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Lexis

versión impresa ISSN 0254-9239

Lexis vol.39 no.1 Lima  2015

 

ARTÍCULOS

 

¿Qué tan "amazónicas" son las lenguas kawapana? Contacto con las lenguas centro-andinas y elementos para un área lingüística intermedia*

 

Pilar M. Valenzuela

Chapman University

 

"…las conexiones entre las tierras altas y bajas son longevas, dinámicas, fluctuantes y multidireccionales. Captarlas en toda su complejidad es una tarea que está por hacer en buena cuenta". (Kaulicke 2013: 25).

 


RESUMEN

La familia lingüística kawapana del nororiente peruano está conformada por los idiomas shiwilu y shawi, también conocidos como jebero y chayahuita respectivamente. Por lo común, se suele categorizar a las lenguas kawapana como entidades lingüísticas "amazónicas". No obstante, el presente estudio demuestra que estas comparten semejanzas gramaticales apreciables con las familias centro-andinas quechua y aimara, así como con otros idiomas de las tierras bajas relativamente cercanos. Dicha convergencia sería el resultado de cambios lingüísticos inducidos por el contacto o la difusión indirecta. Además de develar el complejo perfil gramatical de las lenguas kawapana, el presente estudio proporciona evidencia en favor de un área lingüística intermedia entre la Amazonía y los Andes, de la cual los idiomas kawapana formarían parte.

Palabras clave: kawapana/cahuapana, quechua, aimara, contacto lingüístico, área lingüística.

 


ABSTRACT

The kawapana linguistic family of northeastern Peru is formed by shiwilu and shawi languages, also known as Jebero and Chayahuita respectively. Ordinarily, it is usually categorize kawapana languages as "Amazonian" linguistic entities. However, this study shows that they share significant grammatical similarities to the central-andean quechua and aymara families, as well as other languages of the relatively nearby lowlands. This convergence would be the result of linguistic changes induced by contact or indirect dissemination. In addition to unveiling the complex grammatical profile of languages kawapana, this study provides evidence in favor of an intermediate language area between the Amazon and the Andes, of which kawapana languages form part.

Keywords: Kawapana / Cahuapana, Quechua, Aymara, linguistic contact, linguistic area.

 


1. Introducción

1.1. La familia lingüística kawapana

Kawapana es una pequeña familia lingüística autóctona de la Amazonía peruana compuesta (hasta donde sabemos) por apenas dos lenguas, shiwilu y shawi, también conocidas como jebero y chayahuita respectivamente.1 Estas son habladas principalmente en las provincias de Alto Amazonas y Datem del Marañón, en la parte occidental del departamento de Loreto.

Las lenguas shiwilu y shawi no son mutuamente inteligibles, a pesar de que la relación entre ellas es bastante cercana, tal como se demuestra en Valenzuela (2011a). Sobre la base de la comparación de la lista de cien palabras de Swadesh, dicho artículo sostiene que al menos el 65% de los términos del vocabulario básico son cognados. Además, se reconstruye aspectos de la gramática proto-kawapana como pronombres personales, ciertos marcadores argumentales del verbo, sufijos modificadores de la valencia verbal y clasificadores. Complementariamente, mediante la aplicación de un método automatizado basado en similitudes léxicas (Holman et al. 2011) se ha sugerido que el tiempo de separación de las lenguas kawapana sería de unos 1200 años (Valenzuela op. cit.).

Aunque bastante semejantes desde el punto de vista intralingüístico, las lenguas kawapana contrastan drásticamente con respecto al grado de vitalidad que muestran hoy en día. Shiwilu es una lengua críticamente amenazada (Moseley 2010), hablada con fluidez por apenas unos cuantos individuos cuya edad promedio se acerca a los 70 años; ninguno de ellos es monolingüe y todos priorizan el español loretano en la vida cotidiana. Shawi, en cambio, goza de gran vigor: es el medio de comunicación predominante en las comunidades, los niños la adquieren como L1, es usada en la educación primaria junto con el español y es la lengua exclusiva de una porción significativa de los miembros del grupo étnico, especialmente las mujeres (Valenzuela 2010 y 2012). Se ha calculado que la población kawapana alcanzaría los 21,776 individuos, descomponiéndose en 21,424 shawi, 126 shiwilu y 226 shiwilu-shawi (INEI 2007). Los matrimonios mixtos shiwilu-shawi no son comunes. Más aún, entre los shiwilu la identidad shawi se encuentra altamente estigmatizada (Valenzuela 2012: 186-187).

1.2. Ubicación de los pueblos kawapana y contactos interétnicos

El territorio actual y probablemente ancestral de los grupos kawapana se ubica en la llanura amazónica (selva baja) y en la zona intermedia, donde esta se encuentra con el flanco oriental de la Cordillera de los Andes (selva alta) (Rivas Panduro 2003).

Los shiwilu están concentrados en Jeberos, pueblo localizado en el valle del río Aipena, dentro del ángulo formado por los ríos Huallaga y Marañón (distrito de Jeberos, provincia de Alto Amazonas). Fue en esta zona donde los hallara por primera vez el jesuita Lucas de la Cueva, en 1638, guiado por los indios mayna (Valenzuela 2012).2 Asimismo, predomina la población shiwilu en el adyacente caserío de San Antonio de Rumiyacu y algunos asentamientos ubicados a orillas del Aipena y Marañón. Muchas familias han emigrado a otros pueblos de la región como Lagunas (río Huallaga), San Gabriel de Varadero (río Paranapura) y especialmente la capital provincial, Yurimaguas.

Los shawi ocupan un espacio físico diversificado que se extiende sobre unos 10,000 km2 y comprende tanto zonas de llanura como de montañas. En términos de demarcación política, el territorio shawi se ubica en las provincias loretanas de Alto Amazonas y Datem del Marañón, hasta los límites con el departamento de Amazonas por el oeste e incursionando en el departamento de San Martín por el sur. La mayoría de la población shawi vive separada de la sociedad hispano-hablante, repartida en unas 180 comunidades nativas, en las cuencas de los ríos Cahuapanas, Cachiyacu, Paranapura y Sillay. Añadido a esto, un número considerable de familias se ha establecido en los pueblos de San Lorenzo y Lagunas, así como en la ciudad de Yurimaguas. Los shawi son vecinos de los aguaruna y existe al menos una comunidad mixta donde la unión matrimonial entre individuos de estas dos etnias no es inusual (Ochoa 2009: 22).

Al inicio del período histórico los kawapana sostenían contacto con diferentes etnias de la región, entre ellos los desaparecidos mayna (posiblemente se trate de los omurano o un pueblo emparentado con el candoshi actual3), poblaciones jíbaro-parlantes,4 kukama/omagua (base tupí-guaraní), aguano (filiación desconocida, Tessmann 1999[1930]: 151), muniche (filiación desconocida), candoshi (filiación desconocida), chamicuro (arawak) y pueblos de habla pano.5 En lo concerniente al flanco occidental, existe evidencia para afirmar que en el norte de la actual República del Perú y más allá de la frontera ecuatoriana diversos grupos amazónicos mantenían relaciones de intercambio con pueblos andinos e incluso costeños (Taylor 1999: 198-199; Renard-Casevitz, Saignes y Taylor 1988; Santos Granero 1992; Schjellerup 2005; Ochoa 2009; Raymond 1988 en Adelaar con Muysken 2004: 411 y 499; Santos Granero 1985 y 1988: 95-96 en Wise 2011).

1.3. Impacto lingüístico del contacto y posibles áreas lingüísticas

Es imposible establecer con precisión dónde terminan los contrafuertes orientales de los Andes y empieza la llanura amazónica. Como lo señala Adelaar (2008), es de esperar que las lenguas y culturas de los pueblos que ocupan el espacio intermedio exhiban elementos comunes, pertenecientes a ambas zonas. En efecto, la influencia de los idiomas de las tierras altas, especialmente quechua, en los idiomas de las tierras bajas es considerable (Adelaar con Muysken 2004: 499). Se ha notado, por ejemplo, que las lenguas de la familia jíbaro son estructuralmente similares al quechua y aimara; todas ellas son aglutinantes y sufijales, y poseen un sistema de marcación de caso acusativo (Adelaar 2008). Por otro lado, se ha advertido la presencia de rasgos andinos (ausencia de prefijos y alineamiento acusativo) en las lenguas de la familia tucano, también habladas relativamente cerca de los Andes (Dixon y Aikhenvald 1999: 10).

Si bien el contacto entre el quechua y las lenguas amazónicas en las zonas contiguas a los Andes fue una constante desde épocas remotas, es recién durante la Colonia cuando el quechua alcanza una presencia significativa en la Amazonía nor-peruana, al ser introducido como lengua vehicular de las misiones jesuíticas de Maynas. Los misioneros europeos y americanos aprendían esta lengua en Quito o Cuenca para luego usarla e incluso enseñarla compulsivamente en las misiones (Figueroa 1904[1661]: 68-69, Chantre y Herrera 1901: 139, Solís 2003: 60-63 y 81-82, Michael y O’Hagan 2013: 122-126). Con respecto a los pueblos que nos ocupan, vale recalcar que los shiwilu experimentaron el régimen colonial más intensamente que los shawi.6 Un impulso posterior del proceso de quechuización de grupos amazónicos se produjo con el auge gomero, desde finales del siglo XIX hasta las primeras tres décadas del siglo XX (Solis 2003: 63). A pesar de ello, durante la mayor parte del siglo pasado el quechua fue perdiendo terreno en la región ante el inexorable avance del español. Hoy en día, la lengua andina se mantiene vigente especialmente en los departamentos de Loreto y San Martín. La influencia quechua también se manifiesta en el español peruano amazónico, tanto en el dominio léxico como en el gramatical (Ramírez 2003).

En lo tocante a las áreas lingüísticas sudamericanas, Adelaar (2008: 23) alude a una cierta tradición imperante entre los especialistas de referirse a "lenguas amazónicas" y "lenguas andinas", dando por sentada la existencia de dos tipos lingüísticos distintos que corresponderían a dichas denominaciones. En efecto, Dixon y Aikhenvald (1999) vislumbran dos áreas lingüísticas, amazónica y andina, a las que asocian un conjunto de tendencias gramaticales a partir de las cuales sería posible diferenciarlas. Nótese que la categoría "lenguas andinas" de Dixon y Aikhenvald se restringe a las lenguas de los Andes centrales, quechua y aimara. Así pues, esta no coincide con la categoría homónima de Adelaar (2008) que engloba además las lenguas habladas al norte, incluyendo las pertenecientes a la familia chibcha, así como las lenguas habladas al sur, incluyendo las del Cono Sur de Sudamérica. Es a partir de la diversidad lingüística de esta extensa región que Adelaar cuestiona la existencia de un área lingüística andina. Dicho autor también llama la atención hacia el hecho de que la mayoría de propiedades atribuidas a las lenguas andinas constituyen rasgos negativos: "Andean languages are predominantly suffixing case-marking languages, which have no prosodic nasality, no tone, no complex vowel systems, no nominal classifier systems (other than numeral), no gender (except for two language families), no stative-active systems and no well-developed ergativity (except in one language family and in one language)" (2004: 31).

Michael (2011) proporciona evidencia de carácter fonológico para postular la existencia de dos áreas lingüísticas en Sudamérica correspondientes a las tierras altas y las tierras bajas (high and low phonological areality in South America). En el espacio de transición entre estas dos regiones, dicho autor constata la convergencia de las lenguas de las tierras bajas hacia aquellas de las tierras altas, especialmente allí donde existen grandes ríos que conectan el altiplano andino con los llanos adyacentes. Por lo tanto, ciertos rasgos fonológicos parecen difundirse, siguiendo el curso de los ríos, desde las lenguas de las tierras altas hacia las lenguas de las tierras bajas.

Por último, a partir del análisis de similitudes fonológicas,7 Wise (2011) propone un área lingüística intermedia entre los Andes y la Amazonía compuesta por las siguientes entidades lingüísticas: amuesha (arawak), chamicuro (arawak), candoshi (de filiación desconocida), cholón (relacionada con hibito), muniche (de filiación desconocida), quechua y jíbaro. Crucialmente, la propuesta de Wise no incluye las lenguas kawapana.

1.4. Objetivos

El presente estudio tiene por objeto contribuir a delinear el perfil gramatical de los idiomas kawapana y aportar a la discusión acerca de las áreas y sub-áreas lingüísticas en esta parte de Sudamérica. Con tal fin, examinamos un conjunto de rasgos gramaticales kawapana que no constituyen tendencias pan-amazónicas y que, por ende, pudieran haberse desarrollado a partir del contacto lingüístico o la difusión indirecta. Para ello establecemos una distinción entre "rasgos centro-andinos", es decir, aquellos compartidos por quechua y aimara, y "rasgos no centro-andinos", o características presentes en otras lenguas de la selva baja, la selva alta o incluso el norte de Colombia. Como veremos más adelante, a partir del análisis de los rasgos centro-andinos obtendremos evidencia en favor de la hipótesis de un área lingüística intermedia entre la Amazonía y los Andes, de la cual los idiomas kawapana formarían parte (cf. Wise 2011).

Este trabajo tiene un carácter hasta cierto punto provisional dado el limitado conocimiento que aún se tiene de algunas entidades lingüísticas y el estado actual de la lingüística areal de esta parte de Sudamérica. Así, por ejemplo, es posible que estudios posteriores demuestren que un rasgo que adscribimos a cierta región según la información actualmente disponible presente en realidad una distribución distinta.

1.5. Rasgos amazónicos de las lenguas kawapana

Como se mencionó arriba, el presente trabajo se enfoca en propiedades de las lenguas kawapana consideradas atípicas en la Amazonía, que podrían haberse desarrollado a partir del contacto con lenguas ajenas a esta región. Pero antes de abordar este tema ofrecemos una lista de rasgos kawapana que coinciden con las tendencias pan-amazónicas y/o que las diferencian del quechua y el aimara (Dixon y Aikhenvald 1999, Adelaar con Muysken 2004, Adelaar 2008 y Michael 20118).

 

 

Luego de enumerar los rasgos "amazónicos" de los idiomas kawapana, dedicamos las siguientes dos secciones al examen de un conjunto de propiedades atestiguadas en shiwilu y shawi que resultan inusuales en dicha región. Agrupamos estas propiedades en dos categorías: aquellas compartidas por las lenguas de las familias quechua y aimara ("rasgos centro-andinos") y aquellas ausentes en quechua y aimara ("rasgos no centro-andinos").

2. Rasgos centro-andinos

2.1. Sistema de referencia de persona inclusivo/exclusivo vigente

El sistema de referencia personal proto-kawapana consta de cuatro personas: primera exclusiva, primera inclusiva, segunda y tercera. Además, distingue dos números, mínimo y aumentado. Este tipo de sistema es conocido como inclusivo/exclusivo o mínimo-aumentado (Cysouw 2003).

A fin de facilitar la comparación con el quechua y el aimara llamaremos a la primera persona inclusiva "cuarta persona". Además, nos referiremos a los números mínimo y aumentado como "singular" y "plural" respectivamente, sin perder de vista que la cuarta persona singular es estrictamente dual y la cuarta persona plural se refiere por lo menos a tres entidades.

Según Cysouw (2011), las lenguas amerindias que establecen la distinción inclusivo/exclusivo en sus pronombres independientes son tan numerosas como aquellas que no obedecen este patrón.

Restringiéndonos al ámbito sudamericano, Adelaar (2008) señala que el sistema inclusivo/exclusivo es característico de las lenguas de las tierras altas, entre ellas quechua y aimara.11 El sistema pronominal proto-aimara propuesto en Cerrón-Palomino (2000: 193) es el siguiente:

[+1, -2]     *naya
[+2, -1]     *huma
[-1, -2]     *upʰa
[+1, +2]    *hiwasa

En la medida en que el proto-aimara no registraba de manera obligatoria la distinción de número, las formas presentadas arriba podían tener una interpretación singular o plural según el contexto. Posteriormente, la mayoría de dialectos desarrolló la distinción de número echando mano de los pluralizadores -naka en el aimara sureño o altiplánico y -kuna (de origen quechua) en el aimara central o tupino (Cerrón-Palomino op. cit.: 193).

El sistema de referencia de persona compartido por los idiomas shiwilu y shawi, y reconstruido para el proto-kawapana, es paralelo al atestiguado en aimara, tal como puede observarse en el Cuadro 2.

 

 

Nótese que los cuatro pronombres singulares kawapana exhiben formas distintas (aunque los correspondientes a la primera, segunda y cuarta personas comparten el mismo segmento inicial, en tanto que aquellos de segunda y cuarta persona son casi idénticos). Para la tercera persona se emplea los demostrativos traducibles como ‘ese, esa, eso’, nana en shiwilu e ina en shawi. Tres de los pronombres plurales (cuarta, segunda y tercera personas) están constituidos por sus correspondientes formas singulares seguidas de un marcador de pluralidad, -wa’ ~ -ma’ en shiwilu y -a’ o el pluralizador de términos de parentesco -pita en shawi (Hart 1988: 259).

Coincidentemente, Wise (2011) observa que, salvo la distinción de género en la tercera persona, el sistema pronominal de las lenguas arawak pre-andinas13 (asháninka, ashéninka, caquinte, matsigenka, nanti y nomatsiguenga) replica el sistema de cuatro personas quechua. Esto es notable ya que la mayoría de lenguas arawak no dispone de la categoría de inclusivo. Los afijos de pluralidad pueden agregarse en ambos grupos de lenguas, aunque a menudo son omitidos. Por otro lado, un sistema de cuatro personas es reconstruible en cholón, aunque la categoría de inclusivo se haya perdido en etapas más tardías. Cholón es un idioma recientemente desaparecido (relacionado al extinto hibito) cuyos hablantes vivían en la zona del río Huallaga adyacente al territorio kawapana. Sus ancestros habrían ocupado la región de Pajatén o Abiseo (316-317).

Más allá de los pronombres libres, el sistema inclusivo/exclusivo se manifiesta en los sufijos posesivos y sufijos co-referenciales del verbo, tanto en kawapana como en el quechua y el aimara. A continuación se presentan los sufijos de persona posesora y persona actora atribuibles al proto-aimara (Cerrón-Palomino 2000: 204, 219):

Como observamos con respecto a los pronombres personales, es probable que el proto-aimara no registrara marcas especiales de plural, ni en los sufijos posesivos ni en las terminaciones verbales (Cerrón-Palomino 2000: 205, 224).

El Cuadro 3 presenta los sufijos posesivos así como los sufijos de sujeto intransitivo del paradigma más frecuente (indicativo, no futuro) tanto en shiwilu como en shawi. Los datos provienen de Valenzuela (2011a, 2011b) y Hart (1988).

 

 

En síntesis, los idiomas kawapana ostentan un sistema de referencia de persona exclusivo/inclusivo vigente y reconstruible para la proto-lengua. Este rasgo también es característico del quechua y el aimara. En los tres grupos de lenguas el sistema de cuatro personas se manifiesta en los pronombres personales independientes, marcadores posesivos y sufijos de sujeto en el verbo (así como en los sufijos que indican sujeto y objeto, como se mostrará en §2.3). Otras lenguas de la zona intermedia que despliegan un sistema exclusivo/inclusivo vigente son las pertenecientes al grupo preandino de la familia arawak. En cholón el sistema en cuestión es reconstruible pero no vigente.

2.2. Sufijos interactivos en el verbo transitivo y alineamiento acusativo

El verbo kawapana indexa obligatoriamente al sujeto de los verbos intransitivos (S), así como al sujeto y objeto de los verbos transitivos (A y O).17 La tercera persona objeto no es expresada morfológicamente o recibe marca cero. Con verbos ditransitivos del tipo ‘dar’ el argumento codificado corresponde al objeto recipiente o dativo y no al paciente (Valenzuela 2011b, Hart 1988: 273, Barraza 2005: 144). En shawi las terminaciones verbales están compuestas por tres sufijos segmentables correspondientes a tiempo-modo, sujeto y objeto, en este orden. El alineamiento es estrictamente acusativo; es decir, S y A son marcados de la misma manera y se ubican inmediatamente después del morfema de tiempo-modo, mientras que O recibe una marca distinta y ocupa la posición subsiguiente al indicador de A.

 

 

Veamos los paradigmas correspondientes al verbo intransitivo ‘trabajar’ y el verbo transitivo ‘golpear’ en shawi. El sufijo sufijo -ra ~ -r corresponde al no-futuro del indicativo.

Shawi: saka-te-‘trabajar’(Hart 1988: 488, siguiendo el análisis en Barraza, 2005)

Shawi: awe- ‘golpear’

En varias lenguas del mundo, los marcadores que codifican la relación de la primera persona singular sujeto actuando sobre la segunda persona singular objeto, 1SG>2SG, exhiben un comportamiento especial. En quechua encontramos formas sincréticas o portmanteau en algunos dialectos, mientras que en otros se marca solo la primera persona sujeto (Adelaar 2009). En shawi, según el análisis de Barraza (2005), se marcaría solo la segunda persona objeto, mientras que el análisis proporcionado en Hart (1988) contempla marcas explícitas de sujeto y objeto. En shiwilu la opción según la cual el sujeto no es explicitado morfológicamente es el único análisis posible (Valenzuela 2011b).

Shawi

En shiwilu, cuando tanto A como O son marcados morfológicamente (es decir, cuando O no es la tercera persona), encontramos sufijos sincréticos que exhiben diferentes grados de fusión e indican, simultáneamente, tiempo-modo así como la interacción de A y O (A>O). El Cuadro 5 presenta los marcadores shiwilu que codifican tiempo no-futuro y modo indicativo. Las personas organizadas verticalmente corresponden a la función de A y las organizadas horizontalmente corresponden a la función de O. Así, la forma -llenma’ indica que la primera/tercera persona singular actúa sobre la segunda persona plural (1SG/3SG>2PL).

 

 

Los marcadores del Cuadro 5 resultan de la combinación de tres morfemas. Debido a los diversos grados de fusión que exhiben, optamos por no analizarlos sincrónicamente. Sin embargo, su moderado estado de gramaticalización permite identificar el orden en el que se presenta la información: tiempo-modo + A + O. Asimismo, es posible postular las formas de los morfemas que entraron en combinación. Por ejemplo, la comparación de los paradigmas del Cuadro 5 y la tercera columna del Cuadro 3 permite aislar el segmento /l/ como indicador de tiempo no-futuro y modo indicativo. Esta consonante lateral se palataliza ante la vocal alta anterior /i/ en los sufijos de S/A y ante las vocales no bajas /i, ɘ/ y parcialmente /u/ en los sufijos de A>O. Comparando verticalmente los marcadores en el Cuadro 5 podemos inferir cuáles habrían sido los morfemas codificadores de O; esta información aparece resaltada en negrita (véase Valenzuela 2011b y, especialmente, Bendor-Samuel 1981). Es interesante notar que cuando A es plural las formas interactivas de A>O son compuestas y relativamente recientes. En cambio, cuando A es singular se observa en las formas fusionadas que solo el participante en función sintáctica de O registra expresión morfológica.

Las lenguas quechua y aimara poseen terminaciones verbales comparables a las consignadas en kawapana, especialmente en shiwilu debido a su menor grado de transparencia en comparación con shawi. En las lenguas centro-andinas estas terminaciones suelen ser llamadas "transiciones" siguiendo la tradición descriptivista de los gramáticos españoles del período colonial (Adelaar 1997, 2009). En Cerrón-Palomino (2000) se las llama formas "interactivas", término que adoptamos aquí. En comparación con el quechua, el aimara posee un sistema verbal de indexación de sujeto y objeto más completo, condensado y opaco; este no recurre a marcadores inversos que revierten la función sintáctica del participante, como propone Adelaar (2009) para el quechua. Dicho autor observa que el sistema de formas interactivas aimara es más antiguo que el quechua y que este segundo grupo de lenguas (así como el puquina) habría desarrollado sus terminaciones verbales tomando como modelo al primero. Así pues, se trataría de la difusión de un patrón gramatical aimara en el quechua. Como en kawapana, con verbos del tipo ‘dar’ el objeto codificado corresponde al recipiente (que suele ser más alto en animacidad) y no al paciente (Adelaar 2008: 29-30).

A continuación ilustramos el sistema quechua mediante los marcadores interactivos del tiempo no marcado o presente del indicativo en la conservadora variedad de Pacaraos, afín al quechua I. Las terminaciones verbales distinguen cuatro personas y los marcadores de persona son independientes de los de número (Adelaar 2009).21

MARCADORES DE SUJETO Y OBJETO EN EL QUECHUA DE PACARAOS (Adelaar 2009)

Marcadores de Sujeto Intransitivo

Terminaciones Interactivas

Al comparar, en los datos proporcionados arriba, las formas de primera persona singular correspondientes a las funciones sintácticas de S, A y O observamos la tendencia acusativa del sistema quechua; es decir, -Vìy para S y A versus -ma para O.22

Tradicionalmente el sistema de referencia quechua no ha sido tratado en términos de una jerarquía y la existencia de una categoría de inverso. No obstante, este análisis permite sostener que "los antiguos hablantes quechua habrían construido su sistema de referencia personal haciendo uso de menos sufijos que el número de las categorías que buscaban expresar" (Adelaar 2009: 176, nuestra traducción). Aunque las lenguas kawapana carecen de un marcador inverso, también echan mano de una estrategia que les permite distinguir varias categorías de manera económica. Esta consiste en indicar únicamente la persona del objeto en la codificación de 1>2 en shawi (Barraza 2005) y de todas las interacciones que involucran sujetos singulares en shiwilu.

A fin de completar la información perteneciente al proto-aimara ofrecemos seguidamente su sistema de sufijos interactivos (Cerrón-Palomino 2000: 224):

En conclusión, la codificación argumental en el verbo que consignan las lenguas kawapana comparte con lo registrado en quechua y aimara las siguientes características: sistema de referencia de persona exclusivo/inclusivo o de cuatro personas vigente, sufijos interactivos de sujeto>objeto y alineamiento exclusivamente acusativo o, mejor dicho, ausencia de alineamiento ergativo. Otra semejanza que tal vez valga la pena señalar es la marcación cero de la tercera persona objeto. El examen del paradigma shiwilu revela que los marcadores que involucran sujetos plurales son compuestos, menos concisos y relativamente recientes, mientras que aquellos correspondientes a sujetos singulares han experimentado mayor fusión y reducción fonológica. Las terminaciones verbales interactivas shawi son todas compuestas (con la salvedad de la correspondiente a 1SG>2SG, que expresa únicamente el objeto), analizables y relativamente recientes; es decir, no han alcanzado el nivel de gramaticalización atestiguado en shiwilu. Tal parece entonces que estamos frente a un caso de difusión de un rasgo gramatical de las lenguas centro-andinas en kawapana.

2.3. División del eje temporal en no-futuro vs. futuro

Cerrón-Palomino (2000: 225-226) sostiene que, al igual que muchas otras lenguas amerindias, el quechua y el aimara (así como el mochica) estructuran el eje temporal en dos dimensiones básicas: no-futuro y futuro. El tiempo no futuro, también llamado neutro o aoristo, subsume eventos correspondientes al momento del habla y al pasado, mientras que el futuro cubre conductas del devenir. 23 El primero está desprovisto de marca y se obtiene simplemente añadiendo al verbo los sufijos de persona actora (o las terminaciones "interactivas", como se verá más abajo). Las lenguas kawapana también dividen el eje temporal en no-futuro versus futuro. En efecto, los predicados verbales marcados por las terminaciones en las dos últimas columnas del cuadro 3 pueden ser traducidos al español empleando tanto formas del presente como del pasado. Por el contrario, para denotar eventos futuros se recurre a un paradigma verbal distinto. Así, por ejemplo, la expresión shiwilu pa’-lek [ir-noFUT.1SG] puede ser interpretada como ‘voy’, ‘fui’ o ‘he ido’. Esta forma se opone a pa’etchek [ir-FUT.1SG] traducible como ‘iré’ o ‘voy a ir’.

2.4. Construcciones posesivas doblemente marcadas

En la construcción posesiva kawapana más frecuente el poseedor precede al poseído, el poseedor ocurre por sí solo y el poseído registra una marca de persona posesora. Como se observa en Dixon y Aikhenvald (1999: 8), se trata de una estructura posesiva muy común en las lenguas de la Amazonía. Veamos un par de ejemplos de los idiomas shiwilu y shawi:

Shiwilu:

Shawi:

En shawi los nombres "independientes" o de posesión alieneable24 requieren un morfema relacionante antes de tomar el sufijo posesivo (ver el ejemplo (18)) (Barraza 2005: 90).

Ahora bien, especialmente cuando el poseedor es pronominal ambas lenguas kawapana disponen de construcciones alternativas. Veamos tres maneras de expresar ‘mi esposo’ en shiwilu:

Los siguientes ejemplos presentan, en contexto, las estructuras posesivas shiwilu en (11)-(13). Estas expresiones fueron obtenidas durante sesiones de elicitación cuya finalidad era estudiar temas gramaticales diversos ajenos a la posesión. Veamos:

En consonancia con los ejemplos shiwilu (11) y (14), Hart (1988: 263) consigna en shawi una construcción consistente en un pronombre marcado por -ken (con los pronombres de 1ra. singular, 1ra. plural y 2da. singular) o -nken (con los demás pronombres) y un segundo elemento que no registra marcador de posesión. El morfema shawi -ken es cognado del genitivo/benefactivo shiwilu =ki:

Ahora bien, en un reciente trabajo sobre la variedad shawi del río Paranapura Rojas Berscia (2013) recoge ejemplos con doble posesivo, equivalentes a las expresiones shiwilu en (13) y (16). (Las glosas han sido levemente modificadas).

En resumen, tanto shiwilu como shawi ostentan una construcción posesiva doblemente marcada, al menos cuando el poseedor es pronominal. Así, el poseedor porta el marcador de caso genitivo/benefactivo (=ki(n) en shiwilu o -ken en shawi) y, concomitantemente, el poseído recibe un sufijo de persona poseedora. Este patrón es análogo a la construcción posesiva típica tanto quechua como aimara, tal como se prueba mediante los siguientes ejemplos:

Quechua sureño

Aimara altiplánico

Recalcamos, no obstante, dos diferencias importantes entre los idiomas kawapana, por un lado, y quechua y aimara, por el otro. En primer lugar, la construcción posesiva doblemente marcada no es obligatoria en kawapana; es más, tampoco se trata de la alternativa más frecuente en estas lenguas.26 En segundo lugar, hasta el momento esta opción solo ha sido registrada cuando el poseedor es pronominal. Es plausible que las construcciones posesivas doblemente marcadas kawapana surgieran a partir del contacto con el quechua. Debemos percatarnos, sin embargo, de que la estructura en cuestión también es observable en el español peruano amazónico, tal como lo ilustra la traducción del ejemplo (16) ofrecida por una colaboradora bilingüe shiwilu-español.

2.5. Fonología

Para el proto-kawapana, Valenzuela (2011a) postula la existencia de 16 proto-fonemas, 4 vocales y 12 consonantes. El sistema vocálico coincide básicamente con el de las lenguas contemporáneas: *i, *ɨ, *u, *a. El Cuadro 6 presenta los proto-fonemas consonánticos.

 

 

La estructura silábica postulada para la proto-lengua es *(C(C)) V(C), viéndose la secuencia consonántica en ataque de sílaba restringida a *kw (como en *kwa ‘yo’). Sin embargo, es posible que al ampliar los datos surjan otras secuencias del tipo Cw.

El sistema tetravocálico proto-kawapana puede ser caracterizado como típicamente amazónico debido, especialmente, a la presencia de la vocal alta/media central no redondeada, bastante frecuente en las lenguas de dicha región (Dixon y Aikhenvald 1999: 8, Michael 2011). Entre los proto-fonemas consonánticos encontramos la oclusiva glotal sorda *ʔ, segmento frecuente en las lenguas amazónicas y a la vez ausente en quechua y aimara (Michael 2011).

Por otra parte, proto-kawapana no consigna oclusivas post-velares, características de las lenguas de los Andes centrales y sureños así como de otras zonas andinas. Tampoco hallamos oclusivas ni africadas glotalizadas, como sí ocurre en los Andes del sur del Perú y de Bolivia, así como en el aimara tupino (sin embargo, las consonantes glotalizadas también las encontramos en ciertas lenguas de las tierras bajas como itonama, piaroa y shiwilu) (Adelaar 2008). Como veremos más adelante, las características adscritas a protokawapana son compartidas por las lenguas kawapana actuales, salvo la presencia de consonantes glotalizadas en shiwilu.

2.5.1. Consonantes /ɲ/ y /ʎ/ en shiwilu

Shiwilu consigna algunas consonantes ausentes en shawi: /ɲ, l, ʎ, ˀr, ð / (Valenzuela 2011a). Crucialmente, las palatales /ɲ/ y /ʎ/ han sido identificadas como rasgos positivos en las lenguas de las tierras altas y rasgos negativos en las lenguas de las tierras bajas (Michael 2011). De igual modo, los idiomas chamicuro y yanesha’, pertenecientes a la familia arawak, presentan una nasal y una lateral palatal ausentes en la proto-lengua y otros idiomas emparentados (Payne 1991: 389, Parker 1991: 18, Adelaar y Muysken 2004: 424).27 Las consonantes /ɲ/ y /ʎ/ también son registradas en cholón (antiguo) (Adelaar y Muysken 2004: 464). Es probable que ciertas lenguas de la zona de transición entre los Andes y la Amazonía desarrollaran los segmentos palatales en cuestión a partir de su contacto con las lenguas centro-andinas, especialmente quechua. Cabe añadir que la antigua lengua de los chachapuya también habría consignado estos segmentos (Taylor 2000: 18-19).

2.5.2. Consonantes glotalizadas en shiwilu

Como se mencionó arriba, las consonantes glotalizadas están presentes en los Andes del sur del Perú y de Bolivia, además del aimara central; sin embargo, estas también se atestiguan en las tierras bajas. A diferencia de proto-kawapana y shawi, shiwilu registra a nivel fonético las consonantes [pʔ, tʔ, kʔ, ʔk, tʃʔ]. Estas ocurren a principio de sílaba precediendo a la vocal /ɘ/.28 Algunos ejemplos tomados de Valenzuela y Gussenhoven (2013) son los siguientes: /ˈpen/ [p͡ Ɂən̪͡ŋ] ‘fuego’, /tek/ [t͡ Ɂək] ‘piel’, /ˈkeʎ.ʎi/ [k͡ Ɂəʎ.ʎi] ‘él/ella trajo’.

2.5.3. Fono-simbolismo de la palatalidad en shiwilu

En cuanto al nivel morfofonémico, existe en shiwilu y shawi un morfema /-ʃa/ con funciones diminutiva, afectiva e intensificadora; este es muy semejante en forma y función al sufijo quechua /-tʃa/. En shiwilu, /-ʃa/ tiende a palatalizar las consonantes alveolares de las bases que lo alojan (Bendor-Samuel 1981: 37). Dicho proceso de asimilación regresiva es opcional y léxicamente selectivo (Valenzuela y Gussenhoven 2013). Obsérvese los siguientes ejemplos:

Tanto /-ʃa/ como la palatalidad suelen ocurrir en los hipocorísticos shiwilu: Pillisha ‘Pilar’, Imicha ~ Imisha ‘Emérita’, Miñiku ‘Meneleo’, Wishiku ‘Vicente’, etc. (Valenzuela et al. 2014).

Adelaar (1977) reporta la existencia de procesos de simbolismo de sonido que involucran la palatalización en expresiones diminutivas y afectivas en el quechua de Tarma, perteneciente al quechua I o quechua central.29 A continuación, ofrecemos algunos ejemplos de esta variedad que ilustran dicho proceso (Adelaar op. cit.: 291-292):

Por su parte, Cerrón-Palomino observa el uso fono-simbólico de la palatalidad en la expresión léxica de lo tierno y delicado en el quechua huanca, variedad cercana a la tarmeña. Esto es especialmente evidente en los hipocorísticos, donde /n, l, s/ se tornan en /ɲ, ʎ, ʃ/. Es más, en el quechua huanca se echa mano de este recurso de manera sistemática al imitar el habla de los niños (c. p., octubre 2013).

Para la lengua shawi Hart (1988: 274) consigna el sufijo /-ʃa/ que traduce como ‘cariñosamente’. Sin embargo, al menos hasta el momento, no se ha descrito un proceso de palatalización comparable al constatado en shiwilu (Barraza 2007; Hart, Hart y Powlison 2008[1976]). Rojas Berscia también asocia el sufijo shawi /-ʃa/ con su correspondiente quechua (2013: 33).

En suma, la fonología proto-kawapana presenta rasgos considerados típicamente amazónicos o característicos de las tierras bajas, especialmente los proto-fonemas *ɨ y *ʔ; en consonancia con esto, los rasgos propios de las tierras altas están ausentes. Sin embargo, la fonología de una de las lenguas hijas, shiwilu, exhibe segmentos consonánticos que apuntan al contacto con lenguas de las tierras altas: las palatales /ɲ, ʎ/ y oclusivas y africada glotalizadas, aunque estas últimas operan a nivel fonético. Recuérdese que en el cuadro 1 se indicó la tendencia de las lenguas amazónicas de contar con una sola consonante líquida, en tanto que el quechua y el aimara presentan tres, /l, ʎ, ɾ/. Con respecto a esto, shiwilu también se acerca a las lenguas centro-andinas pues posee cuatro consonantes líquidas, /l, ʎ, ɾ, ˀr/. Igualmente, hemos mencionado la presencia de /ɲ/ y /ʎ/ en otras lenguas de la zona intermedia, pertenecientes a diferentes familias lingüísticas. Nos referimos a cholón (antiguo), chamicuro y yanesha’. La extinta lengua chachapuya también habría contado con estos dos segmentos.

En el nivel morfofonémico, se atestigua en shiwilu un caso de asimilación regresiva según el cual el morfema diminutivo-afectivo /-ʃa/ tiende a palatalizar las consonantes alveolares de su base.32 Dado que la palatalidad con funciones diminutiva y afectiva está presente en el quechua central, es posible que nos encontremos frente a un rasgo fono-simbólico de tipo areal, como lo sugieren Valenzuela y Gussenhoven (2013).

2.6. Morfemas varios

Esta sección reúne algunos morfemas kawapana que destacan por su semejanza formal con sus (cuasi-)equivalentes funcionales en quechua y/o aimara. Es necesario recalcar que una comparación gramatical exhaustiva excede el ámbito del presente estudio.

2.6.1. El diminutivo/afectivo -sha

Como se trató en §2.5.3, el diminutivo-afectivo shiwilu y shawi, -sha, es muy semejante a su contraparte en quechua sureño, es decir, -cha: wasi ‘casa’ > wasicha ‘casita’. Ahora bien, en aimara el morfema equivalente es -lla: thaki ‘camino > thaki-lla ‘caminito’.

2.6.2. El nominalizador *-na

Valenzuela (2011a: 293) reconstruye para proto-kawapana el sufijo *-na, al cual designa "nominalizador, concretizador, instrumentalizador". Veamos algunos datos de apoyo tomados de la misma fuente:

La autora también nota la coincidencia de este nominalizador kawapana con el concretizador o instrumentalizador quechua -na (Valenzuela, op. cit.). A esto añadimos aquí que el sufijo equivalente en aimara es -ña. Los ejemplos que siguen provienen de Cerrón-Palomino (1994: 100):

2.6.3. Las partículas prohibitivas ama(’) y aner(’)

La partícula prohibitiva shawi, ama’ ~ ama, es casi idéntica a su contraparte quechua, ama, con la diferencia de que en la lengua kawapana esta puede culminar en oclusiva glotal. La construcción prohibitiva shawi requiere simultáneamente de un marcador de negación -we’/-suwe’ (Hart 1988: 281), paralelo al quechua -chu. Observemos la siguiente oración prohibitiva de la lengua shawi:

En shiwilu la partícula prohibitiva es aner(’). El verbo lleva el sufijo negativo -ta (para la segunda persona singular) o -tama’ (para la segunda persona plural). Sin embargo, a diferencia de shawi, el verbo shiwilu requiere adicionalmente del prefijo desiderativo ya-.34 Veamos un ejemplo tomado del Diccionario Shiwilu-Castellano:

El diccionario anónimo colonial shiwilu, probablemente elaborado a principios del siglo XVIII, recoge la oración prohibitiva que ofrecemos a continuación. Nótese que esta contiene la partícula aner y el sufijo verbal negativo -ta, pero carece del prefijo ya-. Por consiguiente, conjeturamos que la inclusión del desiderativo constituye un cambio relativamente reciente en shiwilu (el análisis morfémico de la oración es nuestro):

Mientras que la partícula prohibitiva shawi provendría del quechua, su equivalente shiwilu, aner(’), parece tener un origen distinto. Valenzuela (2011a) demuestra que existe una correspondencia fonológica sistemática entre shiwilu /ɘɾ/ y shawi /i/, siendo la versión shiwilu innovadora en este aspecto. Los ejemplos que siguen involucran nombres y bases verbales:

La correspondencia de los sonidos en cuestión también es observable en préstamos del quechua como los que ofrecemos seguidamente. La /i/ quechua se mantiene como tal en shawi pero cambia a /ɘɾ/ en shiwilu. Esto demuestra el carácter innovador de shiwilu:

La evidencia externa que acabamos de proporcionar nos permite argüir que la partícula prohibitiva aner podría haber presentado la forma ani en proto-shiwilu. Precisamente, esta forma es casi idéntica a la que presenta la partícula negativa/prohibitiva aimara, /hani/.35 El ejemplo que sigue proviene del aimara tupino. Como en kawapana y quechua, el elemento negado requiere de un sufijo concomitante de negación:

2.6.4. El aplicativo *-rapi

Valenzuela (2011a: 291) reconstruye para proto-kawapana el sufijo aplicativo *-rapi, que traduce como ‘dejando’. Este aplicativo es ilustrado en las siguientes oraciones:

En un análisis de las construcciones aplicativas shiwilu, Valenzuela (2014a) demuestra que -lapi puede tener un significado benefactivo o malefactivo. Es más, con ciertos verbos la interpretación afectiva es obligatoria. En el próximo ejemplo -lapi cumple una función benefactiva necesariamente:

Coincidentemente, el aimara altiplánico registra un sufijo verbal benefactivo formalmente idéntico al sufijo proto-kawapana, es decir, -rapi (el marcador de caso benefactivo aimara es -taki).36 Considérese la siguiente oración ilustrativa:

2.6.5. El aplicativo -pa’

Shiwilu posee un aplicativo de forma -pa’ que cumple funciones asistiva, comitativa, y proximativa37 (Valenzuela 2014a). Este morfema es muy similar al sufijo quechua -pa: (quechua I) ~ -pa (quechua II), que también se comporta como aplicativo (Adelaar y Muysken 2004: 229-30). Comparemos los datos proporcionados que siguen. En (36) la sufijación de -pa’ a la raíz intransitiva shiwilu nerku’-‘remar’ resulta en el tema transitivo nerku’-pa’-‘ayudar a remar’. De modo similar, observamos en (37) que el verbo intransitivo quechua ayku-‘reír’ requiere de un objeto tras la sufijación de -pa:

A pesar de que los aplicativos shiwilu y quechua no son semánticamente idénticos, sus funciones son lo suficientemente cercanas para justificar su inclusión en esta sección. Es probable que el sufijo verbal shawi -pa ‘hacer algo en otro lugar’ sea cognado con el aplicativo shiwilu -pa’.

2.6.6. El causativizador asociativo ek- ~ ichi-

Muchas lenguas registran un afijo aumentador de valencia conocido como causativizador asociativo. Este morfema indica que el sujeto promueve el involucramiento del objeto en la acción o evento designado por el predicado y ambos participantes intervienen en dicha acción o evento (Shibatani y Pardeshi 2002). El causativizador asociativo suele provocar interpretaciones comitativa y asistiva. En las lenguas kawapana el morfema correspondiente es ek-en shiwilu (Bendor-Samuel 1981: 96, Valenzuela 2014a) e ichi-en shawi (Hart 1988: 270, Barraza 2005, Rojas Berscia 2013). En shiwilu ek-puede motivar una interpretación comitativa o dativa (Valenzuela op. cit.), en tanto que en shawi ichi-puede tener una lectura comitativa o asistiva (Barraza, op. cit.). En los siguientes ejemplos la base saka’tu-/sakate-‘trabajar’ recibe el prefijo en cuestión:

A pesar de su identidad funcional y el hecho de que ocupan la misma posición en el verbo, no es posible determinar con certeza si ek-e ichi-son cognados. En cambio, el prefijo shawi se asemeja en forma y función (aunque no en distribución) al sufijo asistivo quechua -ysi (quechua II) ~ -wshi (quechua I) (Adelaar y Muysken 2004: 229), como en llamk’a-‘trabajar’ > llamk’a-ysi ‘ayudar a trabajar’ (Cerrón-Palomino 1994: 122).39

2.6.7. Partícula interrogativa -ta’ ~ a’ta’

La lengua shawi consigna las partículas interrogativas =ta’ ~ =ta y =cha. La primera ocurre con mayor frecuencia y presupone que el interlocutor conoce la respuesta. Por otra parte, =cha aparece en un tipo de pregunta retórica (Hart 1988: 293-294; Luis Ulloa, c. p., junio 2014). Rojas Berscia (2013: 66) señala la semejanza del interrogativo shawi =ta’ con el sufijo independiente contrastivo quechua =taq. Este último se adhiere a los pronombres interrogativos en preguntas de contenido cuando el interrogador desconoce la información requerida pero presupone que el interrogado puede proporcionársela, como en ¿May=taq wawacha-yki? ‘¿Dónde está tu hijito?’ (Cerrón-Palomino 1987: 298). La siguiente oración ilustra la partícula interrogativa shawi =ta’:

En shiwilu la partícula interrogativa a’ta’ expresa preocupación o sorpresa por parte del hablante (Bendor-Samuel 1981: 85, Valenzuela y Gusssenhoven 2013). El contexto del próximo ejemplo es el siguiente: la chicua, ave de mal agüero, revolotea cerca del hablante llamando reiteradamente. Ante esto, el hablante se pregunta preocupado:

En conclusión, en esta sección hemos examinado un conjunto de semejanzas morfológicas compartidas por las lenguas kawapana y quechua-aimara (§2.6.2), kawapana y quechua (§2.6.1, §2.6.5, §2.6.6), kawapana y aimara (§2.6.4), shawi y quechua (§2.6.3) y shiwilu y aimara (§2.6.3). También hemos advertido en §2.6.3 que las construcciones prohibitivas quechua, aimara, shawi y shiwilu antiguo tienen la misma estructura morfo-sintáctica: partícula prohibitiva + elemento negado + morfema de negación. Consideradas de manera aislada estas semejanzas podrían ser atribuidas al azar. Mas dada la recurrencia de estructuras gramaticales muy similares en forma y función sostenemos que al menos algunos de los casos examinados constituyen instancias de préstamo lingüístico.

3. Rasgos no centro-andinos

Las lenguas kawapana exhiben ciertos rasgos que resultan atípicos en la Amazonía y a la vez están ausentes en quechua y aimara. Sin embargo, estos rasgos son compartidos por algunas lenguas de la selva alta, la selva baja, o la llamada "esfera chibcha" en el norte de Colombia (Adelaar y Muysken 2004).

3.1. Marcación selectiva del sujeto transitivo

Como vimos en §2.2, las lenguas kawapana marcan los argumentos de sujeto y objeto en el verbo siguiendo una configuración acusativa. Los sintagmas nominales de sujeto u objeto no despliegan marcadores de caso. Aunque el orden básico de constituyentes mayores de la cláusula es AOV, se constata bastante flexibilidad al respecto. Ahora bien, shiwilu y shawi exhiben un rasgo superficialmente ergativo. Se trata de un enclítico que (casi siempre) se adhiere a los sintagmas nominales en función de A bajo ciertas condiciones sintáctico-pragmáticas.40 Este marcador es =ler en shiwilu y -ri en shawi. El correspondiente proto-morfema ha sido reconstruido como *-ri (Valenzuela 2011a: 294).

Valenzuela (2011b) analiza los factores que contribuyen al uso de =ler en shiwilu. Uno de ellos es la necesidad de discriminar el argumento A del argumento O en situaciones de 3>3, especialmente cuando el objeto precede al sujeto en la cláusula. En la oración transitiva en (42) el sujeto precede al objeto y =ler es opcional.

En (43), en cambio, el objeto precede al sujeto y =ler es obligatorio para mantener el significado:

En ciertos casos, la presencia de =ler está asociada a factores del discurso, tales como la primera mención de un participante, su reactivación después de una ausencia de varias cláusulas y foco contrastivo (Valenzuela 2011b).

En las Notas Gramaticales que acompañan al diccionario shawi, Hart (1988: 286-87) designa a -ri "indicador de sujeto" y afirma que este sirve para distinguir al sujeto (del objeto) o para indicar énfasis. Crucialmente, todos sus ejemplos involucran verbos transitivos. Por su parte, Barraza (2005) se refiere a -ri como "topicalizador", pero agrega que este ocurre solo con verbos (bi)transitivos. Asimismo, dicha autora describe un uso opcional y un uso obligatorio de -ri. Opcionalmente, es empleado para resaltar al participante en función de A, especialmente cuando este es la tercera persona.41

El morfema -ri es obligatorio en respuestas a expresiones interrogativas transitivas que inquieren acerca de la identidad del participante A, cuando el participante O es movido de su posición pre-verbal, o cuando este no es expresado mediante un nominal.42 En (45) el sintagma nominal objeto mantiene su posición perverbal y, por consiguiente, -ri es opcional. En cambio, en (46), el objeto ocurre después del verbo y -ri es obligatorio.

Es interesante observar que un marcador con función muy similar a *-ri (y en un caso también con forma idéntica) ha sido consignado en lenguas al sudoeste y noreste del territorio kawapana, así como en la llamada esfera chibcha. Veamos:

  • Wise reporta que las lenguas záparo (Perú y Ecuador) poseen un morfema -ri que ocurre sobre todo con sujetos transitivos. Esta distribución indicaría que las lenguas záparo son "parcialmente ergativas" (1999: 320).

  • Un morfema formalmente distinto pero que puede cumplir una función similar ha sido registrado en cholón, lengua que hasta hace poco era hablada en una zona aledaña al territorio kawapana. Se trata del marcador multifuncional tu-p descrito por Alexander-Bakkerus (2005) como "agente" / "foco" / "fuente" (146-147).

  • Adelaar (2008: 29) observa que dos lenguas chibcha del norte de Colombia, chimila e ika o arhuaco, consignan un afijo cuya función es desambiguar o distinguir al sujeto del objeto de un predicado transitivo; este último carece de marca. Aunque es tentador llamar a estos morfemas "ergativo", continua Adelaar, la estructura general de estas lenguas no favorece tal análisis. Por su parte, Frank (1990) describe el alineamiento ika como acusativo, pero analiza el morfema -seʔ como "marcador de caso ergativo", pues considera que podría tratarse de un remanente del antiguo sistema esencialmente ergativo de la lengua (1990: 9).

  • Finalmente, Aikhenvald (1994) registra en tariana (arawak, Vaupés) un morfema que ocurre en sintagmas nominales focalizados en función de A. Este patrón superficialmente ergativo es inusual y no involucra los pronombres. Sin embargo, la autora analiza el morfema en cuestión como marcador de caso "ergativo" debido a su semejanza con el instrumental y al hecho de que no puede co-ocurrir con -nuku, un morfema restringido a constituyentes no sujeto topicalizados.

3.2. Semejanzas fonológicas

Mientras que la marcación selectiva del sujeto transitivo es una característica compartida por shiwilu y shawi y, por ende, reconstruible en la lengua antecesora, las semejanzas fonológicas que trataremos aquí involucran solo a shiwilu.

3.2.1. Vibrante alveolar glotalizada /ʔr/ y contraste funcional entre vibrantes

Shiwilu posee una vibrante alveolar glotalizada /Ɂr/ que contrasta fonológicamente con su contraparte no glotalizada; ambas ocurren solo en posición de coda después de la vocal /ɘ/. Veamos los siguientes pares mínimos: /ˈmɘrpi/ ‘barriga’ vs. /ˈmɘɁrpi/ ‘(plátano) maduro’; /wɘrˈan/ ‘habiendo picado’ vs. /wɘɁrˈan/ ‘habiéndose perdido’.

La presencia de dos vibrantes contrastivas es un rasgo que shiwilu comparte con las lenguas chibcha y del norte de Colombia. Por otro lado, una consonante muy similar a /ˀr/ ha sido registrada en chimila, lengua no clasificada al interior de la familia chibcha hablada en el departamento de Magdalena, Colombia. No es claro si chimila tiene dos fonemas vibrantes, pero sí consigna /l/ (Adelaar y Muysken 2004: 75-76, 81).

3.2.2. Consonantes geminadas

En shiwilu el fonema /ɘ/ requiere de una coda consonántica. Por lo tanto, las consonantes intervocálicas que siguen a esta vocal se geminan, sin importar la posición del acento: /ˈkek.ki/ ‘sol’, /ð̞ ek. ˈka.nan/ ‘majaz’, /wan.ˈket.tʃek/ ‘pez boquichico’, /ˈsen.nan/ ‘lago’, /ˈeʎ.ʎek/ ‘serpiente afaninga’ (Valenzuela y Gussenhoven 2013).

La lengua chimila también presenta consonantes geminadas que interactúan con la cantidad vocálica, el acento y el tono. Otras lenguas chibcha con consonantes geminadas son barí o dobocubí y cuna (Panamá) (Adelaar y Muysken 2004: 63, 76, 80-1).

4. Conclusiones

La ocupación por parte de poblaciones kawapana-hablantes de la zona de transición entre la llanura amazónica y los contrafuertes orientales de los Andes en el norte de la actual república del Perú se remonta a tiempos antiguos, muy anteriores a la invasión europea. Así pues, no debe asombrarnos que sus lenguas combinen características consideradas típicamente amazónicas con otras propias de las lenguas de las tierras altas, específicamente quechua y aimara.

En efecto, en este artículo hemos examinado un conjunto de rasgos compartidos por las lenguas kawapana y las mencionadas lenguas centro-andinas. Entre ellos tenemos patrones morfo-sintácticos, varios morfemas particulares, algunas consonantes y un proceso fono-simbólico. El cuadro 7 presenta esta información de manera sintetizada y simplificada. Los detalles han sido tratados en §2.

 

 

Como se sabe, las similitudes entre idiomas no emparentados pueden responder a diferentes motivaciones, tales como el contacto lingüístico, la afinidad tipológica, tendencias lingüísticas universales o la mera casualidad. Ciertas propiedades tienen más peso que otras a la hora de evaluar la posibilidad de préstamo. Vistas de manera aislada, cada una de las similitudes incluidas en el cuadro 7 podría ser atribuida al azar. Sin embargo, es la concurrencia de todas ellas la que nos permite aseverar que el contacto lingüístico entre los idiomas kawapana y los idiomas centro-andinos jugó un rol importante en el desarrollo de las estructuras gramaticales. En todos los casos tratados en §2 asumimos que la convergencia fue unilateral y se produjo desde las lenguas kawapana hacia las lenguas quechua y aimara. En otras palabras, las estructuras involucradas tendrían un origen centro-andino. Así, sostenemos que existe una capa relativamente superficial de influencia quechua en las lenguas kawapana como producto de la política lingüística misional y la cercanía a zonas quechua-hablantes como Lamas. Es probable que la mayoría de características registradas exclusivamente en shiwilu o shawi formen parte de estos cambios lingüísticos más recientes. Por otro lado, ciertos rasgos compartidos con las lenguas centro-andinas son atestiguados tanto en shiwilu como en shawi. Creemos que algunos de ellos pueden ser el resultado de un contacto lingüístico antiguo, acaecido antes de la escisión de la proto-lengua. Las lenguas aimara y quechua guardan una fuerte semejanza estructural, por lo cual no siempre es posible discernir cuál de ellas habría sido la lengua donante. Sin embargo, en un par de instancias disponemos de evidencia que apunta hacia la influencia aimara en exclusión del quechua, nos referimos al aplicativo proto-kawapana *rapi y el prohibitivo shiwilu aner, presumiblemente *ani en shiwilu antiguo. De ser acertadas, nuestras conclusiones tendrían implicancias importantes con respecto a la esfera de ascendencia aimara, la cual se extendería hasta el norte del Perú.43

Como se mencionó en §1.3, Wise (2011) ha sugerido la existencia de un área linguísitca intermedia entre la Amazonía y los Andes de la cual participarían un conjunto de lenguas de filiación diversa.

Sin embargo, los criterios fonológicos que sirven de fundamento a dicha propuesta conducen a la exclusión de shiwilu y shawi. En este artículo hemos demostrado que los idiomas kawapana constituyen ejemplares privilegiados de categorías linguísticamente intermedias, cuyas gramáticas combinan, en proporciones significativas, propiedades típicamente amazónicas con propiedades características de las familias quechua y aimara. Asimismo, hemos suministrado evidencia fonológica y gramatical que refuerza la hipótesis de un área lingüística intermedia: el empleo de un sistema de referencia de persona inclusivo/exclusivo vigente y la presencia de las consonantes /ɲ, ʎ/. Ciertamente, consideramos que las lenguas kawapana formarían parte de esta área lingüística. Un proceso interesante cuyo alcance aún falta explorar es el uso fono-simbólico de la palatalidad en expresiones diminutivas y afectivas que, como hemos mostrado, es compartido por shiwilu y variedades del quechua central.

Por otra parte, las lenguas kawapana exhiben características que no pueden ser consideradas pan-amazónicas ni tampoco centro-andinas. En cambio, estos rasgos son compartidos con ciertas lenguas (relativamente) vecinas de la selva baja y la selva alta, así como del norte colombiano. El rasgo más extendido es el uso de un marcador selectivo de sujeto transitivo con funciones desambiguadora y pragmática. En cuanto a lo fonológico, es interesante observar que particularidades del idioma shiwilu que podríamos juzgar idiosincráticas (vibrante alveolar glotalizada, contraste funcional entre dos vibrantes, geminación de consonantes) resultan más bien usuales en lenguas pertenecientes a la familia chibcha.

Entre las tareas pendientes que esperamos sean asumidas por investigaciones futuras están las siguientes: profundizar el análisis gramatical contrastivo de las lenguas aquí tratadas y otras lenguas de las tierras bajas próximas a los Andes, incursionar en el examen del léxico, y emprender estudios interdisciplinarios que permitan precisar la cronología de los procesos de cambio lingüístico propuestos y vislumbrar los escenarios socio-culturales donde se habría producido el contacto.

 

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∗ Una versión anterior de este artículo fue presentada ante el 54 Congreso Internacional de Americanistas realizado en Viena, en julio 2012, bajo el título "Perfil de las lenguas kawapana: más allá de los rasgos amazónicos". Agradezco los valiosos comentarios que tan generosamente me alcanzaron Willem Adelaar, Rodolfo Cerrón-Palomino y Mary Ruth Wise. Evidentemente, todo error u omisión son de mi entera responsabilidad.

1 Jebero y chayahuita son los glotónimos usados por los hispano-hablantes de la región, en tanto que los propios hablantes prefieren las denominaciones shiwilu y shawi que adoptamos aquí. Siguiendo las ortografías prácticas de estas lenguas, escribimos el nombre de la familia lingüística como kawapana en lugar de cahuapana.

Beuchat y Rivet (1909) presentan datos de la que consideran una tercera lengua kawapana a la cual denominan "mayna". Sin duda, se trata de una variedad muy cercana al shawi (o "cahuapana", según estos autores), con la significativa diferencia de la presencia de la consonante líquida alveolar /l/ que actualmente solo ocurre en shiwilu. A pesar de ello, consideramos que no es justificable asignarle el estatus de lengua independiente.

2 Sin embargo, para 1620 los españoles ya habrían conquistado a un grupo de "xeveros" (es decir, shiwilu) (Renard-Casevitz, Saignes y Taylor 1988: 247, nota 5).

3 Renard-Casevitz, Saignes y Taylor (op. cit.) sostienen que los mayna eran probablemente un grupo candoa (candoshi) y parte de un complejo cultural jíbaro. Por otro lado, Adelaar con Muysken (2004) asocian a los mayna con los omurano.

4 Suárez (1974) propone una relación genética entre jíbaro y kawapana (Adelaar con Muysken 2004: 40). Aunque existen varios términos que a primera vista parecerían ser cognados, hasta el momento no se han establecido correspondencias fonéticas regulares.

5 Las crónicas también mencionan a los ataguates, pandabeques y otros pueblos cuya filiación no nos ha sido posible determinar (Chantre y Herrera 1901, Figueroa 1904).

6 En efecto, el actual pueblo de Jeberos, donde se concentra la población shiwilu, fue sede de "Limpia Concepción de Jeberos", la misión modelo de toda la Maynas colonial (Valenzuela 2012).

7 Nos referimos a la presencia de africadas retroflejas, haces consonánticos y consonantes en posición final de palabra, así como a la prohibición de haces vocálicos y la supresión de vocales al interior de la raíz o la palabra.

8 Con excepción de los aspectos fonético-fonológicos encerrados entre corchetes o barras, los datos en este artículo son presentados empleando una ortografía práctica que sigue muchas de las convenciones del español. Las correspondencias de grafía y fonema que difieren del español son las siguientes: <e> = /ɨ/ o una vocal media no posterior, <d> = /ð̞/, <’> = /ʔ/.
Las abreviaturas empleadas en las glosas de los ejemplos son las siguientes: 1 primera persona, 2 segunda persona, 3 tercera persona, 4 cuarta persona o primera persona inclusiva, ASIST asistivo, BEN benefactivo, CONT continuativo, DES desiderativo, DUR durativo, FOC focalizador, FRUST frustrativo, GEN genitivo, HAB habitual, IND indicativo, INT interrogativo, LOC locativo, NEG negación, noFUT no-futuro del indicativo, NOMLZ nominalizador, OBJ objeto, PL plural, POS posesivo, PROH prohibitivo, REL relacionador, REP repetitivo, SD sujeto diferente, SG singular, SUJ sujeto, TOP topicalizador, VAL valenciador. En §2.2 se usa los símbolos S, A y O correspondientes al sujeto intransitivo, sujeto transitivo y objeto, respectivamente.

9 Esta propiedad ha sido invocada al dar cuenta de la distribución de los sufijos posesivos shawi y marginalmente shiwilu (ver el y §2.4), así como en el tratamiento del sistema de clasificadores shiwilu (Valenzuela 2014b).

10 Las lenguas kawapana diferencian sistemáticamente los verbos intransitivos de los transitivos. Cabe aclarar que esta distinción no es considerada un rasgo típicamente amazónico. Sin embargo, la incluimos aquí ya que, conforme a Adelaar (2008), la falta de esta distinción es característica del quechua y el aimara.

11 Es necesario distinguir un sistema de cuatro personas vigente, como el atestiguado en aimara y quechua, de un sistema histórico reconstruible. Este último se encuentra en gran parte de las Américas y se reconoce por el hecho de que la forma de la primera persona plural exhibe una marca especializada, mientras que la segunda y tercera personas del plural se marcan como su correspondiente singular con algún elemento agregado. El aimara parece ser una de las muy raras familias lingüísticas que conservaron el sistema original de cuatro personas sin la categoría de plural (Willem Adelaar, c. p., diciembre 2013).

12 Valenzuela (2011a) postula el proto-morfema *k[e/a]npu(’)wa(’).

13 Este grupo de lenguas también es conocido como "kampa"/"campa". Optamos aquí por evitar este término debido a su etimología y el rechazo que, comprensiblemente, suscita entre los hablantes de los idiomas aludidos.

14 Cuando el sustantivo es alienable el formante -ne debe preceder al sufijo posesivo.

15 Estas formas son claramente analizables en shawi. El sufijo -ra marca modo indicativo y tiempo no futuro. Alternativamente, esta forma puede ser analizada como -r-awe, es decir, proponiendo que el marcador de indicativo/no futuro es simplemente -r. Esto se aplicaría también a las formas de segunda persona y de primera persona exclusiva plural (Hart 1988). El análisis según el cual el morfema de tiempo-modo es -ra (Barraza 2005) tiene la ventaja de que los marcadores de persona serían en varios casos idénticos a los posesivos. Por otro lado, si se analizara -r como morfema de tiempo-modo (Hart 1988) este se asemejaría más a la forma correspondiente en shiwilu, -l (Bendor-Samuel 1981).

16 Este sufijo debe ser una forma desgastada del pluralizador de términos de parentesco -pita mencionado arriba.

17 Siguiendo a Dixon (1994), empleamos los símbolos S, A y O para referirnos, respectivamente, al argumento único de un verbo intransitivo, así como al sujeto y objeto de un verbo transitivo.

18 "Las formas plurales enfatizan la pluralidad; por eso, la forma singular a veces se emplea cuando el número de los participantes no está en foco" (Hart 1988: 488). Nótese que cuando se usa -pi el sufijo "temático" –te cambia a –tu y el morfema de tiempo-modo es omitido.

19 "Cuando el sujeto es de tercera persona plural y el complemento es de primera persona, no se emplea el sufijo –pi plural, sino un sufijo alternativo –ina. Cuando el complemento es de segunda persona la forma alternativa es –inen" (Hart 1988: 272).

20 A>O indica una relación transitiva con el primer término en función de A y el segundo término en función de O.

21 En las variedades del sur de Bolivia y de Argentina los marcadores de persona y número se han fusionado en algunos casos y no pueden ser aislados (Adelaar 2009).

22 Según Adelaar (2011), los marcadores de 1>2, por ser mayormente inanalizables, forman parte de un sistema original de marcas verbales monolíticas que incluye también aquellas que solo indican la persona del sujeto. Por su lado, las demás marcas interactivas, siendo compuestas, podrían ser de formación relativamente reciente, aunque no posterior al proto-quechua. Para una hipótesis acerca del origen de estas marcas compuestas, véase Adelaar (2009).

23 "Cuando había que marcar diferencias explícitamente podía echarse mano de ciertos morfemas o de partículas adverbiales" (Cerrón-Palomino 2000: 225).

24 Inesperadamente encontramos en este grupo algunos términos de partes del cuerpo como kankan ‘hígado’, ain ‘pelo’, ninupi ‘corazón’, chichirin ‘intestino’. Existe un tercer grupo de nombres "híbridos", que pueden o no tomar el sufijo -ne antes de ser poseídos, entre ellos: tata ‘papá’, mama ‘mamá’, imira ‘mano’, tuna ‘muslo’, muhtu ‘cabeza’, nante ‘pie’ (Barraza 2005: 90-93). En shiwilu algunos términos de parentesco presentan una terminación especial cuando son poseídos por la tercera persona: wila-wek ‘mi hijo’, wila-pen ‘tu hijo’, willin ‘su hijo’ (*wila-nen).

25 La gramaticalidad de esta estructura ha sido independientemente confirmada por tres hablantes nativos.

26 En el manuscrito anónimo colonial, Grammatica de la lengua Xebera, se consigna la misma estructura que en (11) y (14): Nana pidek-nen [3SG casa-3SG. POS] ‘su casa de él’. Esta obra, así como el vocabulario aludido en §2.6.2, habrían sido elaborados a principios del siglo XVIII por el sacerdote jesuita Samuel Fritz (Valenzuela 2012: 33-34).

27 Sin embargo, para proto-amuesha-chamicuro Parker no reconstruye una nasal palatal ni una lateral palatal (op. cit.:194). Similitudes fonológicas adicionales entre chamicuro y yanesha’, por un lado, y quechua, por el otro, son la existencia de africadas y sibilantes retroflejas (Wise 2011: 318). Para obtener información acerca de la influencia quechua en yanesha’ consúltese Payne (1991), Wise (1976) y (2011), y Adelaar (2006).

28 En §3.2.1 se menciona que una consonante similar a /ˀr/ ha sido reportada para la lengua chimila, perteneciente a la familia chibcha.

29 El autor también observa la presencia de un proceso similar en el castellano local. Por ejemplo: así > asicito > ashishito.

30 Es interesante notar que, a pesar de haber perdido la /ɲ/ tradicional (como en /ɲawi/ > /nawi/), este dialecto sigue valiéndose de la palatalidad como recurso expresivo.

31 En el español peruano amazónico se emplea la forma /iˈʃako/ como hipocorístico de Isaac o Isaías. Nótese también la presencia de –ku en el hipocorístico masculino shiwilu Wishiku ‘Vicente’.

32 La palatalización también ocurre en otros contextos (morfo-)fonológicos. Por ejemplo, en 2.3 nos hemos referido a la palatalización de /l/, que indicaría tiempo no futuro y modo indicativo.

33 Se trata de un quechuismo glosable como ‘estaca’.

34 Alternativamente, las expresiones prohibitivas shiwilu pueden llevar la partícula negativa ma’sha o simplemente carecer de partícula. En cambio, el prefijo ya-y el sufijo negativo son obligatorios.

35 El prohibitivo/negativo en uro-chipaya es /ana/ (Cerrón-Palomino, c. p., abril 2014; para el negativo chipaya, véase Cerrón-Palomino 2006: 109 y 241).

36 En varias hablas quechua el benefactivo es -pu (Adelaar y Muysken 2004: 230-231).

37 El "proximativo" indica que el sujeto actúa cerca o próximo al objeto aplicativo.

38 Como es común en las construcciones aplicativas con base verbal transitiva, la añadidura del aplicativo no siempre resulta en el aumento de la valencia, tal como se observa al comparar muna-y muna-pa:-.

39 Rojas Berscia (2013: 97) considera más plausible que ichi-provenga del causativo muniche -ʃtiʔ (Luke Gibson 1996: 46). Dicho autor también llama la atención hacia el sufijo -ishi del aimara tupino o central, el cual participa en la derivación que da lugar al verbo yanh-ishi‘ayudar’ (Hardman 1983: 86). Dado que el sufijo en cuestión es reconstruible para el proto-quechua, mas al parecer no para el proto-aimara, lo más probable es que el sufijo tupino sea de origen quechua (Cerrón-Palomino 1994: 122).

40 Este tema aún aguarda una descripción detallada.

41 Barraza (2005), quien describe la variedad shawi del río Sillay, sostiene que -ri no puede usarse en casos de 3>2, 2>1 o 1>2. Este morfema, no obstante, mostraría un uso más extendido en la variedad del Paranapura, en la que -ri ocurre en casos de 2>1 (Rojas Berscia 2013).

42 Según Barraza (op. cit.: 165-166) en la variedad del Sillay -ri puede marcar de forma opcional al destinatario o recipiente del verbo ‘dar’. Esta construcción no es aceptada en la variedad de Cahuapanas. No se proporciona información para otras variedades.

43 Taylor (2000: 20-21) alude al posible influjo aimara en la vecina lengua chacha-puya, mientras que Cerrón-Palomino (2003: 292-293, citado en Beresford-Jones y Heggarty 2010: 65) encuentra evidencia de la presencia aimara en Lima, Junín, Ancash, Cerro de Pasco y Huánuco y, en menor medida, Cajamarca, La Libertad y Piura. Véase también la propuesta de Beresford-Jones y Heggarty (2010).

 

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