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Anthropologica

versión impresa ISSN 0254-9212

Anthropologica vol.40 no.48 Lima ene./jun. 2022  Epub 29-Ago-2022

http://dx.doi.org/10.18800/anthropologica.202201.003 

Metodologías cualitativas y audiovisuales

De la intimidad a la reflexión: sobre el documental etnográfico Xennials

From intimacy to reflection: about the ethnographic documentary Xennials

1Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) - Perú, pchavezl@pucp.edu.pe

Resumen

En el Perú, la mitad de la población son mujeres y tienen una mayor esperanza de vida1. Son presentadas como las que viven para otros, a toda edad, y en todo nivel socioeconómico. Viven por tanto en una «pobreza de tiempo»2, dedicadas a entregar su potencial físico y mental, en el ámbito privado y público (Scuro y Vaca-Trigo, 2017), en un contexto donde reina el patriarcado y los índices de violencia de género figuran como los más altos de la región. Este artículo pretende dar a conocer el uso de nuevas metodologías en la producción de un documental etnográfico que muestre cómo, actualmente, las mujeres limeñas de la microgeneración xennials3, pertenecientes a una amplísima clase media en Lima, perciben y experimentan su tiempo presente, y retrospectivamente, el tiempo pasado.

Se plantea un énfasis en la aplicación de una metodología experimental utilizada para este estudio que ha permitido una serie de hallazgos en diversos niveles: en sus relaciones interpersonales (familiares, amicales, de pareja, laborales), pero, sobre todo, de manera introspectiva, al lograr una reflexión íntima sobre este tema. El trabajo de campo consistió en aprovechar herramientas tradicionales de la etnografía, como las entrevistas a profundidad y la observación participante, y complementarlas con historias de vida, líneas de tiempo, usando gráficas y creatividad manual, así como videodiarios personales narrados por las mismas protagonistas que enriquecen sus propios retratos. Si bien los resultados están basados en las subjetividades de los sujetos, se logra mostrar también una dimensión reflexiva (Moore, 2009; Ghasarian, 2008), en miras a un autorreconocimiento de sus identidades en la sociedad actual.

Palabras clave: cine etnográfico; metodología experimental; temporalidad; género; reflexividad

Abstract

In Peru, half of the population are women and they have a longer life expectancy4. They are presented as those who live for others, at all ages, and at all socioeconomic levels. They, therefore, live in «time poverty»5, dedicated to delivering their physical and mental potential, in the private and public spheres (Scuro y Vaca-Trigo, 2017), in a context where patriarchy reigns and rates of gender violence are among the highest in the region. This article intends to make known the use of new methodologies in the production of an ethnographic documentary, which shows how women from Lima of the Xennials6 micro generation, belonging to a very large middle class in Lima, currently perceive and experience their present time, and retrospectively, their past. An emphasis is placed on the application of an experimental methodology used for this study that has allowed a series of findings at various levels: in their interpersonal relationships (family, friends, partners, work) but above all, in an introspective way, by achieving an intimate reflection on this subject. The fieldwork consisted of taking advantage of traditional ethnographic tools, such as in-depth interviews and participant observation, and complementing them with: life stories, timelines, using graphics and manual creativity, as well as personal video diaries narrated by the same protagonists that enrich their own portraits. Although the results are based on the subjectivities of the subjects, it is also possible to show a reflexive dimension (Moore, 2009; Ghasarian, 2008), with a view to self-recognition of their identities in today’s society.

Keywords: Ethnographic cinema; experimental methodology; temporality; gender; reflexivity

INTRODUCCIÓN

Iparraguirre y Ardenghi explican sobre el tiempo y la temporalidad: «estudiar temporalidad desde la antropología nos permite repensar la dinámica, estructura y materia del tiempo como fenómeno (física del tiempo), al desnaturalizar las diversas formas en que los grupos culturales piensan lo que ellos entienden por tiempo o conceptos asociados» (2011, p. 258). El estudio de este entendimiento pasa por la comprensión de lo cotidiano y de las rutinas diarias de los sujetos seleccionados.

Como parte de una preocupación personal del manejo del tiempo y de la gestión del mismo en los distintos momentos de la vida, surgen preguntas del tipo ¿cómo manejan las personas, pero sobre todo estas mujeres, sus propios tiempos? ¿todas sentimos que nos falta el tiempo? ¿cómo lo viven y cómo les afecta esto en sus relaciones interpersonales? Esto a propósito de situaciones específicas, rutinas o cambios en ella que hacen que uno se cuestione lo que debe y lo que tiene que hacer para cumplir sus propias expectativas. Me cuestiono e intento comprender a través de estos sujetos, comparándolos y comparándome, comprendiéndolos y comprendiéndome en esta etapa particular que nos ha tocado vivir puntualmente, pues nos encontramos a mitad de nuestras vidas -todas alrededor de los 35-40 años7- con tendencia a seguir subiendo. Un momento, además donde, como todos en esta urbe como Lima, luchamos por acercarnos unos a otros a pesar de las distancias, que se traducen en tiempo a propósito del tráfico, y que a su vez resulta en calidad de vida.

Intento mostrar a través de estas mujeres, y de mi acercamiento a diversos niveles, las experiencias y percepciones que tienen del tiempo en función de cómo viven su propia temporalidad y cómo, siendo diferentes, podemos ser tan similares. Conocerlas a través de sus historias de vida, de su creatividad, que se hace tangible en un gráfico, una imagen o una palabra escrita, resaltando aquellos momentos importantes en que su relación con el tiempo cambió positiva o negativamente y que las ha llevado a que en la actualidad piensen, sientan y tomen decisiones sobre su vida de determinada manera. Todo enmarcado en una ciudad como Lima que, además de globalizada y moderna, es también desigual en todos los sentidos: económico, geográfico, de poder y de género. Resulta ser aún un espacio de constantes cambios, de inestabilidad y de lucha social, sobre todo para las mujeres, y que busca vencer, sobre la marcha, aquello que la sigue mostrando como marginales en gran parte de su territorio.

Para el mejor estudio de estas percepciones apelo mucho al mejor uso de las técnicas que me permite la etnografía documental y las metodologías, tanto tradicionales como experimentales, influida por mi experiencia como comunicadora y creativa. Las entrevistas y la observación participante no solo por mi parte, sino por lo que las mismas protagonistas nos muestran, el uso de los videodiarios donde a través de compartirme virtualmente su intimidad, nos permiten a mí y al público conocerlas mejor en su proceso introspectivo y reflexivo. Esta idea de que la intimidad implica la soledad o la ausencia de otros para comprenderse mejor, como explica Marti, es fundamental para dar valor a estos testimonios auténticos (Marti, 1983). Esta misma autenticidad es la que se refleja también en la creación de las líneas de tiempo que, a pesar de hacerlas en conjunto con la etnógrafa, buscan mantener esta línea.

Sus testimonios y reflexiones giran a un cuestionamiento sobre sus propias vidas en un momento crucial como este, en que nos encontramos tomando decisiones importantes sobre lo que será nuestro futuro y en donde quizá, siendo conscientes de ello, el concepto del tiempo va también transformándose y a su vez va recomponiendo su identidad y su propia temporalidad.

ANTECEDENTES Y PROPÓSITO

El estudio en mención parte de una interrogante principal: ¿Cómo experimentan y perciben su tiempo en la actualidad las mujeres limeñas del grupo generacional conocido como los xennials -nacidas entre 1977 y 1983- pertenecientes a la clase media? Para nosotras, las mujeres, si bien hablar del tiempo y de cómo lo percibimos implica una serie de parámetros y características culturales propias de dónde y cómo vivimos, depende también de la edad que tengamos y de la etapa que estemos viviendo. Las mujeres «deben ser» y «deben comportarse» en función de la edad que tengan y de cómo encajen en un sistema o sociedad determinada, lo que en algún momento se conoció como la «mística de la feminidad» o el famoso «problema que no tiene nombre» acuñado por Friedan en la década de 1960 (Friedan, 1963) y que de alguna manera nos definía como mujeres y también nos atrapaba, en tanto a nuestros roles en la sociedad y sobre todo a nuestros «deberes»: como amas de casa, madres, esposas, siempre para y en función de otros y no de nosotras mismas. Nuestra identidad femenina será resultado de «las jerarquías y las formas de poder que existen en cada uno de los ámbitos de acción: el laboral, el familiar, y el de la actividad público-política» (Bodoque, 2001, p. 3) y comprenderlas es clave para nuestro futuro (Friedan, 1963, p. 69).

En el Perú, donde la mitad de la población somos mujeres y tenemos una esperanza de vida mayor que los varones (según estudio reciente del INEI8), la mujer se presenta como la que vive para otros, a toda edad, y en todo nivel socioeconómico y educativo. En un estudio del Fondo para la Igualdad de Género de la ONU, se afirma que las mujeres vivimos por tanto en una «pobreza de tiempo»9 donde nuestro tiempo libre y para nuestras actividades personales es mínimo, pues nos dedicamos a cuidar a otros, a criar, a atender, a entregar nuestro potencial físico y mental, tanto en el hogar como en el trabajo. Finalmente, entonces, ¿Cómo gestionan su tiempo y manejan sus rutinas las mujeres de este grupo generacional tomando en cuenta su lugar de residencia, situación laboral y contexto familiar?

Habría que partir de la base de considerar esta forma de distribución de las tareas como natural y heredada de nuestras funciones desde varios siglos atrás: «las mujeres fueron educadas para ocuparse exclusivamente de su hogar» afirmaba Friedan (1963, p. 58). Esto corresponde a cómo está organizado nuestro sistema económico en beneficio del varón y a que, además, limita a las mujeres a una labor doméstica no remunerada. Como afirman Scuro y Vaca-Trigo, «la injusta división sexual del trabajo impone a las mujeres una sobrecarga de trabajo no remunerado que actúa como una barrera para su acceso al mercado laboral en empleos decentes y para la generación de ingresos propios» (Scuro y Vaca-Trigo, 2017). En palabras de Weeks, «la división de género del trabajo [en el sistema capitalista, funciona] como una poderosa máquina para la reproducción de la diferencia de género y la desigualdad» (Weeks, 2018). La pobreza del tiempo, por tanto, va de la mano con la pobreza monetaria, vale decir que esta disminuye en hogares con mejores servicios y mayor acceso a servicios básicos (Beltrán, Lavado y Teruya, 2018), los que dan como posibilidad que algunas de estas tareas que no son remuneradas y son asumidas por las mujeres en los hogares sean, a su vez, delegadas, dejando más libertad para el uso del tiempo libre.

Las mujeres siempre han sido estudiadas en función de sus actividades diarias enmarcadas dentro de una sociedad; sin embargo, siempre desde la mirada del varón, etnógrafo, o científico social. La antropología de la mujer en sus inicios trató de explicar cómo esta se representaba en esta disciplina (Moore, 2009). El estudio de la mujer sobre la mujer, y de cómo la identificación que se tiene entre investigador y sujeto de estudio puede beneficiarlas mutuamente, es la base de la llamada antropología reflexiva y de no solo interpretar «al otro» sino «con el otro» su propio mundo, basado fundamentalmente en el método del etnógrafo, como precisa Ghasarian (2008). Si bien este estudio sustenta sus resultados en estas percepciones -que son en sí mismas subjetividades de los sujetos de cómo viven sus conceptos de temporalidad-, espera mostrar también una dimensión reflexiva y propia de cada una, de manera que permita comprender mejor su sentir y, por qué no, el vernos reflejadas en la sociedad en miras de un autorreconocimiento de nuestras identidades.

Esta problemática con enfoque de género se encontrará transversal a los estudios sobre el tiempo en la antropología. Según explica Gell, el tiempo es único y es el mismo para todos los seres humanos (2001, p. 315), al margen de las culturas, los sexos o las épocas. Sin embargo, es como es percibido o como es «estimado» por cada individuo de manera subjetiva lo que hace interesante su estudio (2001, p. 93). Y sobre esta percepción, explica el psicólogo Shepard, hay que considerar dos elementos: por un lado, la interpretación que se haga de la realidad o del mundo exterior al sujeto, y por otro, cómo se hace esta interpretación en el cerebro y por tanto se crea esta ilusión que afecta nuestra mente al punto de determinar nuestros comportamientos (Kindersley, 2012).

Este estudio, a través de una etnografía documental, concentra su análisis en las mujeres xennials, como generación cruzada entre la generación X10 y la Y o los millenials11. Se dice que los xennials maduramos de la mano con la tecnología y eso nos hizo comprenderla mucho mejor que la generación que nos precede. Somos un puente entre el descontento de la generación X y el alegre optimismo de los millennials (Woodman, 2017). Con características sobre todo de la cultura popular que nos definen, nos lleva a darnos un marco referencial para comprenderlos mejor, sobre todo a quienes estudian sus patrones de consumo para elaborar estrategias de marketing. Y será precisamente este acercamiento progresivo a las tecnologías a lo largo de nuestras vidas el que nos permita tomar tanto las formas más tradicionales de compartir, consumir y comunicarse, como las más actuales y usadas por los más jóvenes y de generaciones posteriores. Este documental pretende mostrar y responder estas interrogantes a través de la mirada a lo íntimo, usando recursos que en otro momento o época no habrían sido posibles. El proceso mismo del documental, y de su quehacer como relato audiovisual, será fundamental para lograr el objetivo.

Finalmente, se busca responder a la pregunta: ¿Cuáles son las características en común que tiene este grupo de mujeres a propósito de sus experiencias, trayectorias y retrospectivas de vida y que les permiten formar sus propias percepciones del tiempo? Siendo yo misma parte de estos sujetos de estudio, como mujer, xennial, de clase media y residente de Lima, es que propongo esta investigación y, por tanto, me quedaría con esta frase de Ghasarian que lo justifica de alguna manera: «Los resultados no deben dejar a un lado la interacción del investigador con aquellos que estudia, pues la consideración de los hechos subjetivos favorece, en lugar de aniquilar, la objetividad del trabajo» (2008, p. 16).

CONSTRUCCIONES DE TEMPORALIDADES Y POBREZA DE TIEMPO EN LA CLASE MEDIA URBANA

Sobre cómo medimos el tiempo, Norbert Elías explica al respecto que «el individuo no inventa el concepto de tiempo por sí mismo, sino que [lo] aprende desde su infancia» (1989, p. 20). Cualquier percepción subjetiva del tiempo es, por tanto, limitada por la educación tradicional que nos enseña a medirlo. Así, el tiempo es una institución social. Los instrumentos usados para medirlo en ese sentido -los relojes, los calendarios- nos sirven a modo de orientación en un mundo donde de alguna manera dependemos de otros, determinando nuestras relaciones (Elías, 1989). Aprendemos a medirlo y a convivir con él según el desarrollo de las sociedades y sus necesidades. Evans-Pritchard en su estudio sobre los Nuer lo precisaba cuando diferenciaba el tiempo ecológico que le pertenece a los ciclos naturales relacionados con el ambiente y el tiempo estructural, característico de las relaciones entre individuos.

El tiempo será también «uno de los elementos principales del capitalismo, de ahí que se mida, controle y cronometre» afirma la socióloga Marie-Anne Dujarier12. El tiempo es oro, es dinero, es capital, por tanto, su valor deberá ser medido para poder negociar con y a través de este. Ya en la década de 1960, Thompson explica cómo se impone la disciplina del tiempo en los trabajadores a propósito del apogeo del capitalismo industrial en las sociedades modernas (1967, p. 85). «Lo que realmente le importa [al hombre] es poder medir el tiempo» (Landes, 2007, p. 1). Cuando el individuo se vuelve adulto y participa activamente del sistema capitalista sobre todo en el mundo occidental, la división del tiempo asume jerarquías. El tiempo destinado al trabajo, así como su calidad, dependerá por tanto de esta especialización del individuo dentro del sistema económico al que pertenece. Esto termina siendo injusto para aquellos que no se encuentran en los estratos más altos de la sociedad. Esta organización del tiempo en el trabajo hace que los individuos dependan de su productividad, claramente orientada a lograr eficiencia en este espacio público liderado por varones.

Carbonell explica cómo las personas viven su temporalidad de forma muy subjetiva. «El tiempo es una construcción cultural» (2004, p. 44). Por su parte, Guadalupe Valencia precisa que el tiempo occidental de la modernidad «se ha impuesto como el cronotopo universal y con ello desconocemos también que las luchas por transformar los mundos sociales son también por la creación de otros tiempos.» (2015, p. 3) Desde la antropología, se intenta el estudio del tiempo de los «otros», que en definitiva percibe de forma diferente sus temporalidades. Gabriela Vargas afirma que «múltiples temporalidades coexisten. Es por esto que unas sociedades pueden aparecer como el futuro de otras, y otras ser vistas como el pasado común de las demás “más primitivas” = más cercanas al pasado, “más civilizadas” = más cercanas al futuro» (2007, p. 56). Todo dependerá del punto de partida del entendimiento de estos tiempos.

La forma en que percibimos por tanto esta temporalidad es absolutamente subjetiva y personal y llegar a entenderlas y conocerlas mejor nos puede ayudar a tomar mejores decisiones sobre nuestras acciones. El entendimiento de este concepto será fundamental para sustentar este estudio documental de carácter reflexivo e íntimo. Sin embargo, su proceso de creación pasará por la comprensión de lo cotidiano y de las rutinas diarias de las protagonistas seleccionadas, así como de lo que valoran, aprecian, recuerdan, reconocen y anhelan. Por tanto, la temporalidad tendrá también una función analítica, mostrando estas diversas temporalidades en cada uno de estos procesos.

La carga laboral en la actualidad implica aprender a hacerse cargo de la administración y la gestión del propio tiempo. Contrariamente a lo que se cree, Han explica que el ser humano ha llegado al punto de autoexplotarse -sobre todo en el plano laboral-, buscando siempre el mejor rendimiento (2010, p. 44) y luchando por ganarle tiempo al tiempo. El problema con este máximo rendimiento y de aparente exceso de responsabilidad es que se ha logrado enfermar a la humanidad. La fatiga, el cansancio, el estrés, las enfermedades cardiacas, neurológicas, y el deterioro de la salud mental, son algunas de las enfermedades modernas del ser humano. «La enfermedad del tiempo» como la llama Cayol, será aquella que nos hace sentir infelices, inconformes y por tanto culpables (2018, p. 16). La sensación de falta de tiempo, de constantes cambios, esta pobreza de tiempo que caracteriza a las mujeres y los movimientos en nuestras rutinas, todas en función de «ganar más tiempo» o «quitarle tiempo al tiempo» porque «el tiempo es dinero» y porque «no tengo tiempo de…» hacer, pensar, vivir será parte de lo que el proceso etnográfico nos permita ver, escuchar y entender mejor.

Además, está la comprensión espacio-temporal, según David Harvey, que da cuenta de las maneras en que los espacios se van acortando debido a la tecnología. «Esta nueva simultaneidad está cambiando no solo nuestras formas de percibir, sino también de organizar la vida cotidiana, de hacer política y de ejercer y resistir el poder» (Vargas 2007, p. 60). Esto lo veremos claramente plasmado en las técnicas aplicadas en esta investigación. La paradoja del tiempo planteada por Wajcman donde explica sobre «la incongruencia entre la cantidad de tiempo libre discrecional del que disponemos y nuestra contemporánea sensación de apremio» (2017, p. 20) precisa que estas tecnologías que nos facilitan el uso del tiempo son las que, a su vez, nos encierran en él, las que se crean con el mágico fin de ahorrarnos tiempo en tareas laborales y domésticas para tener la oportunidad de destinarlo al ocio, pues «la suficiencia de tiempo libre son importantes indicadores de una buena vida» (2017, p. 28). Esto va de la mano con los procesos de producción, a propósito del sistema basado en el capital y en el valor que se le culturalmente -y sobre todo en occidente- al consumo y a la mal llamada libertad.

Estos espacios que conviven transversalmente a las temporalidades subjetivas están enmarcados en los sistemas modernos, y en nuestro caso particular, occidental y capitalino. Lima Metropolitana representa un aproximado de un tercio de la población y de la economía del Perú. Se complementa esta idea de la organización urbana con la creciente clase media, donde siete de cada diez peruanos pertenecen a este estrato social y donde la clásica pirámide estructural de la sociedad es ahora más un rombo (Huber y Lamas, 2017), lo que resulta acorde con las proyecciones mundiales. Una característica de esta clase media será el incremento de la educación superior en los jóvenes, el acceso al empleo, y por supuesto, el emprendedurismo. Ciertamente esto no es solo propio de la capital, sin embargo, nos ayuda a describirla. Este incremento hacia la educación superior es una de las anclas de esta «nueva clase media» y se ve traducido en un incremento de centros universitarios en los últimos veinte años a casi el doble de los existentes13, y el acceso sin restricciones tanto para mujeres como para varones.

Habría que agregar que, según el último estudio sobre brechas de género del INEI (2017), la mayor población de mujeres de todo el país se encuentra en la capital y que, además, nuestra esperanza de vida es mayor (78 años en comparación con 73 años en los varones) (pp. 47-55). Somos las que más problemas de salud crónica tenemos (p. 61). Hay diferencias en la cantidad de años de estudios, y más si hablamos de los especializados (pp. 79-82). Seguimos más desempleadas y nuestros salarios son menores (pp. 95-97). Si bien el acceso que tenemos a la tecnología decrece en función de nuestro nivel educativo, aún difiere de los varones en un 4% (p. 106), y es bien sabido que los índices de violencia contra la mujer son de los más altos de la región, usualmente agredidas por las propias parejas y sin apoyo del Estado para su defensa (p. 115).

¿Y a qué dedican su tiempo estas mujeres peruanas? Pues en la mayoría de casos al trabajo -sea remunerado o no-, en el cual otros dependen de ellas, como el cuidado de los enfermos, de los niños o ancianos14. Estas actividades aún se cumplen en todos los niveles educativos de las mujeres en el país, desde el inicial hasta el posgrado (Beltrán y Lavado, 2014, p. 23). Dicho estudio afirma que se tiene una pobreza de tiempo que «identifica como pobres a aquellos que, con el total de horas que se tiene en una semana, no pueden cumplir con los requerimientos mínimos de tiempo para el cuidado personal, las actividades del hogar, el trabajo remunerado, el ocio, etc.» (p. 34). Si bien ello es notablemente más drástico en el ámbito rural, en las urbes también es una realidad que, con los años, se incrementa (p. 57). Según la Encuesta Nacional de Uso de tiempo del año 2010 indica que semanalmente las mujeres dedican alrededor de doce horas al cuidado de bebés, niñas, niños y adolescentes, ancianos y mascotas, mientras que los varones un promedio de cinco horas a esta misma actividad (INEI, 2010, p. 33). Y dentro de este rango, son precisamente las que se sitúan en el rango de los 30 a los 39 años las que presentan una participación del 72% en comparación con otros grupos etarios. Aquí podemos encontrar de forma concreta a la generación partícipe de esta investigación. Las ocho mujeres que participaron del estudio, pero sobre todo las tres que finalmente son protagonistas del documental etnográfico, dan cuenta clara de esta división de horas dedicadas al cuidado de otros. A esto habría que sumar las actividades domésticas no remuneradas, como cocina, limpieza, cuidado, compras y gerencia del hogar, a las que ellas dedican la mayor cantidad de su tiempo. Una jornada de seis horas, precisa Week, que pueda traer innumerables beneficios por la creación de más puestos de trabajo, y más tiempo para dedicar a otras actividades, «el tiempo es un recurso para usar como deseemos. La demanda sería tener más tiempo no solo para habitar los espacios donde ahora encontramos una vida fuera del trabajo asalariado sino también para crear espacios en los que construir nuevas subjetividades» (2020, p. 246). Hacen falta, por tanto, espacios públicos como guarderías, centros de salud o de reposo que permitan liberarlas de la carga que manejan (2014, p. 59).

PROCESO ETNOGRÁFICO: APLICANDO LAS TÉCNICAS DE INVESTIGACIÓN

La propuesta metodológica de esta investigación busca combinar técnicas usadas en los estudios etnográficos más clásicos y experimentar con otras técnicas creativas, que puedan aprovecharse visual y sonoramente a propósito de la creación del documental como producto etnográfico y resultante de aquella. Los temas abordados en este estudio se presentan de forma transversal a lo largo de toda la etnografía documental. Todos, sin embargo, tienen como eje fundamental la percepción del tiempo. Esta división inicial permitirá plantear la base de la matriz metodológica15 y será guía para el armado de la estructura del documental. La matriz plantea responder a tres preguntas de investigación directamente relacionadas con estas temáticas planteadas, que presentamos a continuación:

Sobre las técnicas utilizadas para el recojo de información se aplicó la etnografía documental como método durante todo el trabajo de campo con el fin de explorar sobre los temas propuestos y formar parte del proceso de creación de la directora/investigadora. La herramienta etnográfica documental resulta ser un gran instrumento contador de historias que enriquecen el estudio planteado, considerando un tiempo y lugar determinado donde se desenvuelvan los sujetos escogidos (Heider, 1995), en este caso la ciudad de Lima en un contexto de clase media urbano. En ese sentido, se dividió el proceso metodológico en cinco fases iniciales16, y en cada una se aplicó una técnica de investigación particular:

Fase 1

A propósito de algunos acercamientos previos realizados con las participantes del estudio, se procedió a realizar la fase 1 motivando conversaciones a modo de entrevistas a profundidad17. Se realizaron ocho entrevistas a ocho mujeres entre los 35 y 39 años aproximadamente, que se registraron audiovisualmente y sirvieron como base de las historias a contar. Todas ellas viven en diversos distritos de Lima ordenados de norte a sur de la siguiente manera: Puente Piedra, Los Olivos, San Martín de Porres, Jesús María, Magdalena, Surquillo y Chorrillos. A esto habría que agregar la presencia de la directora del documental, si bien no como entrevistada, pero sí guiando la conversación, que está ubicada en el distrito de San Miguel.

Cuadro 1 Tabla de participantes según distrito de procedencia 

Durante ocho meses, completé la fase 1 con todas las entrevistas. Este registro lo realicé sola por respeto a su intimidad, para hacer un acercamiento inicial con el fin de conocer a profundidad los temas de los que hablaremos y para plantear un ambiente de confianza. Les pregunté en qué espacio se sentían más cómodas conversando y se llegó a un acuerdo. Se les entrevistó en sus casas, salvo en tres casos que prefirieron hacerlo en la mía por un tema de comodidad. Desde aquel momento le anticipé a cada una cómo iba a ser el tratamiento de las siguientes fases, sin saber hasta ese momento con quiénes me quedaría como personajes finales del documental.

Fuente: Google Maps

Figura 1 Mapa de distribución de entrevistadas en los diversos distritos de Lima de Norte a Sur 

La concepción de las fases siguientes se puntualizó en paralelo. Así, se involucró en el proyecto parte del equipo realizador. Fotografía y Sonido se incorporaron no solo a las labores técnicas, sino también creativas del documental: es con ellas con quienes se definieron las cinco fases con las que cuenta la metodología. El apoyo creativo del equipo hasta entonces fue fundamental para abordar las siguientes fases.

Fase 2

Luego de esto se concretó el registro audiovisual de la fase 2, que era puntualmente la representación gráfica a modo de líneas de tiempo18 de las protagonistas sobre su vida y cómo las han percibido, en acompañamiento con la directora. El proceso creativo también fue parte del documental, así como su análisis personal. Las ocho entrevistadas pasaron por la fase 2 realizando sus gráficas, mientras iban comentando aquellos hechos o hitos en sus vidas que marcaron un cambio en sus rutinas o su relación o percepción con el tiempo. Vale decir, realizaríamos juntas la representación gráfica de los hitos más importantes de sus vidas y de cómo cambiaron su forma de sentir a través del tiempo. Las líneas de tiempo de las ocho mujeres fueron registradas esta vez con el acompañamiento del equipo técnico. Las grabaciones se hicieron en una sola sesión y en casa de cada una de ellas. En dos de las ocho nos acompañó la cuarta integrante del equipo a modo de script, quien finalmente estaría a cargo de la edición del documental junto conmigo en los meses siguientes19.

Fase 3

En paralelo, la fase 3 de los videodiarios ya empezaba a trabajarse y tomó alrededor de cuatro meses. Se recolectaron videos grabados con el celular y a modo de videodiarios personales, hechos por todas las participantes del estudio, con el fin de buscar el lado más íntimo de los sujetos escogidos. Aquí la indicación fue que las entrevistadas usaran su celular e hicieran una suerte de reportes semanales de un aproximado de un minuto y que registraran cómo se sintieron con respecto al tiempo en esos días. No importaba dónde ni cuándo lo hicieran: eran libres de escoger el momento en que compartirían esta pequeña parte de su intimidad conmigo. Se busca así que ellas mismas se presenten delante de la cámara como mediadoras de su propia reflexividad, de lo que quieran compartir y mostrar sobre su cotidiano y sus rutinas. Sobre todo, para resaltar la parte de la interacción en su ámbito más privado. En un principio todas miraban a la cámara, usualmente en sus casas, en algún momento de calma, por las noches, y me contaban su sentir en la semana. Poco a poco fueron mostrándome voluntariamente otros espacios: sus centros de trabajo, casa de familiares, la calle, momentos de viaje, o se fueron mostrando con sus parejas, mascotas, etc. En algunos casos, no se mostraban ellas sino mostraban su entorno, es así que fui orientando los pedidos de los videodiarios de todas solicitándoles que, en la medida que puedan, me enviasen registros similares. Dichos registros fueron muy importantes, pues me permitían la observación de sus espacios desde sus mismos ojos por decirlo de alguna manera. Esta suerte de contemplación resultó muy útil al momento del montaje, fue la única indicación adicional a la inicial y permitió homogenizar los registros de tal manera de tener un balance en las temáticas compartidas. La fase 3 también se culminó con las ocho mujeres y obtuve un aproximado de seis a ocho registros de cada una.

Fases 4 y 5

También se aprovechó la observación participante como técnica a propósito de un seguimiento de las rutinas donde eventualmente existe interacción con la directora (fases 4 y 5). Estas dos técnicas forman parte del documental y han dado como resultado una suerte de retratos visuales y sonoros de las protagonistas. Es importante resaltar este proceso de los seguimientos con lo que precisa Marcus sobre la etnografía multilocal: «el procedimiento es seguir y permanecer con los movimientos de un grupo particular de sujetos iniciales» (2001, p. 118), aunque a una escala más pequeña que la planteada por el autor, el registro etnográfico de mapas a modo de cartografía dentro de la ciudad de Lima muestra sus rutinas diarias. Si bien se sitúa localmente, puede llevar al cuestionamiento colectivo en quienes se vean reflejados en el documental, cómo se ven y cómo se construyen a sí mismas estas mujeres a propósito del reconocimiento de sus propias percepciones. Precisa Marcus al respecto: «En proyectos contemporáneos de investigación multilocal que se mueven entre esferas de actividad pública y privada, de contextos oficiales a subalternos, el etnógrafo está encaminado a encontrar discursos que se traslapan con los suyos» (2001, p. 122).

Armado y montaje

Todas las participantes del estudio parten de un círculo cercano de amistades con quienes previamente estuve trabajando algunos registros exploratorios20 en video durante algunos meses previos a la realización de esta investigación. Todas estuvieron dispuestas a continuar con dicho proceso. De las ocho mujeres seleccionadas y con quienes se ejecutaron las fases 1 y 2, finalmente quedaron tres, que son representativas de este grupo, pues complementan sus perfiles entre sí y son las que finalmente protagonizan el documental junto con la directora21.

En este momento del registro del documental, y ya encaminadas las fases 4 y 5, hago un primer alto para encaminar la edición. Decido avanzar estas últimas dos fases con quienes tenían más posibilidad de dedicarme tiempo, lo que a su vez implicaba coordinar con el equipo realizador. Las seleccionadas para este primer corte y avance fueron Sandra R., Mona R., Cynthia F. y Jenny C. Se armó un primer corte con una estructura cronológica basada en la vida de cada una de los personajes y de casi cuatro horas de duración22. Esto, además de ser un corte grueso bastante largo, fue un material fundamentalmente testimonial y sin mucha presencia de la realizadora, por tanto, sin mucha reflexión respecto de la información encontrada. A partir de aquí replanteamos la estructura del documental y definimos el material pendiente de registrar.

En este punto, la investigación empieza a tomar un camino independiente al proceso etnográfico, transformándose y convirtiéndose en una película documental. Es así como se toma la decisión no solo de mostrar los largos registros y la dinámica cronológica, sino de jugar con las posibilidades del cine y el montaje. Apostamos por un tipo de montaje más tonal, donde prima determinar el valor más emotivo de la secuencia (Delgadillo, 2011). Se espera abordar sensaciones o temáticas comunes a las tres protagonistas y nos permitan a los espectadores de comparativa, ir ingresando en sus retratos más íntimos. En esta segunda parte del proceso de montaje marcamos algunos lineamientos, así como características de los personajes seleccionados. A estos los llamamos nuestros «mandatos» y se resumían en dos: sobre la narrativa, «no debemos servir a la linealidad, ella debe servirnos a nosotras».

Por definición, el documental como producto cinematográfico parte de la base de un relato con inicio y fin concreto, un trozo de la realidad volcado en una breve historia de unos cuantos minutos. Esta premisa nos ayudó a alejarnos de la temporalidad propia de la película y jugar con la alternancia de tiempos en los tres relatos, lo que nos dio flexibilidad para ir tejiendo los temas sin descuidar las preguntas iniciales de la investigación y, a su vez, ir complementándolas. El segundo mandato era sobre los testimonios: «si no lo podemos ver, lo podríamos escuchar», pero sin dar prioridad al texto sino más bien a la contemplación. En algunos casos teníamos relatos muy ricos para escuchar, propio de las entrevistas a profundidad realizadas en la fase 1. Sin embargo, visualmente no enriquecía la película la propuesta de un solo plano busto parlante durante tanto tiempo, pues se alteraba el ritmo flexible que se esperaba tener. No queríamos quedarnos además en solo escuchar un testimonio: daríamos prioridad a la contemplación y escucha de los espacios, momentos y situaciones propias de sus rutinas. En ese sentido, la presencia de los videodiarios de la fase 3 iba alternándose a las observaciones participantes de las fases 4 y 5 para lograr este balance. Así pactamos la existencia de tres tiempos:

  • El tiempo de los personajes y de cómo cuentan sus historias.

  • El tiempo narrativo del documental con sus puntos de quiebre.

  • El tiempo del equipo realizador y sus propias reflexiones sobre el proceso.

Estos debían tener como norte la construcción de un montaje contado desde el presente y que diese «saltos» en el tiempo que vayan explicando el sentir de los personajes. Así también, debíamos dejar en evidencia la metodología pactada con las mujeres protagonistas para que se comprendiese como espectadores el rumbo de la investigación. Este trabajo de mesa nos permitió construir un montaje del documental, primero «en papel», para luego volver al armado de escenas23.

Mi presencia -y la del equipo realizador- se fue haciendo evidente, creando una suerte de metadiscurso a modo de un «detrás de cámaras» que sería fundamental en la estructura del documental más adelante. Esto fue para mí, sin duda, la salida de mi zona de confort, siempre vinculada con el proceso de realización como comunicadora, esta vez como una protagonista directa de los hechos narrados y como un personaje más del documental. Finalmente, y un poco para cerrar el proceso, se pidió a las ocho mujeres que complementen, con audios enviados a la directora a través del celular, sobre cómo se sintieron en el proceso de realización del documental y qué significaba para ellas el tiempo en este momento de sus vidas.

El montaje continuó su curso luego de un breve distanciamiento por unas semanas. Aquí es donde decidimos sopesar el tiempo que cada una de las cuatro protagonistas tenía hasta ese momento en toda la narrativa del documental. Vimos por conveniente, para lograr un mejor equilibrio, eliminar a una de las protagonistas: aquella con la que había tenido menos intimidad en las fases anteriores y, ciertamente, también menos material registrado. Esta nueva versión del documental con solo tres personajes llegó a la hora y 47 minutos, con lo que nos acercábamos a la recta final24. A partir de ese momento, los procesos del documental se concentrarían en la posproducción de imagen y de sonido. La versión final fue vista tanto por el equipo realizador como por los asesores y las protagonistas del documental, quienes tuvieron comentarios muy positivos a pesar de la revelación de su intimidad. Todas se mostraron conformes y satisfechas con lo dicho en el documental. La mayoría comentó lo bien que el montaje permite conocer a todas las mujeres -incluida la investigadora-, y cómo esta lleva de la mano al espectador para comprender de qué va el documental y cómo este va progresando25.

LA METODOLOGÍA DOCUMENTAL

Sobre lo íntimo se pueden trazar diversos análisis desde lo psicológico, sociológico y hasta económico, tal como explica Zelizer. Y es que desde la intimidad se pueden explicar «grandes procesos y grandes cuestiones a través de pequeños detalles, de fragmentos de vidas y de relaciones entre personajes singulares» (2009, p. 15). Cómo funciona un sistema sociocultural en determinado momento puede ser perfectamente explicado según las relaciones íntimas entre los actores que forman parte de él.

Cuando Marti habla del logro de la intimidad en la soledad, no se refiere solo a la relación del «yo» con el «yo», sino del «yo» con el «tú» y por supuesto el «yo» con los «otros». Y es precisamente en esta relación con los «otros» como se representa mejor lo auténtico de un individuo: «la intimidad con los otros consiste en ser fiel a uno mismo y aceptar a cada uno de los otros como son» precisa Marti (1983, p. 120). Esta muestra de intimidad -que en este caso se percibe a través de la cámara como instrumento- es precisamente la relación de la que habla Marti de los personajes del documental con nosotros, los espectadores, y es también la relación de ellas conmigo y quienes ven el documental. Todas estas relaciones buscan rescatar esta autenticidad a través de la palabra, la imagen y los autorretratos.

En líneas generales, se logra un contrapunto entre la imagen y el sonido. Por un lado, la imagen muestra las rutinas, el nivel de organización personal, representa lo estructurado, el orden, la planificación, etc. La imagen muestra lo metódico, lo colectivo y la ciudad, lo público, en planos visuales abiertos y largos, con un ritmo lento. Por su parte, el sonido muestra lo que se siente, lo complejo, lo que se piensa, el miedo y la angustia, pero también la tranquilidad y la tolerancia. Esto principalmente a través de la palabra hablada, del testimonio en primera persona, pero también de las atmósferas sonoras. El sonido intentará mostrar lo individual, lo personal, lo íntimo, lo privado, en planos sonoros más cerrados o trabajando mucho el espacio en off de la imagen. De aquí se desprende lo que el mismo cerebro nos hace vivir y cuestionarnos cada día: la izquierda y la derecha, lo letrado y lo científico, lo artístico y lo emocional, como parte de una unidad, de un todo, como el ser humano mismo.

Siendo mujeres las protagonistas del documental, intento mostrar en lo posible ambos lados de sus percepciones, de su subjetividad. Según la propuesta, combino algunos modos de representación documental (Nichols, 1997). En primera instancia, el modo de trabajar el documental fue más participativo. Poco a poco conocemos a las protagonistas: la palabra empieza a tener un valor y predominancia muy importante, así como la presencia de la directora, que se verá evidenciada en sus preguntas y cuestionamientos. En ese sentido será el montaje el que potencie este estilo, conocido también como el cine de la verdad o cinema verité, mostrando diversas interpretaciones no objetivas (Bordwell, 1993). Esto sin dejar de lado una tendencia reflexiva que irá en aumento progresivamente haciendo «hincapié en el encuentro entre realizador y espectador en vez de entre realizador y sujeto» (Nichols, 1997:97), a propósito de los recuerdos evocados y de la introspección motivada por la conversación.

En segundo lugar, el modo de trabajar el documental es más observacional, basados en la premisa de que «las cosas que ocurren en el mundo merecen ser observadas» (Mac Dougall, 1995, p. 409). Si bien la imagen mostrará planos fijos y en secuencia para ver el paso del tiempo en lo cotidiano, sobre todo en exteriores, también se acompañará con el sonido el uso de la voz en off, que será la de las mismas protagonistas que cuentan su historia y reflexionan sobre sus percepciones. Estas narraciones en off tienen como fuente directa las entrevistas a profundidad de la fase 1, pero también los relatos ofrecidos en la fase 2 al momento de construir las líneas de tiempo, y que nos van graficando y precisando sus propios conceptos sobre la temporalidad y la percepción del tiempo.

Poco a poco busco promover también el uso de la cámara por las propias protagonistas, dejándolas por un tiempo, para el registro de sus propias rutinas con mayor libertad y, sobre todo, que puedan, dentro de su espacio más íntimo -sean sus hogares o los espacios que ellas prefieran- expresarse libremente a modo de videodiario personal. Este modo de autorrepresentarse de las protagonistas me permitirá conocerlas en su intimidad, pero, sobre todo, les permitirá a ellas reconocerse, casi a modo terapéutico, en su día a día. El autorretrato les servirá como un modo de verse a sí mismas de otra manera y a relacionarse con los demás en otros sentidos (Suárez, 2012). El proceso de develación de su intimidad será progresivo según vayan apareciendo los videodiarios. Como explica Marti, «en un primer momento el concepto de intimidad [le pertenece] a cada uno, en un segundo momento la intimidad se abriría al otro y después a los demás» (1983, p. 116). Es el segundo momento el que será aprovechado por mí para retratarlas lo mejor posible.

Finalmente, y a modo de remarcar la reflexión a partir de la interacción entre directora y protagonistas, pero esta vez de manera más performativa, la elaboración de las gráficas de vida a modo de «líneas de tiempo» de la fase 2 mostrará el análisis de esta autorrepresentación como tal, de estos retratos que se habrán ido construyendo a lo largo de toda la narración. En ese sentido, el montaje buscará intercalar siempre las historias de las tres mujeres seleccionadas para conectarlas entre sí y lograr así encontrar una suerte de patrones de temporalidad. Estos tres modos se irán combinando a lo largo de todo el relato y las técnicas utilizadas no estarán aisladas y formarán parte de toda la narración todo el tiempo. Existe, además, un fuerte componente narrativo plasmado en la performance del equipo realizador que, sin hacer uso de las técnicas de investigación como tales, articula con sus reflexiones constantes el rumbo del documental. Esto desde la presentación de los personajes y sus conflictos, pasando por su desarrollo y su conclusión o resolución a modo de cierre, mostrando así una estructura, aunque lineal, con saltos temáticos intercalados con distintos minirrelatos entrelazados como producto de las cinco fases trabajadas.

El documental pone en discusión diversas propuestas teóricas basadas en una etnografía audiovisual. En primer lugar, si bien busca ser una representación, a modo de fotografía instantánea, como una suerte de reflejo de este momento de la vida de las mujeres en esta ciudad, se irá mostrando el debate constante de si realmente es esto posible a propósito de las herramientas que permite la investigación antropológica. El hecho de estudiar las percepciones -que son propiamente subjetividades- y darles sentido conlleva el mayor reto del uso de la herramienta etnográfica documental para lograr los objetivos de la investigación. En segundo lugar, se espera una identificación con el público a propósito de poner en bandeja cuestionamientos sobre su propia experiencia y, por qué no, sobre su propia identidad, estilos y retos en sus propias vidas, así como una suerte de auto reflexión de sus propias percepciones de temporalidad.

HALLAZGOS

1. El tiempo como limitante para el desarrollo personal y profesional

Todas las mujeres de este estudio concuerdan en que se encuentran en un momento de sus vidas crucial, de toma de decisiones y de la posibilidad de hacer cambios radicales. Esto en la medida en que han llegado a experimentar varios eventos que les permiten tener una mirada más integral de lo que han sido y de lo que serán. El factor «el tiempo me hace falta para hacer todo lo que quiero hacer» es fundamental en su día a día. Nunca es suficiente, nunca es lo ideal. La pobreza de tiempo se ve claramente reflejada en este punto, en donde las mujeres se llevan las peores estadísticas, tal como demuestra la Encuesta Nacional de Uso de tiempo en el Perú (INEI, 2010) y donde claramente se aprecia como las mujeres dedican gran parte de su tiempo de ocio o libre -es decir, el que no usan para trabajar- para atender a otros o encargarse de tareas domésticas. La presión ejercida por la sociedad en todas ellas es real. «He tenido que disponer de mi tiempo de trabajo para hacer lo que tengo que hacer», explica Sandra al inicio del documental. Sus obligaciones personales para con su salud y su hija, no las puede hacer el fin de semana, por tanto tiene que quitarle tiempo al trabajo para ello. La vemos, además, acompañándola al colegio y alistándose por la mañana casi en tiempo real, en un tiempo que es de ella y lo destina para su hija.

Mona es la que tiene más conflictos con respecto al tiempo que dedica al trabajo: aunque asegura que «le encanta», siempre se encuentra muy atareada, incluso en periodo vacacional, cuando continúa comunicándose vía telefónica con el trabajo. «Básicamente trabajo todo el día», nos cuenta y explica en su primer videodiario. «Aunque intentes hacer algo, nunca te va a alcanzar el tiempo para terminar todo». La sobrecarga laboral que tiene es evidente y la disfruta. Pero más la disfruta cuando se acaba el día y todos se van de la oficina y ella por fin puede hacer sus pendientes. Es así que la vemos en su oficina, de noche, sin nadie más en ese espacio, llegando a cerrar literalmente el local porque es la última en salir. Pero es precisamente cuando ya no hay nadie el mismo tiempo que le quita a poder estar en casa compartiendo con su pareja. Esta carga laboral que en la actualidad es sinónimo muchas veces del éxito es la llamada autoexplotación que explica Han nos ha vuelto «sujetos de rendimiento» (2010): buscamos lograr el mejor rendimiento en el tiempo más corto. Para Mona, su trabajo llena gran parte de su vida y así ha aprendido a disfrutarlo.

A los veinte minutos del documental se vuelve a poner en evidencia la presencia del equipo realizador y puntualmente de la directora/etnógrafa de la investigación, que se empieza a replantear junto con el equipo si efectivamente este es un documental que trata sobre si la gente no tiene tiempo. Y aquí se revela cómo es que la propia directora no tiene tiempo para hacer el documental, o no le alcanza como es debido, y se encuentra produciendo y trabajando mientras está manejando su auto. Aquí se evidencia que ella también forma parte de los sujetos del estudio. Esto es sin duda un aporte a la investigación. Como explica Ghasarian: «El etnógrafo no es solamente aquel que registra cosas, su estatuto (edad, cultura, sexo, etc.) determina su subjetividad […] se pone en relieve la importancia de los deseos del investigador en la elección del campo» (2008, p. 16). Así, se reflexiona acerca de cómo en realidad estas mujeres pasan el tiempo, como lo valoran, como lo miden y cómo eso las afecta en sus vidas de tal forma que no les alcanza para hacer todo lo que quisieran o deben hacer. Existe en todas una presión ejercida por la familia, los hijos, los jefes, la sociedad, que las obliga a rendir más allá de los horarios establecidos.

Las que son madres y comparten parte de su tiempo con sus hijos ven acentuado más aún este conflicto. En el caso de Cynthia, quien trabaja desde su casa, debe buscar una persona que la ayude en el cuidado de su hijo pequeño para poder cumplir con sus obligaciones laborales. «Yo sería feliz dejando de trabajar un tiempo» comenta, para poder dedicarse a su bebé. Pero su realidad económica no se lo permite. El ingreso del esposo no alcanzaría para mantener el hogar. Entonces tiene que decidir por quedarse trabajando y encargarle su hijo a otra mujer que la ayude. En algunos momentos han sido su mamá o su suegra que la apoyan. Sin embargo, con el bebé más crecido ella busca una niñera y no tiene mucha suerte en encontrar la adecuada, pues no duran mucho tiempo o le cuesta encontrar a alguien acorde a sus necesidades y costos. «Me di cuenta de que es todo un tema encontrar a alguien que la ayude a una, aparte del mero hecho de entenderse con alguien y estar con ese alguien todos los días, ahí en tu casa, cuidando a tu hijo». Tiene que comprarle el tiempo a otras mujeres para que hagan lo que ella no puede hacer, limitándose a una sola actividad. Cynthia tiene que ceder su tiempo personal para su hijo para dedicarse al trabajo y no perderlo, para cumplir con sus obligaciones, que en su caso también son familiares, pues es socia en un negocio familiar. Esto nos lo muestra en todos sus videodiarios, donde va relatando lo tedioso y frustrante que es encontrar este apoyo. Lo que Zeliner recuerda en su texto como el «maternal wall», ese muro construido alrededor de los nuevos padres, pero sobre todo de las madres, que repercute directamente en sus trabajos y que a modo de barrera les impide desarrollarse normalmente en lo profesional. (2009, p. 322) Ella concluye: «En realidad estoy haciendo un imposible y por eso es que las cosas no están bien».

2. Tiempo y espacio para otros: el conflicto que trae la maternidad

Todas las mujeres dejan clara la necesidad de compartir en familia su tiempo, sea que ya tienen la familia que quisieron o que la tuvieron y la perdieron o que nunca la tuvieron y anhelan tenerla. Es muy marcada en esta generación la idea de dejar legado y dejar huella a través de los hijos y de compartir con ellos sus experiencias. En ese sentido, quizás seamos la última generación que tiene tan marcado este punto. Con los millenials el tema va cambiando y la posibilidad de vivir solo o hacer grupos de amigos se vuelve más real, pero sobre todo aceptada. Aún llevamos -como explican Woodman y Stankorb a quienes se les otorga la autoría del término xennial- la marca de la tradición de la generación anterior y la novedad de la generación que nos sigue: «Somos esa pausa tranquila entre el Gen X de la noche oscura y el Millennial, soleado y todavía optimista. Nacimos al amanecer» (Stankorb, 2014). En la generación previa, en la X, todavía los mandatos nos acompañan enseñándonos a que «lo normal» es casarse y tener hijos. Nuestra microgeneración bisagra tiene aún este pensamiento, pero también se plantea la posibilidad de limitar sus necesidades afectivas para con los hijos y no tenerlos, sobre todo, en el caso de las protagonistas con hijos, Cynthia y Sandra.

Iniciando el documental, y con el primer videodiario de Sandra, podemos ver cómo ella es interrumpida por su hija, quien entra a su cuarto sin previo aviso. Sandra tiene un dormitorio para ella, sin embargo, al estar conectada al dormitorio de su hija por un baño, su ingreso puede ser en cualquier momento. Ella le explica que me está grabando un video y si le puede «dar cinco» para acabarla. Esto es un típico ejemplo de la invasión que hacemos los hijos del espacio de nuestras madres desde que estamos muy pequeños. Incluso podemos verlo en la hija adolescente de Sandra. El ceder el espacio y el tiempo para ellos es un hecho. Como cuando debe acompañarla a sus actividades de esparcimiento dedicándole un día entero. En su caso se refuerza con el hecho de que es divorciada y es quien vive con su hija y la mantiene.

Cynthia, por su lado, que acaba de ser mamá por primera vez, nos cuenta como se sentía «añosa» al estar embarazada por primera vez a sus 37 años. Aunque escuchó muchas voces que le decían que estaba en la edad perfecta, sobre todo el ambiente familiar más tradicional la hacían sentir que estaba en el límite para pensar en ser madre. Sin contar con «las muchas responsabilidades de golpe» que surgen y la angustia de no poder cumplirlas como es debido. «No hay situación ideal, ni aunque me den toda la plata y todo el tiempo», explica Cynthia en esta nueva etapa que le ha tocado vivir y compartir en pareja. Ella explica como a las seis de la tarde ya no tiene energías para salir o hacer alguna actividad con él, quien a la misma hora llega de trabajar. «Una relación necesita oxigenarse de tiempo y darle más enfoque a la relación», explica. «Yo demando mucho de él y puedo retribuirle muy poco».

También ocurre en el caso de quien no tiene hijos -en este caso Mona-, que tienen una mascota, una cachorrita. Esta de alguna manera suple esa necesidad de vivir su maternidad por el momento. Mona perdió a su mascota anterior en el año previo al documental, meses después de separarse de su anterior pareja, lo que fue un punto de quiebre y simbólico que le significa pasar una página más en su vida y cerrar el ciclo. Lo interesante en su caso es que, durante el proceso del documental, su nueva pareja le regaló a su nueva mascota, lo que la llenó nuevamente de emoción y entusiasmo en este periodo de su vida. La presencia de la mascota es fundamental, pues la mantiene alerta y vital, y parte de su tiempo se lo dedica indefectiblemente a ella. La alimenta, cuida de su salud y de sus necesidades y le dedica parte de su tiempo libre como si fuese sus propia hija o, peor aún, como dice Mona, «porque cuando tienes a alguien que depende de ti al 100% no te puedes caer, es como un hijo o peor, porque un hijo crece y al final es más independiente, pero un perrito siempre depende de ti». Vemos a Mona y a su pareja en el proceso de cuidado de la mascota, que por ahora suple al posible hijo biológico que alguna de las dos podría eventualmente gestar.

3. La referencia de cómo «ser mujer» en la actualidad: la madre

Todas en algún momento del documental hacen referencia a su madre, sea como ejemplo a seguir o como parte de una relación emocional conflictiva y que en definitiva las ha marcado. Cynthia, por ejemplo, nos cuenta a propósito de su nivel de convivencia casi exclusivo con su madre una vez que se separa de su padre, y de cómo ella sentía que tenía que protegerla de lo que le ocurría en su día a día: «Ella se reconstruyó no sé cómo porque yo no podía ayudarla en su tema emocional, es triste, porque estábamos tristes las dos [pausa larga acompañada por un breve desahogo]. Nos dimos cuenta de que éramos las únicas incondicionales». Años más tarde, cuando Cynthia parte a Cusco a desarrollar el proyecto empresarial de su padre y busca retornar a Lima, vuelve al hogar materno luego de años de haber vivido sola en Cusco y haber sido independiente. Esto también causó un conflicto con ella, puesto que ahora tenía que someterse a sus reglas y eso era algo que a ella no terminaba de convencerla. Finalmente, esto se termina cuando decidió mudarse con su actual esposo a convivir con él en su propia casa.

La relación de Sandra con su madre, por ejemplo, difiere en la medida en que su relación con ella nunca ha sido la mejor. Desde muy niña sus recuerdos más profundos son las discusiones de sus padres hasta su separación cuando es adolescente. Sandra muestra esto a través del dibujo en su línea de tiempo, mientras explica cómo se sentían ella y sus hermanos al respecto. Lo que sucede ahí es el abandono de la madre del hogar paterno en una edad difícil para ella. Cuando Sandra queda embarazada de su hija, a sus veinte años, empieza a convivir con su entonces esposo, sale del hogar paterno, pero al poco tiempo de nacer la niña, regresa a su casa en el mismo periodo en que su mamá regresa, luego también de haber terminado una relación. Finalmente, Sandra vive con sus padres, la pareja de su mamá que de vez en cuando viene, y sus hermanos hasta que estos se van de la casa, se casan y hacen sus vidas. Luego, su padre fallece y se quedan en su casa ella, su madre, su hija y sus mascotas. La imagen que lleva Sandra de su madre es ciertamente negativa, y ha sido siempre una carga que lleva para con su nueva relación como madre a su hija, ahora adolescente. Ella es consciente de que es diferente y quiere que así sea; sin embargo, a veces le cuesta mucho lograrlo, pues sus referentes no son los mejores, comenta.

En el caso de Mona, la relación con su madre por ahora es más distante. Durante muchos años de su adolescencia, ella explica que la relación con su madre se distancia a propósito de una mudanza que hacen a una casa propia, luego de haber vivido toda su infancia en una casa con varios miembros de su familia (tíos, primos, etc.). La mudanza le generó a su madre una depresión justo en la adolescencia de Mona, momentos en los que iba afirmando su identidad homosexual y que, sin saberlo en ese momento, necesitaba del acompañamiento de su madre, por ahora distante. Luego en la universidad, y cuando finalmente su madre se entera de sus sentimientos hacia otras mujeres, ocurre un quiebre en su relación que hasta la fecha mantienen. La madre de Mona no comprende lo que su hija siente, por prejuicios, por su forma de pensar, y hasta la actualidad evitan hablar del tema a pesar de que puede saber bien qué sucede en la vida de su hija. Cuenta Mona: «Mi mamá sabe perfectamente que estuve con Violeta [anterior pareja], que tenía una relación con ella, que terminó, que debo haber sufrido, pero se ha mantenido al margen porque para ella es respetar no meterse en mi vida. Sería hablar de eso y nos va a hacer daño».

Esta situación de poca comunicación o comunicación mínima es lo que de alguna forma también la llevó a vivir su ruptura con su anterior relación. No hablar de los problemas que existen, o en su momento decirse lo que piensan, fue lo que de alguna manera terminó de sellar su relación. Cabe resaltar que en un videodiario Mona se muestra en casa de sus padres dedicando su tiempo a cuidar a su madre, quien acababa de ser operada, confirmando así lo que precisa la Encuesta Nacional de uso del tiempo de 2010.

4. El conflicto con la figura paterna

Uno de los momentos que marca la vida de Cynthia es la separación de sus padres. Puesto que sus rutinas cambian, ahora está bajo las reglas de su madre mientras su padre se encuentra ausente. Esto ocurre aún siendo niña, y por ser la menor de los tres hermanos de padre y madre, es la que sufre el abandono más evidente. Sus hermanos mayores ya estaban estudiando fuera de casa o trabajando, o incluso su hermana mayor por criar a su primera hija. Durante años la relación es distante y representa para ella la autoridad, aunque lejana, que pone orden en su vida. Como cuando cuenta la anécdota de que en su último año escolar se encontraba distraída, saliendo mucho y poco enfocada en sus estudios, hasta que una frase de su padre le cambia el panorama al sugerirle que vaya a estudiar a una universidad en Cusco de mala reputación. «La persona que respetamos es la que sigue los horarios», afirma Levine en el documental Ladrones de tiempo (Dannoritser, 2018). Esto tiene que ver con la relación de que aprovechar el tiempo adecuadamente es sinónimo de progreso y de una economía activa (Levine, 2006), es decir, de cumplir con el mandato capital, en este caso simbolizado a través del padre. A partir de entonces, Cynthia cambia sus rutinas: se levanta temprano a estudiar y finalmente ingresa a la Universidad en Lima, buscando no defraudar a sus padres. Más adelante y en medio de un descontento profesional, su propio padre a quien tanto admira ella, le propone, junto con su hermano, ser socios de un negocio familiar inmobiliario. Sin embargo, esta decisión conlleva mudarse a Cusco nuevamente, separarse de su pareja, de su madre y de sus amistades.

En el caso de Sandra, por ejemplo, la relación que mantiene con su padre a lo largo de los años es diferente, en la medida en que fue él quien se quedó a cargo de sus hijos cuando se separó de la madre. Los recuerdos que tiene Sandra de su padre son bastante gratos, sobre todo de su niñez y adolescencia, e incluso cuando nace su hija y este la ayuda con ella haciéndole una terapia del lenguaje y apoyándola en lo que necesitaba. La muerte de su padre marcó un cambio rotundo en su vida y en su forma de pensarla y acrecentó un tema de salud relacionado a ataques de pánico que la llevó a deprimirse fuertemente en los años siguientes a su muerte. La imagen que tiene de su padre, engreidor y sobreprotector con ella, es la que inconscientemente la lleva en un inicio a comprometerse en matrimonio con alguien mayor que ella, y luego de su divorcio siempre buscará emparejarse con algún hombre que supla un poco esta figura, aún más luego de su muerte. Sandra confiesa hacia el final del documental que últimamente recuerda mucho a su padre, pues se siente melancólica por el tratamiento hormonal que está recibiendo para recuperar su fertilidad en miras de formar una familia con su nueva pareja.

«Algunas personas esperar sufrir una enfermedad o una tragedia personal para acceder a otra percepción del tiempo» (Cayol, 2018, p. 25) al igual que Sandra a partir del fallecimiento de su padre o a Cynthia cuando sus padres se separan. A Mona le ocurre algo similar a propósito de su separación. El cambio de sus tiempos y sus rutinas, así como su percepción de la vida y del tiempo cambia para siempre. A Mona, la separación de su pareja le afecta más aún, puesto que su imagen de familia cohesionada -como lo son sus propios padres- es su referente desde siempre, aun con altibajos, por tanto, se tiene el deber de mantener intacta por el bien de la institución familiar a pesar de lo problemas, algo que finalmente no lograría superar.

5. La relación con la ciudad y la necesidad de movilidad hacia fuera

Se dio la oportunidad de observar a las protagonistas en su faceta viajera. El envío de sus videodiarios se daba en el momento exacto de estar fuera de sus hogares, puntualmente fuera de la ciudad de Lima. Esto pone en evidencia su necesidad de cortar con la rutina: sea que viajen por tema laboral o no, lo disfrutan todas por igual. En el caso de Sandra, al ir a visitar a su novio y simplemente descansar del trajín diario, lo que se traduce en darse un tiempo para sí misma. En el de Cynthia, de aprovechar un tema familiar para romper con la rutina diaria y disfrutar del tiempo con su esposo e hijo. Y finalmente en el de Mona, quien, a pesar de viajar por trabajo como lo ha hecho en los últimos años, se toma un tiempo para sí misma para conocer y disfrutar del viaje, pero sobre todo, para romper con su rutina tan abrumadora y, por qué no, con las relaciones interpersonales que lleva al menos de manera momentánea.

Un tema importante a resaltar es la relación de la ciudad con la directora y cómo se le ve circulando por esta durante todo el documental, siempre dentro del auto. Ella afirma que ahí se siente protegida, pues siente que la ciudad la absorbe y que es peligrosa, no se siente segura. Esta sensación se hace evidente en varios momentos del documental. En el tiempo de las realizadoras, cuando se busca dejarlas en zonas seguras o en sus propias casas luego de una larga jornada ya sea de grabación o de edición, ciertamente en un afán sobreprotector, por la precisa razón de que ella misma no se siente protegida en la ciudad y no quiere eso para quienes la rodean.

También Cynthia nos cuenta de cuando tuvo que dejar Lima para enrumbarse al trabajo en Cusco, en su nuevo negocio familiar. Eso en definitiva marcó un giro en sus tiempos, de pasar de vivir con su madre a vivir sola, en su ciudad natal, pero independiente, y lo más importante, a separarse de su pareja. El nuevo trabajo absorbía su tiempo desde muy temprano hasta muy tarde, afectando directamente su relación hasta el punto de separarse por unos años. Sin embargo, la necesidad de volver a la ciudad que le gustaba y en donde sentía tenía todas las oportunidades de desarrollarse, incluso en otros ámbitos profesionales, la llevó a tomar la decisión de regresar a Lima. Como ella lo explica: «Tenía la idea de que venirme porque la relación era un poco superficial no lo sentía así [de] venir por [un] logro personal, que era mi idea». Esto refleja la presión que ella misma se exigía de sobreponer sus intereses de manera objetiva a dejarse llevar por sus emociones y hacer un cambio solo por ver de retomar la relación. Finalmente, vemos a Cynthia interactuando con la ciudad al salir a pie a buscar el alimento para su familia al mercado semanal. El único tiempo en la semana que tiene para ella misma en solitario y fuera de su hogar, que debe ser breve porque el bebé reclama su presencia. Es un momento que ella valora mucho ahora que pasa gran parte de su tiempo en su casa trabajando y a cargo o supervisando el cuidado del bebé.

También vemos esta interacción en el documental que les ocurre a Sandra y a Mona cuando buscan movilizarse a sus trabajos. En el caso de Sandra, las distancias son largas y debe primero acompañar a su hija al colegio. En el caso de Mona, aunque a veces va en bicicleta al trabajo desde que vive cerca, otras veces prefiere compartir un taxi, que le resulta más económico.

6. La violencia de género en el ámbito privado como puntos de quiebre

En el caso de Mona, la violencia es expresada en ser víctima de abuso sexual siendo niña por un primo con quien vivía. Mona nunca le contó a su madre de este evento hasta ser adulta y luego de haberlo procesado. En este caso me tocó a mí recibir esa historia por primera vez cuando aún ambas éramos adolescentes, lo que definitivamente marcó nuestra amistad. Siendo típicos estos eventos violentos en el seno familiar de muchas mujeres26, el temor a contarlos, a revelarlos incluso a la propia madre, acarrea una gran carga de miedo y de sumisión ante estos hechos, a veces inconsciente, a veces muy presente. La violencia ejercida sobre sus cuerpos afecta su autoestima y las vulnera al punto de callar. Quizá por eso la necesidad a esta edad de compartir lo que viven y lo que sienten forme parte de un proceso terapéutico positivo y necesario.

Finalmente, en el caso de Sandra, la violencia fue ejercida en dos momentos. En primer lugar, con sus padres cuando era niña, lo que vio de los enfrentamientos entre ellos y cómo esto marca sus relaciones interpersonales y sobre todo sentimentales. Y la segunda, durante su matrimonio, siendo aún muy joven, cuando fue afectada por la violencia psicológica. La desmoralizó, le bajó la autoestima al punto siempre de querer salir de ese nuevo hogar que había formado y terminó llevándola de regreso a su hogar paterno, a pesar de lo que eso conllevaba.

7. La gestión de la intimidad: necesidad de compartir, de comunicación y de dejar huella

Sobre todo, lo vemos en la fase 3 cuando las mujeres de este estudio nos comparten sus videodiarios. La gran mayoría de ellas disfrutaba de compartir sus videos conmigo, pues me decían que eran una suerte de recuento y evaluación de lo que hicieron con sus vidas y con su tiempo. Incluso al término de esta fase extrañaron seguir enviándome sus videos para compartir lo que les pasaba. Comenta Marti al respecto, «la palabra debe ser escuchada con la misma actitud de seriedad que es pronunciada» (1983, p. 120) cuando explica sobre esta relación «yo» con «tú» como segundo momento del concepto de intimidad. Era una forma de establecer comunicación conmigo, pero ciertamente con ellas mismas. En muchos de los videodiarios, me van mostrando lugares y momentos diferentes, no solo cuando «les alcanzaba el tiempo» en algún momento de la noche en sus casas, sino ya durante sus rutinas laborales o en sus viajes. Eran, además, momentos en los cuales ellas mismas reflexionaban sobre lo que pensaban, sobre sus tiempos y sobre cómo se sentían al respecto. Hablaban de la edad que tienen, de que se sienten mayores, de que se cansan más físicamente, pero también de sus sueños al futuro, de lo que les gustaría hacer ellas solas y de sus deseos.

Esta misma necesidad es la que se evidencia conmigo cuando hacia el final de documental comparto lo que estoy sintiendo en este momento de mi vida y cómo me veo reflejada en lo que ellas dicen. Es mi intimidad con los espectadores del documental -es decir, el tercer momento del concepto de intimidad «yo» con los «otros» (Marti, 1983) y mi propia necesidad de compartir en algunos aspectos, como el profesional, familiar, o en los ideales de más jóvenes, y de asumirnos como parte de esta microgeneración, con nuestros treinta y tantos a cuestas, casi a la mitad de nuestras vidas, como afirmo al principio de este texto, y de compartir nuestros temores y logros y buscar un respaldo inconsciente.

En todos los casos coincide -y me pasó con las ocho mujeres amigas mías participantes del documental- que mi presencia en sus vidas coincide con momentos de cambios fuertes, de toma de decisiones, en donde podría yo estar involucrada y me convertía en parte importante de sus historias, a veces provocándolas sin intención o coincidiendo mi presencia en momentos claves de sus propias vidas y que hacía que nuestra amistad se vuelva un símbolo de esos cambios. Eso me motivó mucho a continuar con el documental cuando escuchaba sus historias de vida o hacían sus líneas de tiempo. A veces muy agotada con el proceso del documental o con mi propio proceso introspectivo, esos impulsos me motivaban a terminar, al menos las primeras fases, con las ocho. Finalmente, el resultado es esta huella que dejamos juntas en este proceso colaborativo, no solo mío con las ocho chicas sino sobre todo con el equipo realizador, mi asesora y todos aquellos que aportaron con ideas y me motivaron a no detenerme.

8. Presencia de lo masculino en la construcción de sus temporalidades

Si bien la presencia en todo el documental es fundamentalmente femenina, tanto de las protagonistas como del equipo de realizadoras que está detrás, se puede apreciar una presencia masculina muy sutil, comenzando por Cynthia, que dedica una buena secuencia del documental a conversar sobre la relación con su esposo y cómo esta ha ido transformándose en el tiempo a propósito de diversos cambios en su vida. Visualmente, esta presencia se da en contraluz, o con parte del cuerpo recortado por la imagen, sin quitar por ello la importancia que amerita para la organización de su tiempo desde el inicio de su relación. Incluso en algún momento interactúan cuando él le ofrece algo de beber mientras ella está siendo entrevistada. De la misma manera con la presencia de su bebé varón y de cómo, de un tiempo a esta parte, absorbe gran parte de sus energías y que se muestra presente en el documental y que, incluso, se evidencia cuando la grabación tiene que detenerse para que pueda atenderlo.

En el caso de Sandra, de igual manera hay una presencia sutil de la nueva pareja en el teléfono y de espaldas a cámara en uno de sus viajes al extranjero cuando va a visitarlo. Aunque no es explícita, durante una buena secuencia del documental ella se dedica a explicar sus planes con él y cómo ha cambiado su percepción de sí misma y de sus prioridades en la vida desde que actúa en pareja «full planes», como especifica, y con mucho entusiasmo por lograr concretar una de sus metas en la vida: formar una familia estable.

En el caso de Mona, si bien la pareja no es un varón, ella afirma parte de su sexualidad al sentirse «cómoda» con sutilezas como la vestimenta o detalles externos de su imagen que son atribuidos más a los varones. Esta sensación la empodera, la afirma con respecto a ella misma y a su pareja, aunque en ningún momento hace referencia a un carácter sexual. Es la única que interactúa en un medio de transporte público, como es el taxi colectivo con varones dentro de un auto, con mucha naturalidad y seguridad.

Finalmente, la directora también interactúa con quien es su esposo durante el proceso de montaje con la editora. Aunque la presencia de este nuevamente se encuentra fuera del encuadre, conversa con ella al igual que Cynthia con su cónyuge, lo que evidencia una relación cómplice a propósito de la narrativa del documental.

9. La amistad como respaldo intrageneracional en mujeres coetáneas

El concepto intrageneracional no se encuentra muy comentado, puesto que lo usual es que se hable de relaciones intergeneracionales en los estudios de caso como este. Sin embargo, en el documental se pone en evidencia la relación entre estas mujeres y la amistad que las une con la directora, cada una a su estilo e incluso con humor o con mucho sentimiento. Las tres protagonistas mencionan como parte de su línea de tiempo de vida el momento en que se relacionan con la directora, pero sobre todo, afirman lo importante de una amistad íntima y sólida en diversos momentos de su vida. Este tipo de amistad resulta ser un respaldo mutuo, alguien de su misma edad que comprende por lo que pasan, lo que sienten y aunque no lo fuese, está presente. «Estar presente es difícil», afirma Cayol (2018, p. 39) al referirse a lo complicado que es ofrecer tiempo a otros, a los demás, por encima de nuestras propias rutinas y espacios. Sentarse a conversar, escuchar, compartir, en un contexto cada vez más interconectado virtualmente y que, a pesar de las distancias cortas, nos aleja a veces mucho más, incluso estando cerca físicamente.

Es interesante observar cómo las redes sociales entre coetáneas pueden ser tan o más importantes en determinados momentos de la vida para sobrellevar, por ejemplo, situaciones complicadas, tristes o que causen temor. Así también, el compartir momentos de felicidad que respalden estas emociones y que con la distancia y los años sean apreciados como momentos en que también la percepción del tiempo cambia y se renueva. Ser conscientes, además, de que, en este momento de sus vidas, al encontrarse «a mitad de camino» de lo que sería una expectativa de vida común en nuestro país, el respaldo es aún más importante que cuando eran más jóvenes, ahora que son adultas y experimentan nuevos desafíos. Quizás resultaría interesante resaltar estas relaciones en comparación a otras generaciones previas a las xennials y cómo era la relación de amistad de la generación X o de los baby boomers. Esto a propósito de cómo las xennials son la primera microgeneración que ha convivido ya desde su adolescencia con la tecnología, que facilita esta comunicación. El uso de las redes sociales, los correos y mensajería instantánea es algo que quienes nos preceden no han podido experimentar con sus amistades. Nosotras nos hemos comunicado en nuestra infancia e inicios de la adolescencia solo a través de teléfonos fijos, en nuestra juventud temprana con el correo electrónico, y en nuestra adultez con el chat, a diferencia de quienes nos suceden que han tenido todas estas opciones juntas y en simultáneo.

Finalmente, considero importante poner en vitrina a este grupo de mujeres que finalmente pueden ser reflejo de otras coetáneas y que pueden ayudar a entenderse mejor a sí mismas. O quienes más jóvenes las vean, se muestren como una posibilidad de ser y hacer y de lo que les espera más adelante. Es importante que las mujeres sean vistas, escuchadas y entendidas por otras mujeres, pero también por otros hombres, quizá más acostumbrados a ver siempre los mismos referentes en los medios de comunicación. Considero que ese es otro gran aporte del género documental, y por supuesto, de la etnografía documental.

CONCLUSIONES

- Existen tres dimensiones que el documental plantea sobre los retratos hechos a las tres mujeres: el ámbito laboral o público -el trabajo-, el ámbito privado o familiar -su vivienda- y la vida afectiva -las emociones-, yendo de lo más externo que las afecta hasta lo más íntimo y que define su percepción o su estimación, como diría Gell, del tiempo que transcurre y que ha transcurrido (2001, p. 4) y que efectivamente se debe a cómo experimentan su entorno. Si bien este es un proceso íntimo y usualmente no consciente, determinará sus comportamientos, creencias, rituales, e incluso sus valores. En cada una de estas dimensiones que ellas cuentan o muestran en sus historias se evidencian también sus relaciones interpersonales con sus parejas, con sus hijos y con sus mascotas. Los espacios externos a los que incluso la directora se enfrenta son espacios de paso, de tránsito o de liberación vinculado con los viajes y el goce (fases 3, 4 y 5). Los espacios internos más bien son aquellos donde reflexionan, se desahogan, piensan en sí mismas y se cuestionan (fases 1, 2 y 3). Aquel momento más introspectivo de cada una, donde sus emociones se reflejan de manera más clara, será justamente en la ya mencionada fase 3 con los videodiarios. Se ha puesto en evidencia cómo ellas mismas han aprovechado ese espacio para compartir precisamente ese ámbito más íntimo de la forma más natural posible y cómo este gesto les fue incluso útil. Esto las determina como mujeres, xennials, de esta ciudad y de este sector socioeconómico, y cómo en este momento de sus vidas perciben el tiempo.

- Hay algunas reflexiones que vale la pena mencionar a modo de conceptos, que se repiten en todas y que bien podrían de alguna manera caracterizarlas como grupo a pesar de sus diferencias. Por un lado, la presencia de un tiempo omnipresente a todas ellas, como un elemento medible que las acelera, las acorta en la mayoría de los casos ligadas sobre todo a lo laboral y al sistema económico social al que pertenecen, y que en momentos puntuales quieren «congelar», y detener el tiempo sobre todo para el disfrute de lo más íntimo. En segundo lugar, existe una relatividad sobre el tiempo y la percepción que tiene cada una con respecto al pasado, al presente y al futuro. Finalmente, todos son ciclos en donde muchas características se repiten, e incluso ellas esperan que se den de determinada manera. Esta idea va de la mano con el esquema o diagrama de Husserl sobre el modelo de ciclo perceptual comentado por Gell y que resulta ser muy similar al de Neisser (2001, p. 230):

Pasado (memoria) → Presente (percepción) → Futuro (proyección)

La realización de la fase 2 con cada una de las participantes, incluso con las ocho mujeres, ayuda a ellas mismas a comprender su presente y mirar al futuro con mucha esperanza, habiendo hecho una evaluación de todo lo vivido y de haber podido, sobre todo, superar lo negativo en sus vidas. En ese sentido, la memoria será fundamental como factor interno para la percepción del tiempo presente (influida por los factores externos) y de su proyección futura, aunque este futuro esté cargado de un factor importante como lo es la ansiedad en la vida de todas. Si bien en el pasado no era tan evidente, su ritmo de vida actual, cargado de estrés, intensifica estos cuadros de salud, tal como mencionan Han (2010), Wajcman (2017) y Cayol (2018) cuando explican que, este mundo moderno donde debería disfrutarse más del tiempo libre y del apoyo de las tecnologías, lo único que se está logrando es autoexplotarse, luchando contra el tiempo como si este fuese una enfermedad común a todos.

- Finalmente, en su presente como mujeres de esta ciudad, quienes destinan su tiempo al cuidado de otros y a actividades domésticas, además de otras actividades vincula- das sobre todo con lo laboral, se encuentran luchando contra esta pobreza de tiempo propia de nuestro género y en nuestro país, tal como indican las encuestas (INEI, 2010). En esta lucha están en búsqueda además de un auto reconocimiento y consciencia de sí mismas, al estar en un momento de toma de decisiones importantes para el futuro, que de alguna manera determinarán está segunda parte de sus vidas que está por empezar. Una lucha que, además, se ve reflejada en los medios de comunicación de un tiempo a esta parte y en el ámbito político, que da un nuevo valor a la presencia de la mujer en esta nueva ola feminista que se vive alrededor del mundo. Películas, series televisivas, obras teatrales, todas hechas por mujeres sobre historias de mujeres y muchas de ellas de esta generación27. Un futuro al que, si bien le auguran esperanza y fe, como precisan al final del documental, es finalmente incierto y no solo dependerá de ellas solas y sus decisiones, sino de todo aquello que las rodea y que se convierte en su entorno sobre el cual, en conjunto, con su subjetividad y sus propias reflexiones, les darán su propia percepción del tiempo hoy y siempre.

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1Más información en el Instituto Nacional de Estadística e Informática: https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1444/libro.pdf

2Más información en: Estudio del Fondo para la igualdad de género de la ONU: http://cisepa.pucp.edu.pe/wp-content/uploads/2015/11/El-impacto-del-uso-del-tiempo-de-las-mujeres-en-el-Per%C3%BA-Un-recurso-escaso-y-poco- valorado-en-la-econom%C3%ADa-nacional.pdf

3Xennial: término usado para describir a las personas nacidas entre 1977 y 1983. Una microgeneración puente entre la Generación X y los Millenials y precisado por primera vez por Sarah Stankorb, periodista estadounidense, en su artículo https://www.good.is/articles/generation-xennials en el año 2014 y precisado por Dan Woodman, sociólogo australiano de la Universidad de Melbourne en 2017 en una entrevista en https://www.mamamia.com.au/xennial-generation/

4More information at the National Institute of Statistics and Informatics: https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1444/libro.pdf

5More information at: UN Fund for Gender Equality Study http://cisepa.pucp.edu.pe/wp-content/uploads/2015/11/El-impacto-del-uso-del-tiempo-de-las-mujeres-en-el-Per%C3%BA-Un-recurso-escaso-y-poco- valorado-en-la-econom%C3%ADa-nacional.pdf

6Xennial: term used to describe people born between 1977 and 1983. A micro generation bridge between Generation X and Millennials and specified for the first time by Sarah Stankorb, an American journalist, in her article https://www.good.is/articles/generation-xennials in 2014 and clarified by Dan Woodman, an Australian sociologist at the University of Melbourne in 2017 in an interview at https://www.mamamia.com.au/xennial-generation/

7Basándonos en la expectativa de vida promedio en el país que se encuentra alrededor de los 75 años según los últimos datos del INEI https://www.inei.gob.pe/prensa/noticias/esperanza-de-vida-de-poblacion-peruana-aumento-en-15-anos-en-las-ultimas-cuatro-decadas-8723/ y del Fondo de población de las Naciones Unidad -UNFA- http://www.unfpa.org.pe/infosd/peruencifras.htm y en http://www.unfpa.org.pe/infosd/pdf/p.pdf

8Más información en https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1444/libro.pdf

9Más información en http://cisepa.pucp.edu.pe/wp-content/uploads/2015/11/El-impacto-del-uso-del-tiempo-de-las-mujeres-en-el-Per%C3%BA-Un-recurso-escaso-y-poco-valorado-en-la-econom%C3%ADa-nacional.pdf

10La llamada generación X son los nacidos aproximadamente entre 1960 y 1980, caracterizados por ser responsables, comprometidos, muy consumistas y tradicionales.

11La llamada generación Y o Millenials son los nacidos aproximadamente entre 1980 y 1995, caracterizados por ser creativos, entusiastas, de mente abierta, emprendedores y con baja tolerancia a la frustración y que actualmente forman parte de la gran masa trabajadora en esta parte del mundo.

12Más información en el documental Time Thieves de Cosima Dannoritzer, producido por Carles Brugueras y Marieke van den Bersselaar de Polar Star Films, y Christian Popp de Yuzu Productions.

13Solo en Lima Metropolitana existen ocho universidades públicas —en comparación con las 51 del resto del país—, lo que representa el 15% del total, y 43 privadas de las 92 que hay en total; es decir, el 46%, lo que significa una concentración sin comparación en otras regiones. https://www.sunedu.gob.pe/lista-universidades/

14Estudio sobre el impacto del uso del tiempo de las mujeres en el Perú auspiciado por la ONU Mujeres y el Fondo para la igualdad de género: http://cisepa.pucp.edu.pe/wp-content/uploads/2015/11/El-impacto-del-uso-del-tiempo-de-las-mujeres-en-el-Per%C3%BA-Un-recurso-escaso-y-poco-valorado-en-la-econom%C3%ADa-nacional.pdf

15Ver anexo 1: Cuadro resumen de matriz metodológica basado en las preguntas, temas, técnicas y referentes fílmicos más importantes.

16Ver anexo 2: Ficha de fases correspondiente a los procesos en los que participaron cada una de las mujeres del estudio.

17Ver anexo 3: Preguntas de la entrevista a profundidad.

18Ver anexo 4: Fotografías de personajes con sus líneas de tiempo.

19Ver el anexo 7: Ficha técnica del documental.

20Ver anexo 5: Registro exploratorios en video.

21Ver anexo 6: Otros perfiles de personajes.

22Ver el anexo 8: Escaleta inicial del documental.

23Ver el anexo 9: Trabajo en mesa del montaje del documental.

24Ver el anexo 10: Sinopsis del documental.

25Ver el anexo 11: Fotografía del equipo realizador y protagonistas del documental.

26Según un informe de la ONU del año 2017, las estadísticas afirman que una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido o sufrirá en su vida de violencia sexual.

27La serie canadiense de Netflix Working Moms es un claro ejemplo de esta valoración de la mujer xennial en su día a día.

Anexo 1 - Matriz metodológica

Anexo 2. Ficha de fases

Anexo 3. Preguntas entrevista a profundidad

1. Cuéntame de ti. ¿Cómo te llamas? ¿A qué te dedicas?

2. ¿De dónde eres, dónde naciste, con quiénes vivías?

3. ¿Dónde vives ahora, con quiénes?

4. ¿Existen actividades que sólo hagas tú de forma especial, diferentes de quiénes viven contigo? Detalla tus actividades.

5. Usualmente, ¿cómo pasas tu día de lunes a viernes? ¿Cambia la rutina los fines de semana? ¿Cómo?

6. ¿Qué espacios frecuentas en la ciudad? ¿Cómo llegas a ellos?

7. ¿Con quiénes pasas la mayor parte de tu día?

8. ¿Qué es lo que más te gusta y disfrutas de tu día a día?

9. ¿Qué es lo menos te gusta o te gustaría cambiar?

10. ¿Cómo controlas o mides tu tiempo? ¿Cómo organizas tu día?

11. En los últimos años, ¿tus rutinas han cambiado, desde cuándo y por qué?

12. ¿Cómo eras o te considerabas antes con relación al uso de tu tiempo? Descríbeme situaciones concretas.

13. ¿Quién te enseñó esa forma de organizar tu rutina? ¿Desde cuándo la aplicas?

14. De cuando eras niña, ¿recuerdas quiénes eran tus principales referentes, personas a quienes seguías o admirabas?

15. ¿En qué momento de tu vida crees que te encuentras?

16. Si te pidiera que hicieras una línea o gráfica de tu tiempo de vida, ¿qué momentos destacas?

17. De alguno de estos momentos, ¿algunos que te hayan hecho sentir que el tiempo que vives es diferente a como era antes de ellos?

18. ¿Cómo te ves en unos años: uno, cinco, diez años?

19. ¿Tienes hijos? ¿A qué edad los tuviste? ¿Cómo eras en ese momento?

20. si no, ¿te gustaría tener hijos? ¿Por qué? ¿Cuándo?

21. ¿A qué le temes?

22. ¿Hay algo que te arrepientas de no haber hecho?

23. ¿Hay algo que te arrepientas de haber hecho?

24. Si pudieras cambiar algo de tu pasado, ¿qué sería?

25. ¿Has pensado en la muerte? ¿Cómo? ¿En qué situaciones?

26. Imagina que me vas a presentar a ti misma: si tuvieras que autodefinirte en palabras, ¿qué dirías de ti misma el día de hoy? ¿Y antes, te definías de otra manera, por qué?

27. ¿Quisieras dejar grabadas algunas palabras para la posteridad?

Anexo 4. Fotografías de personajes con sus líneas de tiempo

Sandra R.

Cynthia F.

Mona R.

Jenny C.

Lizbeth T.

Nohelia P.

Sandra F.

Ina P.

Anexo 5. Registros exploratorios en video

Primero me centré en mujeres cercanas a mí y contemporáneas, de alrededor 35 años, de donde pude rescatar algunas rutinas de amigas cercanas a las cuales les hice un breve seguimiento. Sandra F., recién casada, 33 años (en ese momento), sin hijos y trabajadora independiente, sobre quien se trabajó un ejercicio de tipo participativo. Este es su resultado final:

Participativo

https://vimeo.com/183752653

En segundo lugar, Sandra R., divorciada, 34 años (en ese momento), con una hija en secundaria y trabajadora dependiente, sobre quien se trabajó un ejercicio de tipo observacional -sin haber buscado esa intención al inicio pues se pretendía algo más sensorial- y este es su resultado final:

Observacional

https://vimeo.com/195032694

Y finalmente, yo misma, casada hace casi cuatro años, con 34 años (en ese momento), sin hijos y trabajadora independiente, sobre quien trabajé un ejercicio de tipo sensorial basada en mis recorridos en mi auto durante el día a propósito de mi propia rutina. Este es el resultado final:

Sensorial

https://vimeo.com/191835654

Sin embargo, finalmente opté con quedarme con las historias de vida de estas mujeres contemporáneas a mí y con quienes ya tengo un acercamiento previo al tema que me ayudará a transmitir mejor la idea de la percepción del tiempo.

Anexo 6. Otros perfiles de personajes

Jenny C. (38)

Es secretaria ejecutiva y es socia de una empresa de redes y seguridad de la información junto con su exesposo, de quien está separada desde hace dos años luego de una relación de casi veinte años. Vive con sus padres y su mascota en Puente Piedra, donde ha residido siempre, incluso en su época de casada. Hace pocos años empezó a dedicarse a la danza y pertenece a algunos grupos de baile folklórico. Ha empezado a manejar por sí misma un negocio de alquiler de trajes de baile. Está buscando ser mamá por su cuenta.

Lizbeht T. (38)

Es arqueóloga y trabaja en el Museo de Pueblo Libre desde hace aproximadamente quince años. Tiene dos maestrías terminadas: una en Gestión Cultural y otra en Bioarqueología Forense, de las que esperar titularse pronto. Vive con su mamá y sus hermanos en San Martín de Porres. Hace unos meses su padre falleció. Si bien siempre ha vivido en el hogar materno, tuvo unos años de convivencia con su novio en San Miguel, de quien se separó hace unos diez años y con quien seguía manteniendo una relación eventual. Hace poco se enteró de que él será papá con una novia que tiene.

Sandra F. (35)

Es ingeniera industrial y trabaja en su propia empresa de joyería artesanal desde hace varios años a partir de un viaje a España que la inspira al salir de la universidad. Vive en Jesús María con su esposo desde hace tres años, que es su pareja desde hace más de diez. Ha vivido sola con su padre antes del matrimonio mientras estudiaba en San Miguel; sin embargo, de niña, y aún estudiando en dicho distrito, vivió con su madre en San Juan de Lurigancho, lo que la hacía transitar por toda la ciudad largas horas. Hace poco empezó a especializarse en una escuela de joyería. Junto con su esposo están buscando hacer crecer la familia pronto.

Nohelia P. (39)

Es comunicadora, de formación periodística, pero siempre relacionada con los proyectos sociales. Ha viajado por todo el Perú gracias a su trabajo, que la ha llevado a comprometerse con la naturaleza y el desarrollo sostenible. Es ciclista activista desde hace algunos años. Vive en Magdalena con su novio desde hace un año. Toda su vida vivió en Los Olivos con sus padres y hermanos, aunque pasó una época viviendo sola o viajando por trabajo. Hace unos años le detectaron un cáncer a la piel que supera con éxito; sin embargo, a partir de ahí sus rutinas cambiaron por completo.

Ina P. (39)

Es profesora de Educación Inicial, con una maestría en dificultades de aprendizaje. Trabaja en una escuela durante las mañanas y también de manera independiente capacitando auxiliares en educación. Vive en Chorrillos con su madre y hermano desde hace unos años, aunque pasó toda su vida en La Victoria. Estos años de nueva residencia son los que ya no vive con su padre, quien falleció al poco tiempo de mudarse. Se dedica a la música como aficionada, tocando varios instrumentos, lo que complementa su labor docente. Está muy comprometida con desarrollar su espiritualidad. Pertenece a un grupo de meditación desde hace casi veinte años.

Anexo 7 - Ficha técnica del documental

El equipo técnico del documental está compuesto por mujeres realizadoras. Esto, por un lado, buscando la empatía de todas con las historias a trabajar, así como la comodidad de las protagonistas, puesto que, sin duda, estaremos de alguna forma invadiendo su vida privada. Somos cuatro mujeres que hemos asumido los cargos principales. Personalmente soy la directora y productora del documental, con un apoyo adicional en esta área. Hay una directora de fotografía y a la vez camarógrafa, así como una sonidista que sobre todo se hará cargo del sonido directo. Finalmente, el equipo se completó con la presencia de la editora, quien junto conmigo se ha encargado de la parte de estructuración del documental. El equipo se compone por:

Paula Chávez López (directora y productora)

Comunicadora audiovisual egresada de la PUCP. Directora de la empresa audiovisual Willay Audio & Video y productora del estudio de diseño y mezcla de sonido cinematográfico Fade Out. Ha colaborado en los últimos quince años en las áreas de sonido directo y posproducción de audio de cortometrajes y largometrajes en cine y video, así como en diversos productos radiales, educativos y documentales, destacando como creadora y guionista de la serie web animada «Luchín González», basada en la historieta de Juan Acevedo del mismo nombre y responsable del proyecto fotográfico social «Buscando… agüita pa’ vivir». Es licenciada en Comunicación Audiovisual por la Pontificia Universidad Católica del Perú, con estudios de Ingeniería de Sonido en el instituto superior Orson Welles, instituciones donde ejerce la docencia en el área de sonido. Actualmente es candidata a magíster en Antropología Visual en la PUCP.

Laura Correa Solis (directora de fotografía y cámara principal)

Comunicadora audiovisual egresada de la PUCP. En los últimos ciclos fue directora de fotografía de varios productos universitarios. Los últimos cinco años se ha dedicado de manera independiente a la realización de fotografía y video para diversas instituciones (Telefónica, UPC, PUCP, etc.) En el año 2014 fundó el colectivo de fotografía Malabrigo junto a Handrez García y Alejandro Olazo, que busca representar con una mirada crítica las diferencias y problemáticas de la sociedad peruana. En 2015 fue fotoperiodista en el diario La República, trabajando diversos temas publicados tanto en la edición impresa, web y el suplemento Domingo. Trabajó como comunicadora en proyectos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo haciendo fotografía y video. Paralelamente ha trabajado en proyectos propios de fotografía y video documental tanto en el Perú como en Brasil y México, con especial interés en temas de identidad, cultura y género.

Andrea Huarancca Sánchez (sonidista y asistente de producción)

Comunicadora audiovisual egresada de la PUCP. Interesada en las áreas de sonido y producción. En sonido, su experiencia se extiende a lo largo de los distintos productos de ficción realizados durante su formación universitaria, destacando el cortometraje ganador del Festival Académico de Cine Universitario de DIRECTV en 2017, El baile de los muñecos. Tiene interés en el documental debido a las distintas miradas en las que este se puede abordar. He participado en la realización de minidocumentales con la intención de explorar y entender realidades desde el criterio observacional, de retrato, e incluso desde un aspecto autobiográfico.

Alessandra Gamarra Stagnaro (editora y script)

Comunicadora audiovisual egresada de la PUCP. Se ha desarrollado como editora de video para instituciones como las Naciones Unidas y como script supervisor en los cortometrajes de ficción. Ha sido guionista del programa web Geekeados y del spot «Ahora me toca a mí», que también dirigió. Este último formó parte de la muestra de spots Enfocando el género, organizada por el MIMP. Ponente del seminario Prácticas y nuevas perspectivas en el cine documental peruano y latinoamericano, organizado por la Maestría de Antropología Visual de la PUCP con su ponencia «Su pérdida y nuestro dolor: conexión de subjetividades en el documental performativo latinoamericano». Miembro del círculo de estudios japoneses Tenjin y de la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África, ALADAA Perú. Sus intereses incluyen los temas de narrativa, género y discursos sociales, así como representación del duelo y subjetividad en el documental.

Anexo 8. Escaleta inicial del documental

Anexo 9. Trabajo en mesa del montaje documental

Anexo 10. Sinopsis del documental

Tres retratos, tres mujeres de diferentes partes de la ciudad de Lima pertenecientes a la generación xennial, quienes a través de sus experiencias nos muestran como perciben el tiempo en la actualidad, analizando sus propias historias de vida. Sus rutinas, combinadas con sus reflexiones cotidianas van construyendo sus propias temporalidades, reconociéndose como mujeres dentro de la sociedad.

Anexo 11. Fotografía del equipo realizador y protagonistas del documental

Anexo 12: Autorizaciones de uso de imagen y audio de protagonistas

Recibido: 15 de Mayo de 2021; Aprobado: 04 de Julio de 2022

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