SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.33 issue34Images of violence: Challenge of transitional justice and emotional costA place for the Shawi in the history of Maynas author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

  • Have no cited articlesCited by SciELO

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Anthropologica

Print version ISSN 0254-9212

Anthropologica vol.33 no.34 Lima  2015

 

ENTRE LA HISTORIA Y LA ANTROPOLOGÍA

 

Elementos para pensar la agencia indígena: actores, contextos y procesos de cambio entre los grupos guaraníes (s. XVII)

Thinking indigenous agency: contexts, actors and changing processes between guarani Indians (XVIIth. C.)

 

Macarena Perusset

Universidad de Buenos Aires

 


RESUMEN

En el espacio multiétnico y pluricultural del Paraguay colonial, cobraron un papel relevante ciertos individuos que actuaron como intermediarios entre las distintas tradiciones culturales y los intereses de los diferentes actores en juego. En el contexto de las reducciones, donde se generaron disputas por las presiones suscitadas a causa de las obligaciones y demandas coloniales, diversos actores apelaron a estrategias de acción en defensa de los indígenas, así como en beneficio propio. Entre estos se encontraban los líderes guaraníes, quienes por la posición que ocuparon, desempeñaron el papel no solo de puentes culturales sino también el de agentes políticos y económicos. Estos sujetos, por sus prácticas cotidianas, contribuyeron a conectar elementos de universos diferentes, desdibujando así la rigidez de los límites que el Estado colonial intentaba aplicar en algunos casos entre grupos de diverso origen socioétnico.

Palabras clave: guaraníes, intermediarios, tierras bajas, reducciones de indios.

 


ABSTRACT

At the multiethnic and multicultural colonial Paraguay’s space, some people played a central role as intermediaries between different cultural traditions. Within this context, in the reducciones de indios emerged a new kind of actors who displayed a diversity of strategies in order to preserve indigenous welfare as self-profit. These were the guaraní leaders, a kind of cultural bridges as well as political and economic agents because of the daily practices they play in the colonial society.

Key words: Guaraní Indians, intermediaries, South American low lands, reducciones de indios.

 


INTRODUCCIÓN

El Paraguay de los siglos XVI y XVII, marcado por la convivencia de culturas diferentes entre sí, fue un espacio no exento de tensiones sociales y políticas. En este contexto, fueron relevantes algunos sujetos sociales debido al papel que desempeñaron como intermediarios entre las distintas tradiciones culturales y los intereses de los diferentes actores en juego. En este trabajo analizaremos especialmente a los caciques guaraníes en su rol de mediadores o passeurs culturels, poniendo el foco en su participación frente a situaciones puntuales, como la defensa de los hombres de las reducciones con relación al cumplimiento de los trabajos de encomienda. Cabe recordar que los casos analizados corresponden a situaciones que se daban al interior de las reducciones de los franciscanos, dejando de lado lo que sucedía en las misiones administradas por los jesuitas. Al respecto, en los casos estudiados buscamos dar cuenta cómo algunos caciques, frente a ciertas circunstancias, quedaron en una posición que les posibilitó poner en marcha sus capacidades para crear e improvisar las alternativas que exigía la supervivencia en un contexto colonial complejo. El despliegue de estas estrategias les permitió, en definitiva, conservar sus posiciones y beneficiar a sus comunidades en los distintos escenarios que se presentaban.

Desde mediados del siglo XVII el control político sobre el territorio del Paraguay se contrajo drásticamente, ocasionando una mayor frecuencia de los asaltos de los indios infieles sobre Asunción y sus proximidades. Esto dio origen al despoblamiento de vastos territorios rurales. En estos espacios, además, los bandeirantes del Brasil realizaron distintas incursiones violentas en búsqueda de mano de obra indígena, asolando poblados españoles y aldeas indígenas, así como a las misiones jesuitas. Como resultado se originó el despoblamiento del territorio del Guayrá, del Itatín y del Tape, y se produjo el traslado de Villa Rica hacia la región asunceña y el avance de los grupos chaqueños sobre las tierras despobladas. A este contexto debemos agregar, además, la competencia desigual por la mano de obra que enfrentó a los encomenderos asunceños con los jesuitas, ya que, junto a las tierras fértiles y a los privilegios con los que contaba la Compañía de Jesús para el comercio de la yerba, generaron el escenario propicio para distintas situaciones de tensión vividas por la sociedad paraguaya de fines del siglo XVII y de las primeras décadas del XVIII.

Con respecto a la bibliografía que se dedicó al estudio de los intermediarios en el contexto colonial, debemos mencionar los trabajos de Thierry Saignes (1989), Ares y Gruzinski (1997) y Bernand (1997), quienes para la región andina emplearon el concepto de movilizadores culturales o passeurs culturels para focalizarse en aquellas personas que podían generar un proceso transformador que se iniciaba a medida que entraban en contacto con otros sujetos en distintos escenarios coloniales. Entre ellos, fueron foco de especial atención los mestizos, los curas, los indios ladinos, los caciques, los mercaderes y los arrieros, todos sujetos que, por la posición económica o social que ocupaban, desempeñaron el papel de mediadores entre diversas lógicas culturales. Para el caso del Paraguay colonial, autores con una mirada enriquecedora sobre esta temática fueron Branislava Susnik (1979-1980, 1982, 1983 y 1993) y Bartomeú Meliá (1980, 1986-1988, 1992 y 2004), quienes han recorrido los aspectos más significativos de los procesos de acomodamiento a los nuevos escenarios en los cuales se vieron envueltos los guaraníes a partir del siglo XVI, sus resistencias al sistema, así como sus distintas estrategias de adaptación1.

En este sentido, a lo largo de este trabajo daremos cuenta de cómo algunos caciques guaraníes en el contexto colonial se encontraban llevando adelante distintas estrategias para favorecer a sus comunidades de origen, mientras que en otras ocasiones hacían uso del lugar que ocupaban en beneficio propio. Bajo este panorama reconstruiremos la puesta en marcha de las distintas tácticas empleadas por estos hombres frente a situaciones puntuales e intentaremos dar cuenta con ello de los matices de las relaciones coloniales que alimentaron estos actores como mediadores sociopolíticos o passeurs culturels.

LOS LÍDERES INDÍGENAS: NUEVAS ATRIBUCIONES Y SENTIDOS

En tiempos prehispánicos, los líderes étnicos tenían características bien definidas, como la generosidad, la oratoria y la redistribución de productos hacia los miembros de su comunidad. Pierre Clastres destaca estas características de los líderes guaraníes, a los que identificó con los titular chiefs de Robert Lowie (1948), quienes como contrapartida disfrutaban del reparto de mujeres que los miembros de su comunidad le hacían (Clastres, 2008)2. En su análisis del poder político en las tierras bajas, Clastres observó que el liderazgo se caracterizaba por la ausencia del poder coercitivo, rasgo que, según el autor, era una de las principales características en las sociedades estatales. Frente a esta diferenciación, el investigador señala que, para los grupos de las tierras bajas, el poder del líder se basaba en consenso en lugar de coerción, es decir, que era un poder fundado en la aceptación de sus partidarios de ese liderazgo, habida cuenta de sus habilidades para comandar partidas de caza y partidas guerreras, pero que podía, en momentos de paz, dejar de seguirlo (Clastres, 2008)3. Como compensación, los hombres de la aldea realizaban distintas tareas para su líder y le concedían mujeres de sus grupos familiares, quienes actuaban creando lazos, pero sobre todo, acrecentando y consolidando su prestigio. La forma en que estas autoridades fortalecían su estatus era a través de los lazos de reciprocidad, vía parentesco con otros líderes, de manera que la movilidad o trueque de hombres y mujeres era frecuente dentro y entre las parcialidades guaraníes. Este acceso a las mujeres les posibilitaba, además, contar con un número de seguidores y mano de obra disponible.

Con la colonización, la función principal de estos líderes étnicos fue transformándose y comenzaron a organizar a sus hombres para enviarlos a cumplir con las tandas de trabajo para los encomenderos4. Estos cambios redefinieron la forma tradicional de legitimar el poder, pues si bien debido a sus nuevas funciones el prestigio de estos hombres se vio disminuido frente a sus comunidades, al mismo tiempo los caciques fueron adquiriendo poder y autoridad en función de la relación que mantuvieran con los encomenderos, y como consecuencia, de las nuevas atribuciones que implicaba su cargo5. Con la implantación de la encomienda en 1556, los líderes étnicos pasaron en pocos años de ser parientes políticos de los colonizadores —bajo la lógica del cuñadazgo local—, a ser los referentes de los grupos encomendados y responsables de las obligaciones tributarias exigidas6. Posteriormente reducidos bajo la tutela de los franciscanos y habiéndose eliminado la figura de los ‘pobleros’ o ‘administradores’ españoles de los pueblos de indios, se convirtieron en los principales encargados de enviar a los hombres de sus parcialidades para cumplir con las labores que implicaba el trabajo de encomienda. No obstante, si bien se encontraron limitados en sus funciones en virtud de las nuevas reglas impuestas en la sociedad colonial, les fueron concedidos distintos elementos que, además de proporcionarles cierta autoridad frente al resto de la comunidad, los dotaban de honor y prestigio, como el otorgamiento del bastón de mando, la denominación de ‘don’ para simbolizar el estatus social y la exención de las obligaciones laborales al encomendero.

LOS CACIQUES COMO INTERMEDIARIOS

El trabajo exigido bajo la lógica de la encomienda implicó la incorporación de nuevos saberes y técnicas frente a los cuales las costumbres y experiencias locales debieron reacomodarse. Una vez redefinido su rol y atributos, en la coyuntura reduccional, los caciques reformularon sus pautas de acción echando mano a los distintos saberes que su experiencia les había permitido adquirir desde la conquista y colonización, y en virtud de ello, se convirtieron en los intermediarios naturales para la comunicación e intercambio entre los distintos actores coloniales y las comunidades locales. Sin embargo, al constituirse el reparto de fuerza de trabajo a los encomenderos —la principal función exigida en las nuevas circunstancias—, los caciques quedaron inmersos en una situación ‘incómoda’, pues tenían que responder a dos frentes cuyos intereses eran contradictorios. Si por un lado debían afrontar y cumplir con los requisitos de los encomenderos y del Estado colonial, por otro debían garantizar el bienestar de sus propias comunidades. En este sentido algunos caciques, contra los intereses de los encomenderos, apelaron a su cargo para limitar acciones abusivas de estos últimos, como por ejemplo cuando retenían a los hombres durante más tiempo que el estipulado. De esta forma, los encomenderos se toparon con algunos caciques guaraníes que antepusieron el bienestar de sus hombres a sus requerimientos, demostrando una suerte de coherencia hacia lo que las comunidades esperaban de sus líderes. En una visita realizada al pueblo de Ypané, en el año 1672, el cacique don Fernando Taquín, de la encomienda de Juan Castro, reiteró la ausencia de una parte importante de los tributarios por encontrarse, en contra de la legislación, ‘en casa de su encomendero’. De esta forma, aprovechaba la ocasión de una nueva visita para reiterar el reclamo ante el gobernador, que sus indios se encontraban «sirviendo al dicho encomendero y habérsele mandado en dichas visitas al dicho encomendero los restituya a este pueblo, que es su origen y no se hallan en él por lo que los reserva del feudo»7.

Frente a esta situación, el gobernador Rexe Corbalán, en «consideración de que habían pagado en los años que han servido lo que corresponde a sesenta y cuatro meses de trabajo», ordenaba a partir de entonces que dichos hombres «no cumplan en adelante, en toda su vida, tributo alguno»8. Al mismo tiempo, ordenaba al escribano que informara sobre esta decisión al protector de los naturales y "lo de a entender a los dichos los indios»9. Si bien no tenemos conocimiento si esta medida se hizo efectiva, constituyó, sin dudas, un precedente importante contra los artilugios y evasiones de los encomenderos en esta materia. Del lado del cacique y su parcialidad, esta demanda debe haber implicado un fortalecimiento de su autoridad y legitimidad ante su gente. Si bien la respuesta que obtuvo el cacique don Fernando Taquín para sus hombres no fue común, las denuncias de los líderes en relación con los abusos de los encomenderos se extendieron a lo largo del período estudiado10.

Estas denuncias implicaron, en algunas oportunidades, fuertes consecuencias para los caciques. Fue el caso del cacique don Fernando, quien ante las solicitudes excesivas de hombres para el trabajo por el encomendero, «rechazaba las obligaciones y los negaba para el trabajo», pese a las posibles represalias11. De hecho, esta medida implicó que posteriormente don Fernando fuera reemplazado en sus funciones. Este no fue un caso aislado, sino que constituyó una medida habitual tomada por los encomenderos (Service, 1951). Sin embargo, otros casos analizados han mostrado cómo en algunas ocasiones las denuncias o pedidos de los líderes tuvieron resultados favorables. Por ejemplo, en aquellas oportunidades en las que algunos caciques denunciaron que una cantidad determinada de hombres de sus pueblos se encontraban «desde largo tiempo» en las propiedades de los encomenderos, los visitadores solían disponer el traslado de esos hombres a sus reducciones, dando cauce a las denuncias realizadas12.

En la visita realizada al pueblo de Ypané, a mediados del siglo XVII, encontramos que un grupo de caciques «rechazaba los trabajos que han causado la dispersión de sus indios de su territorio y negábanlos para las labores de los presidios»13. Asimismo, las quejas de este grupo de líderes por los servicios que sus hombres habían prestado a sus encomenderos, quienes intentaban volver a hacerlos cumplir con «mitas ya saldadas», tuvieron resultado favorable, ya que se dispuso la eximición de esas tareas extras pretendidas por los encomenderos14. Como consecuencia de experimentar una serie de resultados positivos a los pedidos realizados por los caciques, muchos de ellos decidieron llevar adelante la táctica de no enviar hombres a cumplir con las labores de encomienda aduciendo distintas cuestiones. Al respecto, los caciques del pueblo de Caazapá señalaban que, para cumplir con las mitas, sus hombres debían efectuar un viaje de más de 200 kilómetros, razón por la cual «huían y se ausentaban de forma permanente»15 y por dicha razón preferían no enviarlos al cumplimiento de las labores. De igual forma, el cacique don Fernando se negó a enviar a sus hombres para cumplir con la mita argumentando que «varios indígenas han muerto en el camino hacia las casas de sus respectivos encomenderos»16, por lo cual prefería que sus hombres no cumplieran con las mitas respectivas y recurría a saldar el tributo en distintos productos17.

No obstante, los caciques veían acumularse los rezagos y aumentaban los riesgos de multas y posibles disgustos de los encomenderos para con ellos, con lo cual su situación se tornaba frágil. Con respecto a aquellos líderes que defendían a sus hombres, algunos se vieron afectados no solo en cuanto a la pérdida de legitimidad sino también se arriesgaban a perder poder y autoridad frente a la administración colonial, que podía removerlos. Al respecto, el cacique don Domingo, de la encomienda del capitán Juan Barba de Añasco, cuyos hombres estaban «en la plantación de caña del cañaveral del dicho su amo»18, fue uno de los que peor la pasó cuando el encomendero le exigió una cantidad extra de hombres para trabajar en el cañaveral, sin hacer retornar a los que ya estaban cumpliendo con el trabajo. Don Domingo se negó a enviar un número adicional de hombres y al «impedir que les llevaran otros hombres al dicho cañaveral, Añasco le salió al encuentro a caballo y le atropelló y le derribó en el suelo»19. Como consecuencia, el cacique murió al día siguiente.

En un caso similar, el cacique don Gabriel se opuso al pedido de su encomendero Baltazar Carabajal de retener por más tiempo del que correspondía a sus «indios y muchachos» quienes ya habían cumplido con su turno de trabajo. Frente a esta situación, el líder guaraní se negó y el encomendero le «hizo vejaciones y molestias y malos tratamientos al dicho cacique, y fueron tantas las molestias que hizo, […] que el dicho cacique no ha aparecido hasta ahora ni muerto ni vivo y se supone muerto por el dicho encomendero»20.

Este intento de poner un límite o un freno a las demandas que los distintos sujetos coloniales pretendían de las comunidades indígenas no siempre tuvo el final esperado para estas últimas. Las represalias sobre los caciques, sospechamos, habrían repercutido en la postura adoptada por otros líderes étnicos, quienes se encontraron en una «posición incómoda» entre actores con intereses encontrados. Sin embargo, el hecho de moverse en el mundo colonial también incentivó algunas nuevas situaciones a las cuales los caciques pudieron recurrir, como el pedido de ayuda a otros sujetos, como los protectores de naturales, cabildos y ciertos curas. Fue así como, junto a los alcaldes de la sala capitular indígena, bajo el amparo que significaron las ordenanzas de Alfaro, pudieron oponerse a enviar a los yerbales y a otras labores contingentes de guaraníes de sus reducciones que eran solicitados por fuera de los dos meses reglamentarios de trabajo de mita para realizar trabajos ‘irregulares’ para los españoles21. Las demandas presentadas por los caciques contra sus encomenderos por deudas de pago, que llegaban incluso a adeudar «siete años de servicio», donde se los acusaba «por no haberles dado nada [de paga]» a los indios en cuestión22, nos muestran cómo los líderes indígenas, lejos de aceptar con pasividad y sumisión las imposiciones del nuevo orden colonial, ejercieron en algunos casos una serie de protestas que resultaron a la larga de gran importancia en el proceso de reestructuración de la identidad colectiva de cada reducción.

Los caciques actuaban tanto en beneficio de las comunidades como en beneficio propio, aprovechando las situaciones en las que se encontraban. Hemos hallado, también, algunos líderes indígenas en la vereda de enfrente, es decir, favoreciendo los intereses de los encomenderos por encima de los de su gente. En una averiguación llevada a cabo para determinar quién había lesionado al procurador Juan Jara, el letrado en cuestión señalaba que los guaraníes de la reducción «estaban enojados con dicho su cacique por la buena acogida que le dispensó al dicho su encomendero», quien era uno de los sospechosos por el ataque al procurador de la ciudad23. Esto estaba dando cuenta de tensiones entre el cacique y su gente, originadas previamente, que se manifestaron en este caso.

En otra oportunidad, en la averiguación llevada adelante por la muerte de un hombre, «el cacique [nombre ilegible] con ejemplo tan malo mandó a los recién llegados para un nuevo beneficio y con palabras aún peores alborotó a los demás»24. Este líder guaraní, a pesar de conocer que esos hombres ‘recién llegados’ de los yerbales ya habían cumplido con las labores que debían bajo el marco de la encomienda, volvió a enviarlos a la zona yerbatera para satisfacer los requerimientos del encomendero. En estos casos los caciques actuaban según lo esperado por ciertos actores económicos, es decir, en términos ‘coherentes’ con lo que los encomenderos esperaban de ellos. En estas circunstancias, los indígenas consideraban a sus caciques como ‘corrompidos’ y con ‘avidez de lucro’25, utilizando conceptos europeos para resistir las situaciones de abuso de sus propios líderes políticos, quienes dejaban expuestas a las comunidades frente al sistema colonial en su versión menos paternalista.

NUEVOS DESAFÍOS PARA LOS CACIQUES DE LAS REDUCCIONES

Teniendo presentes estas situaciones, podemos observar que los caciques se encontraban tironeados por lealtades contradictorias correspondientes a dos mundos con intereses opuestos en lo que hacía a las relaciones del trabajo. La defensa de los intereses de las comunidades locales iba de la mano con la posibilidad de mantener y alimentar las redes de reciprocidad tradicional con parientes y miembros del cacicazgo que les permitía, además, permanecer en sus funciones, mantener la credibilidad y la pertenencia a su grupo.

Al mismo tiempo, los caciques debían afrontar las huidas de sus hombres de las reducciones, con las consecuencias que esto traía al interior de la comunidad y en el momento de saldar las obligaciones tributarias. Estas huidas se constituían en el principal temor de caciques, curas y autoridades coloniales, ya que se producían como respuesta a los abusos de los españoles, y especialmente cuando los líderes indígenas no cumplían con las expectativas de defensa esperadas por los miembros de su grupo. Si bien su cargo no era revocable por la comunidad como en tiempos prehispánicos, cuando los hombres estaban descontentos con el accionar de su cacique, en algunos casos aprovechaban la oportunidad en la que debían ausentarse para cumplir con las labores de transporte de distintos productos, para huir de sus pueblos y buscar nuevas y mejores condiciones de vida.

Esto fue observado en el caso en que el cacique don Domingo respondió a las demandas de mano de obra de su encomendero enviando gente a los yerbales sin respetar los turnos de trabajo. En la visita realizada, en el año 1636, al pueblo de su parcialidad se registró que era habitual que algunos de sus hombres «para no ir al beneficio se han fugado de la reducción»26. Frente a las múltiples demandas y ante las fugas mencionadas, los líderes étnicos quedaban en una situación compleja y difícil, pues no podían presionar mucho a sus comunidades para no ocasionar las fugas de sus hombres y al mismo tiempo debían cumplir con las solicitudes de los encomenderos, con quienes les convenía mantener buenas relaciones para poder sostenerse en el cargo y seguir defendiendo los intereses de su gente, así como los propios. Pensar, sentir, decir, hacer se volvía cada vez más difícil en ciertas situaciones, sin embargo en algunos casos los caciques buscaron echar mano a distintas estrategias para desenvolverse con cierta autonomía y lograr la defensa de los intereses de sus comunidades.

Lo que encontramos en común en el accionar de los caciques que estaban más cerca de garantizar los intereses de los grupos reducidos es que, frente a los distintos actores coloniales, hacían hincapié en las irregularidades en la aplicación de la reglamentación del trabajo que pesaba sobre su gente. Lo que se repetía en sus denuncias era el incremento de las ausencias de hombres que no retornaban a sus pueblos, las pésimas condiciones de trabajo, así como los abusos de los encomenderos que dilataban el regreso de los individuos a sus comunidades. Además, denunciaban a aquellos que adeudaban las pagas correspondientes por la realización de distintas labores y algunos caciques hasta negociaban con los encomenderos la conmutación del tributo por el pago de dinero o la entrega de determinados objetos27.

Como vimos, en los casos en los que los líderes indígenas se negaban a enviar hombres al trabajo, se arriesgaban a recibir castigos severos, a la pérdida de su legitimidad y remoción y en algunos casos, hasta a ser asesinados, como los caciques don Gabriel y don Fernando, quienes pagaron con sus vidas la defensa de sus hombres. Más allá de los riesgos que corrían, el comportamiento de los líderes aquí analizado da cuenta que eran intermediarios que se encargaban de ‘transformar’ las exigencias recibidas, poniendo límites a los requerimientos que el mundo colonial exigía a sus comunidades. Lo que sobresale cuando analizamos el accionar de los caciques guaraníes es la aparente continuidad de las lógicas tradicionales de las comunidades guaraníes, como eran las normas de reciprocidad y la generosidad de sus líderes.

En esta línea, los caciques, frente al desafío de afrontar y lograr resoluciones favorables o compatibles con esas lógicas, se encontraron en algunos casos en una tarea nada fácil. En un contexto con posibilidades de acción limitadas, la flexibilidad que pudieran adoptar los líderes indígenas en sintonía con pautas tradicionales era fundamental para la selección y puesta en marcha de las prácticas a realizar y la estrategia a implementar. Es de esperar entonces que la flexibilidad que demostraron estos hombres, caracterizados por la posibilidad de ser creativos, junto a la consideración de las distintas variables y motivaciones personales, contribuyera a lograr respuestas más acordes a los diferentes escenarios a los que debían hacer frente con el mayor tino político posible. Era por su rol de mediador y de agente político en el nuevo contexto colonial que mantenía su prestigio y legitimidad entre su gente. Pero ese prestigio que tenía se debía, a su vez, a su papel de ‘garante’ de fuerza de trabajo para los encomenderos. De esta forma el vínculo entre caciques y parcialidades se conservó, adaptándose a las nuevas condiciones que imperaban en la sociedad paraguaya del siglo XVII.

LOS CACIQUES GUARANÍES FRENTE A OTROS ESCENARIOS

La retracción de las fronteras norte, sur y este en el territorio paraguayo resultó en el aumento de los asaltos de los indios infieles sobre Asunción, lo que a su vez generó el despoblamiento de vastos territorios rurales28. Como consecuencia, las reducciones de Atirá, Ypané y Guarambaré fueron trasladadas hacia el sur de Asunción, el territorio al norte del río Manduvirá se abandonó, y al despoblarse las reducciones yerbateras, se suspendió la explotación de gran parte de los yerbales. Para esta época existían seis reducciones que se encontraban administradas por clérigos: Yaguarón, Altos, Tobatí, Ypané, Guarambaré y Atyrá, cuatro a cargo de los franciscanos: Yuty, Caazapá, Itá e Itapé29 y siete a cargo de los jesuitas: Nuestra Señora de Fe, San Ignacio Guazú, Santiago, Itapúa, Loreto, San Ignacio Miní y Corpus30.

Esta retracción territorial, con el consiguiente abandono de yerbales y tierras de cultivo, resultó en una crisis sin precedentes que marcó especialmente las últimas décadas del siglo XVII. Esto se vio agravado por la competencia por mano de obra y comercio yerbatero entre jesuitas y encomenderos, que venía desde largo tiempo atrás, ya que los primeros estaban exentos de impuestos31. Estas situaciones generaron el marco propicio para los conflictos que se sucedieron entre los ignacianos y los asunceños, como el ocasionado en 1649 con el obispo Cárdenas y el levantamiento de los comuneros entre 1721 y 1735.

En este marco de descontento de los encomenderos y de tensiones y conflicto abierto con los jesuitas, los caciques de las reducciones se encontraron una vez más en una situación nada fácil si tenemos en cuenta que su cargo obedecía, principalmente, al papel de garante de fuerza de trabajo para los encomenderos. Sin embargo, esa fuerza de trabajo venía desde mediados del siglo XVII disminuyendo día a día, situación que continuó a lo largo del siglo XVIII. Frente a esta difícil y compleja realidad, entonces, nos preguntamos: ¿cómo habrían logrado estos líderes indígenas de las reducciones mantenerse en sus cargos? Y además, si esta disminución demográfica de los guaraníes reducidos continuó, ¿cómo fue posible que la figura de los caciques continuara vigente? Con respecto a la disminución poblacional de las reducciones, presentamos los siguientes cuadros que nos ofrecen un panorama de la cantidad de encomiendas que existían hacia 1680 y la cantidad de hombres que estaban en condiciones de tributar a sus encomenderos para esa época.

 

Reducciones sujetas a la encomienda y cantidad de encomiendas hacia 168232

 

 

Población total de las reducciones 1682-172633

 

 

De la información contenida en estos cuadros podemos inferir que hubo una disminución en la población indígena de las reducciones, probablemente a causa del trabajo en los yerbales, que seguía siendo el principal motivo de explotación de la mano de obra indígena. Pero además debemos sumar el surgimiento de la explotación del tabaco y la necesidad de hombres para la defensa de la provincia, que era continuamente asolada por los indios infieles y por la presencia amenazante de los portugueses del Brasil (Monteiro, 1994; Costa Pinheiro, 2005). Si bien observamos una línea descendente en el nivel poblacional de las reducciones, si tenemos en cuenta las circunstancias por las que estaban atravesando estos pueblos de indios consideramos que esta disminución demográfica debería haber sido más pronunciada. Suponemos entonces que, en cierta medida, la demografía de las reducciones se mantenía equilibrada gracias al reabastecimiento que harían los caciques indígenas y encomenderos de los cautivos de guerra producto de las entradas contra los grupos infieles, práctica que era habitual desde el siglo XVI. De esa manera, con un número estable de hombres tributarios, los líderes indígenas tendrían razón de ser, pues contaban con hombres a quienes organizar y administrar para enviar a cumplir con el trabajo de sus encomenderos. En estos momentos, los caciques debían conciliar de la mejor manera posible los intereses de ambas partes, sin dejar de lado el beneficio personal.

Desde mediados del siglo XVII hasta los primeros años del XVIII y en virtud de este contexto de aislamiento y retracción del control del territorio, de crisis económica y de lucha por la mano de obra entre encomenderos y jesuitas, además de los levantamientos indígenas, se producirá una serie de conflictos y tensiones entre los asunceños y otros actores coloniales en los cuales tendrán un papel importante los caciques. El conflicto desatado hacia 1649 a raíz de la mano de obra indígena entre el obispo-gobernador Bernardino de Cárdenas —apoyado por los asunceños— y los jesuitas tuvo su punto más álgido con la expulsión de los ignacianos del colegio de Asunción (Avellaneda, 2011; Telesca, 2009).

Otro momento de tensión y conflicto abierto entre asunceños y jesuitas se produjo hacia principios del siglo XVIII, en la llamada rebelión comunera de 1721-1735 (Avellaneda, 1999a, 2004 y 2011). Estas revueltas se iniciaron como una confrontación entre sectores de la élite de Asunción por el comercio, por la mano de obra indígena y por los beneficios yerbateros. Si bien entre los años que median entre 1649 y 1721 se produjeron otros incidentes en el Paraguay, hemos tomado como referencias estas fechas ya que lo que estaba en juego en ellas era la fuerza de trabajo guaraní. En estos dos episodios imaginamos que los caciques de las reducciones habrían sido de vital importancia debido a la necesidad de los vecinos de Asunción de movilizar grandes contingentes de ‘indios amigos’ para enfrentar a los jesuitas.

Por lo tanto, con relación a las preguntas que nos hacíamos anteriormente acerca de cómo habrían logrado estos líderes indígenas mantenerse en sus cargos en un contexto de disminución demográfica pronunciada, teniendo en cuenta las transformaciones que se dieron sobre su figura desde mediados del siglo XVI, creemos que se habría dado un giro adicional a esta reformulación, convirtiéndose ahora los caciques en los principales encargados de suministrar hombres guaraníes para las empresas bélicas, teniendo en cuenta que los guaraníes de las reducciones formaban parte de la organización defensiva de la jurisdicción34.

Como podemos observar, la relación entre caciques guaraníes y encomenderos se construyó bajo el marco de las diversas coyunturas políticas y económicas que tuvieron lugar a lo largo del período analizado. En este sentido, como señalamos, las tareas realizadas bajo el marco de la encomienda (trabajo en los yerbales, ganadería, transporte, entre otras) fueron posibles en tanto los encomenderos tuvieron a disposición el ‘beneplácito’ de los caciques, quienes administraban el trabajo de los guaraníes. Si bien las labores que comprendía el régimen de encomienda implicaron muchas veces la sobreexplotación de los grupos locales y hasta severas medidas de castigo hacia los líderes indígenas, en la mayoría de los casos analizados la performance llevada adelante por los caciques terminó repercutiendo de una manera positiva sobre su liderazgo. Posteriormente, frente a un panorama marcado por huidas frecuentes y conflictos políticos y económicos por la fuerza de trabajo disputada con los jesuitas, el papel del líder indígena volvió a reformularse, esta vez en relación con la organización de los indios para las empresas bélicas. Consideramos que cuando los encomenderos y vecinos asunceños comprendieron las capacidades organizativas de estos hombres para comandar un ejército de indios amigos, se habría creado una suerte de lazo de dependencia entre ellos del que continuarían cautivos los españoles en su necesidad de hacer frente a los jesuitas y sus milicias. De esta manera, la dinámica de las relaciones interétnicas según la coyuntura política fue la que delineó los procesos de conformación y resignificación de la figura del líder guaraní y de dependencia de los españoles para con ellos.

Teniendo presente lo señalado anteriormente podemos comprender de una manera más acabada el supuesto ‘equilibrio’ demográfico de las reducciones en medio de un contexto de descenso poblacional. Es decir, creemos que las fugas y huidas de los hombres continuaban dándose en relación con el trabajo en los yerbales, sin embargo no suponemos que haya ocurrido lo mismo cuando los guaraníes debían prestar servicio en las milicias. En este sentido, consideramos que los indígenas formarían parte de estas tropas, estimulados no solo por el espacio que se abría donde podrían recrear antiguos comportamientos, en un contexto colonial claro está, sino además incitados por los potenciales botines de guerra.

Creemos que en estas circunstancias el papel de los caciques habría sido clave para organizarlos y avivarlos a la guerra y al mismo tiempo, estas situaciones habrían permitido a dichos sujetos mantenerse legitimados en sus roles tanto por sus comunidades como por sus encomenderos. Con respecto a la figura de estos líderes debemos señalar que cada vez que las tropas de indios amigos fueron exitosas como fuerza bélica, el resultado fue positivo para los caciques, ya que eran recompensados con la concesión de ciertos privilegios especiales, así como con honores. Por lo tanto, además de estar en una posición en la que debían conciliar los intereses de encomenderos y pueblos, estos hombres encontraban en la movilización de las tropas de indios amigos de las reducciones un medio para incrementar sus privilegios, ya fuera como titulares de los cacicazgos o como miembros del cabildo indígena. Los caciques fueron conscientes de su rol central tanto para la administración del trabajo de encomienda como para la organización y marcha de las milicias.

En definitiva, la colonización en este contexto particular poseía como tal sus puntos débiles, ilustrados en el ‘cautiverio’ de los asunceños para con los caciques en cuanto a la movilización de tropas de indios amigos para la defensa de la provincia y para enfrentarse con los jesuitas y su ejército. El rol de los líderes guaraníes continuó sufriendo reformulaciones al calor de las circunstancias, y lo que resulta fascinante es que tuvieron la capacidad de readecuar sus comportamientos a los escenarios que se presentaran y de esa manera lograr la continuidad de sus funciones y liderazgo hasta fines del siglo XVIII.

PALABRAS FINALES

Desde la conquista, los grupos locales fueron acumulando conocimiento y experiencia que utilizaron en beneficio propio cada vez que la presión ejercida por las circunstancias que se presentaban en la sociedad paraguaya así lo requerían. Sin embargo, las viejas herramientas de acción de los caciques ya no funcionaban en este nuevo contexto, por esa razón, según el escenario que se presentara, desplegaron nuevas estrategias de acción que resultaron muchas veces en favor de las comunidades, sin dejar de lado la búsqueda del propio beneficio. A partir de fines del siglo XVII los gobernadores y otras autoridades del Paraguay requirieron de los caciques cantidades importantes de guaraníes para situaciones de conflicto interno y para la defensa frente a amenazas externas. En estos casos, hemos observado que los líderes indígenas lograban movilizar un número importante de gente; no obstante, los censos nos muestran la cantidad de hombres ausentes que quedaban en las reducciones, lo que afectaba las posibilidades de los caciques. Sin embargo, estos líderes continuaron siendo figuras clave, ya que además de administrar fuerza para el trabajo, eran los encargados de administrar y conducir a sus hombres para distintas empresas bélicas, acompañando a los españoles. Los caciques buscaron conciliar, en la medida de lo posible, lógicas políticas y económicas enfrentadas. Esta modalidad de acción debe entenderse en relación con el contexto en el que se desarrollaron sus prácticas, marcado por la caída demográfica, la reducción del control territorial, el comercio desigual con los jesuitas y el inminente peligro de confrontación militar, que parece haber conformado un marco favorable para el fortalecimiento del liderazgo de los caciques guaraníes. Como resultado, estos hombres echaron mano a un abanico de maniobras que implicaron cierta flexibilidad en los puntos de vista, en sus prácticas y en la posibilidad de combinar y conciliar de la mejor manera posible, el beneficio para los grupos, el propio y el de quienes intentaban extraer ganancias a partir del trabajo indígena.

 

REFERENCIAS

Archivos consultados: Archivo Nacional de Asunción - ANA

Aguirre, Juan F. ([1793-1798] 1949-1951). Diario del capitán de fragata de la Real Armada Juan Francisco Aguirre. Revista de la Biblioteca Nacional, 45-48, XVII-XX, Buenos Aires.         [ Links ]

Aguirre, Juan F. ([1793] 2003). Discurso histórico sobre el Paraguay. Buenos Aires: Unión Academique Internationale, Academia Nacional de la Historia.         [ Links ]

Andriolo, Karin (1978). Brief Review: On Power in Egalitarian Societies. Dialectical Anthropology, 193-194.         [ Links ]

Ares Queija, B. y S. Gruzinski, S. (coords.) (1997). Entre dos mundos. Fronteras culturales y agentes mediadores. Sevilla: Escuela de Estudios Hispanoamericanos, Consejo Superior de Investigaciones Científicas.         [ Links ]

Avellaneda, Mercedes (1999a). La alianza militar jesuita-guaraní en la segunda mitad del XVII y los conflictos suscitados con las autoridades locales. Jesuitas 400 años en Córdoba. Junta Provincial de Historia de Córdoba, tomo I, pp. 67-86. Córdoba.         [ Links ]

Avellaneda, Mercedes (1999b). Estrategias del conflicto Cárdenas-jesuitas por el control de las Reducciones en el Paraguay. En S. Negro y M. Marzal (coords.), Un reino en la frontera. Las misiones jesuitas en la América Colonial. Lima / Quito: PUCP / Abya-Yala.         [ Links ]

Avellaneda, Mercedes (2004a). La alianza defensiva jesuita guaraní y los conflictos suscitados en la primera parte de la Revolución de los Comuneros. Historia paraguaya, XLIV, 337-404. Asunción.         [ Links ]

Avellaneda, Mercedes (2004b). El ejército guaraní en las reducciones jesuitas del Paraguay. En X Jornadas Internacionales sobre Misiones Jesuíticas: Educación y Evangelización (pp. 117-127). Córdoba: Universidad Católica de Córdoba.         [ Links ]

Avellaneda, Mercedes (2011). Conflicto y poder: las misiones jesuíticas en las revoluciones comuneras del Paraguay, siglos XVII y XVIII. Tesis de doctorado inédita. Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras.         [ Links ]

Avellaneda, M. y L. Quarleri (2007). Las milicias guaraníes en el Paraguay y Río de la Plata: alcances y limitaciones (1649-1756). Estudios Ibero-Americanos, XXXIII(1), 109-132. Porto Alegre: PUCRS.

Bernand, Carmen (1997). Los caciques de Huánuco 1548-1564: el valor de las cosas. En B. Ares Queija y S. Gruzinski (coords.), Entre dos mundos. Fronteras culturales y agentes mediadores (pp. 61-91). Sevilla: Escuela de Estudios Hispanoamericanos, Consejo Superior de Investigaciones Científicas.         [ Links ]

Clastres, Pierre ([1978] 2008). La sociedad contra el Estado. Barcelona: Monte Ávila.         [ Links ]

Costa Pinheiro, Cláudio (2005). Traduzindo mundos, inventando um império. Língua, escravidão e contextos coloniais portugueses dos alvores da modernidade. Programa de pós-graduacao em antropologia social. Museu Nacional - Universidade Federal do Rio de Janeiro. Tese de doutoramento.         [ Links ]

Descola, Philippe (1988). La chefferie amérindienne dans l’anthropologie politique. Revue française de science politique, 38(5), 818-827. Versión on-line.

Garavaglia, Juan Carlos (1983). Mercado interno y economía colonial. México DF: Grijalbo.         [ Links ]

Lowie, Robert (1948). Some aspect of political organization among the american aborigines. Huxley memorial lecture for 1948. The Journal of the Royal Anthropological Institute of Great Britain and Ireland, 78(1 y 2), 11-24. Londres.

Maeder, Ernesto (1984). Las encomiendas en las Misiones Jesuíticas. Folia Histórica del Nordeste, 6, 119-137. Instituto de Historia. Facultad de Humanidades. Universidad Nacional del Nordeste. Instituto de Investigaciones Geohistóricas. Resistencia.         [ Links ]

Meliá, Bartomeú (1980). El indio Oberá, una respuesta mesiánica contra la opresión colonial. Posadas.         [ Links ]

Meliá, Bartomeú (1986-1988). El guaraní conquistado y reducido. Asunción: CEADUC.         [ Links ]

Meliá, Bartomeú (1992). La lengua guaraní del Paraguay: historia, sociedad y literatura. Madrid: Mapfre.         [ Links ]

Meliá, Bartomeú (2004). Escritos guaraníes como fuentes documentales de la historia paraguaya. Historia paraguaya, vol. XLIV, pp. 249-285. Asunción.

Métraux, Alfred (1948 [1948]). O indio guaraní. Traducción del artículo «The guaraní indians» del Handbook of South American Indians, vol 3: The tropical forest tribe. Washington, Smithsonian Institute, 1948. Revista do Museo Julio de Castillos e Arquivo Historico do Rio Grande do Sul, 9. Porto Alegre.         [ Links ]

Monteiro, John Manuel (1994). Negros da terra: índios e bandeirantes nas origens de São Paulo. São Paulo: Companhia das Letras.         [ Links ]

Nécker, Louis ([1979]1990). Indios guaraníes y chamanes franciscanos. Las primeras reducciones del Paraguay (1580-1800). Biblioteca Paraguaya de Antropología, vol. 7. Asunción: Centro de Estudios Antropológicos, Universidad Católica.         [ Links ]

Saignes, Thierry (1989). Entre bárbaros y cristianos. El desafío mestizo en la frontera chiriguano. Anuario IEHS, 4, 13-51. Tandil.         [ Links ]

Salinas, M. Laura (1996). Evolución de las encomiendas indígenas en el Paraguay. 1754-1780. En XVI Encuentro de Geohistoria Regional. Instituto de Investigaciones Geohistóricas (pp. 511-523). Resistencia.         [ Links ]

Santos Granero, Fernando (1986). Power, ideology and the ritual of production in Lowland South America. Man, 21(4), 657-679. JSTOR. Versión on-line.         [ Links ]

Service, Elman (1951). The encomienda in Paraguay. Hispanic American Historical Review, 31, 230-252. Duke University Press.         [ Links ]

Shimada, Yoshihito (1993). Ijigen-Koukan no Seiji-Jinruigaku (Antropología política de los intercambios heterodimensionales). Tokio: Keisoushobou.         [ Links ]

Susnik, Branislava (1979-1980). Los aborígenes del Paraguay II. Etnohistoria de los guaraníes, época colonial. Asunción: Museo Andrés Barbero.         [ Links ]

Susnik, Branislava (1982). El rol de los indígenas en la formación y vivencia del Paraguay, vol. I. Asunción: Instituto Paraguayo de Estudios Nacionales.         [ Links ]

Susnik, Branislava (1983). El rol de los indígenas en la formación y vivencia del Paraguay, vol. II. Asunción: Instituto Paraguayo de Estudios Nacionales.         [ Links ]

Susnik, Branislava (1993). Una visión socio-antropológica del Paraguay. XVI - 1/2 XVII. Asunción: Museo Etnográfico Andrés Barbero.         [ Links ]

Telesca, Ignacio (2009). Tras los expulsos. Cambios demográficos y territoriales en el Paraguay después de la expulsión de los jesuitas. Asunción: Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad Católica. Biblioteca de Estudios Paraguayos.         [ Links ]

Velázquez, Rafael (1972). Caracteres de la encomienda paraguaya en los siglos XVII y XVIII. Historia paraguaya, XIX, 113-163. Asunción.         [ Links ]

Wilde, Guillermo (2005). Hacia una perspectiva situacional en el análisis del liderazgo indígena. Reflexiones a partir de los «Guaraníes históricos». En G. Wilde y P. Schamber (comp.), Historia, poder y discursos (pp. 77-102). Buenos Aires: SB.         [ Links ]

 


1 Al respecto véase también Métraux (1948) y Nécker (1990).

2 Robert Lowie (1948) fue uno de los primeros en definir a los principales de las tierras bajas sudamericanas como titular chiefs, quienes, pese a que gozan del prestigio social, no tienen la soberanía absoluta sobre su gente, y ha presentado sus tres rasgos principales, como conciliación, generosidad, y oratoria (Lowie, 1948, pp. 15-16).

3 Son de sobra conocidas las críticas realizadas a los trabajos del investigador francés sobre sus teorías acerca del poder político sin coacción, característico de las sociedades de las tierras bajas sudamericanas (Descola, 1988; Santos Granero, 1986). En este sentido, Karin Andriolo (1978) y Yoshihito Shimada (1993), entre otros, han concluido que se debe analizar de una manera más acabada cómo se produce la coacción ‘sin la fuerza’, es decir, cuando no existe violencia o coacción física (Shimada, 1993, p. 315).

4 Cabe recordar que Pierre Clastres fue uno de los pioneros (1978) que intentó dar cuenta, para las tierras bajas de Sudamérica, sobre la idea de una concepción de las jefaturas indígenas dinámicas y fluidas, donde la base de su liderazgo respondía a los procesos de intercambio y redistribución que los líderes llevaban adelante con su gente.

5 Utilizaremos el término cacique para hacer referencia a los líderes políticos guaraníes. Sobre la difusión y extensión del término, véase Wilde (2005).

6 El cuñadazgo era un vínculo fundamental entre miembros afines que consistía en formar alianzas con los parientes políticos, relacionando a las familias extensas y a las aldeas guaraníes.

7 Visita hecha de los indios del pueblo de Ypané por don Felipe Rexe Corbalán, gobernador y capitán general de estas provincias. ANA. NE. Vol. 392. No. 20. Año 1672. F. 11r.

8 Ídem F. 12.

9 Ídem

10 Véase al respecto Visita del pueblo de San Pedro de Ypané [ ] con más las visitas de los pueblos de Guarambaré, Atirá, Arecayá, Terecañe y Guiripariara. Visitador capitán Juan de Ibarra, por comisión del señor visitador don Andrés Garavito de León de la orden de Santiago. ABNB. EC. 1651.10. / Visita de los indios originarios de la ciudad de la Asunción del Paraguay. Hecha por el señor don Andrés Garabito de León. ABNB. EC. 1651.29./ Padrón de indios de Yuty y Caazapá por el gobernador don Juan Diez de Andino. 1671. ANA. SH. Vol. 167. / Visita hecha a las balsas de Mbaracayú. Año 1630. ANA. NE. Vol. 130 F 160. Entre otros.

11 Autos de oposición de las encomiendas de indios a bandos publicados por Francisco Avalos y Mendoza. ANA, NE, Vol. XXXVIII, año 1652, f. 7.

12 Autos de oposición de las encomiendas de indios a bandos publicados por Francisco Avalos y Mendoza. ANA. NE. Vol. XXXVIII año 1652. F. 5.

13 Idem. Fj. 7.

14 Visita hecha de los indios del pueblo de Ypané por don Felipe Rexe Corbalán gobernador y capitán general de estas provincias. ANA. NE. Vol. 392. No. 20. Año 1672. F. 11r.

15 Oposición del Sargento Mayor Miguel del Valle a una encomienda de indios en el pueblo de Caazapá. ANA. NE. Volumen 125. Año. 1689.

16 Averiguación sobre la muerte de un indio. ANA. CyJ. Vol. 1601. No. 4. Año 1608. F. 4.

17 Ídem. F. 5.

18 Auto causa del proceso criminal para averiguar la muerte de un indio del servicio del capitán Juan Barba de Añasco, que cacique, lo mataron con azotes y lo enterraron en un monte. ANA. CyJ. Vol. 1601. No. 4. Año 1608. F. 4 y 4r.

19 Ídem.

20 Querella criminal del capitán Dure, protector de los naturales, contra Baltazar Carabajal sobre maltrato a los indios de su encomienda con la falta que no pareció y se supone muerto por el dicho. ANA. SCyJ. Vol. 2. Año 1603. F. 20 y sig.

21 Extracto de las ordenanzas de Don Francisco de Alfaro para el Paraguay y Río de la Plata. CGGV. Tomo 192. Documento 4125. Extracto de las ordenanzas de Alfaro para uso de la gobernación del Paraguay y Río de la Plata. CGGV. Tomo 192. Documento 4123.

22 El protector de los naturales contra Agustín Chamorro por deuda que tiene con los indios. ANA. SCyJ. Vol. 1360. No. 4. Año 1643. F s/no.

23 Información sobre la herida que le dieron a Juan Jara procurador de Santiago de Xerez. ANA. SCyJ. Vol. 1439. Documento N.º 2. Año 1614. Foja 14.

24 Averiguación sobre la muerte de un indio. ANA. Carpetas Sueltas. Carpeta G. Vol. 1601. Documento 4. Año 1608. F.6.

25 Sumario a Salvador Pérez y Miguel Rodríguez por explotadores. ANA. CYJ. Vol. 1439. Documento N.º 2. Año 1614.

26 Solicitud de confirmación de encomiendas de indios por Juan Cabrera de su padre J. Cabrera. ANA. SCYJ. Vol. 1304. N.º 17. Año 1636. F. 9.

27 Expediente formado para el otorgamiento de una encomienda de indios a Diego de Yegros, siendo gobernador Alonso Sarmiento de Figueroa. ANA. NE. Vol. 196. Año 1682.

28 En estos espacios los bandeirantes comenzaron sus incursiones en búsqueda de mano de obra indígena, asolando las misiones jesuitas. Como resultado se produjo el despoblamiento del territorio del Guayrá, del Itatín y del Tape y el traslado de Villa Rica hacia la zona asunceña y el avance de los grupos chaqueños sobre las tierras abandonadas.

29 El pueblo de Itapé, fundado en 1686, no estuvo sujeto al régimen de encomiendas en virtud del escaso número de población masculina. Al respecto véase Salinas (1996).

30 Los guaraníes agrupados en las misiones bajo el control jesuítico desde 1609 fueron tema de disputa con los encomenderos. Las ordenanzas de Alfaro, que tenían como fin principal abolir el servicio personal, generaron tensión en esta relación, ya que para ese entonces la Compañía había fundado tres pueblos: San Ignacio Guasú, San Ignacio de Ipaumbuzú y Nuestra Señora de Loreto, todos en la región del Guayrá. Los guaraníes de estos tres pueblos estaban encomendados a los vecinos de Asunción, Ciudad Real y Villa Rica. Por un lado, los integrantes de San Ignacio Guasú continuaron con el servicio a sus respectivos encomenderos. Sin embargo, una vez que los otros pueblos migraron del Guayrá hacia el Paraná, surgieron las disputas con los encomenderos. Bajo el argumento de que estos no habrían defendido a sus encomendados frente a las incursiones de los paulistas y frente a la reorganización de indígenas de otros pueblos que no estaban sujetos a la encomienda, los jesuitas consiguieron que los indígenas de los pueblos reinstalados pagasen su tributo a la Corona. Véase Maeder (1984).

31 Con relación al beneficio de la yerba, los encomenderos y particulares debían pagar numerosos impuestos, a lo que se sumaban los gastos de transporte, mientras que las misiones jesuitas contaban con apoyo real para beneficiarse anualmente de 12 000 arrobas de yerba a un precio redituable (Avellaneda y Quarleri, 2007).

32 Hemos elaborado este cuadro a partir de los datos disponibles en Aguirre ([1793]2003).

33 Cuadro elaborado con datos provenientes de Velázquez (1972) y Garavaglia (1983).

34 Al respecto, Avellaneda y Quarleri (2007) señalan que las reducciones solían colaborar con una fuerza promedio de doscientos soldados de apoyo para estas empresas.

 

Recibido: noviembre 2014.
Aprobado: marzo 2015.

 

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License