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Areté

versão impressa ISSN 1016-913X

arete vol.35 no.2 Lima jul./dic. 2023  Epub 11-Dez-2023

http://dx.doi.org/10.18800/arete.202302.007 

Artículos

Fundamentos de un método filosófico vital-experiencial de lo concreto afirmado sobre la praxis. La filosofía de L’Action de 1893 de Maurice Blondel

Foundations of a Life-Experiential Philosophical Method of the Concrete based on Praxis. The Philosophy of Maurice Blondel’s L’Action (1893)

David Antonio Pignalitti1 
http://orcid.org/0000-0002-5987-6678

1Universidad Católica de Santa Fe - Argentina, dpignalitti@ucsf.edu.ar

Resumen:

L’Action de Maurice Blondel presenta un método filosófico que pretende el acceso a la totalidad desde lo concreto, sustentado sobre la praxis como mediación dinámico-concreta y sintético-universal. Se ofrece un método cuya rigurosidad no depende de una secuencia lógica abstracta o sistemática inmanente al propio método, sino de una concatenación necesaria inmanente al dinamismo vital concreto. La filosofía es propuesta como la toma de conciencia de la vida ante sí misma. En un horizonte de sentido totalizante, los fenómenos son secundados tal como se donan al sujeto en una apertura a la posibilidad de asumir la totalidad de sus factores sin exclusión, parcialidad o contradicción.

Palabras clave: Filosofía de lo concreto; Blondel; método; sentido; acción

Abstract:

Maurice Blondel’s L’Action presents a philosophical method that seeks to access totality starting from the concrete, based on praxis as a dynamic-concrete and synthetic-universal mediation. The rigor of this method does not depend on an abstract or systematic logical sequence immanent to the method itself, but on a necessary concatenation immanent to the concrete life-dynamism. Philosophy is thus understood as the awareness of life in front of life itself. In a totalizing horizon of meaning, phenomena are seconded such as they appear to the subject, in an openness to the possibility of assuming the totality of their elements without exclusion, partiality, or contradiction.

Keywords: philosophy of the concrete; Blondel; method; sense; action

Introducción

Las preguntas sobre el sentido y el destino de la vida constituyen el impulso originante de la actividad filosófica y su despliegue crítico-sistemático, como un corpus coherente y abierto al descubrimiento del sentido a través de la experiencia renovada y razonada. Sin embargo, la filosofía contemporánea es heredera inmediata de una actividad intelectual en retirada de la vida, que ostenta la pretensión de constituir sistemas lógico-conceptuales como perfectos correlatos de los fenómenos y acontecimientos concretos. En este sentido, se le ha planteado el desafío de la búsqueda de un paradigma y un sentido capaz de recibir el ser tal como se dona, sin la siempre reductiva pretensión de aprisionarlo en nociones y conceptos. En efecto, la filosofía contemporánea “no se conforma con construcciones y sistemas, sino que busca profundizar y resolver los problemas o, por mejor decirlo, los misterios de la vida humana”1.

En este nivel de búsqueda se enmarca la labor filosófica de Maurice Blondel, constituyéndose como una de las grandes alternativas que asumen el desafío de devolver a la filosofía su impulso y su profundidad original, es decir, el nivel de la pregunta por el sentido del hombre y de la vida, y de la totalidad de los fenómenos en orden a esta, con la intrínseca exigencia de superar cualquier tipo de propuesta parcial o unilateral. En efecto, la obra blondeliana “significa un gigantesco esfuerzo por elaborar una respuesta totalizadora a la pregunta por el sentido del hombre, y, por consiguiente, por el sentido de la realidad en la que este se enmarca”2. Devolver a la filosofía su impulso originario significa, en este sentido, rescatarla del peligro de la esterilidad del pensamiento lógico-conceptual para restituir su original fecundidad. Así lo entiende el filósofo de Aix: “Toda gran filosofía, lejos de ser una simple construcción del espíritu, tiene su propio principio y fin en una concepción del destino humano: la práctica la orienta y ella orienta a la vez a la práctica. Toda idea que no proceda de una experimentación real de la voluntad resulta muerta y vacía: muerto sobre todo y ficticio todo conocimiento que no se oriente a la acción”3. En efecto, no sería adecuada una investigación que aborde L’Action sin reconocer como horizonte esta búsqueda blondeliana del sentido, si no se enmarcase en esa monumental pregunta que abre y fundamenta toda la obra: “¿Sí o no? ¿Tiene la vida humana un sentido y el hombre un destino?”4. Es la alternativa universal y concreta, que representa el gran problema humano y se reproduce en la singularidad de la conciencia subjetiva ineluctablemente. La crítica blondeliana al intelectualismo significa un reclamo de la filosofía al nivel que le es propio y originario, “no puede referirse a una realidad delimitada unilateralmente por la razón y separada del conjunto de la vida humana. Muy al contrario, la filosofía es una forma de vida y no solo algo que realiza la razón”5. La filosofía de la acción, desde su pregunta inicial, enmarca todas las cuestiones ulteriores en el horizonte de aquel problema ineludible y de cuyo abordaje depende la vía de respuesta a cualquier otra cuestión planteada.

El presente artículo pretende hacer emerger las premisas que sustentan el método filosófico blondeliano como vía reflexiva concreta y paradigmática de un pensar vital-experiencial que aspira a la búsqueda de un sentido. Es decir, se pretende indagar en un estadio previo al despliegue fenomenológico-reflexivo de la acción que propone Blondel y que desemboca en la alternativa ante el sentido, para poner de manifiesto la concepción que estructura y hace posible dicho método. La afirmación del punto de partida y de la condición de posibilidad que se encuentran en el origen del método blondeliano, otorgándole su propia rigurosidad, ofrecen una coyuntura ineludible en orden a la configuración de una filosofía atenta a la existencia concreta, de una reflexión que se desarrolla en y desde la experiencia vital.

L’Action de 1893 tiene un lugar preponderante dentro de la vasta obra de Maurice Blondel y puede decirse que en ella “se encuentra el eje que atraviesa el resto del pensamiento blondeliano”6. Sin embargo, esto no tanto por el hecho de que en L’Action se encuentren germinalmente las ideas que atraviesan todo el pensamiento posterior, sino por la originalidad de la filosofía allí planteada, así como por la coherencia y conveniencia del método con su finalidad, que devuelve a la filosofía a su originaria cuestión sobre el sentido, despojándola de los niveles de abstracción que pretenden suplantar su finalidad vital. Este es el lugar de L’Action en el pensamiento blondeliano y, al mismo tiempo, la razón por la que puede volver a presentarse como una vía filosófica capaz de asumir los problemas actuales7.

Por este motivo, L’Action merece ser considerada en sí misma, más que como un testimonio acabado de un pensamiento germinal, cuyo interés sería reducido al de una genética evolutiva del pensamiento del filósofo de Aix, como sucede con las obras de “juventud” de otros pensadores. Esta es la perspectiva adoptada para la presente investigación, que pondrá el foco en la luz que esta obra ofrece por sí misma, como su fuente propia, y se servirá principalmente del aporte complementario de otros escritos del autor en esta etapa, que conforman la misma constelación de L’Action. Tendremos en especial consideración entre estos, en orden al tema planteado, la Lettre sur les exigences de la pensée contemporaine en matière d’apologétique et sur la méthode de la philosophie dans l’étude du problème religieux, de 1896; L’Illusion idéaliste, artículo de 1898; Le point de depárt de la recherche philosophique, artículo de 1906; el primer volumen de los Carnets intimes, que recoge las notas filosóficas personales del mismo período (1883-1894); así como la carta a su maestro Boutroux (16-IX-1886), de publicación póstuma. Además, los testimonios del propio Blondel en la entrevista con F. Lefèvre, publicada en 1928 bajo el título de L’Itinéraire philosophique de Maurice Blondel.

1. La acción: punto vital de apoyo y vía de desarrollo de la filosofía

En orden a afrontar adecuadamente el análisis sobre el sustento vital-concreto del método blondeliano, es preciso establecer el lugar que ocupa la acción dentro del mismo y precisar qué sentido adopta Blondel al asumir este vocablo. El mismo autor de L’Action ha dejado constancia de que al utilizar este término, en referencia al acto humano, no pretende asumir ninguna distinción a priori de las que han sido establecidas con respecto a la praxis humana, sino que comprende a la acción en sentido general, como dinamismo voluntario y subjetivo de expansión8. De esta manera, resultaría indiferente hablar de acto, acción o praxis, siempre que se tenga en cuenta el horizonte de significado que cobra este fenómeno en la reflexión blondeliana.

El modo de ser de la existencia humana, tal como se manifiesta en la propuesta del filósofo de Aix, es el de un yo-encarnado-en-acción. La consistencia de lo humano radica en esta singularidad concreta, irreductible a un sistema de ideas, a una lógica abstracta del universal-humano o a una argumentación nocional unilateral. La preocupación de Blondel por encontrar un punto vital de apoyo, de recepción y acceso a los fenómenos internos y externos tal como se dan, coincide con la reacción del filósofo ante la insuficiencia del hecho de haberle sido concedido, por la reflexión occidental en general, este rol únicamente al pensamiento, entendido como potencia que asimila los fenómenos concretos a la uniformidad abstracta de los conceptos. Al respecto, escribe Blondel: “Si se puede decir así, es necesario descentrar al hombre y a la filosofía para colocar ese punto vital allí donde está en efecto: no en los objetos alcanzados por los sentidos, no en los fines a los que se dirige el deseo, no en las especulaciones intelectuales, no en las prescripciones morales, sino en la acción”9. El filósofo de Aix, en efecto, encuentra este punto de apoyo en la acción que, sin excluir al pensamiento, lo abarca y supera. El joven Blondel escribía ya en 1884: “La acción es eminentemente sintética, y está nutrida de ideas y de sentimientos. La acción es una definición concreta, no un análisis abstracto de la idea”10. De este modo, la búsqueda de una respuesta totalizadora al mismo tiempo que concreta, reclamada por la misma pregunta sobre el sentido, encuentra en Blondel su soporte en este punto vital dinámico, sintético, que expresa en su realización la necesidad determinante al mismo tiempo que la libertad, que el filósofo descubre en la acción humana. Significa, desde esta perspectiva, la superación del pensamiento como mediación privilegiada, puesto que, por un lado, la acción se integra en la vida misma, no la reproduce desde fuera, y por el otro, no se excluye al pensamiento, ya que pensar es también una acción, corre el foco de atención desde la idea hacia la acción misma. Así lo expresó Blondel en una anotación de 1889: “La acción es la fecundidad inagotable y la infinita riqueza de la vida que jamás es igualada por el conocimiento que tenemos de ella”11.

Estas apreciaciones, que el filósofo escribió entre sus reflexiones más tempranas en torno a la acción, manifiestan ya la razón por la cual no es posible encontrar una definición de esta en la obra de Blondel. No sería consecuente hacer una definición, ofrecer la reproducción ideal-abstracta, de un fenómeno que es presentado como superación de la abstracción por su irreductible concreción dinámica. En efecto, el filósofo de Aix insiste en que la acción y la idea de la acción no pueden ser cosas idénticas ni convertibles12. En este sentido, comenta Izquierdo que “Blondel nunca ha definido la acción, e incluso ha considerado imposible esta tarea, dado que la acción no es la idea de la acción, y la realidad de la acción solo puede ser captada en su realidad con la práctica”13. Sin embargo, la acción es la vía cuyo despliegue y expansión sostiene a la filosofía blondeliana, por lo cual ha sido suficientemente descrita y caracterizada por Blondel, dando razón del lugar dialéctico central que tiene en su propuesta filosófica.

Para el filósofo de Aix la acción tiene un carácter instructivo en cuanto manifestación vital de una “vida subjetiva” que el sujeto no llega nunca a poseer de modo total14. Así, la praxis es el ámbito propio de la revelación de la dialéctica de inadecuación que mueve a la voluntad necesariamente, poniéndose en juego con la libertad en cada realización concreta. En 1896, Blondel insistía en la Lettre sur l’Apologétique, precisando esta doble dimensionalidad unificada en la acción, como fenómeno que refiere simultáneamente al “acto concreto del pensamiento vivo que nos expresa a nosotros mismos juntamente con todo lo demás… [y a] la iniciativa por la que nuestros instintos, nuestros deseos y nuestras intenciones se expresan en todo el resto”15. Así, advierte en la acción la síntesis de la totalidad de los factores, aun de los polos contrarios, que constituyen al hombre16, descubre en ella la posibilidad de una respuesta global a sus profundos planteos, que pretenden afrontar la raíz del problema humano. “La acción es una concentración sistemática de la vida difundida en nosotros; es una toma de posesión de sí mismo”17.

De acuerdo con el planteo blondeliano, la acción es la más sólida e irreductible vía de acceso al sujeto y a la totalidad de los fenómenos que constituyen el “mundo” del ser humano, porque fija en su punto de realización el dinamismo de la voluntad en su dialéctica intra y extra subjetiva, manifestando, confirmando e, incluso, produciendo a la voluntad18. En este sentido, la acción entendida como mediación aparece como una vía privilegiada de acceso al sentido del ser: “Reducida a lo que descubre de ella el análisis, la sustancia del hombre es la acción, él es lo que hace. Ἐν τῷ ἔργῳ τὸ ὄν. Nosotros no somos, no conocemos, no vivimos más que sub specie actionis”. Es decir, la acción es la mediación humana por excelencia, y su función, como prosigue Blondel inmediatamente, es activa y performativa: “No solamente la acción manifiesta lo que ya éramos, sino que también nos hace crecer y, por así decirlo, salir de nosotros mismos”19. Este es el sentido del carácter performativo de la praxis, tanto lo que entra dentro del ámbito de la acción querida como lo que es dejado afuera son constitutivos del sujeto.

La performatividad de la acción es otra cara del propio carácter sintético que le atribuye Blondel, la inactividad es disolutiva y la muerte, descomposición; en cambio, la acción es organizadora y generadora de vida. “Porque en una acción hay algo más que la acción; están también la cohesión, la solidaridad, la unión real de todo lo que emplea y de todo lo que con ella colabora”20. En este sentido, el filósofo de Aix puede decir que la acción es la sustancia del hombre y “el material con que somos modelados”21.

De este modo, la perspectiva filosófica blondeliana se sustenta sobre la praxis y, como ha quedado de manifiesto, se constituye en una alternativa al intelectualismo. Es necesario, entonces, detenerse ahora sobre el lugar preciso de esta propuesta ante el binomio praxis-teoría para no reducirla a priori a una mera reacción anti-intelectualista con derivaciones irracionalistas, que obstaculice la comprensión del riguroso planteo filosófico de L’Action. ¿En qué sentido la filosofía de la acción se entiende como un planteo anti-intelectualista? ¿Puede considerarse como una filosofía pragmática en sentido activista?

En la praxis encuentran su sentido y su vínculo los conceptos y las ideas. Estos son asumidos en un dinamismo subjetivo entendido como un todo abierto a la totalidad del ser. Se comprende, pues, que, desde una perspectiva estructurada sobre la acción, “la tarea de la filosofía es romper cualquier forma de abstracción… [en el sentido de] mostrar cómo incluso el concepto más abstracto está en un contexto vital, en una relación activa del hombre con la realidad. Esta relación es original, incluso precede a la actividad filosófica”22. Por tanto, la filosofía de la acción es propiamente una alternativa al postulado moderno de la razón pura como vínculo y vía de acceso al ser, en un reconocimiento de la limitación de las ideas y de la clausura que significa la pretensión unilateral de una razón subjetiva como medida de lo real. En efecto, no se capta la realidad viviente, escribe Blondel, “más que colocándose, no en el punto de vista estático del entendimiento, sino en el punto dinámico de la voluntad”23.

Sin embargo, el hecho de conceder un rol semejante a la acción, entendida desde la comprensión totalizante blondeliana (que incluye también la acción del pensamiento), no constituye una elección a priori, reaccionaria ante el racionalismo, el idealismo, o el cientificismo24. Significa un auténtico reconocimiento25 de la potencia de la praxis como mediación y síntesis. Es la constatación de que en la acción existe un vínculo con la totalidad de los fenómenos libre de la limitación propia de la abstracción, significa una atención a lo que no puede ser conceptualizado: “Para Blondel, esta diferencia entre abstracción y realidad es constitutiva del actuar: algo siempre escapa a nuestros conceptos cuando tratamos la realidad de una manera actuante”26. Es esta mirada amplia lo que distancia irrevocablemente a la filosofía de la acción del irracionalismo y del intuicionismo27, hay en ella una confianza en la positividad de la razón. Es decir, Blondel no se opone al razonamiento o al conocimiento teórico-conceptual, sino a cierto uso exclusivo canonizado por las corrientes de corte intelectualista en general. En efecto, no pretende privar al conocimiento teórico-conceptual de todo valor relativo, por el contrario, “advierte que la verdadera acción no existe sin pensamiento, que el concepto proporciona una contribución insustituible a la vida, y que es ‘una condición esencial para el desarrollo del ser y de la verdad en nosotros’”28. La filosofía de la acción, como queda de manifiesto, asume de un modo original el llamado del primum vivere, deinde philosphari.

De este modo, el filósofo de Aix logra abarcar el binomio praxis-teoría en un paradigma superador del de la contradicción separatista, que le fue asignada por el pensamiento occidental en general. La propuesta blondeliana, asentada sobre la acción, no se deja identificar como una perspectiva filosófica unilateral, su crítica al intelectualismo no la empuja a la absolutización del extremo opuesto contradictorio: “Los anteriores sistemas filosóficos aparecían a los ojos del joven filósofo no tanto como verdaderos o falsos, sino sobre todo como fragmentarios… Daba la primacía a lo concreto y uno sobre lo disociado por el análisis”29. En este sentido, la superación que plantea la filosofía de la acción está ordenada al horizonte de totalidad, pero una totalidad no generalista, sino más bien, como queda de manifiesto, sintético-concreta. Por esto, la superación se encuentra en el desplazamiento de foco desde la alternativa hacia una nueva concepción, que legitima el lugar de ambos fenómenos sin menospreciar ninguno30. Así lo expresó Blondel en 1886: “Entre el aristotelismo que minusvalora y subordina la práctica al pensamiento, y el kantismo que los separa y exalta el orden práctico en detrimento del otro, hay algo a definir, y esto es lo que, de un modo muy concreto, a través del análisis de la acción, me propongo definir”31. En este sentido, algunos comentaristas han visto en la filosofía de la acción una “vía media” ante la división de ambas alternativas filosóficas32. Sin embargo, L’Action se presenta como algo más que una propuesta equilibrada entre estos extremos, abarcándolos desde la universalidad sintética de la acción. De este modo, suele hablarse de dos planos33 en la filosofía de Blondel; por un lado, un plano concreto, el de la práctica, al que le corresponde la experiencia directa; y, por otro lado, un plano reflexivo, el de la toma de conciencia, que hace posible el desarrollo analítico de la lógica de la acción. Ahora bien, aunque estos planos pueden distinguirse, no deben entenderse como compartimentos estancos, sino como un único movimiento vital-reflexivo, “que sella la racionalidad de la acción articulando reflexivamente pensamiento y voluntad”34, con lo cual, la actividad filosófica es integrada a la actividad vital: “Del pensamiento a la práctica y de la práctica al pensamiento: el círculo tiene que cerrarse en la ciencia, porque así ocurre en la vida”35. La cuestión del problema filosófico de la tensión entre praxis y teoría se ve superada en la sustitución de un paradigma en búsqueda de la adequatio speculativa rei et intellectus por uno que persigue la adequatio realis mentis et vitae36. Así lo expresó el propio Maurice Blondel en 1898: “Es necesario sustituir la cuestión del acuerdo del pensamiento con la realidad o la del valor objetivo de lo subjetivo por el problema equivalente y completamente diferente de la adecuación inmanente de nosotros mismos con nosotros mismos”37. La filosofía deviene así en la toma de conciencia y sentido de la vida ante sí misma.

2. La inadecuación como condición dialéctica de la lógica de la acción

La inadecuación que subyace en la voluntad humana y se manifiesta en cada acción, aneja a la necesidad determinante de una búsqueda de la propia ecuación en un horizonte destinal, es tratada en la filosofía de la acción como un fenómeno que remite al nivel estructural de la acción y de la propia voluntad. Desde las primeras páginas de L’Action aparece el carácter general de esta desproporción tal como se ofrece en la experiencia directa, colocándose desde el inicio como factor ineludible para el estudio del dinamismo humano: “Entre lo que sé, lo que quiero y lo que hago hay siempre una desproporción inexplicable y desconcertante. Mis decisiones van a menudo más allá que mis pensamientos, y mis actos más allá que mis intenciones. Tan pronto no hago lo que quiero como hago, casi sin darme cuenta, lo que no quiero. Y estas acciones que no he previsto del todo… influyen en mí más que lo que yo he influido en ellas”38. Blondel, al abordar el problema humano desde la acción, no descarta esta desproporción a modo de una singularidad dinámica “contingente” sin relación con la “esencia fija” del objeto de estudio. Por el contrario, como hemos visto, el planteo blondeliano reclama el dinamismo vital de lo concreto como “lugar” propio de la reflexión filosófica. De este modo, la desproporción experimentada en la acción no solo no es dejada fuera de la totalidad de los factores, sino que es admitida, tal como se ofrece a la conciencia, como un factor inherente tanto al movimiento general de la voluntad como a cada acto concreto y, por tanto, clave para el estudio del dinamismo de la acción. En este sentido, la inadecuación es considerada por Blondel como principio fundamental de la lógica de la acción, que estructura el propio núcleo del movimiento de la voluntad. En sus Carnets, en 1891, el joven filósofo ya había advertido y formulado este principio que da razón de la ineludible experiencia humana de desproporción: “Es necesario establecer un principio definitivo: nunca nada es como lo queremos, porque, sea lo que sea que conseguimos, aunque sea lo que habíamos querido, queremos todavía y siempre otra cosa”39. Esta inadecuación, por tanto, tiene un carácter ineluctable, exigente y constante, y se erige en la estructura misma de la voluntad y, en consecuencia, en el fundamento de la lógica de la acción como un principio dinámico necesitante.

Al establecer la desproporción existencial experimentada en la praxis como principio fundamental de la reflexión filosófica, se coloca un paradigma de contrarios en tensión como principio de la filosofía. Como principio rector y como principio originante. Así lo expresó el mismo Blondel, precisamente en Le point de depárt: “La filosofía, por tanto, comienza cuando se plantea, de modo expreso, el estudio de esta desproporción interior, para tender a una coincidencia progresiva de lo implícito con lo explícito; su objeto específico es la acción”40. El punto de partida viene establecido por el mismo objeto. Esta referencia al objeto de estudio de la filosofía no puede separarse de la frase anterior donde el comienzo de la filosofía es un fenómeno interior. Es decir, objeto y sujeto no equivalen meramente al binomio externo-interno ni se oponen contradictoriamente.

El planteamiento de la inadecuación como principio de la filosofía, de este modo, corre el foco, una vez más, de lo abstracto a lo concreto, el trabajo filosófico ya no está ordenado a una reproducción abstracta del ser de las cosas, sino a la solución de la tensión que la origina41. El desnivel estructural humano interceptado en la acción como fenómeno, lejos de presentarse como una contradicción, se establece como positividad tensional: “Blondel… no ve en la inadecuación del hombre una deficiencia sino más bien la condición de su progreso, la realidad de su dinamismo. El inacabamiento es siempre una determinada forma de concluir”42.

La inadecuación, establecida como condición originaria de la filosofía de la acción, también imprime su carácter a lo largo de todo el recorrido del despliegue analítico blondeliano de la acción, que se configura en círculos expansivos superados sucesivamente por dilataciones más amplias de la voluntad. Esta desproporción asumida como punto de partida no es una mera ocasión para la filosofía, sino que es la modalidad propia de su dialéctica que condice con la experiencia sobre el dinamismo interno de la voluntad erigiéndose en motor de la misma acción, en fuerza que determina su movimiento: “Existencialmente, esta fuerza está en relación con la insatisfacción que resulta del desequilibrio entre las aspiraciones más profundas del hombre y los modos parciales y limitados como esas aspiraciones se realizan”43. El despliegue fenomenológico que Blondel aplica a la acción, siguiendo su dialéctica expansiva del siempre-querer-más, pone de manifiesto en cada etapa del recorrido el carácter de dicha inadecuación, que desvela una división en el interior de la misma voluntad: “Es esta contradicción secreta entre lo que se podría llamar lo voluntario y lo querido… Son siempre los actos que manifiestan tanto el acuerdo como el desacuerdo de la doble voluntad -voluntaria y querida- que implica todo movimiento reflejo, toda actitud desequilibrada del hombre, la cual resulta de una y otra al mismo tiempo”44. Esta inadecuación, entonces, es el reflejo, la expresión, en la praxis de una doble voluntad que se despliega en la constante tensión entre los dos polos decisivos para el desarrollo de la acción, la necesidad determinante de la volonté voulante, la voluntad que quiere, que exige un algo-más inexorablemente tras cada concreción de su aspiración, fijada por la volonté voulue, la voluntad querida, en cada realización práctica. Sobre esto, escribe Blondel: “La acción toma su carácter de la voluntad querida que realiza, sin dejar por eso de fundarse sobre el querer primitivo que pervierte”45. Este es, pues, el modo en que la doble voluntad imprime su carácter en la acción, en una constante reducción del querer primitivo en el mismo acto que significa al mismo tiempo su realización: “Así, la acción querida no es, de entrada, adecuada para la voluntad misma”46. Con lo cual, la voluntad se ve impulsada nuevamente por ese exceso de querer remanente a la acción realizada, dando la clave para el progresivo descubrimiento del mecanismo de la acción que va desenvolviendo el entramado del determinismo que subyace en todo el proceso humano en el avance de la voluntad hacia cada etapa. Explicita el filósofo de Aix: “Es necesario, pues, adecuar el querer. ¿Qué quiere decir eso? Quiere decir que hay que restituir a la nada aparente de la libertad objetiva la infinitud de la capacidad interior de la que la reflexión nos ha dado conciencia clara… Quiere decir, en fin, que no siendo aún lo que queremos, estamos en una relación de dependencia respecto de nuestro verdadero fin. En una palabra, lo que nosotros queremos realmente es, no lo que está en nosotros, lo ya realizado, sino lo que nos supera y nos domina. Se quiera lo que se quiera, siempre se quiere lo que no se es”47. La amplitud del impulso de la voluntad coincide, pues, con “la infinitud de la capacidad interior de la que la reflexión nos ha dado conciencia clara”. Con lo cual, la extensión de la volonté voulante, del deseo humano determinante, es infinita, es el “puro querer de todo lo posible, es ilimitada en sus aspiraciones, está dotada de un impulso que no se aquieta con nada que no sea total”48. Por otro lado, cabe mencionar que, como observa Jean-Luc Marion, la voluntad presentada por Blondel es infinita en más de un sentido: “Porque yo actúo en la red infinita de necesidades que definen el horizonte al comienzo de mis acciones voluntarias. Luego porque la acción libre consiste justamente en quebrantar las determinaciones por más numerosas y rigurosas que sean”49. En consecuencia, el desequilibrio de la voluntad se impone como el inagotable motor de la acción.

Huelga aclarar que esta distinción de la doble voluntad no supone un dualismo voluntario, en el sentido de una duplicidad de voluntades o de dos sectores compartimentales de la voluntad50. El propio Blondel, en una contribución al Vocabulaire de Lalande, equiparará la volonté voulante a la voluntas ut natura de los antiguos y medievales como “apetito intelectual… inclinación fundamental que determina necesariamente la aspiración, la inquietud, el impulso humano hacia su fin supremo”51. Queda suficientemente de manifiesto que con esta distinción el filósofo de Aix se refiere a la discordancia interior entre el querer, en el sentido amplio y primitivo del deseo, y lo querido en el acto mismo de realización de la acción. La volonté voulante “es solo el aspecto necesario de la voluntad libre”52 o, como bien lo ha expresado Bouillard destacando más el problema, “es, en el corazón mismo de una libre decisión, el querer originario que la voluntad implica necesariamente”53. La doble voluntad es, en síntesis, la expresión de la división que se establece en el seno de la única voluntad.

El encadenamiento que rigurosamente manifiesta el análisis del despliegue expansivo de la acción, provocado por la ineluctable y constante inadecuación entre la volonté voulante y la volonté voulue se presenta como una constante mínima necesaria y determinante a lo largo de todo el desarrollo. Este determinismo subyacente, que adquiere rasgos imprevisibles y concretos al verse realizado en cada acción por un acto de la libertad, se revela, sin embargo, al análisis con carácter de constancia y rigurosidad necesaria. Así lo expresa Blondel: “Si hay alguna novedad en el método de esta investigación, seguramente consiste en esto: a partir del primer despertar de la vida sensible y hasta las más altas formas de la actividad social, se despliega en nosotros un movimiento continuo del que es posible manifestar, a la vez, el encadenamiento riguroso y el carácter esencialmente voluntario. Así, recorriendo el camino que va a través de la larga investigación que es necesario realizar, se deberá ser consciente de que la aparente necesidad de cada etapa resulta de un querer implícito… Los términos sucesivos de la acción se verán relacionados entre sí de tal forma que poco a poco se comunicará rigor científico”54. La filosofía de la acción asienta su lógica sobre este encadenamiento necesario y de este recibe su estatus científico y su rigurosidad. Es decir, la ciencia de la práctica se constituye como tal no por el mero hecho de reclamar a la acción como su objeto propio, sino porque en la misma praxis, libre en su realización, puede reconocerse, como señala Blondel, una lógica inmanente que permite identificar vínculos necesarios55 que se constituyen en principios fundamentales de un método que de ellos recibe su rigurosidad: “En lo que se quiere libremente hay un determinismo latente. Solo el rigor de esa necesidad permite una verdadera ciencia de la acción”56.

Por tanto, el filósofo de Aix hace depender la rigurosidad del método no de la concatenación lógico-conceptual argumentativa o sistemática inmanente al mismo método, sino de una concatenación necesaria inmanente a la dinámica vital, verificable y sistematizable solo desde una aproximación fenomenológica reflexiva. Este planteamiento no supone la hipótesis determinista de una dinámica reducida a una serie predecible de fenómenos vinculados según las categorías de causa y efecto57. El mismo Blondel ha reconocido en L’Action el atractivo engañoso de un paradigma cientificista-matemático que reclama ser superado: “¿Qué habría, al parecer, más bello y más sólido que la espléndida construcción de una ciencia capaz de edificar un universo y de aprisionar el mundo… en sus fórmulas? Pero esto no constituye más que un hechizo que hay que romper”58.

La libertad como iniciativa personal, en la filosofía de la acción, no es un concepto convenientemente conservado sin relevancia ante la fuerza de un determinismo que impone su ritmo, sino que es la categoría del imprevisto como polo de tensión dialéctica que encauza y concretiza al mismo determinismo llevándolo en cada realización de su despliegue a un punto desde donde este vuelve a tirar de ella. En tal concepción se reserva incluso a la libertad el papel decisivo e ineludible de afirmar el sentido de la necesidad que la impulsa y liberarla o interrumpirla y clausurarla.

Este factor de la libertad debe ser asumido suficientemente en orden a comprender la concepción blondeliana y la estructura de su método. Es necesario evitar, del mismo modo que el propio Blondel, la mera homogenización de los datos a priori, para captar la potencia originaria de su propuesta filosófica. La acción, así concebida, no se explica en un sistema dialéctico mecanicista, por el contrario, “la acción real es impredecible, espontánea e internamente iniciada”59. En palabras del filósofo de Aix, “la acción es un hecho sui generis cuya originalidad no es revelada por ninguna aproximación matemática y que, como cualquier otra síntesis, no puede ser conocida más que por la observación directa”60.

Queda de manifiesto, también desde esta perspectiva, que la estructura misma del método de la filosofía de la acción se fundamenta no sobre la alternativa sino sobre la tensión. El determinismo que sustenta el método no es aquel factor unilateralmente opuesto a la libertad, sino el de la tensión misma que en su desarrollo vital, heterogéneo y flexible61, y sus derivaciones concretas manifiesta una ineluctable necesidad última. La lógica de la acción es una lógica necesaria de la libertad: “Este determinismo -señala Blondel- es el único que autoriza la ciencia de la acción libre, o que incluso constituye su objeto… Si esta capacidad indeterminada se decide solo por el hecho de que ella quiere, y no por lo que ella quiere; más aún, si en el único acto de querer se debe revelar el fin al que tiende y los medios que usa, entonces este encadenamiento riguroso comporta una determinación científica: hay una lógica necesaria de la libertad”62. En efecto, según Blondel, el papel de la ciencia, de la filosofía, consiste en “excluir cualquier posibilidad de duda legítima y forzarnos, por la vía indirecta de la necesidad, a reconocer la verdad que está en nosotros antes de estar en la ciencia y que esta solo alcanza al final, mientras nosotros vivimos en ella desde el principio”63.

Conclusión

El método filosófico propuesto en L’Action ostenta la siempre novedosa pretensión de afirmar la reflexión sobre lo concreto y, por tanto, de asumir la existencia dinámica y heterogénea, tal como es dada, en un horizonte de sentido vital. Demuestra ese gusto filosófico original de abordar los interrogantes humanos fundamentales y concretos, constituyendo una forma de vida que atestigua la responsabilidad por el conocimiento siempre abierto y dialógico en la búsqueda de la verdad y por la educación de los hombres en la indagación personalmente comprometida del significado de dichos interrogantes.

La filosofía de la acción, de este modo, se erige de un modo excepcional como alternativa superadora de las vías de los absolutismos abstractivos, los relativismos individualizantes y la reducción a comentarios críticos, sobre las que se ofrece el camino de la filosofía occidental en general.

La continuidad vital entre experiencia directa y reflexión filosófica, y entre filosofía y praxis, que propone el filósofo de Aix, devolviendo al centro la pregunta sobre el sentido, inevitablemente reclama un método capaz de asumir la totalidad de los factores que entran en juego en el entramado de la vida. Sin embargo, el acceso a la totalidad está siempre mediado por lo concreto. Blondel afirma en una entrevista en 1928 que “no hay, hablando en rigor, ni ciencia real de lo general, ni ciencia verdadera de lo individual. Lo que debemos perseguir y alcanzar es una ciencia de lo concreto donde comulguen lo singular y lo universal en el pensamiento y en la acción”64. En este sentido, la filosofía de la acción descubre en lo concreto, modalidad propia de la donación de la existencia y la vida a la conciencia, una constante tensión dinámica.

En efecto, sobre el punto de apoyo concreto, sintético y dinámico de la praxis, asumida integralmente, incluso como constante inadecuación, se hace posible la superación de la categoría de contradicción. Como hemos subrayado, Blondel pone el foco de atención en la tensión entre los opuestos, ofreciendo un método que posibilita el análisis y la afirmación de la heterogeneidad e incluso de la oposición entre fenómenos como contrarios no contradictorios. La reflexión blondeliana se afinca sobre el dinamismo de la voluntad, previo a la abstracción teórica afirmada sobre el estaticismo del pensamiento, que impone una onto-logía fundamentada en principios universales imperados por el de identidad o no-contradicción. Blondel, de este modo, puede sustentar su reflexión sobre la tensión, antes de suponer allí una alternativa y, desde la categoría tensional, que asume los rasgos de la polaridad, logra una vía de reflexión segura, en cuanto receptiva de la heterogeneidad y solidaridad propias de los fenómenos concretos, capaz de asumir todo lo que hay de necesario en ellos y en su dinamismo en la universalidad de la ciencia. Se lee entre las conclusiones de L’Action: “En lo real no hay términos contradictorios, sino solamente términos contrarios, en los cuales un mismo determinismo enlaza sus desarrollos opuestos”65.

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1Delfgaauw, B., “Blondel et la philosophie contemporaine”, p. 359. La traducción es mía y todas las demás citas de obras en francés lo serán también.

2Isasi, J. M., “Significado de la filosofía de la acción”, p. XLV.

3Blondel, M., L’Action (1893). Essai d’une critique de la vie et d’une science de la pratique, p. 296 (340). Referimos entre paréntesis la traducción española que citamos de Juan María Isasi y César Izquierdo: Blondel, M., La Acción (1893). Ensayo de una crítica de la vida y de una ciencia de la práctica.

4Ibid., p. VII (3).

5Izquierdo, C., “La ‘ilusión idealista’. La crítica de Maurice Blondel al Intelectualismo”, p. 402.

6Gómez Rodas, C. y J. Álvarez Gómez, “Hacia una filosofía ‘practicante’. La acción en las obras menores de Maurice Blondel y su aporte al pensamiento contemporáneo”, p. 115.

7Cf. Gilbert, P., “L’unité de ‘L’Action’”, pp. 385-386.

8Cf. Blondel, M., L’Action, p. 116, nota a pie no. 1 (151, nota al pie no. 35).

9Ibid., p. 487 (541).

10Blondel, M., Carnets intimes, pp. 43-44.

11Ibid., p. 234.

12Cf. Blondel, M. “L’Illusion idéaliste”, p. 735.

13Izquierdo, C., “Maurice Blondel, el filósofo de la acción”, p. XXVIII.

14Cf. Blondel, M., L’Action, p. 159.

15Blondel, M., “Lettre sur les exigences de la pensée contemporaine en matière d’apologétique et sur la méthode de la philosophie dans l’étude du problème religieux”, p. 65.

16Cf. Blondel, M. y F. Lefèvre, L’Itinéraire philosophique de Maurice Blondel, pp. 66-67.

17Blondel, M., L’Action, p. 194 (232).

18Cf. ibid., p. 189 (228).

19Ibid., p. 197 (236).

20Ibid., p. 182 (220).

21Ibid.

22Bocken, I., “Mystik als Tat? Philosophie und Spiritualität bei Maurice Blondel”, pp. 80-81.

23Blondel, M., L’Action, p. 100 (133).

24Cf. English, A., “‘Science cannot stop with science’: Maurice Blondel and the sciences”, p. 272.

25Cf. Gómez Rodas, C. y J. Álvarez Gómez, “Hacia una filosofía ‘practicante’. La acción en las obras menores de Maurice Blondel y su aporte al pensamiento contemporáneo”, p. 116.

26Bocken, I., “Mystik als Tat? Philosophie und Spiritualität bei Maurice Blondel”, p. 81.

27Observaba su discípulo Archambault pocos años antes de que Blondel publique su trilogía: “Mientras que los filósofos que lo precedieron en este camino mantienen demasiado a menudo al conocimiento ‘real’ en una cohabitación sospechosa con el presentimiento ciego, el instinto, la sensación bruta o el ‘corazón’ (sentido afectivo), aislándolo, por otro lado, del exceso de conocimiento ‘nocional’ técnicamente determinado, M. Blondel: por un lado, trata de dotar este conocimiento ‘real’ de una dialéctica y de una lógica propias, de medios adecuados de control y de crítica; por otro lado, establece firmemente que la reflexión y el discurso cuentan entre las condiciones de discernimiento y de progreso de este conocimiento real en sí mismo, y más ampliamente, de la vida espiritual total” (Archambault, P., “La théorie de la connaissance dans la philosophie de Maurice Blondel”, pp. 174-175).

28Bertoldi, F., “Blondel e la verità come adaequatio realis”, p. 338.

29Bernal, A., “En torno a ‘L’Action’ de Maurice Blondel”, p. 249.

30Cf. Izquierdo, C., “Maurice Blondel, el filósofo de la acción”, p. XXI.

31Blondel, M., “Carta a Boutroux (16-IX-1886)”, p. 10.

32Cf. Angulo, J.C., “La construcción de la persona en ‘L’Action’ (III, 2-4) de Maurice Blondel”, p. 48.

33Cf. Duméry, H., “Blondel et la méthode réflexive”, pp. 390-391.

34Gilbert, P., “Le phénomène, la médiation et la métaphysique: Le dernier chapitre de ‘L’action’ (1893) de Maurice Blondel (Première partie)”, p. 99.

35Blondel, M., L’Action, p. 469 (523).

36Cf. Baracaldo Vega, C. “La verdad en Maurice Blondel y su aporte al quehacer teológico”, pp. 14-15.

37Blondel, M., “L’Illusion idéaliste”, p. 736.

38Blondel, M., L’Action, pp. IX-X (5).

39Blondel, M., Carnets Intimes, p. 434.

40Blondel, M., “Le point de depárt de la recherche philosophique”, p. 556.

41Cf. Gómez Rodas, C. y J. Álvarez Gómez, “Hacia una filosofía ‘practicante’. La acción en las obras menores de Maurice Blondel y su aporte al pensamiento contemporáneo”, pp. 128-129.

42Fernández Pereira, J., “Ser y acción en la obra del primer M. Blondel”, p. 208.

43Izquierdo, C., “Maurice Blondel, el filósofo de la acción”, p. XXIX.

44Blondel, M., L’Action, p. 19 (40).

45Ibid., p. 19 (41).

46Ibid., p. 132 (168).

47Ibid., p. 133-134 (169).

48Izquierdo, C., “Maurice Blondel, el filósofo de la acción”, pp. XXIX-XXX.

49Marion, J-L., “La conversion de la volonté selon ‘L’Action’”, p. 33.

50Cf. Gómez Rodas, C., “El fenómeno de la voluntad que quiere: Una puerta a la trascendencia en Maurice Blondel”, p. 104.

51Observación al término “Volonté”, en Lalande, A., Vocabulaire technique et critique de la philosophie; Cf. Bouillard, H., Blondel y el cristianismo, p. 87; Virgoulay, R., “‘L’Action’ de Maurice Blondel. Une philosphie de la volonté”, pp. 59-60.

52Bernal, A., “En torno a ‘L’Action’ de Maurice Blondel”, p. 249.

53Bouillard, H., Blondel y el cristianismo, p. 87.

54Blondel, M., L’Action, pp. 41-42 (66).

55Cf. Virgoulay, R., “‘L’Action’ de Maurice Blondel. Une philosphie de la volonté”, p. 57.

56Blondel, M., L’Action, pp. 136-137 (172).

57Cf. English, A. “‘Science cannot stop with science’: Maurice Blondel and the sciences”, p. 284.

58Blondel, M., L’Action, p. 60 (90).

59English, A., “‘Science cannot stop with science’: Maurice Blondel and the sciences”, p. 285.

60Blondel, M., L’Action, p. 53 (83).

61Observa Blondel: “La independencia del espíritu es indispensable en esta investigación, no solo porque -sin prejuicio de ningún tipo- implica admitir en primer lugar la infinita diversidad de conciencias humanas, sino sobre todo porque en cada una, bajo los sofismas ignorados y las debilidades no reconocidas, hay que volver a encontrar la aspiración primitiva para conducirlas a todas, con total sinceridad, hasta el término de su impulso voluntario… a fin de volver a captar en el centro mismo la verdad esencial a toda conciencia y el movimiento común a toda voluntad” (Ibid., pp. XX-XXI (13-14)).

62Ibid., pp. 126-127 (161).

63Ibid., p. 427 (480).

64Blondel, M. y F. Lefèvre, L’Itinéraire philosophique de Maurice Blondel, p. 76.

65Maurice Blondel, L’Action, p. 470 (524).

Recibido: 06 de Noviembre de 2020; Aprobado: 06 de Septiembre de 2021

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