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Lexis

versión impresa ISSN 0254-9239

Lexis vol.47 no.2 Lima jul./dic. 2023  Epub 18-Dic-2023

http://dx.doi.org/10.18800/lexis.202302.007 

Artículos

Anglicismos en la prensa femenina entre los siglos XIX y XX: La Moda Elegante

Anglicisms in Women’s Press Between the 19th and 20th Centuries: La Moda Elegante

María Vázquez Amador1 
http://orcid.org/0000-0003-3861-1491

1Universidad de Cádiz - España, maria.vazquez@uca.es

Resumen

Este trabajo pretende analizar los anglicismos localizados en la revista La Moda Elegante (1860-1927). Para ello, se extrajeron las voces, y se determinaron sus áreas temáticas, tipología formal, frecuencia de uso y primera aparición. Se consultaron las ediciones anteriores de los diccionarios de la Real Academia Española y la edición actual del Diccionario de la Lengua. Se localizaron 88 anglicismos relacionados con la moda, la crónica social, el deporte y otros temas. Eran mayoritariamente voces crudas (exactas a la voz original) y poco frecuentes. Un alto porcentaje de estos anglicismos se admitieron en alguna edición de los diccionarios y, en su mayoría, siguen vigentes en la edición actual. Estos datos demuestran que eran conceptos novedosos que nos acercaban a nuevas realidades y que están incorporados en nuestra lengua.

Palabras clave: anglicismos; revistas femeninas; léxico especializado; moda

Abstract

This paper intends to analyze the anglicisms found in the fashion magazine La Moda Elegante (1860-1927). To do so, these words were extracted, and categorized according to their thematic areas, formal typology, frequency of use and first appearance. Previous editions of the dictionaries of the Royal Spanish Academy and the current edition of the Diccionario de la Lengua were consulted. Eighty-eight anglicisms related to fashion, social chronicles, sports and other topics were identified. They were mostly non-adapted and infrequent voices. A high percentage of these anglicisms were included in the dictionaries, and most of them are still valid in the current edition. These data show that they were novel concepts related to new realities which have been incorporated into our language.

Keywords: Anglicisms; women’s magazines; specialized lexicon; fashion

1. INTRODUCCIÓN

La moda es un fenómeno estético, social, histórico y cultural que refleja las transformaciones de la sociedad y evoluciona al compás que los contextos marcan (Sidrach de Cardona 2017). Una de sus principales características es la volatilidad, pues las prendas, los materiales o los complementos están constantemente cambiando y evolucionando (Fernández Martínez 2016). La aparición de cada nuevo elemento o tendencia necesita de términos específicos para su designación, que estarán de moda durante un tiempo, con la posibilidad posterior de pasar a formar parte del léxico común o desaparecer (Montoya 2001). Las tendencias en moda cambian con más rapidez de lo que progresa el lenguaje, y también desaparecen en un espacio de tiempo que no permite la creación de unidades léxicas en la lengua receptora (Pérez y Gutiérrez 2019). Esto la convierte, como apunta Estornell (2012), en uno de los campos léxicos con mayor presencia de préstamos lingüísticos.

Los anglicismos son voces de procedencia inglesa que se incorporan a otras lenguas generalmente para nombrar un concepto nuevo, o por otra serie de causas lingüísticas, como el uso de sinónimos y efectos estilísticos. Una vez que se introducen en la lengua receptora, normalmente a través de los medios de comunicación, si alcanzan una frecuencia de uso alta, se popularizan y se asientan en la lengua. Por el contrario, si no son demasiado populares, pueden convertirse en anglicismos estacionarios, que terminan desapareciendo. La manera de constatar que se han arraigado en la lengua receptora es su admisión en los diccionarios.

El proceso de incorporación de los anglicismos comienza en el lenguaje específico de la lengua de origen, pasa al lenguaje específico de la lengua receptora y después a la lengua común de la lengua receptora (Gómez Capuz 1997, Sáez Godoy 2005, Prat Sabater 2019). Desde que los préstamos salen del círculo de especialistas y se difunden en la sociedad, pueden experimentar un proceso de banalización en el que sufren cambios semánticos, gramaticales y pragmáticos (Meyer y Mackintosh 2000 citado en Cañete, Fernández-Silva y Villena Araya 2020). El tecnolecto de la moda, aunque se trata de un lenguaje especializado, es un caso especial, pues traspasa la frontera entre lengua común y lengua de especialidad debido al alto porcentaje de léxico que es conocido por la sociedad. Esto no ocurre en otros lenguajes especializados como el médico o el jurídico (Agulló 2016).

En este proceso de propagación, el anglicismo puede sufrir una serie de modificaciones formales, pues, al no coincidir las características ortográficas de ambas lenguas, puede intentar adaptarse a la lengua receptora (Rodríguez Gutiérrez 2018). Estas modificaciones generan la convivencia entre distintas grafías, unas más cercanas al original, otras con mayor o menor aclimatación a las propiedades de la lengua receptora (Clavería 2019). Los anglicismos pueden clasificarse atendiendo a la distancia ortográfica recorrida entre la lengua prestadora y la lengua receptora. Dentro de las voces de apariencia inglesa se encuentran los anglicismos crudos, que son exactamente iguales a la voz original (ej. knickerbocker y ­cold-cream); los ­anglicismos de apariencia parcialmente inglesa están normalmente en periodo de aclimatación, aunque aún mantienen elementos extranjeros en su grafía (ej. carrik, procedente de la voz inglesa carrick); y los anglicismos de apariencia española que ya están asimilados al español (ej. redingote, procedente de la voz inglesa riding coat) o son calcos léxicos, traducciones de vocablos bimembres (baloncesto procedente de basket-ball).

La prensa es una de las principales vías de incorporación y propagación de préstamos a la lengua receptora (Lorenzo 1987; Alvar Ezquerra 1998; Gómez Capuz 2001; Castillo 2002; Sáez Godoy 2005; Hourani 2012; Cañete, Fernández-Silva y Villena Araya 2020). El lenguaje periodístico tiene la capacidad de popularizar usos propios de las lenguas de especialidad en la lengua común (Fernández Martínez 2017). En el ámbito del periodismo especializado, la moda reúne todos los ingredientes para que los medios de comunicación den a conocer un producto y atraigan el interés del lector por los nuevos estilos, tendencias, tejidos, colores y marcas, entre otros (Pérez Curiel 2013).

El siguiente paso en la normalización de los anglicismos es su admisión en los diccionarios: una vez que se estabilizan en el uso e ingresan a las obras lexicográficas, se considera que pierden su carácter neológico (Cañete, Fernández-Silva y Villena Araya 2020). Los diccionarios de la Real Academia tienen un carácter normativo y la Academia normalmente admite términos de uso frecuente, que son utilizados por el hablante medio (Clavería 2019).

Hoy en día, las herramientas informáticas permiten acceder a textos de otras épocas y analizar el lenguaje que se utilizaba. Por esta razón, se decidió investigar la presencia de anglicismos en una revista de modas publicada entre finales del siglo XIX y principios del XX. El medio de transmisión en el que se centra este estudio es la prensa escrita, reflejo de la sociedad, las costumbres y las modas de la época, y, consecuentemente, de la lengua que se utilizaba. Concretamente, se hará a través del análisis de distintos ejemplares de la revista La Moda Elegante (LME).

Aunque el inicio de la prensa femenina en España se sitúa, en muchas ocasiones, en 1768 con la publicación de La Pensadora Gaditana, la verdadera expansión de la prensa dedicada a las mujeres tuvo lugar a finales del siglo XIX con la aparición de dieciocho publicaciones que trataban diversos temas como moda, religión, condición de la mujer, higiene, etc. (González y Pérez 2009, Velasco 2019). Estas revistas fueron decisivas para la difusión de la moda en la sociedad durante este periodo (González y Pérez 2009, López García 2014), y se convirtieron en un símbolo de clase y, por ende, de estatus social (González Díez 2015). Aunque sus contenidos bordeaban principalmente los temas de moda y la confección del vestuario, también se trataban otros temas como los cuidados higiénicos y la belleza (Menéndez 2018). Es cuanto menos llamativo que los contenidos sean muy parecidos a los de muchas revistas actuales (Cantizano 2004).

La revista La Moda Elegante pretendía dar a conocer no solo las tendencias del vestir del momento, sino también aspectos de la vida cotidiana relacionados con el hogar y la vida social, principalmente lo relacionado a las clases altas: se daban consejos para la crianza de los hijos, cuidados personales para realzar la belleza, y se incluían también textos literarios y entregas de un folletín, entre otros temas. Contenía grabados muy cuidados que reflejaban diversas formas de vestir o peinarse, muestras de tipos de labores, tapicerías, y todas aquellas tendencias que se iban imponiendo en el momento. La Moda Elegante, periódico de las familias (título completo) comenzó a publicarse en 1842 en Cádiz, probablemente debido a la situación estratégica de esta ciudad, su dinámica población, plagada de ciudadanos británicos e irlandeses con un marcado perfil burgués que demandaba un estilo de vida apropiado (Serrano-Macías, Aguirre y Hernández 2023), y la actividad comercial con América, que propiciaba la difusión de sus periódicos en el continente americano (Arroyo Martín 2017). Se trataba de una revista semanal pensada para ponerse a la venta en la península, Canarias, Portugal, en “las Américas españolas” y en “los demás estados de América”, según se detalla en el propio semanario. En 1849, Abelardo de Carlos compró la revista, convirtiéndola en una publicación de gran éxito que se vendió por toda España y que, a partir de 1871, comenzó a publicarse también en Madrid (González y Pérez 2009). De Carlos transformó esta revista femenina local con contenido literario e información sobre modas y eventos culturales y sociales en una revista de modas de tono cosmopolita. La Moda Elegante reflejaba la mezcla de costumbres y estilos aristocráticos y burgueses (Cruz Valenciano 2014), y los cambios políticos, sociales y culturales que fueron transformando la sociedad; el auge del comercio y de la prensa femenina; y los avances tecnológicos e industriales durante el siglo XIX y el primer tercio del siglo XX ocasionaron grandes cambios en la forma de percibir la moda, colaborando a su universalización. En España, La Moda Elegante contribuyó a ello publicando ediciones más económicas para llegar a un número más elevado de lectoras y proporcionándoles patrones para que aquellas que no podían comprarse los modelos pudieran confeccionarlos, alcanzando de esta forma la moda a todas las clases sociales (Arroyo Martín 2017).

Son muchas las investigaciones que versan sobre el léxico de la moda en la actualidad (Montoya 2001, Ávila y Linares 2006, Martínez y Vella 2011, Balteiro y Campos 2012, Guitto 2012, Alessandra 2015, Agulló 2016, Fernández Martínez 2016, Sidrach de Cardona 2017, Luján García 2017, Rodríguez Gutiérrez 2018, Pérez y Gutiérrez 2019). Sin embargo, son menos frecuentes los estudios sobre el léxico de la moda en siglos anteriores (Štrbáková 2006, 2007). La misma disparidad en la bibliografía se aprecia al notar que existen numerosos estudios sobre la incorporación de préstamos lingüísticos durante el siglo XIX en la lengua española, principalmente de galicismos (Martinel 1984, Desjardins 2007, Salas Quesada 2017, Clavería 2019, entre otros), y menos frecuentemente de anglicismos (Fernández García 1972, Gómez Capuz 1997, Rodríguez González 1999).

El objetivo principal de este trabajo es comprobar el impacto de la lengua inglesa en una revista de moda de finales del siglo XIX y principios del siglo XX a través del análisis de anglicismos localizados en dicha publicación. Para ello, se recurrirá a la Hemeroteca Digital, un recurso que está disponible desde el año 2007 con el objetivo de proporcionar acceso público a la colección digital de prensa histórica española de la Biblioteca Nacional, con una colección compuesta por 2413 títulos de prensa y revistas. De entre las revistas de moda disponibles en la hemeroteca, se seleccionó La Moda Elegante por tratarse de una revista de moda referente de finales del siglo XIX y principios del XX en España y Latinoamérica (Arroyo Martín 2017). Otra de las razones para la elección de la revista fue su permanencia en circulación durante un periodo muy prolongado y el fácil acceso a los ejemplares publicados a través de la Hemeroteca Digital.

Se clasificarán los anglicismos según su área temática con el fin de determinar los campos semánticos que aglutinan un mayor número de voces. Asimismo, se catalogarán formalmente para observar si se han adaptado a las normas ortográficas de la lengua española o si, por el contrario, mantienen elementos extranjeros en su grafía. Se medirá su frecuencia de uso para así conocer si se trata de voces frecuentes o si son préstamos esporádicos que no han tenido trascendencia dentro de la lengua española. Se rastreará su primera aparición en prensa para determinar el tiempo que llevaban incorporados en nuestro idioma.

Con el fin de comprobar si son voces ya asentadas dentro del español, se consultará el Nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española, que contiene toda la lexicografía académica, desde el Diccionario de autoridades hasta la 21ª edición del Diccionario de la Real Academia Española, pasando por las diversas ediciones del Diccionario manual e ilustrado y lo publicado en el Diccionario histórico de 1933-1936. Se consultará también la edición actual del Diccionario de la Lengua Española para comprobar si siguen vigentes hoy en día o si, más bien, han desaparecido por haber caído en desuso.

2. MARCO METODOLÓGICO

La metodología seguida en el estudio consistió en la creación de un corpus de anglicismos localizados en diversos ejemplares de la revista La Moda Elegante, disponible en la Hemeroteca Digital. En principio, se leyeron para este estudio ejemplares completos de la revista publicados en 1861, 1871, 1881, 1891, 1901, 1911 y 1921, y se extrajeron manualmente los anglicismos localizados. La revista tiene una media de ocho páginas tipo A2. En esta primera búsqueda se localizaron 25 anglicismos. Con el fin de recabar más datos sobre estos, como su frecuencia de uso, los contextos en los que se sitúan y la fecha de primera aparición en prensa, se hizo una búsqueda de cada una de las voces localizadas en todos los ejemplares existentes de La Moda Elegante, a través de la herramienta de búsqueda de la Hemeroteca Digital. Cada nueva búsqueda de uno de estos anglicismos llevó a consultar muchos otros ejemplares de la revista y, durante su lectura, se encontraron nuevos anglicismos que se incluyeron en el corpus y sobre los que también se hizo una búsqueda, dando un total de 88 anglicismos.

Las áreas temáticas se determinaron teniendo en cuenta los significados y contextos en los que se localizaron los anglicismos y se dividieron en voces relacionadas con la moda: tejidos (ej. plaid); prendas de vestir (ej. smoking) y otras voces referentes a la moda (ej. fashion); crónica social (ej. high life); deporte (ej. lawn tennis); y otras voces (ej. revolver).

Se catalogaron los anglicismos desde un punto de vista formal, tomando como base la tipología de Lorenzo (1987) que clasifica los anglicismos según su grado de adaptación a la lengua española: voces de apariencia inglesa, anglicismos crudos exactos a la voz original (ej. knickerbocker); voces de apariencia parcialmente inglesa, aún en periodo de aclimatación (ej. sportman, procedente de la voz inglesa sportsman); y voces de apariencia española ya totalmente asimilados a nuestra lengua (ej. dril, procedente de la voz inglesa drill). Se localizaron diversos anglicismos que procedían de la misma voz inglesa y estaban en distintos estadios de asimilación (ej. water-proof y water-pruf, procedentes de la voz inglesa water-proof).

También se tuvo en cuenta la frecuencia de uso de los anglicismos en la revista y la fecha de su primera aparición para determinar si eran frecuentes durante el periodo de estudio y, por otro lado, si eran tardíos o se localizaban en la revista desde los primeros números.

Se investigó si estaban recogidos en algún diccionario de la RAE y la fecha de inclusión; asimismo, si se registraban con la grafía con la que se encontraron en prensa o con otra más asimilada a la lengua española. Por último, se determinó su vigencia en la edición actual del Diccionario de la Lengua Española.

También, con el fin de recabar más datos sobre los anglicismos localizados en la revista, se cotejaron los datos con Anglicismos en el español (1891-1936) de Fernández García (1972) para determinar si este autor los había recogido en su obra, y si el significado y los contextos eran similares.

3. EL ESTUDIO

Se localizaron un total de 88 anglicismos en el estudio. Aquellos relacionados directamente con la moda eran tejidos y costura (17), prendas de vestir (7) y otras voces referentes a la moda (3). Veinticuatro voces estaban vinculadas a la crónica social, quince al deporte y veintiuna trataban de otros temas más generales.

3.1. Anglicismos relacionados con la moda

Los 14 anglicismos que hacían referencia a los tejidos procedían de nueve voces inglesas (cinco tenían la misma procedencia y estaban en distintos estadios de asimilación a la lengua española). Muchos de ellos eran muy frecuentes en la revista y estaban presentes desde los primeros números de publicación.

Procedentes de la voz inglesa nainsook, que originalmente proviene del Hindi nainsukh, se encontraron tres voces: nansuk, nansouk, y nansuc, las que contenían grafías no aceptables en la lengua española, con finales consonánticos “k” y “c”. En cuanto a la admisión en el diccionario, ninguna de estas grafías prosperó. Sí lo hizo, en cambio, una versión más asimilada, “nansú” en la edición de 1950 como “Tela fina de algodón que se emplea para ropa interior, vestidos de mujer, pañuelos, etc.” y que sigue vigente en la edición actual con un significado bastante similar. Fernández García (1972) también registra las tres grafías.

Provenientes de la voz inglesa mohair se localizaron en el estudio mohair, anglicismo crudo, y moer, asimilado imitativo de la pronunciación inglesa. Moer se registró por primera vez en 1863. Aparecía normalmente en contextos de confección de vestidos (“traje de moer”, “vestido de moer”), aunque también de cintas y otros adornos. El anglicismo crudo mohair aparece principalmente a partir de 1895 y es mucho menos frecuente. En la edición de 1884 del diccionario se admite la grafía moer, que redirecciona a muaré y sigue vigente en la edición actual. Estos anglicismos no se localizan en Fernández García (1972).

El anglicismo jersey es bastante frecuente, y es un caso curioso, pues tiene un doble significado en la revista. En algunas ocasiones, hace referencia a un tejido (Chaqueta de tela jersey, LME 6/8/1885, p. 5) [1], mientras que, en otras, se registra como prenda de vestir (El traje que más se lleva para patinar ó para pasear por el bosque es el Jersey, LME 22/12/1879, p. 8) [2]. Este es el significado recogido por los diccionarios desde la edición de 1927 y por Fernández García (1972). Bastante frecuente también es dril, asimilado imitativo de la pronunciación de la voz original inglesa, que aparece por primera vez en 1869, sin marca autonímica y principalmente para la confección de corsés. Se recoge en el diccionario desde 1884 (“Del ing. Drill, Cierta tela de hilo”) y en Fernández García (1972), y sigue vigente en la edición actual.

Poplin es un anglicismo crudo utilizado en la elaboración de vestidos, especialmente popular durante los años 70 y 80. Aparece acompañado de diversas denominaciones de origen (poplin irlandés, poplin escocés, poplin de Lyon y poplin de la China) y de los materiales que lo componen (poplin de seda, poplin de lana). Se aceptó en el diccionario una grafía más asimilada, popelín, en la edición de 1985 como “Tela de algodón, a veces de seda con algo de brillo muy usado en camisería”. Tartan, a pesar de ser un anglicismo crudo, tiene una grafía acorde con la lengua española. Se admitió en la edición del diccionario de 1884 como “Tela de lana cuyo dibujo por lo común forma cuadros de diferentes colores a la escocesa” y sigue vigente en la edición actual con el mismo significado. Ninguno de estos dos anglicismos está recogido en Fernández García (1972).

Cheviot, orónimo inglés, procedente de Escocia, se utiliza en la elaboración de vestidos y abrigos, y a veces se especifica como “paño cheviot”. Se registró en el diccionario en 1927, especificando que se trataba de una voz inglesa (“Lana del cordero de Escocia. Paño que se hace con ella”) y sigue vigente en la edición actual. Homespun se registró en 33 ocasiones a partir de 1901, es decir, es bastante más reciente que la mayor parte de los anglicismos referentes a los tejidos. No se registró en ninguna edición del diccionario. El anglicismo plaid es bastante esporádico: tan solo se registró dos veces en los 70 y otras dos en los 90. Aparece en cursiva y normalmente se utiliza en la elaboración de abrigos (“Como abrigo de viaje, siguen de moda las esclavinas cortadas con un plaid o mantón escocés”, LME 22/9/1897, p. 2) [3]. A pesar de su grafía y de ser bastante esporádico, se admitió en la edición de 1927, aunque no como tejido, sino como “Anglicismo por manta de viaje”.

Los anglicismos covert-coat (21) y cover-coat (20) tienen una frecuencia similar y se localizan en el mismo espacio temporal (a principios del siglo XX). Presentan el mismo significado y se usan en los mismos contextos. No se registraron en ninguna edición del diccionario, aunque sí lo hace Fernández García (1972). Otros dos anglicismos procedentes de la misma voz inglesa que aparecieron de manera esporádica son knickerbocker, dos veces, y knikerboker, tan solo en una ocasión. En uno de los pocos ejemplos encontrados, se describe como “Trage y paletot de knickerbocker de verano (tegido de lana jaspeado)” (LME 29/7/1866, p. 4) [4]. No se ha localizado esta palabra en ningún diccionario de habla inglesa con este significado concreto, sino como una prenda de vestir, pantalones bombachos, coincidiendo con la acepción que se recoge en Fernández García (1972). Tampoco se admitió en ninguno de los diccionarios de la Real Academia Española.

En cuanto a las prendas de vestir, se identificaron cinco anglicismos que designaban abrigos y chaquetas como carrik (“Dos formas de abrigos se dividen el favor de las señoras; la túnica-casaca, y el carrik; á la inglesa”, LME 1871, p. 8) [5] y water-proof (“es la capa llamada impermeable, su nombre es water-proof. No hay dama sin esa capa”, LME 22/10/1868, p. 8) [6]. Como dato curioso, otras prendas de abrigo, tradicionalmente masculinas, se introducen en el vestuario de la mujer, como smoking (“Las señoritas llevarán este otoño sobre todo los smoking con camisolines de colores ó blancos”, LME 6/9/1890, p. 10) [7]. Los cinco anglicismos procedían de cuatro voces inglesas (se localizó el préstamo crudo waterproof y el aclimatado waterpruf). A pesar de ser préstamos poco frecuentes en la revista, tres de ellos fueron admitidos por la Academia en alguna edición del diccionario. Carrik, en periodo de aclimatación, se registra en la edición de 1936 y lo deriva al crudo carrick, que define como “(Del nombre de Garrik, actor inglés) m. Especie de gabán o levitón muy holgado con varias esclavinas sobrepuestas de mayor a menor. Estuvo en uso en la primera mitad del siglo XIX”. Aunque no fue admitido en ninguna otra edición, sí está vigente en la edición actual del Diccionario de la Lengua con exactamente el mismo significado. Redingote, anglicismo asimilado procedente de la voz inglesa “riding coat”, se admitió en la edición de 1817. Smoking fue admitido con esta grafía en la edición de 1927, aunque posteriormente se registró con una grafía más asimilada el español, esmoquin. Todos estos anglicismos están recogidos en Fernández García (1972).

En cuanto a las otras tres voces relacionadas con la moda, a pesar de ser muy conocidas hoy en día, aparecieron de manera esporádica en la revista. La primera es Baby, que hace referencia a un estilo de ropa para bebé que acompañaba normalmente a una prenda de vestir (capelinas baby, sombrero baby, camisa de forma baby). Es una palabra que ha sufrido variación tanto en su grafía como en su significado, pues se acepta en la edición 1927 del diccionario como “anglicismo por nene”, mientras que en la de 1970 se admite con un cambio gráfico más adaptado al español, como “babi. Babero, bata”, similar a la definición actual de la RAE: “Hipocorístico de babero, quizá con infl. Del ingl. Baby bebé’.1. m. Prenda exterior a modo de blusón que se pone a los niños sobre la ropa para evitar que esta se manche o deteriore”. Por otro lado, a pesar de estar tan en boga hoy en día, los anglicismos fashion (“Las carreras del Gran Premio son, para la moda un manantial inagotable, que satisface la curiosidad femenina y expone en un día todas las novedades de la fashion parisiense”, LME 30/6/1883, p. 8) [8] y fashionable (“allí estaba todo el Madrid fashionable, elegante y artístico, político y literario”, LME 22/3/1880, p. 5) [9] tan solo se localizaron de manera esporádica en la revista y no se registran en el diccionario. Ambos son recogidos en Fernández García (1972).

En resumen, cabe resaltar que los anglicismos directamente relacionados con el mundo de la moda eran principalmente tejidos y prendas de vestir. Aunque muchos de ellos son crudos, también se localizaron varios en periodo de aclimatación y ya asimilados. Estas voces catalogadas en distintas tipologías podían proceder de la misma voz originaria, como los tres anglicismos vinculados con la voz nainsook: nansuk, nansuc y nansouk (una tela de algodón). Estas variaciones gráficas muestran la inestabilidad en el proceso del anglicismo desde que se introduce en la lengua receptora hasta que se regulariza o desaparece. También es de resaltar la gran variabilidad en cuanto a la frecuencia de uso en la revista: los anglicismos que se refieren a tejidos son los más frecuentes, mientras que otros como fashion o fashionable aparecen de manera esporádica. En cuanto a la antigüedad, la mayor parte de los anglicismos están presentes desde los primeros números de la revista, aunque hay algunos que fueron apareciendo con posterioridad, como smoking en 1890 o homespun en 1901. Curiosamente, tan solo 15 de estos 26 anglicismos fueron admitidos en alguno de los diccionarios de la Real Academia.

3.2. Anglicismos relacionados con la vida social

Los anglicismos que aparecían en contextos de la vida social de aquella época estaban estrechamente relacionados con el deporte que practicaba la clase alta y cuyas crónicas se narraban en la revista, como se aprecia en el siguiente ejemplo: “La high life y el sport madrileños acudieron allí en tropel, en ricos trenes las damas, montando soberbios caballos los hombres, provistos todos de abundantes y delicadas provisiones para almorzar al aire libre” (LME 6/2/1878, p. 6) [10]. Estos anglicismos estaban principalmente vinculados al ocio, las fiestas y los títulos nobiliarios, y solo dos de ellos eran frecuentes: club y lunch. Club se localizó en 203 ocasiones, muchas veces como nombre propio (Veloz-club, Jockey-club), en el folletín de la revista. Este anglicismo se registró en la edición de 1837 del diccionario con una acepción política (“Junta de individuos de alguna sociedad política clandestina”), que no se corresponde ya con el significado localizado en la revista, que es mucho más general y se adecúa más a la acepción incluida en el diccionario en la edición de 1914 como “Sociedad de recreo”. Es también muy frecuente el anglicismo lunch, cuyo significado se explica en el siguiente ejemplo: “Cuando se tiene un día determinado de la semana para recibir, ha empezado ya á generalizarse la costumbre, importada de Inglaterra, de ofrecer un lunch a las visitas. Este refrigerio se compone generalmente de algunos sandwichs, té [...]” (LME 6/2/1882, p. 7) [11]. Se encontraron ejemplos de este anglicismo relacionados con la indumentaria (Delantal para lunch, mantel para lunch). El diccionario lo admite como “Anglicismo por merienda, refracción, colación, ambigú, refrigerio, etc. según los casos” desde la edición de 1927. Hoy en día, está vigente con la siguiente definición: “Del ingl. lunch ‘almuerzo’. 1. m. Comida ligera que se sirve a los invitados en una celebración”.

Otros anglicismos relacionados con el ocio son clown, que apareció en 23 ocasiones, nuevamente en dos contextos: como sinónimo de payaso (“El clown acababa de dar quince ó veinte saltos mortales seguidos, de esos que dan ellos sin tocar al suelo con las manos”, LME 30/3/1895, p. 5) [12]; y como estilo de ropa (traje de clown). Se admitió en la edición de 1927 como sinónimo de payaso y sigue vigente en la edición actual como “payaso de circo”.

El anglicismo festival es algo tardío, pues se encuentra por primera vez en 1873. Aunque esta voz está registrada desde la primera edición del diccionario, no lo hace con la acepción de “Fiesta especialmente musical” hasta 1914. Este anglicismo no se recoge en Fernández García (1972). El mismo número de veces, 20, se localizó el anglicismo garden-party a partir de 1895. Como ya ha ocurrido con anterioridad, este se encontró en dos contextos: uno de la vida social, como un tipo de celebración (“La garden-party verificada el lunes último en los jardines del Campo del Moro, ha puesto digno término a las fiestas”, LME 22/6/1900, p. 4) [13], y otro relacionado con la moda (traje de garden-party, toilette para garden-party). Algo similar ocurre con el anglicismo five o´clock, localizado a partir de 1903 en un contexto social que hace referencia a un tipo de fiesta o reunión social (“y el mismo día por la tarde han reanudado sus five o’clock tea los Marqueses de Tamarít”, LME 30/11/1903, p. 4) [14] y a otro relacionado con la moda (toilettes para five o´clock).

Otros dos anglicismos se refieren a juegos de cartas: bridge (“Y de las partidas de bridge señalaremos el Torneo organizado por la Marquesa de Bótanos”, LME 22/3/1912, p. 10) [15], de origen tardío; y whist (“la Reina gusta de dibujar, coser, tocar el violoncelo y jugar al whist”, LMD 14/7/1917, p. 4) [16], presente desde las primeras ediciones de la revista. Bridge no se admite en ediciones anteriores del diccionario, pero sí está en la edición actual; whist está registrado desde la edición de 1869, derivando a “vist”, definido como cierto juego de naipes de origen inglés. Curiosamente, ninguno de los dos anglicismos está recogido en Fernández García (1972).

Otros anglicismos relacionados con la crónica social son los títulos que se utilizaban, sobre todo en el folletín (lady, lord, milady, mistress, miss y sir). En este caso se trata de anglicismos muy frecuentes y admitidos en el diccionario, aunque, dos de ellos, con la sustitución de la “y” final por una “i” latina. Tan solo siguen vigentes lady y lord, y el anglicismo miss, que mantiene la grafía, pero cambia de significado, pues en la edición actual se refiere a “Ganadora de un concurso de belleza”. Nuevamente, todos están recogidos en Fernández García (1972).

También vinculados a la vida social de la época se localizaron high life, season, dandy y gentleman. High life, en alusión a clase alta, (“y el gran mundo, la high-life, como ahora decimos”, LME 6/10/1876, p.3) [17] y season (“Era imposible que terminase mejor la season, según llaman los ingleses á la temporada de sus placeres sociales, y que en el momento actual se halla en su apogeo en Londres”, LME 6/6/1871, p. 6) [18] eran algo más frecuentes, aunque no llegaron a estar registrados en ninguna edición del diccionario. El anglicismo gentleman (“Para sir John, el bello ideal de hombre distinguido, del gentleman consumado, era él”, LME 15/6/1862, p. 7) [19] se localizó tan solo en 6 ocasiones y siempre en el folletín de la revista. Aunque no está admitido en ninguna edición anterior del diccionario, sí se localiza actualmente con el mismo significado de la revista. Es curioso el caso de dandy, que en algunos de los ejemplos tiene un significado algo peyorativo (“todos los dandys y gomosos corrían a darle la mano, caracoleaban en torno de su carruaje”, LME 6/1/1881, p. 7) [20], lo que se corresponde con lo recogido en el diccionario (anglicismo por petrimetre), aunque no con la definición actual: “Hombre que se distingue por su extremada elegancia y buenos modales”.

Otros anglicismos son nursery (“La nursery ó sea cuarto de los niños [...] en lugar de ser esa cárcel que en su socorrida imaginación se figuran algunas de mis paisanas, son dos habitaciones hermosísimas, alegres, limpias, ventiladas”, LME 6/12/1894, p. 7) [21] y nurse, que, a pesar de tratarse de un anglicismo muy tardío y poco frecuente, sí se admitió desde la edición del diccionario de 1927 como voz inglesa equivalente a niñera, aunque ya no está vigente en el diccionario actual. También relacionado con costumbres británicas está la voz Christmas, muy poco frecuente en la época, que aparecía en distintas combinaciones como Christmas tree, Christmas pudding, Christmas cards, siendo concretamente este último el significado que ha perdurado, aunque con un acortamiento (christmas), haciendo alusión a las tarjetas para felicitar en las fiestas navideñas, como lo define el diccionario de 1989 y se mantiene en la edición actual.

En líneas generales, los anglicismos relacionados con la vida social de la época se relacionaban con tipos de fiesta (garden party), ocio (festival) o títulos nobiliarios (lady). Todos eran voces crudas. En este caso, su frecuencia de uso presenta grandes oscilaciones: las voces que designan títulos, como lady, lord o mister, aparecen de manera recurrente en el folletín de la revista, mientras que otros anglicismos como bridge o whist se localizan de manera esporádica. En cuanto a la primera aparición en prensa de estos anglicismos, algunos de ellos, sobre todo los títulos, se encuentran desde las primeras publicaciones; hay un grupo considerable que es posterior, como lunch en 1891 o Christmas en 1911. De los 24 anglicismos, 16 fueron admitidos en alguna edición del diccionario.

3.3. Anglicismos relacionados con el deporte

Los anglicismos del mundo deportivo se referían al deporte en general (“Entusiasta por los caballos y consumado sportman, tiene su residencia fija en Inglaterra”, LME 6/7/1876, p. 8) [22], o a un deporte concreto(“sucedió con el cricket. Y así empieza ya á suceder con el lawn tennis, del cual se han jugado durante el verano último en el Real sitio de la Granja reñidas partidas, en las que no se han desdeñado de tomar parte graves diplomáticos y encumbrados personajes”, LME 14/2/1881, p. 12) [23].

Sport era el anglicismo más frecuente y algo tardío, pues se encontró por primera vez en 1878. Se localizó en 27 ocasiones en dos contextos de uso diferentes: haciendo referencia al deporte (“unos cuantos jóvenes de buen humor han inaugurado en aquella regia posesión un espectáculo hasta ahora desconocido en Madrid […] Pero una duda me ocurre: las carreras humanas ¿pertenecen igualmente al sport?”, LME 6/6/1880, p. 5) [24] y a un estilo de vestir (“Gorras y sombrero de sport”, LME 30/6/1894, p. 4) [25]. Se admite el anglicismo en la edición del diccionario de 1927 como sinónimo de deporte y, a partir de la edición de 1985, con la acepción de ropa deportiva. Es esta última la que sigue vigente en la edición actual del diccionario. Los anglicismos sportsman, crudo, y sportman, en periodo de aclimatación, son ambos muy poco frecuentes y se localizan en los mismos contextos y con el mismo significado (“El sport no es sino una de las mil fórmulas de la moda: hoy día se estila ser sportman, como antes se estilaba ser aficionado a las luchas de gallos”, LME 22/5/1880, p. 5) [26]. Ambos se admitieron en el diccionario, sportman en 1927 y sportsman en 1950, como sinónimos de deportista. Sporstwoman se localizó tan solo en una ocasión de manera bastante tardía, como se muestra en el siguiente ejemplo: “Dejemos allí lucir elegancia y belleza a las intrépidas y ágiles sportswoman” (LME 14/1/1921, p. 2) [27]. Esta voz no fue aceptada en ninguna edición del diccionario.

El resto de los anglicismos deportivos denominaba a deportes de pelota (lawn tennis, cricket, croquet, golf, football y basketball), así como a los relacionados con la navegación (yatching y yatch) o la hípica (turf, stand, jockey y handicap). En el siguiente ejemplo, se muestran varios de estos deportes: “Regatas á remo, regatas á nado, carreras por el inmediato parque, tennis, cricket, croquet, hockey, paseos á caballo ó en burro, todo menos estarse quieto, esa es la divisa inglesa, é indudablemente para la salud es inmejorable esa actividad”, LME 14/10/1910, p. 7) [28].

El anglicismo crudo lawn tennis es bastante tardío y muy poco frecuente. Como ya ocurrió con sport, se localiza en dos contextos de uso: el del deporte en sí (“El nuevo juego del «lawn tennis»”, LME 14/2/1881, p. 12) [29] y en referencia al estilo de ropa que se usa para su práctica (“Traje de lawn-tennis para señoras”, LME 22/6/1894, p. 5) [30]. Cricket, croquet, golf, football y basketball siguen la misma línea, y se clasificaron como tardíos y muy poco frecuentes en la revista. A pesar de ello, debieron ser bastante populares en la época, pues fueron admitidos en el diccionario de la Academia. Croquet, en la edición de 1927 como “Anglicismo por argolla, juego”, no se registró en ninguna edición más ni sigue vigente en la edición actual del diccionario. Golf (“El juego del golf [...] consiste tan sólo en meter una bola en distintos agujeros situados á muy largas distancias, con el menor número de golpes posible: es uno de los sports favoritos de los ingleses”, LME 14/4/1909, p.9) [31] está admitido desde 1927 con su grafía original y sigue vigente en la edición actual del diccionario. Se trata de uno de los anglicismos más tardíos, pues se localiza en la revista por primera vez en 1909. En cambio, cricket, también muy tardío (1910), se registró en 1950 con una grafía más asimilada al español, “criquet”, y así sigue vigente. Algo similar ocurre con el anglicismo football, que, a pesar de ser hoy en día el “deporte rey”, tan solo se localizó en 5 ocasiones. Se aceptó en el diccionario en la edición de 1927 con la grafía asimilada que utilizamos hoy: fútbol. Lo mismo ocurre con el anglicismo basket-ball, encontrado en dos ocasiones (“Con este juego de basket-ball hacéis un ejercicio completo de todo el cuerpo, es una gimnasia perfecta, y al mismo tiempo os divertís en grande”, LME 30/6/1911, p.8) [32]. Para esta voz, como ya ocurriera con football, la grafía cruda no fue admitida en ninguna edición del diccionario de la RAE, pero sí lo hace el calco léxico, “baloncesto”, en 1947 y el asimilado “basquetbol”, en 1992. La edición actual mantiene estas dos versiones del anglicismo y añade una más, “basquet”, como sinónimo de baloncesto.

Relacionados con la navegación, yatch aparece como embarcación (“A veces se marchaba a cazar con ellos, y a menudo les invitaba a excursiones en su yacht”, LME 22/10/1921, p. 8) [33] y también como estilo de ropa (“Traje de <yacht>”, LME 30/8/1883, p. 6) [34], mientras que yachting tan solo se registra en una ocasión como deporte y cinco veces como estilo de ropa (traje de yachting). Yacht se registraba en el diccionario desde la edición de 1869 como “Nombre dado a las embarcaciones de recreo en Inglaterra y Holanda, donde son muy comunes” y coexistía con el asimilado “yate” desde 1884 con una definición muy similar. Es este último, el asimilado “yate” es el que sigue vigente en la edición actual del diccionario.

A pesar de que, al parecer, las carreras de caballo no tuvieron demasiado éxito en España en aquellos momentos, (“Las carreras de caballos no han contribuido en poco ni en mucho al movimiento ni á la alegría de la población [...] ni acaban de arraigarse en nuestras costumbres ni en nuestros hábitos”, LME 6/6/1889, p. 5) [35], se localizaron cuatro anglicismos relacionados con este deporte. Jockey, con el significado de jinete, se encontró en 9 ocasiones, nuevamente en contextos deportivos (“Era un excelente jockey, de piernas un poco largas, pecho ancho y brazos vigorosos, que sostenían perfectamente el caballo”, LME 30/6/1887, p. 6) [36] y en contextos de moda (“Gorra de jockey”, LME 14/2/1886, p. 5) [37]. Los anglicismos turf y stand son muy poco frecuentes también, y se muestran en el siguiente ejemplo: “Pocos son los que acuden al stand con verdadero interés, como acontece en Inglaterra, en Francia, en Bélgica. [...] De vez en cuando, la gente dirige una mirada distraída al turf” (LME 6/11/1890, p. 5) [38]. Stand se admitió en el diccionario de la Real Academia Española en 1985 con un significado mucho más general, y es el que se mantiene en la edición actual. Turf, sin embargo, no fue admitido en el diccionario.

En definitiva, los anglicismos relacionados con el deporte coinciden en ser tardíos, especialmente los que hacían referencia a un deporte concreto, y se localizaron en números de la revista del siglo XX. Eran todos muy poco frecuentes, crudos, y estaban normalmente acompañados por una explicación o definición que demuestra que se trataban de conceptos novedosos que acababan de llegar a nuestra lengua. Catorce de estos dieciséis anglicismos se aceptaron en alguna edición del diccionario. Todos estaban recogidos en Fernández García (1972). Aunque no estaban directamente relacionados con el mundo de la moda, muchos de ellos aparecían en contextos de moda para designar a las prendas que se utilizaban en la práctica de dichos deportes.

3.4. Anglicismos de otros temas

El resto de los anglicismos localizados en el estudio estaban relacionados con la gastronomía (ej. plum-cake) o el transporte (ej. wagon), entre otros. Entre los anglicismos relacionados con el transporte, tres de ellos hacían referencia al transporte ferroviario (wagon, express y sleeping-car) y los restantes eran tipos de carruaje (break, mail-coach, y tilbury o tilburi). Todos son anglicismos muy poco frecuentes, con la excepción de wagon, que se contabilizó en cuarenta ocasiones (“Ahora podemos pasar la áspera sierra sentados ó recostados en un cómodo wagon, con caloríferos á los pies, durmiendo y volando á un tiempo”, LME 4/10/1863, p. 4) [39]. Esta grafía solo se registra en la edición del diccionario de 1869 y remite a vagón, que también se admite por primera vez en la misma edición del diccionario como “Vehículo de transporte en los ferrocarriles”. Mucho menos frecuentes son el anglicismo express, normalmente acompañando al sustantivo tren y sleeping car, que tan solo se localizó en dos ocasiones. Los tipos de carruajes también se encontraron de manera esporádica: break en seis ocasiones; mail coach, en tres; y el anglicismo crudo tilbury y el asimilado tilburi. Esta es una de las pocas ocasiones en que se localizaron anglicismos procedentes de la misma voz inglesa que estaban en distinto grado de asimilación. Se admitieron en el diccionario tilburi en la edición de 1884, y break y express (con la grafía expres) en la de 1927. En esta ocasión, también estaban todos recogidos en Fernández García (1972).

Varios anglicismos estaban vinculados a la gastronomía y aparecían en descripciones sobre los refrigerios ofrecidos en una velada (“Siendo la boda tan temprano, no es á propósito nada frío, ni refresco ni lunch; es mejor un té ó chocolate, con pastas, y además sandwich -emparedados-, plum-cake, etc.”, LME 14/12/1890, p. 10) [40] o en recetas de cocina. El más numeroso, pudding, aparece en distintas combinaciones (Christmas pudding, Yorkshire pudding, plum-pudding). Esta voz se aceptó en la edición de 1927 del diccionario con una grafía más asimilada a la lengua española, después de eliminar la consonante geminada “d’’ y la terminación consonántica “ng”, ambas inaceptables en español. Sin embargo, el anglicismo sandwich está registrado en el diccionario con esta grafía desde la edición de 1927, a pesar de ser poco compatible con las reglas del español. Plum-cake sí se aceptó en la edición de 1984, aunque no está vigente actualmente. Por su parte, el anglicismo crudo roastbeef es bastante tardío y esporádico: tan solo se localizó en cuatro ocasiones a partir de 1912; está admitido en el diccionario desde la edición de 1884 con una grafía imitativa de la pronunciación inglesa, “rosbif”, y sigue vigente en la edición actual. Beefsteak tan solo se contabiliza en dos ocasiones y también se admite en diccionario con una grafía imitativa de la pronunciación inglesa, bistec, que sigue vigente hoy en día. Nuevamente, todos los recoge Fernández García (1972).

Entre los anglicismos de otros temas, cold-cream, un tipo de crema, era el más numeroso, pues se contabilizó en 168 ocasiones, normalmente en el apartado de los anuncios publicitarios o en secciones de belleza (“Son muchas las señoras que tienen la mala costumbre de cubrirse el rostro de cold-cream y de poner encima de este una capa de polvos de arroz”, LME 22/9/1880, p. 10) [41]. Esta voz también fue adaptada por la Academia y se registra en el diccionario en 1927 como “colcrén”. Asimismo, se localizaron dos anglicismos procedentes de la misma voz inglesa: el crudo yankee y el asimilado yanqui, siendo el crudo anterior y mucho menos frecuente que el asimilado, producto quizá del proceso de asimilación de esta voz. El diccionario solo acepta el asimilado desde la edición de 1899. Otros anglicismos localizados son cheque, registrado por primera vez en 1885 y admitido en el diccionario desde 1899; comfort, en muchas ocasiones acompañado en la revista por otros términos como bienestar, comodidad y elegancia, fue registrado en la edición de 1927 como “confort”, sinónimo de comodidad; y water-closet, localizado solo en tres ocasiones a partir de 1907 y presente en el diccionario desde la edición de 1927.

Los anglicismos relacionados con otros temas también eran mayoritariamente crudos y poco frecuentes. Algunos de ellos están presentes en la revista desde los primeros números y otros aparecieron con posterioridad. Diecinueve de los veintiún anglicismos estaban registrados en alguna edición del diccionario.

4. CONCLUSIONES

Las páginas de la revista La Moda Elegante son un reflejo de los cambios de gusto en el país y también de la llegada de mayor libertad para la mujer (Velasco 2019). Aunque la revista analizada es una publicación sobre moda, también trata otros temas como el hogar, la crónica social y los cuidados personales para realzar la belleza. Esta variedad en la temática tiene como consecuencia haber encontrado una serie de anglicismos relacionados con todos estos campos semánticos. Se trata, en líneas generales, de conceptos novedosos, que nos acercaban a nuevas realidades procedentes normalmente de Reino Unido y que se iban incorporando a nuestra lengua a través de la prensa, uno de los principales medios de transmisión de anglicismos. En La Moda Elegante, el lector podía conocer no solo conceptos relacionados directamente con la moda como nuevas telas (homespun) o prendas de vestir (redingote), sino también deportes (lawn tennis), costumbres importadas de Reino Unido (garden party) o nuevos productos culinarios que empezaban a estar en boga (plum-cake). Muchas de las voces relacionadas con la crónica social y el deporte tenían un doble significado que las relacionaba con la moda (ej. sombrero sport, traje five o’clock).

El número tan elevado de anglicismos localizados en la revista nos lleva a la conclusión de que la presencia de voces procedentes del inglés era constatable a finales del siglo XIX y principios del XX, como ya afirmó Rodríguez González (1999), a pesar de que son muchos los autores que sitúan el origen de los anglicismos después de la Segunda Guerra Mundial, no solo en España, sino a nivel mundial (Görlach 2003).

A pesar de tratarse en su mayoría de anglicismos crudos y poco frecuentes, la aceptación de un número tan alto en el diccionario de la Real Academia de la Lengua demuestra su normalización dentro de la lengua española. Estos, además, ya fueron, en su inmensa mayoría, recogidos por Fernández García (1972). Es especialmente llamativo el elevado número recogido en la edición de 1927, el Diccionario manual e ilustrado “con definiciones más escuetas que el común y con multitud de vocablos y acepciones que están en uso, pero que por su origen extranjero, por su novedad no plenamente consolidada o por otras respetables consideraciones, no han tenido aún la aprobación de la Academia” (Lapesa 1996: 230, citado en Arrizabalaga Lizárraga 2016). Muchos de estos anglicismos siguen vigentes en la edición actual del Diccionario de la Lengua, dato que demuestra que están arraigados dentro de nuestra lengua

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Recibido: 01 de Diciembre de 2022; Aprobado: 19 de Junio de 2023

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