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Anthropologica

versión impresa ISSN 0254-9212

Anthropologica vol.33 no.34 Lima  2015

 

RESEÑAS

 

Ossio, Juan. El Tahuantinsuyo bíblico: Ezequiel Ataucusi Gamonal y el mesianismo de los Israelitas del Nuevo Pacto Universal. Lima: Biblioteca Nacional del Perú, 2014. 400 pp.

 


Y un día el Inca regresó

El libro que tenemos en manos es la culminación de una trilogía bibliográfica y muestra la articulación que hace el autor con los conceptos de mesianismo, estructura social en los Andes y modernidad en el Perú, y su aplicación a un caso etnográfico. La trinidad comienza con Ideología mesiánica del mundo andino (Lima: Ignacio Pastor, 1973), continúa con Las paradojas del Perú oficial (Lima: PUCP, 1994) y culmina con el libro que nos ocupa.

En Ideología mesiánica se plantea el enfoque que Ossio ha mantenido hasta el día de hoy, es decir, el mesianismo como un fenómeno religioso, asociado a la crisis (que pareciera un estado sempiterno dentro de la trágica concepción de Perú que manejamos) y a un principio aceptado colectivamente como ordenador que tiene un eje unificador o mediador y que en el presente libro tendrá nombre y apellido. Ezequiel Ataucusi es, pues, para la congregación de los Israelitas del Nuevo Pacto Universal, la proyección de una expectativa sagrada que tiene raíces a decir del autor en tiempos prehispánicos, con lo cual cuestiona la visión de utopía propia del siglo XVI.

¿Un mundo andino como matriz congelada en el tiempo? ¿Una persistencia central de lo que Eliade llamaría un illo tempore? Ossio plantea que la continuidad en las manifestaciones culturales andinas se debía a la falta «de movilidad espacial en términos individuales que fue favorecida por Estados prehispánicos como el de los incas y que, con mayor grado de flexibilidad respaldó la administración colonial e incluso el régimen republicano (p. 52). Este control de inamovilidad, según el autor, sería consecuencia de la importancia del tributo y la mano de obra que implicaban mantener a la población matemáticamente vigilada. Según Ossio, el panorama no termina de cambiar hasta bien entrado el siglo XX, con la reforma agraria y los grandes procesos migratorios acompañados del proceso de desarrollo de una nueva cultura en la ciudad. Sin embargo, Ossio no cree que el proceso migratorio y el acceso a la modernidad acaba con lo que él encuentra como matriz de ‘lo andino’ (que incluye mesianismo, división del tiempo en períodos cíclicos, estructura de opuestos complementarios, entre otros aspectos). Se da más bien, según el autor «(…) el ensanchamiento de los horizontes de los pobladores rurales a la par el acercamiento a ideologías foráneas bajo los causes culturales que favorecieron el desarrollo del mesianismo andino» (p. 53).

En Las paradojas del Perú oficial el autor analiza las características de la post colonialidad y el contraste político entre el Estado y las poblaciones rurales, especialmente en la república. En el presente libro, Ossio reconoce pertinente citar las reflexiones de Fernando Fuenzalida y José Matos Mar en Desborde popular y crisis del Estado en el Perú (IEP, 1984) sobre esta dolorosa modernidad. Matos Mar afirma algo que será fundante en el presente texto, y es que en la década de 1980 ocurre una pequeña reforma religiosa al estilo de la Europa del siglo XV, donde una mayor cantidad de personas tienen acceso a la palabra escrita, a la Biblia, y por lo tanto, a sus propias interpretaciones. Es interesante como Ossio busca encontrar en esta microrreforma el eco de quien es, a la larga, su más grande inspiración: el cronista Felipe Guaman Poma de Ayala, a quien Ossio interpreta como voz indígena plasmada en texto y dibujo. Esta apuesta por el cronista y príncipe y por la interpretación que de él hace Ossio va a acompañarnos casi en cada línea del texto. Como sostiene Selma Baptista al analizar el pensamiento antropológico peruano:

[Ossio] influenciado por este ensamble entre la historia y la antropología, escapó de las explicaciones simples y de las leyes inexorables, y de este modo se encaminó al estudio de la cultura andina, o de la visión andina sobre la historia, a partir del estudio de la obra de Felipe Guamán Poma de Ayala. Buscó el sentido de andinidad en este cronista indígena, sumergiéndose en la concepción andina de espacio, tiempo, relaciones sociales y ordenamiento político. Profundizando esta problemática en investigaciones de comunidades contemporáneas, así como en otras experiencias en el Perú, fue llevado a percibir la existencia de un orden subyacente cuya estructura era muy semejante a la del mundo prehispánico. De la misma forma se aproximó al eje fundamental de sus futuros trabajos, es decir al mesianismo andino (Baptista, Selma (2006). Una concepción trágica de la cultura. Lima: PUCP, p. 224).

La parte etnográfica, El Tahuantinsuyo bíblico, comienza con una hagiografía que busca presentarnos a quien articula todo el libro y al mismo tiempo el predicador y protagonista (que no es lo mismo) del mensaje que busca analizarse: Ezequiel Ataucusi Gamonal. Es, en su biografía, desde donde podemos entender la coyuntura en que el movimiento de los Israelitas del Nuevo Pacto Universal se constituye, así como el proceso de legitimación de su líder, para poder luego en los siguientes capítulos entender la doctrina predicada con características milenaristas y la ritualidad bíblica de la congregación.Al valerse del método biográfico, Ossio puede responder a los críticos que muchas veces lo han acusado de ignorar los cambios históricos en sus análisis de ‘lo andino’, pues la vida de Ezequiel es, en forma descarnada, la biografía de los cambios más dramáticos del Perú del siglo XX: pobreza extrema, multioficios, servicio militar, hambre y migración constante. Pero es también en esta narrativa donde se gesta en una suerte de camino del héroe sagrado o búsqueda del Santo Grial, no exento de tragedias y victorias, como de llamados a la aventura, las señales y los amigos y enemigos que entendemos la dimensión mesiánica que Ossio busca profundizar y conectar con lo que él entiende como una perspectiva andina y el carisma que responde a las necesidades que, según el autor, se dan en tiempo de crisis y que dan lugar a la aparición del líder divino. Me da la impresión de que esta es la parte del libro que trascenderá incluso con quienes discrepan de la concepción milenarista que Ossio imprime en el personaje. Usando una técnica que recuerda en parte un texto que funda a la antropología urbana, La vida de Oscar Lewis, y uno de los trabajos más importantes de la antropología peruana, como es el testimonio biográfico de Gregorio Condori Mamani recogido por Ricardo Val-derrama, es el propio Ezequiel quien dirige la narración, con su manera coloquial de hablar, en su forma de transitar entre la realidad y el mundo místico de ida y vuelta sin inmutarse, en su narrativa que incluye diálogo y autopreguntas, en sus repeticiones y en sus afirmaciones que buscan convencer. Ossio prefiere ceder la palabra a Ataucusi e ir confirmando o contrastando de manera discreta y a pie de página otras versiones que el líder ha dado a otros investigadores o versiones que circulan en la doctrina escrita del movimiento. El documento logrado en los capítulos dos y tres podrá ser usado en los años venideros por quienes quieran seguir con los estudios de religiosidad popular o quienes estén interesados en el análisis de las historias de vida del cambiante y desafiante Perú del siglo XX, ya que es el mismo Ezequiel quien detallará los pormenores de su ascenso de hombre común a encarnación del Espíritu Santo. Pero si hay un aspecto que llama la atención del libro, aparte de la rigurosidad académica de la recolección de data y el fundamentalismo hacia definir ‘lo andino’ como algo identificable y aislable, es el cambio en la biografía académica de Juan Ossio, quien ha reconocido siempre su deuda con el estructuralismo de Levi-Strauss y Tom Zuidema y una devoción por sistematizar el parentesco del mencionado ‘mundo andino’, como queda reflejado en su trabajo sobre la comunidad de Andamarca. El Ossio estructuralista está presente en el texto al comenzar a narrar la biografía de Ezequiel, donde busca encontrar la lógica intrínseca en los orígenes familiares del líder, pero luego va cediendo a tomar en cuenta el punto de vista del entrevistado. El estructuralismo también se filtra en el capitulo VI que busca escudriñar la composición social del momviento a través de cuadros de parentesco de los que hacía un buen tiempo no se veía en libros de antropología. Sin embargo, entre cuadro y cuadro, hay testimonios transcritos literalmente que revela la biografía propia de personas que carecen del capital económico, social y simbólico en circunstancias de pobreza extrema, que encuentran sentido en el mensaje de Ataucusi y en el formar parte de la gran red social que representan los Israelitas.

Al mismo tiempo, el autor narra la aventura que significó acercarse al movimiento, acceder al líder e incluso internarse, al estilo El corazón de las tinieblas de Conrad, en las colonias israelitas en el Sira. Entonces encontramos a un autor que muestra también ciertos cambios en su forma de aproximarse a la investigación, incluyéndose a sí mismo como parte de la información pero que no renuncia a sus principios fundantes de aceptar una matriz andina, una suerte de continuidad que linda con lo que se podría llamar romanticismo y con un mesianismo que según pareciera se proyecta mucho antes del invento de la palabra utopía. Asu vez, acepta metódicamente la aproximación bíblica y hace una meticulosa revisión de los versículos bíblicos que en los Israelitas yuxtaponen de manera aparentemente caótica y que reinterpretan de manera bastante libre para asociarlos a la realidad histórica peruana. Hace un tiempo me hubiese parecido imposible decirlo, pero diera la impresión de que Juan Ossio se ha aproximado a una perspectiva posmoderna que toma en cuenta el punto de vista del informante y que incluye al observador como parte de lo observado, que valora la individualidad emocional del líder y que cuestiona pero no descarta otros puntos de vista y los incluye en su análisis. Hace unos años también, durante un trabajo de campo en el que participé en la comunidad de Andamarca, durante el proceso de retorno tras el período de violencia, se realizaron las ceremonias relacionadas con el agua y la limpia de acequia. Uno de los elementos que llamaba mi atención era el libro sobre el parentesco andamarquino que Ossio no hacía mucho había publicado. Los comuneros jóvenes lo estaban usando como manual para poder armar la mesa ceremonial antes de limpiar los canales. Creo que un efecto parecido va a tener el presente libro, puesto que luego de la muerte de Ezequiel, y cumpliendo el principio planteado por Max Weber sobre los grupos que sobreviven a su fundador, el grupo ha experimentado un cisma y el mensaje del Dios en la tierra ha sido apropiado por diferentes voces. Nuevamente con el prestigio de la palabra escrita y la detallada descripción de la biografía de Ataucusi, el libro va a resultar seguramente un elemento unificador, y dado que la investigación se hizo antes de las divisiones grupales, es posible que el texto cobre valor articulador. Si seguimos el razonamiento del autor, el mesianismo aparece en tiempos de crisis, y por lo leído, el grupo está atravesando uno. Esperemos que el antropólogo no vire en profeta sino, como corresponde, en cronista, como alguna vez lo fue su admirado Guamán Poma de Ayala.

El libro es, pues, una exquisita invitación al debate, primero acerca de las categorías que debemos usar al intentar aproximarnos a un universo tan vasto y variado como el del Perú rural, la pertinencia de pensar en continuidades o matrices y las formas de desafiar el esencialismo. Parece que el autor invita a los cuestionamientos y espera los puntos de vista que indudablemente lo enfrentarán. Pero también nos marca la hora de preguntarnos ahora si los textos de ciencias sociales ya no solo describen y analizan la realidad sino que pueden impactar en ella, si los antropólogos ya somos parte de una performance que crea parte de la realidad.

 

Alexander Huerta-Mercado

Pontificia Universidad Católica del Perú

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