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Anthropologica

versão impressa ISSN 0254-9212

Anthropologica vol.37 no.42 Lima  2019

http://dx.doi.org/10.18800/anthropologica.201901.012 

RESEÑAS

 

Marté Sánchez y Jerónimo Ríos 2018. Breve historia de Sendero Luminoso. Madrid: Revuelta Editores/Catarata.

 


La senderología como tradición académica tiene de positivismo y de esoterismo a la vez. Sobre lo primero, es necesario registrar datos sobre un tema complejo en que no solo se impone el afán de la veracidad, sino que, como ocurre con las guerras, estos tienen que emerger sólidos sin hacer daño, y donde muchas veces el silencio, el olvido, las medias verdades y las leyendas creadas enrarecen la madeja de la información. En segundo lugar, es la invocación para que, una vez desbrozados, esos datos sean incorporados a marcos significativos que son las teorías o los modelos explicativos, y que estos no colmen de ira a las partes. Este equilibrio y aparente neutralidad cede muchas veces a la fuerza que el Estado o los grupos involucrados hacen sentir.

Como en la película española Las bicicletas son para el verano (1984), donde no hay paz, existe la victoria. Entonces los derrotados muerden la humillación y los vencedores se apropian del escenario que queda del conflicto y que muchas veces, impide cerrar las heridas. En ese sentido, el libro de Sánchez/Ríos se torna imprescindible para todo aquel que (lejos de la información especializada) desee tener una idea general del surgimiento de Sendero Luminoso (SL) y los inicios de lo que denominaron la «lucha armada». En ese ejercicio, los autores también se interrogan sobre el destino de un país y el de sus instituciones, que parecen estar hoy en una crisis de legitimidad.

De lectura ágil y con una prosa amena, el libro tiene cinco capítulos. Los dos primeros nos informan del surgimiento de SL vinculado al el conflicto sino-soviético de mediados del siglo XX. Aquí llama la atención la compulsiva división del partido que fundara Mariátegui. Esto puede ser explicado por la sobreactuación en la discusión ideológica de la izquierda peruana para revertir su escasa vinculación con los sectores populares, y también, por su origen universitario. En el segundo capítulo, aborda con datos valiosos, el inicio y desarrollo de la lucha armada de las décadas de 1980 y 1990.

Aquí queremos discutir brevemente las fuentes de las cuales se nutren los autores. Los textos de Carlos Iván Degregori (CID), el de la Comisión de la Verdad (CVR) y la tesis universitaria de Manuel Granados (1981) sirven de información autorizada. Creemos que esto pudo haberse afinado. De los textos de CID sabemos que muchos de ellos se basan en información de segundo orden, muchas de cuyas versiones circulaban por Ayacucho en aquellos años. Quizás esa fue la razón por la que sus críticos enraizados en la región de Ayacucho, lo llamarían «narrador de cuentos», atributo que él mismo reconoce con cierta ironía en sus memorias (2015). También hubiese sido importante revisar la valiosa información contenida en la tesis doctoral del sociólogo Aracelio Castillo sobre el movimiento estudiantil de Huanta de 1969. La figura de Saturnino Paredes (al que CID considera carente en absoluto de lustre, muy a tono con el desprecio criollo), casi marginal en el texto, pudo ofrecer circunstancias detalladas sobre las luchas internas en Bandera Roja y de las cuales, exhausto, emergerá SL. No olvidemos que un libro suyo como Las clases sociales en el campo (1976), sirvió como una plantilla para muchas tesis de la Universidad de Huamanga que trataban sobre la caracterización de la sociedad rural. Al final de cuentas, esos mismos postulados fueron compartidos por muchos grupos maoístas, incluido SL.

La tesis de grado de Ranulfo Cavero (1978), quien caracterizaba al Perú como una sociedad semifeudal y semicolonial también pudo ser una fuente de consulta, pues su diagnóstico posiblemente ufuesado por los estrategas de Sendero para planificar sus acciones iniciales. Todo esto, más la folletería y el material escrito en los congresos, conferencias y reuniones de SL que llegaron a publicarse, pudieron ofrecerse como material fáctico invaluable.

El tercer capítulo, nutrido y veraz, se desliza por los momentos más críticos de la violencia política que puso en jaque el país: el inicio de la lucha armada (ILA) en el departamento de Ayacucho y que luego, como una fuente irradiada, se expandirá por gran parte del territorio, provocando en 1983 la intervención de las Fuerzas Armadas que colocó a los campesinos entre dos fuegos. Aunque cabría mencionar que cuando los autores tratan de explicar el avance y el crecimiento de SL ensayan cuatro razones coyunturales que se ofrecen como causalidades (p. 84). Para nosotros el fundamento genérico sería el hecho de que Sendero crece y se desarrolla por la situación de subdesarrollo del país. Esto que se denominan causas estructurales se ofrece como problemático pues, al igual que la denominación del conflicto (¿interno? ¿guerra civil? ¿terrorismo?), tiene que ver con los intereses en pugna y con la lucha por la memoria. Es decir, regresamos al esoterismo.

La violencia estructural ha sido negada por la derecha política por considerarla justificadora del «terrorismo» y también porque la absuelve de su responsabilidad histórica de no haber podido construir un país. La superposición de planos de subdesarrollo que está implícita en su definición será el almácigo donde germinará un movimiento tan letal y que explica la respuesta del Estado. La historiadora Heilman (2018) ha estudiado cómo los actos de violencia en el departamento de Ayacucho fueron recurrentes y que Sendero sería en cierto modo una sucesión de esa historia. En ello, el texto de Sánchez/Ríos no ahorra tinta para exponer los casos de masacres más emblemáticos sucedidos en la década de 1980: Lucanamarca, Accomarca, Cayara, Pucayacu, Putis o Socos nos muestran el horror de dar una lección a las mesnadas o la represión indiscriminada de la guerra sucia.

Los dos últimos capítulos están referidos a la derrota de SL en el contexto del gobierno de Fujimori y las nuevas facciones que ha alcanzado hoy el movimiento maoísta. Ambos capítulos están contenidos en una atmósfera del debilitamiento de la democracia, el fortalecimiento del autoritarismo y la impunidad de los responsables de la violación de derechos humanos. La década de 1990 es compleja, porque se cruzan distintas rutas: SL se distancia de su epicentro andino, se instala en Lima y abre un nuevo frente en el Huallaga, donde, imbricado con el narcotráfico, inaugura una nueva etapa de violencia y de actuación política. Por otro lado, el fujimorismo, al compás con la corrupción, necesitaba, a través de la impunidad, garantizar la adhesión de los militares. Dicho sea de paso, ambos protagonistas de la guerra (senderistas y militares) se lumpenizarán con la economía ilegal.

Luego de la captura de Abimael Guzmán y con el retorno de la democracia, SL traslada su centro de gravitación hacia el VRAEM, lugar estratégico por estar cercado por el macizo andino, por su cercanía al Brasil y Bolivia (nuevos lugares de compra de la droga) y por un colchón humano compuesto por migrantes andinos provenientes básicamente de Junín, Ayacucho, Huancavelica, Apurímac y Cusco. Pareciese que se remedaran los escenarios originales.

Finalmente, los llamados rezagos de Sendero Rojo o Proseguir coexisten con organizaciones del trasiego cocalero en espacios encapsulados y con conflictos de baja intensidad, que convienen tanto al Estado como a aquellos. Permiten, por ejemplo, que las FF.AA. estén en adiestramiento constante en escenarios reales (con un balance equilibrado), que facilite los presupuestos militares cuyos usufructuarios directos son los jefes militares y que instauren políticas de sobresalto en la población local para legitimar —como diría Bourdieu— las «lógicas del Estado». Por último, también se ha robustecido la economía regional tanto por las transferencias para la inversión pública, como por el vigor de la economía cocalera, y finalmente permite que SL (o lo que queda de ella) sobreviva en la quietud.

Libro imprescindible para consultas oportunas y una muestra del esfuerzo académico gestado inicialmente en la universidad pública.

 

Rommel Plasencia Soto

Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
plasenciasotor@gmail.com

 

REFERENCIAS

Castillo, A. (1972). Movimiento de junio de 1969. Tesis de doctor en Sociología. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos.         [ Links ]

Cavero, J. R. (1978) ¿Semifeudal y neocolonial o capitalista? Tesis de antropólogo. Ayacucho: Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga (UNSCH).         [ Links ]

Granados, M. (1985). La conducta política: un caso particular. Tesis de bachiller en Antropología. Ayacucho: UNSCH.         [ Links ]

Heilman, J. P. (2018). Rebeliones inconclusas. Ayacucho antes de Sendero Luminoso, 1895-1980. Lima: La Siniestra.         [ Links ]

Paredes, S. (1976). Las clases sociales en el campo. Lima: Tercer Mundo.         [ Links ]

Sandoval, P. y J. C. Agüero (2015). Aprendiendo a vivir se va la vida. Conversaciones con Carlos Iván Degregori. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.         [ Links ]

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