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Areté

versión impresa ISSN 1016-913X

arete vol.35 no.1 Lima ene./jun. 2023  Epub 19-Jul-2023

http://dx.doi.org/10.18800/arete.202301.008 

Artículos

La Ilustración como desafío para nuestro presente: algunas notas acerca de la Ilustración en Alemania*

Enlightenment as a Challenge for Our Present: Some Notes on the Enlightenment in Germany

María Jesús Vázquez Lobeiras1 
http://orcid.org/0000-0001-5561-1982

1Universidad de Santiago de Compostela - España, mxv.lobeiras@usc.es

Resumen:

El presente artículo contiene una aproximación historiográfica al desarrollo de la Ilustración en Alemania, considerando las características específicas de la misma frente a Inglaterra o Francia, así como sus etapas. Se expone asimismo la tipología de sus ideas principales elaborada por Norbert Hinske y se hace balance acerca de su posible vigencia e interés para la actualidad, con atención especial a la idea de una razón humana universal y de la destinación del ser humano.

Palabras clave: Ilustración alemana; Aufklärung; razón humana universal; destinación del ser humano

Abstract:

This paper develops a historiographic approach to the development of Enlightenment in Germany, considering its specific traits in comparison to England and France, as well as its different stages. I also present the typology of its main ideas developed by Norbert Hinske, and discuss the possible relevance and significance of these ideas for our current times, specially analysing the idea of a universal human reason and the vocation of human beings.

Keywords: German Enlightenment; Aufklärung; universal human reason; vocation of human beings

Diríase que quiere olvidarse que la ilustración (Aufklärung) de muchos puntos importantes no hay que agradecérsela más que a la contradicción; y de que los hombres no se habrían puesto de acuerdo aún en nada en este mundo si no hubiesen disputado Lessing, G.E., La Ilustración y la Muerte. Dos tratados1

1. Consideración preliminar: ¿“Ilustración” o “Ilustraciones”?

La palabra “desafío” apunta en el título del presente trabajo a una doble tarea: por una parte, al reto de la reconstrucción historiográfica de un conjunto de ideas del pasado; por otra, a la posibilidad de que algunas de esas ideas puedan convertirse en inspiración para nuestro presente. El reto de la reconstrucción historiográfica hace necesarias ciertas acotaciones preliminares. La historiografía, tal como la entendemos aquí, se caracteriza por la atención a un conjunto, lo más amplio posible, de datos históricos precisos2. Desde este punto de vista, que hace hincapié en el detalle, no parece factible tratar acerca de la “Ilustración” en general en el reducido marco de un artículo. Es necesario tener en cuenta, además, la inflexión que ha tenido lugar en el contexto de la investigación sobre la Ilustración, claramente perceptible a partir de los años 50’ del pasado siglo XX. Si antes de la Segunda Guerra Mundial, los grandes estudios de Ernst Cassirer (1932) o Paul Hazard (1946) nos presentaban la Ilustración como un bloque homogéneo, las investigaciones realizadas posteriormente, cada vez más profusas y detalladas, han ido poniendo el acento con intensidad paulatina en las diferencias nacionales, así como en la diversidad de las tendencias y corrientes3, sin que se haya renunciado, por ello, al gran reto de presentar el panóptico de la Ilustración en general4. Llama la atención asimismo que los grandes críticos, desenmascaradores, o simplemente detractores de la Ilustración, rara vez han prestado atención al avance de la investigación historiográfica. Es el caso, por ejemplo, de la famosísima obra Dialektik der Aufklärung, de Horkheimer y Adorno, que desde su publicación en 1944 no ha dejado de ejercer influencia y de condicionar la aproximación contemporánea a la Ilustración5.

Tal como se declara en el título, la intención del presente trabajo es esclarecer algunos aspectos de la Ilustración en Alemania (deutsche Aufklärung) con una indagación somera acerca de las principales diferencias en relación con los países europeos en los que este movimiento se manifiesta con mayor intensidad. Se trata, por tanto, de una de las concreciones sociohistóricas del gran movimiento de la Ilustración, que presenta rasgos específicos y se puede distinguir muy bien de otros procesos como the Enlightenment, en Inglaterra, o les Lumières, en Francia. Coincide, a grandes rasgos, con la etapa que discurre entre Leibniz y Kant y se ha caracterizado como “filosofía escolar” (Schulphilosophie)6. Si bien la acotación es útil, ello no significa que nos encontremos ante un panorama de pensamiento homogéneo, sino más bien ante un conjunto de corrientes y autores, con frecuencia enfrentados entre sí, y un rico e intenso debate de ideas que, como ya ha sido advertido en alguna ocasión, casi desde el mismo momento de su origen corren el riesgo de convertirse en eslóganes ideológicos o, como ha indicado Hinske, en “moneda corriente” o “calderilla” del pensamiento7.

A continuación, presentaré tres brevísimos bocetos historiográficos que deberían contribuir con sus trazos a perfilar una imagen suficientemente nítida de la época. El primero corresponde a una somera caracterización de la especificidad de la Ilustración alemana frente a la inglesa y a la francesa; el segundo contiene un mapa cronológico de sus hitos (autores, etapas y corrientes); por último, se esboza aquí un recordatorio de la tipología de las grandes ideas de la deutsche Aufklärung elaborada por Norbert Hinske y que constituye todavía a día de hoy un útil balance de la época8. Una vez obtenida esta retrospectiva estaremos en condiciones de examinar en qué ideas, autores y textos se encuentran las claves que nos permiten considerar algún aspecto de la Ilustración alemana como un desafío o como una inspiración para nuestro presente.

2. La especificidad de la Ilustración alemana y sus etapas.

En relación con Inglaterra y Francia, Alemania llega a la Ilustración con retraso. Como sabemos, no se trata de un país, sino de un conjunto de países que comparten una misma lengua y que han sufrido gravemente las consecuencias de la Guerra de los Treinta Años a raíz de la Reforma Protestante. Si Inglaterra inaugura la Ilustración con la implementación de la primera monarquía constitucional y Francia rompe abruptamente con el antiguo régimen a través de la Revolución, los países alemanes se van a caracterizar por su conservadurismo: el modelo político de la nueva época es el despotismo ilustrado encarnado en la figura emblemática de Federico el Grande de Prusia. Si en Inglaterra y Francia la Ilustración se gesta en una sociedad en pleno proceso de cambio, con una burguesía cada vez más poderosa, a través de movimientos políticos o de grandes proyectos como el de la Enciclopedia, en Alemania el foco de irradiación lo constituye en gran medida una institución casi por principio conservadora como es la universidad, en una sociedad anclada todavía en el feudalismo. Si desde Inglaterra Newton proyecta el triunfo de la ciencia moderna y Francia acoge con optimismo el espíritu científico ligado a la herencia cartesiana, Alemania toma distancia y admite, junto a los logros de la nueva ciencia, la pervivencia de viejas disciplinas como la lógica o la metafísica. Por lo que respecta a la religión, la posición de la Ilustración alemana es mucho menos hostil que la que encontramos en Francia o en Inglaterra. Ciertamente una de las características de la Ilustración en Alemania es la permanente tensión entre esta corriente y el cristianismo, en particular con la religiosidad pietista, que en ocasiones ha sido vista como la disputa entre Ilustración y antiilustración, pero que, en realidad, ha dado lugar a una rica influencia mutua que explica parte de las peculiaridades de la deutsche Aufklärung9. En general, en comparación con Inglaterra y Francia, la Ilustración se presenta en Alemania retardada en el tiempo y conservadora en las tendencias, pero por esto mismo, va a dar lugar a un gran epígono, a una gran síntesis que hará que sea precisamente un pensador alemán, Immanuel Kant, el que pueda aparecer como culminación de toda una época, esta vez, sí, de la Ilustración en general.

Con respecto a la tabla cronológica de etapas y autores, se suele distinguir entre Früh, Hoch y Spätaufklärung, es decir, entre Ilustración temprana, alta y tardía10. El honor de ser considerado el padre de la Ilustración alemana le corresponde a Christian Thomasius (1655-1728), profesor en Leipzig y Halle, que toma la decisión de abandonar el latín en favor del alemán en sus clases y proclama el final de la imitación de lo francés, a la vez que realiza aportaciones tan significativas como la propuesta de separación entre el derecho y la moral, la exploración y el combate de los prejuicios en sus lecciones y manuales de lógica y la fundación de la primera revista en alemán, los Monatsgespräche o conversaciones mensuales, como herramienta de lucha contra el oscurantismo y la superstición. El representante principal de la Hochaufklärung es Christian Wolff (1679-1745), cuya magna obra en alemán y en latín sienta las bases de la futura gran filosofía alemana. En esta obra se encarna de manera genuina la confianza en la razón y la defensa de la filosofía como su principal expresión. La filosofía es para Wolff Weltweisheit o “sabiduría mundana”, por oposición a la Gottesweisheit o “sabiduría sobre Dios”, que viene a ser el nuevo nombre -alemán- de la teología. La filosofía en tanto que ejercicio correcto de la razón se define al mismo tiempo como ciencia (scientia, Wissenschaft), entendida como “la disposición del entendimiento a demostrar todo lo que se afirma a partir de fundamentos inconcusos”11. Bajo estos parámetros Wolff se convierte en el artífice de la rehabilitación de la ontología o metaphysica generalis, que, junto a la metaphysica specialis, compone el esquema que será sometido por Kant a la crítica. Pero la importancia de Wolff y la categoría que le corresponde como representante del momento de plenitud de la Ilustración alemana solo se comprende si se toma medida de la amplísima difusión de su pensamiento en las aulas universitarias a través de la pléyade de autores wolffianos que constituyeron, por primera vez en Alemania, una escuela de pensamiento12. Con Wolff la Ilustración alemana se convierte decididamente en Schulphilosophie, o “filosofía escolar”, evitando, en esta denominación, cualquier connotación peyorativa. No olvidemos que el propio Kant fue íntegramente un Schuphilosoph o un cultivador, como él mismo dirá, de la filosofía nach dem Schulbegriff (según el concepto escolar), aunque haya proclamado a la vez un interés superior y universal de la filosofía nach dem Weltbegriff, es decir, según el concepto mundano, cósmico o cosmopolita13. La tercera etapa, la de la Spätaufklärung o Ilustración tardía viene representada, según Hinske, por las actividades de la sociedad secreta conocida como Berliner Mittwochsgesellschaft (Sociedad Berlinesa de los Miércoles) y de la revista promovida por la misma, la Berlinische Monatsschrift (Revista Mensual Berlinesa) que abrió en 1783 el famoso debate acerca de la cuestión “¿Qué es ilustración?” Hinske ha caracterizado a la Ilustración temprana como voluntarista, a la alta Ilustración como intelectualista y a la Ilustración tardía como autocrítica14. Esta aproximación historiográfica nos permite vislumbrar un primer rasgo general, muy relevante, para una confrontación con nuestro tiempo presente. La Ilustración se revela como un proyecto consciente y autorreflexivo y no como un simple cúmulo de hechos históricos15. La Ilustración se produce en la medida en que es inducida por sus compromisarios y, aunque se haya concretado de maneras muy diferentes a través de los distintos autores y momentos, conserva una unidad que difícilmente podría lograr si no estuviese presente este elemento intencional. La primera interrogación a nuestro presente es si en la actualidad contamos con algo semejante, es decir, si nuestro devenir histórico forma parte de algún proyecto y, en caso de una respuesta afirmativa, que parece poco probable, cabría añadir la pregunta acerca de si nuestro proyecto difiere, para bien o para mal, del que fue concebido durante la ilustración16.

3. Las “ideas maestras” de la Ilustración en Alemania

Sin embargo, para poder ahondar en esta reflexión conviene aproximarse a los contenidos que definieron en su momento este proyecto y para ello se toma como referencia aquí la tipología elaborada por Norbert Hinske de las “ideas maestras” de la Ilustración alemana. Se trata, como señala Hinske, de las ideas comunes a toda una época, sobre las cuales se construyen las controversias. Son ideas genuinamente filosóficas, es decir, son producto del pensamiento y no de un ethos transmitido de generación en generación. Algunas de ellas remiten a los orígenes de la época moderna y todas, en general, se caracterizan por estar sometidas a un proceso de continuo cambio debido, en gran medida, al dinamismo de la reflexión y del debate filosófico propio del momento. Hinske distingue entre ideas programáticas (Programmideen), que representan los fines de la ilustración; ideas polémicas (Kampfideen), que representan las tomas de posición de cara a la confrontación; y, finalmente, ideas de base (Basisideen), que representan el fundamento antropológico o la autocomprensión del ser humano desde la cual se proyecta el movimiento de la ilustración. Esta tipología con tres ramas refleja por sí sola el dinamismo interno de la Ilustración: su punto de partida (una determinada comprensión del ser humano representada por las ideas de base), su tarea (el conjunto de sus fines, concordantes con estas ideas de base) y sus obstáculos (las ideas que entran en polémica con los fines de la Ilustración y que, en lugar de promover la comprensión del ser humano de la que se parte, más bien impiden su realización). Entre las ideas programáticas se encuentra, en primer lugar, la propia idea de Ilustración: Aufklärung, expresada como sustantivo, pero también, con frecuencia, como verbo: auflkären (aclarar, esclarecer), seguida de otras como Eklektik (eclecticismo) y Mündigkeit (mayoría de edad). Esta tríada se sintetiza en la idea fundamental del pensamiento autónomo (Selbstdenken). Las ideas programáticas se completan con la de perfectibilidad (Perfektibilität). Las ideas polémicas son: el oscurantismo (Obskurantismus) propiciado por las nociones oscuras y confusas (dunkele und verworrene Vorstellungen), la superstición (Aberglaube), los prejuicios (Vorurteile) y el fanatismo (Schwärmerei). Finalmente, como ideas de base Hinske aduce la destinación del ser humano (Bestimmung des Menschen) y la razón humana universal (allgemeine Menschenvernunft).

Dado que no es posible abarcar un análisis detallado de todas estas ideas en el limitado marco de un artículo, se seleccionan aquí las denominadas ideas de base, sobre las que se sostienen todas las demás. Como conclusión de este apartado se dejan en el aire, no obstante, unas cuantas interrogantes, así como breves comentarios que pueden hacer patente el interés del contraste entre la Ilustración alemana y la actualidad, para mejor comprensión del pasado y para mejor orientación en el presente. En la era de internet y de las redes sociales, con el mayor volumen de información y de opinión que jamás ha estado disponible para el individuo, ¿se verifica la idea programática del aufklären, es decir, del “esclarecimiento”? O, lo que es lo mismo, ¿se piensa y se opina sobre la base de ideas claras y distintas? ¿En la era de las fakenews, hay cabida para la divisa del eclecticismo, que reza como sigue: “examínalo todo y quédate con lo bueno”?17 Bajo el acoso de una publicidad cada vez más sutilmente dirigida a nuestros intereses personales que no dudamos en confesar públicamente, sin apenas reservas, a través de likes y otros golpes de tecla entregados a ciegas, ¿podemos considerarnos mayores de edad, es decir, libres de tutores, en nuestras decisiones y opiniones? ¿Cómo se relacionan, en general, las nuevas tecnologías de información y comunicación con la idea programática del pensamiento autónomo? En una globalización marcada por el imperio urbi et orbe de la sociedad de consumo, con nuestras energías materiales y espirituales concentradas en hacer sitio en nuestras vidas para todo lo sugestivamente nuevo que el mercado nos pueda ofrecer, ¿qué podemos entender por perfectibilidad? ¿Y qué decir de las ideas polémicas? ¿Nos hemos librado de las ideas oscuras y confusas, de supersticiones, prejuicios y fanatismos? ¿Somos al menos conscientes de que el pensamiento autónomo tiene en estos fenómenos un conjunto de enemigos permanentemente acechantes?

Las ideas de base son las que, según la interpretación de Hinske, condicionan la autocomprensión del ser humano en el contexto de la Ilustración alemana y las que han propiciado la génesis de todas las demás. Se trata, como se ha dicho, de la idea de la razón humana universal (allgemeine Menschenvernunft) y de la destinación del ser humano (Bestimmung des Menschen). Existe una diferencia entre ambas que conviene constatar. En el caso de la destinación del ser humano, la idea aparece acompañada de una rica historia conceptual, es decir, existen en la época un sinnúmero de publicaciones en las que se constata la aparición explícita del concepto de “destinación del ser humano” (Bestimmung des Menschen), mientras que en el caso de la razón humana universal se puede decir que la idea está presente, pero el concepto realmente solo lo emplea Kant18 19.

3.1. Pluralidad y participación: la idea de base de la razón humana universal (allgemeine Menschenvernunft)

La expresión “razón humana universal” (allgemeine Menschenvernunft) es empleada por Kant en muy contados pasajes de la Crítica de la razón pura y de los Prolegómenos, sin que el autor haya considerado necesario explicitar su significado. El pasaje más expresivo se encuentra en la Disciplina de la razón pura con respecto a su uso dogmático20, en el contexto de una vehemente defensa realizada por Kant de la libertad de prensa, tan cara a la Ilustración y que Hinske presenta como una idea derivada o un corolario necesario de la idea de base que estamos analizando21. Kant habla de la libertad: “de exponer al juicio público, sin ser por eso acusado de ser un ciudadano revoltoso y peligroso, los propios pensamientos, [y] las propias dudas que uno no puede resolver por sí mismo. Esto reside ya en el derecho originario de la razón humana, la cual no reconoce otro juez que la misma razón humana universal, en la cual cada uno tiene su voz y como de ésta debe provenir toda mejora de la que nuestro estado sea capaz, ese derecho es sagrado y no debe ser restringido”22.

La “razón humana universal”, es, en definitiva, aquella “en la cual cada uno tiene su voz”23. Se trata, por tanto, de una acepción de la razón o de la racionalidad de carácter pluralista, arraigada en los individuos concretos que detentan esta capacidad y la ejercen. Tal como nos recuerda Hinske, esta razón es “humana” (“Menschen”-Vernunft) en el sentido de que se encuentra en “cada” ser humano, y es a la vez “universal” (allgemeine), es decir, pertenece al conjunto de la humanidad y no puede ser privatizada por ningún individuo concreto24. La universalidad, que no equivale en absoluto a unanimidad, representa un horizonte correctivo en el que se pone de manifiesto el carácter finito y parcial de la razón que cada individuo particular exhibe: la finitud, en definitiva, de la razón humana. Esta modalidad de la razón, de carácter simultáneamente individual y colectivo, solo puede realizarse en su universalidad a través de la participación de todos y cada uno de los individuos en un concierto universal de voces.

En el legado póstumo (Lecciones y Reflexiones)25 encontramos hermosos pasajes en los que Kant señala la inclinación “participativa” (teilnehmende) y por ende comunicativa (mitteilende) de la razón humana universal. Según la Refl. 2566: “La inclinación comunicativa de la razón es equitativa sólo bajo la condición de que esté vinculada a la vez a la participativa. Los otros no son aprendices, tampoco son jueces, sino colegas en el gran consejo de la razón humana...”26. Necesitamos comunicar nuestros pensamientos, según Kant, no para adoctrinar o para acallar otras voces, sino porque somos, con los demás, copartícipes en la búsqueda de la verdad. Solo si nos exponemos o bien a la refutación o bien a la aprobación de los demás tendremos una prueba de toque acerca de si nuestro pensar va por el buen camino. Así en la Refl. 2565: “Dado que consideramos como necesario informar a los demás acerca de nuestros juicios, entonces no tenemos que ser únicamente comunicativos, sino también participativos. La propensión a la comunicación que guía nuestro entendimiento se encuentra en nosotros tan solo porque debemos verificar nuestros propios juicios a través de otros…”27. La idea de base de la razón humana universal resulta complementaria de la idea programática del pensamiento autónomo: “pensar por sí mismo” no equivale en absoluto a pensar en solitario28. Esta idea queda reflejada de manera lapidaria en uno de los textos conservados de apuntes de las lecciones de lógica de Kant: “El polo diferenciador de la verdad es el entendimiento universal y no solo y únicamente el mío”29. La Refl. 2213 vuelve sobre esta idea poéticamente. El fragmento nos habla de una unión a través de nuestras disputas en el seno de la verdad como “amigos”. El texto alemán emplea la palabra Freunde, y añade entre paréntesis “Man und Frau”. Habida cuenta de una de las acepciones en alemán de palabras como Freund y Freundin, el paréntesis me hace pensar que este fragmento nos habla de “amigos” en el sentido de “novios” o “enamorados”, como se dice en el Perú: Toda nuestra disputa acerca de la verdad tiene un interés común, como entre amigos (hombre y mujer) [mejor: “como entre novios, entre enamorados”], debe ser por tanto participativa, no excluyente, no egoísta. Tengo que empezar por darme cuenta de en qué tiene razón el otro”30. Kant convierte en este pasaje a los copartícipes en controversias filosóficas, que tienen por objeto la verdad, en “novios” y “novias”, en “enamorados” que disputan con fiereza, pero sin ninguna intención real de separarse uno del otro. Bajo la óptica de la razón humana universal, la unión de los adversarios está sellada por el compromiso común con la verdad. Muchas son las consecuencias que se pueden extraer de estas apreciaciones de Kant, tan profundamente antidogmáticas. Si la posición del pensamiento autónomo de cada uno es comparable a la de un novio o novia bien entendidos, eso significa que, por muy autónomo y propio que sea el pensamiento, ha de saberse ante todo parte de algo, representado, en este caso, por el pensamiento del otro, sin que nadie pueda arrogarse la razón definitiva, anulando la de los demás. Tanto para los adversarios intelectuales, como para los enamorados, la recomendación de Kant: “tengo que empezar por darme cuenta en qué tiene razón el otro” parece la varita mágica que puede convertir en verdaderamente fructíferas todas las disputas. Los materiales del legado póstumo, Lecciones y Reflexiones, especialmente los del corpus de lógica y antropología, son mucho más ricos en consideraciones acerca de la razón humana universal que la obra publicada. Solo allí podemos encontrar doctrinas como la del criterium externum veritatis, la imposibilidad del error absoluto o la contraposición entre egoísmo y pluralismo lógico, que forman parte de la concepción kantiana de la razón humana universal31. También las denominadas máximas “del común entendimiento humano” enunciadas en el §40 de la Crítica del Juicio, pueden ser consideradas como un exponente de la razón humana universal: “1. Pensar por sí mismo; 2. Pensar en el lugar de cada uno de los otros: 3. Pensar siempre acorde consigo mismo. La primera es la máxima del pensar desprejuiciado, la segunda lo es del amplio y la tercera del consecuente32 33.

A la luz de estas máximas, el momento presente no puede por menos que aparecer ante nuestros ojos como lleno de dificultades, como un cúmulo de innumerables tensiones, derivadas en su mayoría de la convivencia de la humanidad en ámbitos de comunicación cada vez más estrechos. Modos de vida alejados geográfica y culturalmente entran en contacto bajo el impulso aparentemente imparable de relaciones económicas escasamente reguladas, que conllevan relaciones comerciales, financieras y laborales a escala internacional. El contacto entre las sociedades humanas se ve propiciado tanto por los movimientos migratorios, que nos interpelan existencialmente, como por la mera intromisión, casi siempre desvergonzada, consumista y a veces casi depredadora, del turismo de masas. Las nuevas tecnologías distribuyen información y mercancías a escala planetaria. En este momento, en que la humanidad parece haberse aproximado a sí misma, al menos en el sentido puramente material (físico, social y económico), todo parece indicar que el reconocimiento mutuo dista mucho de producirse a través de la kantiana e ilustrada coparticipación en la razón: el miedo, la desconfianza mutua, el escepticismo y en no pocas ocasiones directamente la violencia, parecen ocupar su lugar. Este ideal de coparticipación racional universal merece ser rescatado y alentado, aunque sea desde la modesta esfera de la retrospectiva filosófica.

3.2. “Qué somos? ¿Para qué tipo de vida hemos nacido?”: la idea de base de la destinación del ser humano (Die Bestimmung des Menschen)

El título elegido para este epígrafe se corresponde con un verso del poeta latino Persius: “Quid sumus? Et quidnam victuri gignimur?34. Este verso latino fue empleado como lema introductorio en su obra principal por el autor responsable del lanzamiento de la cuestión acerca de la destinación del ser humano al centro de las deliberaciones de la Ilustración alemana35. Me estoy refiriendo a Johann Joachim Spalding (1714-1804) y a su obra Betrachtung über die Bestimmung des Menschen (Consideración acerca de la destinación del ser humano) de 1748. El concepto de una “destinación del ser humano” surge en el ámbito de la teología protestante y está documentado por primera vez en 1735 y en la obra del teólogo August Friedrich Wilhelm Sack, amigo personal y guía espiritual de Spalding37. Más allá del concepto, el problema de la destinación del ser humano cobra fuerza a partir de la obra citada de Spalding, que contiene un intento de renovación apologética del cristianismo37. El cristianismo, que en aquel momento se encontraba a merced de los ataques de deístas y ateos, solo puede encontrar justificación, según Spalding, en la medida en que sus efectos transformadores del corazón humano sean perceptibles. Los argumentos de tipo intelectual generalmente empleados en las controversias teológicas de la época resultan estériles. Spalding vuelve su mirada en este punto hacia la Ilustración inglesa y toma de Shaftesbury la noción de “sentimiento moral” (moral sense) entendido como una capacidad humana natural para distinguir de manera inmediata lo verdadero y lo bueno. Sobre la base del sentimiento moral y mediante un proceso reflexivo en sucesivas etapas claramente diferenciadas por Spalding, es posible alcanzar el tipo de vida que más se adecua a la destinación humana y que consiste, en última instancia, en reconocer el orden de la naturaleza fundado en los designios divinos y aceptar este orden, poniendo la mirada en una existencia trascendente en el mundo futuro38 39. La destinación humana se corresponde, según Spalding, con el reconocimiento de la verdadera naturaleza humana que el cristianismo habría sabido interpretar de la manera más acertada. Sin embargo, a diferencia de los teólogos ortodoxos y en confrontación con ellos40, Spalding no parte del cristianismo como religión revelada, sino de un análisis de lo que, según él, constituye el núcleo de la naturaleza humana. Los estudiosos especialistas hablan por ello de un anclaje existencial del cristianismo, capaz de darle a este un nuevo empuje en plena Aufklärung41. El recorrido del concepto de la destinación del ser humano se inicia así en el campo teológico, para pasar luego al de la filosofía moral y ulteriormente al de la filosofía de la historia. El giro hacia el ámbito de la filosofía moral se produce en los años 60’, especialmente entre 1764 y 1766, cuando autores como Abbt o Mendelsohn plantean el debate acerca de la posibilidad de conocer realmente la destinación humana incluso en el plano de la eternidad (tal como pretendía Spalding). La posición determinante para el futuro del concepto será la de Abbt, seguida por el joven Schiller o Herder, y consiste en que, dada la imposibilidad de conocer la destinación humana ultraterrena, es preciso concentrarse en el desarrollo de una vida moral en la tierra. El concepto se amplía de la destinación del ser humano entendida en sentido individual, a la destinación colectiva de todo el género humano, lo que da pie a su reinterpretación bajo la óptica de la filosofía de la historia en el caso de Kant. El destino del ser humano se cifra ahora en la consecución de un orden moral en la tierra, cuyo paso preliminar y decisivo es el establecimiento del estado de derecho como garante de la libertad individual y con una orientación cosmopolita42.

Pese a todos estos cambios de perspectiva, la pregunta por la destinación del ser humano se mantiene vigente desde las etapas iniciales de la Ilustración en Alemania hasta su culminación43 y se considera como parte esencial del proceso de renovación del pensamiento que caracteriza a la época. Es una renovación que se produce inicialmente en el plano religioso y posteriormente en el moral, antropológico y político, y que pertenece, por tanto, a un orden muy diferente del de la mera renovación del panorama del conocimiento, del triunfo de la ciencia y de los logros de la epistemología que tantas veces han sido vistos como el alpha et omega de la Ilustración en general y de la Ilustración alemana en particular. Hasta qué punto la obra crítica llevada a cabo por Kant puede ser vista en su conjunto como deudora de la pregunta formulada por Spalding acerca de la verdadera destinación del ser humano es un asunto que tal vez se pueda discutir en otra ocasión44. Tal como demuestra el poema de Persius, la inquietud acerca de la destinación del ser humano no es exclusiva del momento histórico que estamos analizando. La cuestión es si su actualización puede contribuir, en el momento presente, a reconciliar a la humanidad consigo misma.

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*El presente trabajo reescribe y completa una conferencia pronunciada por la autora el 24 de septiembre del 2018 en el Goethe Institut de Lima, atendiendo la cordial y generosa invitación del Prof. Julio del Valle y del Grupo de Investigación en Arte y Estética de la PUCP (GAE). El evento fue organizado conjuntamente con el Centro de Estudios Filosóficos y contó con el fondo de movilidad de la Dirección Académica de Relaciones Institucionales de la PUCP.

1Lessing, G.E., La Ilustración y la Muerte. Dos tratados, p. 131.

2Acerca de las diferentes posibilidades de la historiografía filosófica, establecidas a partir de la praxis de la investigación del pensamiento de Kant en una tradición de más de dos siglos, cf. Vázquez Lobeiras, M.J., “Historiografía y filología kantiana ¿una tradición ajena al kantismo en español?”.

3El trabajo de Giorgio Tonelli (1984) constituye una eficaz guía preliminar para la investigación especifica y detallada de la Aufklärung, así como el rico conjunto de monografías y artículos de este investigador italiano de referencia. Según Tonelli: “...la época de las Luces, en cuanto fenómeno europeo de conjunto, no es más que una quimera, a menos de atenerse a ciertas vagas generalidades como el ‘humanismo’, la ‘difusión del saber’ o el ‘patriotismo’” (Tonelli, G., “La filosofía alemana desde Leibniz a Kant”, p. 99). Las peculiariades principales de la Ilustración alemana, según Tonelli, son: la ausencia del antagonismo entre filosofía y religión (y, en consecuencia, la tardía secularización del pensamiento); el carácter fuertemente especulativo con destacada presencia de la lógica y la metafísica; el haber sido en gran medida una filosofía de profesores con marcado carácter escolar; la tutela desde las altas esferas del poder político, en particular en Prusia, y por lo tanto sin revolución y, por último, la tardía influencia de la ciencia (ibid., pp. 100-102).

4Así, por ejemplo, Todorov que inicia su sugestivo ensayo con la siguiente consideración: “...el pensamiento de la Ilustración es fruto de muchos individuos que, lejos de estar de acuerdo entre sí, se enzarzan constantemente en violentas disputas tanto entre países como en cada país... La Ilustración fue más un período de debate que de consenso. Pero como sabemos que la multiplicidad es temible, no nos cuesta demasiado aceptar la existencia de algo a lo que podríamos llamar el proyecto de la Ilustración. En la base de dicho proyecto podemos encontrar tres ideas, que a su vez nutren sus incalculables consecuencias: la autonomía, la finalidad humana de nuestros actos y la universalidad” (Todorov, T., El espíritu de la Ilustración, pp. 9-10).

5Cabe destacar, en este sentido, la interesante crítica vertida por Agnes Heller en el discurso pronunciado al recibir el Premio Lessing de la ciudad de Hamburgo: “El fundamentalismo vuelve a florecer. Incluso sus formas tradicionales, que la Ilustración creía haber barrido para siempre del mundo, cuentan actualmente con multitud de seguidores tanto en el primer mundo como en el segundo y el tercero... Quienes han permanecido fieles a la Ilustración deberían, antes bien, aprender a comprender las necesidades humanas que, aunque deformadas, se expresan en los fundamentalismos modernos. Adorno y Horkheimer se aprestaron ya a esta tarea. Sin embargo, una justificada desesperación, característica de su tiempo, les llevó tan lejos como para descubrir en la propia Ilustración la culpabilidad por el rechazo de la Ilustración. Así llegaron a descuidar el segundo, e incluso más importante paso, consistente en confrontarse con esa tradición de la Ilustración que preconizaba una satisfacción no deformada, no fundamentalista, de las necesidades que se manifiestan en el fundamentalismo... Ni una sola palabra de esta crítica de la Ilustración hace referencia al caso Lessing. Lessing estaba muy lejos de ser un guardián de la racionalidad instrumental. Lo que él opuso al fundamentalismo no era el saber verdadero, sino la verdad o, mejor dicho, las verdades en plural. La verdad venía a ser para él la unidad de lo verdadero y de lo bueno. La expresión más alta de la verdad no es la construcción de una ciencia exacta, sino saber hacerse querido y ser placentero para los demás… Si Adorno y Horkheimer afirman que la Ilustración fracasó en la fundamentación de la moral en principios generales, debemos añadir que Lessing no se propuso esto en absoluto... Si la verdad es la unidad de lo verdadero y lo bueno y solo puede ser confirmada retrospectivamente como tal verdad en el caso de que sea reconocida por los hombres como algo querido y placentero, entonces se torna imposible formular hoy ningún género de principios universalmente válidos de la moral” (Heller, A., Crítica de la Ilustración, pp. 6-7). Agnes Heller (1929-2019) recibió el Premio Lessing de la ciudad hanseática de Hamburgo y pronunció estas palabras en 1981. Las aportaciones de Lessing a la Ilustración en general y a la Ilustración alemana en particular no son ignoradas únicamente por Horkheimer y Adorno, sino también por Hinske, pues no se encuentra ninguna referencia a este autor en el ensayo sobre la tipología de ideas que exponemos aquí. El volumen en el que aparece la versión alemana, recoge referencias a Lessing en la Introducción de Ciafardone (cf. Hinske, N., “Die Tragenden Grundideen der deutschen Aufklärung”, pp. 34-35) y en la selección de textos (ibid., pp. 106-109; pp. 254-261; pp. 302-310) e incluso se caracteriza la etapa entre 1740 y 1780 como “la edad de Lessing” (Lessingszeit) (ibid., p. 31), probablemente evocando el título de la obra de Merker (1989). Tonelli lo menciona como uno de los miembros del “gran trío berlinés” (“La filosofía alemana desde Leibniz a Kant”, p. 121) formado por Mendelssohn, Nicolai y el propio Lessing, encuadrados en la corriente denominada filosofía popular. Atribuye a Lessing el haber transformado la teología en filosofía de la religión y señala que “la influencia de Lessing será enorme” (ibid., p. 132). Reseña asimismo de forma extremadamente breve la estética lessingniana (ibid., p. 142). Nicolao Merkel realiza una investigación del desarrollo de la Ilustración alemana bajo la óptica metodológica del materialismo histórico, especialmente recomendada por tanto para quienes continúan acercándose la Aufklärung de la mano de Adorno y Horkheimer, pero Merkel compila los elementos historiográficos y análisis sociohistóricos concretos que se echan en falta en la obra emblemática de los eximios representantes de la Escuela de Frankfurt. Merkel concede una importancia extraordinaria a la figura y la obra de Lessing (L´illuminismo in Germania, p. 41) como gran epicentro cultural configurador de la sociedad burguesa alemana. La reivindicación lessingniana de una literatura nacional equivale, para Merker, a la lucha por la superación de las formas despóticas del antiguo régimen, lucha que se expresa con frecuencia en sus dramas (ibid., pp. 53ss). Una revisión de la tipología de Hinske, en contraste con las contribuciones de Lessing a la Aufklärung podría resultar interesante tanto para una mejor comprensión de Lessing como para detectar insuficiencias en la tipología elaborada por Hinske.

6Cf. Wundt, M., Die deutsche Schulphilosophie im Zeitalter del Aufklärung; Tonelli, G., “La filosofía alemana desde Leibniz a Kant”, p. 100. Tal vez uno de los motivos de la desatención a Lessing en los análisis de Hinske y Tonelli se deba a que este gran dramaturgo, ensayista y promotor cultural no ha sido un filósofo escolar, es decir, un profesor universitario al uso. Wundt sin embargo lo menciona en su obra sobre la filosofía escolar de la Ilustración alemana, comparando su actividad publicitaria en las recién creadas revistas alemanas con la de Thomasius (cf. Wundt, M., Die deutsche Schulphilosophie im Zeitalter del Aufklärung, p. 36) y considerándolo como una de las figuras de mayor influencia en la tercera generación de la Aufklärung (1750-1780) que, según Wundt, se orienta hacia la comprensión del ser humano (cf. ibid., p. 265 y aquí nota 10).

7Hinske emplea la expresión “Scheidemünze” (Hinske, N., “Die Tragenden Grundideen der deutschen Aufklärung”, p. 411).

8Hinske habla de “tragende Grundideen” (ibid., p. 407) en la versión alemana de su texto y de “idee portanti” en la versión italiana del mismo (Hinske, N., “Le idee portanti del’illuminismo tedesco. Tentativo di una tipologia”, p. 997). El adjetivo “tragend” aparece en alemán en expresiones como “tragender Balken” (viga maestra) o “tragende Wand” (muro de carga). Siguiendo la analogía, en castellano deberíamos hablar de las “ideas maestras”, es decir, de las grandes ideas que -a modo de vigas- soportan el edificio de la Ilustración en Alemania. Tal como se ha señalado en la nota 5, existen otras aproximaciones a la Aufklärung también de gran interés.

9Cf., por ejemplo, la gran disputa entre Wolff y Lange sobre la libertad (Hinske, N., “Wolffs Stellung in der deutschen Aufklärung”, p. 312).

10Cf., ibid., p. 311. Wundt divide el período en tres grandes etapas, análogas a las de Hinske, con la salvedad de que la tercera etapa de Hinske incluiría el decurso de los años 80 y con ello, a Kant. Wundt, centrado en la filosofía escolar distingue: la primera generación (1690-1720), con Thomasius y sus contemporáneos, tanto pietistas como otros; la segunda generación (1720-1750) con Christian Wolff y la discusión del wolffianismo como protagonista y la tercera generación (1750-1780), en la que destaca el interés por el ser humano, tanto en su existencia particular como histórica y que, según Wundt, parece guardar una relación más estrecha con la época de la gran filosofía alemana que vendrá a continuación que con las etapas precedentes.

11 Pasaje traducido y citado por González Ruiz (González Ruiz, A., “Presentación” en: Wolff, Ch., Pensamientos Racionales acerca de Dios, el mundo y el alma del hombre, así como de todas las cosas en general (Metafísica alemana), p. 20).

12 Hinske, N., “Wolffs Stellung in der deutschen Aufklärung”, p. 311 y nota 24. Es muy interesante constatar que la extraordinaria difusión del pensamiento de Wolff se vio directamente favorecida por la proliferación de imprentas en la ciudad de Halle, puesto que esta incipiente industria constituía la actividad económica principal de la importante comunidad pietista. Esta información, esclarecedora respecto a la dinámica de la Ilustración alemana, la debo a una muy enriquecedora conversación con el Prof. Heiner F. Klemme in situ. La masiva venta de libros llevó a Wolff a amasar la fortuna que le permitió adquirir la amplia casona que alberga actualmente el museo de la ciudad (Stadtsmuseum Halle). Wolff se instaló aquí en 1741, al retorno del exilio ocasionado por sus tensiones con la comunidad pietista.

13 Kant, Crítica de la razón pura, A 838-840/B 866-868.

14 Hinske, N., “Wolffs Stellung in der deutschen Aufklärung”, p. 311.

15 Véase la sugestiva interpretación de Foucault de la concepción kantiana de Ilustración en el texto Was ist Aufklärung? (1784) como examen crítico del presente, que implica el reconocimiento de la condición histórica del ser humano y de la posibilidad de liberarse de los límites que dicho presente le impone. La crítica del presente, cultivada por Kant en este escrito, no habría dejado de realizarse desde entonces y es reivindicada por Foucault como la actitud o ethos filosófico fundamental (Foucault, M. “Un inédito: ¿Qué es Ilustración?”, pp. 5-18). Lo decisivo de la Ilustración no sería tanto el proyecto sociopolítico concreto, como el ejercicio de autoconocimiento de la condición humana al que da lugar, un ejercicio que ha de ser reiterado constantemente. El elemento emancipador reside, según Foucault, en la capacidad de cuestionarse en todo momento el presente.

16 Si consideramos, por ejemplo la Declaración Universal de los Derechos Humanos como el gran programa de nuestro tiempo, tendríamos que reconocer nuestra filiación con la Ilustración, que proporcionó la primera versión de este código de derecho natural fundamental. La reflexión filosófica contemporánea se ha hecho cargo, de muy diversos modos, de las dinámicas sociales, económicas e ideológicas que, incesantemente, interponen obstáculos a la realización de dicho programa. Asuntos tanto o más urgentes que este, como la preservación de los ecosistemas en el planeta Tierra, se encuentran del mismo modo amparados por la razón teórica y práctica, pero obstaculizados por la economía y su inserción en las pulsiones libidinales humanas, así como por la política entendida como el conjunto de estrategias destinadas a la preservación del poder de ciertos grupos sociales sobre otros. Si la Ilustración se caracterizó en su momento por dirigir la mirada filosófica hacia los asuntos específicamente humanos, abandonando en gran medida las cuestiones metafísico-teológicas, los siglos posteriores han arrojado luz sobre las enormes dificultades que el mundo humano genera desde sí mismo para hacerse adecuado al propio ser humano.

17 Tomada probablemente de la primera carta de San Pablo a los tesalonicenses (cf. Hinske, N., “Die Tragenden Grundideen der deutschen Aufklärung”, p. 418).

18Cf. Hinske, N., “Die Tragenden Grundideen der deutschen Aufklärung”, p. 435.

19 Sobre la destinación del ser humano cf. el excelente trabajo de Macor (2013). Con respecto a la razón humana universal, Hinske indica que la historia de las fuentes y del concepto todavía no ha sido adecuadamente investigada (“Die Tragenden Grundideen der deutschen Aufklärung”, p. 435). Al respecto las aproximaciones de Hinske (1980), Macor (2013a, 2013b y 2013c), Vázquez Lobeiras (2016b) y Laos Igreda (2020).

20 El concepto aparece asociado a dos ámbitos de problemas aparentemente alejados. Por una parte, el que se cita aquí: la libertad de opinión en la Disciplina del uso puro de la razón; por otra, ciertos pasajes en los que la razón humana universal aparece como la sede de las preguntas de la “metafísica natural”, es decir, de aquellas preguntas de carácter metafísico que el ser humano formula de manera indefectible. Así se dice en el apartado VI de la Introducción a la KrV: “¿Cómo es posible la metafísica como disposición natural?, es decir, ¿cómo surgen, de la naturaleza de la razón humana universal, las preguntas que la razón pura se plantea a sí misma, y a las que ella es impulsada por su propia necesidad a responder como mejor pueda?” (KrV, B 21-22). Del mismo modo en los Prolegómenos: “…tampoco puede perderse nunca el interés por ella [por la metafísica], porque el interés de la razón humana universal está entrelazado con ella del modo más íntimo” (AA 04: 257). Lo cierto es que ambos planteamientos están interconectados: el panorama de la metafísica se presenta para Kant como un campo de batalla de disputas sin fin, pero cada una de las posiciones polémicas remite, en definitiva, a la razón humana, que no solo hace aflorar las cuestiones metafísicas, sino que genera respuestas distintas y contrapuestas. Solo si existe la libertad de opinión que permite que se pongan de manifiesto todas estas posiciones enfrentadas, es posible hacerse cargo de esta situación, tal como hace el propio Kant al emprender la tarea crítica, que evidencia el carácter intrínsecamente dialéctico de la razón. Para una reconstrucción de la argumentación de Kant en los textos (cf. Vázquez Lobeiras, M.J., “Historiografía y filología kantiana ¿una tradición ajena al kantismo en español?”).

21Cf. Hinske, N., “Die Tragenden Grundideen der deutschen Aufklärung”, p. 436-437.

22KrV, A 752/B 780.

23Ibid.

24 Hinske, N., Kant als Herausforderung an die Gegenwart, p. 37.

25 Los fragmentos manuscritos de Kant conocidos como Reflexiones y asimismo los Apuntes de Lecciones universitarias (Vorlesungen) se citan conforme a la edición canónica conocida como Akademie-Ausgabe (cf. Kant, 1900ss.) y de acuerdo con las pautas de citación de la revista Kant-Studien. Las obras publicadas se citan, en cambio, siguiendo las traducciones al castellano de las mismas de Caimi (cf. Kant, 1999 y 2007), Roldán Panadero y Rodríguez Aramayo (cf. 1987), Mestre y Ramagosa (1988), Oyarzún (1991) y Vázquez Lobeiras (2000).

26 Kant, I., AA 16: 418-419.

27Ibid., 419.

28Cf. Macor, L.A., “I fondimenti concettuali del cosmopolitismo kantiano - pensiero autonomo, egoismo logico e universale ragione humana”, p. 638.

29 Kant, I., V-Lo/Philippi, AA 16: 390.

30 Kant, I., AA 16: 273.

31 Sobre la doctrina kantiana de la imposibilidad del error absoluto en Kant y sus conexiones con la razón humana universal cf. la tesis doctoral del Laos Igreda (2020). Sobre el egoísmo lógico y otras modalidades, cf. Macor (2013c) y Schwaiger (2018).

32 Kant, I., Crítica de la Facultad de Juzgar, p. 205.

33Cf. asimismo la Refl. 2273: “1. Posibilidad del error; 2. Verdad parcial. Condiciones generales para evitar el error: a) pensar por sí mismo. b) pensarse en el lugar de otro; c) pensar en todo momento de acuerdo consigo mismo. La manera de pensar 1. Ilustrada, 2. Ampliada, 3. Consecuente (concluyente) (lógica)” (Refl, AA 16: 295) y también Lógica Jäsche (Log, AA 09: 57).

34Cf. Macor, L.A., Die Bestimmung des Menschen (1748-1800). Eine Begriffsgeschichte, p. 87, nota 317.

35 Influenciado por el inglés Shaftesbury, que utiliza el mismo verso de Persius como lema (cf., ibid., p. 75). La historia tanto de la idea de la destinación humana como del concepto ha sido expuesta magistralmente por Laura Anna Macor en la obra que estamos citando.

37Cf. ibid., 94ss.

38Cf. ibid., 90ss.

39 La renovación del estoicismo en el contexto de la Ilustración alemana resulta claramente perceptible.

40Cf. ibid., pp. 111ss.

41Cf. ibid., p. 98.

42Cf. Kant, I., Ideas para una historia universal en clave cosmopolita.

43 En el año 1800 aparece la obra de Fichte del mismo título (Bestimmung des Menschen), como reacción a su expulsión de la Univ. de Jena con motivo de la acusación de ateísmo. Fichte evoca explícitamente el texto de Spalding y reproduce su esquema argumental para concluir en una inmanentización del mundo futuro y de la eternidad mediante la determinación moral, que fue abiertamente rechazada por muchos de sus contemporáneos (cf. Macor, L.A., Die Bestimmung des Menschen (1748-1800). Eine Begriffsgeschichte, pp. 317-328).

44 Además de la excelente monografía de Macor, conviene tener en cuenta los trabajos de Brandt (Brandt, R., “La idea rectora de la antropología kantiana y la determinación (Bestimmung) del Hombre”, pp. 197-219; Brandt, R., Die Bestimmung des Menschen bei Kant, 2007), el primero de los cuales ha sido traducido al castellano por Gustavo Leyva.

36Cf. ibid., 74ss.

Received: July 14, 2022; Accepted: November 07, 2022

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