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Lexis

versión impresa ISSN 0254-9239

Lexis vol.42 no.1 Lima  2018

http://dx.doi.org/10.18800/lexis.201801.001 

ARTÍCULOS

 

Cien años de la edición del Curso de Lingüística General: la herencia saussureana

 

María Isabel Filinich

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Puebla de Zaragoza, México.

 


RESUMEN

El centenario de la aparición del Curso de Lingüística General constituye la ocasión para revisar una obra que permitió tener acceso —aunque de una manera indirecta y en no pocos aspectos simplificada— a un pensamiento que revolucionaría no solo la lingüística, sino la epistemología en general. Esta revisión hoy se beneficia de la edición de los manuscritos publicados originalmente en el año 2002, y en español en 2004, bajo el título Escritos sobre Lingüística General, a la luz de los cuales el contenido del Curso se profundiza y amplía. Es en esta perspectiva que aquí se evocan aquellas reflexiones de Saussure que desembocaron en una transformación de la episteme en el campo de las disciplinas humanísticas y sociales.

Palabras clave: punto de vista, valor, forma, significación, Saussure.

 


ABSTRACT

The centennial anniversary of the Course in General Linguistics represents an opportunity to look through a work that allow us to access —albeit indirectly and in no few aspects simplified— to a way of thinking that would revolutionize not only linguistics but epistemology as a whole. This analysis benefits from the edition of manuscripts originally published in 2002, and translated into Spanish in 2004, under the title Escritos sobre Lingüística General, in the light of which the content of the Course is both deepened and widened. It is from this point of view that we evoke those Saussure’s reflections that led to a transformation of the episteme in the field of humanistic and social disciplines.

Keywords: point of view, value, form, meaning, Saussure.

 


1. Introducción

Conmemoramos en este año de 2016 un acontecimiento cuya singularidad quisiera destacar de entrada. Lo particular del acontecimiento radica en que el libro que ejerció tan extensa influencia en el pensamiento del siglo XX y que continúa ejerciéndola en el nuestro es un texto de Lingüística, disciplina que si bien, en el siglo XIX, había alcanzado un desarrollo considerable, sus reflexiones no trascendían el ámbito del estudio de las lenguas y de las familias de lenguas;1 además, se trata de un libro que no salió de las manos de quien se convertiría, por efecto de esta misma obra, en el fundador de la Lingüística contemporánea: es sabido que el Curso es resultado de la tarea de transcripción de notas de clase de algunos estudiantes, realizada por sus discípulos Charles Bally y Albert Sechehaye (quienes prácticamente no asistieron a los cursos), ayudados por Albert Riedlinger (este último sí había presenciado los cursos de lingüística general del maestro) notas que, completadas con algunas consultas de manuscritos, sirvieron de base para la redacción del Curso.

De aquí que este aniversario de la aparición del CLG2 tenga un doble carácter: en primer lugar, se trata del centenario de la puesta en circulación de una obra que permitió tener acceso —aunque de una manera indirecta y en no pocos aspectos simplificada— a un pensamiento que revolucionaría no solo la lingüística, sino la epistemología de las humanidades y de las ciencias sociales; y en segundo lugar, constituye también la ocasión para revisar ese mismo pensamiento ya no solo a través del CLG que lo dio a conocer, sino también mediante la revisión de los manuscritos hallados en 1996, en el invernadero de la mansión de la familia de Saussure, depositados luego en la Biblioteca de Ginebra y publicados originalmente en el año 2002, y en español en 2004, bajo el título Escritos sobre Lingüística General. No son estos los únicos manuscritos encontrados, pero esta edición contiene el trabajo preparatorio de un libro al que los editores Rudolf Engler y Simon Bouquet titularon (siguiendo algunas etiquetas con que el propio Saussure había identificado esos materiales) "De la doble esencia del lenguaje". El contenido de estas páginas se ha vuelto fundamental hoy para realizar una relectura y una reevaluación de las ideas divulgadas por el Curso.

De aquí la importancia de realizar una tarea hermenéutica que inserte el Curso, obra de manufactura indirecta, en el horizonte actual expandido por los nuevos estudios a que ha dado lugar el hallazgo de los manuscritos. Es en esta perspectiva que quisiera evocar aquellas reflexiones de Saussure que desembocaron en una transformación de la episteme, del modo de pensar en el campo de las disciplinas humanísticas y sociales.

2. Ferdinand de Saussure: sus años de formación, la cátedra y la escritura

Uno de los lingüistas contemporáneos más acuciosos y prolíficos en el estudio de la obra de Saussure es Michel Arrivé, a quien le gustaba decir que Saussure no había publicado lo que había escrito y no había verdaderamente escrito lo que había sido publicado bajo su nombre. Ante esta afirmación no cabe sino preguntarse por qué razón Saussure no fijó su pensamiento en la escritura.

A este respecto, sería necesario hacer algunas consideraciones que atañen a la vida del maestro. Ferdinand de Saussure nace en Ginebra, Suiza, en el año 1857, en el seno de una familia que produjo varios científicos y escritores que alcanzaron notoriedad en distintos campos del saber.3 Desde muy joven Saussure mostró su talento para el aprendizaje de lenguas: primero fue el latín, el griego y el alemán, luego vendría el estudio del sánscrito, y cuando apenas contaba con 21 años y cursaba estudios en Leipzig, por entonces importante centro de la Lingüística indo-germánica, publica la Memoria sobre el sistema primitivo de las vocales en las lenguas indoeuropeas. Comentando esta compleja obra, Michel Arrivé (2012) llama la atención sobre la aparición de la palabra y del concepto de sistema para explicar el funcionamiento de las vocales en el estadio primitivo de las lenguas indoeuropeas. El descubrimiento que hace Saussure, por deducción lógica, que le permite concebir a las vocales como un sistema, solo podrá ser verificado 50 años más tarde por un lingüista polaco al estudiar la lengua hitita.4 En Leipzig, lejos estuvo Saussure de lograr reconocimiento por su trabajo,5 sin embargo, continuó en Alemania y allí publicó también su tesis doctoral sobre El empleo del genitivo absoluto en sánscrito, en el año 1881, cuando aún no tenía 24 años. Estos son los dos únicos libros publicados por Saussure, referidos a aspectos muy específicos de lenguas indoeuropeas, a los que habría que agregar algunas importantes notas, memorias y artículos. Digamos que la obra por él publicada no fue la que le otorgó el lugar prominente que llegaría a ocupar en la Lingüística contemporánea. Sin embargo, habría que decir que si bien Saussure, a partir de entonces, comenzó a publicar cada vez menos, lo cierto es que escribía sin cesar. Esta práctica de la escritura corría paralela a su actividad docente: en 1881, habiendo dejado Alemania, se instala en París —donde su trabajo había sido muy bien acogido— y comienza a dar clases en la École Pratique des Hautes Études, como maestro de conferencias del gótico y del antiguo alto alemán. El reconocimiento recibido le valió su ingreso temprano a la Sociedad de Lingüística de París. Sus cursos, que versaron también sobre fonética y otras lenguas, fueron seguidos por varios de los futuros lingüistas destacados en Francia a comienzos del siglo XX (Arsène Darmesteter, Paul Passy, Maurice Grammont, Antoine Meillet).

Diez años permaneció en París y luego regresó a Ginebra, en 1891, para ocupar una plaza de profesor extraordinario, esto es, no titular, de Historia y Comparación de lenguas indoeuropeas. Parece que es por esta época que comienza a redactar la obra cuyo manuscrito ahora ya ha sido editado bajo el título "De la doble esencia del lenguaje". Y no es sino hasta el año 1906 cuando Saussure logra una cátedra como profesor titular de Lingüística General en la Universidad de Ginebra: entre los años de 1907 y 1911 da tres cursos de Lingüística General, en los que expone sus innovadoras ideas sobre el lenguaje; estos cursos, y particularmente el último, fueron la principal base para la redacción del libro que llevó por título Cours de Linguistique Générale, editado de manera póstuma en 1916. En efecto, Saussure se preparaba para dar un cuarto curso en 1912, pero la enfermedad se lo impidió y fallece a comienzos del año 1913.

Pero es necesario volver un poco atrás en la vida de Saussure y observar, por debajo de su actividad docente, su constante trabajo de investigación y escritura, testimonio del proceso de elaboración de una teoría lingüística que lo condujo además a estudiar textos de diversa índole: me refiero a sus estudios sobre las leyendas, en particular, sobre la leyenda de los Nibelungos, y sobre los anagramas, en griego, en sánscrito, pero sobre todo en la poesía latina. El tratamiento de la leyenda como manifestación de un sistema de signos analizable con métodos lingüísticos le permitió plantear las semejanzas que acercan la leyenda a la lengua y, en consecuencia, la posibilidad de una semiología que las comprendería en tanto sistemas de signos comparables a otros.

Dando esta rápida ojeada a la vida del maestro, se puede observar que ese ritmo de publicación de los primeros años de su formación (dos libros y otros trabajos en tres años) decreció rápidamente y la escritura empezó a ser una tarea introspectiva. Si la enseñanza, como lo confesó en alguna entrevista, de alguna manera lo conducía a las afirmaciones rotundas y a evitar la problematización, la escritura, por lo que ahora conocemos de sus manuscritos, fue el terreno de las vacilaciones, de su "angustia científica" y de su "pesimismo epistemológico", como dirá Michel Arrivé (2012), al constatar las dificultades que le planteaba su intento de conocer ese objeto inasible que le resultaba la lengua y para el cual la lingüística de su tiempo no le proveía las herramientas necesarias. Tal vez aquí, en la advertencia y asunción de tales carencias es donde radica su indecisión ante la escritura. Al referirse al "silencio" de Saussure, Émile Benveniste, con ocasión de conmemorar los cincuenta años de la muerte del maestro en la Universidad de Ginebra, sostenía: "Este silencio esconde un drama que debió de ser doloroso, se agravó con los años y no llegó a encontrar salida […] Era sobre todo un drama del pensamiento. Saussure se alejaba de su época en la medida misma en que se iba haciendo amo de su propia verdad, ya que esta verdad le hacía rechazar todo lo que por entonces se enseñaba a propósito del lenguaje" (1978: 38). Así, se observa que los conceptos que empieza a exponer en su curso de 1911, los había trabajado a lo largo de toda su vida, reformulando los términos y mostrándose insatisfecho con las nomenclaturas a las que debía recurrir. Sin embargo, hoy podemos afirmar que es precisamente en esos escritos fragmentarios y vacilantes donde la complejidad y riqueza de su pensamiento se pone de manifiesto.

3. El Curso a la luz de los Escritos

Volviendo sobre las páginas del Curso, ya desde la misma Introducción, aparece una reflexión derivada de la pregunta por el objeto de la Lingüística, reflexión que será decisiva para su posicionamiento frente a los estudios lingüísticos de su tiempo y para la constitución de su propio pensamiento. Dice así: "Lejos de preceder el objeto al punto de vista, se diría que es el punto de vista el que crea al objeto, y, además, nada nos dice de antemano que una de esas maneras de considerar el hecho en cuestión sea anterior o superior a las otras" ( [1945] 1974: 49). Y de manera más contundente escribe Saussure:

Para empezar, recordemos, en efecto, que el objeto en lingüística no existe; no está determinado en sí mismo. Por lo tanto, hablar de un objeto, nombrar un objeto, no es más que invocar un punto de vista determinado A […] Inmenso círculo vicioso que sólo puede romperse sustituyendo de una vez por todas en lingüística la discusión de los "hechos" por la de los puntos de vista, puesto que no hay la menor huella de hecho lingüístico, ni la menor posibilidad de percibir o determinar un hecho lingüístico sin haber adoptado previamente un punto de vista (2004: §3b: 29-30).

Es a la luz de esta consideración (que aparecerá de manera recurrente en los Escritos) que se hace necesario releer el conjunto de las dicotomías saussureanas. El primer deslinde que establece es el que le permite extraer del conjunto de fenómenos heteróclitos que conforman el lenguaje (entramado de aspectos acústicos, fisiológicos, psíquicos), una dimensión que dé cuenta de aquello que está en la base de todas las lenguas; esa dimensión no es otra que la posibilidad de constituir "un sistema de signos distintos que corresponden a ideas distintas" ([1945] 1974: 53). Es en esta extraña facultad de articular dos sustancias tan diversas como la emisión de sonidos y la representación mental de la experiencia donde Saussure buscará anclar el objeto de la Lingüística. La lengua será entonces solo una parte del lenguaje, se enfrenta a él como la parte puede enfrentarse al todo; es, de esta manera, un punto de vista sobre el lenguaje, esto es, implica observar el complejo fenómeno del lenguaje desde la perspectiva de su composición como articulación de sonido y sentido.

Pero una vez deslindada la lengua del lenguaje, sonido y sentido, bien mirados, no forman parte de ella: ni la realización efectiva de sonidos ni algún supuesto conjunto de ideas son elementos constitutivos de la lengua. Si esto fuera así, si la lengua fuera un conjunto de palabras que sirvieran para nombrar las cosas, sería un instrumento muy rudimentario y poco útil, muy pronto se desbordaría la capacidad de la memoria para contener tantos nombres. Lo que une la lengua no es un conjunto de sonidos con alguna idea preexistente, sino dos representaciones puramente psíquicas: la imagen acústica, suerte de huella de los sonidos inscrita en la mente de los hablantes, huella indisolublemente unida a un concepto o significado. Así, la palabra signo remitiría no a los sonidos o al sentido, sino a esta capacidad humana de articulación entre una imagen acústica, el significante, y una imagen mental, el significado. De aquí que la lengua sea vista como el reino de las articulaciones, es pura forma, dirá Saussure (en el Curso y en los Escritos), nada sustancial hay en la lengua.

La concepción divulgada del signo saussureano representada mediante el clásico esquema de una elipse atravesada por una línea continua que divide y a la vez reúne el significado y el significante pudo hacer pensar en la existencia de signos aislados, pero nada más distante de su pensamiento caracterizado por la búsqueda de una organización sistemática que pudiera dar cuenta de la producción de la significación. De aquí el concepto de valor, central en su teoría lingüística e imprescindible para comprender cómo se genera la significación.6 Si pudiera considerarse el pensamiento en sí mismo, sin la intervención de la lengua, se nos presentaría como una nebulosa, una masa amorfa en la que no podríamos distinguir una idea de otra. De manera análoga, la sustancia fónica no está moldeada de antemano, y si la pudiéramos pensar al margen de la lengua se nos presentaría también como una continuidad indivisa. El papel de la lengua será entonces proyectar diferencias sobre el plano del sentido y sobre el plano de los sonidos, distinguiendo en ambos planos las unidades respectivas, unas de otras, por lo que ellas no son, y estableciendo las correspondencias entre una zona determinada de sonido y otra de sentido.

El valor, como se sabe, implica una relación doble: por una parte, algo, pongamos por caso, una moneda, se puede cambiar por otra cosa, digamos por un pan (para retomar el ejemplo del Curso); pero para que esto sea posible es necesario que ese algo, aquí, la moneda, entre en un sistema relacional gracias al cual pueda también ser puesto en equivalencia con otras unidades de su misma índole, digamos, aquí, una moneda de $5 tiene su equivalencia en monedas del mismo o de otro sistema monetario. Trasladado el concepto de valor a la lengua, hay que reconocer entonces que la significación no se realiza por la simple articulación de una porción de sonido y otra de sentido, sino que, para que ello sea posible, es necesario que en cada plano las unidades se recorten en función de la diferencia que cada una muestra en relación con otras unidades de su misma especie. De aquí que el concepto de valor trae consigo el de negatividad: un término vale por lo que no son los otros que lo rodean, lo cual se puede afirmar tanto del sistema fonológico como del nivel semántico. Es así que puedo percibir la palabra "silla" porque la distingo de "milla", "pilla", "quilla", etcétera; de manera análoga, puedo comprender el sentido de "silla" porque lo distingo de sus sentidos vecinos "sillón", "banco", "sofá", etcétera. Pero tales subdivisiones no preceden a la lengua, son precisamente las operaciones de la lengua las que crean las diferencias y hacen que una unidad se constituya como resultado de lo que otras unidades no son.

Esto hace que cada lengua distinga diferentemente sus unidades y así, por ejemplo, la división del espectro solar en un número determinado de colores no coincide con las divisiones que otra lengua realiza, de aquí los problemas de traducción pues un área de sentido puede estar más o menos segmentada y entonces las unidades que resultan no se corresponden con las de otra lengua. Se podría decir que este es el concepto clave en la teoría saussureana del cual se encuentra una formulación más radical y compleja en los Escritos. Afirma allí Saussure: "la lengua no consiste en un conjunto de valores positivos y absolutos sino en un conjunto de valores negativos o de valores relativos que no tienen existencia más que por el hecho de oponerse (2004: § 27, 78).

El carácter negativo y relativo del valor, la consideración de que algo vale porque se opone, porque se diferencia de lo que lo circunda sin tener asidero alguno sustancial, pone de manifiesto la voluntad de desontologizar la lengua. François Rastier (2007: 32 y ss.), semantista y estudioso de la obra de Saussure, alude a la ruptura que entraña la concepción saussureana de la lengua con respecto a la tradición lógico-gramatical asentada en una visión sustancialista de la misma. Una de las consecuencias de tal ruptura es el fin de la idea de representación, la cual implica concebir la verdad como una adecuación entre la palabra y la cosa. En este sentido, el mismo Saussure, en "De la doble esencia del lenguaje", parte principal de los manuscritos publicados, ofrece el siguiente ejemplo para explicar la negatividad fundante de la significación: "puede parecer que sol representa una idea perfectamente positiva, precisa y determinada, tanto como la palabra luna. Sin embargo, cuando Diógenes dice a Alejandro ‘¡Apártate de mi sol!’, ya no hay en sol nada de sol excepto la oposición con la idea de sombra" (2004: § 25, 76). Y más adelante, agrega: "ya se trate del Agua, del Aire, del Árbol, de la Mujer, de la Luz […] todas estas denominaciones son igualmente negativas, no significan nada más que en relación con las ideas puestas en otros términos (igualmente negativos), no tienen en ningún momento la pretensión de aplicarse a un objeto definido en sí" (2004: § 26, 77), pues no es lo mismo hablar de "la luz de la historia" o de "las luces de una asamblea de sabios", etcétera. De aquí su planteamiento de que no hay diferencia entre sentido propio y sentido figurado, pues el sentido propio es solo "una de las múltiples manifestaciones del sentido general", del cual solo se puede decir que es de carácter negativo. Esta inadecuación entre objeto y lenguaje, lejos de señalar una inexactitud en la lengua es precisamente la marca del poder de la lengua. En palabras de Saussure:

No se puede impedir que una sola y misma cosa sea llamada, según los casos, casa, construcción, edificio, monumento, inmueble, vivienda, residencia […] De modo que la existencia de hechos materiales es, como la existencia de hechos de otro orden, indiferente a la lengua. Siempre avanza y se mueve gracias a la máquina formidable de sus categorías negativas, verdaderamente desligadas de todo hecho concreto, y por eso mismo inmediatamente preparadas para almacenar cualquier idea que venga a añadirse a las precedentes (2004: § 26, 78).

Si algo vuelve extraordinariamente poderosa y eficaz a la lengua es precisamente este desprendimiento de una supuesta realidad preexistente lo cual le otorga al sistema, a esa formidable máquina de categorías negativas, toda su creatividad. La lengua se torna así el terreno abierto de lo posible, de una virtualidad capaz de engendrar articulaciones insospechadas. Frente a esta apertura de la lengua, Saussure no deja de considerar el lugar del habla. A este respecto, dirá François Rastier: "Esta creatividad no puede fundarse más que sobre una teoría de la acción —y no de la representación— ya que sólo una práctica puede hacer nacer algo nuevo, articulando elementos hasta entonces heterogéneos. […] Tal problemática conduce naturalmente a una lingüística del habla, en la medida en que la lengua es una antología inveterada de prácticas de habla" (Rastier 2007: 34).

Como se puede observar, el tema de la creatividad nos conduce a otro terreno, el de la Lingüística del habla. Se recordará que el Curso destina un capítulo a estas dos Lingüísticas. Lengua y habla constituyen dos objetos diferentes, el primero, designa el sistema, en su carácter social y relacional, mientras que el segundo, el habla, atiende a la realización individual, particular de la lengua. Los comentadores del Curso han insistido en que la Lingüística saussureana se restringe al estudio de la lengua, pero en el mismo Curso se sostiene que "ambos objetos están estrechamente ligados y se suponen recíprocamente: la lengua es necesaria para que el habla sea inteligible y produzca todos sus efectos; pero el habla es necesaria para que la lengua se establezca; históricamente el hecho de habla precede siempre" ([1945] 1974: 64).

Lengua y habla son así consideradas como dos puntos de vista desde los cuales estudiar el lenguaje, de aquí que habría dos disciplinas, una Lingüística de la lengua y una Lingüística del habla. Así, cuando se menciona la materia propia de la Lingüística, se afirma:

La materia de la lingüística está constituida en primer lugar por todas las manifestaciones del lenguaje humano, ya se trate de pueblos salvajes o de naciones civilizadas, de épocas arcaicas, clásicas o de decadencia, teniendo en cuenta, en cada período, no solamente el lenguaje correcto y el "bien hablar", sino todas las formas de expresión. Y algo más aún: como el lenguaje no está las más de las veces al alcance de la observación, el lingüista deberá tener en cuenta los textos escritos, ya que son los únicos medios que nos permiten conocer los idiomas pretéritos o distantes ([1945] 1974: 46).

Dos motivos han podido dar lugar a afirmar que para Saussure solo la lengua puede ser estudiada por la lingüística: en primer lugar, su posicionamiento frente a la lingüística de su tiempo a la cual reclamaba no haber definido su objeto y, entonces, ocuparse él de precisar la especificidad de la lengua; en segundo lugar, el hecho de que la proyectada Lingüística del habla estaría subordinada a la de la lengua. Este lugar jerárquico asignado a la lengua se ha querido confirmar con la frase que cierra el Curso: "la lingüística tiene por único y verdadero objeto la lengua considerada en sí misma, y por sí misma" ([1945] 1974: 364), sin embargo, los estudios realizados sobre las notas de los estudiantes que presenciaron las lecciones de Saussure, como así también la revisión de sus manuscritos, no permiten atribuir estas palabras a Saussure. Comentando esta frase, afirma Michel Arrivé: "esta fórmula no ha sido escrita ni verosímil-mente pronunciada, tal cual, por Saussure, incluso si, en algunos puntos, se aproxima. Pero quizás, también se distancia. Es incuestionable que, en muchos puntos, sus editores han dado a su reflexión una forma más rígida, más abrupta, menos matizada, menos dialéctica que la que tenía en los cursos" (2012: 8-9). En un tono más confrontativo, Simon Bouquet (2005) no duda en tildar esta frase de "apócrifa" sosteniendo que "todo el lado social e intersubjetivo (esto es, el campo del ‘discurso’, término esencial para Saussure y censurado por sus así llamados editores) es, según él, indisociable de una ‘lingüística de la lengua’". Es en las notas tomadas por los estudiantes y sobre todo en los Escritos, donde se puede corroborar el interés de Saussure por atender a fenómenos de habla, como así también a aspectos del discurso y de los textos.

4. Proyección del pensamiento saussureano: discurso y literatura

Si bien en el Curso el término discurso no aparece, ya desde el año 1971, en el libro Les mots sous les mots, que Jean Starobinsky dedica al estudio de los anagramas llevado adelante por Saussure, se incluye una "Nota sobre el discurso" —texto que, por otra parte, vuelve a editarse ahora en los Escritos—. Si bien se trata de una nota muy breve, permite llamar la atención sobre otros lugares de sus manuscritos en los que alude a "lo discursivo", a la "lengua discursiva", o al "lenguaje discursivo". En la "Nota", Saussure realiza dos afirmaciones fundamentales: la primera de ellas es que la "lengua entra en acción como discurso" (2004: 245) y la segunda, que esa operación que realiza el discurso es la puesta en relación, en conexión, de aquello que en la lengua se presenta separadamente. En otra nota de los Escritos, caracteriza lo discursivo como el "lugar de las modificaciones" y sostiene: "Todas las modificaciones, sean fonéticas o gramaticales (analógicas) tienen lugar exclusivamente en lo discursivo. En ningún momento el individuo somete a revisión el tesoro mental de la lengua que tiene en sí" (2004: 95). No podemos dejar de percibir en estas observaciones un punto de partida para la reflexión de Benveniste sobre el discurso como una puesta en funcionamiento de la lengua que no se confunde con el habla (1978: 179 y ss.). Si las modificaciones pueden comenzar en el habla, solo alcanzan a llegar a la lengua si son acogidas en el terreno intersubjetivo, social e histórico del discurso, donde se autentifican y sedimentan las prácticas, se establecen las normas y se configuran los géneros. Esta diferencia que luego hizo palpable el pensamiento de Benveniste ya estaba presente en Saussure y abre el campo de la Lingüística hacia el terreno del discurso, por lo tanto, invita también a pensar en el lugar de la literatura y su relación con la Lingüística.

Demás está decir que la literatura no es objeto de la reflexión de Saussure ni en el Curso ni en los Escritos, aunque no falta en estos últimos alguna referencia a los estudios literarios y su vinculación con la filología.7 Pero esta ausencia de una alusión directa al estudio de la literatura no es obstáculo para encontrar en el pensamiento de Saussure conceptos fundamentales que incidieron en la transformación de los modos de comprender lo literario.8 "La noción de discurso —dirán Jean-Louis Chiss y Gérard Dessons en la presentación a un volumen de la revista Langages dedicado a revisar el pensamiento de Saussure en relación con el estudio de la literatura— se encuentra así en el corazón de un proceso de teorización que no solamente no excluye la literatura de su campo de actividad, sino que la considera como un campo de lenguaje privilegiado" (2005: 6). Abonan esta interpretación los estudios que Saussure desarrollaba, paralelamente a su actividad docente, sobre la poesía latina y las leyendas germánicas. Pero más allá de estas inquietudes "literarias",9 dos conceptos de su teorización se vuelven centrales para comprender la necesidad de no desvincular la literatura de la reflexión general sobre el lenguaje. Me refiero a los conceptos de valor y de punto de vista.

La significación, ya lo recordábamos antes, no puede establecerse más que en la relación de valor: un signo significa o vale por aquello que lo rodea, que lo precede o que le sigue. Y esto es así tanto en la lengua, en el sistema, como en sus manifestaciones: el discurso y los textos. Sin ánimo de sacralizar los textos que una cultura considera como literarios, se puede constatar que es ahí donde el lenguaje ejercita toda su potencialidad creativa, se muestra en sus posibilidades de formación y transformación, desarrolla sus capacidades denotativas y expresivas, y todo ello es posible porque el sistema que los sostiene es un sistema de valores diferenciales.

Esto significa que las articulaciones entre significante y significado no están objetivadas y estabilizadas en un texto, que un texto no contiene un significado oculto que habría que descifrar, sino que la significación depende de un recorrido de lectura o punto de vista que determina las unidades a analizar y, por lo tanto, los valores diferenciales que se busca poner de relieve. Lejos de pensar el signo como una estructura fija, estática, Saussure muestra la posibilidad permanente de deslizamiento de las articulaciones entre sonido y sentido por efecto de los cambios de valor que se producen en diversos contextos discursivos, pero el deslizamiento de la articulación no pone en tela de juicio la posibilidad misma de la articulación que es lo propio del sistema.

François Rastier, en su libro recientemente aparecido en español, Saussure: de ahora en adelante, insiste en la necesidad de recuperar "la dimensión textual de la teoría saussureana" (2016: 40). En su lectura del corpus saussureano, el autor engloba la obra publicada por el mismo Saussure, los Escritos y demás manuscritos sobre Lingüística general y sobre los anagramas y leyendas, los cuadernos de sus estudiantes y el Curso. La puerta de entrada en este complejo corpus no está establecida de antemano, aunque los comentadores de Saussure han preferido acceder a él por la vía del Curso. Rastier selecciona otra vía y privilegia los manuscritos frente al Curso, pues su interés es reconstruir un pensamiento sobre el lenguaje desde el punto de vista de su incidencia en la consideración central de los textos para explicar la producción de la significación. En esta perspectiva, se puede advertir cómo la atención prestada por Saussure a distintos tipos de textos (poesía, leyendas) lo condujo a una concepción de la lengua como un puro sistema de valores y ese vaciamiento sustancial de la lengua, esa desontologización, constituyó el camino para reconocer el papel de los textos en esas configuraciones inestables y relativas que son los modos de generar significación. "Concebir el signo como momento de un recorrido lleva a reafirmar el primado de lo global (el texto) sobre lo local (el signo)" (2016: 62).

Se podría afirmar, entonces, que en la perspectiva saussureana, el estudio de la literatura, lejos de heredar métodos lingüísticos de análisis para su aplicación a textos literarios, se integraría en esa teoría general del lenguaje que él proponía y a la cual no debieran serle ajenas ninguna de las manifestaciones del lenguaje humano. Así, más que considerar los textos literarios como lugar de aplicación de una teoría generada en otro ámbito, se trata de concebir de entrada una teoría cuyo objeto esté constituido, como se dice en el Curso, por "todas las formas de expresión". Los Escritos vendrían a reafirmar esta concepción al consignar la crítica que Saussure realiza a la diferenciación entre lenguaje literal y lenguaje figurado, afirmando que el sentido propio es, como ya lo hemos evocado anteriormente, solo "una de las manifestaciones del sentido general; a su vez ese sentido general no es más que la delimitación azarosa resultante de la presencia de otros términos en el mismo momento" (2004: 77). Se entiende así que, en el fondo, el sentido es solo negativo, ya se trate de un uso propio o figurado.

La literatura, como las otras manifestaciones de la lengua, que se va sedimentando y transformando a través de las prácticas escriturales y de lectura, organizándose en géneros y tipos discursivos, permitiría poner de relieve modos de funcionamiento de la lengua difícilmente observables en otros ámbitos del discurso. De aquí la importancia de que la observación de los textos literarios esté en el punto de partida de una teoría general del lenguaje y no como lugar de aplicación de categorías, conceptos, nociones, construidos a partir de la exclusión de las expresiones literarias. Herencia fundamental para la comprensión de lo literario será además la redistribución conceptual que Saussure realiza en los Escritos de la noción de "forma". Frente a la "visión habitual" que distinguiría entre "significación", contenido, ideas, por una parte, y "forma", expresión, por otra, la "visión propuesta" consistirá en hacer pasar la frontera por otro lugar y considerar que la "figura vocal", la realización acústica efectiva, es un fenómeno exterior a la lengua, mientras que la "forma-sentido" o forma-significación es lo que constituye la unidad compleja de la que se ocupa el lingüista:

No hay la forma y una idea que le corresponde; como tampoco hay la significación y un signo que le corresponde. Hay formas y significaciones posibles (que en ningún modo se corresponden); incluso en realidad sólo hay diferencias de formas y diferencias de significaciones; por otra parte, cada uno de estos órdenes de diferencias (por consiguiente cosas ya negativas en sí mismas) no existe como diferencia más que gracias a la unión con la otra (2994: §7, 47).

Estos dos órdenes de diferencias conformarán el plano del significante y el plano del significado, que luego Louis Hjelmslev (1980: 73 y ss.) esquematizará como plano de la expresión (con su forma y sustancia) y plano del contenido (con su respectiva forma y sustancia), siendo la forma, en ambos planos, las relaciones diferenciales que se establecen entre segmentos del mismo orden. Esta redistribución conceptual significará, para los estudios literarios, en particular, para la semiótica literaria y la retórica general, la posibilidad de construir explicaciones y modelos más fecundos de los procesos de significación.

La continuidad entre lengua y discurso, señalada por Saussure en la "Nota sobre el discurso", al afirmar "La lengua sólo se ha creado para el discurso" (2004: 245), constituye una vía más para pensar una teoría del lenguaje cuyo objeto no desconozca las diversas manifestaciones discursivas, entre ellas, la literaria. Dicha continuidad explica la postulación saussureana de una nueva disciplina que pudiera comprender todos los sistemas de significación semejantes a la lengua, disciplina para la cual propuso la denominación de semiología. Aquí y allá en los Escritos, Saussure insiste en afirmar el carácter semiológico de la lengua y la necesidad de que la lingüística sea parte de esa ciencia que "si no existe, debería existir con el nombre de semiología, es decir, ciencia de los signos o estudio de lo que se produce cuando el hombre trata de significar su pensamiento por medio de una convención necesaria" (2004: §19, 234).

Como sabemos, a partir de estas reflexiones surgidas de la observación de las lenguas y los textos, se edificó, con posterioridad a Saussure, esa disciplina por él anunciada que estudiaría "la vida de los signos en el seno de la vida social" ([1945] 1974: 60). En el Curso, se citan como ejemplos la escritura, el alfabeto de los sordomudos, los ritos simbólicos, entre otros, a los que habría que agregar, por lo que nos informan los Escritos, las leyendas, las cuales podían ser vistas como manifestación de un sistema de signos subyacente.

5. Más allá de las ciencias del lenguaje

La proyección del pensamiento de Saussure en las humanidades y ciencias sociales comenzó a hacerse evidente mucho tiempo después de la publicación del CLG. Así, con ocasión del cuadragésimo aniversario de esta publicación, en 1956, Algirdas J. Greimas dejaba constancia de "la eficacia del pensamiento de Saussure, que, excediendo los límites de la lingüística, es actualmente retomado y utilizado por la epistemología general de las ciencias del hombre", enfatizando que su originalidad consistió en transformar una visión del mundo como red de relaciones, "como una arquitectura de formas cargadas de sentido" (1985: 116), en una teoría del conocimiento. En este sentido, Greimas hace referencia, por ejemplo, a la fenomenología y su apropiación de la concepción saussureana del signo que implicaba la imposibilidad de separar pensamiento y lenguaje.

Así, Merleau-Ponty, en "El cuerpo como expresión y como palabra", aunque no nombra a Saussure en este texto —como sí lo hará en otros trabajos posteriores— asume la indisolubilidad de las dos caras del signo como principio teórico y lo expresa en los siguientes términos: "La palabra no es el ‘signo’ del pensamiento, si se entiende con ello un fenómeno que anunciaría a otro como el humo anuncia el fuego. La palabra y el pensamiento solamente admitirían esta relación exterior si ambos estuviesen dados temáticamente; en realidad están envueltos uno dentro del otro, el sentido está preso en la palabra y esta es la existencia exterior del sentido" (1997: 198-199). La lectura que Merleau-Ponty realiza del pensamiento de Saussure se orienta a extraer de las observaciones de Saussure sobre la lengua, importantes consideraciones sobre el habla, encontrando en el mismo Saussure apoyo para su concepción del habla como gesto: "La palabra es un verdadero gesto y contiene su sentido como el gesto contiene el suyo" (1997: 200); y agrega más adelante: "el lenguaje, nada dice fuera de sí mismo, su sentido no es separable de él" (1997: 205). En el carácter indisoluble del signo saussureano, Merleau-Ponty encontrará un punto de apoyo para elaborar una concepción del habla que, si bien luego se distancia de la formulación saussureana, no deja de poner de manifiesto el vínculo entre la postura fenomenológica y la del lingüista.10

A mediados del siglo XX, las ideas de Saussure comenzaron a expandirse y germinar también en otros ámbitos. Además de la propia Lingüística, la semiología por él esbozada tomó cuerpo y comenzó a constituirse con los trabajos de Roland Barthes y se consolidó como disciplina con la magna obra de Greimas, cuya Sémantique structurale (1966) sentó las bases para el estudio de la significación manifiesta en los más variados tipos de textos. También en el campo de la antropología, el pensamiento de Saussure significó una transformación fundamental: a este respecto, Michel Arrivé (2014) evoca la presencia del pensamiento saussureano en la obra de Lévi-Strauss. A este respecto, en Tristes Trópicos (1988), el autor no solo incorpora el concepto de significante sino también el de sistema (que conlleva la categoría clave de valor) para analizar la estructura de las aldeas circulares de los Bororo (233-240). Por otra parte, en la Antropología estructural (1987), Lévi-Strauss hace diversas alusiones al Curso, muchas veces de manera explícita y otras de forma implícita. Así, afirma el autor: "las verdaderas unidades constitutivas del mito no son las relaciones aisladas, sino haces de relaciones, y sólo en forma de combinaciones de estos haces las unidades constitutivas adquieren una función significante" (1987: 234). Observaciones de este tipo que sostienen la interpretación de los mitos son de clara procedencia saussureana.

El psicoanálisis fue otro campo propicio para el despliegue de las ideas de Saussure. De un vínculo directo entre Saussure y Freud (del que fue contemporáneo) no hay testimonio claro (aunque se sabe que un hijo de Ferdinand de Saussure, Raymond, se habría psicoanalizado con Freud). Será Lacan quien retomará y reformulará la concepción del signo tomada directamente de Saussure para llegar a postular su célebre principio de que el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Los vínculos entre lingüística y psicoanálisis han sido minuciosamente analizados por Michel Arrivé (2001) a través de la confrontación de conceptos que operan en ambas disciplinas, en particular, los de símbolo y significante. La relación entre el significante saussureano y el significante lacaniano es abordada en términos de homonimia, lo cual da lugar a un meditado desarrollo que pone en evidencia las convergencias y divergencias entre ambos campos del saber.

Esta rápida mención de la influencia del pensamiento de Saussure en la fenomenología, la antropología y el psicoanálisis, ilustra algunos momentos puntuales de la influencia de Saussure en tales disciplinas, pero es necesario advertir que las ideas que configuraron el espíritu de mediados del siglo XX estuvieron permeadas de la reflexión epistemológica saussureana.

6. A modo de cierre

Los aportes de la enseñanza de Ferdinand de Saussure para las ciencias del lenguaje y, en general, para las humanidades y ciencias sociales, pueden observarse en dos terrenos: uno, en la actitud del maestro ginebrino ante el conocimiento, y otro, en el campo de la epistemología. Con respecto a su posición frente al saber, se desprende, de su biografía intelectual y de sus manuscritos, un afán por la problematización constante antes que por el hallazgo de respuestas contundentes, una permanente insatisfacción que lo conduce a pensar siempre más en profundidad, a no conformarse con las soluciones fáciles y a dedicarse, antes que a publicar una obra acabada, a construir un pensamiento lúcido.

En cuanto a la reflexión epistemológica, destacaría tres conceptos capitales: punto de vista, sistema y valor. La insistencia en la importancia de atender al punto de vista desde el cual una disciplina científica observa un fenómeno y construye su objeto de estudio implica una conciencia del trabajo que opera el lenguaje y que se evidencia en toda rama del conocimiento: lejos de ser una transparencia, el lenguaje ofrece su potencialidad formal para configurar el sentido en cualquiera de sus manifestaciones. A su vez, los conceptos de sistema y valor permiten pensar los objetos de estudio en términos de sus relaciones, de la articulación que los sostiene, más allá de la variada sustancia que puedan encarnar.

La herencia intelectual de Saussure, como puede apreciarse, es inagotable. Al volver sobre su pensamiento, las lecturas se multiplican pues se encuentra allí, en forma embrionaria o en destellos iluminadores, reflexiones que expanden el campo de la Lingüística y vinculan los saberes, establecen conexiones antes que imponer fronteras. Se podría decir que hay actualmente un renovado interés por el pensamiento saussureano manifiesto en una gran producción de estudios sobre su obra y evidenciado, particularmente en este año de 2016, en la cantidad de conmemoraciones mediante publicaciones y coloquios. Este resurgimiento de la figura de Saussure es atribuible, en parte, a la edición de sus manuscritos, pero quizás principalmente a la necesidad de volver a pensar los fundamentos de una teoría del lenguaje desde el punto de vista del lenguaje mismo y de sus diversas manifestaciones.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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1 A fines del XIX, en los años en que Saussure se encuentra precisamente en Leipzig realizando sus estudios, comienza a gestarse el movimiento lingüístico de los Neogramáticos. Esta escuela fue fundamental en la constitución de una lingüística teórica en la medida en que deja de concebir la lengua como un organismo vivo y critica la posición comparatista, de tradición romántica, que remite el estudio de la lengua a los modelos de las ciencias naturales. La reivindicación de la dimensión social del lenguaje por parte de los Neogramáticos, y de la importancia de realizar un estudio histórico del cambio lingüístico sobre todo en el interior de una misma lengua, significará la introducción del positivismo (y del valor otorgado a los datos) en el terreno del estudio del lenguaje. Sin embargo, su modelo de explicación, de orientación positivista e historicista —que en cierta medida cuestionará Saussure—, no sobrepasó las fronteras de las lenguas naturales.

2 La sigla CLG remite a la 13ª edición en español del Curso de Lingüística General ([1945]1974).

3 Refiriéndose a la vida de Saussure, constata Georges Mounin: "En su árbol genealógico figuran naturalistas, físicos, geógrafos, que constituyen un linaje orgulloso de sí mismo, consciente de la continuidad de su rango y, sin duda, deseoso de perpetuarla. Saussure está marcado por este ambiente" (1971: 10-11).

4 Émile Benveniste (1978) alude a este hecho sorprendente y explica:

Saussure discernió que el sistema vocálico del indoeuropeo contenía varias a. […] Ahora bien, una de estas a tenía la singular propiedad de comportarse distintamente que sus dos congéneres vocálicas. […] Por una parte, no es parienta ni de e ni de o; por otra, es coeficiente sonántico, es decir, es susceptible de desempeñar el mismo papel doble, vocálico y consonántico, que las nasales o las líquidas, y se combina con vocales. Notemos que Saussure habla de ella como un fonema, y no como de un sonido o una articulación. […] Estamos en presencia de una unidad algebraica, un término del sistema, lo que denominará más tarde una unidad distintiva y opositiva. […] En 1927, J. Kuryłowicz, en una lengua histórica, el hitita […] daba con el fonema definido cincuenta años antes por Saussure como fonema sonántico indoeuropeo. Esta hermosa observación hacía penetrar en la realidad la entidad teórica postulada por el razonamiento en 1878 (36-37).

5 Georges Mounin da cuenta de este hecho en los siguientes términos:

Saussure, en efecto, sufrió la incomprensión, la conspiración del silencio y la difamación, que fueron la respuesta de Leipzig a sus trabajos (trabajos que, por otra parte, eran usados, sin mencionar su procedencia, hasta alrededor de 1900). Pero, aunque en sus cartas o en sus Souvenirs, inéditos durante su vida, hiciera alusión a la monstruosa cerrazón de los alemanes, en sus escritos públicos y en sus cursos, se mantiene inalterable la imparcialidad con que elogia los trabajos de los Neogramáticos (1971: 14).

6 Según Quezada Gaponov (2013), el lugar central que ocupa el concepto de valor en la teoría saussureana de la lengua había sido resaltado tempranamente por Albert Sechehaye, en su reseña del Curso publicada en la Revue Philosophique, en el año de 1917, sin embargo, este hecho no será reconocido sino hasta mucho más tarde (sobre la recepción del CLG, véase Camilo Quezada Gaponov, 2013).

7 Véase a este respecto, en ELG, del cap. III dedicado a "Otros escritos de Lingüística General", el subcapítulo II, § 4 [Distinción entre literatura, filología, lingüística](2004: 156-157).

8 Esta misma idea animó uno de los Coloquios dedicados a reflexionar sobre el pensamiento de Saussure, que llevó por título: "En quoi Saussure peut-il nous aider à penser la littérature?" El encuentro, llevado a cabo en Pau, Francia, los días 4 y 5 de marzo de 2011, tuvo precisamente el propósito de considerar la posibilidad de que los conceptos lingüísticos de Saussure fueran un sustento idóneo para reflexionar sobre la literariedad.

9 Entrecomillamos la palabra "literarias" pues el estatuto que Saussure asignaba a los anagramas y la leyenda está lejos de ser preciso: los anagramas, unas veces son presentados como prácticas religiosas o supersticiosas, otras veces, como literarias; y las referencias a la leyenda, particularmente, parecen poner en evidencia que el empleo de los términos "literario" y "literatura", en Saussure, remiten más bien al vínculo entre literatura y escritura (la literatura implicaría el texto de cultura fijado por la escritura), entre la literatura y lo literal, en sentido etimológico (para un análisis minucioso de los diversos usos de estos términos en Saussure, véase Michel Arrivé 2011).

10 Para una valoración de la interpretación de Saussure realizada por Merleau-Ponty, véase Maurice Lagueux, 1965.

 

Recibido: 30/11/2016
Aceptado: 15/11/2017

 

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