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Areté

versión impresa ISSN 1016-913X

arete vol.31 no.2 Lima  2019

http://dx.doi.org/10.18800/arete.201902.002 

ARTÍCULOS

 

La construcción del esquema corporal infantil desde una perspectiva merleaupontyana. La propiocepción como fundamento del accouplement fenomenológico

The Construction of the Children’s Body Schema from a Merleaupontyan Perspective. Proprioception as the Basis of Phenomenological Accouplement

 

Jesica Buffone

CONICET/Universidad de Buenos Aires/Jean Moulin-Lyon 3

 


RESUMEN

Este trabajo tendrá como objetivo llevar a cabo un análisis de la apropiación que el filósofo Maurice Merleau-Ponty realiza del concepto de esquema corporal, para así dilucidar las implicancias que el mismo posee en la descripción que elabora de la construcción del cuerpo propio en la primera infancia. Teniendo en cuenta que el reconocimiento del otro y de mí mismo como una individualidad disociada del entorno es un proceso que se desarrolla durante los primeros meses de vida del bebé, se explorará el rol que la impregnación postural, la propiocepción y la imaginación poseen en la construcción del esquema corporal en el comienzo de la vida del niño. Plantear la propiocepción como puerta de entrada a la organización corporal puede explicar la apertura de nuestro esquema desde las primeras semanas de vida, haciendo de la acción y de los otros una parte constitutiva de mi subjetividad aun cuando esta no ha logrado organizarse.

Palabras clave: esquema corporal; propiocepción; parificación; impregnación postural; imaginación.

 


ABSTRACT

This paper aims to undertake an analysis of the appropriation Merleau-Ponty makes of the concept of body schema, in order to elucidate the implications it has on his description of the construction of one’s own body in early childhood. Considering that the recognition of others and oneself as a dissociated individuality of the environment is a process that takes place during the first months of a baby’s life, we will explore the role that postural impregnation, proprioception and imagination have in the construction of the body schema at the beginning of the child’s life. Setting out the proprioception as a gateway to the body organization could explain the opening of our schema since the first weeks of life, thus making the action and the others a constituent part of my subjectivity even if this has not been able to organize itself yet.

Keywords: body schema; proprioception; coupling; postural impregnation; imagination.

 


1. Introducción

 

"Con mi primera percepción se inaugura un ser insaciable
que se apropia de todo cuanto puede encontrar, al que nada
puede serle pura y simplemente dado porque ha recibido el
mundo en porción y, desde entonces, lleva en sí mismo el
proyecto de todo ser posible, porque de una vez por todas ha
sido sellado en su campo de experiencias"1.
Maurice Merleau-Ponty

Traspasados por un mundo que nos invita constantemente a reaccionar frente a su espectáculo, nos disponemos a constituirnos en medio del cambio constante. Luego de nuestro nacimiento experimentamos a quienes nos rodean como sensaciones placenteras y desagradables, y nuestro entorno poco a poco comienza a organizarse como correlato de un cuerpo que irá encontrándose a sí mismo. Habitados por los otros y permeados por los cuerpos que participarán en nuestra crianza, recibimos de ellos no solamente el cuidado que nos permitirá desarrollarnos como sujetos, sino también la impregnación corporal necesaria para que nuestro cuerpo surja como una construcción colectiva, nunca acabada, que puja infructuosamente por ser uno en medio de otros cuerpos que no dejan de transformarlo.

Merleau-Ponty se apropia del concepto de esquema corporal acuñado por Bonnier, Head y Schilder, para dar respuesta al problema del solipsismo que suscita el reconocimiento y el encuentro con el otro. El esquema corporal, en tanto construcción colectiva abierta a un mundo, hace del cuerpo un sitio traspasado por los cuerpos que me rodean y con la potencia de ir-hacia mi entorno para establecer un nexo de mutua correspondencia y cambio. Como estructura libidinal, deseante, simbólica, afectiva e imaginaria, el esquema corporal hace posible el acceso a las subjetividades que me rodean para hacer de los otros una parte irrecusable de mí mismo.

Este trabajo tendrá como objetivo llevar a cabo un análisis de la apropiación que el filósofo Maurice Merleau-Ponty realiza del concepto de esquema corporal, para así dilucidar las implicancias que el mismo posee en la descripción que elabora de la construcción del cuerpo propio en la primera infancia. Teniendo en cuenta que el reconocimiento del otro y de mí mismo como una individualidad disociada de mi entorno es un proceso que se desarrolla durante los primeros meses de vida del bebé, se explorará el rol que la impregnación postural (que Merleau-Ponty llamará "accouplement", tomando la traducción que Lévinas hace del término Paarung de Husserl y que aquí será traducida como parificación), la propiocepción (entendida en los términos que Wallon la plantea) y la imaginación, poseen en la construcción del esquema corporal en el comienzo de la vida del niño. ¿Es la propiocepción el primer paso que posibilita y sostiene el traspaso postural? Plantear la propiocepción como puerta de entrada a la organización corporal, puede explicar la apertura de nuestro esquema desde las primeras semanas de vida, haciendo de la acción y de los otros una parte constitutiva de mi subjetividad aun cuando esta no ha logrado organizarse.

2. El esquema corporal como constructo complejo. La génesis de su aparición

La noción de esquema corporal viene a reemplazar a la de cenestesia propuesta por la psicología clásica, según la cual yo comprendo mi cuerpo a partir de una masa de sensaciones que me indican el estado de mis diferentes órganos. El concepto de cenestesia fue acuñado por el fisiólogo alemán Reil2, para quien esta función designaba "el enmarañado caos de sensaciones que se transmiten continuamente desde todos los puntos del cuerpo al sensorio, es decir, al centro nervioso de las aferencias sensoriales"3. Este concepto se reveló como problemático no solo por su carácter difuso, sino también por abarcar dos tipos de sensibilidad diferentes: la interocepción y la propiocepción4. El tránsito del concepto de cenestesia al de esquema corporal implicó el paulatino abandono de la perspectiva fisiologista en el estudio del desarrollo psico-social del sujeto, dando lugar a un nuevo constructo que hizo del individuo y su medio una totalidad compleja a ser analizada.

En El cuerpo, un fenómeno ambivalente, Bernard analiza el surgimiento del concepto de esquema corporal en la obra Le vertige5 del médico francés Pierre Bonnier. Allí, el esquema sería un modelo perceptivo que le permite al individuo no solo localizar los límites de su propio cuerpo, sino también los estímulos que se le aplican y las reacciones con las que el cuerpo responde. La noción de esquema corporal acuñada por Bonnier no solo implica las sensaciones internas de mi cuerpo, sino que determina la manera en que, a su vez, el sujeto tiene acceso al mundo circundante y a sí mismo. Por otro lado, el fisiólogo inglés Henry Head6 observa que cada cambio postural penetra en la conciencia impregnado por sucesos anteriores, por lo cual llega a ella ya introducido en un esquema determinado. Head propuso el término "esquema" para designar ese patrón a partir del cual se miden los cambios de postura antes de ser introducidos en la conciencia. "Cada nueva postura o cada nuevo movimiento", sostiene Head, "se registra en este esquema plástico, en tanto que la actividad cortical pone en relación el esquema con cada nuevo grupo de sensaciones suscitadas por la nueva postura"7. Este sistema de "traducción espacial" permite ampliar el conocimiento de nuestro propio cuerpo más allá de sus límites, extendiéndolo incluso hasta los objetos mismos. De esta forma, las actividades que realizamos de manera cotidiana dependen de la continua asociación y cambio de los diferentes esquemas corporales. La teoría de Head ha tenido una gran repercusión en Paul Schilder (en particular en su obra L’image du corps8), uno de los principales referentes para Merleau-Ponty a la hora de abordar el problema de la constitución del esquema corporal.

En L’image du corps, Schilder consideraba que la fenomenología y el psicoanálisis no podían estar separados de la patología del cerebro, planteando así buscar un análisis integral de este fenómeno. Schilder considera al esquema corporal como la representación que tenemos de nuestro propio cuerpo. Dicho esquema sería la manera en cómo este se nos aparece tridimensionalmente a partir de la acción en el mundo. Para el psiquiatra austríaco, el esquema corporal no es producto de nuestra imaginación o de una mera sensación, sino la "apariencia" propia del cuerpo. El esquema es una construcción plástica que está sujeta a dinámicas de autoconstrucción y autodestrucción constantes.

Se trata de un "patrón combinado, sobre cuya base se miden todos los cambios subsiguientes de la postura antes de ingresar en la conciencia"9. El esquema corporal es lo que permite extender nuestro cuerpo más allá de sus límites físicos, pudiendo proyectarnos hasta el extremo de los instrumentos que estamos manipulando o utilizando, idea que será tomada y desarrollada por Merleau-Ponty en su Fenomenología de la percepción (1945)10. Todo aquello que participa de algún movimiento consciente de nuestro cuerpo "se suma al modelo de nosotros mismos y pasa a formar parte de dichos esquemas"11. El esquema corporal es entonces la Gestalt humana que la psicología deberá comprender, en donde la totalidad de los elementos que la conforman superan la significación que cada uno de ellos posee aisladamente. No hay una sensación que tenga un significado interno sin que se relacione con la totalidad compuesta por el modelo postural del cuerpo. Asimismo, Schilder le otorgará a la libido "el status de principio animador de la imagen del cuerpo"12, la cual está en constante búsqueda de otros esquemas corporales para involucrarse con ellos. Por esa razón, el conocimiento que tengamos del mundo dependerá de las corrientes eróticas que para Schilder atraviesan nuestro cuerpo. A su vez, nuestro esquema corporal está relacionado y condicionará la relación que tengo con los demás cuerpos: una alteración en la orientación de mi esquema corporal determinará una alteración en la orientación hacia los demás modelos posturales. Para Saint Aubert, este hecho es lo que va a una de las principales características del esquema corporal en Merleau-Ponty: la imposibilidad de no verse afectado por su entorno.

3. El esquema corporal en la teoría de Maurice Merleau-Ponty: sistema de equivalencias y simbólica general del mundo

En la Fenomenología de la percepción, la espacialidad del cuerpo propio será ante todo espacialidad de situación, a partir de la cual la palabra "aquí", cuando es aplicada al propio cuerpo, no designa una posición con respecto a ciertas coordenadas exteriores a sí mismo, sino "la instalación de las primeras coordenadas, el anclaje del cuerpo activo en un objeto, la situación del cuerpo ante sus tareas"13. Es la zona de no-ser ante la que puede desplegarse un espectáculo preciso. Si apoyo mis manos sobre una mesa, mi cuerpo seguirá a mis dos manos como "una cola de cometa" que va tras su punto de origen para luego perderse.

A partir de la lectura de Schilder, Merleau-Ponty considerará que la utilización de instrumentos logra imprimir cambios sobre el cuerpo, cuyos límites se vuelven difusos ante los objetos que serán parte de él. La exploración del espacio con un bastón por parte de un ciego (cuyo cuerpo se extiende hacia el extremo de su herramienta) o conducir un auto (en donde este participa de mi cuerpo hasta volverse parte del mismo), son algunos de los ejemplos que Merleau-Ponty trae a colación para expresar mi ser en el mundo y la potencia modificadora que posee la inclusión de nuevos hábitos motrices. Las herramientas que nos ayudan a explorar o recorrer el mundo que habitamos, participan de "la voluminosidad del propio cuerpo"14 como parte constituyente de mi esquema corporal. Así, la adquisición de nuevas habitualidades da cuenta del poder que tiene mi esquema de abrirse a un mundo que lo modifica constantemente, alterando la experiencia que tenemos de las fronteras de nuestro propio cuerpo. Este no podrá reducirse en la teoría de Merleau-Ponty a los límites que la biología le ha impuesto, sino que expresará el cruce, siempre resbaladizo y fluctuante, entre naturaleza y mundo cultural; dos dimensiones inseparables (y en algunas ocasiones indiscernibles) en el esquema corporal merleaupontyano15.

A su vez, la teoría del esquema corpóreo no solamente abre nuestro cuerpo hacia el exterior, sino que también nos conduce a concebirlo como un conjunto interconectado de funciones que se recogen unas a otras. Desde esta concepción, mi cuerpo ya no es más una sumatoria de órganos sensoriales que trabajan de forma individual, debido a que las fronteras que los separan son difusas al interior de la experiencia perceptiva. Así, es posible que una melodía nos suscite un color o un sabor determinado, o que una superficie táctil nos conduzca a determinada sensación sonora. Nuestro cuerpo, entonces, es "un sistema acabado de equivalencias y trasposiciones intersensoriales", en donde "los sentidos se traducen el uno al otro sin necesidad de intérprete, se comprenden el uno al otro sin tener que pasar por la idea"16. La pregnancia de los sentidos, la conexión que poseen unos con otros, hacen de mi cuerpo el lugar donde todas las significaciones nacen y se consolidan. En la Fenomenología de la percepción, el cuerpo es la "simbólica general del mundo"17 por la cual comprendemos nuestro entorno, de manera tal que la teoría del esquema corporal es, en el seno de esta obra, una teoría de la percepción.

Asimismo, el cuerpo entendido como sistema de equivalencias me permite comprender y reproducir los movimientos que observo a mi alrededor: puedo imitar los movimientos que está realizando otra persona sin tener por ello un conocimiento cierto del lugar que ocupa su cuerpo en el espacio. El cuerpo, como espacio permeado por el entorno, permite que las tareas motrices observadas puedan ser trasladadas a mi propio cuerpo. El esquema corporal no es sino un sistema de equivalencias intersensoriales que funcionan como un todo y como totalización por la cual logro "traducir" las conductas que observo para luego trasponerlas a mi propio cuerpo. El cuerpo pasa a ser "la medida" gracias a la cual tenemos acceso al mundo exterior, en un circuito que me permite situarme a la vez como sujeto y como objeto de la percepción. De esta manera, la teoría del esquema corporal es utilizada por Merleau-Ponty para explicar el proceso por el cual un niño comienza a hacer uso de los objetos culturales como dinámica de apropiación del mundo compartido y, en consecuencia, de reconocimiento de un otro en tanto sujeto análogo a mí. Para Merleau-Ponty, el niño se encuentra con los objetos a su alrededor como quien se encuentra con "aerolitos venidos de otro planeta"18. Será el poder de trasladar las conductas observadas a su propio cuerpo lo que permitirá que el niño comience a utilizarlos como lo hacen todos a su alrededor. En la comunicación humana, Merleau-Ponty identifica un elemento natural (como en los animales, para quienes la apariencia es un órgano de comunicación) que me permite descifrar las conductas de los demás: la percepción fisionómica de los gestos, de los rostros y de la postura corporal implica una "donación de sentido" sin que nosotros tengamos previamente el "sentido ideal" que anima estas conductas. Habría para el filósofo un "taxímetro" (haciendo uso de la metáfora de Head que es mencionada también por Schilder) que me da las conductas de los otros "descifradas y traducidas en conversaciones" así como mi postura me da "una reconstrucción" (relèvement) sobre el mundo19. En Psychologie et pédagogie de l’enfant. Cours de Sorbonne (1949-1952), Merleau-Ponty sostiene que, si conozco mi cuerpo como un objeto organizado en relación a su entorno, la percepción de mi propia corporalidad podrá ser transferida a otro y "la imagen del otro (podrá) ser inmediatamente ‘interpretada’ por mi esquema corporal"20. Somos, para Merleau-Ponty, "colaboradores de una reciprocidad perfecta, nuestras perspectivas se deslizan una dentro de la otra"21, participando conjuntamente del mundo que nos atraviesa.

En los cursos sobre La naturaleza (1968), el cuerpo humano no es sino relación con un Umwelt. Este término, tomado del análisis que Von Uexküll realiza del mundo animal22, designa el ámbito que el ser vivo construye a partir de sus percepciones, acciones y relaciones. Von Uexküll propone dejar de entender a los seres vivos desde un punto de vista meramente mecanicista y poder interpretar su comportamiento desde su entorno y desde la perspectiva que tendrían desde su propio medio. El Umwelt, entonces, designa la unidad del animal con su entorno, unidad que nace y se consolida en la ligazón que el animal posee con el mundo a partir de la percepción y de la acción que ejerce sobre él23. A partir de la apropiación que Merleau-Ponty realiza del término, el filósofo presenta uno de los significados de esquema corporal: "cuerpo que se mueve, y eso significa cuerpo que percibe". La capacidad de experimentar sensaciones que posee nuestro cuerpo y la implicación que las cosas poseen con él, es lo que constituye para Merleau-Ponty la "teoría de la carne"24. Desde esta teoría, el cuerpo ya no es concebido como un objeto sobre el que desciende una conciencia, sino la implicación o el arrollamiento (enroulement) de un cuerpo objeto sobre sí mismo. No es, para Merleau-Ponty, "un esbozo del cuerpo y del mundo por una conciencia". Habría un "circuito" con el mundo y una empatía (Eifühlung) con el mundo, con las cosas, con los animales y con otros cuerpos. Este sentido de esquema corporal, expresa entonces la implicación de mi cuerpo con el mundo, expresada en la descripción del cuerpo como "carne", como apertura a todas las cosas que, a su vez, están hechas del mismo tejido que mi corporalidad.

Al mismo tiempo, Merleau-Ponty desplegará en los mismos cursos una serie de notas donde se enfatiza la función simbólica que posee el esquema corporal en el ser humano: el cuerpo es el esquema a partir del cual el mundo tiene un significado determinado. La relación que Merleau-Ponty establece entre el esquema corporal y el simbolismo nace de la doble naturaleza que posee nuestro cuerpo: el mundo y los otros devienen nuestra carne. Para esclarecer la naturaleza "simbólica" del cuerpo, Merleau-Ponty considera que es necesario analizar la relación que se establece entre lo que él denomina "simbolismo natural" y el "simbolismo convencional". El primero implicaría una indiferenciación entre el objeto simbolizado y su símbolo, unidos por un lazo intrínseco y "ciego", una suerte de "teleología natural"; el segundo, en cambio, es artificial y convencional, con un sentido manifiesto, "instituido por nosotros". El cuerpo es "cosa y medida de todas las cosas, cierre y aperturidad, en la percepción como en el deseo"25. El cuerpo es simbolismo, por lo cual un término puede ser tomado como expresión de otro y las partes de mi cuerpo pasan a ser instrumentos con los que interrogo el mundo a través de la percepción y llevo a término (accomplissement) un proyecto. El cuerpo humano es simbolismo, no en el sentido en que un término es representativo de otro o toma el lugar de otro, sino en tanto es expresión de otro. Es una organización estructurada en la que no es posible separar la expresión de lo expresado: abre un sentido a partir de la expresión que no desaparece en el mismo momento en que es producido, sino que instituye una experiencia y despliega un nuevo campo de significaciones. En este sentido, el esquema corporal será un sistema simbólico que se instala como una expresión inaugural que da paso a un curso determinado de experiencias.

Por otro lado, el esquema corporal es una estructura libidinal. Para Freud26, la libido es descrita como una excitación genital o sexual no reprimida, que no siempre es puesta al servicio de la reproducción. La libido no tiene una orientación unívoca, sino un polimorfismo que le permite adquirir diversas orientaciones. Por ello, es ante todo una "polaridad".

El cuerpo, en tanto es empatía con otros cuerpos, es "deseo, libido, proyección-introyección, identificación". La percepción, entonces, es descripta por Merleau-Ponty como "un modo de deseo, una relación de ser y no de conocimiento"27, por lo que para Merleau-Ponty el verdadero sujeto del deseo será el cuerpo. De esta manera, en tanto esquema libidinal, el esquema corporal es necesariamente una estructura colectiva. Entre mi cuerpo y el del otro existe una relación carnal, "una extensión del narcisismo del cuerpo" que delinea una apertura a la generalidad: veo como propio los comportamientos de los otros y los veo animados por un esquema corporal. Percibiendo que el otro percibe las mismas cosas que yo percibo es que logro encontrarlo en la misma carne del mundo. Así, "mi esquema corporal se proyecta en los otros y los introyecta"28, buscando la identificación con los demás sujetos. Por ello, Merleau-Ponty toma la idea de Schilder según la cual el esquema corporal es al mismo tiempo una estructura libidinal y sociológica.

La apropiación que hace Merleau-Ponty de la noción de esquema corporal le otorga una nueva significación y la convierte en la estructura misma del mundo de la vida: cuerpos que entran en comunión para transformarse en la dinámica misma de la expresión. Desde la descripción merleaupontyana del esquema corporal como estructura simbólica, libidinal, sociológica y perceptual, la única manera de pensar la corporalidad parece ser la intercorporalidad, como sistema primordial desde el cual el sujeto se desarrolla. Pensar al sujeto como esquema corporal, hace referencia a ciertas aptitudes como la aperturidad hacia un mundo y hacia otros cuerpos, y la ligazón libidinal que me une en una dinámica de identificación, proyección e introyección. Por lo tanto, para poder pensar el esquema corporal como unidad de análisis viable de la intercorporalidad, es necesario pensar en los procesos previos a la diferenciación yo-otro que coadyuvan a su constitución. Merleau-Ponty apela a la noción de parificación (accouplement) para explicar la dinámica por la que tengo contacto con los otros, y a la imaginación, como movimiento mismo de la percepción que interviene en la plenificación de los espacios no percibidos (que Merleau-Ponty describe como lacunes, como carencias) siempre presentes en la percepción del cuerpo del otro. A continuación, se abordarán no solo las dos dinámicas anteriormente mencionadas como constitutivas del esquema corporal infantil, sino también la propiocepción como proceso previo a las mismas que puede establecer un nexo entre el sincretismo de la primera infancia y los procesos propios de un esquema corporal ya fundado.

3.1. La propiocepción: el comienzo de la organización corporal

El niño recorta en el acto mismo de la percepción un mundo circundante (Umwelt) que mediará todas sus percepciones. Merleau-Ponty sostiene que el comienzo de la percepción en un bebé no se debe a una pregnancia entre el alma de la madre y la del niño (esto es, una facultad que el cuidador le transmite al niño), sino que el cuerpo del niño producirá esa pregnancia y comenzará a percibir cuando "le lleguen" las acciones del mundo.

En los Psychologie et pédagogie de l’enfant. Cours de Sorbonne (19491952), Merleau-Ponty distingue tres etapas en su análisis de la constitución del esquema corporal infantil y del paulatino encuentro con el mundo que rodea al niño. En la primera, que comprende desde el nacimiento hasta los seis meses, el bebé "pone en marcha" su esquema corporal y comienza a percibir a los otros. Durante los primeros meses de vida tiene lugar una primera fase de "pre-comunicación" en la que no hay individualidades sino una "colectividad anónima". De esta manera, el punto de partida de Merleau-Ponty para describir el proceso de construcción del yo será el sincretismo propio de la primera infancia en el que las diferentes perspectivas no son discernibles. Para Dillon29, el planteo del problema que realiza Merleau-Ponty difiere del planteo husserliano30, ya que el punto de partida no será cómo hace el niño para salir del solipsismo al que lo confina la esfera de propiedad centrada en el yo, sino cómo la vida del bebé está en un principio inmersa en el sincretismo y cómo debe aprender luego a distinguir la experiencia de sí mismo de la experiencia de otros. La percepción del cuerpo propio y la del otro serán para Merleau-Ponty "dos operaciones análogas y complementarias" que "no se desarrollan al mismo ritmo", sino que "la percepción del cuerpo propio precede a la del otro"31. Tomando la distinción que realiza Wallon32, Merleau-Ponty sostiene que el cuerpo del bebé comienza por ser "interoceptivo" y la exteroceptividad se irá desarrollando "en colaboración con la interoceptividad"33. Wallon distingue el dominio interoceptivo (ligado a las funciones viscerales), el propioceptivo (aquel relacionado con el equilibrio, los movimientos y la postura) y, finalmente, el exteroceptivo (ligado a los estímulos de origen exterior). Para Wallon, la sensibilidad propioceptiva es central a la hora de construir el cuerpo propio y puede remontarse incluso al período fetal. Interviene en el desarrollo de la motricidad y se relaciona con las conexiones intersegmentarias del organismo tanto en el movimiento como en el reposo.

Las sensaciones propioceptivas responden a un cuerpo que funciona como una unidad dinámica, como un sistema sinérgico en el que el desplazamiento de una parte del cuerpo provoca en el resto una serie de modificaciones para conseguir el objeto deseado. Asimismo, estas sensaciones presuponen una relación del organismo consigo mismo e implican una apreciación cada vez más diferenciada de los estímulos exteriores. A medida que se van desarrollando las sinergias parciales, se desarrollan las sinergias generales que acompañarán el equilibrio del cuerpo, considerado por Wallon como una de las sensaciones que intervendrán en la actividad psíquica y sensorial, estableciéndose como un "sistema de relaciones compensadoras"34 que dará forma al organismo bajo las fuerzas del mundo exterior y bajo los objetos que guían la actividad motriz. La propiocepción implica, entonces, una regulación del organismo por sí mismo y da lugar a la unidad del cuerpo propio.

En un principio, el cuerpo del niño es un cuerpo "bucal" y respiratorio; luego, el bebé comienza a experimentar las zonas de su cuerpo ligadas a las funciones de excreción. Para Merleau-Ponty, la percepción interoceptiva va a funcionar como exterocepción hasta que se produzca una "soldadura" entre los dos dominios entre los tres y seis meses de vida. Hasta que esta soldadura no se haya realizado, la percepción no es posible, porque es necesario, para que ella se realice, que el cuerpo se equilibre. En este período no hay todavía un esquema corporal total. Aun cuando esta soldadura se haya realizado, "la conciencia del cuerpo propio es en un principio fragmentaria"35 y subsiste un desequilibrio que Merleau-Ponty va a identificar en la atención que los bebés destinan a los miembros de su cuerpo (la atención dirigida a la mano derecha se da en el día 115, mientras que la exploración de la izquierda se da en la vigesimotercera semana). Hasta los tres meses, el niño no percibe su cuerpo sino como "una impresión de incompletitud (décomplétude)" y no tiene un registro claro de los cambios que experimenta. En este período, la presencia del otro es encarnada en la voz humana, primer estímulo interoceptivo que el niño reconoce.

Hacia los dos o tres meses, Merleau-Ponty nota el fenómeno del contagio del llanto, explicado por el filósofo como una imposibilidad por parte de los recién nacidos a la hora de distinguir sus propios estados somáticos de los de sus pares. Esta capacidad de mímesis que Merleau-Ponty observa en los bebés, es explicada a partir del concepto de esquema corporal, como constructo siempre cambiante y abierto al medio y a los otros. En la medida en que el esquema es visible, o sea, "no está escondido en la esfera de la propiedad"36, se produce un "solapamiento" entre la experiencia de su cuerpo y la experiencia del cuerpo de los demás: el bebé percibe al otro en un proceso de parificación (concepto que será trabajado en el próximo apartado) de su cuerpo con el cuerpo percibido. En la Fenomenología de la percepción, Merleau-Ponty describe este proceso de la siguiente manera: si yo tomo la mano de un bebé de quince días y simulo morderla, el niño abrirá su boca, ya que su boca y sus dientes son para Merleau-Ponty "aparatos para morder", esto es, para realizar acciones similares a las de su cuidador. El mordisco tiene entonces desde los pocos días de vida una significación intersubjetiva. El bebé percibirá sus intenciones en su propio cuerpo, el cuerpo de su cuidador con el suyo y las intenciones del adulto en su propio cuerpo37. Mi relación con el otro no es una relación lógica, sino "una relación de existencia"38, en donde el otro y yo "somos conscientes el uno del otro, en una situación común". La conducta que el bebé o niño percibe en el otro es identificada en su esquema corporal, lo cual conlleva a una identificación de su cuerpo con el cuerpo de quien participa en el intercambio. El cuerpo del otro, entonces, es aprehendido como una "prolongación" de sus intenciones; el cuerpo del bebé y el del otro forman entonces parte de un mismo sistema en el que uno y otro son el anverso y el reverso.

Así, la noción de esquema explicaría el comportamiento mimético en la primera infancia y "provee un fundamento teórico para el fenómeno de transitividad"39. Sin embargo, en esta etapa no podemos hablar aún de transitivismo, en la medida en que no hay un verdadero traspaso de conductas, sino que las conductas del otro son vividas como propias debido a que no se ha operado la división entre el cuerpo del bebé y el cuerpo de los otros. Para que el trasitivismo tenga lugar, mi esquema corporal debe comenzar a organizarse como una unidad separada del resto (aunque esta separación, en virtud de la teoría que concibe al mundo como una estructura de la que formamos parte en una implicación carnal, nunca se efectúa por completo). Recién luego de los seis meses, el bebé puede trasladar sobre sí mismo el conocimiento que tiene de los otros.

El período que va de los seis meses hasta los tres años se caracteriza por un brusco desarrollo del conocimiento del cuerpo propio. Es el período que Merleau-Ponty llama "sociabilidad incontinente". Merleau-Ponty describe este período del desarrollo como un sistema en el que "la conciencia interoceptiva del cuerpo propio, la percepción del cuerpo propio vista desde el exterior y la percepción del otro son tres elementos"40. Luego de los seis meses, el bebé posee "una representación visual del cuerpo propio" debido al desarrollo de la imagen especular. Según el análisis que Merleau-Ponty realiza de este fenómeno, el bebé reconoce antes la imagen especular de otras personas que la propia. Tomando los registros de Wallon, el filósofo considera que a partir de los tres meses el bebé comienza a tener cierta conciencia del otro, pero recién luego de los seis meses se pueden observar realmente algunas conductas orientadas a un tercero. En una primera fase, el bebé fija su atención a la imagen especular de su cuidador, pero aún no distingue entre la imagen y el modelo, sino que considera a una como proyección de la otra. La imagen especular del cuidador es previa al desarrollo de la imagen especular del cuerpo propio ya que, según Merleau-Ponty, el niño cuenta con la imagen de su cuidador y con la presencia del cuidador mismo frente al espejo. En cambio, cuando se trata de su propia imagen, el bebé cuenta solo con su reflejo. Merleau-Ponty afirma que recién a los ocho meses el niño adquiere una imagen especular del cuerpo propio y tiene "reacciones nítidas" frente a ella, como sorprenderse con el contacto de su mano contra el espejo. En un principio vista como un reflejo de sí mismo, la imagen especular comienza a retraerse sobre el cuerpo del niño, reducción que se opera hacia el primer año de vida. Es en este estadio, finalmente, que se dará el fenómeno del transitivismo, ya que "de la misma manera que hay identificación global del niño con la imagen en el espejo, habrá identificación con los otros"41. De esta manera, el conocimiento del cuerpo propio y el del cuerpo del otro estarán ligados en un mismo sistema.

¿Por qué razón Wallon y Merleau-Ponty le otorgan tanta importancia al desarrollo de una imagen especular en el niño? El filósofo remarca la importancia del nacimiento de un sujeto capaz de ser espectador de sí mismo: "la personalidad, antes de la imagen especular, es el Ello. La imagen va a hacer posible otra visión de la personalidad (cualquier cosa que podamos o debamos ver), primer elemento de un Superyó"42. Por lo tanto, la adquisición de la imagen especular es, ante todo, la adquisición de una función nueva, de lo que Merleau-Ponty llamará (tomando el término de Lacan) "actitud narcisista". La alienación que produce la captación de mí mismo por mi imagen espacial, me prepara para la alienación de mí mismo por los otros. Para Dillon, sin embargo, la experiencia de la auto-alienación es previa al reconocimiento por parte del niño de su imagen frente al espejo. Esta experiencia tendría su origen en el encuentro previo del niño con otras personas, quienes introducen un hiato, una "fisura en la matriz de la sociabilidad sincrética, imponiendo dentro del mundo del niño una perspectiva que viola aquella que ha vivido e implícitamente tomado como universal"43.

Poco a poco, se irá complejizando el campo perceptual y se irán unificando los distintos dominios. En este período, se operará esta soldadura entre las sensaciones internas y las externas. Será a partir de este momento que el ámbito de las sensaciones privadas y el mundo exterior se encuentran y que el esquema corporal comenzará a constituirse.

4. Parificación (accouplement) e imaginación: las dinámicas inherentes a la organización del esquema corporal

El problema del acceso a otras subjetividades que la filosofía cartesiana ha dejado tras su paso parece disolverse desde una teoría fenomenológica de 311 la percepción en donde el cuerpo es portador de un comportamiento en un ámbito compartido. La conciencia es entendida a partir de este planteo como "conciencia perceptiva, como el sujeto de un comportamiento, como ser-del mundo o existencia"44.

La relación entre mi yo y el otro que me circunda va a ser expresada por Merleau-Ponty como parificación (accouplement), traducción del término Paarung que Husserl utiliza en la "Quinta meditación" de las Meditaciones cartesianas. La parificación tiene lugar cuando se produce una asociación entre mi cuerpo y el del otro a partir de la impregnación perceptiva que tengo de la corporalidad ajena. En este proceso habría un mutuo traspaso de intenciones, un mutuo extrañamiento que posibilitaría la percepción. Mi cuerpo es el "primer modelo de trasposiciones" e identificaciones45 que determinará mi acceso al mundo y a las personas que me rodean. La parificación es "un cuerpo reencontrando en otro cuerpo su contrapartida, que realiza sus propias intenciones y que me sugiere nuevas intenciones"46. Merleau-Ponty designa con la parificación un fenómeno eminentemente intersubjetivo, "la comprensión de un cuerpo por otro cuerpo". Tomo conocimiento de mi cuerpo cuando comienza a haber una correspondencia recíproca entre mi cuerpo y mis intenciones, y entre estas y las del otro. Este proceso se produciría aun sin una diferenciación entre mi yo y el otro y sería un paso previo a la comunicación propiamente dicha en donde ya se ha producido una diferenciación precisa.

En las Meditaciones Cartesianas47, la parificación (Paarung) conforma junto con el concepto de apercepción analógica, el núcleo de la experiencia del otro. La apresentación es la capacidad que tiene todo objeto de remitirnos a sus caras no vistas, a ese "co-ahí" objeto de la representación que no está "allí" en el momento de ser representado. La apresentación es "hacer presente" lo que no se presenta efectivamente en el acto perceptivo. La cara del objeto que efectivamente percibimos "apresenta siempre y necesariamente una cara posterior de la cosa y le prescribe un contenido más o menos determinado"48. Para Husserl, toda apercepción, en el momento en que captamos y comprendemos el horizonte del objeto apresentado, nos remite a una "protofundación en la que se había constituido por vez primera un objeto de sentido semejante"49: cuando percibimos cosas cotidianamente, realizamos una transferencia de sentido al objeto nuevo de aquel sentido "fundado primitivamente". Los nuevos sentidos adquiridos, a su vez, pueden fundar y dar base a un nuevo dominio de "lo dado". Sin embargo, en el caso de un alter ego, no puedo verificar los aspectos dados como apercepciones, lo cual dificultaría la construcción de la interioridad nunca percibida. Para Husserl, ego y alter ego están siempre dados "en parificación (Paarung) originaria"50, una síntesis pasiva considerada como una "asociación parificadora". Cuando los dos datos parificados se "hacen conscientes simultáneamente", se produce un "contagio intencional". Se trata para Husserl de un "mutuo suscitarse vivo", de un "solaparse". Hay una transferencia de uno hacia otro que puede ser total o parcial. En esta transferencia de sentido se produce una apercepción de uno por el sentido del otro y se consolida una vez que "el otro entra en mi cuerpo perceptivo"51. Si un cuerpo similar al mío entra dentro de mi esfera perceptiva primordial (dentro de la cual mi cuerpo

siempre está destacado), el mismo entra en parificación con mi cuerpo. En la parificación originaria descrita por Husserl nace una configuración que tiene como núcleo una relación binaria. En esta operación, "mi cuerpo deviene poder de comprensión de la corporalidad del otro"52. El cuerpo del otro será comprensible en la medida en que ambos somos capaces de las mismas conductas y de realizar los mismos objetivos en la acción. La conducta del otro, como "lado físico que es índice representativo de lo psíquico"53, es lo que me pone frente a su existencia. Como "modificación intencional de mi yo"54, como modificación fenomenológica de mí mismo, surge el otro: "en mi mónada", sostiene Husserl, "se constituye apresentativamente otra mónada"55. Esta operación es llamada por Husserl "transgresión intencional" o "transposición aperceptiva". En el análisis que realiza de esta dinámica, Ricoeur sostiene que la transferencia aperceptiva "debe a la vez respetar la originalidad de la experiencia del otro y enraizarla en la experiencia del cuerpo propio que motiva esta transferencia"56. Esta transferencia "no se trata de un razonamiento por analogía, por el cual vamos de la similitud de las expresiones corporales a la similitud de las experiencias vivas"; es una analogía basada en una "génesis pasiva"57 de la misma manera que comprendemos una experiencia nueva sobre la base de una experiencia anterior que constituye una suerte de fundación originaria. Es un mecanismo pre-reflexivo y antepredicativo, y la parificación es lo que especifica esa transferencia. La parificación es lo que hace que "el sentido de uno reenvíe al sentido del otro" que reconozca en la presencia carnal del otro mi propia "mundanización"58. Esto es lo que provee para Ricoeur el "soporte asociativo de la analogía" y constituye "la forma originaria de toda síntesis pasiva". Finalmente, la parificación es para este filósofo "una relación a la cual le falta la plenitud de una experiencia viva"59. Sin embargo, Ricoeur se pregunta cómo pasamos de un otro apresentado a un otro efectivamente presentado por nuestra experiencia. Este proceso (el segundo grado en el proceso de constitución del otro), se dará por la concordancia entre los esbozos realizados en la apresentación, con las expresiones del alter-ego apresentado anunciadas en el curso mismo de la experiencia. El tercer nivel en el proceso de encuentro con el otro estará dado por la imaginación, en donde yo puedo establecer una relación de coordinación entre los espacios ocupados por el otro y los ocupados afectivamente o potencialmente por mi propio cuerpo. Así, "‘allí’ es el lugar donde yo puedo ir; es mi ‘aquí’ potencial"60. Con la introducción de la imaginación en la construcción del otro, el proceso mismo deviene según Ricoeur "menos enigmático" ya que el otro es acoplado no solo en una experiencia efectiva, sino en una experiencia potencial: cuando intento imaginar qué ve el otro sujeto desde un ángulo que no alcanzo penetro, aun sin saberlo, en la experiencia del otro.

En los cursos La Nature. Notes Cours du Collège de France (1968), la imaginación aparece mezclada con el sentir en el acto mismo de la percepción. En la promiscuidad propia de mi esquema corporal, el mundo y los otros se entrelazan con mi cuerpo haciendo endebles sus fronteras. "Puedo sentir en el espejo el contacto de la pipa en mi mano"61, sostiene Merleau-Ponty inaugurando de esta manera una nueva direccionalidad (un nuevo "afuera" y un nuevo "adentro") en donde las coordenadas de mi cuerpo serán dadas por su relación con el espacio del mundo. La espacialidad está, por lo tanto, "incrustada" en el espacio del mundo y mi esquema corporal será la "relación de ser entre mi cuerpo y el mundo"62. De la misma manera, el esquema corporal está implicado en una "promiscuidad" de mundo, en donde los otros cuerpos me alienan y yo, a su vez, los introyecto. Esta promiscuidad hace que el cuerpo se instale como "un sistema interior-exterior"63, en donde no hay división entre mi cuerpo y el de los demás, entre mi cuerpo y el mundo. Esta promiscuidad comienza a estructurarse ya en la vida del recién nacido. En el bebé, esta indivisión se da con el cuerpo de la madre: "el cuerpo maternal es el mundo. La madre no es más un individuo, sino una categoría (la "mamaidad")"64 y el cuerpo de los padres, a su vez, es vivenciado como uno solo. Merleau-Ponty utiliza ciertos conceptos freudianos para describir la estructuración de esta "promiscuidad" propia del esquema corporal. Así, la etapa oral es una de las primeras fases de organización a partir de la cual se "introyecta" el cuerpo del otro (mordedura, canibalismo), conjuntamente con otros mecanismos de organización que se dan también a partir de otros orificios del cuerpo (ano, genitales). Sin embargo, para Merleau-Ponty, la organización corporal es eminentemente visual. Apelando a Sartre, el filósofo considera que el ser visto por otro es un acto por el cual soy objetivado: "me congelo bajo la mirada el otro, el otro se me aparece como pura objetivación de mí mismo"65. Esta dinámica por la cual soy objetivado al ser visto como sujeto que ve se produce también a la hora de hablar y escuchar. Aquí la vista no es solo un contenido visual sino más bien "una estructura del ser"66. En la cercanía, las partes del cuerpo se entremezclan (body-images intercourse) y la distancia ya no es más distancia espacial, sino distancia emocional. Esta estructura, al mismo tiempo, determina la incompletud de mi esquema delimitando en su relación con el entorno ciertas partes difusas o incompletas (lacunaire), las cuales son para Merleau-Ponty "el punto de inserción de cuerpos imaginarios"67. Dufourcq sostiene que Merleau-Ponty intenta "reintegrar lo imaginario al mundo, ligarlo continuamente a lo real perceptivo" cuestionando así las fronteras que separan uno y otro ámbito: "lo imaginario deviene textura imaginaria de lo real, mientras que lo real se enriquece de una dimensión nueva unida en su núcleo perceptivo por una relación de transgresión (empiétement)"68, en la que se da una intrusión en la esfera del otro. Para esta filósofa, lo imaginario forma parte del mundo de la vida en tanto que las variaciones no habituales de las cosas forman parte de las cosas mismas y son "siempre efectuadas, más discretamente, en el corazón de toda percepción porque el flujo sensible aporta continuamente ligeras inflexiones sobre el tema de la cosa"69. La inserción de la imaginación en la parificación será una dinámica que explica, asimismo, "esta imposible neutralidad"70 que es expresada por Merleau-Ponty a partir del concepto de "promiscuidad": en cuanto dos cuerpos son parificados en una misma experiencia, penetro indefectiblemente en los distintos horizontes que, desde mi propia perspectiva, el otro recorrerá en potenciales vivencias.

La descripción del Paarung o accouplement como "síntesis pasiva" entre dos contenidos de conciencia como base de la intercorporalidad merleaupontyana puede ser puesta en discusión a la hora de cotejar esta descripción con su desarrollo del aparato perceptual infantil. Allí, las sensaciones propioceptivas (aquellas ligadas al movimiento y a la relación que el cuerpo tiene consigo mismo, las cuales son designadas en algunas ocasiones por Merleau-Ponty como interocepción) pueden ser postuladas como el comienzo de la parificación en la medida en que el mismo se inicia por la identificación de las sensaciones vinculadas a mis capacidades motrices en una situación determinada. La propiocepción, según la descripción que Merleau-Ponty hace del proceso de identificación del otro y de construcción del yo, es la base para poder identificar las intenciones del cuerpo del otro en mi propio cuerpo e, inversamente, las "partes" de mi cuerpo en el cuerpo del otro. Este proceso, en donde hay "una comprensión de un cuerpo por otro cuerpo", comienza con la identificación de las capacidades motrices de mi esquema en relación a una situación determinada.

5. Conclusión

El análisis que Merleau-Ponty realiza del esquema corporal y de mi descubrimiento del otro en la Fenomenología de la Percepción (1945) y Psychologie et pédagogie de l’enfant. Cours de Sorbonne (1949-1952) presenta a la sensibilidad propioceptiva como un mecanismo que posibilita y da origen a la parificación. Esta dinámica permite el acceso a los demás a partir de una operación de mutua identificación con el otro a través de las sensaciones que poseo sobre los estados de mi cuerpo y mis capacidades. Cuando el bebé entra en relación con otra persona y el adulto realiza acciones intencionalmente dirigidas a él, el niño identifica habilidades motrices (como el mordisco, en el ejemplo ofrecido por Merleau-Ponty) para luego identificar en su cuerpo el sitio donde esa función se realiza (el bebé siente su boca como el lugar "destinado" a morder). Así, el bebé irá estructurando su propio cuerpo a partir de una función que parte de sí mismo, en donde el otro como individualidad aislada y diferente a la suya (y no meramente como una "función") irá apareciendo como correlato de su organización motriz, espacial y perceptiva. Merleau-Ponty sostiene que la transitividad solo es posible una vez que el esquema corporal haya comenzado a organizarse a partir de la consolidación de la imagen especular del niño (esto es, una vez que se haya producido el hiato entre el bebé y su cuidador y que pueda reconocerse como un sujeto separado de su entorno). Por lo tanto, para que la parificación comience a producirse, deben desarrollarse ciertas dinámicas que funcionen como propedéutica de este proceso y la sensibilidad propioceptiva (aun cuando no se haya consolidado la separación entre el bebé y su cuidador) puede postularse como un posible comienzo de un proceso en su estadio más incipiente.

Asimismo, la descripción que hace Merleau-Ponty del accouplement nos hace pensar en un proceso complejo y dinámico que requiere de la puesta en marcha de alguna competencia en el recién nacido. En primer lugar, la intervención de la imaginación en la percepción del cuerpo del otro para plenificar así aquellas "lagunas" o zonas incompletas que no son dadas en la percepción habla de una subjetividad activa en medio de ese proceso, en donde la manera en la que esta plenificación perceptual se cumple dependerá de las habilidades cognitivas o perceptivas del bebé. Por otra parte, el accouplement, en la medida en que es una función eminentemente humana y difiere de la impronta que es desarrollada por Merleau-Ponty en La institución. La pasividad: Notas de cursos en el Collège de France (1954-1955)71, tiene ciertas características que nos hacen replantearnos la pasividad del proceso. La parificación requiere de la existencia de algún lazo afectivo y expresivo (al menos en la primera infancia) entre quienes forman parte de él. Esta ligazón expresiva que se debe dar en la parificación para que la trasferencia se efectúe se ve expresada por la definición del espacio elaborada por Merleau-Ponty en La Nature. Notes Cours du Collège de France (1968), para quien la distancia es "distancia emocional". Por lo tanto, la mera coexistencia no es suficiente para que la parificación se efectúe y, en virtud de los mecanismos que la constituyen, parece ser una función en donde el sujeto interviene activamente (al menos, desde el plano afectivo) para que se lleve a cabo.

Por otra parte, se puede observar un uso laxo y confuso por parte de Merleau-Ponty de los términos interocepción y propiocepción propuestos por Wallon, cuya obra ha sido ampliamente trabajada por el filósofo francés. Muchos de los procesos que en Psychologie et pédagogie de l’enfant. Cours de Sorbonne (1949-1952) son descritos como interoceptivos refieren en realidad a la sensibilidad propiocetiva, en la medida en que describen cierto conocimiento perceptivo que el bebé posee sobre su propio cuerpo y sus posibilidades motrices. De esta utilización flexible de la terminología walloniana se puede inferir que la misma responde a una simplificación realizada por el filósofo poniendo bajo el término de "interocepción" todas aquellas sensaciones que tienen lugar al interior del individuo, para oponerla así a la exterocepción, en donde los estímulos claramente provienen del exterior.

Asimismo, en la construcción misma del esquema corporal será donde se constituya la función existencial fundante de todo acto perceptivo, que en la Fenomenología de la Percepción Merleau-Ponty denomina (tomando el termino de Fischer) arco intencional72. Esta función hace existir el mundo que se nos aparece a nuestro alrededor poniéndonos en contacto con determinados objetos y hundiendo otros en los abismos de los horizontes no presentificados. El arco intencional es aquello que nos instala en un lugar determinado entre los demás entes y abre ante nuestro cuerpo un escenario particular; es una función de ligazón existencial y será la responsable de "proyectar alrededor nuestro, nuestro pasado, nuestro futuro y nuestro medio contextual humano"73. En el proceso de construcción de mi propia corporalidad y de encuentro con un otro como una subjetividad escindida de la mía es donde construyo en definitiva este "ir-hacia" que delineará una determinada relación con las cosas, con los otros y conmigo mismo. En la definición de mi propio esquema se definirá, al mismo tiempo, una determinada ligazón con el entorno.

La descripción que Merleau-Ponty brinda del esquema corporal en Psychologie et pédagogie de l’enfant. Cours de Sorbonne (1949-1952), Fenomenología de la percepción (1945) y La Nature. Notes Cours du Collège de France (1968) nos acercan a un posible comienzo (al menos, en este período de producción filosófica del autor) de la constitución del sujeto de la percepción (como un sujeto eminentemente propioceptivo) que incita a un estudio comparativo sobre esta temática con otras de sus obras. Asimismo, este tópico reaviva la importancia de los escritos de Merleau-Ponty sobre infancia y psicología, donde hay un intento por parte del filósofo de ofrecer una lectura genética de su fenomenología de la percepción.

Por último, la importancia que Merleau-Ponty le otorga a la propiocepción lo inserta dentro del debate de la psicología del desarrollo actual, en donde este tipo de sensibilidad es central en el proceso de construcción de mi yo y del conocimiento del otro74. La noción de esquema corporal elaborada por Merleau-Ponty hace de este concepto un constructo que nos enfrenta a la complejidad misma de los lazos intersubjetivos, poniéndonos de esta manera frente a la necesidad de un abordaje interdisciplinario de una problemática en la que las disquisiciones filosóficas y psicológicas se buscan para completarse.

 

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1 Merleau-Ponty, M., Fenomenología de la percepción, Barcelona: Planeta-Agostini, 1984, p. 369.

2 El fisiólogo Johann Christian Reil es el mismo que ha acuñado el término "psiquiatría".

3 Reil citado en Bernard, M., El cuerpo, un fenómeno ambivalente, Barcelona: Paidós, 1994, p. 27.

4 En Les origines du charactère chez l’enfant, Wallon distingue el dominio interoceptivo (ligado a las funciones viscerales), el propioceptivo (aquel relacionado con el equilibrio, los movimientos y la postura) y finalmente, el exteroceptivo (ligado a los estímulos de origen exterior). Este punto será retomado más adelante.

5 Cf. Bonnier, P., Le vertige, París: Masson & Cie, 1904.

6 Cf. Head, H., On Disturbances of Sensation with Special Reference to the Pain of Visceral Disease, en: Brain, v. XVI, 1-2 (1893), pp. 1-133.

7 Bernard, M., El cuerpo, un fenómeno ambivalente, p. 36.

8 Cf. Schilder, P., L’image du corps, París: Gallimard, 1968.

9 Ibid., p. 16.

10 Para más detalle, léase el Capítulo III ("La espacialidad del propio cuerpo y la motricidad") de la Primera parte ("El cuerpo") de la Fenomenología de la percepción.

11 Schilder, P., L’image du corps, p. 16.

12 Saint Aubert, E., Être et chair. Du corps au désir l’habilitation ontologique de la chair, París: Vrin, 2013, p. 118.

13 Merleau-Ponty, M., Fenomenología de la percepción, p. 117.

14 Ibid., p. 161.

15 Si bien no es el tema específico del presente trabajo, quisiera hacer una mención en torno al cruce entre naturaleza y cultura en la constitución del cuerpo propio. En La estructura del comportamiento (1942), el sujeto "físico u orgánico" entabla una relación dialéctica con su ambiente. Este vaivén entre naturaleza y cultura, tendrá como escenario al cuerpo mismo. Biología y cultura no serán para Merleau-Ponty dos estadios diferentes en donde uno sucede al otro, sino más bien dos dimensiones que se traspasan y se suponen mutuamente: no hay una primera etapa de un "hombre natural" que luego será seguida por el arribo de la cultura, sino que la ambigüedad del propio cuerpo es lo que permite que la vida natural sea reasumida en la vida cultural (al respecto, ver el subcapítulo "La vida de la conciencia" en esta obra).

16 Merleau-Ponty, M., Fenomenología de la percepción, p. 249.

17 "…el cuerpo, en tanto tiene unas ‘conductas’, es este extraño objeto que utiliza sus propias partes como simbólica general del mundo y por el que, en consecuencia, podemos "frecuentar" este mundo, ‘comprenderlo’ y encontrarle una significación" (ibid., p. 251).

18 Ibid., p. 365.

19 Merleau-Ponty, M., La Nature. Notes Cours du Collège de France (1956-1960), París: Éditions de Seuil, 1968, p. 288.

20 Merleau-Ponty, M., Psychologie et pédagogie de l’enfant. Cours de Sorbonne (1949-1952), París: Verdier, 2001, p. 311.

21 Merleau-Ponty, M., Fenomenología de la percepción, p. 366.

22 Cf., Von Uexküll, J., Andanzas por los mundos circundantes de los animales y los hombres, Buenos Aires: Cactus, 2016 [1934].

23 Cf., Buchanan, B., Onto-Ethologies. The Animal Environments of Uexküll, Heidegger, Merleau-Ponty and Deleuze, Albania: SUNY Press, 2008.

24 Merleau-Ponty, M., La Nature. Notes Cours du Collège de France (1956-1960), p. 271.

25 Merleau-Ponty, M., La Nature. Notes Cours du Collège de France (1956-1960), p. 273.

26 Cf., Freud, S., Tres ensayos sobre teoría sexual y otros escritos, Madrid: Alianza Editorial, 2015.

27 Merleau-Ponty, M., La Nature. Notes Cours du Collège de France (1956-1960), p. 272.

28 Ibid., p. 287.

29 Dillon, M., Merleau-Ponty’s Ontology, Illinois: Northwestern University Press, 1997.

30 Tomando la interpretación que realizara Landgrebe, Walton (Intencionalidad y horizonticidad, Bogotá: Aula de Humanidades, 2015) sostiene que el yo será el principio de individuación que permitirá para Husserl experienciarnos como cuerpo propio, el cual puede concebirse como tal en la medida en que hay un yo latente que oficia de principio de individuación. Es gracias al movimiento corporal que tenemos conciencia del mundo, lo cual implica, al mismo tiempo, una relación prerreflexiva conmigo mismo. Asimismo, las sensaciones no pueden ser consideradas como un factum que da cuenta de un mundo previo y exterior que nos afecta, sino que son el resultado de la individuación del yo.

31 Merleau-Ponty, M., Psychologie et pédagogie de l’enfant. Cours de Sorbonne (1949-1952), p. 312.

32 Wallon, H., Les origines du charactère chez l’enfant, París: Quadrige/PUF, 1949.

33 Merleau-Ponty, M., Psychologie et pédagogie de l’enfant. Cours de Sorbonne (1949-1952), p. 312.

34 Wallon, H., Les origines du charactère chez l’enfant, p. 197.

35 Merleau-Ponty, M., Psychologie et pédagogie de l’enfant. Cours de Sorbonne (1949-1952), p. 313.

36 Dillon, M., Merleau-Ponty’s Ontology, p. 122.

37 Al respecto, ver el cuarto capítulo de la segunda parte de la Fenomenología de la percepción llamado "El otro y el mundo humano".

38 Merleau-Ponty, M., Psychologie et pédagogie de l’enfant. Cours de Sorbonne (1949-1952), p. 45.

39 Dillon, M., Merleau-Ponty’s Ontology, p. 122.

40 Merleau-Ponty, M., Psychologie et pédagogie de l’enfant. Cours de Sorbonne (1949-1952), p. 314.

41 Ibid., p. 318.

42 Ibid., p. 319.

43 Dillon, M., Merleau-Ponty’s Ontology, p. 125.

44 Merleau-Ponty, M., Fenomenología de la percepción, p. 363.

45 Ibid., p. 159.

46 Merleau-Ponty, M., Psychologie et pédagogie de l’enfant. Cours de Sorbonne (1949-1952), p. 40.

47 Véase la "Quinta meditación" de Husserl en Husserl, E., Meditaciones cartesianas.

48 Husserl, E., Meditaciones cartesianas, p. 172.

49 Ibid., p. 174.

50 Ibid., p. 175.

51 Ibid., p. 176.

52 Merleau-Ponty, M., Psychologie et pédagogie de l’enfant. Cours de Sorbonne (1949-1952), p. 39.

53 Husserl, E., Meditaciones cartesianas, p. 178.

54 Ibid., p. 178.

55 Ibid., p. 179.

56 Ricoeur, P., A l’école de la phénoménologie, París: Vrin, 2004, p. 248.

57 Ibid.

58 Ibid., p. 249.

59 Ibid.

60 Ibid., p. 252.

61 Merleau-Ponty, M., La Nature. Notes Cours du Collège de France (1956-1960), p. 345.

62 Ibid., p. 346.

63 Ibid., p. 346.

64 Ibid.

65 Ibid., p. 348.

66 Ibid.

67 Ibid., p. 346.

68 Defourcq, A., Merleau-Ponty: une ontologie de l’imaginaire, Londres: Springer, 2012, p. 209.

69 Ibid., p. 211.

70 Saint Aubert, E., Être et chair. Du corps au désir l’habilitation ontologique de la chair, p. 151.

71 Véase en esa obra Institución y vida, la primera parte de los cursos.

72 Considérese el capítulo III (La espacialidad del propio cuerpo y la motricidad) de la Primera parte de la Fenomenología de la percepción.

73 Merleau-Ponty, M., Fenomenología de la percepción, p. 153.

74 Cf., Español, S., "Los primeros pasos hacia los conceptos de yo y del otro: la experiencia solitaria y el contacto "entre nosotros" durante el primer semestre de vida", en: Pérez, D. y otros (comps.), Conceptos. Debates contemporáneos en filosofía y psicología Buenos Aires: Catálogos, 2010, pp. 308-334;         [ Links ] Gallagher, S. y D. Zahavi, La mente fenomenológica, Madrid: Alianza Editorial, 2008.         [ Links ]

 

Recibido: 28/03/2016

Aceptado: 27/11/2016

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