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Revista Medica Herediana

versión impresa ISSN 1018-130Xversión On-line ISSN 1729-214X

Rev Med Hered v.20 n.1 Lima ene. 2009

 

Los veinte años de la Revista Médica Herediana.

 

Twenty years of the Revista Medica Herediana.

 

Fabiola León-Velarde Servetto1

 

1Rectora de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, Lima, Perú.

 

Si tuviéramos que definir lo que es una universidad, tendríamos que decir que ella es una comunidad de personas unidas por un mismo fin. En efecto, toda institución universitaria es, en el fondo, el resultado de una unión de voluntades orientadas a la creación y a la transmisión del conocimiento en una gama amplia de disciplinas que, pese a su diversa apariencia exterior, poseen una unidad esencial que se sustenta en la búsqueda del conocimiento y del bien común, que tiene toda actividad cognoscitiva por más especializada y abstracta que parezca.

Ciertamente, esta definición de lo que constituye una universidad podría ser suscrita por todas las casas de educación superior del mundo. Sin embargo, no todas podrían respaldar con acciones, con hechos concretos y verificables, el cumplimiento de una de las características que hemos señalado: la creación de conocimiento, es decir, la apertura hacia nuevos horizontes del saber a través de la investigación.

Y esta carencia es muy grave. Quien ha tenido una verdadera experiencia universitaria sabe muy bien que uno de los mayores fundamentos de la vida de la comunidad académica lo constituye esa inquietud del pensamiento que da paso al desarrollo de la ciencia. En efecto, una universidad no puede ser digna de llevar ese nombre si se limita a reproducir el manejo de técnicas y herramientas, si se conforma con la mera transmisión de un conocimiento heredado sin confrontar su validez y su actualidad. La investigación es, pues, la mayor fuente de riqueza de una institución académica, la garantía y la expresión de su permanencia y de su relevancia social.

A lo largo de la historia de la humanidad, la labor de investigación ha ido adquiriendo un papel cada vez más importante en el desarrollo de las sociedades. Sin embargo, hoy en día ella ostenta un rol protagónico, decisivo, pues vivimos en un entorno donde los recursos intelectuales resultan más valiosos que los materiales. Para la llamada sociedad del conocimiento, es en el saber y no en el tener en que radica el verdadero poder. Y, por tanto, saber más asegura y multiplica las posibilidades de desarrollo y crecimiento.

Pese a que esta realidad mundial es incuestionable, y pese también a que contamos con jóvenes con enorme talento y clara vocación para estas labores, la investigación en nuestro país es una tarea ardua y minoritaria. Ello se debe, en primer lugar, al escaso o nulo impulso que brinda a esta actividad el Estado: la inversión estatal en este rubro se encuentra entre las más bajas de nuestro continente, lo que ya es decir bastante. En segundo lugar, la institución universitaria misma se encuentra en crisis. Por un lado, prolifera un nuevo tipo de universidad, la universidad-empresa o universidad-negocio, que, regida por estrategias alejadas de los intereses estrictamente académicos, marcha al compás de las leyes del mercado y sólo ve en la enseñanza un medio para otorgar títulos y diplomas. Por otro lado, muchas universidades, sobre todo públicas, se hallan entrampadas en sí mismas, pues los altos valores que en el discurso defienden se traducen en la realidad -por el abandono del Estado y por la pugna a su interior de intereses particulares- en baja calidad académica y muy pobre actividad de investigación. Hay, sin embargo, valiosas pero contadas excepciones que se salen de esta regla.

Es en este panorama que la Universidad Peruana Cayetano Heredia insiste con tenacidad en una clara política institucional: cultivar y promover la investigación en todos sus ámbitos y en todos sus miembros, buscando que sus aulas sean un ambiente propicio para esta labor. Esta orientación nuestra se explica porque somos permanentemente conscientes de la auténtica naturaleza de la misión universitaria; pero también porque queremos ser dignos herederos de nuestros fundadores: hombres y mujeres de ciencia que, empeñando su esfuerzo y su talento, imaginaron nuestra comunidad como una fuente incesante de conocimientos e ideas.

A luz de estas consideraciones, se entiende por qué la Revista Médica Herediana tiene entre nosotros una función muy destacada. En efecto, a lo largo de su existencia, sus páginas no sólo han albergado cientos de trabajos serios y rigurosos, portadores muchas veces de planteamientos originales y pioneros que han alcanzado repercusión internacional, sino que han contribuido enormemente a despertar vocaciones o a reafirmar las ya existentes. Bástenos revisar las estadísticas de los proyectos de investigación médica que anualmente se realizan en nuestro país, para comprobar que buena parte de ellos corresponde a miembros de nuestra comunidad que de algún modo se han hallado vinculados a esta revista.

Por todo lo dicho, la Universidad Cayetano Heredia se siente profundamente orgullosa de esta publicación y de estas dos décadas de fecunda labor. Estamos seguros de que los logros alcanzados y los que han de cosecharse en el futuro, además de ser un motivo de renovada satisfacción para nuestro claustro, están llamados a constituir un capítulo importante en la historia de la investigación y la ciencia en nuestro país.

 

 

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