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Revista de Psicología (PUCP)

versión On-line ISSN 0254-9247

Revista de Psicología v.31 n.1 Lima  2013

 

ARTÍCULOS

 

Personalidad y afrontamiento en voluntarios peruanos de lucha contra la pobreza1

Personality and Coping in Peruvian volunteers for poverty alleviation

 

Camila Gastelumendi Gonçalves2, Beatriz Oré Luján3 ; Universidade Federal de Santa Catarina, Universidad Antonio Ruiz de Montoya

1 Este artículo sintetiza el estudio de la tesis de licenciatura de la primera autora, titulado "Afrontamiento y Personalidad en un grupo de voluntarios de una institución de lucha contra la pobreza de Lima" (Gastelumendi, 2010), asesorada por la segunda autora.
2 Licenciada en Psicología Clínica por la PUCP. Estudiante de Maestría en Psicología Social en la Universidade Federal de Santa Catarina, Brasil. Correo electrónico: camila.gastelumendi@gmail.com
3 Directora de la Escuela de Psicología en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM). Correo electrónico: bore@uarm.edu.pe

 


RESUMEN

El presente estudio explora la relación entre los estilos y estrategias de afrontamiento, y los estilos de personalidad en un grupo de 41 voluntarios de una institución de lucha contra la pobreza en la ciudad de Lima. Se utilizó las escalas COPE y MIPS adaptadas al medio. Los hallazgos revelaron que los voluntarios utilizan estrategias de afrontamiento adaptativas. Los estilos de personalidad que caracterizaron a la muestra permitieron determinar un perfil de personalidad del grupo. De acuerdo con la teoría revisada ambas variables psicológicas resultaron estar asociadas en este grupo de estudio, revelando cuatro tendencias particulares en los voluntarios: deseo por el contacto con los demás, disposición a buscar el lado positivo de las situaciones, interés por asumir retos, y desarrollo de estrategias de afrontamiento adaptativas.

Palabras clave: voluntariado, lucha contra la pobreza, personalidad, afrontamiento al estrés.

 


ABSTRACT

This study explores the relationship between coping styles and strategies, and personality styles in a sample of 41 young volunteers of an institution that alleviates poverty in Lima. Peruvian adaptations of COPE and MIPS scales were administered. The results show that volunteers have higher scores on adaptive coping strategies. High scores in some particular personality styles were reported, which allowed to establish a personality profile of this group. According with theoretical framework, most coping strategies correlated with most personality styles, revealing four particular tendencies in these volunteers: they wish to have contact with other people, they usually see positive aspects of situations, they look forward for challenges, and they developed adaptive coping strategies.

Keywords: voluntary work, alleviating poverty, personality, coping with stress.

 


Introducción

Es probable que en algún momento de nuestras vidas hayamos ayudado a algún desconocido cediéndole el lugar en el ómnibus o levantándolo luego de algún tropiezo. Eso nos tomó algunos minutos, acto que representó un momento específico en nuestras vidas y que, probablemente, luego fue olvidado. Sin embargo existen personas que dedican tiempo de su vida a colaborar con alguna causa que consideran importante. Incluso hay las que invierten varias horas a la semana, durante años, a ayudar a otros. Estas personas realizan lo que comúnmente se conoce como voluntariado. ¿Cómo son estás personas? ¿Tienen algo de especial? ¿Tienen que enfrentar situaciones complejas o difíciles? ¿Por qué es relevante estudiarlas? Estas son algunas de las preguntas que buscamos responder en el presente artículo.

El voluntariado es un fenómeno complejo y poco estudiado desde el mundo académico (Portocarrero, Millan & Loveday, 2004). Puede definirse como la realización organizada de una tarea, o de un comportamiento pro-social, no remunerado en beneficio de otra persona, comunidad o de la sociedad en su conjunto (Méndez, 2009; Bekkers, 2005; Portocarrero et al. 2004). Es una práctica que se encuentra en toda la estructura social, que está relacionada con el contexto en el que se desenvuelve y que se manifiesta de distintas formas, ya sea en desastres naturales, en catástrofes causadas por los hombres o en circunstancias de carencia de necesidades básicas (Portocarrero, 2008). Esta actividad ha tenido un crecimiento sustancial en la última década lo cual se refleja en algunos acontecimientos. Por ejemplo, el año 2001 fue declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el Año Internacional del Voluntariado (World Volunteer Web, 2010). En el Perú, en el 2004 se oficializó la Ley General del Voluntariado (Diario El Peruano 31/05/04) y en el año 2008 se creó la Mesa de Concertación del Voluntariado (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2010).

Si bien existen distintos tipos de voluntariado y maneras de clasificarlo (Portocarrero et al., 2004), este estudio se centra en el voluntariado juvenil. Este consiste en brindar un espacio legítimo de participación social a los jóvenes, a través de la realización de acciones voluntarias. Las organizaciones que bridan estos espacios tienen el fin de promover el desarrollo social y la participación ciudadana de la juventud (Instituto de Servicio Global (ISG), Centro para el Desarrollo Social (CDS) & Universidad de Washington en St. Louis (UWSL), 2004).

Existen diversas formas de participación en asociaciones de voluntariado, es decir distintos tipos de membrecía que difieren en aspectos como número de horas dedicadas o tipo de actividad realizada (Portocarrero et al., 2004, Portocarrero, 2008, Bekker, 2005, Wilson, 2001). Por un lado, el voluntario puede ser un miembro nominal, lo que implica realizar un depósito de dinero mensual a fin de colaborar con alguna organización sin fines de lucro. Por otro lado, está la membrecía activa, en la cual el voluntario participa de algunas actividades de la organización como asistir a reuniones eventuales. Finalmente, el voluntario puede realizar el llamado "trabajo voluntario", que es el tercer tipo de participación. Éste demanda más tiempo y compromiso que las otras formas de membrecía (Bekker, 2005). Aquí el voluntario realiza una actividad no remunerada a fin de colaborar con el objetivo de la institución a la cual pertenece. Para estos voluntarios, la actividad forma parte de sus vidas y se expresa en un patrón de comportamiento estable (Portocarrero, 2008).

Al trabajo voluntario que actualmente realizan los jóvenes en América Latina y específicamente en el Perú, le anteceden una serie de procesos históricos, sociales, psicológicos y económicos que datan desde las primeras culturas que se desarrollaron en la región (Galiano & Medeiros, 2002; ISG, CDS & UWSL, 2004; Portocarrero et al., 2004; Sanborn & Portocarrero, 2008). Asimismo, están influidos por la iglesia católica y la caridad cristiana, por la élite económica y social, por el Estado, por las prácticas de los migrantes e inmigrantes, por las tradiciones políticas y por el rol de la cooperación internacional (Sanborn, 2008). Estas influencias unidas a otros conceptos son estudiadas, desde un enfoque sociológico del que se toma un elemento fundamental a fin de delimitar la posterior discusión: el contexto social.

El contexto social actual de América Latina y el Perú está marcado por índices de pobreza elevados. Según el último estudio realizado por CEPAL (CEPAL, 2009) el 33% de la población vive en condiciones de pobreza y el 12.9% representa a 71 millones de personas en extrema pobreza o indigencia. En el Perú, los porcentajes son similares. En el año 2010, el 31.3% de los peruanos estuvo en condición de pobreza, lo cual implica que no pudieron acceder a la canasta básica de consumo (conformada por alimentos y no alimentos) (INEI, 2011). Ante esta realidad, no es de extrañar que las acciones filantrópicas de nuestra región busquen apoyar a las personas más vulnerables a través de donaciones o acciones voluntarias (Sanborn, 2008).

Diversos autores (Coatsworth, 2008; Kliksberg, 2006; Méndez, 2009) proponen que para enfrentar y superar la pobreza se requiere de la acción combinada entre el estado e instituciones civiles, como aquellas que promueven el voluntariado como una expresión de la sociedad civil en acción. Si bien no existe información precisa acerca de la reducción de las desigualdades sociales y económicas que el voluntariado genera (Coatsworth, 2008; ISG, CDS & UWSL, 2004; Sanborn, 2008), esta actividad produce una serie de factores que son clave para el desarrollo social de cualquier comunidad o país. Produce, en primer lugar, capital social el cual está relacionado con una sociedad civil vigorosa, organizada y activa, con responsabilidad social empresarial, con presiones para políticas públicas responsables, participación ciudadana y voluntariado (Coatsworth, 2008; Kliksberg, 2006). Vallaeys y Carrizo (2006) resaltan que la confianza establecida entre los miembros de una organización de voluntariado representa un pilar central para el desarrollo del mencionado capital social. En segundo lugar, las organizaciones que promueven actividades de voluntariado tienen un papel clave en la comunicación de programas y políticas sociales adecuadas y exitosas, así como en fomentar la movilización de recursos a entidades filantrópicas, y compartir su experiencia para mejorar la efectividad y productividad de programas sociales (Coatsworth, 2008). Como tercer punto, las organizaciones de voluntariado y filantropía se dirigen a las áreas donde el Estado no ha logrado satisfacer con plenitud algunas necesidades o demandas de la población (Portocarrero, 2008), por lo tanto son importantes para la democracia.

En resumen, estas entidades tienen un rol fundamental en el desarrollo de la ciudadanía, en la reducción de la pobreza y en la promoción de oportunidades iguales para los miembros de la sociedad (Sanborn, 2008), siempre y cuando sean conscientes de la necesidad de disminuir la brecha social existente y no solo de realizar prácticas asistencialistas y paternalistas que aportarían en perpetuar la situación actual (Portocarrero, 2008; Sanborn, 2008; Coatsworth, 2008).

En el ámbito de la psicología, el trabajo voluntario y el voluntariado en general, se explican como una tendencia a la conducta pro-social (Bekker, 2005; Elshaug & Metzer, 2001; Glassman & Hadad, 2008), definida como el comportamiento socialmente deseable que beneficia a otra persona o a la sociedad (Glassman & Hadad, 2008). Como es de esperar, los distintos abordajes teóricos explican el fenómeno de diferentes maneras. Glassman y Hadad (2008) hacen un recuento de algunos de los principales enfoques: desde la perspectiva psicodinámica y biológica, estas conductas estarían motivadas por un hedonismo ético, entendido como el involucramiento en un comportamiento moral (por ejemplo el altruismo) debido a que brinda algún beneficio como disminuir la ansiedad (perspectiva psicodinámica) o mantener la herencia genética (perspectiva biológica). Los modelos cognitivos sugieren que las conductas pro-sociales son aprendidas por imitación, influidas por los esquemas mentales sobre las interacciones sociales y relacionadas al juicio moral. El abordaje humanista es el único que explica las conductas pro-sociales a partir del altruismo genuino, principio según el cual los individuos ayudarán a otros sin un beneficio personal de la empatía y de la necesidad de auto-realización de Maslow. Este último enfoque presenta una visión más positiva y esperanzadora en comparación a los anteriores (Glassman & Hadad, 2008).

En la práctica, la mayoría de investigaciones recientes se han centrado en conocer algunos aspectos de los voluntarios, es decir, de aquellas personas que se sabe realizan conductas pro-sociales (Finkelstein, Penner & Brannik, 2005). Los aspectos comúnmente estudiados en esta población son las motivaciones personales, las características y rasgos de personalidad según el modelo de los cinco grandes factores y las variables sociodemográficas. Con relación a los hallazgos sobre características de personalidad Elshaug y Metzer (2001) realizaron un meta análisis de los resultados de una serie de investigaciones sobre voluntarios. Por su parte, Bekkers (2005) realizó una labor similar. Ambos estudios señalan que existen los siguientes atributos de personalidad en voluntarios que realizan actividades de diversa índole: empatía, sociabilidad, cuidado y ayuda hacia las demás personas (Bekkers, 2005; Elshaug & Metzer, 2001). Además de los resultados sobre estas disposiciones personales, se han reportado numerosos estudios (Bekkers, 2005; Elshaug & Metzer, 2001; Penner & Finkelstein, 1998, en Bekkers, 2005) con el modelo de los cinco grandes factores (Costa & McCrae, 1980, 1988, en Bee, 1997). Todos estos reportaron que los voluntarios presentan altos niveles en los rasgos Agradabilidad y Extraversión. El primero de estos rasgos (Agradabilidad) describe a personas generosas, confiables, sensibles y tolerantes. El segundo, Extraversión, se refiere a individuos afectivos, conversadores, activos, alegres y dinámicos (Costa & McCrae, 1980, en Bee, 1997; Kleinke, 2007).

Si bien estos estudios informan de manera descriptiva sobre algunos rasgos de personalidad en este grupo, creemos que el modelo de la personalidad de Theodore Millon (1999, 2001) brinda un panorama más completo de esta variable en los voluntarios. Se resalta el hecho de que el instrumento de medición de la personalidad MIPS (Millon, 2001) fue creado en base a la teoría del autor, y no a partir de descripciones de rasgos, como se ha hecho en otros modelos de personalidad. Ello permite tener una base teórica para analizar los datos lo cual ayuda a explicar y comprender de un modo más apropiado a este grupo de jóvenes. Asimismo, el MIPS explora tres áreas de la personalidad, constituyendo una herramienta que abarca aspectos diversos del individuo, como las metas que motivan sus comportamientos, sus relaciones interpersonales así como las maneras habituales de pensar y procesar la información. Estos elementos ayudan a indagar diversos matices de los voluntarios, lo cual enriquece la discusión y el conocimiento disponibles sobre este grupo poco estudiado.

La teoría de Millon es considerada como integradora, ya que para su elaboración se realizó un esfuerzo por articular distintas teorías psicológicas -Jung, Freud, Leary, el modelo de los cinco grandes factores, entre otros- y las ciencias de la naturaleza (Sánchez-López & Casullo, 2000). Para el autor (Millon, 1999; Millon et al., 2006), la personalidad consiste en un patrón complejo de conductas, pensamientos, sentimientos y relaciones interpersonales que le otorga una identidad determinada a cada persona, diferenciándola de otras. Esta identidad se expresan automáticamente en todas las áreas de actividad del sujeto. Consideramos que esta conceptualización y este modelo, permitirá explorar a mayor profundidad las particularidades de los voluntarios.

Tal como se señaló al inicio del artículo, el voluntariado es un fenómeno complejo (Portocarrero et al., 2004) en el que interfieren una serie de variables y procesos los cuales han sido reportados, desde la psicología, en contados estudios. Algunos de ellos han explorado los beneficios para la sociedad civil de las prácticas voluntarias y solidarias (Galiano & Medeiros, 2002; Sanborn & Portocarrero, 2008), otros se han centrado en conocer los aspectos positivos que se promueven en quienes brindan esta ayuda, es decir, en los voluntarios. En esta última línea, diversos autores (ISG, CDS & UWSL, 2004; Lazarte, 2009; Roker, Player & Coleman, 1999; Sanborn & Mendizabal, 2003; Tarazona, 2004; Valenzuela, 2005; Wilson, 2001) señalan que realizar algún voluntariado aporta en el ámbito de la participación cívica, el aprendizaje y el ejercicio de la ciudadanía, así como en desarrollar aptitudes sociales, bienestar subjetivo y experiencias de crecimiento personal, como mayor autoestima, autoeficacia y formación de la identidad.

Sin embargo, es necesario considerar que los voluntarios también están expuestos a numerosas situaciones nuevas e inestructuradas, que no siempre están en condiciones de manejar. Estas situaciones pueden generar alta demanda emocional e inclusive estrés (Bakker, Van Der Zee, Lewing & Dollard, 2006; Brigadas Psicológicas PUCP, 2008).

Ante esto, el afrontamiento al estrés es una variable clave para comprender globalmente el funcionamiento psicológico del voluntario. El afrontamiento es definido como los esfuerzos a nivel de conducta y pensamiento que realiza el individuo para lidiar con las demandas del medio (Lazarus & Folkman, 1986). Algunas estrategias de afrontamiento orientadas a confrontar la situación estresante suelen ser descritas como adaptativas, ya que tienden a ser más funcionales y a moderar la influencia negativa; mientras que las llamadas pasivas, en las que hay ausencia de acción o evitación de la situación, son consideradas desadaptativas (Carver, Scheier & Weintraub, 1989; Contreras-Torres, Espinoza-Méndez & Esguerra-Pérez, 2009; Holahan et al., 1996; Lazarus & Folkman, 1986; Pereyra, 2004; Sandín, 1995).

El afrontamiento está relacionado con diversos aspectos del individuo y uno de ellos es la personalidad. En la literatura sobre el tema se ha investigado la relación entre algunos rasgos de la personalidad y el afrontamiento, como la autoeficacia, la personalidad fuerte o hardiness (Kobasa, 1979), el optimismo disposicional (Carver et al., 1989), entre otros. Para Carver et al. (1989) existen dos maneras de enfocar la relación entre la personalidad y el afrontamiento. La primera de ellas sugiere que esta relación es tenue y que lo que influirá en la elección de alguna u otra estrategia de afrontamiento será el contexto y la situación. La segunda es la que da sustento a este trabajo de investigación y afirma que la elección de ciertas estrategias de afrontamiento se deriva de las características de personalidad del individuo (Sandin, 1995; Taylor, 2003).

A nivel empírico algunos estudios que dan cuenta de la relación entre el afrontamiento y la personalidad evidencian de una relación sólida y significativa entre ambas variables (Cassaretto, 2009; Connor-Smith & Flachsbart, 2007, en Carver & Connor-Smith, 2010; Contreras-Torres et al., 2009; Fantín et al., 2005; Fierro-Hernández & Jiménez-Rodríguez, 2002; Krzeimen, 2007; Moreano, 2006), sin embargo hasta el momento no se han encontrado investigaciones de esta relación en grupos de voluntarios.

Finalmente, consideramos que estudiar el afrontamiento en voluntarios que participan en instituciones vinculadas a la lucha contra la pobreza puede ser relevante porque es una población que se encuentra expuesta a contextos de adversidad, de actividades inestructuradas y de situaciones nuevas, las cuales pueden generar estrés y la consiguiente activación del proceso de afrontamiento. Asimismo, indagar sobre la personalidad, desde el modelo de Millon (2001), permitirá conocer más a este grupo, el cual, según registros a nivel nacional, continúa en aumento (Portocarrero et al., 2004). Conocer la relación entre los estilos de personalidad y las estrategias y estilos de afrontamiento en voluntarios representa uno de los primeros trabajos empíricos con esta población en el contexto peruano.

Metodología

La presente es una investigación cuantitativa que busca identificar los constructos en estudio en su forma natural, sin manipular las variables ni los participantes. Por lo tanto tiene un diseño no experimental de corte transversal, ya que se realiza en un único momento, sin procurar hallar variaciones en el tiempo (Hernández, Fernández & Baptista, 2006).

Participantes

El muestreo fue no probabilístico intencional. La muestra está conformada por 41 voluntarios y voluntarias (mujeres n=16; hombres n=25) de la sede peruana de una institución latinoamericana de lucha contra la pobreza. Los jóvenes tienen entre 18 y 30 años (M=22.3, DE=3.08); el 78% de ellos estudia y el 22%, trabaja. Como criterios de inclusión se consideró que el participante tenga al menos 6 meses en la institución, que cumpla con responder más del 90% de las preguntas del Inventario de Estilos de Personalidad de Millon (MIPS; Millon, 2001) así como aprobar sus índices de validez (impresión positiva, impresión negativa y consistencia) y, finalmente, que responda todos los ítems del Cuestionario de estimación del Afrontamiento (COPE; Carver et al., 1989).

Con relación a las motivaciones para realizar voluntariado, los jóvenes señalaron que el deseo de ayudar a otros (87.8%), seguido de querer aprender (58.5%) eran sus principales razones para participar en estas actividades. Además de ello, se recogieron algunos datos sobre su involucramiento con la institución. Entre estos datos, destacamos que el 63.3% de los participantes tenían al menos 1 año como miembro de la institución, y que el 70.7% de todos los voluntarios dedicaba como mínimo 2 veces por semana. El tiempo y constancia dedicados a esta actividad evidencia un involucramiento relevante.

Medidas e instrumentos de medida

Los instrumentos de recolección de datos utilizados fueron los siguientes:

  • Para el recojo de datos sociodemográficos tales como edad, sexo, carrera, universidad, entre otros, se utilizó la Ficha de datos sociodemográficos, construida para fines del presente estudio.

  • Para recoger datos sobre los motivos para realizar el voluntariado o para invertir tiempo en organizaciones de la sociedad civil (tercer sector), que no son empresas ni son parte del estado en América Latina, se usó la Encuesta de voluntariado (Portocarrero et al., 2004), elaborada dentro del marco de una investigación dirigida por la Universidad Johns Hopkins (Sanborn, 2008)

  • Ha sido utilizada en nuestro medio en otras muestras de jóvenes voluntarios (Lazarte, 2009; Valenzuela, 2005).

  • Los estilos de personalidad normal, no patológica, en adultos se registraron según los resultados obtenidos en el Inventario de Personalidad de Millon - MIPS (Millon, 2001), inventario creado por Millon en 1994, en base a su modelo teórico (Sánchez-López et al., 2002; Sánchez-López & Casullo, 2000). Está formado por 12 pares complementarios de estilos de personalidad bipolares y tres escalas de validez. Se ha recurrido a ella en diversos estudios en el Perú (Díaz, 2004; Moreano, 2006).

  • La evaluación de los diferentes estilos y estrategias de afrontamiento que las personas utilizan ante situaciones de estrés se realizó a través del Cuestionario de Estimación del Afrontamiento - COPE (Carver et al., 1989). Este instrumento fue construido en los Estados Unidos en base a dos modelos teóricos: el modelo teórico de Lazarus y Folkman (1986) y el modelo de autorregulación conductual. Diversos estudios (Alcalde, 1998; Cassaretto et al., 2003; Cassaretto & Paredes, 2006; Chau, 1999, 2004) señalan su pertinencia para la población peruana.

Resultados

Los hallazgos del presente estudio serán presentados en tres grupos: en primer lugar los estilos de personalidad; en segundo, los estilos y estrategias de afrontamiento y, finalmente, la relación entre ambas variables psicológicas.

Estilos de personalidad

Para la interpretación de los resultados, se han utilizado los puntajes de prevalencia (PP), aquellos superiores a 50 señalan que la muestra presenta ese estilo de personalidad (Millon, 2001). Cuanto más alto es el PP, más alta resultará la intensidad de ese estilo. Como puede verse en la tabla 1, los puntajes promedio revelan la presencia de algunos estilos de personalidad en estos jóvenes. A continuación describiremos un perfil de estos voluntarios, a partir de las escalas que resultaron características en este grupo, de acuerdo con las tres áreas de la personalidad que propone el MIPS (Millon, 2001).

 

 

Con relación a las metas y propósitos que guían y estimulan sus comportamientos (Metas motivacionales) se revelan tres tendencias claras: (1) mirar el lado positivo de las situaciones y mostrarse optimistas ante el futuro (Apertura-1A, PP=69); (2) hacerse cargo de sus vidas e intervenir para que las cosas sucedan de modo que satisfagan sus necesidades y deseos (Modificación-2A, PP=61); y (3) preocuparse por satisfacer los deseos y necesidades de los demás, siendo protectores y reforzadores (Protección-3B, PP=65). Además de ello, se revela que existen cuatro fuentes principales a partir de las cuales obtienen información (Modos cognitivos): (1) de las demás personas (Extraversión-4A, PP=69), (2) de lo concreto, observable y tangible (Sensación-5A, PP=57) lo cual se complementa con (3) lo simbólico y abstracto (Intuición-5B, PP=53), y (4) de la empatía, los valores personales y las emociones (Afectividad6B, PP=57). Sumado a esto, los voluntarias y voluntarios procesan la información obtenida de dos maneras (Modos cognitivos): ciñendo la información nueva al conocimiento ya adquirido (Sistematización-7A, PP=57), y buscando generar nuevas formas de concebir el nuevo conocimiento, innovando e imaginando (Innovación-7B, PP=58).

Finalmente, la forma en que estos jóvenes se relacionan con las demás personas, presenta dos tendencias. Por un lado, son locuaces, comunicativos y encantadores (Comunicatividad-8A, PP=63), leales, dóciles y capaces de establecer vínculos fuertes (Concordancia-12B, PP=64), así como respetuosos y colaboradores con la autoridad (Conformismo-10B, PP=52). Pero por otro lado, tienden a ser dominantes, competitivos, enérgicos (Control-11B, PP=53), sintiéndose más seguros, competentes y talentosos que los demás (Firmeza-9B, PP=61). Al relacionar los estilos de personalidad con la conducta de voluntariado, se ha reportado que los voluntarios y voluntarias que son miembros de la institución por dos años o más, presentan puntajes promedio mayores en el estilo Apertura y puntajes menores en el estilo Sometimiento, en comparación al resto de la muestra. Este hallazgo sugiere que son los jóvenes con estas características de personalidad, los que tenderían a permanecer por más tiempo comprometidos con la institución. Por otro lado, para conocer las diferencias entre los voluntarios y otros jóvenes se realizó una comparación con la muestra utilizada para la adaptación peruana del MIPS en jóvenes universitarios (Sánchez-López et al., 2002). Se encontró que la muestra de voluntarios presentaba los estilos Apertura y Extraversión a un nivel significativamente mayor que en el grupo de comparación. Por el contrario, la muestra de la adaptación peruana presentó puntajes promedios mayores en los estilos Preservación y Vacilación.

Estilos y estrategias de afrontamiento

El análisis de la aplicación del COPE (Carver et al., 1989) reveló que el estilo con puntajes promedios superiores fue el Estilo orientado al problema (M=10.53). Este resultado es similar en otras muestras de jóvenes universitarios peruanos (Chau, 1999, 2004; Díaz, 2004; Moreano, 2006), evidenciando que los jóvenes tienden a realizar acciones concretas a fin de lidiar con los efectos de la situación estresante (el problema). Los voluntarios utilizan, en segundo lugar, el Estilo orientado a la emoción (M=9.70) y por último, Otros estilos de afrontamiento (M=7.81). Las estrategias de afrontamiento cuyos puntajes promedio resultaron más elevados fueron: Reinterpretación positiva y crecimiento, Planificación, Búsqueda de apoyo social por razones instrumentales y Búsqueda de apoyo social por razones emocionales, como puede verse en la tabla 2.

 

 

Se encontraron diferencias significativas en cuanto al uso de las estrategias entre hombres y mujeres. En el caso de los primeros, estos utilizaban con mayor frecuencia las estrategias Desentendimiento mental y Desentendimiento conductual, a comparación de las segundas. Estos hallazgos concuerdan con otros autores que han estudiado muestras de jóvenes en el contexto peruano (Alcalde, 1998; Cassaretto et al., 2003; Chau, 1999, 2004; Martínez & Morote, 2001; Mikkelsen, 2009; Moreano, 2006). Al correlacionar aspectos de la conducta voluntaria con los resultados de afrontamiento, se encontró que aquellos que dedicaban de 2 a 3 horas al trabajo voluntario (en un promedio de dos veces por semana) presentaban mayor uso de la estrategia de afrontamiento Activo. Comparando los datos del presente estudio con los de una investigación realizada por Chau (2004) con 1081 jóvenes universitarios de la ciudad de Lima, se encontraron algunas diferencias significativas. Los puntajes de las estrategias de afrontamiento Reinterpretación positiva y crecimiento y Enfocar y liberar emociones fueron significativamente mayores en la muestra de voluntarios. Además de ello, la muestra de Chau (2004) evidenció un mayor uso de la estrategia Negación en comparación a los voluntarios.

Relación entre personalidad y afrontamiento

A fin de determinar las asociaciones entre los estilos de personalidad y los estilos y estrategias de afrontamiento, se aplicó el coeficiente de correlación de Pearson, análisis que arrojó múltiples correlaciones significativas entre ambas variables. Se presentarán aquellas que (a) tengan un nivel de significación estadística menor a 0.05, y (b) sean medianas (de 0.30 a 0.49) o altas (de 0.5 a más) según el criterio de Cohen (Kline, 1992). Como puede observarse en las tablas 3 y 4 la mayoría de los estilos de personalidad resultaron correlacionar con algún estilo o estrategia de afrontamiento, respectivamente.

 

 

En el área de Metas motivacionales, es el estilo de personalidad Apertura-1A que correlacionó positiva y significativamente con las estrategias Activo, Planificación, Reinterpretación positiva y crecimiento, y negativamente con Enfocar y liberar emociones y con Otros estilos de afrontamiento. Asimismo, el estilo de personalidad Modificación-2A se asoció positivamente con las estrategias Activo, Planificación, Reinterpretación positiva y crecimiento y con el estilo de afrontamiento Orientado al problema. Por otro lado, Protección-3B evidenció asociaciones positivas con las estrategias Búsqueda de apoyo social por razones emocionales, Acudir a la religión y Negación, y con el estilo Orientado a la emoción. En el grupo de Modos cognitivos, estilos del mismo par mostraron correlaciones opuestas con varias estrategias de afrontamiento. De este modo, Sistematización-7A se asoció positivamente con afrontamiento Activo, Planificación, Supresión de actividades en competencia y con el estilo Orientado a la emoción, mientras que Innovación-7B tuvo estas asociaciones negativas. Asimismo, este último estilo se asoció positivamente con Enfocar y liberar emociones y Desentendimiento mental, mientras que Sistematización-7A, correlacionó negativamente con estas mismas estrategias. Por otro lado, el estilo de personalidad Afectividad6B, tuvo correlaciones positivas con las estrategias Búsqueda de apoyo social por razones instrumentales y Búsqueda de apoyo social por razones emocionales y con el estilo Orientado a la emoción, y obtuvo una correlación negativa con la estrategia de afrontamiento Planificación.

Finalmente, en el área de Relaciones interpersonales el estilo de personalidad Comunicatividad-8A correlacionó de forma positiva con las estrategias Activo, Planificación y Reinterpretación positiva y crecimiento, y con el estilo de afrontamiento Orientado a la emoción. El estilo Firmeza-9B se asoció positivamente con estrategias Activo, Planificación y Reinterpretación positiva y crecimiento y con el estilo de afrontamiento Orientado al problema. El estilo de personalidad Conformismo-10B correlacionó positivamente con las estrategias Activo, Planificación, Supresión de actividades en competencia, Reinterpretación positiva y crecimiento, Acudir a la religión, y negativamente con Enfocar y liberar emociones y Desentendimiento mental. Por último, el último estilo Concordancia-12B evidencia relaciones significativas y positivas con las escalas Búsqueda de apoyo social por razones emocionales y con el estilo de afrontamiento Orientado a la emoción.

Discusión

Los hallazgos del presente estudio permiten identificar cuatro tendencias particulares en este grupo de jóvenes a partir de la integración de tanto el perfil de personalidad como las maneras de enfrentar las situaciones estresantes.

Deseo por el contacto con los demás

Es de esperarse que jóvenes miembros de un grupo que realiza acciones que buscan el alivio de la pobreza presenten el deseo de establecer contacto y relaciones con otras personas. Este contacto con las demás personas se manifiesta de distintos modos: a través del deseo de ayudar a otros, en la formación de vínculos estables y en la necesidad de contar con los demás para obtener inspiración, orientación o reafirmación personal. A un primer nivel, la motivación más frecuente para participar de la institución, reportada en la encuesta de conducta de voluntariado (ver metodología), fue "el deseo de ayudar a otros" (88.7%). Este aspecto coincide con el estilo de personalidad Protección-3B, que muestra que estos jóvenes orientan su comportamiento procurando el bienestar y cuidado de los demás. Lo anterior coincide con algunos autores (Bekkers, 2005; Elshaug & Metzer, 2001; Finkenstein et al., 2005) que reportan que los voluntarios tienden a ser empáticos, a cuidar y ayudar a los demás. Esto puede sugerir que los voluntarios forman parte de esta institución por un altruismo genuino (Glassman & Hadad, 2008), es decir, ayudando a otros sin un beneficio personal. Por otro lado algunos hallazgos sugieren que los voluntarios y voluntarias necesitan de los demás para obtener estímulo, guía, ánimo e inspiración (Extraversión-4A, área de Modos Cognitivos), así como para relacionarse de un modo entusiasta y atrayendo la atención de los otros (Comunicatividad-8B, área de Relaciones interpersonales). La descripción de estas escalas tiene coincidencias con el rasgo de personalidad Extraversión del modelo de los cinco grandes factores (Klinke, 2007), rasgo que ha sido encontrado en otros estudios con voluntarios (Elshaug & Metzer, 2001; Bekkers, 2005).

Asimismo encontramos dos escalas en el área de Relaciones interpersonales que evidencian que los voluntarios, al compararse con otras personas, se consideran más competentes y talentosos, seguros de si mismos y francos (estilo Firmeza-9A) y se relacionan siendo enérgicos, dominantes y socialmente agresivos (estilo Control-11B). Este es un rasgo que llama la atención porque no coincide con ningún otro hallazgo previo sobre el perfil del voluntario. En primer lugar, creemos que esto está asociado con la tendencia asumir retos que describiremos a continuación, como también a las características mismas del trabajo voluntario que realizan: que consiste en la construcción de viviendas de emergencia en asentamientos humanos, así como en involucrarse en posiciones de liderazgo que implican la toma de decisiones permanentes, con las familias y con otros voluntarios más nuevos en la institución (los miembros de la muestra tienen al menos 6 meses en la institución y ya tienen alguna responsabilidad u otro voluntario a su cargo). Otra posible explicación a la presencia de los estilos Frimeza-9A y Control-11B tiene que ver con la edad media de los participantes (M=22.3 años) que, según la clasificación de Helen Bee (1997), investigadora experta en temas de desarrollo, estaría al inicio de la edad adulta. Personas dentro de este rango de edad se encuentran en el auge físico e intelectual, y presenta características de personalidad como mayor autoconfianza, autoestima, independencia y orientación hacia logros. Si bien otros estudios realizados con el MIPS también han utilizado muestras de personas al inicio de la edad adulta, al comparar estadísticamente a los voluntarios de este estudio con otro grupo de jóvenes (Sánchez-López et al., 2002), se han encontrado niveles más elevados en de estas escalas en los primeros. Esto podría sugerir que es una característica de los voluntarios de nuestro estudio.

La tendencia a necesitar de los demás también se expresa ante situaciones de estrés. Es así que las estrategias Búsqueda de apoyo social por razones instrumentales y Búsqueda de apoyo social por razones emocionales predominan en la muestra. Akintola (2008) y Held y Brann (2007) señalan que para los voluntarios cuidadores de pacientes con VIH/Sida, el soporte emocional (desde conversaciones informales hasta espacios institucionalizados de elaboración) es la fuente más importante para lidiar con las demandas de cuidado y favorece en mantener la salud mental de los voluntarios. Si bien los voluntarios del presente estudio no se dedican al cuidado de pacientes en estado grave, Bakker et al. (2006) señalan que las situaciones extremas, como situaciones de emergencia o realidades como la pobreza, generan una demanda emocional considerable y una alta necesidad de expresar las emociones que estas situaciones provocan. Esto podría estar explicando que los voluntarios, a comparación de universitarios no voluntarios (Chau, 2004), usen con mayor frecuencia la estrategia Enfocar y liberar emociones, para la cual se requiere de otras personas que escuchen o acojan las emociones expresadas.

La literatura revisada indica que la lealtad y los vínculos fuertes son básicos para el establecimiento de la confianza y la conformación de redes sociales entre los miembros de una institución (Kliksberg, 2006; Vallaeys & Carrizo, 2006; Oesterle et al., 2004; Portocarrero et al., 2004). Esto podría relacionarse con el estilo de personalidad: Concordancia-12B (de Relaciones interpersonales), encontrado en los voluntarios del presente estudio. Ello revela una tendencia a establecer relaciones de confianza, a formar vínculos fuertes y a ser leales. Rasgo que coincide con el factor Agradabilidad, del modelo de los cinco grandes factores (Klienke, 2007), reportado por otros autores en grupos de voluntarios (Elshaug & Metzer, 2001; Bekkers, 2005). Esto cobra relevancia en el contexto actual, donde priman las relaciones impersonales, abstractas y "a distancia", similares a las reglas que rigen el mercado (Gudeman, 2001). Resulta significativo entonces, que jóvenes establecen relaciones reales y solidarias, que se identifiquen con un grupo, que confíen, que sean capaces de desarrollar un fuerte sentido de pertenencia, de protección y de desarrollo personal a través del contacto directo con otros.

Buscar el lado positivo de las situaciones

Parte de los propósitos que guían a este grupo de jóvenes consiste en observar el lado positivo de la vida, divertirse, mostrarse optimistas con relación al futuro y enfrentar los vaivenes con tranquilidad (estilo Apertura-1A en el área de Metas motivacionales; Millon, 2001). Estas características ayudan a que, ante situaciones estresantes, los voluntarios tomen los aspectos favorables e incluso perciban la experiencia adversa como un proceso de aprendizaje, al utilizar la estrategia de afrontamiento Reinterpretación positiva y crecimiento (Carver et al., 1989). La tendencia a buscar el lado positivo está asociada al rasgo optimismo. Aunque en la presente investigación no se haya medido esta variable, se cree que podría asociarse de alguna manera con esta tendencia. Según Carver y Connor-Smith (2010), Lazarus (1993) y Taylor (2003) este es un recurso importante para lidiar con las situaciones de estrés.

Interés por asumir retos

La tercera tendencia encontrada en este grupo de jóvenes a partir de las asociaciones entre personalidad y afrontamiento es el interés por asumir retos. El hecho de que estos jóvenes pertenezcan a una institución cuya misión es contribuir a la erradicación de la pobreza extrema en Latinoamérica, evidencia una intención de querer cambiar y mejorar una realidad ya existente. En un país donde el 31.3% vive en situación de pobreza (INEI, 2011), disminuir esta cifra resulta un claro desafío. Sumado a ello, Carver y Connor-Smith (2010) señalan que las motivaciones que guían a las personas son importantes para comprender cómo perciben los estresores y cómo los enfrentan. En ese sentido, los estilos de personalidad de los voluntarios en el área de Metas motivacionales evidencian a jóvenes con una mirada optimista hacia el futuro (Apertura-1A), haciéndose cargo de sus vidas y de las situaciones que los rodean (Modifación-2A) y ocupándose por el bienestar de los demás (Protección-3B). Por tanto, es de esperar que ante los problemas que surjan, pueda confiarse en la posibilidad de una solución. La tendencia a mirar el lado positivo de las situaciones puede promover que los eventos estresantes sean evaluados, o interpretados, como retos (y no como daño/pérdida o amenaza) (Barra, 2003). Cuando esto ocurre, cuando un evento estresante es evaluado como reto, las estrategias que se activan estarán impulsadas por la motivación subyacente de superarlo con entusiasmo, persistencia y autoconfianza (Lazarus, 2007). Ello podría promover estrategias de afrontamiento más comprometidas e involucradas en lidiar con el estrés (Carver & Connor-Smith, 2010), como las que caracterizan a la muestra.

Por otro lado, los Modos Cognitivos que caracterizan a esta muestra son diversos, complementarios y flexibles (Extraversión-4A, Sensación5A/Intuición-5B, Afectividad-6A, Sistematización-7A/Innovación-7B). Contar con esta gama de opciones para recoger y procesar la información, permitiría al voluntario obtener conocimientos en distintos lugares y a través de distintas fuentes. Esto beneficiaría en caso de desafíos o retos, ya que se contaría con amplias posibilidades y caminos de lidiar con la situación. La segunda razón de los voluntarios para participar de la institución de lucha contra la pobreza fue "querer aprender/ ganar experiencia" (56.5%). Esta motivación también apunta en la línea de asumir retos nuevos. Asimismo, cabe señalar que la mayoría de los participantes son estudiantes (78% de la muestra) y se encuentran en una etapa de la vida en que obtener conocimiento y asimilarlo es fundamental para su posterior desarrollo. Este trabajo voluntario, que realizan al menos una vez por semana (97.5% de los encuestados), es un aporte en este camino de aprendizaje.

Afrontamiento adaptativo

Con relación al afrontamiento, las estrategias más utilizadas por los voluntarios son adaptativas (Planificación, Búsqueda de apoyo social instrumental, Búsqueda de apoyo social emocional y Reinterpretación positiva y crecimiento). Esto muestra que los participantes tienden a manejar directamente el problema sin evadirlo. Los jóvenes de este grupo realizan actividades orientadas a la reducción de la pobreza, en ese sentido deben confiar en sus capacidades y recursos (individuales y de formación profesional) para aportar a la causa que persiguen. Así mismo, el presentar estas estrategias podría evidenciar que perciben que tienen el control sobre las demandas que se les presentan, actúan en función a las características que observan en el contexto, están más comprometidos con lidiar con la situación y son capaces de mantener la estabilidad emocional (Carver & Connor-Smith, 2010; Contreras-Torres et al., 2009; Fantín et al., 2005; Sandín, 1995). La personalidad promueve el uso y elección de determinadas estrategias, por tanto son los estilos antes mencionados son los que estarían favoreciendo el uso de estrategias de afrontamiento más comprometidas e involucradas en lidiar con el estrés (Carver & Connor-Smith, 2010).

Las estrategias adaptativas utilizadas por la muestra permiten apoyar hallazgos de numerosos autores en el tema (ISG, CDS & UWSL, 2004; Roker et al., 1999; Sanborn & Mendizábal, 2003; Tarazona, 2004; Vigoroux & Astaburraga, 2008; Wilson, 2001), los cuáles señalan que el voluntariado promueve el desarrollo de las personas que lo realizan. Al tratarse este de un estudio de tipo correlacional, no se puede afirmar causalidad en los resultados, sin embargo resaltamos que las estrategias presentadas por los voluntarios son integradas, cooperativas y proactivas. Según Skinner y Zimmer-Gembeck (2007), este sería un estado evolucionado del proceso de afrontamiento. Agregamos que es un estado evolucionado de desarrollo humano que refleja una preocupación por los otros y por el bien social común. Finalmente, creemos que este estudio ha logrado confirmar hallazgos de otras investigaciones realizadas con voluntarios ya que nuestros resultados coinciden con los de otros autores quienes señalan que la personalidad del voluntario se caracteriza por sociabilidad, cuidado y ayuda hacia las demás personas, y empatía (Bekker, 2002; Elshaug & Metzer, 2001). Al utilizar el enfoque de personalidad de Theodore Millon pudo explorarse aspectos como las relaciones interpersonales, las metas motivacionales y los modos cognitivos, los cuales no habían sido medidos antes en este grupo poblacional.

Este enfoque permitió realizar nexos entre los jóvenes, su contexto social, la manera en que se relacionan con los demás, las motivaciones que guían sus conductas y las maneras que utilizan para lidiar con las situaciones difíciles que se les presentan, logrando abarcar varios aspectos de la experiencia y vida de los voluntarios. El análisis de las variables personalidad y afrontamiento ha permitido empezar a generar un perfil del voluntario de lucha contra la pobreza, sin embargo consideramos que estos hallazgos se podrían enriquecer con un enfoque cualitativo que recoja las percepciones y vivencias del voluntario ampliando la discusión y el conocimiento actual sobre esta población, vital para el establecimiento de lazos sociales y el desarrollo de una sociedad mejor para todos.

 

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Recibido el 06 de agosto, 2012
Aceptado el 18 de enero, 2013