SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.35 número1Thomas A. Szlezák. Platon. Meisterdenker der Antike, Múnich: C. H. Beck, 2021, 779pp. índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

  • Não possue artigos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Areté

versão impressa ISSN 1016-913X

arete vol.35 no.1 Lima jan./jun. 2023  Epub 19-Jul-2023

http://dx.doi.org/10.18800/arete.202301.010 

Reseñas

Fernando Forero. Filosofía y negatividad: Sobre el camino del pensar de Hegel en Jena, Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2019, 343pp.

Pedro Sepúlveda Zambrano1 
http://orcid.org/0000-0002-9378-6465

1Pontificia Universidad Católica de Valparaíso - Chile, pedro.sepulveda.zambrano@gmail.com

Fernando, Forero. Filosofía y negatividad: Sobre el camino del pensar de Hegel en Jena. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2019. 343p.

En el marco de la Red Germano-Latinoamericana de Investigación y Doctorado en Filosofía (Filored), apareció el estudio doctoral de Fernando Forero Pineda. Su tesis constituye un aporte inestimable a la hora de pensar el diálogo de la filosofía especulativa con el presente. Semejante tesis puede ser pronunciada de la siguiente manera: Hegel creó una “ontología de la negatividad” (p. 318), producto de la cual la experiencia humana puede y debe quedar siempre abierta a lo imprevisible. El autor se detiene en mostrar los matices de esta perspectiva a lo largo de seis capítulos, introducidos y concluidos por textos que dejan ver una llamativa fuerza estética de argumentación. La introducción asume la tarea de anunciar el secreto del conjunto de la obra. Todo depende de poder dar una mirada de totalidad respecto de la multiplicidad polifónica del pensar del suabo en Jena. El doble hilo conductor que permite realizar esta tarea consiste, por un lado, en el concepto de la negatividad como modo eminente de hacer filosofía y, por otro lado, en el concepto de la filosofía como forma suprema de la negatividad. Hasta el capítulo número cinco, el horizonte principal del libro radica en exponer la travesía del pensamiento, cuyo triunfo definitivo yace en el saber acerca de la razón negativa de la realidad, así como en el saber sobre la realidad negativa de la razón. La negatividad es por consiguiente la llave de bóveda que permite concebir el dictum hegeliano de la unidad abierta y autodiferenciada entre la razón y la realidad.

El capítulo uno presenta en consecuencia el problema de la relación de la filosofía y su tiempo. Para ello el texto explora la crítica de Hegel al espíritu de la época durante la fase de pensamiento pre-especulativo. A este respecto, es interesante que ya en dicha etapa sea posible advertir una segunda contribución de la filosofía de Hegel para la actualidad del pensamiento. Dicha contribución no es otra que la crítica de lo positivo, concebido precisamente como “el resorte último de la cultura de la época” (p. 56). En esta crítica se encuentra también contenida la necesidad de superar el pensamiento anclado en la escisión, toda vez que él mismo expresa en sus desarrollos el desgarro de la civilización. Aquí la filosofía comienza a adquirir el sentido del poder de unificación en medio de la exhibición de las diferencias. De la contraposición entre subjetivismo relativista y objetivismo empirista, a la de la comunidad antigua y el individualismo moderno, pasando por la del mito romántico y la razón ilustrada, hasta desembocar finalmente en la cuestión de la creencia emocional y el saber racional, el libro de Forero pone de manifiesto los cismas propios de la atmósfera intelectual que vio nacer el pensamiento dialéctico-especulativo. En este punto, es posible advertir que la tarea fundamental asumida por tal pensamiento no será otra que la de llevar a su fin el encadenamiento entero de los dualismos del tiempo vivido. Lejos de encubrir el riesgo de clausurar el sentido, la filosofía, al abrir el portal de la negatividad infinita, es encumbrada a la posibilidad real de superar la positividad.

El capítulo dos expone el diálogo de Hegel con el criticismo transcendental de Kant. El texto muestra en qué sentido el filósofo de la lógica especulativa vio en este el modo filosófico de sedimentación de la cultura de lo positivo. Desde la concepción del yo en Kant, considerado como aquella unidad subjetiva concomitante de las representaciones, surge en esta fase el nuevo concepto del conocer. Dicho concepto puede ser valorado como el punto de apoyo que permitió a Hegel, en el marco de esta tradición in nuce, sacar a relucir su propia voz. El rescate del logos transcendental viene entonces de la mano del problema de la constitución del ser objetivo mediante la puesta en juego de las formas subjetivas del entendimiento. La objetividad misma quedará así incluida en el horizonte de las categorías del sujeto. En este contexto, el argumento de Forero enfatiza que el talante subjetivo de la identidad sujeto-objeto es justamente el aspecto positivo presente en las filosofías de la reflexión. A partir de allí es posible explicitar que el límite de lo subjetivo en la filosofía transcendental descansa en la siguiente doble exigencia en torno al concepto del saber, por un lado, en la necesidad de la referencia a la experiencia mediante lo dado en la intuición sensible y, por otro lado, en la relegación de las contradicciones al ámbito excluyente de la razón subjetiva. Con todo, este límite del saber finito contenía en su interior el germen de su superación infinita. Dicho germen será la herencia definitiva de la filosofía crítica para el surgimiento de la filosofía especulativa, cuya proposición nuclear es expresada en el texto de la siguiente manera: “la realidad comparece con sentido” (p. 100). Sobre esta base, el mundo vivido será presentado como un mundo articulado de antemano por un entramado de coordenadas conceptuales. Lo decisivo es que habitamos desde siempre al interior de un mundo de sentidos, y arraigados por ello a un contexto orientador de referencias de significación. Este horizonte de apertura del sentido es, en el decir de Forero, la infinitud del conocimiento en la que participan los momentos del conocer finito. En la filosofía de Hegel, lo subjetivo será al fin elevado al mundo de la razón que no es más que una.

El capítulo tres tematiza precisamente los significados de esta razón, a partir de un estudio del concepto de la lógica especulativa de Jena. Mediante la crítica de la concepción habitual del sujeto como singular aislado y del predicado como universal abstracto, la explicación central del libro, basada aquí sobre todo en el Escrito de la diferencia de 1801, nos conduce a la experiencia especulativa del juicio como el momento relacional que fundamenta la reflexión. De este modo, lo especulativo puede ser definido como aquella “reflexión sobre la reflexión” (p. 144), producto de la cual quedan expresados los momentos de identidad y diferencia de cada elemento relacionado. La dimensión del logos especulativo posee por lo tanto estatus originario y carácter de antecedencia respecto de toda positividad. Con ello lo lógico es pensado como la negatividad absoluta, y por lo tanto como la superación de la mismidad inmediata mediante la adquisición del sentido. El sentido viene a ser consecuentemente el resultado del siguiente doble ejercicio, por un lado, el de remitir lo real a lo otro de su identidad y, por otro lado, el de presentar dicha remisión como el movimiento de una auto-relación negativa y de carácter fundante. Producto de dicho ejercicio, la realidad como tal se devela finalmente como la pura negatividad en su despliegue absoluto. Ella misma entonces, en tanto que auto-relación, contiene siempre en sí misma la identidad y la no-identidad a la manera de sus momentos. Pensar especulativamente supone por lo mismo una suerte de entrega a la diferencia, pero también una consagración a la unidad producida entre la diferencia y la identidad. Sobre la base del pensar que conoce lo real, será desplegada la unidad de lo contrapuesto y la superación mediadora de lo dicotómico. Tal conocimiento, al descubrir la “vida especulativa de la realidad” (p. 172), se ha encumbrado a aquella altura infinita donde es posible aprehender la constelación completa de las posiciones del pensar.

El capítulo cuatro pone de manifiesto la ejecución filosófica de esta vida especulativa de la realidad, o la realización del pensamiento especulativo como filosofía. La premisa inicial consiste aquí en que lo lógico especulativo se presenta a sí mismo en lo fenoménico. Al exponer las estructuras en las que se inscriben los entes del mundo natural y del mundo espiritual, la realidad misma viene a ser revelada como una totalidad negativa de unidades relacionales. Lo especulativo debe ser así definido como la facultad de acceso al mundo, en tanto realidad ya significada y sabida. Estableciendo un paralelo con la doctrina transcendental de las Ideas de Kant, el profesor Forero desarrolla en este punto una clara exposición acerca de las dimensiones constitutivas del pensar especulativo. El modo de superar la imposibilidad de saber más allá de la experiencia viene ahora de la mano de la metáfora del espejo. En el saber, lo especulativo es aquello que faculta la concepción del todo al interior del cual ocurren los saberes particulares. Como un saber del saber, él exhibe aquellos puntos lejanos que orientan y dirigen el camino del sujeto que conoce. Por esta vía, es argumentada la tesis de lo especulativo como el despliegue por excelencia de lo real. Que la realidad como tal sea especulativa requiere sin duda el esfuerzo de pensar a partir del todo que se comporta vitalmente, y que, en tanto relación consigo mismo, se convierte además en la fuerza de esta relación floreciente en sus momentos de auto-posición y auto-recogimiento.

El capítulo cinco lleva a cabo un tratamiento de la Fenomenología del espíritu, sobre la base de los conceptos de experiencia, filosofía y negatividad. A partir de la propuesta de la realidad como especulación, la Fenomenología es leída como el modo de expresión de la totalidad de relaciones negativas en el orden de la experiencia humana. El método expositivo de la obra presenta aquí el logro metodológico de exhibir la vertebración de la Fenomenología con la Lógica de 1804-1805. Este vórtice vuelve plausible incluso el proyecto del propio Hegel, esto es, la concepción de lo lógico especulativo como aquello que funda la verdad de la realidad. En el plano fenomenológico, tal verdad vendrá a ser la unidad negativa de la multiplicidad absoluta de la experiencia. Pero la Fenomenología debía realizar antes la siguiente doble experiencia, primero, la de las verdades finitas, y segundo, la del modo en que ellas son disueltas por el derrotero implacable de la negatividad. Justamente en medio de esta negatividad habrá sido trazado el movimiento del saber de la conciencia humana, determinado por el derrumbe de las visiones transitorias del mundo. La negatividad será allí la fuerza que hunde en la nada el saber de cada configuración de la conciencia. En tales circunstancias, la crítica fenomenológica presenta la experiencia de los fracasos de toda verdad finita. Al cabo de esta lectura fenomenológica de la Fenomenología, la negatividad se constituye en “la vida de la realidad” (p. 228), en el sentido del fundamento último de la experiencia y el eje nuclear de las cosas mismas. Al final de su recorrido, la conciencia descubrirá que semejante negatividad perteneció desde siempre al propio logos de la realidad. Saber absoluto no será así nada más que la experiencia ontológica del ser como negatividad absoluta. Sobre el escenario de la llamada “galería de imágenes del espíritu”, es afirmado el saber de la negatividad como lo único absoluto de toda realidad.

Finalmente, el capítulo seis permite leer la tesis de esta negatividad como apertura, toda vez que en ella sea considerada su afinidad estructural con la noción de tiempo. El tiempo es efectivamente la situación que limita el pensar, pero después es también aquella dimensión que provoca y evoca el pensar. Temporalizar la negatividad permite no solo mostrar, tal y como hace Forero, la deuda impagable de Heidegger con Hegel, sino que también, y esto es lo fundamental, la posibilidad de consumar la aparición de lo nuevo para el pensamiento. De forma similar, el poder de lo negativo disuelve la certeza adquirida, aunque no sin impulsarnos hacia el saber de lo otro que ha venido a ser lo actualmente nuevo. En la última parte, el texto nos enseña además un resumen de las conclusiones, una bibliografía actualizada y un trabajo de índices que permiten valorar el carácter metódico de la investigación. De camino al final, justamente en sus conclusiones, el libro muestra la respuesta más acabada del profesor Forero a la pregunta por la negatividad. Una negatividad que es lo propiamente especulativo implicará la necesidad permanente de abrir el pensar a sus nuevas posibilidades y realidades presentes. Lo visto en la imagen devuelta en el espejo es ahora el propio acto de ver-se, integrado a un trasfondo antes no visto y que todo lo envuelve.

Referencias

Forero, F., (2019) Filosofía y negatividad: Sobre el camino del pensar de Hegel en Jena, Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. https://doi.org/10.2307/j.ctv224tp4t [ Links ]

Recibido: 02 de Febrero de 2022; Aprobado: 17 de Enero de 2023

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons