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Anthropologica

versión impresa ISSN 0254-9212

Anthropologica vol.34 no.37 Lima jul./dic. 2016

 

RESEÑAS

 

Martuccelli, Danilo. Lima y sus arenas. Poderes sociales y jerarquías culturales. Lima: Cauces, 2015, 326 pp.

 


El sociólogo Danilo Martuccelli (Lima, 1964) publica un ensayo sobre los cambios históricos que configuran la Lima contemporánea. Propone una comprensión multicausal de los procesos que, en perspectiva histórica, determinan la experiencia actual de los limeños, enfocándose antes en la aparición de nuevos ámbitos de representaciones y prácticas sociales que en las distintas persistencias históricas (herencia colonial, orden tutelar, autoritarismo, etc.). Para comprender la «nueva» Lima, examina la confluencia de tres procesos sociales: «un proyecto reglamentador […], una revolución en la sociabilidad de raigambre popular que progresivamente se volvió mayoritaria y […] la afirmación de un individualismo metonímico específico y generalizado» (2015, p. 15).

La primera sección del libro examina el devenir del imaginario político de lo nacional popular en el siglo XX, donde las distintas tentativas por inventar la nación desde el Pueblo1 se truncaron ante varios problemas: la persistencia de concepciones racializadas y excluyentes de las grandes mayorías (herencia del siglo XIX), el bloqueo político del proyecto interclasista formulado por Haya de la Torre y la construcción de lo popular como un espacio autónomo frente a la política bajo el velasquismo. El eclipse final del Pueblo llegará bajo la figura del joven Alan García, cuyo discurso reivindica el aprismo radical pero carece de un proyecto concreto de construcción política. Inmediatamente se examinan las transformaciones del imaginario cultural nacional a través de cuatro categorías: lo criollo, lo huachafo, lo cholo y el racismo estamental, que informan sobre los cambios en las jerarquías simbólicas entre los limeños durante el siglo XX contra el telón de fondo de las progresivas migraciones del campo a la ciudad.

Martuccelli sostiene que no es el eclipse del Pueblo sino la figura de la crisis económica y urbana lo que simboliza los profundos cambios en la ciudad. En la década de 1980, las ciencias sociales buscan comprender los cambios producidos por las migraciones: aparecen las reflexiones sobre la informalidad, el desborde popular, la andinización de Lima, etc. Así, lograron dar cuenta de un «sentimiento plural de desorden» ante una experiencia urbana que iba perdiendo su mapa cognitivo (2015, pp. 98-102). Fue el radical economicismo de Hernando de Soto en El otro sendero (1986) el que sedujo a buena parte de la imaginación sociológica de la ciudad: la expansión del sector informal «[…] permitió a un grupo político-intelectual construir, desde un asidero popular, una nueva representación social y política […] La informalidad, que para muchos de los migrantes fue un destino, se convirtió progresivamente en un proyecto» (2015, p. 113). Dicha expansión fracturó las viejas estructuras de diferenciación social2. Sin embargo, sostiene que «en Lima, el gran cambio fue un proceso histórico sin timonel, el resultado contingente de un conjunto plural de actores y de lógicas. Es por eso que Lima se define y se comprende […] como un conjunto de arenas […] de zonas de conflicto» (2015, p. 130).

La definición de las actuales arenas de la ciudad es el centro de la segunda sección del libro. Se despliegan tres procesos centrales: el proyecto reglamentador, que consiste en la progresiva consolidación, desde arriba, de una sociedad que cumple reglas no por «la fuerza de las instituciones» sino por motivos pragmáticos donde los individuos buscan asegurar su lugar en la ciudad; el neoliberalismo a la peruana, que tuvo como motor la restauración del orden y la implementación a la fuerza de un imperio de las reglas, y su transgresión fujimontesinista, cuya expresión urbana fue la recuperación, frente a la informalidad, del centro histórico bajo el gobierno municipal de Andrade. Se trata de un proceso que ha seguido desarrollándose, pero pese a ello, la percepción de los limeños sostiene una imagen de la ciudad como una jungla sin reglas.

Ni orden estamental, ni consolidación institucional: se trata de una reglamentación de las interacciones sociales entre individuos, donde la ciudad se presenta como múltiples arenas de disputa, articuladas bajo una matriz informal que opera como modelo de nuestras relaciones sociales (2015, p. 178). Martuccelli encuentra un régimen de interacción social que atraviesa las arenas articulado alrededor de la informalidad, pero sin un proyecto político concreto (2015, p. 196). Un estilo de relaciones sociales donde el imaginario de la fusión —y ya no el mestizaje—, junto al achorado como figura subjetiva, dan cuenta de los tránsitos desde una imaginación social asentada en la colectividad —donde lo chicha era el signo de las nuevas formas culturales de la migración— hacia nuevas soluciones individualizadas3(2015, p. 228).

Esto nos lleva al individualismo metonímico propio de Lima: uno que encuentra su base en el individuo y sus habilidades —antes que en las instituciones y la ciudadanía— y que emerge una vez declinado el Pueblo como sujeto colectivo. ¿Por qué «metonímico»? Martuccelli sostiene que «el individuo se toma a sí mismo —de manera monádica o a lo más desde una sociabilidad restringida— como el todo en función del cual orienta su acción» (2015, p. 248). El grupo inmediato alrededor del individuo aparece como el espacio social de las reglas antes que la legalidad institucional —que, por definición, es impersonal—. Así, antes que un «desborde popular», se habilita un desborde individual del sistema según la situación en la que cada uno se encuentre. Esta peculiar forma de individualismo es el reverso del discurso emprendedor que plantea al individuo como «[…] autoengendrándose desde su propio esfuerzo y en medio de una lucha constante contra los otros» (2015, p. 261). Ante un sentimiento de desamparo institucional, los individuos limeños viven de la oportunidad, haciendo de la transgresión menos un goce que una prueba de existencia: una afirmación individual que se apoya en y se extiende solo a algunos otros individuos4.

Los tres procesos confluyen en una tesis histórica central: «[…] en el momento político actual, resulta injusto hablar de la sustitución del Pueblo por la sociedad civil o por el individualismo: el Pueblo no ha sido reemplazado por ningún referente político o identitario de talla» (2015, p. 276). Frente a ello, el autor plantea al imaginario de la ciudadanía como una salida hacia un «nuevo rostro de la nación» que se reconozca en su pluralidad radical. Sin embargo, habría que pensar si la inscripción social del imaginario ciudadano no ha requerido, históricamente, una articulación populista: ¿no fue bajo el velasquismo cuando se sentaron las bases para un nuevo imaginario ciudadano, expresado en la reforma educativa de 1972? Para Martuccelli el individualismo limeño, pese a su concepción bélica de la sociedad, presenta un núcleo inventivo y democratizador como faceta «positiva» de un individualismo que es, como muestra a lo largo de todo el ensayo, producto de las múltiples crisis sociales de las décadas finales del siglo XX5. Ante ello, ¿será la ciudadanía —y no el Pueblo— un imaginario «de talla» para hacer frente a los retos políticos del Perú actual?

Martuccelli nos entrega un desafiante ensayo donde buena parte de nuestra producción sociológica de las últimas décadas se ensambla de forma inédita. En ese sentido, Lima y sus arenas es un texto fundamental para relanzar los debates sobre la historia de la ciudad, sus individuos y sus procesos políticos.

 

Mijail Mitrovic

Pontificia Universidad Católica del Perú

 

Resumen

Danilo Martuccelli propone una lectura de los procesos que configuran la experiencia individual y colectiva en la Lima contemporánea. El autor sostiene que la sociabilidad limeña se articula a través de una matriz informal que estructura la ciudad como múltiples arenas de conflicto que determinan la viabilidad de un nuevo proyecto ciudadano.

Palabras clave: individualismo, imaginario político, mestizaje, fusión, ciudad.

 


1 En el libro de Martuccelli, el uso de mayúsculas en la palabra ‘Pueblo’ indica que se trata del sujeto colectivo que está a la base del debate político a lo largo del siglo XX, diferenciándose de usos descriptivos del término.

2 Martuccelli, sin embargo, no celebra el reemplazo de la retórica de la ciudadanía por aquella del consumo y el auge de las clases medias; al contrario, apuesta por la rearticulación política de la primera.

3 El individuo achorado como un avasallador impenitente, sin embargo, es una conducta extrema y no la norma de los individuos limeños, pero permite comprender la configuración de un modelo de identificación subjetiva que se oferta como solución ante la percepción cotidiana de un estado de crisis generalizada, sea esta real o ficticia.

4 La transgresión como goce ha sido el núcleo de las interpretaciones de Gonzalo Portocarrero y Juan Carlos Ubilluz sobre el mismo fenómeno.

5 Recordemos que para José Matos Mar, aunque desde una lectura abiertamente culturalista, el «poder creativo del hombre peruano» —característica cuasi milenaria de la sociedad andina— debía ser canalizado políticamente hacia un orden social más democrático. Desde luego, Matos Mar pensaba dentro del horizonte socialista en una década —su Desborde popular y crisis del Estado aparece en 1984— en la cual las bases epistemológicas y políticas de la izquierda peruana entrarían en crisis. Pese al fracaso de la canalización del desborde hacia la izquierda, y a su persistencia fetichizada como la base de la imaginación sociológica local, encontramos allí la separación entre las «potencias creativas» de las masas y su (posible) articulación democrática.