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Areté

versión impresa ISSN 1016-913X

arete vol.31 no.2 Lima  2019

http://dx.doi.org/10.18800/arete.201902.007 

ARTÍCULOS

 

Sobre la ontología inmaterialista: el concepto de idea en Berkeley

On Immaterialist Ontology: The Concept of Idea in Berkeley

 

Alberto Luis López

Facultad de Estudios Superiores Acatlán, Universidad Nacional Autónoma de México

 


RESUMEN

La filosofía inmaterialista de Berkeley ha sido muchas veces infravalorada por la mala comprensión de su propuesta ontológica, específicamente por la dificultad que presenta su concepto de idea. El propósito de este artículo es, entonces, esclarecer y explicar dicho concepto porque de ello depende entender correctamente la ontología y el inmaterialismo filosófico berkeleyano. Para realizar esto 1) mostraré algunos ejemplos de la mala comprensión que ha tenido la propuesta berkeleyana, debido principalmente a su concepto de idea; 2) rastrearé cómo se fue conformando dicho concepto en las notas de juventud conocidas como Comentarios Filosóficos; 3) analizaré y explicaré el concepto de idea a partir de la obra publicada de los Principios y los Diálogos.

Palabras clave: Berkeley; ideas; ontología; inmaterialismo; idealismo.

 


ABSTRACT

Berkeley’s immaterialist philosophy has been frequently underestimated as a result of the misunderstanding of his ontological proposal, specifically because of the complexity of his concept of idea. The aim of this paper is then to clarify and explain that concept because from it depends the correct understanding of Berkeley’s ontological and immaterialist proposal. To do this, 1) I will show some examples of the misunderstanding that the berkeleian proposal has had, mainly due to his concept of idea; 2) I will track how this notion was being developed in Berkeley’s early notes, known as Philosophical Commentaries; 3) I will analyze and explain the concept of idea from the published work of Berkeley, that is, from the Principles and Dialogues.

Keywords: Berkeley; ideas; ontology; immaterialism; idealism.

 


 

A mis padres, Elvira y Alberto. In Memoriam

1. Introducción

La ontología de Berkeley ha generado un considerable número de artículos y textos especializados. Sin embargo, de los dos elementos que la conforman –a saber, "espíritus" e "ideas"1– es un hecho que las ideas son las que han causado mayor controversia por su carácter difícil de comprender. Ahora bien, como de su correcta comprensión depende la buena o mala recepción de la propuesta inmaterialista de Berkeley, mi objetivo en este artículo es analizar, caracterizar y sobre todo explicar ese complejo elemento ontológico. Para llevar a cabo esto dividiré mi escrito en tres partes.

En la primera parte mencionaré algunos ejemplos históricos que evidencian cómo desde el principio hubo una mala recepción de la propuesta ontológica de Berkeley, especialmente de su concepto de idea. Enlazaré esos ejemplos históricos con el caso actual de John Searle para ejemplificar cómo la mala comprensión de las "ideas" y, por ende, del inmaterialismo berkeleyano, no ha desaparecido, sino que, con matices, todavía continúa en el medio filosófico especializado. En la segunda parte de mi escrito rastrearé y clarificaré los orígenes del concepto de "idea", para lo cual me centraré en los Philosophical Commentaries (1707-1708). Estos comentarios son un conjunto invaluable de notas no publicadas que resultan interesantes porque ponen de manifiesto los propios cuestionamientos de Berkeley durante su labor creativa, pero también porque evidencian lo difícil que resulta aseverar que el joven filósofo haya tenido una postura bien definida antes de sus libros publicados, pues las mismas notas pueden guiar al lector por diversos caminos interpretativos. Pese a ello, intentaré exponer ordenadamente, de la manera más clara y concisa posible, el proceso de formación del concepto de "idea". En la última parte del artículo analizaré, caracterizaré y describiré el concepto de "idea" a partir de la obra publicada, esto es, de A Treatise Concerning the Principles of Human Knowledge (1710) y de los Three Dialogues between Hylas and Philonous (1713)2. En relación con estas obras, que muestran los postulados definitivos de las ideas y de la ontología berkeleyana, debo aclarar que usaré sobre todo los Principios porque considero que tratan mejor que los Diálogos el concepto de idea. Además, fue precisamente en ese libro donde se condensó por vez primera la ontología del irlandés, con el famoso dictum esse est percipi aut percipere, a partir del cual, por cierto, surgieron todos los cuestionamientos, críticas y malentendidos hacia su filosofía inmaterialista.

2. Las "ideas" berkeleyanas: primeras críticas infundadas

Un primer ejemplo de la mala recepción que tuvo la ontología de Berkeley, debido sobre todo a la incomprensión de su concepto de idea, se muestra en la carta del 26 de agosto de 1710 de Sir John Percival. En la carta enviada a Berkeley, Percival escribió: "Es increíble el modo en que los prejuicios pueden influir en las mejores mentes, incluso en las de aquellos que aman las innovaciones; pues no hice más que nombrar el tema de su libro a algunos amigos míos destacados, e inmediatamente se burlaron de él negándose incluso a leerlo, cosa que aún no he conseguido que haga alguno y, de hecho, no he sido capaz de hablar sobre el libro porque yo mismo lo obtuve hace poco; pero ni cuando me puse en ello fui capaz de comprenderlo a fondo por no haber estudiado un poco más de filosofía. Un médico de mi conocimiento se comprometió a describir su persona, y argumentó que usted necesita estar loco y que debe tomar algunos remedios"3. La animadversión de esos primeros lectores a los que alude Percival se debió a que muchos de ellos malinterpretaron la propuesta ontológica de Berkeley, al creer que cuando habla de ideas y espíritus postulaba un mundo etéreo y fantasmagórico, una especie de topos hyperuranios moderno en donde habitaban no solo las ideas sino, incluso, todos los seres existentes. Algo que por obvias razones resultaba estrafalario y poco serio.

Un segundo ejemplo de la mala recepción que tuvo la ontología de Berkeley se dio en septiembre de 1711, cuando salió a la luz la primera reseña crítica de los Principios publicada en la importante revista Journal des Sçavans4. Para el infortunio de Berkeley, la reseña se basó en fragmentos aislados de su libro que sirvieron para dar una imagen extravagante, casi esperpéntica, de su filosofía. El reseñador señaló en la revista: "El autor [Berkeley] asegura en el Prefacio que después de un examen serio y prolongado ha encontrado que los principios que usa en su obra son evidentemente ciertos, y capaces de desengañar a quienes cedieron al Pirronismo, o exigen una demostración más fuerte que la de la existencia de Dios y de la inmortalidad del alma… Estos Espíritus están dotados de inteligencia y voluntad, lo que los hace capaces de poder: es absurdo, según él, imaginar el poder donde no hay voluntad para dirigirlo y aplicarlo. Todo lo demás que suponemos existe fuera de nosotros, no es otra cosa, dice él, que ideas de una naturaleza completamente pasiva. Estas ideas nos llegan por los sentidos, agrega. No dependen más de nosotros que aquellas que nos formamos por la imaginación o la memoria. Es otro espíritu el que nos hace percibirlas. No tienen otra existencia que la de ser percibidas, y dejan de ser o existir tan pronto como nuestro espíritu u otro deja de percibirlas"5. Esta reseña difundió la propuesta filosófica del irlandés, pero también propició desdén y mala comprensión de su obra porque hizo pensar que la concepción de idea de Berkeley (dependiente del espíritu) llevaba a que el mundo (puramente ideal) existiera y se aniquilara a cada instante. Incluso sugirió que el filósofo sostenía que nuestras percepciones de las cosas no dependen de nosotros, sino que dependen enteramente de Dios, algo que lo acercaba a Malebranche, pero que lo alejaba de él mismo, es decir, de su propia propuesta.

Un tercer ejemplo del tipo de recepción que tuvo la ontología berkeleyana fue la reseña publicada en mayo de 1713 en la revista jesuita Mémoires pour l’Historie des Sciences & des Beaux Arts, conocida simplemente como Mémoires de Trévoux. Allí se caracterizó a Berkeley como "malebranchista de buena fe" (malbranchiste de bonne foi), sus principios filosóficos inmaterialistas fueron descritos como "más allá del sentido común" (delà du sens commun) y se afirmó de él que "ha concluido que no hay ni cuerpos, ni materia, y que solamente los espíritus existen"6. Al equiparar a Berkeley con Malebranche se evidenciaba la poca comprensión de su filosofía, pues el propio irlandés expresó su alejamiento del oratoriano. Por otro lado, al afirmar que Berkeley negaba la existencia de los cuerpos porque solo había ideas, su propuesta ontológica terminó siendo, para muchos lectores de la época, más estrambótica que filosófica.

Podría pensarse que las interpretaciones del siglo XVIII7 quedaron atrás y que en la actualidad la comunidad filosófica tiene una idea más clara, aunque no exenta de discusiones, de la ontología berkeleyana. Sin embargo, esto no es así. Por supuesto que hay discusiones álgidas entre especialistas sobre temas particulares de Berkeley, pero entre gran parte de la comunidad filosófica no especializada en el irlandés los prejuicios y los errores de comprensión sobre su filosofía todavía perduran. Un ejemplo reciente es el de John Searle.

2.1. John Searle: una lectura de las ideas berkeleyanas en el siglo XXI

Quiero abordar el caso de John Searle porque se trata de uno de los filósofos más influyentes de las últimas décadas por sus aportaciones a la filosofía del lenguaje y a la filosofía de la mente. En su último libro, Seeing Things as They Are: A Theory of Perception (2015), Searle desarrolla una teoría de la percepción que se centra en la visión o, como él mismo señala, en la "consciencia visual"8. Su teoría trata principalmente "de la relación entre el campo visual subjetivo y el campo visual objetivo"9 pues, para él, la mayor preocupación que desde Descartes ha tenido la filosofía occidental ha sido la relación entre la experiencia perceptual y el mundo real. Considera que las respuestas que ha dado la epistemología sobre esta relación han sido erróneas. Por ello, el propósito de su libro es solucionar los errores y presentar "una explicación más adecuada de la relación entre la experiencia perceptual y los objetos de nuestras percepciones"10. Dado que el libro es una continuación de su anterior obra Intentionality (1983), específicamente del segundo capítulo titulado "The Intentionality of Perception", lo que propone Searle se basa en su teoría de la intencionalidad y en su teoría de la mente. De esta manera, Seeing Things as They Are es una obra nueva que retoma y busca perfeccionar la teoría de la percepción planteada por Searle hace más de tres décadas.

El primero capítulo del libro, "The Bad Argument: One of the Biggest Mistakes in Philosophy in the Past Several Centuries", trata sobre el "dualismo conceptual" que Searle considera un error central en la filosofía moderna. Este dualismo, que para él ha llevado a confusiones epistemológicas perjudiciales para la filosofía, no es otra cosa que el problema de la relación entre nuestras experiencias perceptuales y el mundo externo: "Un error… abrumó nuestra tradición desde el siglo diecisiete, es el error de suponer que nunca percibimos directamente objetos y estados de cosas en el mundo, sino que solo percibimos directamente nuestras experiencias subjetivas"11. Searle defiende un "realismo directo", esto es, que hay percepción directa del mundo, mientras que se opone al representacionismo o "realismo representativo"12 que rechaza la posibilidad de un conocimiento directo, cierto y objetivo del mundo. Searle lo considera perjudicial para la historia de la epistemología moderna ya que –en su opinión– parte de la "premisa falsa" de "pensar que las únicas cosas a las que uno tiene acceso perceptual son las propias experiencias subjetivas"13. Esto lleva al problema irresoluble de cómo estar seguro de tener conocimiento de la existencia de un mundo externo. Por esto último es por lo que Searle se da a la tarea de caracterizar el representacionismo con un argumento que estructura en seis pasos14 y que llama "el mal argumento". Con este pretende mostrar que la postura representacionalista, pese a su carácter "penetrante" y "extremadamente influyente"15, es epistemológicamente errónea porque se basa en un juego de palabras que deriva en una falacia de ambigüedad, debido al uso equívoco que hace de la expresión "aware of" ("darse cuenta de" o "ser consciente de")16. Para Searle, la importancia de su planteamiento radica en que de ser cierta su hipótesis del "mal argumento", es decir, de ser verdad que el representacionismo ha propiciado errores epistemológicos respecto al conocimiento directo del mundo, entonces el "realismo directo" resultaría verdadero.

Para tratar este asunto retoma, entre otros, a Berkeley, de quien hace referencias explícitas en los capítulos tercero y octavo. En el tercero, "Further Developments of the Argument Against the Bad Argument", busca dar ejemplos para "llenar" los huecos que han dejado los argumentos contra el realismo directo, basados –según él– en la "falacia de ambigüedad". Por eso se remite a Berkeley: porque este "al establecer que todo lo que percibimos son nuestras propias ideas… presenta varias versiones de lo que he llamado el ‘mal argumento’"17. Searle desarrolla su crítica a partir de una referencia a los Diálogos, en donde se menciona que las "cosas sensibles" son "aquellas que solo son percibidas inmediatamente por el sentido"18 y que "se conforman de cualidades sensibles"19. El problema de su crítica radica en que toma un extracto de la obra, pero no la considera como conjunto. Mucho menos toma en cuenta obras como Ensayo para una nueva teoría de la visión (1709) o Alcifrón (1732), en donde Berkeley ahonda en el asunto de la percepción mediata e inmediata y la clarifica bastante. Al extraer solo un pasaje, Searle termina desvirtuando el conjunto de la propuesta berkeleyana, lo que propicia su mala interpretación y, con ello, que se termine descalificando la postura del irlandés.

En el octavo capítulo, "Classical Theories of Perception", Searle analiza algunas teorías modernas de la percepción para rastrear los antecedentes de su propuesta. Su acercamiento a estas teorías presenta dificultades porque sus interpretaciones tienden a ser superficiales e inexactas. Esto quizá se deba a que reconoce, sin demasiado problema, que la historia de la filosofía puede ser "aburrida" y prescindible20, pero sobre todo obedece a que busca en las teorías de la modernidad el llamado "mal argumento". Sea por un motivo u otro, su interpretación de Berkeley es poco precisa porque señala que para el irlandés las ideas perceptuales que se tienen de un objeto nunca pueden asemejarse al objeto mismo, ya que este "es completamente invisible y por lo demás inaccesible a los sentidos. No hay forma de que las ideas que percibimos puedan asemejarse (o parecerse, o ser visiblemente similares) a las características reales de los objetos porque los objetos, por definición, son inaccesibles a nuestros sentidos"21. Dado que Berkeley no afirma en ningún lugar que los objetos sean "inaccesibles" a los sentidos, ni tampoco arguye que el objeto (idea) mismo sea "invisible", la lectura de Searle de la ontología y el inmaterialismo berkeleyano resulta imprecisa.

Lo que evidencia el caso particular de Searle, y los ejemplos anteriores que mencioné, es que aún perduran errores básicos de comprensión respecto a la propuesta ontológica de Berkeley, lo que hace necesario analizarla, explicarla y aclararla porque de no hacerlo se seguirán repitiendo errores que impiden estudiar a cabalidad el complejo y vasto pensamiento del obispo de Cloyne.

3. Las ideas en Berkeley

Antes de analizar las ideas en Berkeley intentaré responder por qué fueron una de las entidades que conformaron su ontología. La respuesta inmediata es que se debe, en parte por influencia de Locke, a que para Berkeley estaban siempre presentes porque eran el medio a través del cual se daba y era posible el conocimiento humano. En los Comentarios, Berkeley escribió algunas notas que ilustran por qué las ideas eran un elemento tan importante: "No me maravilla mi sagacidad al descubrir la verdad obvia, aunque admirable, me maravilla más bien mi torpeza por no haberla descubierto antes. no es brujería ver que [no conocemos sino nuestros pensamientos, o lo que ellos piensan]"22.

El hecho de que solo conozcamos nuestros pensamientos puede traducirse, en términos ontológicos berkeleyanos, en que solo conocemos nuestras ideas. De ahí que el joven filósofo haya estado convencido de que no podemos comparar más que las propias ideas. La transposición entre pensamiento e idea, que se ajusta a la postura filosófica del irlandés, deja clara la importancia de las ideas porque si se quiere indagar sobre el conocimiento tiene que interrogarse sobre aquellas. Por ende, si no se conoce más que las propias ideas, resulta comprensible su importancia y el por qué fueron una de las entidades ontológicas básicas.

4. Las "ideas" en la obra no publicada: los Comentarios Filosóficos

Los Comentarios Filosóficos (1707-1708) son un conjunto de notas de juventud que versan sobre muchos de los temas que Berkeley trató a lo largo de su vida. En cuanto a las ideas, debe notarse que hay muchas notas destinadas a ese tema23. De hecho, es interesante mencionar que mientras en el primer cuaderno, el B, hay constantes alusiones a las ideas24, en el cuaderno A, esto es, de la entrada 400 a la 888, las notas sobre estas disminuyen considerablemente al grado de que hay páginas enteras dedicadas a otros asuntos. Esto permite suponer que desde joven Berkeley tenía claridad sobre su ontología, pero, además, que llevó a cabo una cierta separación de las dos entidades a través de la división de sus cuadernos: parece que ya tenía claro que eran dos entidades totalmente distintas y sin relación alguna. Por otro lado, cabe recordar que en la época en la que escribió sus comentarios aún se encontraba bajo el influjo del Ensayo sobre el entendimiento humano de Locke, debido a lo cual, y para establecer su ontología como propuesta original (fue el caso de las ideas), tuvo que asumir una actitud semejante a la que vive el hijo frente al padre. Esto quiere decir que para autoafirmarse tuvo que tomar distancia y ser crítico, pese a que lo tenía en gran estima, con el filósofo inglés25.

Desde el comienzo de los PC, en las notas 46, 47 y 50 respectivamente, se va prefigurando lo que será para Berkeley el concepto de idea. Por un lado, se pregunta en la primera "¿qué puede ser similar a una sensación sino una sensación?". En la nota siguiente vuelve a indagar "¿Vio jamás algún hombre algo más que sus propias ideas…?". Finalmente, en la nota 50 afirma "nada es perceptible sino las ideas"26. Estas tres notas son importantes no solo porque están conectadas entre sí, sino, sobre todo, porque en ellas se vislumbran algunas de las que serán las características más importantes de las ideas. Cuando Berkeley se pregunta, en tono de afirmación, que una sensación solo es igual a otra sensación, lo que presupone, aunque aún no lo desarrolle, es que una idea solo es igual a otra idea27. Esto parece en principio una mera tautología. Sin embargo, al remitirnos a la segunda y a la tercera nota, la primera cobra mayor sentido, pues si de aquellas se desprende que solo hay ideas –tal y como después confirmó el propio autor28– y que solo percibimos ideas, entonces las sensaciones también serán ideas, con lo cual se comienza a entrever, desde el comienzo mismo de los Comentarios, el llamado por Bettcher "idealismo básico" berkeleyano29.

Por otra parte, en los PC se ve la importancia que en un principio tuvo el problema de Molyneux para la conceptualización de las ideas, pues le permitió a Berkeley –entre otras cosas– distinguir entre diversos tipos de ideas. Por ejemplo, en la nota 95, al preguntarse sobre el ciego que obtiene la vista, el filósofo habla de "cualquier idea introducida por la vista"30. El hecho de hablar de ideas de la vista le permite ampliar la noción misma de idea, porque si algunas ideas se distinguen por ser visibles, entonces deberá haber otras que no puedan distinguirse por ello y sí por alguna otra característica. Esas otras ideas, con otras características, son las del tacto: "Un cuadro pintado con gran variedad de colores afecta al tacto de una manera uniforme. Por lo tanto, no puedo concluir que porque veo 2 sentiré 2, porque veo desigualdades o ángulos sentiré desigualdades o ángulos. ¿Cómo puedo entonces antes de que la experiencia me lo enseñe saber que las piernas visibles (porque son 2) están conectadas con las tangibles, o la cabeza visible (porque es una) con la cabeza tangible?"31.

El problema de Molyneux le permitió a Berkeley reconocer dos tipos de ideas: las visibles y las tangibles. Si bien en un principio no consolidó esta división –por eso se pregunta qué vemos además de colores y qué sentimos además de lo placentero y lo doloroso, o de la dureza y la suavidad–, posteriormente sí lo hizo al afirmar que "lo que veo es solo diversidad de colores y luz. lo que siento es duro y suave, caliente o frío, áspero o terso etc. ¿Qué semejanza tienen estos pensamientos con aquéllos?"32.

Al avanzar en la lectura de los Comentarios aparecen muchas otras características de las ideas, destacando entre ellas la de su simplicidad. Berkeley presupone que las ideas son simples. Por eso reacciona contra Locke al sostener que "las ideas simples no incluyen partes ni relaciones, son difíciles de separar y de considerar por sí mismas, aún no las distingue correctamente ningún Autor. instancia en potencia, rojo extensión, etc."33. El hecho de que las ideas sean simples no significa que existan aisladas o separadas unas de otras. Por el contrario, Berkeley tiene claro que, pese a su simplicidad, las ideas coexisten unidas, y por eso llega a decir que la extensión vista y la extensión sentida están fusionadas, lo mismo que los "sonidos gustos etc. están más mezclados"34. Más adelante, en la nota 318, ahonda: "Todas las ideas vienen del exterior, todas son particulares. Es verdad que la mente puede considerar una cosa sin otra, pero entonces consideradas por separado no forman 2 ideas. conjuntamente ambas no hacen sino una idea como por ejemplo Color y extensión Visibles"35. La unión de ideas simples, al estar basada principalmente en las ideas de la vista, el tacto, el oído (sonidos) y el gusto, sin dejar de lado el olfato, es decir, en los sentidos, permite denominarlas ideas del sentido, nombre que se les dará en el Tratado una vez establecida la ontología definitiva.

He dicho que las ideas son simples, pero no por ello se dan aisladas. Por el contrario, siempre se presentan relacionadas o unidas. Sin embargo, al no saber qué tipo de unión o relación se da entre ellas conviene preguntarse por esto. En un primer momento parece que Berkeley no sabe muy bien qué tipo de relación se da entre las ideas: "no creo que las cosas se den por necesidad, ningún par de Ideas está conectado necesariamente"36. En otro pasaje, el joven filósofo ya no se muestra titubeante, sino más bien convencido de que no hay una relación necesaria: "Lo que al tacto parece terso y redondo puede parecerle a la vista muy distinto. Por lo tanto, no hay conexión necesaria entre las ideas visibles y las tangibles"37. El hecho de que no haya una relación necesaria entre las ideas, esto es, que no se sucedan las unas a las otras forzosamente, lleva a preguntarse si ellas mismas son las causantes de sus propios movimientos o, al menos, si tienen cierto poder o fuerza para sucederse unas a otras. En las propias notas se encuentra rápidamente la respuesta, al sugerir que las ideas no tienen en sí mismas la capacidad de sucederse entre sí porque carecen de actividad al ser "inertes"38 y "pasivas"39.

Aparece entonces otra cualidad importante de las ideas, su inacción, que da pie a la que quizá sea su característica fundamental: su dependencia. Esta subordinación o dependencia (a algo) es el motivo por el que requieren de la percepción para existir. De ahí que no puedan existir sin ser percibidas o, dicho en palabras del propio filósofo, que "la existencia de nuestras ideas consiste en ser percibidas, imaginadas, pensadas cuando quiera que son imaginadas o pensadas existen"40. Por otra parte, la misma falta de acción que las hace ser dependientes provoca no solo que necesiten ser percibidas para existir, sino que ellas mismas, en tanto ideas, no puedan ser la imagen o semejanza de algo activo. A ello se debe que "ninguna percepción (esto es ninguna idea) puede ser la imagen o el parecido de aquello que es por completo activo y en manera alguna pasivo esto es la Voluntad"41.

El mismo Berkeley en la nota 378, casi al final del cuaderno B42, hace un resumen interesante de las ideas que conviene revisar para ver cómo es que el tema fue delimitado y definido. Lo primero que aparece allí es el abandono de la "doctrina de las potencias lockeanas"43, que utilizó constantemente para explicar la causa de las ideas y de los cuerpos, y su sustitución por una "cosa" que "debe percibir". En la nota se lee lo siguiente: "2 Todo conocimiento acerca de nuestras ideas. 3 Todas las ideas vienen de fuera o de dentro. 4 Si de fuera debe ser por los sentidos y se llaman sensaciones. 5 Si de dentro son las operaciones de la mente y se llaman pensamientos… 8 Todas nuestras ideas son o bien sensaciones o pensamientos, por 3.4.5. 9 Ninguna de nuestras ideas puede estar en una cosa que a la vez no tiene pensamientos ni sensaciones. 6.7.8…. 12 todas las ideas o bien son ideas simples o están hechas de ideas simples"44.

Basta con solo mencionar parte de la cita para dejar claro varias cosas:

  1. Berkeley ya sabe cuáles son los dos tipos de ideas, las de "fuera" captadas con los sentidos y las de "dentro" llamadas pensamientos.

  2. Todas las ideas son sensaciones y pensamientos.

  3. Desde que contaba con veintidós o veintitrés años, época de redacción de los PC, Berkeley ya tenía claro cuál era su ontología, de qué elementos estaría conformada y cuál sería el vínculo que relacionaría a cada entidad. Este es el motivo por el cual, en el comentario que él mismo hizo a esta nota, es decir, en 378a, indica: "Estos argumentos deben presentarse más cortos y más separados en el Tratado"45.

Aunque en el Cuaderno A, que conforma la segunda parte de los PC, Berkeley ya no dedica muchas notas a las ideas, aún aparecen aspectos interesantes como son algunas definiciones que da sobre ellas. Por ejemplo, en 427a define idea como "objeto inmediato de pensamiento", casi idéntica definición a la dada en el comentario 665 donde una idea es un "objeto del Entendimiento". Por otro lado, en la nota 775 una idea ya no es solo algo que depende del pensamiento o del entendimiento, sino que ya aparece como "cualquier cosa sensible o imaginable", lo que significa que el término idea está próximo a ser entendido tal y como se definió en la obra publicada. Sin embargo, un poco antes aparece una nota importante y complementaria a esto: "hablando con propiedad Idea es el cuadro que hace la Imaginación éste es el parecido y se refiere a la Idea o (si lo deseas) a la cosa"46. Según se desprende de esta nota, Berkeley entiende que una idea es una imagen mental, esto es, una representación de alguna cosa. Por ello, si alguien no puede imaginarse algo, entonces tampoco tendrá idea de ese algo.

En relación a las pocas definiciones dadas sobre las ideas, y si nos atenemos al orden actual de las notas, parece que el filósofo recula un poco al volver a asumir, en la última definición de idea que aparece en los PC, que "la Idea es el objeto o el Sujeto del pensamiento; que piense en lo que sea, lo llamo Idea. el pensamiento mismo o el Pensar no es una Idea es un acto esto es Volición esto es en tanto que distinto de efectos, la Voluntad"47. Más allá del orden de las notas, es un hecho que Berkeley ya tenía claro qué quería decir con el concepto idea y cuáles eran las características del mismo.

Por último, y respecto a los tipos de ideas, desde el comienzo de los cuadernos se hace mención a las ideas del sentido, mientras que Berkeley no les dedicó muchas notas a las ideas de la reflexión. Es hasta la nota 518, que retoma la 472, donde estas ideas se mencionan con mayor detalle a través de las ideas de la imaginación (que forman parte de las de la reflexión): "sea real o quimérica cualquier cosa que de alguna manera puedas concebir o imaginar por descabellada extravagante y absurda que sea mucho bien podrá hacerte. podrás gozarla por mí. No te privaré de ella"48. Aunque Berkeley aún no les dote del nombre definitivo, parece que ya tiene en mente los dos tipos de ideas, las del sentido y las de la imaginación (entiéndase de la reflexión)49. Por otro lado, es cierto que esta nota podría malinterpretarse, pues parecería que el filósofo acepta "cualquier cosa" que uno conciba o imagine, por lo que podría pensarse que deja abierta la puerta a cualquier absurdo, como sería su propio inmaterialismo según opinión de sus detractores. Quizá fue por este motivo que él mismo, desde antes de publicar sus obras, reconoció una posible objeción a su filosofía e intentó responderla con toda sinceridad: "Bien conforme a esta doctrina dices todo no es sino mera Idea, no hay nada que no sea un ens rationis. Respondo las cosas son tan reales y existen en rerum natura tanto como siempre. la distinción entre entia Realia y entia rationis puede hacerse tan propiamente ahora como siempre. Tan solo piensa antes de hablar. Intenta comprender adecuadamente lo que quiero decir y estarás de acuerdo conmigo en esto"50.

De las dos últimas notas se desprenden dos consideraciones relevantes:

la primera es que la incipiente filosofía inmaterialista no elimina ningún tipo de idea, por extravagante y descabellada que parezca, ya que no se trata de una filosofía impositiva o dogmática; la segunda, más importante aún, es el interés de Berkeley por dejar muy claro que su filosofía no se basa en "puras fantasías"51 ni en meras ideas, como equivocadamente la entendieron filósofos como Kant en la Crítica de la razón pura, sino que se basa en la razón y en los hechos, es decir, en las cosas "reales".

5. Las ideas en la obra publicada: características definitivas

Una vez vista la manera en que se fue construyendo la concepción de idea en la obra no publicada de los PC, es necesario remitirse a las obras publicadas, los Principios y los Diálogos, pues allí aparecen las características definitivas de las ideas, además de que exponen palmariamente los presupuestos ontológicos del inmaterialismo.

En los Principios aparecen desde el comienzo algunas de las cualidades más importantes de las ideas. Incluso la que quizá sea la característica ontológica más importante surge en §2, donde se afirma que "la existencia de una idea consiste en ser percibida"52. Si las ideas existen gracias a que son percibidas, y se sigue de la misma oración que la percepción es la que dota de existencia, surge entonces la pregunta sobre aquello que percibe y al hacerlo hace existir a las ideas: "Hay por tanto alguna causa de estas ideas, de la que dependen y que las produce y transforma"53. Aquí no analizaré la causa de las ideas, es decir, el espíritu (finito o infinito). Basta con mencionar que la cualidad fundamental mencionada –que existen en tanto son percibidas– conlleva implícitamente una carencia de autosuficiencia, pues al no tener en sí mismas el poder para subsistir, y por ello requerir que algo las perciba, confirman dos cosas: i) su ser dependientes y ii) su poca o nula actividad. Berkeley deja claro en varios pasajes que las ideas no tienen actividad alguna, ya que se trata de una cosa "inactiva" e "inerte": "Todas nuestras ideas, sensaciones o las cosas que percibimos, sean cuales sean los nombres por las que las distinguimos, son claramente inactivas, no hay ningún poder o actividad incluido en ellas… Un poco de atención nos pondrá al descubierto que el propio ser de una idea implica pasividad e inactividad en ella, de manera que es imposible que una idea haga algo o, estrictamente hablando, sea la causa de algo"54.

Surge de lo anterior una cuestión, si las ideas son pasivas, inactivas e inertes, ¿cómo surge la relación entre ellas? Berkeley sostiene con toda claridad, como hizo antes en los PC, que por su misma inacción no hay relación necesaria entre las ideas: "todo esto lo sabemos no gracias al descubrimiento de una conexión necesaria entre nuestras ideas"55. Más bien, la relación entre ellas es contingente porque depende de la conveniencia y experiencia del perceptor que sean separadas, unidas o combinadas.

Pasemos ahora a la división de las ideas tal y como aparece en el §1 de los Principios. Allí se afirma que los objetos del conocimiento o ideas existentes son de dos tipos: las "impresas en los sentidos" (o entia realia, según los Comentarios) y las "formadas con ayuda de la memoria y la imaginación" (o entia rationis), que se logran componiendo, dividiendo o simplemente representándose las percibidas a través de los sentidos, y que bien pueden ser llamadas "ideas de la reflexión"56. El hecho de que las ideas de la reflexión se formen componiendo o dividendo las de los sentidos permite colegir una importante peculiaridad de las ideas que aparece ya en la "Introducción" a los Principios, a saber, que son particulares: "Por lo que a mí se refiere, encuentro que tengo una facultad de imaginar o representar las ideas de aquellas cosas particulares que he percibido, y de componerlas y dividirlas de varias maneras. Puedo imaginar un hombre con dos cabezas o la parte superior de un hombre unida al cuerpo de un caballo. Puedo considerar la mano, el ojo, la nariz, cada uno por sí mismo abstraído o separado del resto del cuerpo, pero en tal caso cualquier mano u ojo que imagine debe tener alguna forma o color particular"57.

En este parágrafo también se reitera algo que Berkeley había mencionado en los Comentarios y desarrollado ampliamente en su Ensayo (1709), esto es, que las ideas de la vista son diferentes a las del tacto, pero también que cada sentido percibe sus propias ideas, es decir, tiene sus propios objetos que son stricto sensu distintos e imperceptibles para los demás sentidos. De esto se sigue que cuando se habla de ideas del sentido, Berkeley se refiere a las ideas recibidas al percibir las cualidades sensibles, que para él, disintiendo de Locke, son las llamadas cualidades primarias y secundarias58. La suma y, sobre todo, la combinación de estas cualidades, que "no son otra cosa que sensaciones o ideas"59 perceptibles cada una por un solo sentido60, forman los objetos o, precisamente, las ideas del sentido. Estas ideas, por tanto, no son más que lo que comúnmente se denomina cosas, como podría ser una manzana, para usar el propio ejemplo de Berkeley61.

De lo anterior se infiere que las cosas, objetos o cuerpos, son "conjuntos de ideas" que se configuran a partir de la suma de las mismas, ya que unas ideas se acompañan de otras (por ello también se les podría llamar "haces de perceptos"). Esta suma de ideas o perceptos que conforma las cosas es designada con un nombre específico –como manzana, silla o árbol– con el fin de dar a esas cosas una especificidad que las diferencie del resto. Esto mismo, es decir, que un conjunto de ideas reciba un nombre y se le considere una cosa, es expresado magistralmente en el tercero de los Diálogos: "Hablando estrictamente, Hylas, no vemos el mismo objeto que sentimos, ni se percibe por el microscopio el mismo objeto que percibimos a simple vista. Pero en caso de que se pensara que cualquier variación fuese suficiente para constituir un nuevo tipo de individuo, el sinfín de nombres o su conclusión haría impracticable el lenguaje. Por tanto, para evitar este inconveniente, así como otros que se hacen obvios con solo pensar un poco, los hombres reúnen varias ideas conocidas por diversos sentidos o por el mismo sentido en tiempos diferentes o en circunstancias diversas (las cuales, no obstante, se ha observado que tienen alguna conexión en la Naturaleza, sea con respeto a coexistencia o sucesión) y se refieren a ellas con un nombre así como las consideran una cosa"62.

Es precisamente la conformación de las cosas a partir de ideas lo que lleva a Berkeley a algo crucial, a saber, preferir hablar de ideas en vez de hablar de cosas. Esto obedece a que considera que la palabra "idea" (o "cosa no pensante", como le llama en §86) es más apropiada porque se refiere a todo aquello que se percibe a través de los sentidos, y es a través de estos, que solo captan cualidades sensibles o ideas, que las cosas se constituyen en tales (propiamente en ideas, según señala él mismo)63. De lo anterior se sigue que las ideas, más que representaciones de las cualidades de los objetos sensibles, algo que se podría pensar en primera instancia, son los objetos sensibles mismos.

Por otra parte, en el propio Tratado se lee que las ideas del sentido tienen una "cierta autonomía" respecto al perceptor64: "Pero cualquiera que sea el poder que yo pueda tener sobre mis propios pensamientos, encuentro que las ideas percibidas actualmente por los sentidos no tienen una dependencia semejante de mi voluntad. Cuando a plena luz del día abro los ojos no está en mi poder elegir entre ver o no, o determinar qué objetos concretos se presentarán ante mi vista"65.

El hecho de que las cosas perceptibles por los sentidos (entiéndase ideas del sentido) no dependan del perceptor y, pese a ello, no se presenten azarosamente, sino más bien en una sucesión o serie regular, las hace ser ordenadas, pero también fuertes, distintas, vivaces y coherentes66. Estas características dejan claro que si dichas ideas no dependen de ningún perceptor (finito), entonces tienen más realidad en sí mismas y por ello se asume que son "externas con relación a su origen"67. Además, al conformar todas las cosas perceptibles para el sentido constituyen "la obra de la naturaleza" y, por consiguiente, las leyes de la misma. Esto es justamente lo que da lugar a que Berkeley no tenga duda en considerarlas "cosas reales"68.

Por otra parte, encontramos que las ideas de la reflexión (menos importantes que las del sentido por no guardar una relación directa con Dios o "el autor de la naturaleza"), conformadas por la memoria y la imaginación (facultades que se ven permanentemente afectadas por diversos factores), pueden surgir, cambiar y desaparecer sin un orden muy preciso, lo que las convierte –en contraposición con las ideas del sentido– en débiles, efímeras, inconstantes y menos regulares. Estas características de las ideas de la reflexión es lo que lleva al irlandés a considerarlas "ideas o imágenes de cosas"69 e, incluso, meras "quimeras"70.

Con lo dicho hasta ahora se explican las diversas características de las ideas berkeleyanas, pues en la obra publicada que complementa los PC aparecen todas y cada una de sus propiedades. Sin embargo, conviene precisar todavía más algunos aspectos de las ideas, porque de ello depende –como ya he advertido– la buena o mala comprensión de la ontología inmaterialista del irlandés.

6. Otras consideraciones en torno a las ideas berkeleyanas

En los apartados anteriores he dicho que, en los Comentarios, Berkeley entiende por "idea" algo muy parecido a lo que sostiene Locke en su Ensayo, a saber, que la idea es o bien el "objeto del entendimiento" o bien el "objeto inmediato de pensamiento". Esta primera definición de Berkeley –bastante lockeana, por cierto– es interesante porque proporciona una noción de lo que para él es una idea, aunque tal noción aún resulta demasiado ambigua. No obstante, es en los propios PC en donde aparece la concepción de idea que, tanto epistemológica como ontológicamente, Berkeley sostendrá a lo largo de su vida. Esta concepción se vislumbra cuando dice, como complemento a las anteriores definiciones, que la idea es "cualquier cosa sensible o imaginable"71.

Estas dos definiciones se acercan más a su concepción definitiva de idea, porque ya no solo se trata de un objeto del pensamiento o del entendimiento, sino que adquiere, además, un estatuto experiencial que tiene que ver con la sensibilidad. Esto dio paso a la concepción definitiva en la que Berkeley sostiene que la idea existe gracias a ser percibida, pues para él toda cosa sensible o imaginable tiene que ser percibida de alguna manera para ser captada.

Ahora bien, el tipo de percepción que capta una cosa imaginable o concebible no es sensible, sino inteligible, pues no percibe con los sentidos, sino más bien con el entendimiento (Locke llamó "sentido interno" a este tipo de percepción inteligible72). Si para que exista una idea esta tiene que ser percibida, entonces se trata de algo (la idea) que no es autosuficiente y, más aun, que es dependiente e inactivo. El que una idea sea pasiva e inactiva se debe a que es la percepción, sensible o inteligible, la que la dota de existencia y con ello la hace aparecer, surgir o estar presente. Por eso es que una idea no puede tener una relación necesaria con otra idea: depende enteramente de la percepción, la cual no depende de ella misma, sino de un perceptor ajeno a ella que es quien decide el tipo de relación que tendrá.

El hecho de que la idea se relacione con la sensibilidad y con la imaginación (esto es, con la reflexión), y que se capte mediante una percepción externa y otra interna, es lo que hace posible distinguir entre ideas del sentido e ideas de la reflexión. Esta división obedece a que las ideas del sentido son consideradas las "cosas reales" porque constituyen el mundo externo, y debido a que se imponen al perceptor (finito) resultan ser fuertes, vivas, ordenadas y coherentes, mientras que las segundas, las de la reflexión, son "ideas o imágenes de cosas" que constituyen el mundo interno, y por eso, al depender del entendimiento del perceptor, llegan a ser débiles, un tanto desordenadas, cambiantes y efímeras.

Como he adelantado, algo importante a considerar de cualesquiera ideas es que son particulares. Dice Berkeley en los PC: "Todo nuestro conocimiento es de ideas particulares según Locke. Todas nuestras sensaciones son ideas particulares como es evidente. qué uso hacemos entonces de las Ideas generales, puesto que ni las conocemos ni las percibimos"73. Que las ideas berkeleyanas sean particulares propicia algunas interrogantes, tales como, ¿en qué sentido lo son? ¿Cómo es que se constituyen y cómo es que, siendo particulares, conforman los objetos (que son entendidos como conjuntos de ideas)? Estas cuestiones no solo surgen al lector atento, sino que son asumidas en diversos momentos por el propio filósofo, quien, por ejemplo, en la nota 86 de sus Comentarios muestra que aún no tiene claro si una idea está conformada por otras ideas: "x Pregunto, ¿están formadas de otras ideas las ideas de extensión; p.e. la idea de un pie formada de varias ideas de una pulgada etc.?"74. Para aclarar la particularidad de las ideas berkeleyanas hay que cotejar su postura con la de Locke, pues la influencia que ejerció este fue determinante para la filosofía del irlandés.

Para Locke, específicamente en el contexto de la percepción, una idea puede ser simple o compleja, y cuando es simple puede entrar por uno o varios sentidos. El hecho de que una idea pueda ser simple y siga siendo idea permite sostener que para el inglés una idea es un conjunto de cualidades sensibles o, en palabras de Robles, "cualquier aspecto perceptual distinguible"75. Esto significa que cualquier cualidad sensible, sea primaria o secundaria, constituye para Locke una idea. De ahí que para él haya ideas de color, olor, extensión o figura. Un ejemplo de esto sería su "idea general" de triángulo, que no es de ningún tipo en específico, sino de todos y ninguno a la vez76. Esta figura abstracta, criticada por Berkeley en los Principios, es posible de concebir porque se pueden considerar los colores, las formas o la superficie independientes unos de otros, es decir, no siendo esenciales al triángulo mismo, lo que trae como consecuencia que figuras como esta puedan convertirse en, o considerarse como, entidades independientes y separadas de cualquier propiedad. Sin embargo, esta concepción de idea es rechazada por el irlandés, ya que considera que una cosa es una idea y otra las cualidades que conforman dicha idea. De ahí que, para él, no toda cualidad perceptual distinguible sea una idea. Una idea requiere la unión de varias cualidades, pero esas cualidades per se no subsisten por sí mismas.

En relación con esto, es importante dejar en claro que, para Berkeley, un objeto o cosa no es más que la suma o combinación de cualidades, pero no la suma o combinación de ideas. Distinguir entre ideas y cualidades de ideas no es solo pertinente, sino necesario, porque pone de relieve –como se mencionó anteriormente– que las ideas son particulares, razón por la cual lo correcto es decir que la suma de cualidades forma ideas y no que la suma de ideas forma otras ideas. Esta aclaración, en cuanto a las ideas del sentido, es importante puesto que ayuda a comprender mejor tanto la noción de idea defendida por Berkeley como la crítica a las ideas abstractas que sostuvo principalmente en la "Introducción" a sus Principios, donde criticó a quienes defendían la abstracción sosteniendo que las cualidades sensibles podían separarse y concebirse por sí mismas: "Pero niego que sea capaz de abstraer una de otra [cualidad], o de concebir separadamente, aquellas cualidades que es imposible que existan por separado"77.

Las ideas, por tanto, son entendidas por Berkeley como cúmulos de cualidades, las cuales no pueden desprenderse unas de otras y convertirse en ideas como tal. Por eso, mientras se pueden unir o separar ideas, no se pueden distinguir las cualidades que las constituyen: estas no son propiamente ideas, sino aquello que las conforma. De ahí que dichas cualidades puedan ser señaladas y especificadas en el lenguaje, pero nunca concebidas por separado. Tanto es así que el propio filósofo llega a rechazar que las ideas puedan dividirse intelectivamente, es decir, niega la posibilidad de que mediante el puro entendimiento78 se puedan percibir ideas aisladas de sus cualidades, pues considera que las ideas separadas de toda cualidad perceptual son imperceptibles tanto sensible como inteligiblemente. Lo anterior se debe a que para ser percibidas requieren de algo perceptual que solo es dado, justamente, por las diversas cualidades (sensibles) que las conforman.

Se puede colegir entonces que una idea berkeleyana es cualquier entidad perceptible que exista por sí misma, lo que no significa que sea autosuficiente (ninguna idea lo es), sino que para ser percibida necesita estar ligada, necesariamente, a un conjunto de cualidades. Por eso, a diferencia de Locke, para Berkeley un color o una extensión no son ideas, sino cualidades de ideas que requieren de otras cualidades para conformar, todas juntas, la entidad perceptible llamada "idea". No hay que olvidar, por último, que si bien no hay relación necesaria entre las ideas, sí la hay en la unión de las cualidades que las conforman, y no solo porque dichas cualidades siempre se presenten unidas al perceptor, sino, sobre todo, porque solo la fusión entre ellas hace posible que la idea exista como tal. Resulta, entonces, que la unión de cualidades es ontológica y epistémicamente necesaria, porque solo al estar unidas para conformar una idea, esta se constituye en tal, y con ello queda lista para ser conocida por el perceptor79.

7. Comentarios finales

El estudio de las ideas en Berkeley es fundamental para entender su ontología y su inmaterialismo. Por eso, el propósito de este artículo fue, en primer lugar, rastrear la manera en que se fueron configurando las ideas en la obra no publicada de los Comentarios y, en segundo lugar, analizarlas y explicarlas tomando en cuenta sus características definitivas, para lo cual hubo que remitirse a la obra publicada de los Principios y, en menor medida, los Diálogos.

A lo largo del escrito se indagó sobre diversos aspectos de las ideas, los cuales respondieron a preguntas guía tales como: ¿qué son las ideas? ¿Por qué son importantes? ¿Qué características tienen? ¿Qué aspectos hay que tener en cuenta para comprenderlas bien? ¿Cuáles son sus rasgos definitivos?

Se mostró que Berkeley dividió las ideas en dos: las del sentido y las de la reflexión. las primeras conforman el mundo externo y las segundas, que se sirven de las primeras, el mundo interno. A las ideas del sentido se les dedicó más espacio en el artículo porque al ser las que constituyen las cosas u objetos que conforman el mundo (externo), han sido objeto, por sus muchas implicaciones, de malas interpretaciones y de numerosas críticas, lo que ha influido negativamente en la valoración del pensamiento berkeleyano, sobre todo en el mundo de habla hispana. Por tal motivo, era fundamental estudiar y analizar las ideas en general, pero enfocarse un poco más en las ideas sensibles. Con lo anterior se pretendió esclarecer, en la medida de lo posible, el importante tema de las ideas en Berkeley, para corregir algunos errores de comprensión que han perjudicado su interesante y compleja propuesta inmaterialista.

 

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1 "De los principios que hemos establecido se deduce que el conocimiento humano puede naturalmente reducirse a dos clases: el de las ideas y el de los espíritus" (Berkeley, G., A Treatise Concerning The Principles Of Human Knowledge; Three Dialogues Between Hylas and Philonous, en: Jessop, T.E. (ed.), The Works of George Berkeley, Bishop of Cloyne, Londres: Nelson & Sons Ltd., v. II, 1949, p. 78, §86. Alejandro Herrera sostiene que, en Berkeley podría hablarse de una ontología básica o "cuadro ontológico simplificado" y de una compleja o "cuadro ontológico enriquecido", que incorporaría otros elementos además de ideas y espíritus (Herrera Ibáñez, A., "La noción de existencia en la ontología de Berkeley", en: Análisis Filosófico, v. VI, 1 (1986), pp. 13-22, p. 20).

2 Me referiré a estas obras como Comentarios o PC, Tratado o Principios, y Diálogos, respectivamente. En cuanto a los PC, me sirvo de la traducción de J. A. Robles (1990), quien editó las notas tal y como fueron encontradas y publicadas por A. C. Fraser (con erratas, tachaduras y errores gramaticales). Todas las referencias se toman de las obras completas editadas por Luce y Jessop y se citan en la forma tradicional: autor, nombre de la obra, volumen, parágrafo (cuando se requiera) y página.

3 Hight, M.A. (ed.), The Correspondence of George Berkeley, Nueva York: Cambridge University Press, 2013, p. 42.

4 Bracken, H.M., The Early Reception of Berkeley’s Mmmaterialism 1710-1733, La Haya: M. Nijhoff, 1959, pp. 7-11.

5 Ibid., p. 97.

6 Ibid., p. 101.

7 En relación con las repuestas que provocaron los escritos de Berkeley en el siglo XVIII, recomiendo el libro de David Berman (Berman, D., George Berkeley. Eighteenth Century Responses: Volume 1, Nueva York: Routledge, 1989).

8 Searle, J.R., Seeing Things as They Are: A Theory of Perception, Nueva York: Oxford University Press, 2015, p. 3.

9 Ibid., p. 4.

10 Ibid.

11 Ibid., p. 11.

12 Ibid., p. 15.

13 Ibid., p. 94.

14 Ibid., pp. 22-23.

15 Ibid., p. 80.

16 Ibid., p. 81.

17 Ibid.

18 Ibid.

19 Ibid., p. 82.

20 Ibid., p. 80.

21 Ibid., pp. 225-226.

22 Berkeley, G., Comentarios filosóficos. Introducción Manuscrita a los Principios del conocimiento humano. Correspondencia con Johnson, Robles, J.A. (trad.) México: IIF-UNAM, 1989, n. 279, p. 48.

23 Una reordenación de las notas mostraría con mayor claridad el trayecto que Berkeley siguió hacia sus tesis filosóficas definitivas. Un ejemplo es la nota 427a que debería estar después de la 507. Con ello se vería más palmariamente la evolución del filósofo, esto es, su paso de nociones dispersas y difusas a postulados más definidos.

24 A modo de ejemplo, menciono que ya desde la tercera y cuarta nota Berkeley escribe sobre las ideas, aunque referidas al intelecto divino y al tiempo (entendido como sucesión de ideas), respectivamente. En estas notas aún no define lo que son las ideas, pero por su importancia queda claro que pronto tendría que hacerlo.

25 En la nota 688, Berkeley menciona: "Tal era la Sinceridad de este gran Hombre [Locke] que me persuado a mí Mismo que si viviese no se ofendería si difiriera de él pues vería que incluso al hacerlo sigo su consejo a saber uso mi propio Juicio, veo con mis propios ojos y no con los de otro" (Berkeley, G., Comentarios filosóficos, p. 104).

26 Berkeley, G., Comentarios filosóficos, pp. 22-23.

27 Más adelante, en las notas 861 y 885, Berkeley reitera que una idea solo puede asemejarse a otra idea.

28 En la nota 606 se reafirma esto: "la totalidad de nuestro conocimiento y contemplación se confina solo a nuestras ideas" (Berkeley, G., Comentarios filosóficos, p. 94).

29 Bettcher, T.M., Berkeley. A Guide for the Perplexed, Londres: Continuum, 2008, pp. 38-41 y pp. 50-54.

30 Berkeley, G., Comentarios filosóficos, p. 27.

31 Ibid., n. 227, p. 42.

32 Ibid., n. 226, p. 42.

33 Ibid., n. 134, p. 31.

34 Ibid., n. 240, p. 44.

35 Ibid., p. 54.

36 Ibid., n. 884, p. 127.

37 Ibid. n. 246, p. 44. La nota 195 reitera la relación arbitraria entre las ideas: "No hay conexión necesaria entre ángulos ópticos grandes o pequeños y una extensión grande o pequeña".

38 Ibid., n. 230, p. 43.

39 Ibid., n. 643, p. 98.

40 Ibid., n. 472, p. 75. Otras notas que corroboran que la existencia de las ideas depende de que sean percibidas son 377, 572, 656 y 842.

41 Ibid., n. 706, p. 107.

42 Para Luce, editor de las obras completas, en esa nota está la "demostración del Nuevo Principio" berkeleyano. Cf. Berkeley, G., Philosophical Commentaries, en: Luce, A.A. (ed.), The Works of George Berkeley, Bishop of Cloyne, Londres: Nelson & Sons Ltd., v. I, 1948, pp. 3-5.

43 A lo largo del Cuaderno B queda claro que se echa mano de las potencias de Locke, como se ve en las notas 41, 52, 100, 107, 112, 142, 159, 282, 293, 293a; sin embargo, hacia el final del cuaderno se abandona esa doctrina, cf. notas 461, 493 y 802.

44 Ibid., pp. 60-61.

45 Ibid., p. 61.

46 Ibid., n. 657a, p. 100.

47 Ibid., n. 808, p. 119.

48 Ibid., n. 518, p. 82.

49 Cf. Berkeley, G., Principles, II, §25, pp. 51-52.

50 Berkeley, G., Comentarios Filosóficos, n. 535, p. 85.

51 Kant, I., Sämtliche Werke, Leipzig: Verlag von Felix Meiner, 1919, v. I, pp. 255-65.

52 Berkeley, G., Principles, II, §2, p. 42.

53 Ibid., §26, p. 52.

54 Ibid., §25, pp. 51-52. El hecho de que las ideas no sean causa de nada, orilla a Berkeley a olvidarse de la relación causa-efecto y establecer en su lugar la relación signo-significado: "la conexión de las ideas no implica la relación de causa-efecto, sino solo la de una marca o signo con la cosa significada" (ibid., §§64-65 y 108).

55 Ibid., §31, p. 54.

56 Berkeley establece la denominación definitiva de los dos tipos de ideas en §25, donde arguye que las ideas son "tanto de los sentidos como de la reflexión" (ibid., §25, pp. 51-52).

57 Ibid., §10, p. 29.

58 Cf. infra, "V. Otras consideraciones en torno a las ideas berkeleyanas".

59 Ibid., §78, p. 74.

60 Desde la época de los Comentarios, y a diferencia de Locke, Berkeley no aceptaba que hubiese cualidades perceptibles por más de un sentido. Cf. Locke, J., An Essay Concerning Human Understanding, Nueva York: Oxford University Press, 1979, II, iii, 1.

61 Berkeley, G., Principles, II, §1, p. 41.

62 Berkeley, G., Dialogues, II, p. 245.

63 En §34 Berkeley expone y responde una importante objeción: si para él todo es idea entonces nada real existe, todo se convierte en una simple ilusión. La respuesta que da aparece sobre todo en este parágrafo, pero también se reitera a lo largo de la obra. En §§38 y 39 Berkeley explica por qué decide hablar de ideas en vez de cosas (cf. Berkeley, G., Principles, II, pp. 56-57).

64 Hablo de "cierta autonomía" porque se debe recordar que toda idea, para existir, debe ser percibida. Esto quiere decir que las ideas del sentido, pese a las características que se les atribuyen, también necesitan para su existencia de una percepción que no está en ellas.

65 Berkeley, G., Principles, II, §29, p. 53.

66 Ibid., §30, pp. 53-54.

67 Ibid., §90, p. 80. Se desprende de esto el importante tema, para la filosofía berkeleyana, de la existencia objetiva del mundo externo y la función que cumple en él el espíritu infinito o Dios.

68 Ibid., §90, p. 80.

69 Ibid., §33, p. 54 y §90, p. 80.

70 Ibid., §34, p. 55.

71 Berkeley, G., Comentarios Filosóficos, n. 775.

72 Locke, J., An Essay concerning Human Understanding, II, i, 4.

73 Berkeley, G., Comentarios Filosóficos, n. 666, p. 101.

74 Ibid., p. 26.

75 Retomo aquí algunos aspectos generales del capítulo tercero, "Distinción y separación", del libro: Robles, J.A., Estudios Berkeleyanos, México: IIF-UNAM, 1990, p. 57.

76 Locke, J., An Essay concerning Human Understanding, IV, vii, 9.

77 Berkeley, G., Principles, II, §10, p. 45.

78 Sobre el "intelecto puro" y las ideas abstractas, relacionado con la posible abstracción intelectiva de los aspectos de una idea, cf. Alcifrón VII, 5-7 en sus dos primeras ediciones (Berkeley, G., Alciphron, III, nota 1, p. 291) o Apéndice I en ediciones posteriores (ibid., pp. 331-335).

79 Complementa estas líneas el ejemplo de la manzana, la cual, para ser esa cosa o idea denominada manzana, requiere de un color, forma, tamaño, sabor y olor determinados, es decir, necesita que un conjunto de cualidades sensibles se combine para hacerla lo que es y, al serlo, se le pueda conocer como tal. Cf. supra, nota 58.

 

Recibido: 11/09/2018

Aceptado: 13/04/2019

 

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