Juan Pablo Forner y el mundo del teatro
Es hecho ya suficientemente conocido el gran interés que el emeritense Juan Pablo Forner siempre manifestó, a lo largo de toda su vida, por las creaciones dramáticas, y, en general, por el mundo del teatro. Es una constante que queda perfectamente reflejada en toda su producción, en la cual los escritos teatrales y sobre el mundo del teatro ocupan una importante parcela.
El autor extremeño quiso dedicar al arte dramático parte de su obra de creación. Compuso, con cierta frecuencia, textos teatrales, encuadrables en diferentes géneros, en el teatro breve, como Introducción o Loa [...] para la apertura del teatro en Sevilla (Sevilla, 1795); en la comedia, como La escuela de la amistad o el Filósofo enamorado (publicada, primero en Valencia, por Joseph de Orga, en 1796, y, al año siguiente 1797, en Barcelona, en la Oficina de Pablo Nadal); en la tragedia, como las hoy desconocidas Motezuma y Francisco Pizarro; en los diálogos dramáticos, como el Dialogo entre un Escolar y un Sabio à la moda, (Diario de las Musas, nº 4, 4 de diciembre de 1790, pp. 15-7, y nº 5, de 5 de diciembre de 1790, pp. 19-22), o el Diálogo entre D. Silvestre, D. Crisóstomo y D. Plácido. Precédelo un prólogo al público sevillano (¿1795-1796?).
Igualmente, en repetidas ocasiones, redactó escritos en los que analizaba el mundo de la farándula, y exponía sus opiniones sobre sobre diversos temas teatrales, como la situación del teatro en sus días, las normas que debían respetarse en la composición de piezas de esta índole, la licitud y moralidad de las comedias, la calidad de los autores y textos del periodo, las características y calidad de sus propias aportaciones al género… Así, podríamos recordar su Fe de erratas del Prólogo del Theatro Hespañol que ha publicado Don Vicente García de la Huerta (1786), obra en la que arremete contra, entre otros asuntos, la peculiar ortografía utilizada en el texto del zafrense; las Reflexiones sobre la lección Crítica que ha publicado Don Vicente García de la Huerta. Las escribía en vindicación de la buena memoria de Miguel de Cervantes Saavedra, Tomé Cecial, exescudero del Bachiller Sansón Carrasco. Las publica don Juan Pablo Forner (Madrid, Imprenta Real, 1786); el Discurso imparcial y verdadero sobre el estado actual del teatro español (inserto en el número uno de La Espigadera, Madrid, Blas Román, 1790); la Carta del diario de Madrid de 28 de Abril impugnando la Comedia del Filósofo enamorado, a la que sigue una defensa de la expresada crítica por un Amigo del Autor de la Comedia (Cádiz, por D. Manuel Ximénez Carreño, 1795); la Apología del vulgo con relación a la poesía dramática, (ubicada, como prólogo, al frente de la impresión de La escuela de la amistad o el Filósofo enamorado, 1796); la Continuación de la Carta del Autor de la comedia del Filósofo enamorado publicada en el Diario de Cádiz de 13 de Mayo pasado de este año en respuesta a la de D. Hugo Imparcial, que también se publicó en el Diario de 28 de Abril (Cádiz, Por D. Antonio Murguía, 1796); la Respuesta á los “Desengaños útiles y avisos importantes del Literato de Ecija”; la Carta dirigida á un vecino de Cádiz sobre la otra del L. J. A. C. un Literato sevillano con el título de la “La Loa”, restituída á su primitibo ser. Su autor Rosauro de Safo, con una Epístola de Leandro Misono en nombre del Literato sevillano; la Respuesta del cura de Mairenilla la Taconera á la Carta de Juan Perote, sacristán de Armencilla, su fecha en Cádiz á 19 de Marzo de 1796. Publicada en la misma Ciudad á 23 de Mayo del propio año (Cádiz, Antonio Murguia, 1796); la Carta de M. V. Marcial a Don Manuel Fermin Laviano (Colección de obras manuscritas de la BNE, tomo III, pp. 24-35); la Respuesta á los “Desengaños útiles y avisos importantes del Literato de Ecija”; la Carta en defensa de la comedia El Viejo y la Niña (Colección de obras manuscritas de la BNE, tomo VI, pp. 252-274); la Consulta que Don Juan Pablo Forner, como fiscal que era de la Audiencia de Sevilla, hizo al Consejo de Castilla sobre que debian representarse comedias en la ciudad del Puerto de Santa María, sin embargo de haberse opuesto á ello la real Audiencia y el Acuerdo (Madrid, Imprenta de Burgos, 1816); o las “Causas del mal gusto en la poesía” (Obras de Don Juan Pablo Forner, Fiscal que fué del estinguido Consejo de Castilla. Recogidas y ordenadas por Don Luis Villanueva, Madrid, Imprenta de la Amistad, Calle de Jardines n. 16, 1844, pp. 145-148).
No todas sus obras teatrales, o sobre el teatro, se han conservado en la actualidad. Hay partes de sus composiciones de esta índole de las que conocemos su existencia, pero desconocemos sus textos concretos, algunos por completo, otros en su integridad, ya que solo hemos conservado fragmentos de los mismos, a veces gracias a que el propio Forner los copió en otros escritos de su producción. Es el caso de un fragmento de Las Vestales, la escena I de su Acto III, reproducida por su creador en sus Discursos filosóficos sobre el hombre1. De otros solo resta memoria de su título. Así, de las ya citadas tragedias Motezuma y Francisco Pizarro; o de las comedias Los falsos filósofos, El ateísta y La vanidad castigada. De otros conservamos descripciones de su contenido, como La cautiva española, comentada por el emeritense en una obra suya que le dedica, una carta cuyo destinatario es el censor de la pieza, Ignacio López de Ayala, que, con su informe negativo, impidió su estreno en las tablas: Carta de don Juan Pablo Forner [...] a Don Ignacio López de Ayala [...] sobre haberle desaprobado su drama intitulado La Cautiva española (Forner 1784 , VI: 276-316).
En el presente trabajo nos vamos a ocupar de una obra que no suele figurar en la relación de los escritos dramáticos de Forner, y ni siquiera ha sido, en la mayoría de los casos, incluida en las listas de las piezas, conservadas o no, que el emeritense legó, como aportación, a la historia de la literatura española, europea y universal. Se trata de una comedia que llegó a ser conocida en su momento, en los años de la Ilustración, y que gozó en gran éxito y predicamento en sus días, aunque en ellos no fuese dada a conocer con el nombre de su creador. Se trata de un texto que se estrenó con fortuna en el siglo XVIII, -en el Teatro madrileño de la Cruz, en concreto-, en el año 1797. Nos referimos a una pieza breve, que fue identificada por su autor con el nombre de Los aduladores, título con el que pasó a la posteridad sin ser habitualmente asociada a su creador extremeño, especialmente en los años posteriores a la Ilustración, en los que la pieza ha sido desconocida y, habitual y generalmente, ignorada.
2. Los aduladores en la cartelera madrileña de la Ilustración
2.1. Autoría y fuentes
Los aduladores es un texto que en la historiografía literaria anterior a la segunda mitad del siglo XX no suele ser mencionado, y, mucho menos, asociado a la persona y a la producción literaria de Juan Pablo Forner. En los últimos tiempos solo lo hemos visto citado en dos importantes trabajos dedicados al teatro dieciochista, a las creaciones dramáticas de la Ilustración. Se trata de la Cartelera teatral madrileña del siglo XVIII (1708-1808), de René Andioc y Mireille Coulon (2008), y del Catálogo de Autores Teatrales del Siglo XVIII, de Jerónimo Herrera Navarro (1993).
René Andioc y Mireille Coulon, en el tomo segundo de su Cartelera, citan Los aduladores como obra estrenada, el 24 de julio de 1797, en el Teatro de la Cruz, y repuesta, en el Teatro de los Caños del Peral, el 11 de febrero de 1806. Como género suyo indica que es una “pieza moral” en un acto. Explican que es una traducción de Destouches, aunque en la nota correspondiente aclara que esta consideración del texto como traducción se debe a Juan Antonio Ríos Carratalá y que tal afirmación necesita aclaraciones y matizaciones: “Según J. A. Ríos Carratalá, «Destouches en España», Cuad. de traducción e interpretación, 8/9, E.U.T.I., Barcelona, 1987, p. 258, n. 2. El Diario la atribuyó al autor de El Filósofo enamorado, esto es Forner (?); debe de ser un lapsus por El filósofo casado, de Destouches. El Mem. Lit. de sept. 1797, pp. 430-431, no menciona al autor” (Andioc y Coulon 2008, II, 616, y nota en 898).
Jerónimo Herrera Navarro, en su Catálogo de Autores Teatrales del Siglo XVIII, sin incluir ningún tipo de aclaración ni justificación, al realizar la relación de las obras dramáticas compuestas por Juan Pablo Forner, inserta, directamente, en la misma Los aduladores como creación del emeritense, indicando que se trata de una “Pieza moral en un acto”, y que fue “Representada en el Teatro del Príncipe en septiembre de 1797” (1993: 188), lo cual es erróneo, como más adelante comprobaremos, pero explicable, tal vez, por haber consultado la crítica al montaje incluida en el Memorial Literario, y de la que, con posterioridad, nos ocuparemos.
No es extraño que encontremos en el trabajo de Jerónimo Herrera Navarro la atribución de la autoría de Los aduladores a Juan Pablo Forner. En realidad, tal adscripción de esta comedia a la creación dramática de este compositor tiene un carácter más antiguo. Procede de la propia época en la que le tocó vivir al escritor extremeño, y en la que se produjo la configuración y difusión de toda su producción, de los años de la Ilustración. Y, en concreto, la hallamos en uno de los periódicos de ese momento, que se hizo eco de su estreno y de los días en los que permaneció en cartel, o en los que, con posterioridad, fue repuesta sobre las tablas. Nos referimos al Diario de Madrid.
El Diario de Madrid inició su publicación, con este título2, el 1 de febrero de 1788, y acudió, con bastante regularidad, a su cita diaria con sus lectores hasta el 31 de diciembre de 1814, fecha en la que apareció su último número3. Constaba de cuatro páginas, en la última de las cuales aparecía con relativa frecuencia y regularidad una sección titulada “Teatros”. En esta se incluía información sobre los espectáculos que eran montados en los tres grandes locales teatrales públicos existentes en el Madrid del momento, Los Caños del Peral, La Cruz y El Príncipe, como es bien conocido. En ese lugar se pueden encontrar datos sobre las obras dramáticas de Juan Pablo Forner que subieron a la escena y pudieron ser presenciadas por el público en la Villa española convertida, desde Felipe II, en la sede de la Corte. En ese lugar (Diario de Madrid del lunes 24 julio de 1797, núm. 305, 876), se recoge el estreno, el día 24 de julio de 1797, de Los aduladores, en el Teatro de la Cruz, en una función compleja, de la que después nos ocuparemos. De su autor no se recoge el nombre, pero se indica, como reclamo para el auditorio, que la pieza ha sido compuesta por “el mismo ingenio que compuso el Filósofo Enamorado”, obra de Forner, que obtuvo un gran éxito en años anteriores, que se mantuvo mucho tiempo en cartel, y que fue objeto de diversas reposiciones en las tablas, en diferentes teatros madrileños, como mostraremos en otro trabajo que actualmente tenemos en preparación. Tal atribución al extremeño, identificado siempre como “el mismo ingenio que compuso el Filósofo Enamorado”, se encuentra en todos los números del Diario de Madrid en los que se menciona el montaje de la obra, hasta la sustitución de la misma, en las tablas, por otro texto distinto de diferente compositor.
El problema que puede ser planteado es si puede darse por fiable la atribución de Los aduladores a Juan Pablo Forner hecha por el Diario de Madrid. Como comprobamos antes, René Andioc y Mireille Coulon la consideran un error, pues, piensan, al ser -dan por cierto- una traducción de Destouches, seguramente el diarista encargado de la sección de teatros se equivocó al citar el título de la obra conocida, que es, según él, del mismo creador de la que ahora puede verse en la escena madrileña: “El Diario la atribuyó al autor de El Filósofo enamorado, esto es Forner (?); debe de ser un lapsus por El filósofo casado, de Destouches” (2008, II: 898, nota A.20). No obstante, para nosotros, la defensa de la autoría de Forner es perfectamente plausible y verosímil. La redacción de la misma es, sin duda, parangonable a la que hallamos en otros textos dramáticos compuestos por el escritor emeritense. Los puntos de contacto de su argumento con el otorgado a El Filósofo enamorado son notables y detectables en la simple lectura de esas dos comedias. La coincidencia ideológica entre ambas es clara también, con su defensa de la libertad de la mujer en la elección de pareja, hecha de forma similar en las mismas. Los recursos que se utilizan en la composición de las dos obras son, igualmente, parecidos, con unos enredos que tienen evidentes puntos de contacto. El trazado de los personajes y su construcción muestran, también, similitudes, como podremos mostrar, más detenida y pormenorizadamente, en el libro que actualmente preparamos la profesora de la Universidad de Sevilla Piedad Bolaños Donoso y yo mismo, en el que pretendemos estudiar y editar toda la obra dramática, conservada y que podamos rescatar del olvido, o de las bibliotecas y archivos pertinentes, de Juan Pablo Forner.
No solamente razones de composición avalan la atribución de Los aduladores al creador extremeño que nos ocupa. De la discutible relación de la pieza con el teatro de Destouches después nos ocuparemos. Hay motivos externos, históricos, que nos llevan a otorgar verosimilitud a las afirmaciones incluidas en el Diario de Madrid. En primer lugar, se trata de un periódico que suele incluir noticias suficientemente contrastadas en sus páginas, por lo que sus lectores otorgaban verosimilitud a las informaciones que en él aparecían. Además, el Diario se publica en la misma época de composición de Los aduladores, e incluye la noticia de su estreno en la misma fecha en la que se produce este, sin tiempo para que la distancia distorsione o enmascare la verdad. Cabe presuponer, pues, que el redactor de la noticia debía de estar bien informado de la actualidad de la Villa de Madrid en esos años. Era, entonces, esa su dedicación y su obligación profesional. Es extraño, pues, que vaya a cometer errores de atribución con un autor, que, por esos años, era bien conocido; que, por entonces, ya estaba ligado a la villa de Madrid, desde 1796, -año en el que se trasladó a la Corte al ser nombrado, como ascenso, Fiscal del Consejo de Castilla-; que era famoso en los ambientes literarios y culturales, -que, sin duda, le eran muy familiares al periodista autor de la afirmación-, y que había sido en vida -falleció en la capital, el 16 de marzo de 1797, antes del estreno de Los aduladores- temido como polemista, lo cual le había otorgado notoriedad pública y fama; y que había sido elegido, en el mismo 1797, Presidente de la Academia del Derecho Español, -sita en Madrid, y actualmente conocida como Real Academia de Jurisprudencia y Legislación-, lo cual era sabido en los ambientes informados del momento, en los que, con seguridad, se movería con familiaridad el redactor de la sección de teatro del Diario. Ante ello, es verosímil que el diarista no hiciese, sobre este particular, afirmaciones a la ligera, sino afirmaciones resultantes de una captación de noticias tomadas de fuentes fidedignas. Ante todo ello, la atribución de Los aduladores a Forner resulta, por este camino, por esta vía, por estos motivos, por esta fuente, digna de crédito, digna de ser, muy en serio, tomada en consideración. Por otro lado, nadie ha presentado razones, o indicios, de peso, sino únicamente circunstanciales, que anulen la credibilidad de la atribución transmitida por el Diario de Madrid.
Se ha insinuado que Los aduladores no es una obra de carácter original, sino una simple traducción, o adaptación, de un texto de Destouches. Lo hemos comprobado con anterioridad, al recordar como René Andioc y Mireille Coulon así lo afirman en su imprescindible Cartelera teatral madrileña del siglo XVIII. Como vimos, allí, en una nota, también mencionada con anterioridad, se explica que la consideración de nuestro texto como traducción de Destouches se debe a Juan Antonio Ríos Carratalá (1987), quien la incluye en su artículo “Destouches en España (1700-1835)”. Consultado este trabajo de Ríos, hemos podido comprobar que, en realidad, este investigador no hace un análisis detallado de la comedia; no la estudia como texto procedente de uno anterior de Destouches, indicando, y explicando, la existencia de semejanzas y diferencias entre los mismos; y que la mención de Los aduladores no figura en el cuerpo del estudio, sino simplemente en una nota (Ríos 1987: 258, nota 2), en la que se enumeran obras de Destouches traducidas, versionadas o adaptadas en la España de la Ilustración. Entre estas se incluye, efectivamente, Los aduladores, pero indicando que la consideración de traducción de Destouches se puede leer en el libro de Alda M. Coe (1935), Catálogo bibliográfico y crítico de las Comedias anunciadas en los periódicos de Madrid desde 1661 hasta 1819, y sin insertar ningún otro tipo de explicaciones. Efectivamente, en el Catálogo de Coe figura incluida nuestra comedia en dos ocasiones. Primero, en su página cinco, como obra anunciada en dos periódicos del siglo XVIII, el Memorial literario y el Diario de Madrid, en el cual, se indica, aparece atribuida al autor de El Filósofo enamorado, es decir, a Juan Pablo Forner, como vimos. Nada se explica aquí sobre la procedencia de su texto (Coe 1935: 5). Con posterioridad, se inserta en el “Índice de autores”, en la entrada dedicada a “Destouches (Nericault)”4, en la cual se enumeran los títulos de las obras de este dramaturgo galo que fueron traducidas y montadas en España, y en tal enumeración Los aduladores encabeza la lista, aunque sin mayor tipo de explicaciones, y sin especificar el nombre que se ha otorgado a esta pieza en el supuesto original francés del que presuntamente procede. Ante todo ello, podemos comprobar que ningún dato, concreto y específico, avala la vinculación de la comedia que nos ocupa a un posible texto francés compuesto por Nericault Destouches. Ante la ausencia de mayores concreciones y especificaciones, y ante la falta de identificación del original del que pudiese proceder, hemos de concluir que, en el momento actual, no hay ningún motivo para dejar de insertar Los aduladores en la lista de creaciones teatrales originales que aportó la Ilustración española a la historia de nuestro arte dramático.
2.2. Estreno y representaciones
Tal y como queda reflejado en el Diario de Madrid, el estreno de Los aduladores tuvo lugar en la corte, en el Teatro de la Cruz, el lunes 24 de julio de 1797, algo más de tres meses después de que se produjese el fallecimiento de Juan Pablo Forner, acaecido, igualmente en Madrid, el 16 de marzo del mismo año de 1797 (Cañas 1987, 2011, 2018; Jiménez Salas 1944; Lopez 1999). Sustituyó sobre las tablas a una obra de Francisco de Rojas Zorrilla, Del rey abajo, ninguno, que se había representado hasta el domingo 23 de julio de 1797:
DIARIO DE MADRID DEL DOMINGO 23 DE JULIO DE 1797. Núm. 204. P. 872. Teatros. Hoy á las 8 en punto, en el Coliseo de los Caños del Peral, por la Compañia Italiana, se representa la Opera seria intitulada: la Cora de Quito, Vestal del Templo del Sol, con el bayle del Pastor Fido. En el de la calle del Principe, por la Compañia del Sr. Francisco Ramos, se representa el Guzman, el Bayle de la Alemanda, dos saynetes, y una tonadilla; á las 5. La entrada de antes de anoche fue de 2190. En el de la calle de la Cruz, por la Compañia del Sr. Luis Navarro, se representa la Comedia intitulada: del Rey abaxo ninguno, con saynete y una tonadilla; á las 5. CON PRIVILEGIO REAL. En la Imprenta de Josef Franganillo, calle del Baño.
La compañía de Luis Navarro, que se había convertido, desde finales del siglo XVIII, en la titular del Teatro madrileño de la Cruz, -en concreto, por esos años, lo fue en las temporadas 1795-1796, 1796-1797, 1797-1798, 1798-1799, 1799-1800-, fue la encargada de llevar a las tablas Los aduladores y de facilitar su conocimiento y difusión entre los espectadores interesados. El texto, dada su corta extensión -pues solo contiene mil ciento setenta y nueve versos y su argumento había sido distribuido en un único acto-, formó parte, en ese espectáculo, de una función compleja que contenía varias y variadas piezas, unas dramáticas y otras musicales, como -además de nuestro texto ubicado en el segundo lugar en esa función- una obertura inicial, tal vez compuesta por Blas de Laserna5; una tonadilla, Las Damas del nuevo Cuño; la segunda parte del melodrama Armida y Reynaldo, de Vicente Ramírez de Arellano6; otra tonadilla; el sainete Los cinco vecinos y, como complemento para hacer más atractivo el espectáculo, una boleras7 ejecutadas por el bailarín del Teatro de los Reales Sitios José González.
No conocemos, exactamente, el nombre de los cómicos que dieron cuerpo a cada uno de los personajes que aparecen en Los aduladores, pero sí el nombre de los actores que, en esa temporada, formaban parte de la compañía de Luis Navarro y, por lo tanto, que se repartieron los papeles. Se trataba de, -además del ya mencionado Luis Navarro, autor (director) de la agrupación-, Joaquina Arteaga, Rita Luna, Manuel García, Antonio Pinto, Félix de Cubas, Lorenza Correa, Bernardo Gil, y Mariano Querol. Todas estas noticias se transmiten en el número del Diario de Madrid que se hace eco del estreno de la obra, el 305, correspondiente al lunes 24 de julio de 1797, al que antes nos referimos:
DIARIO DE MADRID DEL LUNES 24 JULIO DE 1797. Núm, 305. P. 876. Teatros. Hoy no hay Opera. En el de la calle de la Cruz, por la Compañia del Sr. Luis Navarro, se representa una completa funcion teatral, compuesta de varias piezas, todas nuevas, cuyo órden será el siguiente. Despues de la Obertura con que dará principio la orqüestra; seguirá en un acto la Comedia intitulada los Aduladores: es del mismo ingenio que compuso el Filósofo Enamorado: concluida ésta, cantará una buena tonadilla á solo, titulada las Damas del nuevo Cuño, la Sra. Joaquina Arteaga: en seguida se representará por los Sres. Rita Luna, Manuel Garcia, Antonio Pinto, y Félix de Cubas, el Melodrama intitulado Armida y Reynaldo, segunda parte, escrito por D. Vicente Ramirez de Arellano: finalizada ésta, se cantará otra tonadilla por los Sres. Lorenza Correa, Bernardo Gil, y Mariano Querol: por fin de fiesta se executará el saynete intitulado los cinco Vecinos. Para que á esta plausible representacion no falte circunstancia que contribuya á hacerla mas vistosa y agradable, á mas del decoro de los Actores, y del Teatro, se han añadido unas Voleras, que baylará Josef Gonzalez, Baylarin del Teatro de los Reales Sitios, con el primor que es notorio: la Compañia espera merezca esta funcion las atenciones de un público tan benigno, especialmente la Sra. Rita Luna, en cuyo beneficio cede el producto de este dia; á las 8. La entrada de ayer tarde fue de 1520: la de antes de anoche en el del Principe fue de 2133, y la de ayer tarde de 2327. La tonadilla que cantará la Sra. Arteaga, se hallará de venta unida con su primera parte de la ciencia currutaca, que se ha cantado ya, á la entrada del Coliseo, y en la Libreria que está frente al mismo Coliseo. Armida y Reynaldo, primera y segunda parte; se hallará en la libreria de Castillo, frente á S. Felipe el Real, en la de Cerro, calle de Cedaceros, y en su puesto, calle de Alcalá. CON PRIVILEGIO REAL. En la Imprenta de Joseph Franganillo, calle del Baño.
2.3. La función de Los aduladores y su recepción por el auditorio
La acogida que tuvo Los aduladores en el Teatro de la Cruz de Madrid puede ser calificada, sin error, no solo de aceptable, sino de rotundamente buena. Los datos que nos proporciona el Diario de Madrid, sin duda, así lo corroboran.
La comedia, según se recoge en el Diario, se mantuvo continuamente en cartel durante trece jornadas. En concreto, se representó los días 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31 de julio, y los días 2, 3, 4, 5 y 6 de agosto de 1797, pues el 1 de agosto no hubo funciones en los locales teatrales madrileños. En todas esas jornadas, la función en la que su texto se insertaba no sufrió ningún tipo de cambios ni variaciones hasta el viernes 4 de agosto de 1797, fecha en la se modificó en final de la misma, eliminando las boleras que interpretaba Josef González, bailarín del Teatro de los Reales Sitios, como antes pudimos comprobar; y de tal modo se mantuvo hasta su retirada del cartel. Así lo recoge el número correspondiente del Diario de Madrid:
DIARIO DE MADRID DEL VIERNES 4 DE AGOSTO DE 1797. Núm. 216. P. 920. En el de la calle de la Cruz, por la Compañia del Sr. Luis Navarro, se representa una completa funcion teatral, compuesta de varias piezas, todas nuevas, cuyo órden será el siguiente. Despues de la Obertura con que dará principio la orqüestra; seguirá en un acto la Comedia intitulada los Aduladores: es del mismo ingenio que compuso el Filósofo Enamorado: concluida ésta, cantará una buena tonadilla á solo, titulada las Damas del nuevo Cuño, la Sra. Joaquina Arteaga: en seguida se representará por los Sres. Rita Luna, Manuel Garcia, Antonio Pinto, y Félix de Cubas, el Melodrama intitulado Armida y Reynaldo, segunda parte, escrito por D. Vicente Ramirez de Arellano: finalizada ésta, se cantará otra tonadilla por los Sres. Lorenza Correa, Bernardo Gil, y Mariano Querol: por fin de fiesta se executará e1 saynete intitulado los cinco Vecinos; á las 7 1/2. La entrada de antes de anoche fué de 3498. CON PRIVILEGIO REAL. En la Imprenta de Joseph Franganillo, calle del Baño.
Revisados todos los números del Diario de Madrid aparecidos en el mes de agosto del 1797, en contra de la noticia que transmite el Memorial literario, y de la que más adelante nos ocuparemos, no se realizaron representaciones de Los aduladores en el Teatro del Príncipe de la Corte, tan solo en el Teatro de la Cruz.
En los días de representación el horario de inicio de las funciones también fue objeto de algunos cambios. El lunes 24 de julio el estreno se produjo a las ocho. Los días 25 y 26 el espectáculo comenzó a las cinco. Los días 27, 28 y 29, a las ocho. Los días 30 y 31, a las cinco. El día 1 de agosto el Teatro de la Cruz permaneció cerrado:
DIARIO DE MADRID DEL MARTES 1 DE AGOSTO DE 1797. Núm. 213 P. 908. Teatros. Hoy no los hay segun costumbre. CON PRIVILEGIO REAL En la Imprenta de Joseph Franganillo, calle del Baño.
Los días 2, 3, 4 y 5 de agosto la función tuvo lugar a las siete y media. Y, por fin, el último día del montaje, el 6 de agosto de 1797, a las cinco de la tarde.
Retirado de escena el espectáculo del que formó parte la obra que nos ocupa, Los aduladores, el Teatro de la Cruz permaneció, durante tres días, el 7, 8 y 9 de agosto, sin aparecer en la sección de “Teatros” del Diario de Madrid, quizá por permanecer cerrado por entonces, al estar dedicada su compañía titular, la de Luis Navarro, a los necesarios, e im-prescindibles, ensayos para poder presentar una nueva función a los po-sibles espectadores interesados. El siguiente estreno tuvo lugar el día 10 de agosto. En el cartel figuraban tres piezas dramáticas, la comedia Los amantes de Teruel, acompañada de un sainete y una tonadilla:
DIARIO DE MADRID DEL JUEVES 10 DE AGOSTO DE 1797. Núm. 222. P. 944. En el de la calle de la Cruz, por la Compañia del Sr. Luis Navarro, se representa la Comedia intitulada: los Amantes de Teruel; con sainete y una tonadilla; á las 5.
El número de espectadores que quisieron acudir a presenciar las funciones del Teatro de la Cruz, -durante el tiempo en el que permaneció en cartel el montaje que incluía Los aduladores-, a juzgar por la recaudación de taquilla que conocemos, fue alto. Hubo una media de ingreso de unos cinco mil reales. Los datos que proporciona sobre este particular el Diario de Madrid son los siguientes:
La comedia Los aduladores dejó buen recuerdo en los espectadores de la era de la Ilustración, quienes quisieron conocerla los días en que se mantuvo sobre las tablas. Prueba de ello es que, pocos años después de que se efectuase su estreno, fue objeto de una reposición en la escena. Se efectuó esta en el año 1806, en el Teatro madrileño de los Caños del Peral.
En el Teatro de los Caños Los aduladores fue el texto encargado de sustituir, en las tablas, a una comedia popular titulada El carbonero de Londres, -que, seguramente, se trata de la así llamada compuesta por Antonio Valladares de Sotomayor-, y que daba cuerpo a una función también integrada por una tonadilla y un sainete, cuyos títulos no se especifican en las páginas del número correspondiente del Diario de Madrid:
DIARIO DÉ MADRID DEL LUNES 10 DE FEBRERO DE 1806. Nº 41 P. 184. En el teatro de los Caños del Peral, á las 5 se la tarde, se representará por la Compañía destinada al teatro del Príncipe la comedia titulada El Carbonero de Londres, con tonadilla y sainete. La entrada de ayer tarde fué de 4.703.
El nuevo montaje de Los aduladores estuvo a cargo de la compañía que trabajaba para el Teatro del Príncipe de Madrid. La función se estrenó el martes día 11 de febrero de 1806, a las cinco de la tarde. Formaban parte de esta, igualmente, tras el texto que nos ocupa, “una tonadilla á tres”, cuyo título no se especifica en el Diario, y un sainete nuevo, La Fiesta de Toros de Juan Tuerto, en el cual se explica: “se lidiarán quatro de estos animales con la mayor naturalidad”:
DIARIO DÉ MADRID DEL MÁRTES 11 DE FEBRERO DE 1806. Nº 42 P. 188. En el teatro de los Caños del Peral, á las 5 de la tarde, se executará por la Compañía destinada al teatro del Príncipe una divertida miscelánea de la forma siguiente: se dará principio con una pieza moral, en un acto, titulada Los Aduladores, seguirá una tonadilla á tres, y se dará fin con un gracioso saynete nuevo, nombrado La Fiesta de Toros de Juan Tuerto, en el que se lidiarán quatro de estos animales con la mayor naturalidad. La entrada de ayer tarde fué de 2.697. CON REAL PRIVILEGIO
El Diario de Madrid informa que la reposición de Los aduladores se mantuvo tres días en cartel, entre el martes y el jueves de la semana correspondiente, siempre en el Teatro de los Caños del Peral. En concreto, se representó los días 11, 12 y 13 de febrero de 1806. El viernes día 14 de febrero fue sustituida, en el mismo local, por una función múltiple, compleja, formada por las siguientes piezas:
DIARIO DÉ MADRID DEL VIERNES 14 DE FEBRERO DE 1806. Nº 45 P. 204. En el teatro de los Caños del Peral, á las 5 de la tarde, se executará por la Compañía destinada al teatro del Principe la funcion siguiente; se dará principio con el saynete del Payo de la Carta, en el que cantará el Sr. Pedro Cubas las seguidillas del Gallinero, seguirá una tonadilla á tres titulada Los Maestros de la Raboso, y se dará fin con un gracioso saynete nuevo, nombrado La Fiesta de Toros de Juan Tuerto, en el que se lidiarán quatro de estos animales con la mayor naturalidad. La entrada de ayer tarde fué de 9.841. CON REAL PRIVILEGIO
La concurrencia de público, durante los días del montaje, fue animada, registrando el teatro cifras de recaudación muy superiores a las que obtuvo el último día, el lunes 10 de febrero de 1806, la obra, casi con seguridad de Valladares, que la precedió en escena, El Carbonero de Londres, la cual recolectó, con datos del Diario de Madrid, 2.697 reales, y algo superiores a las obtenidas, según la misma fuente, por la función que la sustituyó, que ingresó, el viernes día 14 de febrero de 1806, 9.174 reales, que bajaron, el sábado día 15 de febrero, a 9.148, y subieron, el domingo 16 de febrero, a 9.480, cifras todas inferiores, aunque a veces poco, a las registradas por las funciones de Los aduladores:
El espectáculo, durante esos días 11, 12 y 13 de febrero de 1806, se inició siempre a las cinco de la tarde.
Revisados todos los números de Diario de Madrid correspondientes al mes febrero de 1806, y los correspondientes a la primera semana de marzo de 1806, no se detectan más noticias sobre Los aduladores.
Ante todos estos datos históricos que acabamos de rescatar, no podemos sino constatar, y concluir, que la comedia Los aduladores, tanto en su estreno en el Teatro de la Cruz, como en su reposición sobre las tablas en el Teatro de los Caños del Peral, cosechó un rotundo éxito en la escena, similar, aunque no tan amplio en el tiempo, -como estudiamos y demostramos en un trabajo mío que actualmente se encuentra en curso de publicación8-, al que había tenido, algunos años atrás, su predecesora, en el mismo aforo, el Teatro madrileño de la Cruz, La escuela de la amistad o El Filósofo enamorado, montada por primera vez, en ese local, por la Compañía de Eusebio Ribera, el día 28 de enero de 1795. Todo ello prueba la capacidad de conexión con sus espectadores, con su auditorio, que tuvieron, en sus días, y aún después del fallecimiento de su creador, las obras dramáticas compuestas por el emeritense Juan Pablo Forner.
3. Argumento y aportaciones de Los aduladores, según el Memorial literario
La comedia Los aduladores fue un texto que, hasta hoy, nunca ha sido difundido por medio de la imprenta. Carece de ediciones, ya desde los años de la Ilustración. Fue obra que permaneció, durante mucho tiempo, prácticamente hasta nuestros días, olvidada, sin que se recordase su trayectoria histórica, su difusión, o el nombre de su autor. Quedó perdida, confinada en tres manuscritos que se guardaron en los archivos históricos conservados de los tres locales teatrales existentes, en el siglo XVIII, en la Villa y Corte de Madrid, donde permanecen en la actualidad, formando parte de la Biblioteca Histórica Municipal de la capital de España.
Están estos tres manuscritos relacionados con los montajes de los fue objeto la comedia en fechas próximas a su creación, y a los que con anterioridad nos hemos referido, detallándolos. Se trata de los apuntes, con signatura de la Biblioteca Municipal Tea 1-5-22, denominados A, que se halla relacionado con el montaje realizado en el Teatro madrileño de la Cruz, en el año 1797, montaje que supuso el estreno de la pieza; y de los apuntes que fueron denominados B y C, que se vinculan con la reposición de la obra en el, también madrileño, Teatro de los Caños del Peral, en el año 1806. Así los describe Mercedes Agulló (1969-1977; 1978-1982; 1995: 248) en su libro La colección de teatro de la Biblioteca Municipal de Madrid:
87. “Los Aduladores. / En vn Acto. / Año de 97”. Ms. Letra del siglo XVIII. 1 cuadernillo. 21 cm. 3 ejemplares (1). Leg. 5-22. Primer verso: “--En fin, yo os ruego, señora...” Ejemplar B: “Los Aduladores. / Pieza en verso en un Acto”. [Añadido, con otra letra: “Dia 11 de Febrero de 1806”]. En la contraportada del ej. B: “Personas Don Juan - Galán Carretero Doña Ysabel - Dama Prado Don Ynocencio - Barba Rafael Pérez...” Ejemplar C: “Los Aduladores”. (1) 88. Los ejs. B y C con letra del siglo XIX.
Debido a esta nula transmisión impresa, y a la escasa transmisión manuscrita, no es extraño que Los aduladores fuese obra ignorada por la crítica posterior, que no incluyó, por desconocimiento, referencias a la misma en las páginas que dedicó al teatro dieciochesco, y ni siquiera la mencionó como texto hoy perdido, pero de título conservado -como sucedió con otras obras del polemista emeritense-, entre las producciones debidas a la pluma del extremeño Juan Pablo Forner.
Por estas causas podemos considerar a Los aduladores como texto históricamente perdido y olvidado, pero hallado y rescatado en la actualidad. Su contenido y características se pueden dar, hoy en día, por desconocidos, dada su escasa, o nula presencia, en los comentarios, investigaciones y trabajos históricos que, a través de los tiempos, han sido dedicados por los estudiosos al teatro de la Ilustración.
En sus días, tampoco fueron abundantes las referencias a esta comedia que pudieron ser detectadas, en textos críticos, noticieros o eruditos. Su presencia en los periódicos del momento no es abundante. Queda, casi, reducida a la inclusión de su nombre en las carteleras de los espectáculos entonces montados en la escena madrileña, y de las que se hicieron eco determinadas publicaciones periódicas, como el, ya estudiado y comentado, Diario de Madrid.
No obstante esta situación desoladora para la pieza que hemos añadido a la lista de aportaciones que Juan Pablo Forner legó a la historia literaria y cultural de España, y a la historia literaria y cultural de la Ilustración europea y occidental en general, en el siglo XVIII, nuestro texto, en los momentos de su estreno, había conseguido llamar la atención y despertar el interés de un periódico de esos días, especializado en el mundillo literario y cultural de su tiempo. Se trató del Memorial Literario, Instructivo y Curioso de la Corte de Madrid.
El Memorial Literario se empezó a publicar en Madrid en el año 1784, y acudió a su cita con sus lectores hasta 1808, con algunas interrupciones (entre 1791-1793, y entre 1797 y 1801). Tenía primero periodicidad mensual, y, después, bimensual. Era impreso en la Imprenta Real. Sus fundadores fueron Pedro Trullent y Joaquín Ezquerra, Catedrático de Lengua Latina en los Reales Estudios de San Isidro de Madrid, siendo este último su principal redactor, aunque siempre contó con un buen plantel de colaboradores, la mayoría de los cuales prefirió no estampar su verdadero nombre en los trabajos que allí publicaban, utilizar pseudónimos, o dejar sus artículos sin firmar y presentarlos como anónimos. Obtuvo una muy buena acogida en los años de la Ilustración (Sáiz 1990b).
En el Memorial Literario, en concreto, en el número correspondiente al mes de septiembre de 1797, en las páginas 428-431, uno de sus colaboradores, sin firmar su trabajo, quiso comentar dos obras del espectáculo en el que fue incluida, en su primera subida a las tablas en Madrid, la comedia de Los aduladores. El primer texto del que se ocupa, entre las páginas 128 y 130, es Arminda y Reynaldo; el segundo, entre las páginas 430 y 431, Los aduladores. En su crítica teatral comete un grave error al afirmar que las dos piezas fueron escenificadas en el “Coliseo del Príncipe” (en la página 428), cuando, realmente, como vimos, el local teatral en el que se dieron a conocer ante el auditorio fue el Teatro de la Cruz, donde trabajaba la Compañía de Luis Navarro, que el redactor cita.
En su crítica teatral, el comentarista del Memorial quiso destacar el montaje del que había sido objeto Los aduladores sobre las tablas madrileñas. Quiso dar, a sus lectores, noticia del contenido que había recibido la obra, de su argumento. Quiso resaltar algunas características que su autor, en los momentos de su composición, le había otorgado, y que le parecen destacables y dignas de elogio. El juicio del articulista es esencialmente positivo, como comprobaremos después. Y ello es paralelo a la buena acogida que le habían tributado, en su estreno sobre las tablas del Teatro de la Cruz, los espectadores que acudieron a presenciarla, los primeros receptores que tuvo la comedia en los días de las Ilustración, en aquellas funciones de verano de los meses de julio y agosto del año 1797, a las que anteriormente nos hemos referido.
Esa fue, durante largo tiempo, e incluso hasta nuestros días, la única fuente de aproximación a Los aduladores a la que se podía acudir para obtener un cierto conocimiento de la pieza, para satisfacer la curiosidad del interesado en la literatura y la cultura dieciochescas. En la actualidad estamos elaborando, la Profesora Piedad Bolaños Donoso y yo mismo, como antes adelantamos, una investigación que pretende obtener como resultado un libro en el que se estudie, y recopile, toda la aportación que podamos localizar, y reproducir, del legado de Juan Pablo Forner al mundo del arte dramático, todas sus obras de creación, en este campo, que logremos conseguir, todos los escritos relacionados con el mundo del teatro que se hayan conservado, y que seamos capaces de identificar como obra del emeritense. Allí incluiremos el texto por primera vez editado de Los aduladores, que atribuimos, dados los razonables y verosímiles indicios y pruebas que así lo indican, al gran polemista y escritor extremeño del siglo XVIII. Sirva, mientras tanto, la transcripción, que a continuación se incluye, de la crítica del Memorial al montaje, en el Teatro de la Cruz, -no del Príncipe, como hemos antes advertido-, en el año 1797, de la obra que nos ha ocupado en el presente trabajo, como anticipo que permita efectuar, en cierto modo, a los interesados, una primera aproximación al contenido y a las características de la misma, antes de conocer su texto literal, cuya edición ya tenemos, Piedad Bolaños y yo, concluida, aunque aún nos quede mucho trabajo, y tiempo, para dar completamente por cerrada nuestra investigación. Sírvanos, también, a nosotros esa transcripción como colofón a este artículo que ahora terminamos de dar a conocer a nuestros formados, curiosos e interesados lectores.
MEMORIAL LITERARIO. SETIEMBRE DE I797. PARTE II. CONTINUACION DEL MEMORIAL LITERARIO. SETIEMBRE DE 1797. PARTE SEGUNDA. Pp. 430-431. [428]TEATROS. COLISEO DEL PRINCIPE. Compañía de Luis Navarro: piezas representadas en el mes de Agosto próximo anterior.
[430] Los Aduladores. Comedia en un acto.
Argumento. D. Inocencio tenia una hija llamada Doña Isabel, á la qual queria casar con D. Braulio, hidalgo de provincia, hombre estrafalario, y encaprichado de su nobleza, pero no muy rico. Doña Isabel estaba enamorada de su primo D. Juan, pobre al presente; pero que litigaba con D. Inocencio una quantiosa hacienda, con cuya esperanza pretendia este aumentar su riqueza unida con la de D. Braulio. No sabian los dos amantes cómo vencer á su padre y tio, para que se uniesen en recíproco lazo: válese D. Juan de D. Serapio y D. Antonio, hombres estremamente aduladores, que entraban freqüentemente en casa del padre, y le adulaban en todas las cosas, para que seducido de este modo, pudiesen comer á su mesa, y aun les facilitase sus acomodos. Prometen estos lisonjeramente servir á D. Juan; pero hacen lo contrario. Entre tanto viene el novio prometido D. Braulio, muestra su caracter ridículo, el qual desagrada enteramente [431]á Doña Isabel; y esta sin rodeos no solo le manifiesta su ninguna inclinacion, sino que le pide que se interponga con su padre para que la libre de una bestia extraordinaria, qual es el mismo novio.
Quédase consternado D. Braulio de semejante recibimiento y tratamiento: pone esto en noticia de D. Inocencio, el qual procura disuadirle como que era una chanza de su hija. Mientras esto pasa, gana D. Juan el pleyto, y D. Inocencio ve que entregando la hacienda á D. Juan queda pobre, y mucho mas al ver que D. Braulio ya no quiere casarse con Doña Isabel faltando esta dote. D. Juan entonces ofrece todos sus haberes á D. Inocencio, y que casándose con su prima todo se quedará en casa. Conviene el padre, despidese D. Braulio, quedan despedidos y reprehendidos los aduladores, y D. Inocencio desengañado.
En esta comedia estan bien pintados los aduladores, bien expresada la sandez y avaricia del padre, y la ridiculez y orgullo del hidalgote, y en fin bien desempeñado el asunto. Es gracioso el pasage en que Doña Isabel á manera de Princesa acuitada pide al hidalgo quixote que la libre de aquel monstruo.