Also, to compare a typology of Mapuche farms to the typology established in 1986. This was a longitudinal study that included quantitative and qualitative data including household surveys, interviews with community leaders, and farmers relevant to the study.
Due to the trajectory path of family farmers; it was possible to distinguish the developments. Also it was possible to identify a process of restructuring its production system which was generated within families as a response to social needs and conditions presented in the natural and social environment.

Keywords: family producers, mapuche, production system, trajectory and typology.

 


INTRODUCCIÓN

Entre los años 1984 y 1989 se desarrolló en la comunidad de Pelleco un estudio que tuvo por objetivo establecer la evolución de la agricultura de la comunidad y conocer la subdivisión de las explotaciones originadas por la adjudicación del título de merced de 1901.

El estudio se basó en la utilización de la historia oral para reconstituir la evolución histórica de la agricultura de la comunidad desde 1901 hasta 1966, para el período posterior se recurrió a los datos de un censo parcial del año 1966 realizado por la Dirección de Asuntos Indígenas (Dasin), dependiente del Ministerio de Tierras y Colonización. Consecutivamente, la información obtenida fue comparada con una encuesta efectuada en el año 1986 en el marco de una investigación acción efectuada por el Grupo de Investigaciones Agrarias (GIA) y la Sociedad de Desarrollo del Campesino Mapuche (Sodecam) (Bravo y Sotomayor, 1992).

Gracias a la riqueza de la información entregada por el estudio citado, a la existencia del Censo Agropecuario del año 1996 y a los datos derivados de la encuesta efectuada a los productores familiares de la comunidad Andrés Coliqueo referidos al año agrícola 2006 1, fue posible entender las transformaciones agrícolas de la comunidad ocurridas por condicionantes internas y externas en los últimos cuarenta años. Esto constituye un factor relevante a considerar respecto de investigaciones que aportan al conocimiento de la agricultura mapuche.

ASPECTO TEÓRICO METODOLÓGICO

El abordaje sistémico del estudio y de este trabajo es coherente con la perspectiva del estudio anterior (1986) que utilizó la teoría de sistema agrario propuesta por Mazoyer (Capillon, Sebillotte, 1980). «Según Mazoyer un sistema agrario es una forma de explorar el ambiente que ha sido establecida a lo largo del tiempo y todavía perdura, adaptándose, además, a las condiciones bioclimáticas de cada área y responde a las condiciones y necesidades sociales presentes» (FAO, 2005, p.7).

El sistema agrario implica considerarlo como un todo cuyos componentes son parte del medio ambiente y del medio social (Mazoyer, 1988). No obstante, su análisis implica, además, delimitaciones espaciales y temporales. Al respecto expresa:

Para analizar y explicar un objeto complejo en términos de sistema en primer lugar es necesario delimitarlo, trazar una frontera entre ese objeto y el resto del mundo; en particular, distinguirlo de los otros objetos, que siendo de la misma naturaleza, son al mismo tiempo diferentes, lo bastante para ser considerado pertenecientes a otra especie del mismo objeto, es por tanto, en última instancia clasificar. Analizar y explicar un objeto en términos de sistema es también estudiar la dinámica de la evolución a través del tiempo y las relaciones que ese sistema mantiene con el resto del mundo en sus diferentes estadios de evolución (Mazoyer y Roudart, 1992, p. 7).

En el caso chileno este enfoque, para el análisis de los procesos agrarios, viene siendo tratado desde la década de 1980, partiendo por su utilización en las ciencias agronómicas y extendiéndose prontamente a las ciencias ambientales y sociales. Este carácter multidisciplinario ha permitido establecer prioridades investigativas y de intervención para facilitar la gestión de proyectos de desarrollo en los territorios.

Para este estudio, el sistema agrario se consideró como referente macro presente en las relaciones económicas productivas que establecen los pequeños productores familiares; quienes por lo demás constituyen un sistema de producción que incorpora actividades agrícolas y no agrícolas cometidas y definidas al interior de cada grupo familiar.

A continuación se presenta la trayectoria productiva de los pequeños productores familiares relevando ciertos hitos que han impactado a la comunidad, para continuar con la identificación de tipologías con su respectiva reestructuración del sistema productivo a veinte años del estudio anterior.

RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN

La comunidad Andrés Coliqueo se ubica en el sector Huilio, comuna de Freire, perteneciente a la región de la Araucanía. Se trata de la segunda región con mayor porcentaje de población rural del país (32,3% al año 2002), con los peores indicadores de pobreza (27,1% al año 2006) (Casen, 2006). Es también la que concentra mayor población mapuche2 rural del país (23,5% al año 2002) (INE, 2002).

 

 

La comunidad misma, se ubica a 15 km al poniente de la ciudad de Freire y está a 721 km, de Santiago, cuenta con 180 hectáreas de tierra, heredadas de sus antepasados desde el siglo XIX y distribuidas actualmente entre veintisiete familias, quienes deben administrar sus propias explotaciones. Sus tierras se encuentran atravesadas por pequeños esteros, entre los que sobresale el estero Huillío, afluente del río Toltén.

 

 

En ella se identifican dos grandes unidades fisiográficas, identificadas por una zona de terrenos planos que se ubica en el valle central, en donde están la mayor parte de los fundos, y otra de lomajes suaves ubicadas hacia la cordillera de la costa, en donde predominan las comunidades mapuches. En ambos sectores los suelos son de origen aluvial; en su mayor parte son de tipo trumao y se clasifican en la clase IV de secano según su capacidad de uso (Bravo y Sotomayor, 1992).

El clima ha mantenido su carácter mediterráneo, con una estación húmeda que comienza en abril/mayo y un total de 1237 mm de precipitación anual (18% repartido entre noviembre/marzo). La temperatura media anual es de 12 ºC. (máxima media de 25º,4 ºC en enero; mínima media de 4,1 ºC en julio/ agosto), y el período libre de heladas es de solo dos meses (enero/febrero) (Rouanet, en Bravo y Sotomayor, 1992, p.10).

La totalidad de la población en la comunidad corresponde a 86 personas con una igual proporción de hombres y mujeres. La distribución etaria según las categorías utilizadas para la Población Económicamente Activa (PEA) es la siguiente: de 0 a 14 años son 18 (20,9%), de 15 a 64 años son 55 (63,95%) y de 65 o más años son 13 (15,1%). Se trata de una población con tendencia al envejecimiento debido a la disminución de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida.

En cuanto a los niveles de escolaridad se puede apreciar que quienes tienen entre 15 y 29 años presentan en promedio 8,6 años de estudios; los de 30 a 49 años obtienen 6,8 años cursados; los de 50 a 69 años promedian 3,2 años de estudios y en los mayores de 70 años el promedio es de 2,6 años. Los jóvenes, que podrían materializar los posibles recambios generacionales, mantienen la tendencia migratoria en búsqueda de ingresos monetarios provenientes del trabajo asalariado temporal. Producto de los ciclos familiares, se ha aumentado en seis el número de predios en la comunidad por la conformación de nuevas familias, lo cual conlleva a una mayor subdivisión de los terrenos sujetos a explotación.

Si bien el período de análisis de este estudio abarca los últimos veinte años, a continuación se exhiben los resultados obtenidos de tres encuestas de producción agropecuaria que se han aplicado en la comunidad (Dasin, 1966; GIA-Sodecam, 1986; Diufro, año agrícola 2006) en un lapso de cuarenta años, por cuanto ello permite relevar los cambios en el sistema productivo en lo referido a itinerarios técnicos, acceso a crédito y utilización de maquinaria, entre otros.

 

 

Los principales cultivos son trigo, papa y avena; sin embargo, la superficie destinada a ellos, así como la producción y los rendimientos, es variable. Como se observa, la superficie cultivada entre 1966 y 1986 da cuenta de un período de intensificación de la agricultura, reflejado en el aumento de la superficie de trigo que alcanza 49,4 ha. Por entonces, los ingresos extraprediales no eran significativos y más bien a través de mecanismos comunitarios, se lograba amortiguar los desequilibrios que se apreciaban entre los diferentes sistemas prediales (Bravo y Sotomayor, 1992).

En el período 1986-2006, se aprecia una disminución del 453% de la superficie de cultivo de trigo. A ello se agrega que el 47,6% de los productores no cultiva este cereal, lo cual no ocurría en los períodos anteriores. Esto implica el abandono de un cultivo que fue considerado inherente a la agricultura mapuche post reduccional.

En lo concerniente a la papa, si bien en el año 2006 la superficie total alcanza las 4,4 ha., se aprecia un aumento del 232,1% y en rendimiento el incremento es del 61,1%. Se constata así la utilización de acceso a semilla de mejor calidad, mecanización y fertilización, lo cual está restringido a productores con recursos o acceso al crédito. Por otra parte, se verifica un aumento del 37,5% en el cultivo de avena y un significativo incremento en su rendimiento, que alcanza al 405%. Se denota el manejo de un paquete tecnológico para este cultivo, práctica que hace veinte años no existía.

La explicación acerca del abandono del cultivo del trigo, según señalan los productores, tiene que ver, por un lado, con los costos que conlleva la preparación de suelo, siembra y fertilización y, por otro, a que para obtener aunque sea un rendimiento bajo, de este cultivo se requiere el uso de fertilizantes, los cuales se han encarecido.

Ahora bien, quienes mantienen el cultivo de trigo utilizan preferentemente el trigo de primavera, variedad que ha cambiado la dinámica de trabajo de la tierra. Es así como el período de siembra se ha retrasado: recién a fines de agosto se inicia el proceso productivo, lo que permite evitar pérdidas derivadas de las inclemencias del invierno. Es posible que la masificación de este tipo de cambios haya sido promovida por recomendaciones técnicas, por cuanto permiten una utilización intensiva del suelo y esto es facilitado por la preparación mecanizada (barbecho), que se realiza, aproximadamente, un mes antes de la siembra.

Al revisar la existencia animal encontramos una situación diferente, pues esta más bien se ha intensificado.

En el período 1966, la actividad ganadera se mantenía estable. Los bueyes eran los más numerosos, en virtud de su utilización en las faenas agrícolas y como medio de transporte. Se genera una presión para aumentar la existencia del ganado mayor (bueyes y novillos), a los cuales se les puede sacar un mayor valor en la venta. El ganado menor preferentemente es autoconsumido. Entre 1986 y 2006, los bueyes disminuyen casi en 28,7%, aumentan los novillos y las vacas, y en el caso de los ovinos aumentan en un 73,9% y los porcinos en un 43%, se destina una parte de esta producción para la venta. Se aprecia un aumento importante en relación con el año 1986, propiciado por la reciente participación de la comunidad en el proyecto Orígenes, que implementó un proyecto de mejoramiento genético (ovinos y porcinos) y el aumento de la superficie de empastadas.

 

 

La orientación ganadera de los predios pareciera haber estado muy consolidada en el siglo XIX, a lo menos desde su constitución bajo el título de merced, pero desde la época de la radicación la comunidad experimentó el primer ciclo cerealero entre las décadas de 1920 y 1940, el cual se agotó por los bajos rendimientos y degradación de los suelos. Por lo anterior se regresó a la ganadería, pero a partir dela década de 1950 hasta el golpe militar de 1973, y en virtud de los programas de apoyo del Ministerio de Agricultura, se consolidó un ciclo de utilización de semillas mejoradas, maquinarias y cultivo industrial (raps) y no se intervino más allá de la sanidad animal en el rubro ganadero.

Desde fines de la década 1970, la comunidad sufrió una nueva reorientación hacia una agricultura de subsistencia basada en el cultivo del trigo, y que en la década de 1990 vino a disminuir significativamente, presentándose la tendencia por comprar el trigo o harina con ingresos provenientes de actividades extraprediales o por la venta de ganado menor o mayor. Por otra parte, se mantienen ciertos mecanismos comunitarios, como mediería o arriendo. Ahora bien, para una gran mayoría, su actividad principal en el predio es la ganadería observándose un retroceso de los cultivos.

 

 

Respecto de los implementos prediales, la disminución en los arados se relaciona con el descenso de la superficie de los cultivos, lo cual difiere de la rastra, que es de una utilización más amplia. La disminución de las carretas no es tan acentuada, si consideramos que dos familias poseen camioneta. La disminución en la fertilización química se vincula con el abandono de los cultivos en diez de las explotaciones.

El uso de tecnología es otra constante en la agricultura comunitaria y familiar, aspecto ya relevado en el estudio de 1986. En la actualidad se aprecia un aumento de la mecanización del proceso productivo (preparación de suelos, siembra y cosecha). La mayoría (66,6%) de las familias tiene un invernadero, cuya producción de hortalizas se destina principalmente al autoconsumo.

PERÍODO DE DEPENDENCIA DE SUBSIDIOS E INNOVACIÓN PRODUCTIVA PREDIAL (1986-2006)

A partir de los datos recopilados es posible levantar como hipótesis que, en estos últimos veinte años, la tendencia ha sido la continuidad del período de subsistencia y dependencia a subsidios provenientes de organismos estatales y no estatales.

El nuevo escenario rural que viven los pequeños productores familiares no es ajeno a la reorganización económica que ha sostenido el país y por tanto de las políticas dirigidas a los pequeños productores agrícolas, en particular a los de origen mapuche4.

Por otra parte, en términos estructurales, la vocación productiva de la región de la Araucanía, tradicionalmente agrícola y ganadera, ha sido impactada por el incremento del sector forestal, el cual ha venido sistemáticamente aumentando el número de hectáreas, empresas y trabajadores, siendo claramente el rubro de mayor crecimiento (Garín y otros, 2011). Sin embargo, en el contexto del país presenta la tasa más baja de inversión extranjera entre sus pares y una baja tasa de exportaciones directas, en tanto que, la orientación de su agricultura y ganadería es, preferentemente, hacia el mercado interno.

En este contexto, los productores familiares mapuche y no mapuche han perdido relevancia en cuanto al volumen de su producción en el mercado agropecuario, pasando a depender en mayor medida de los ingresos extraprediales. Asimismo, las comunas de mayor expansión forestal han aumentado la migración a las ciudades y en las comunidades mapuche se aprecia una mayor subdivisión de los predios (Garín y otros, 2011).

Entre los hitos relevantes para la comunidad, es posible identificar las repercusiones de la nueva Ley Indígena 19.253, promulgada el año 1993, que promueve la organización indígena. Por un lado, el reconocimiento de la calidad de comunidad en el cual este espacio se caracteriza por su carácter político y cultural mapuche, sin embargo, este aspecto al parecer se ha ido fragmentando, por la existencia de diversos discursos religiosos, políticos y generacionales y por otro, la activación de la participación en asociaciones que se han caracterizado por un carácter eminentemente funcional a los objetivos de sus integrantes.

Otro de los efectos de esta ley es la mantención de la propiedad privada de la tierra y la comercialización de ella exclusivamente entre indígenas. En las últimas décadas la transacción de las tierras que han entrado al mercado ha estado regulada por la adquisición de población indígena, aspecto que ha favorecido la permanencia de las familias de la comunidad5.

En la comunidad Andrés Coliqueo el sistema de ayuda vinculado con la cooperación internacional comienza a perder fuerza y desaparecer luego que la ONG Ayuda Cooperación Evangélica (ACE), la ONG Sociedad de Desarrollo Campesino Mapuche (Sodecam) y la ONG Grupo de Investigadores Agrarios (GIA) se retiran a principios de la década de 1990. De modo paralelo, se fortalice la intervención estatal. En efecto, la presencia del Estado se visualiza con fuerza, por la comunidad, con la presencia del programa Orígenes, que se desarrolla en el año 2005-2006, dependiente del Ministerio de Planificación. Sobre la base de una propuesta elaborada por la propia comunidad y presentada por la consultora a Orígenes, se concreta en tres componentes: productivo, educación-cultura y fortalecimiento organizacional:

  • En el componente productivo: (i) agrícola: se obtienen ganado mayor y menor (vacas, bueyes, ovejas, cerdos); (ii) no agrícola: instalación de taller con la adquisición de maquinarias para la construcción de cercos y utensilios de metal.

  • En el componente de educación y cultura: se efectuó un apoyo a la escuela a través de la complementación de las unidades pedagógicas en la línea de la interculturalidad en lo que se refiere a la preservación de la lengua y de la cultura mapuche.

  • En el componente fortalecimiento organizacional. Se construye y equipa una sede comunitaria.
    El acceso crediticio a la agencia gubernamental Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap) se realiza en forma esporádica, principalmente, por aquellos productores que poseen medios de producción, lo que les permite postular a créditos y subsidios (para mejoramiento de praderas). En cambio los productores más pequeños se vinculan muy ocasionalmente con el Programa de Desarrollo Rural (Proder), dependiente de la Municipalidad de Freire, consistente en acciones de muy corto plazo como son los operativos de sanidad animal.

TIPOLOGÍA COMPARADA DE LOS COMUNEROS 1986-2006

En el año 1986 se efectuó un análisis del funcionamiento de veintiún explotaciones para llegar a establecer una tipología que permitió un análisis comparado. Para llevar a cabo este análisis se utilizó como criterio básico de diferenciación el tamaño de las explotaciones, del cual se identificaron dos tipos, clasificados como I y II, que provenían de la trayectoria de los predios desde el proceso de radicación en adelante. En cada uno de estos grupos se reconocieron diferencias en cuanto a los niveles de intensificación de uso del suelo, referidos a la cantidad y tipos de insumos por unidad de superficie, lo que permitió la identificación de tres tipos: «a» (uso de maquinaria, agroquímicos y nuevas variedades), b» (agroquímicos y nuevas variedades), «c» (ausencia de insumos de origen industrial). Así, las tipologías establecidas en el año 1986 fueron: Tipo Ib, Tipo Ic, Tipo IIb y Tipo IIc.

A continuación se presentan algunas apreciaciones generales respecto de las cuatro tipologías establecidas en el año 1986 (20 casos de un total de 22 casos), y su comparación con el año 2006 (en función a 24 casos efectivamente pesquisados de un total de 27 casos).

  • Tipo Ib. El objetivo es la búsqueda de una renta que, junto con asegurar la mantención de la familia, permita hacer inversiones que mejoren las capacidades de producción de la explotación. Superficie agrícola utilizable de 14 a 20 ha, utilización de mano de obra familiar, y para ciertas tareas, asalariada; sistema de policultivo trigo-avena; ganadería orientada a la producción de animales de tracción y animales ovinos para la venta en el mercado. Toma de tierras en medias, producción agropecuaria bruta de $830 000 al año. Existe un caso de este tipo en la comunidad (5%), pero este tipo de explotación se repite en las demás comunidades (Bravo y Sotomayor, 1992, p. 17).
    En el año 2006 se constatan tres casos con superficies entre las 10 y 14 ha, (12,5%), que poseen el 37,5% del total de la tierra de la comunidad. La utilización de fuerza de trabajo familiar se ha visto reducida, razón por la cual contratan mano de obra para la realización de tareas específicas. Se trata de familias envejecidas con un promedio de edad de los jefes de hogar de 67 años. Existe un caso que arrienda tierra para aumentar los niveles de producción y un caso de mediería para acrecentar la superficie cultivada. Los ingresos prediales anuales ascienden, aproximadamente, a $2 200 000. La producción continúa en la lógica del policultivo (trigo-avena-pradera artificial bianual, ballica, trébol rosado), manteniéndose la superficie de empastada y la cantidad de superficie de trigo. Para la preparación de suelo y siembra contratan tractor, así como trabajo asalariado para ciertas tareas. En cuanto a la cantidad de ganado mayor, no ha variado sustancialmente (7 cabezas), pero sí se aprecia un aumento del ganado menor (35 ovejas, 8 cerdos).
    Son sistemas prediales excedentarios, lo que se expresa en que sobre el 70% de sus ingresos son prediales. Tienen acceso a crédito del INDAP y han sido beneficiados de las iniciativas de proyecto como Gestión y Desarrollo (Gedes), Proyecto Orígenes.

  • Tipo Ic. El objetivo es asegurar una renta que permita la mantención de la familia, limitando inversiones en equipo y usando sólo fuerza de trabajo familiar. Superficie agrícola utilizable de 14 a 20 hectáreas, sistema de policultivo trigo-avena; ganadería orientada a la producción de animales de tracción y animales para la venta en el B$195 700 al año. Existen tres casos de este tipo en Pelleco (16%) (Bravo y Sotomayor, 1992, p. 17).
    En la actualidad no se observan casos que manifiesten estas características productivas, por cuanto se han subdividido y son parte de los tipos IIb y IIc.

  • Tipo IIb. El objetivo es asegurar una renta que permita la mantención de la familia, sin inversiones en equipo y utilizando solo fuerza de trabajo familiar. Superficie agrícola utilizable de 5 a 10 ha, sistema de policultivo trigo-avena, sin excedentes de trigo comercializable; ganadería ovina como única fuente de ingresos monetarios. Toma de tierras en medias y venta ocasional de fuerza de trabajo. Producción agropecuaria bruta de $271 800 al año, ingresos extraprediales de $256 000 al año. Este tipo está representado por cinco casos (26%) (Bravo y Sotomayor, 1992, p. 17).
    Son dos familias que ocupan terrenos cuya superficie oscila entre las 5 y 10 ha, representan el 11,1% del tamaño total. En este tramo se aprecia una disminución del número de predios, en tanto que la superficie total y cultivable disminuye, pero mantiene el cultivo de trigo del orden de la 0,5 ha. Es un cultivo que forma parte de la rotación con avena. Los productos son destinados exclusivamente para el autoconsumo familiar y predial. Las familias se caracterizan por la presencia tanto de familias viejas (también con la pérdida del jefe de familia) como familias nuevas.
    Dada esta última característica, algunos predios se encuentran en trámites de sucesión que implica la subdivisión de la propiedad.
    Las entradas monetarias no provienen mayoritariamente de las actividades prediales; reciben subsidios (vejez, invalidez, familiar, escolar) y aportes esporádicos de hijos que se encuentran viviendo en la ciudad los que se complementan a los $375 000 de ingresos prediales, es decir el 60% de los ingresos son extraprediales. Se presenta un aumento de venta de mano de obra por parte de la población joven de la comunidad y sus alrededores, así como asalariamiento por períodos de tres a cuatro meses durante la temporada de la fruta en la zona central del país. Este tipo de productor ocupa solo fuerza de trabajo familiar, se dedica a la ganadería menor, tiene animales mayores en media y siembra avena para el consumo animal.

  • Tipo IIc. El objetivo es obtener una renta que sirva de complemento para la mantención de la familia, sin posibilidad de inversiones y ocupando solo fuerza de trabajo familiar. Superficie agrícola utilizable de 1 a 6 ha, sistema monocultivo de trigo, animal de tracción, ganadería ovina escasa o inexistente. Venta ocasional de fuerza de trabajo. Producción bruta agro-pecuaria de $120 800 al año, ingresos extraprediales de $150 500 al año. Tendencia a la no reproducción de la explotación. Existen diez casos de este tipo en la comunidad (53%) (Bravo y Sotomayor, 1992, p. 17).
    En el año 2006, el número de explotaciones alcanzan a ocho (36,6%), con el 38,6% de la superficie de la comunidad. Se mantiene el monocultivo de trigo para el autoconsumo, con una leve tendencia a la adquisición y mantención de ganado menor. Ha disminuido la disponibilidad de tierras explotables (3,81 ha), con relación al año 1986 y en lo referido a lo productivo mantiene importancia la crianza ovina por sobre los otros rubros. Si bien disponen de mano de obra, combinan los ingresos prediales con extraprediales a causa de lo reducido de sus predios, que no permite aumentar el stock ganadero. El cultivo de trigo se mantiene, pero ya no se busca alcanzar una producción que cubra las necesidades de la familia, sino que sea un complemento. En los últimos años, las intervenciones realizadas en el sector por Indap-Prodesal, Programa Orígenes, han ganado relevancia con la introducción de los ovinos y porcinos como un rubro del cual obtener ingresos. Los sujetos involucrados en esta actividad están por debajo del umbral de acumulación y la utilización de fertilización se restringe al cultivo del trigo y no utilizan maquinarias en las labores.
    En este nivel se ubica el mayor número de asalariados por tiempo integral y parcial, así como una fuerte presencia de subsidios estatales dirigidos a la población adulta mayor siendo, aproximadamente, el 80% de los ingresos, considerando que los ingresos prediales anuales de $180 000.

  • Tipo IIIc. Se trata de un nuevo grupo; son explotaciones surgidas de sub-divisiones recientes, sumando nueve familias (37,5%), que poseen entre 0,1 a 4,7 ha. En total, solo explotan el 12,8% de la superficie total de la comunidad. Como se señala, se trata de un tipo surgido en estos últimos veinte años debido a la subdivisión predial que al disminuir la superficie la convierte en inviable para condiciones de los sistemas productivos­disponibles en Pelleco. La subsistencia es alcanzada mayoritariamente por vía extrapredial (salarios y subsidios). Los ingresos extraprediales anuales alcanzan a $1 245 000. Parte de la propiedad es pasada en mediería para la mantención de bueyes de explotaciones provenientes de los tipos IIb y IIc; la producción agrícola es muy limitada o inexistente, no se utiliza fertilización o es mínima. Se mantiene un número reducido de cinco a seis ovejas y dos a tres porcinos. En tres casos no se presenta actividad agropecuaria. Existen familias que poseen menos de 2 ha cuya ocupación principal no es ya vinculante a la actividad agropecuaria, aun cuando mantienen el desarrollo de algunos rubros agrícolas (aves, hortaliza, animales menores).

La presencia de estas familias podría estar indicando la existencia de un nuevo comunero mapuche definido como poblador rural y no como productor. En este tipo encontramos a familias jóvenes que constituyen un fenómeno especial en la comunidad, a pesar de vivir en el predio de sus padres sus acciones productivas se ven limitadas por cuanto no toman decisiones sobre el uso del terreno (por ejemplo, no tienen acceso a créditos por no poseer un título de dominio que los acredite como poseedores de la tierra).

CONCLUSIONES

  1. El nuevo escenario rural que viven los productores familiares no es ajeno a la reorganización económica que ha sostenido el país y por tanto a las políticas públicas orientadas hacia este sector o las no políticas que han puesto el énfasis en las condicionantes de mercado y que han excluido su protagonismo como productores.

  2. En el período que analizamos, la comunidad Andrés Coliqueo es representativa de las comunidades mapuche del valle central de la región de la Araucanía; se observa un período de estancamiento tecnológico y productivo de los cultivos en lo referido a: uso de semillas certificadas, paquetes de fertilización, innovación de variedades y cultivos, respecto de 1986. Se aprecia una tendencia a que los ingresos extraprediales superen las entradas provenientes de la producción agropecuaria, situación similar a la expuesta en la bibliografía consultada.

  3. Entre los grandes hitos acontecidos en estos últimos veinte años, es posible identificar las repercusiones de la nueva Ley Indígena 19.253 promulgada el año 1993, que propició la organización de la comunidad indígena. En el caso de las familias herederas del título de Merced Andrés Coliqueo, pasaron a constituirse legalmente en comunidad, lo que les permite acceder a beneficios del Estado. Otro de los efectos de esta ley es la mantención de la propiedad privada de la tierra y la comercialización entre indígenas. En las últimas décadas, las tierras transadas en el mercado han estado reguladas por la adquisición de la población indígena, aspecto que ha favorecido la permanencia de familias de la comunidad.

  4. Si bien se ha contado con programas públicos y privados orientados a los productores mapuches, estos no inciden mayormente, puesto que un número reducido de explotaciones se mantiene sobre el umbral de acumulación que ya conseguían en 1986.

  5. Tal como en el año 1986, el factor central que condiciona a la pertenencia a una trayectoria la posesión de una determinada superficie de tierra, que en el caso del Tipo Ib, poseen una superficie sobre las 10 ha, lo cual les permite una capacidad de reserva verificable en el tipo y extensión del cultivo, tamaño y composición de rebaños, toma o cesión de tierras en mediería, adquisición o arriendo de maquinarias y, por ende, mantienen su viabilidad productiva al disponer mayores recursos.

  6. Se ha consolidado el uso de trabajos mecanizados en la preparación de suelo (trigo y papa) y siembra (trigo) en los tipos Ib y IIb. La utilización de mano de obra asalariada para algunas tareas (enfardado, siembra en los tipos Ib y IIb). La orientación ganadera menor se ha acrecentado en los tres grupos que mantienen actividades productivas, en el Tipo Ib y IIb se aprecia la introducción de pradera artificial de gramíneas trébol rosado y ballica.

  7. No se aprecia un mayor impacto en lo relativo a los ingresos a partir de la utilización de invernaderos en el huerto doméstico, salvo las relativas a una mayor disponibilidad de alimentos vegetales en la dieta. Otras innovaciones, como la producción de miel propiciada por el proyecto GEDES o el taller de producción metálica del Proyecto Orígenes, no prosperaron.

  8. Si bien el 53% de los casos en el año 1986 estaba en el Tipo IIc y, por tanto, la tendencia de estas explotaciones era negativa en cuanto a su sustentación, esto ha derivado al Tipo IIIc, surgido en estos últimos años por la subdivisión de predios, que representan el 42,9% de los casos estudiados.
    Esta situación requiere la generación de políticas hacia este sector, que bien podrían ser considerados pobladores rurales. Ello implica desafíos para los distintos órganos del Estado.

  9. La situación que se aprecia al año 2006 da cuenta de una mayor desigualdad y desafección de las actividades agropecuarias por la mayoría de las explotaciones de la comunidad. Esta situación debe orientar tanto a los programas sectoriales, comunales o territoriales con el fin de elaborar estrategias que, por una parte, sean diferenciadas según los requerimientos de los tipos de explotaciones, y por otra, que sean pertinentes a sus prácticas productivas -como las medierías, aporte de mano obra no remunerada, acceso a tierra por mutuo acuerdo- que corresponden a rasgos culturales propios de la comunidad mapuche.

  10. Emergencia de familias jóvenes que no tienen acceso a tierra y dependen fundamentalmente de ingresos provenientes de la venta de fuerza de trabajo. Posiblemente este grupo que presenta mayores niveles de escolaridad, pudiera ser foco de programas que compatibilicen la agricultura de autoconsumo con alternativas innovadoras.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Bravo, Jorge y Octavio Sotomayor (1992). Minifundio mapuche y desarrollo agrícola, evolución histórica de la agricultura en Pelleco. Agricultura y Sociedad, 9. Santiago: GIA.

Capillon, Alain, Maurice Sebillotte (1980). Etude des systèmes de production des exploitations agricoles. Un typologie. En J. Servant y A. Pinchinat (eds.), Caribbean Seminar of Farmnig Systems Resarch Methodology (pp. 85-111.) Guadalupe: IICA-INRA.

FAO (2005). Un enfoque para el desarrollo rural: desarrollo territorial participativo y negociado. www.fao.org/sd/dim_pe2/doc/pe2_050402d1_es.pdf

Garin, Alan, Christoph Alberts y Evelin Ortega (2011). Las expresiones de la ruralidad en la región de la Araucanía, Chile, 1997-2007. Revista Estudios Sociales, 19(38). México.

Instituto Nacional de Estadística (2002). Censo de población y vivienda.

Mazoyer, Marcel (1988). Sistemas agrarios y desarrollo agrícola. Agricultura y Sociedad, 6. Santiago: GIA.

Mazoyer, Marcel y Laurance Roudart (1992). Pour des projets agricoles légitimes et efficaces: théorie et méthode d’analyse des système agraires. Réforme agraire (pp. 5-17). FAO.

Ministerio de Desarrollo y Planificación de Chile (2006). Caracterización socioeconómica nacional (Casen).

Rouanet, Juan (1982). Áreas agroecológicas determinantes del sistema de producción agropecuaria. Investigación y Progreso Agropecuario, CRI-INIA Carillanca, 1(1), 17-21. Temuco, Chile.

 


    * Este artículo contiene parte de los contenidos de la ponencia presentada al VIII Congreso Latinoamericano de Sociología Rural, Porto de Galinhas, 2010.

  1. La investigación se realizó en el período de marzo de 2007 a marzo de 2009, en el marco del proyecto denominado: Trayectoria de los productores agrícolas de la comunidad Pelleco (1986-2006), con el apoyo de la Dirección de Investigación de la Universidad de La Frontera (Diufro).

  2. Mapuche (gente de la tierra), habitantes originarios del centro-sur de Chile.

  3. Agradecimientos a Chistoph Albers por la versión de plano y mapa para este texto.

  4. La importancia de estas iniciativas para la comunidad Andrés Coliqueo es el programa Orígenes, un programa multifase financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Estado de Chile. La primera fase se ejecutó entre los años 2001 y 2006, tuvo una cobertura de 44 comunas con alta densidad de población aimara, atacameña y mapuche que benefició a 22 609 familias. El aporte por comunidad fue del orden de los 40 000 dólares en iniciativas productivas, fortalecimiento comunitario y cultura (www.origenes.cl).

  5. El decreto ley 2750 de 1979 dividió en hijuelas individuales las tierras asignadas por los títulos de merced. A través de una figura jurídica conocida como «arriendo a 99 años», los no mapuche adquirieron propiedades pertenecientes a mapuche hasta la entrada en vigencia de la Ley Indígena de 1993. En el caso de la comunidad estudiada hasta el año 2007 no se habían efectuado cambios de propietarios mapuche a no mapuche.