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Lexis

versión impresa ISSN 0254-9239

Lexis vol.42 no.1 Lima  2018

http://dx.doi.org/10.18800/lexis.201801.006 

NOTAS

 

"Dizque eran compadres el zorro y el quirquincho": el verbo decir como marcador reportativo y metadiscursivo en el español del noroeste argentino

 

Lidia Chang

Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires, Argentina.
Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. Buenos Aires, Argentina.

 


RESUMEN

Este artículo tiene por objeto describir y analizar ciertas formas del verbo decir en relatos contados por hablantes de español del noroeste argentino. Describiremos el origen y desarrollo de la forma dizque en el español peninsular antiguo y presentaremos la teoría de la evidencialidad según la propuesta de Bermúdez (1996). A continuación, veremos los caminos que toma dizque en variedades de español de América y nos dedicaremos, luego, al análisis de dizque, dice que y dice en el noroeste de la Argentina. El análisis se basará en el relevamiento realizado en la ciudad de Tilcara, Jujuy, en datos tomados de La Encuesta del 21 (1925) y en los aportes de la obra de Vidal de Battini (1964). Finalmente, presentaremos conclusiones.

Palabras clave: dizque, dice reportativo, español andino, evidencialidad.

 


ABSTRACT

This article aims to describe and analyze the features dizque, dice que and dice in spoken stories from Andean Spanish of Northwest Argentina. We will briefly describe how dizque was formed in Peninsular Spanish and we will introduce the theory of evidentiality from Bermúdez (1996). After that, we will present the two possible ways dizque turns in American Spanish varieties, according to the linguistic situation of each region. Then, we will describe and analyze dizque, dice que and dice in Andean Spanish of Northwest Argentina. The test will be done considering our investigation in Tilcara, Jujuy, the data found in La encuesta del 21 (1925) and the work done by Vidal de Battini (1964). Finally, we will present some conclusions.

Keywords: dizque, reportative dice, Andean Spanish, evidentiality.

 


Introducción

En el siglo XVII, Covarrubias registraba y describía la forma dizque como una "palabra aldeana, que no se debe usar en Corte" (Kany 1969: 290). Este término, que se mantuvo en la literatura regional y en el habla de la Península hasta el siglo XIX, hoy en día, prácticamente se encuentra en desuso. Distinto, sin embargo, fue su destino en América, pues actualmente no solo es de uso común en distintas variedades del español, sino que en algunas de ellas presenta usos innovadores. La cultura del noroeste de la Argentina, rica en tradiciones y costumbres, se destaca por sus mitos y leyendas (relatos populares transmitidos de generación en generación) que entretejen historias de campo con alegorías colmadas de magia, misterio y asombro. Como veremos, a lo largo de estas páginas, en estas historias sobre el duende, el zorro o la viuda negra, es usual la presencia de las formas dizque, dice que y dice con rasgos sintácticos y semánticos muy particulares.

1. La formación y desarrollo de diz que en el español peninsular

Durante los siglos XII y XIII, las formas verbales terminadas en –e del español peninsular sufren el cambio general del apócope en las conjugaciones de segunda persona gramatical (haz, pon, sol, ven, etc.) y tercera persona gramatical (faz, tien, bien, quier, etc.). Uno de estos casos fue el de dize (tercera persona gramatical del verbo decir) que se transforma en diz. Estas formas apocopadas tuvieron su apogeo hasta el siglo XIV, época en la que comienzan a caer en desuso. Sin embargo, una de ellas, la forma diz, sigue apareciendo en la escritura durante los siglos XV y XVI (Eberenz 2004). Según Eberenz (2004), desde el siglo XIII, diz que aparece en textos de estructuras polifónicas, en los que sirve como introductor de cláusulas subordinadas que contienen enunciados referidos. En el ejemplo (1), encontramos este uso de dizque:

(1) Habrá dos o tres días que por carta del teniente que en mi lugar está en la Villa de la Vera Cruz, supe cómo al puerto de la dicha villa había llegado una carabela pequeña con hasta treinta hombres de mar y tierra, que dizque venía en busca de la gente que Francisco de Garay había enviado a esta tierra (CORDE, dizque, 1519-1526).

Ahora bien, como explica el autor, a partir del siglo XV, diz que presenta señales de automatización fraseológica y desemantización (pérdida de rasgos semánticos originales de la palabra y adopción de funciones más abstractas) (Lamiroy 2004). El significado del verbo decir queda cada vez más difuminado, puesto que éste se refiere no solo a lo que se dice realmente de viva voz, sino que también se refiere a la información que se transmite de distintas maneras, hasta llegar a señalar la opinión común.

Como explica Eberenz (2004), en cuanto al aspecto sintáctico, diz que mantiene la forma del presente del indicativo, a pesar de que aparezca en construcciones del pretérito (como ocurre en (1)). La forma verbal pierde transitividad y deixis temporal, y pasa por un proceso de reanálisis; es decir, cambia de categoría y se convierte en un operador discursivo. Por su parte, el nexo que pierde su carácter categorial de elemento subordinante y se vincula por coalescencia (al perder sustancia, tiende a apoyarse en el elemento más cercano) (Lamiroy 2004) al verbo. Esto permite que la fórmula empiece a insertarse en distintos lugares, de tal manera que presenta flexibilidad en cuanto a la precisión que ocupa en la cláusula. El aspecto que nos interesa destacar es que, al incrementar su valor pragmático y convertirse en operador discursivo, diz que adquiere una función discursiva que va más allá de la oración. Con esta nueva función, dizque ingresa al dominio de la evidencialidad. En el siguiente apartado, explicaremos brevemente el fenómeno de la evidencialidad desde una mirada cognitiva y cómo se vincula este fenómeno con la forma dizque.

2. La evidencialidad como fenómeno deíctico

En el marco teórico de la Gramática Cognitiva, Bermúdez (2006) define a la evidencialidad como un fenómeno natural de todas las lenguas. A diferencia de otros autores que consideran a la evidencialidad como el dominio relacionado únicamente con la fuente de información (Willet 1988, Aikhenvald 2003, Plungian 2001, entre otros), Bermúdez define a la evidencialidad como un fenómeno deíctico: una forma de la expresión del punto de vista del hablante acerca de su enunciado. Esto es posible, según el autor, porque los marcadores evidenciales son índices que apuntan a elementos del contexto extralingüístico: la fuente de información y el participante (típicamente el hablante) que tiene acceso a dicha fuente. Así, puede afirmarse que la evidencialidad se encuentra imbricada profundamente en la conformación de las expresiones lingüísticas a todo nivel (léxico, morfológico, sintáctico y particularmente al nivel de las construcciones gramaticales), del mismo modo que lo están la deixis espacial, temporal y social (Bermúdez 1996: 39).

Para Bermúdez, el dominio de la evidencialidad (separado de la modalidad epistémica) está constituido de tres parámetros independientes, de carácter gradual. Desde una mirada cognitiva, estos parámetros no son compartimentos estancos, conjuntos cerrados de miembros definidos claramente por condiciones necesarias y suficientes; por el contrario, se piensa en ellos como entidades de límites difusos, con zonas centrales, zonas periféricas y zonas de transición (Rosch 1975, Lakoff 1987). Uno de los parámetros de la evidencialidad es el modo de acceso a la información. Se trata del continuo entre lo sensorial y lo cognitivo, que responde al modo de adquisición; es decir, es el cómo accedemos a la información. El segundo parámetro es la fuente de información. En este caso, se trata del continuo entre información personal y ajena: el dónde del acceso a la información. Por último, el tercer parámetro es el acceso a la información: el continuo entre el acceso universal y privativo de la información. Este último se refiere a quiénes acceden a la información. La figura 1, a continuación, grafica los tres parámetros de este dominio:

 

 

En el apartado anterior, vimos que el operador discursivo diz que en el español peninsular antiguo no solo se refiere a lo que alguien realmente dice de viva voz, sino que se refiere a la información que se transmite de distintas maneras, aún la opinión común. Teniendo en cuenta los parámetros que conforman la evidencialidad según Bermúdez, podemos decir que cuando un hablante usa la forma dizque está indicando que la fuente de información es ajena (alguien más se lo contó o lo escuchó, pero de ninguna manera lo experimentó). Además, el hecho de ser una información que se recibe de terceros quiere decir que el modo de acceso a la información es sensorial (el hablante conoce la información porque se la escuchó decir a alguien más o la leyó en algún lugar). Por último, dizque puede indicar que la información es conocida solo por una o dos personas (acceso privado), que es conocida por un grupo de personas (acceso intermedio entre lo privado y lo universal) o que la información es de conocimiento general (acceso universal). En el caso específico de (1), el hablante usa dizque para marcar que la fuente de información es ajena (él no la experimentó, sino que la recibió por una carta escrita por el ‘teniente’). Estamos, pues, ante un marcador reportativo. Asimismo, el dizque indica que el acceso a la información, de acuerdo al punto de vista del hablante, es privativo (es una información que comparten el hablante y el ‘teniente’).1 Finalmente, el acceso a la información es sensorial. Esto lo indica el hablante al decir que se enteró de lo que ocurría gracias a la carta que le envió el teniente.

Como podemos ver, definir la evidencialidad como un fenómeno deíctico nos permite dar cuenta de dizque como un marcador reportativo que el hablante es libre de usar (o no) para expresar su punto de vista en el enunciado. La propuesta que realiza Bermúdez del dominio de la evidencialidad compuesto por tres parámetros graduales nos permite observar las distintas facetas de un fenómeno complejo que señala, no solo la fuente de información, sino también a los participantes de la enunciación. Al llegar a América, el uso de dizque se extenderá por gran parte del continente y tomará caminos distintos de acuerdo a cada situación lingüística. En el siguiente apartado, presentaremos un panorama general de usos del dizque en algunas variedades del español de América, de acuerdo a los análisis realizados por distintos especialistas.

3. Usos de dizque en algunas variedades de español de América

Según De la Mora y Maldonado (2015), en América, dizque parece estar siguiendo dos caminos distintos. Por un lado, en variedades en las que el español no está determinado por el contacto con una lengua que obligatoriamente marque evidencialidad, el significado de dizque está trasladándose de la evidencialidad hacia otros dominios. Tanto Olbertz (2005b, 2007) en el caso del español de México, como Travis (2006) en el español de Colombia, encuentran que, cuando modifica cláusulas principales o subordinadas, dizque expresa que la fuente de información del enunciado es externa al hablante, es decir, es usado como un marcador reportativo (como ocurre en el caso (2)); en cambio, cuando modifica constituyentes más pequeños, dizque puede implicar que el hablante no desea comprometerse con la verdad de la información que expresa su enunciado o, incluso, indica que el contenido del enunciado es falso (como lo muestran los ejemplos (3) y (4)):

(2) [Una niñera, durante su trabajo, hablando de sus propios hijos] Siempre tuvieron celos, dizque más me ocupaba de éstos que de ellos (Olbertz 2007:155).

(3) Andrés estaba rojo dizque del coraje, pero era del brandy (Olbertz 2007:153).

(4) …me daba unas aguas para llevar a la casa, en unos frascos grandes y sucios que, según él, debía beber de lunes a sábado, unas, y el domingo, otras. Dizque un elíxir para la eterna juventud… ¡Nunca me quitó ni una puta arruga! (Travis 2005: 1288).

Por otro lado, en dialectos en los que el español está en contacto con el quechua, parece estar actuando únicamente como marcador reportativo. Así ocurre con el español hablado en la región central de Bolivia, de acuerdo con Babel (2009). El ejemplo (5) es un caso presentado por la autora.

(5) [Discutiendo acerca del contenido químico del agua potable] Pero dizque echan yodo, no sé qué, ¿no? (Babel 2009: 501).

Por su parte, Olbertz (2005a) explica que, en el español andino ecuatoriano, dizque ha pasado por un proceso de gramaticalización. A diferencia del español del siglo XVI en donde este funcionaba como un adverbio con una posición más o menos variable, en el español bilingüe de las sierras de Ecuador ha llegado a ocupar una posición casi fija delante del verbo; en otras palabras, ha perdido su variabilidad sintagmática. Los ejemplos (6) y (7) muestran el uso de dizque en esta región:

(6) Hasta un año, hasta…hasta un año y medio dizque trabajan así por día (Olbertz 2005a: 77).

(7) Entonces se dedican a tomar, por ejemplo en un matrimonio de ellos dizque duran las fiestas 8 días, todos los 8 días ellos toman, en cambio en nosotros no existe esa costumbre (Olbertz 2005a: 79).

Otra de las variedades que es resultado de más de cinco siglos de contacto constante/permanente entre el quechua y el español es la región del noroeste de la Argentina. Aunque hoy en día la lengua aborigen está extinguida en gran parte de la región, excepto por el quichua santiagueño (hablado en la provincia de Santiago del Estero), esta variedad posee una diversidad de rasgos que permite definirla como un dialecto del español andino (Chang 2013). Uno de ellos es el uso de dizque que, como ocurre en las sierras ecuatorianas y en la región central de Bolivia, cumple la función de marcador reportativo.

El siguiente apartado estará dedicado a la descripción y análisis de dizque. Como veremos, esta forma junto a dice que y dice son variantes que cumplen una misma función: indicar que la información del enunciado ha sido reportada. Asimismo, veremos que estas mismas formas cumplen además una función metadiscursiva en textos narrativos.

4. El español del noroeste argentino

4.1. El dizque en la Región Noroeste

En 1964, luego de dos décadas de trabajo, se publica El español de la Argentina de Berta Elena Vidal de Battini.2 En la introducción del libro, la autora explica claramente que:

El propósito de este trabajo es estudiar el español de la Argentina con fines didácticos; realizar la investigación lo más completa posible de las hablas regionales y, sobre la base científica de este conocimiento, formular observaciones y consejos para la mejora de nuestra lengua en las escuelas primarias (Vidal de Battini 1964: 13).

En su trabajo, Vidal de Battini delimita cinco regiones lingüísticas en la Argentina. Una de ellas es la Región del Noroeste, que comprende las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, el norte de San Juan, el norte de San Luis y el noroeste de Córdoba. Según la autora, en esta región, la más antiguamente colonizada, la Puna se encontraba habitada por collas indígenas, que hablaban un español con formas antiguas conservadas y a las que le incorporaban elementos del quichua. Dentro de las diversas formas lingüísticas que caracterizaban el habla de la región, encuentra el uso de dizque. Para la autora, se trata de una expresión adverbial, usada particularmente en las narraciones populares. A continuación, presentamos algunos ejemplos de los muchos que quedaron registrados en sus Cuentos y leyendas populares de la Argentina:

(8) Diz que era un hombre que estaba sembrando papas con arado de palo y con la yunta de bueyes (VdeB 1980, II: 261, CG, 64, Tucumán, 1951).3

(9) Y después de eso el hombrecito se bajó del árbol ligero. Y diz que ha dichu: -Voy a ir a estas poblaciones, a la del agua primero (VdeB 1980, VI:471, RM, 75, Jujuy, 1951).

(10) En lo que van yendo, diz que hallaron una planta de chañar muy grande y llenita de fruta. Diz que tenían mucho hambre y que se pusieron muy contentos cuando vieron tanta fruta (VdeB 1980, II:381, DL, 48, Santiago del Estero, 1951).

En el ejemplo (8), diz que cumple la función de marcador de inicio de relato (semejante a la fórmula ‘Había una vez’).4 En los ejemplos (9) y (10), en cambio, su función no es marcar el inicio del relato, sino que está relacionada con el proceso de construcción del discurso. Llama nuestra atención que en (9), diz que aparece luego de un conector temporal (y) y en (10) aparece luego de la frase ‘En lo que van yendo’, que puede parafrasearse por ‘En el transcurso de su viaje’. Volveremos sobre este tema más adelante.

Es importante destacar que las características lingüísticas de la región que presenta en su trabajo Vidal de Battini aparecen también en La Colección de Folklore, conocida como La Encuesta del 21. Esta colección fue realizada por el Consejo Nacional de Educación sobre el folklore argentino. El relevamiento se hizo por intermedio de maestros rurales, distribuidos entre las catorce provincias del país. Para realizar esta tarea, se les pidió a los maestros, mediante instrucciones específicas, que entrevistaran a miembros de la comunidad y transcribieran sus creencias, costumbres, narraciones, refranes, arte y conocimientos populares en las diversas ramas de la ciencia (Medicina, Botánica, Astronomía, etc.). Los siguientes son solo algunos ejemplos encontrados en La Encuesta del 21:

(11) Nuestro hombre, jadeante como estaba largó al aparecido quien se hizo humo y el corajudo forastero, todavía hecho carne de gallina corrió donde el tapao y dizque en seguida volvió a la población hecho un hombre rico y dispuesto a hacerle decir la misa para el finao (CNE 1925, Rollo 107, GG,110, Tucumán).5

(12) Al respecto, -dizque- una vez, un indio vió a Pachamama, a la vera de un ciénago pastando al ganado… (CNE 1925, Rollo 5:16, MA, Jujuy).

(13) Perdiz: … dis que Ud si andao alabando de mi?

Cuervo: quién le ha dicho?

Perdiz: mi comadre chuña me lo ha dicho, me lo ha dicho una señora de verdad!... (CNE 1925, Rollo 93:17, CS, Salta).

Como ocurre en los casos (9) y (10), los ejemplos (11) y (12) presentan el uso de dizque como herramienta del proceso de construcción del discurso. Tengamos en cuenta que en (11), dizque aparece luego del conector temporal y. Por el contrario, dizque en (13) es claramente un marcador reportativo. Además del dizque, ha sido registrado otra forma del verbo decir que se relaciona con el fenómeno de la evidencialidad. En el siguiente apartado, hablaremos de dicho uso.

4.2. El dice reportativo

Pionero en investigaciones sobre el español andino del noroeste argentino, Germán de Granda (2001) da cuenta de la existencia de un uso particular de dice en el español de la zona. El siguiente es un ejemplo presentado por el autor:

(14) Marcela está enferma dice ‘Alguien ha dicho que Marcela está enferma, no me consta personalmente’ (Granda 2001:126).

Según Granda, dice en el ejemplo anterior cumple la función de marcador reportativo, pues al usarlo, el hablante indica que la fuente de información de su enunciado es ajena. El autor considera que este fenómeno es el resultado del contacto entre el quechua y el español.

El quechua pertenece al tipo de lenguas que marcan la evidencialidad de forma gramatical. Cerrón-Palomino (2003) explica que estos sufijos, a los que él denomina validadores, relacionan al emisor con su propio enunciado en el acto de habla. El sufijo –mi indica que la información expresada en el enunciado es de primera mano, es decir, el hablante recibió la información porque él mismo la experimentó. El sufijo –si/-shi señala que la información expresada fue obtenida ‘de oídas’, es decir, fue recibida de otra persona. Finalmente, el sufijo –cha le otorga a la afirmación un carácter conjetural, es decir, el hablante tiene indicios de lo expresado por el enunciado.

Según Granda (2001), el español del noroeste de la Argentina, que carecía originalmente de marcadores morfológicos de modalidad oracional o textual, ha incorporado por transferencia del quechua a su propio sistema lingüístico el valor oracional reportativo que posee el morfema –si/-shi. Esta incorporación se ha realizado mediante el empleo de un verbo de comunicación (decir) situado en posición final de oración o cláusula. Nos parece importante destacar que Fernández Lávaque (1998) considera que el dice reportativo difiere considerablemente del uso de dizque que, explica, se conserva en áreas más septentrionales del español americano.

Con el objetivo de investigar la permanencia (o extinción) de los usos del dice reportativo y del dizque (registrado en El español de la Argentina y en La Encuesta del 21), realizamos un trabajo de campo en Jujuy, una de las provincias que Vidal de Battini incluyó en la región del noroeste de la Argentina. El siguiente apartado estará dedicado a nuestro estudio.

4.3. Marcadores reportativos y metadiscursivos del verbo decir en el español del noroeste argentino

4.3.1. La recolección de datos

En los meses de setiembre de 2012 y mayo de 2013, realizamos un viaje a Tilcara, una pequeña ciudad que se encuentra en el centro del departamento del mismo nombre de la provincia de Jujuy. Durante las últimas décadas, esta ciudad ha experimentado cambios profundos de distinta índole, más aún luego de que en 2003 la UNESCO declarase a la Quebrada de Humahuaca Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad. Una de las transformaciones que ha sufrido esta ciudad es el cambio demográfico: de tener aproximadamente 2.000 habitantes antes de la década de 1990, pasó a contar con 4.358 habitantes en 2001 y con 5.640 habitantes en 2010 (INDEC 2010).

Su población está constituida, no solo por habitantes nativos, sino también por inmigrantes de zonas rurales aledañas y de otras provincias del país. Este número estable de habitantes aumenta, claro está, con la visita de turistas nacionales y extranjeros en determinadas épocas del año: en la Semana Santa, durante las vacaciones de invierno y de verano, etc. Así pues, en Tilcara se vive hoy lo que Chambers y Trudgill (1994) dicen es muy característico de las comunidades urbanas: movilidad y fluidez poblacional. Justamente, estas características convierten a Tilcara en un área propicia para el cambio lingüístico. De ahí nuestro interés en investigar en esta ciudad.

En esta ciudad, realizamos 30 entrevistas, de aproximadamente 15 minutos, a hablantes nativos de español (15 mujeres y 15 hombres) de distintas edades (adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos).6 Los adolescentes y jóvenes entrevistados eran estudiantes de la Escuela Normal Superior Dr. Eduardo Casanova de Tilcara (una de las dos escuelas que existen en la ciudad). Los adultos entrevistados tenían distintos niveles de educación y realizaban diversas actividades (profesores, vendedores, taxistas, empleados de restaurantes y/o hoteles). Las entrevistas consistieron en cuestionarios abiertos en los que se buscaba recopilar dos tipos de narraciones. Por un lado, se buscaba que los hablantes contaran alguna experiencia personal vivida en el pasado. Para ello, se les pedía que relataran su experiencia en la peregrinación al Santuario de la Virgen de Copacabana. Todos los años, durante la Semana Santa, miles de devotos de la Virgen de Copacabana de Punta Corral realizan una peregrinación hacia el santuario.7 Por otro lado, se buscaba que los hablantes narraran alguna leyenda de la región, es decir, un relato no experimentado. Se esperaba que en los relatos no experimentados apareciera la forma dizque y teníamos expectativas en cuanto al tipo de relato en el que aparecería el dice reportativo.

4.3.2. El análisis de los datos

El análisis de los datos arrojó distintas formas y usos del verbo decir. Por un lado, aparecieron casos del dice reportativo investigado por Granda (2001). En los dos casos, a continuación, el dice es un elemento evidencial que indica al interlocutor que la información fue recibida de oídas y el hablante no se siente obligado a especificar la identidad de la fuente. Se trata del verbo decir conjugado en tercera persona del singular del modo indicativo y aparece al final de la cláusula.

(15) Sí/ sí/ se deja libre al diablo/ se le desentierra dice (CC, 16, 2013).8

(16) Dice que es como un pacto que hacés con <alargamiento> el diablo/ porque él es el que viene haciendo la punta en el río dice (CC, 18, 2013).

Es interesante destacar que, sobre la base de la teoría de Bermúdez (1996) expuesta en el apartado 2, dice en ambos ejemplos no solo marca que la fuente de información es ajena, sino que el acceso a la información es universal o, teniendo en cuenta que los parámetros son graduales, se acerca al acceso universal y se aleja del acceso privativo. Lo sabemos porque los hablantes están explicando un conocimiento compartido por la comunidad: la figura del Diablo. Sin embargo, en nuestro corpus también aparecieron variantes del dice reportativo: la formas dizque y dice que, que por razones sintácticas (la presencia del elemento subordinante que) aparecen al inicio de la cláusula, de lo contrario serían construcciones agramaticales. A continuación, presentamos algunos ejemplos:

(17) Pero como tal cual contaban ellos como habrán visto/ pero no sé sería verdad eso/ nosotros/ como niños sabíamos escuchar lo que ellos/ entre ellos conversaban/ "Tengan cuidado/ los chicos no manden solos/ anda condenado tal parte <alargamiento> puede pillarle a los chicos/ puede comer de hambre/ Dizque nos come el condenado (JA, 77, 2013).

(18) E: ¿Y qué dicen de los duendes? ¿Qué son los duendes?

J: No sé. Los duendes dizque se transforma del aborto dice la gente (J, 77, 2013).

(18) Dice que cuando baja el río así/ y vos querés pasar/ tenés que entregarle un animal blanco (CT, 18, 2013).

(19) El membrillo dice que es muy poderoso para que no nos tentemos con cualquier cosa (JA, 77, 2013).

La nomenclatura entre paréntesis indica las iniciales del nombre del hablante, la edad y el año de la entrevista.

Como ocurre con la forma dice, las formas dizque y dice que en los ejemplos anteriores son marcadores evidenciales: con ellas el hablante expresa que la fuente de información de su enunciado es ajena. En todos los casos, estamos ante explicaciones o aclaraciones basadas en el saber popular, es decir, un conocimiento compartido por todos los miembros de una cultura. Por lo tanto, el acceso a la información en estos casos es universal.

Es interesante remarcar que el uso reportativo de dizque no es un fenómeno novedoso, emergente, sino que es un rasgo propio de la variedad regional. Se trata de una forma registrada como propia de las distintas provincias de la región del noroeste en La Encuesta del 21 y en la extensa obra de Vidal de Battini que mencionamos en líneas anteriores. Un ejemplo lo encontramos en (13), que repetimos a continuación como (20):

(20) Perdiz: … dis que Ud si andao alabando de mi?

Cuervo: quién le ha dicho?

Perdiz: mi comadre chuña me lo ha dicho, me lo ha dicho una señora de verdad!... (CNE 1925, Rollo 93:17, CS, Salta).

El uso reportativo de dice que también lo encontramos en La Encuesta del 21:

(21) Detrás de los Cerros Colorados que corren por el este de la Banda, dice que hay un camino algo borrado ya, que es el que utilizaron las fuerzas de Varela para ir de Suandancol a la Ciénaga Redonda (CNE 1925, Rollo 51:2, JG, 76, La Rioja).

Además de los usos reportativos del verbo decir, nuestro corpus reveló un uso metadiscursivo de dizque, dice que y dice. A continuación, presentamos algunos ejemplos:

(22) Bueno/ después de como seis veces/ que habrá ido distintos días /y dice ya estaba cansado ya de tanto esperarle/ le abrió la puerta su hermano (CH, 16, 2013).

(23) Bueno/ ellos llegaron ahí/ y bueno/ a ella le encantaba sembrar/ y la señora/ era grande la quinta que ellos tenían/ entonces dice/ bueno/ mi papá sabía hacer todo/ era albañil/ aparte joven (N, 37, 2013).

(24) Quería caminar hacia adelante/ así rápido/ dizque no podía caminar para adelante/ siempre que él/ siempre que él se cansaba/ no podía caminar rápido (F, 66, 2013).

(25) Lo que también me contaron que del duende <largamiento> y que creyeron/ cuando una señora tenía su hijo/ y le habían matado/ y dizque le enterraron en la punta/ así una punta de la montaña/… (RH, 14, 2013).

(26) Bueno/ el ángel Miguel/ eso es lo que cuentan en la parte de Oruro/ Bolivia/ pasa que/ dice que supuestamente aparecieron los malos espíritus/ el diablo en este caso/ apareció el arcángel/ o ángel Miguel/ creo que quien fue que lo derrotó a ellos/ porque ellos estaban atacando a la Virgen del Socavón (P, 23, 2013).

(27) Era una señora que de noche su cabeza se le levantaba/ y salía al sol la cabeza/ y había como un cuerpito de bebé adentro de la cabeza/ el cuerpo se quedaba en cama/ entonces salía y volvía/ iba a sacar armas/ robar armas/ y después volvía de noche/ y se sabía que la señora era un bruja/ y entonces/ dice que una vez ahí al lado de su casa había un bar/ de borrachos/ entonces iban a robar muchos señores/ entonces dice que había un par de tres/ cuatro borrachos/ que se hicieron los chistosos y entraron a su casa de ella (LJV, 14, 2013).

Como ocurría con el caso de las marcas reportativas, estos usos también aparecen en la obra de Vidal de Battini y en La Encuesta del 21. A continuación, presentamos algunos ejemplos:

(28) Dice que había una vez un hombre que era un gran enlazador. El zorro y el quirquincho lo miraban hacer pruebas con el lazo desde una barraca (VdeB 1980, II: 38, PB, 49, Catamarca, 1968).

(29) Resulta que el zorro con el quirquincho eran compadres. Y, un día, dice que andaba el zorro embromau, no podía cazar… (VdeB 1980, II: 395, EM, 45, Salta, 1952).

(30) Y los hijos han dicho que van a ir los tres. Y han tomado el camino. Y dice por ahí se abrían tres caminos. Cada uno tomó uno (VdeB 1983, VI: 87, MC, 58, Jujuy, 1951).

(31) Dice de sus antepasados, oriundos de Bolivia, que la luna es una mamá-virgen que camina a burrito (CNE 1925, Rollo, 56, IA, 70, Tucumán).

En los ejemplos (22) a (31), los hablantes cumplen la función de narradores de cuentos y/o leyendas populares de su cultura. En estos casos, las formas dizque, dice que y dice no parecen ser marcas evidenciales. Su función en estos casos parece ser la de operadores narrativos, tal como propone Andrade (2007): elementos que el hablante usa para marcar una distinción entre el nuevo tipo de discurso que está presentando y el contexto previo, la interacción cotidiana. Sin embargo, de acuerdo a nuestros datos, estas formas no solo sirven de marca de inicio del discurso narrativo —como ocurre en (26), (28) y (31))—, sino que además cumplen una función durante el proceso de construcción del discurso.

Como explica Briz (1997), durante una conversación coloquial, espontánea, el hablante realiza un esfuerzo en producir, formular y, más aún, intentar ‘sostener’ las partes de su discurso. Para ello, le son muy útiles los marcadores metadiscursivos: elementos que ayudan al control, tanto de la organización del mensaje, como de los papeles comunicativos y del contacto entre los participantes de la enunciación. Siguiendo a Briz, podemos decir que los hablantes usan estas marcas metadiscursivas a lo largo de su relato (como se ve claramente en los ejemplo (22), (23), (25), (29) y (30) en los que dice que y dice aparecen luego de conectores temporales, ayudando al proceso de construcción del discurso. Veamos el siguiente ejemplo:

(32) Una tía me contó/ que sería ya familia de mi papá/ que dice queᵢ una vez vivía una pareja/ y dice queᵢᵢ la pareja esa vivía mucho/ el hombre/ el hombre trabajaba lejos de la casa/ como vivían en pleno campo/ ¿no ve que en el campo no vive casi nadie?/ hay pocas casas/ entonces/ dice queᵢᵢᵢ ellos pasaban por ahí y el <alargamiento> cuando siempre ellos salían a pasear ella se fue <alargamiento> un día se fue enojada con su marido… (JG, 13, 2013).

En (32), la forma dice queᵢ marca el inicio del discurso narrativo. Con esta marca, el hablante pasa del mundo experimentado (‘Una tía me contó…’) y deja claro que se trata del inicio del cuento, del relato no experimentado (‘dice que una vez vivía…’). Las formas dice queᵢᵢ y dice queᵢᵢᵢ aparecen ambas luego de marcadores temporales (y y entonces respectivamente) ayudando a la cohesión y a la organización del discurso narrativo conforme este fluye. Por ello, creemos que las formas dizque, dice que y dice cumplen una función metadiscursiva en textos narrativos.

Conclusiones

De acuerdo con De la Mora y Maldonado (2015), en el español andino del noroeste de la Argentina, región en la que el español estuvo en contacto constante/permanente con el quechua, la forma dizque funciona como una marca reportativa. No indica que el contenido del enunciado sea falso, como ocurre en otras variedades de América. Desde una perspectiva cognitiva, la propuesta de Bermúdez (1996) acerca de la naturaleza de la evidencialidad nos permite observar que el uso de las marcas evidenciales está determinado por el punto de vista que decide otorgarle el hablante a su enunciado. Asimismo, considerar la evidencialidad como un dominio complejo, constituido por parámetros graduales, nos permite vislumbrar las distintas caras presentes en los marcadores evidenciales: no solo nos indican de dónde proviene la información, sino también cómo se accede y quiénes tienen acceso a ella.

Nuestra investigación en Tilcara (provincia de Jujuy), los datos obtenidos de La Encuesta del 21 (1925) y los aportes de la obra de Vidal de Battini (1964) demuestran que el dice reportativo investigado por Granda (2001) es un rasgo dialectal vigente en toda la Región Noroeste. Pero, además del dice, existen otras dos variantes con función reportativa: las formas dizque y dice que. A diferencia de Fernández Lávaque, quien considera que el dizque no guarda ninguna relación con el dice reportativo, nuestros resultados demuestran lo contrario. Estamos ante tres marcas evidenciales reportativas. La diferencia entre dizque y dice que, y el dice reportativo es que las primeras formas aparecen al inicio de la cláusula por razones sintácticas (la presencia del elemento subordinante que) y no al final de la construcción como ocurre con dice.

Además de ser marcas reportativas, las formas dizque, dice que y dice cumplen una función metadiscursiva en textos narrativos. Si bien Andrade (2007) da cuenta de que estos elementos marcan una distinción entre el nuevo tipo de discurso (el relato no experimentado) y la interacción cotidiana, nuestros datos muestran que estas formas cumplen una función a lo largo de todo el proceso de construcción del discurso coloquial. Estos elementos ayudan al hablante a tomar y mantener el control, no solo de la organización del texto, sino también de los papeles comunicativos (narrador, en el caso del hablante, y público oyente, en el caso de sus interlocutores) y del contacto entre los participantes de la comunicación.

 

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1 El dominio de la evidencialidad no se refiere a la realidad empírica (si la información a la que se accede es verdadera o no, si el acceso a la información es verdaderamente conocida por todos, etc.). El dominio de la evidencialidad se relaciona con el punto de vista del hablante, es decir, con la forma en la que presenta la información. Para una explicación más detallada, véase Bermúdez (1996).

2 Este trabajo fue realizado por pedido del Consejo Nacional de Educación al Instituto de Filología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, cuyo director era Amado Alonso y entre sus miembros se encontraban Ángel Rosenblat y Berta Elena Vidal de Battini.

La nomenclatura entre paréntesis corresponde a Vidal de Battini, año de publicación, tomo, página, iniciales del narrador, edad del narrador, provincia, año de la entrevista.

4 Este uso de diz que aparece reiteradamente en el discurso de distintos narradores registrados por Vidal de Battini en todas las provincias de la región.

5 La nomenclatura entre paréntesis corresponden a: Consejo Nacional de Educación, año de publicación, número de rollo microfilm, iniciales del narrador, edad del narrador, provincia.

6 Las edades de los entrevistados oscilan entre los 13 y los 77 años.

7 El ascenso a Punta Corral es por los cerros, frente a la Localidad de Tumbaya en la Quebrada de Humahuaca, a 45km de San Salvador de Jujuy (capital de la provincia).

 

Recibido: 14/06/2015
Aceptado: 23/06/2017

 

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