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Anthropologica

versión impresa ISSN 0254-9212

Anthropologica vol.34 no.36 Lima ene./jun. 2016

 

TESTIMONIOS PARA LA HISTORIA DE LA ANTROPOLOGÍA PERUANA

 

Homenaje a Tom Zuidema

 

Catherine Allen

Universidad George Washington

 


Estoy muy agradecida por la oportunidad de contribuir con estas pocas palabras a este homenaje a Tom Zuidema. Él fue mi maestro y amigo durante más de cuarenta años y mi vida se habría desarrollado de manera diferente sin él. Cuando pienso en nuestra larga asociación, me acuerdo de cómo Marshall Sahlins describió el parentesco no tanto como un lazo biológico sino como una «mutualidad de ser». Nos dice que «los parientes participan intrínsecamente en la existencia del uno al otro; que viven sus vidas y sus muertes entre sí». En estos términos, Tom Zuidema fue sin duda mi pariente. Es difícil aceptar que él se haya ido. A los 88 años parecía indestructible, tanto que ya pensaba en su celebración para cuando cumpliese los 90.

Encontrarme con Tom fue un accidente feliz. En 1971 me inscribí en su seminario sobre la iconografía Nasca. No tenía ni idea de quién era Zuidema, ni que me dedicaría a los Andes. El seminario cambió todo eso. Tom era único; me encontré en presencia de una mente completamente original. En resumen, cambió la dirección que iba a seguir. Este holandés modesto, con una contagiosa pasión por las cosas andinas, se convirtió en el supervisor para mi graduación.

Tom era un mentor maravilloso, porque trataba a sus estudiantes no como peones sino como futuros colegas. Trabajó con nosotros para encontrar nuestras propias fortalezas, articular nuestros intereses y trazar nuestras propias trayectorias con la expectativa completa de que nos podríamos desarrollar de forma independiente y, posiblemente, cambiar de dirección por completo. Tom era un modelo, por otra parte, de profunda erudición, de curiosidad inagotable y de un gran compromiso con su vocación.

También era un maestro exigente. Asistir a sus clases era experimentar una relación especial con el tiempo. Como dijo Levi-Strauss del mito y la música, era como si las clases de Zuidema necesitaran tiempo solo con el fin de negarlo. La duración no estaba determinada por el reloj sino por la organización interna de un tema. El argumento tuvo que desarrollarse en sí mismo como una totalidad sincrónica. Cuando esto se llevaba a cabo, la sesión había terminado, no importa cuántos minutos (u horas) hubieran pasado. Sus clases nos llevaban a través de ingentes cantidades de datos detallados con el fin de encontrar las estructuras culturales que codifican. A diferencia de Levi-Strauss, no estaba particularmente preocupado por la estructura universal de la mente humana. Más que con los modelos inconscientes de Lévi-Strauss, estaba de acuerdo con los conscientes. Por lo tanto nos encaminó hacia la colaboración dialógica con los miembros de las sociedades que estudiamos, haciendo de sus comentarios conscientes un recurso valioso en lugar de una capa adicional a cortar en la búsqueda del «hombre desnudo».

Los estudiantes de Tom inevitablemente se convirtieron en amigos de su esposa, Louisette, y fueron generosamente recibidos en su casa. Tengo muchos recuerdos agradables de la buena mesa, animada conversación, y música. La música era una parte integral de la vida de Tom. De vez en cuando sacaba su violín y tocaba para nosotros. El violín lo había ayudado a soportar años de confinamiento en su adolescencia, escondido de las fuerzas nazis de reclutamiento, y se mantuvo como un compañero querido por el resto de su vida. Aprendimos a no llamarlo de 8 a 9 de la noche, porque era su hora para la práctica. Cuando Louisette murió, hace apenas tres años, Tom me pidió que programara mi visita para que coincidiera con una representación de la Pasión según San Mateo a la que quería asistir. Tuve el privilegio de acompañarlo a esta actuación, que lo llevó hasta las lágrimas.

Tuve la suerte de compartir el reconocimiento de Tom por la música de J. S. Bach. Como estudiante graduada, esto me preparaba para apreciar la calidad musical de su pensamiento: una calidad de contrapunto que es casi imposible de expresar en un modo discursivo. Esto me ayudó a escuchar con aplomo cuando el hilo de su argumento parecía desaparecer por un tiempo o cuando parecía esperar a sus oyentes para completar armonías silenciosas. Era una cuestión de ir con la corriente sin perder su enfoque, y saber que está bien sentirse desconcertado por un tiempo.

Hablé con Tom por teléfono poco antes de su muerte. Estaba preparando un discurso para una conferencia en Baltimore sobre Guamán Poma y planeaba visitarme también. Como de costumbre, estaba lleno de ideas para nuevos proyectos. ¡Había tantos lugares a donde ir y tantas cosas que ver! Tal vez, me dijo, podría tomar un vuelo de Baltimore a Madrid para visitar una exposición en el Museo de América de Madrid. Y esta es la forma en que fue hasta el final, lleno de entusiasmo e interés por lo que le esperaba.

Para concluir, parece oportuno recordar la descripción de Betanzos de la costumbre inca (que continúa en la actualidad) de duelo por un ser querido, llamando en voz alta y preguntando dónde había ido. ¿Dónde estás, Tom? ¿Dónde te escondes? Tayta Tom, maypin kanki? Maypin chinkapunki? Qanmanta pachaqa wakcha kakuniku. Parahina waqallaniku, phuyuhina muyullaniku, Wiqichallayku qatipusunki, pacha tukusqankama. Lloramos como la lluvia y nos tambaleamos como la niebla. Que nuestras lágrimas te sigan hasta los límites del mundo.