1. INTRODUCCIÓN: ECDÓTICA, LÉXICO HISTÓRICO E INTERTEXTUALIDAD
Como es sabido, las tradiciones textuales manuscritas, en nuestro caso medievales, fueron preparadas y modificadas en su forma y contenido por amanuenses que, de manera inherente al proceso de transmisión textual, dejaron plasmados sus idiolectos de manera más o menos acusada en los testimonios que compusieron. Así, en las modificaciones particulares que deslizan los copistas, la mayoría de ellos encubiertos por el anonimato en nuestros códices de la centuria cuatrocentista, podemos observar su sabiduría o falta de pericia lingüística, intuir su cronología y localización geográfica o atisbar sus preferencias estilísticas. De la misma forma, cuando los talleres impresores empezaron a trasladar los textos de los manuscritos a los recién surgidos impresos a finales del siglo XV y en los albores del siglo XVI, los componedores arreglaron activamente la lengua de los testimonios con que contaban, modernizando en los tórculos la veste lingüística de los textos resultantes.
En consecuencia, el trabajo ecdótico ha de sustentarse únicamente en la localización de errores textuales y, evidentemente, debe desechar todas estas modificaciones propias del terreno de la variación lingüística, sea esta de tipo fonético, morfológico, léxico o discursivo (Fernández-Ordóñez 2002, 2019; Octavio de Toledo 2006; Pons Rodríguez en prensa; Rodríguez Molina 2018; Sánchez-Prieto 1998; entre otros), pues, en su condición poligenética, no son útiles a la hora de configurar las relaciones estemáticas de la tradición textual dada. Sin embargo, su estudio es provechoso a la hora de abordar la investigación sobre la variación lingüística que se puede documentar en determinadas épocas, autores o tradiciones textuales. En cualquier caso, sea por la variación lingüística o textual que presentan los testimonios, es habitual en la práctica de la edición de textos encontrar pasajes de difícil comprensión y cuya edición requiere de un detenido estudio que tenga en cuenta tanto la materialidad de las formas implicadas en la variación intertestimonial como su historia lingüística y documentación textual.
En el caso de las variantes léxicas, hemos de precisar cierta peculiaridad de esta taxonomía, pues estas, aun conformando la nómina de variantes lingüísticas y teniendo una condición poligenética inherente, se sitúan más próximas al plano de lo textual. Esta peculiaridad confiere a las variantes léxicas una condición especial, por la que se debe sopesar el grado de equivalencia de cada muestra variacional para determinar si, efectivamente, pueden tratarse como sinónimas o deben señalarse como variantes cercanas o correspondientes a lo textual1. En este trabajo, nos centramos en el análisis de un pasaje cuyas variantes léxicas permiten acercarnos a través de su estudio a lo que esta categoría nos puede proporcionar desde la intertestimonialidad sobre el conocimiento del léxico histórico y, además, en este caso particular, sobre la localización de fuentes literarias.
Partiendo de estas bases teóricas, examinaremos las documentaciones que ofrece la colación de determinados pasajes del texto de la primera parte de la Crónica sarracina de Pedro de Corral (ca. 1430), obra que hemos editado críticamente. La investigación de los términos léxicos, esto es, brocal y cospe, cuya alteración gráfica en la manuscritura ensombrecía un pasaje ya de difícil discernimiento por la falta de documentación que estos vocablos acusan, ha desvelado, principalmente, datos sobre la intertextualidad que se puede registrar en la crónica corralina. El trabajo se articula en torno a los siguientes puntos: en § 2 se muestra lo que conocemos sobre la génesis textual de la obra y lo que sabemos sobre sus fuentes literarias e historiográficas; en § 3 se ofrece un panorama sobre la variación léxica en la intertestimonialidad y se expone cómo se han editado estos pasajes hasta ahora, así como la variación que presentan los términos en la tradición textual completa de nuestra obra; en § 4 se indican las particularidades históricas y lexicológicas de estos dos vocablos y, por último, en § 5 se presentan, a manera de conclusión, una serie de reflexiones finales sobre la intertextualidad que reflejan estos capítulos a la luz de estos datos léxicos.
2. LAS FUENTES TEXTUALES DE LA CRÓNICA SARRACINA: ENTRE HISTORIOGRAFÍA Y CABALLERÍA
La Crónica sarracina de Pedro de Corral (desde aquí solo CS) es una conocida obra de concepción y cimientos historiográficos, cuyo argumento aparece proyectado sobre un marcado modelado literario y caballeresco, motivo que ha provocado que la CS haya sido tratada de manera parcial y desigual en los estudios sobre la literatura castellana bajomedieval. Entre sus fuentes historiográficas está la Crónica del moro Rasis, importante modelo subyacente (Menéndez Pelayo 1905; Menéndez Pidal 1925; Catalán y De Andrés 1970, 1975), aunque no el único: un análisis detenido del texto (Romera Manzanares 2021, en prensa b) ha revelado el uso no menor de otras crónicas, como la Estoria de España alfonsí. En cuanto a la investigación sobre cuáles fueron las fuentes literarias en que se pudo inspirar Corral, contamos con varios estudios que confirmaron que el autor utilizó varias fuentes clásicas y renacentistas en la redacción de determinados capítulos de la CS. Riquer (1943) sugirió que el autor se basó en el África de Petrarca para confeccionar el capítulo cliv de nuestra edición, en que se plasman los pensamientos de Muza y el conde don Julián antes de la batalla de ambos, a través de unos soliloquios de profundidad y belleza literaria sobresalientes2. Sin embargo, esta supuesta influencia petrarquista se puntualizó en el estudio de Pujol (2002: 279)3, pues, en efecto, el texto del África subyace en la CS, pero esta intertextualidad, como demuestra el autor, se levanta sobre un texto puente en catalán: el Escipió e Aníbal de Antoni Canals (1352-1419). Además, Corral usó otros pasajes clásicos, pues “las tragedias de Séneca comienzan a ser usadas en la CS a partir del capítulo 256 (ccclxxxiii y ccclxxxiv en nuestra edición), y su uso ininterrumpido desaparece en el 262 (cdxl en nuestra edición), que cierra la primera parte de la obra”4, aunque advierte que, mientras que en todos los demás el modelo lo constituyen Las troyanas, en el capítulo 257 (parlamento que se extiende entre los capítulos ccclxxxv- cdxii para nosotros) el modelo es, en cambio, la Medea5. La utilización de los textos de Séneca en este momento, además de la clara similitud que presenta la caída del imperio godo con el asunto troyano, tema que Corral debía, por otra parte, conocer con profundidad6, no es aleatoria según este autor, pues también la formulación de la tragedia de Rodrigo, su ascenso y estrepitosa caída, se identificaría con la pasión y estructura que se observan en las tragedias clásicas.
Por su parte, Ramos (2013) localiza más pasajes tomados de la Medea senequiana en la segunda parte de la CS. Así, cuando la Cava escribe en los primeros capítulos de esta sección cartas a su padre, el conde don Julián, para que rebaje el tono de su venganza, el autor determina que la conversación entre ambos se basa en la que mantienen la nodriza y Medea al principio del tercer acto de esta tragedia según el texto de Séneca, y cuando la Cava insiste ante la furia del padre se recompone el parlamento de Medea ante Creón, pasaje tomado del segundo acto (Ramos 2013: 360-361). Igualmente, cuando el falso cronista Eleastras impreca al fantasma del conde don Julián, se reescribe la visión de Calcas ante el espíritu de Aquiles, escena que se localiza en el segundo acto de Las troyanas. A todo esto, se puede sumar la escena en que la condesa Frandina, esposa del conde don Julián según Corral, esconde a su hijo, que traslada el pasaje en que Andrómaca esconde a Astianacte en la misma obra (Ramos 2013: 362). Con todo, el investigador advierte que no dejan de apreciarse otras influencias literarias en la CS que siguen modelos castellanos, como la Crónica troyana (2013: 364)7. Cabe mencionar que, en cuanto a la influencia de esta en la CS, Menéndez Pelayo (1905: CCCLIX) ya sugería que “[a]bundan en la novela los nombres menos visigodos que pueden imaginarse: […], tomados algunos de ellos de la Crónica Troyana, que fue evidente prototipo de este libro español en la parte novelesca”; asimismo, los falsos historiadores que narran la historia contenida en la CS recuerdan a Dares y Dictis que narran la caída de Troya (Cacho Blecua 1992).
Esta investigación sobre léxico histórico realizada al hilo de la emendatio de los puntos textuales que citaremos seguidamente nos ha permitido localizar una nueva fuente literaria de la obra corralina: la versión primitiva del Amadís de Gaula. Gracias a los fragmentos recuperados por Rodríguez Moñino (1956) podemos rescatar el sentido y forma originarios que quiso plasmar Corral en su crónica con estas voces propias del ámbito bélico, pues ni la tradición lexicográfica ni los corpus lingüísticos nos permitían entender el significado recto del fragmento en cuestión, ni tampoco enmendar de manera firme la forma gráfica de los términos en variación, de lo que ha resultado esta nueva localización intertextual que presentamos en lo que sigue.
3. VARIACIÓN LÉXICA INTERTESTIMONIAL: ENTRE LO TEXTUAL Y LO LINGÜÍSTICO
Centraremos nuestra atención en uno de los pasajes de la CS cuya enmienda es necesaria ante la inestabilidad variacional que muestran los términos brocal y cospe, términos que hemos incluido en el texto crítico (1a-c) tras la investigación que presentamos aquí. Como hemos adelantado, este par de voces se nos presenta como una pareja léxica con poca documentación textual y de escasa representación lexicográfica, por lo que nos parecen voces restringidas en el uso y muy especializadas, circunscritas a la tradición del léxico armamentístico medieval8:
(1) a. (CS, I: XIV) E como Tomedo vido su espada quebrada, fue a do vido un cavallero, nin sabía si era suyo si de los enemigos, e tomole una lança corta e gruesa e fue a Narna e diole por suso el brocal del escudo por la garganta que le quebró la vena de la cabeça e luego cayó Narna en el suelo muerto
123456: brocal
B: broça
T: braça
SF: braçal
X: broca
M: boca
Y: hoja perdida
b. (CS, I: CCXII) rastrando por el suelo e vestidas todas sus armas e colgado del cuello su escudo, el brocal ayuso e el cospe contra suso, e va cavalgando en su cavallo este e el otro que va delante del que lieva el pendón
F123456: brocal
BTSXM: braçal
Y: pretal a cuello
BYTSXMF: caspe
123456: campo
c. (CS, I: CCXIII) e non lievan los escudos a derechas, antes los lievan al revés: el brocal ayuso e el cospe contra suso, al contrario de los otros, e non va sinon un pendón nuevo delante d’él
YT1236: brocal
BXSMF: braçal
45: fragmento omitido
BYTSXMF: caspe
1236: campo
45: fragmento omitido
El sentido del texto nos permite deducir que se trata de ciertas partes de los escudos: el brocal parece ser una parte superior, puesto que cuando la lleva al revés le ponen ayuso, abajo; en consecuencia, el segundo término en variación, esto es, el caspe, cospe o campo de la intertestimonialidad, debe de ser algún tipo de terminación inferior, pues cuando no se lleva a derechas o como corresponde, se pone hacia arriba.
A nuestro juicio, este fragmento ha sido editado de manera desigual y, creemos que, en las dos ediciones del texto de Pedro de Corral con que podíamos contar hasta ahora, se aportaba información imprecisa sobre la historia léxica de las formas implicadas y finalmente seleccionadas. En la versión inédita de Yoon (1997), en estos pasajes encontramos formas enmendadas, según la indicación <_> que ofrece en el cuerpo del texto crítico. En primer lugar, se incluye en la primera de las tres ocurrencias de brocal la forma femenina broca, mientras que en las dos ocasiones restantes se incluye la forma brocal, sin indicaciones al respecto, aunque se recoge en nota al pie esta variación lingüística según referencia de Riquer (1980). En cuanto a la inclusión de cospe en el texto crítico, se recoge en nota al pie que presenta asimismo variación lingüística en cospa a través de la misma referencia bibliográfica, única información disponible, pues, en el citado trabajo en cuanto al proceso de selección de estas variantes léxicas se refiere.
En cambio, en la edición de Fogelquist (2001) solo localizamos el vocablo brocal, sin que esta voz presente variación en las tres ocasiones en que se documenta en el texto. Esta primera selección léxica aparece justificada mediante la definición que se ofrece en el DECH (s.v. brocal), según las indicaciones del autor dispuestas en la nota al pie. En cambio, en el lugar que Yoon (1997) reserva a cospe, el autor prefiere incluir en su edición la forma campo, lectio facilior y errónea que ofrece el impreso en su primera edición (1499), testimonio que subyace, aunque modernizado, en esta publicación. De tal manera que los textos ofrecidos en las dos ediciones de que disponíamos hasta ahora del texto de la CS son los que se recogen en la siguiente tabla:
A la vista de estas muestras textuales, podemos determinar que mientras que el establecimiento de brocal ha tenido algo más de firmeza en las ediciones, a pesar de que Yoon (1997) ofrezca dos formas diferentes, la fijación del segundo término ha sido algo más problemática. No obstante, como se observa en (1), la intertestimonialidad que muestra la tradición textual completa de la CS en estos puntos críticos dista mucho de las soluciones ofrecidas en las ediciones comentadas9.
Como hemos podido mostrar en ocasiones anteriores (Romera Manzanares 2019, 2021), en el texto de la CS el autor incluyó terminología específica de diversos campos léxicos, además de voces de procedencia oriental que la manuscritura, desde Castilla, suplió por otras variantes léxicas de tipo sinonímico o morfológico. En este caso creemos que en las muestras textuales de la variación intertestimonial de caspe no se trata de variación lingüística, sino que estas modificaciones llegan a afectar al plano textual, pues estamos ante una forma que supone un error en la transmisión del contenido, tanto en la familia manuscrita, pues la forma caspe no se documenta en ningún corpus histórico10 ni en ningún lemario con este significado, como en la familia impresa, donde se ofrece una lectio facilior al deslizar en su lugar la forma campo.
Es preciso destacar en este momento las peculiaridades aducidas arriba sobre la compleja determinación de la variación léxica: en los pasajes señalados, estos errores paleográficos, quizá ocasionados por el desconocimiento de las voces o directamente emanados del proceso de copia, han deturpado y ensombrecido unas formas léxicas que, además, presentan una historia lexicográfica incompleta debido a su escasa documentación y su imprecisión semántica. No obstante, a la hora de rastrear la historia de estas voces y sus variantes formales para establecer el texto crítico y poder así seleccionar las formas correctas nos topamos con que la tradición lexicográfica no ofrece una acepción precisa que satisfaga el contenido del pasaje en ninguno de los dos casos. La justificación de la selección formal de las variantes y la acepción específica que requiere el contenido de este pasaje literario llega gracias a su localización en el texto refundido por Garci Rodríguez de Montalvo del Amadís de Gaula.
4. HISTORIAS DE BROCAL Y COSPE: TÉRMINOS ENMENDADOS
Las documentaciones de brocal en corpus históricos como corde o biblia medieval muestran que este término, en efecto, hace referencia casi siempre a un ribete que había de llevar el escudo medieval, acepción que presenta una consolidada historia lexicográfica11. Aunque no ocurre así en dos textos, en los que la forma aparece aludiendo a otro tipo de ribete, en este caso solo superior, especificaciones terminológicas que localizamos únicamente en los fragmentos que estamos estudiando de la CS de Pedro de Corral y en algunos otros que aparecen en el Amadís de Montalvo12:
(4) a. (Amadís, I, XI) Mas el de los leones, que vio salir cavalleros y peones armados del castillo, tomóle por el brocal del escudo y púsole la punta de la espada en el rostro y dixo
b. (Amadís, XII) que la una estribera le hizo perder, y la lança quebró; el jayán alçó la maça por lo ferir en la cabeça, y Galaor passó tan aína que no lo alcançó sino en el brocal del escudo, y quebrando los braçales y el tiracol
c. (Amadís, XXV) fue para él, y el otro, que más no pudo, tornó assí mesmo a lo herir, y diole un gran golpe por cima del brocal del escudo, que entró la espada por él una mano, assí que la no podía sacar
d. (Amadís, XXXVI) El Rey alçó el escudo, donde recibió el golpe, y fue tal, que la espada entró por el brocal bien un palmo, y alcançó con la punta della al Rey en la cabeça, y cortóle el cuero y la carne hasta el huesso
e. (Amadís, XXXIX) Agrajes fue al Duque y diole con la espada en el brocal del escudo, y la espada descendió al pescueço bien un palmo
f. (Amadís, LXI) y el cavallero quebrantó su lança, y Florestán le fizo dar del brocal del escudo en el yelmo, que le fizo quebrar los lazos y derribógelo de la cabeça
g. Amadís alçó el escudo y recibió en él el golpe, y ahunque muy fuerte era y de fino azero, entró la spada por el brocal bien tres dedos
h. (Amadís, LXVIII) de que vio venir la gran spada contra él, alçó el escudo y recibió en él el golpe, y la spada deçendió por el brocal bien un palmo, y entró por el yelmo tres dedos
i. (Amadís, LXXIX) el Cavallero Griego lo firió so el brocal del escudo y falsógele, y la lança topó en unas hojas fuertes y no las pudo pasar
j. (Amadís, CX) Mas Amadís a Constancio, que delante halló, dio tal golpe en el brocal del escudo, que gelo fizo dos pedaços, y no se detuvo allí la espada; antes, llegó al yelmo, y el golpe fue tan grande, que Constancio fue atordido
k. (Amadís, CXXVIII) y la espada cortó tan livianamente, que desde el brocal hasta ayuso le llevó el un tercio del escudo, que le no alcançó más
l. (Amadís, CXXVIII) y diole otro gran golpe encima del brocal del escudo, pensando darle en la cabeça y no pudo; qu’el gigante, como el golpe vio venir tan rezio, alçó el escudo para lo en él recebir, y la espada entró tanto por él, que cuando Amadís la pensó sacar, no pudo; y el gigante lo pensó herir, mas no pudo levantar el braço sino muy poco, de manera que el golpe fue flaco
m. (Amadís, CXXVIII) Amadís estovo en aquel lugar donde antes estava, puesto el canto del escudo en el suelo y la mano sobre el brocal , y la espada en la otra, esperando de morir antes que se dexar prender
En todas las muestras textuales recogidas en (4) se incluyen referencias que nos permiten advertir esta acepción de brocal que hemos señalado también en el texto de la CS. Es habitual localizar complementos en estos segmentos que aluden a zonas del extremo superior del cuerpo como el rostro (4a), la cabeza (4b, 4d, 4l) o el pescuezo (4e); así como puede documentarse el empleo de locativos como por cima (4c), por encima (4l) o so (4i). En cuanto a otras armas medievales que se ponen en relación con la localización de este brocal, podemos anotar que se relaciona sintácticamente con el yelmo que protegía las cabezas de los soldados medievales (4f, 4j) o las fojas (4i), que servían para resguardar el cuello. Hay otras construcciones que señalan de igual manera la condición de ‘refuerzo superior del escudo’, pues, por ejemplo, encontramos que se indica que la espada cortó el escudo desde el brocal hasta abajo (4k) o que se puede poner la mano sobre el brocal, dejando el canto o la contera en el suelo (4m). Por último, en los casos recogidos en (4g, 4h) localizamos que los golpes de espada se podían recibir en el brocal si los caballeros lo alzaban para ampararse de los contrarios.
En determinados repertorios de voces de especialidad podemos registrar algunas especificaciones que, si bien no llegan a incluir la puntualización semántica que necesita nuestro fragmento de la CS, ofrecen indicaciones sobre su posición en algunas piezas. Por ejemplo, en Almirante (1869, s. v.): se dice que el brocal es “en las piezas de artillería el extremo opuesto a la culata o tercer cuerpo o caña, donde se halla el plano de la boca o espejo […] consta de collarino cilíndrico y varias molduras como tulipa, cuarto, bocel, filete y escocia”. En cambio, en la entrada de broca podemos documentar que se refiere a “la parte saliente del escudo que en forma de embudo partía del centro y de ahí se llamaron a esta clase de paveses broqueles”. Por su parte, en Rubio y Bellvé (1895, s. v.) se dice que “en artillería es la parte de una pieza próxima a la boca de la misma; explicándose su etimología por ser brocal voz en cierto modo genérica que indica la boca de cualquier recipiente”. Asimismo, distingue que “en las piezas antiguas, en cuya construcción se atendía a ciertas condiciones de ornamentación que han caído en desuso, el brocal era la parte moldurada que se encontraba al extremo de la caña, separada de esta por una moldura rectangular que se llamaba faja del brocal o collarín”.
En cuanto a la segunda variante en conflicto implicada en estos fragmentos, esto es, cospe, que según la tradición textual de la CS presenta variación en caspe o campo, hemos de apuntar que no hemos localizado ninguna acepción o documentación que denote una de las partes del escudo medieval que se refiere en este pasaje, salvo la recogida en (5), extraída del texto de la Traducción de Lanzarote del Lago (corde, s.v. cospes)13:
(5) E bio en el llano caue del agua vna tienda muj grande e muj fermosa e alrrededor dela qual estaban diez escudos los cospes contra suso e quando se llego ala tienda vio vna donçella colgada delos cauellos de vn arbol
Aunque esta documentación de cospes no ofrezca ningún complemento con que identificar concretamente la acepción de ‘parte inferior del escudo’, cabe suponer a la vista del fragmento que posiblemente se está refiriendo un hecho anómalo o llamativo, de lo que puede desprenderse la indicación o el realce de su posición en sentido contrario, contra suso, esto es, hacia arriba, como señal a la entrada de la tienda de la doncella.
Por su parte, los lemarios apenas recogen información al respecto14, aunque es determinante la que ofrece el dech (s. v. caspa), que indica que en aragonés antiguo puede documentarse cospa como ‘contera de un arma’, esto es, con el significado de ‘Pieza que se pone en el extremo opuesto al puño de objetos como un bastón, un paraguas, una sombrilla o una espada’ (dle, s.v.: contera)15.
5. ECOS DEL PRIMITIVO AMADÍS: REFLEJOS LÉXICOS DE LA LITERATURA CABALLERESCA EUROPEA
Así las cosas, a la vista de las indicaciones bibliográficas y lexicográficas que señalan al texto renovado del Amadís de Gaula, cabe rescatar las muestras textuales en que se incluye este término. En efecto, las documentaciones de brocal que ofrece la obra refundida por Montalvo nos devuelven ejemplos de uso de la voz con esta acepción concreta de ‘refuerzo superior’, pues estas menciones incluyen referencias a una zona específica del escudo medieval, la superior, aunque esta puntualización semántica no se haya reflejado en la tradición lexicográfica.
Como hemos mencionado, Riquer, a la luz de estos pasajes del Amadís, reparó asimismo en el sentido conciso y específico que se imprimía en este texto con el empleo de brocal. A través de varias investigaciones sobre las formas léxicas del ámbito de las armas según el texto ofrecido en el moderno Amadís (1980, luego recogido en 1987), el autor sugiere que, efectivamente, este término necesita otra interpretación que no recogen los lemarios, pues distingue que en el texto quinientista de Montalvo “el brocal que tantas veces aparece mencionado […] era, pues, un refuerzo del escudo que hacía más resistente la parte superior del arma, la que recibía los más temibles golpes de la espada” (1980: 411). Sugiere que debe diferenciarse este uso del brocal del sentido de “‘saliente metálico situado en el centro del escudo, en latín umbo y en francés boucle (de donde bouclier)’” (Riquer 1980: 409). De igual forma, indica que hay que descartar que se trate de un ‘ribete que guarnece el escudo’, “aunque esto realmente existió” (1980: 412), sin embargo, indica, según la cita a que hemos aludido arriba del dech (s. v.), que “esta segunda interpretación está en tela de juicio” (1980: 409). En efecto, argumenta, los términos eran sinónimos en algunos textos y servían en principio para identificar este saliente central, como se registra en textos como La Gran Conquista de Ultramar o la Historia troyana, y como Menéndez Pidal advirtió al respecto del estudio del vocabulario del Cantar de Mio Cid (1911: 653), aunque en el momento de estas traducciones el refuerzo metálico ya habría desaparecido de los escudos (1980: 410).
Al mismo tiempo, a la vista de los fragmentos amadisianos recogidos en (4) y contando con la transmisión de los términos que transmite la CS, cabe preguntarse si es nuestra obra la fuente de estos pasajes o si ambas composiciones caballerescas pueden estar acudiendo al mismo texto, esto es, si provienen ambos de la versión primitiva del Amadís. La obra, en su estado primario, solo puede leerse gracias a unos fragmentos recuperados por Rodríguez Moñino (1956), que, casualmente, transmiten un pasaje que prueba que Corral sigue el texto originario con gran fidelidad:
(6) vós me prometistes que me mataríades o que me faríades levar el escudo al cuello, el cospe contra suso e el blocar contra yuso e que me faríades levar el rabo del caballo en la mano por freno e que así pasase toda la villa (Rodríguez Moñino 1956: 212).
Si atendemos al contenido del segmento recuperado, podemos comprobar que la pena de la que se habla en este momento del Amadís primitivo es la misma condena que se impone a los caballeros vencidos según el texto de la CS: se trata de una fracción textual que se ha transmitido de forma análoga en los tres textos: ambas versiones del Amadís y nuestra CS. En relación con esto, en la muestra recogida en (4m), que es la del Amadís quinientista que versa sobre la misma temática, se transmiten los términos brocal y canto. En el caso de la inclusión del segundo vocablo, sí podríamos estar ante una sustitución léxica de tipo sinonímico, puesto que la voz puede cumplir con los requisitos conceptuales del capítulo, ya que se define como ‘extremidad, punta, esquina o remate de algo’ (DLE, s. v. canto 2 ). Esta modificación lingüística puede tratarse de una sustitución surgida del mismo arreglo de Montalvo, pues no hay indicaciones de su enmienda o reposición en las ediciones modernas (Cacho Blecua [ed.] 1991 o Avalle Arce [ed.] 2015). En relación con el análisis léxico de cospe en los fragmentos del Amadís primitivo, Riquer (1980: 413) determina que se trata de una “voz que no aparece en el Amadís refundido por Montalvo, es, sin duda, lo mismo que guaspa, que significa ‘contera’, en nuestro caso aplicado a la parte inferior del escudo”. Podemos añadir que, presumiblemente, la voz no aparece debido a sustituciones léxicas de tipo sinonímico, como la analizada de canto, con las que el refundidor arregló estos capítulos.
Por último, según podemos leer gracias al fragmento extraído de la Traducción de Lanzarote del Lago que hemos recogido en (5), podemos advertir que la tradición caballeresca ofrece otras documentaciones de cospe como una parte específica del escudo, aunque en este ejemplo no se pueda extraer del contexto si la parte es superior o inferior. En este sentido, a tenor de la condición de traducción que presenta este testimonio castellano del Lanzarote, cabe recuperar el término que transmite su modelo textual francés16. Por lo tanto, podemos suponer que este cospe entendido como ‘parte inferior del escudo’ se trata de un término especializado y propio de la tradición discursiva a que estamos aludiendo, por lo que lo correcto, según lo atestiguan los corpus, sería enmendar el pasaje con cospe, respetando las influencias caballerescas europeas y la tradición léxica de las armas medievales que se documenta en este tipo textual.
6. CONCLUSIONES
A través de la intertextualidad comprobada entre estas dos obras, puede determinarse que la especificidad que necesita el pasaje de la CS donde aparece brocal se debe a esta lectura del Amadís primitivo, donde en efecto el término refiere un borde superior, acepción que sugirió ya Riquer (1980), por lo que habría que enmendar la palabra en todas sus apariciones siguiendo esta acepción localizada en el pasaje original. Asimismo, gracias a estas documentaciones del primitivo Amadís puede conocerse el significado y forma que quiere transmitir la inestabilidad de tradición textual de la CS en cuanto al segundo término, pues este no aparece siquiera en el texto del Amadís de Montalvo. En este sentido, creemos que la lección deturpada que parece referir la tradición textual de la CS, a la vista de los fragmentos recuperados del primitivo Amadís y del fragmento traducido del Lanzarote del lago es cospe, voz que hemos incluido finalmente en nuestro texto crítico (1a-c), pasaje que por otra parte nos permite apuntar una intertextualidad superior: la que relaciona el primitivo Amadís con la materia artúrica centroeuropea a través de esta localización persistente de voces específicas, cuyos referentes no se podían localizar en los territorios peninsulares, de la armamentística medieval europea.
Podemos concluir indicando que la investigación léxica que nos ha permitido realizar la intertestimonialidad de la CS gracias a estos puntos textuales, además de completar una laguna de documentación y apuntalar la falta de acepciones específicas que ya pedía Riquer (1980), señala la intertextualidad existente entre los pasajes referidos de la CS y el primitivo Amadís. Una vez clarificado el significado del fragmento y enmendado según estas referencias, también gracias a esta investigación podemos ir perfeccionando la lista de obras a que acudió Corral para confeccionar el monumento literario que es la CS.
Por último, cabe destacar la importancia de la atención a la variación intertextual de la tradición manuscrita completa, tanto en su aparato de variación lingüística como en el que registra las modificaciones localizadas en el plano textual. El trabajo ecdótico requiere de un análisis exhaustivo de la historia del texto en todas sus vertientes: solo a través del conocimiento integral de cómo se realizó este trasvase cultural, literario y lingüístico podemos entender cómo se fue amoldando desde salir de las manos del autor, pasando por la acomodación de las de los copistas, hasta llegar a nosotros, últimos receptores de la tradición.