Desde que el bibliotecario de la Universidad de Colorado J. Beall hizo las primeras denuncias en 2008 1, hasta la fecha han aparecido multitud de artículos y títulos de revistas relacionados con el tema de revistas predadoras y su derivado las “revistas secuestradas”. El modelo ha sido copiado por editoriales de libros, organizadores de congresos científicos y promotores de reuniones científicas internacionales ficticias siempre con el propósito de obtener beneficios económicos a cambio de ofertas fraudulentas.
Tal como ha sido citado recientemente por Boukacem 2 impresiona que el problema tiene particular vigencia en países del llamado tercer mundo. Nuestra región no se escapa del problema 3 a pesar de lo difícil de un detallado seguimiento y que las respectivas autoridades institucionales y académicas no han tomado las medidas preventivas correspondientes.
Existen diversas interpretaciones en torno al concepto de revistas predadoras 4, pero giran, entre otros, alrededor de las siguientes características:
Publicación periódica que presenta una imagen pública de ser “científica”. Su modelo se basa en obtener beneficios económicos obtenidos de los potenciales autores. De hecho, se le considera una industria internacional multimillonaria. Una experiencia bibliográfica interesante consiste en colocar en el buscador “giant predatory publishers”. Podrán observar cómo algunas de ellas administran más de un centenar de libros y revistas. La Universidad de Cambridge 5 ofrece una detallada lista de control que permite orientar sobre el tema.
Los títulos de las revistas son muy atractivos particularmente para autores provenientes de los países menos desarrollados como son los de nuestra región.
Ofrecen un sistema de arbitraje o revisión, pero generalmente este es mediocre o baja calidad.
El formato básico corresponde a una revista electrónica de acceso abierto (Directory of “Open Access” Journals https://doaj.org/)
Ofrecen el atractivo de publicación inmediata de los manuscritos. De antemano, podemos afirmar que es dudosa la calidad gerencial de una revista que publica más o menos inmediatamente un artículo recién recibido.
Se valen de ingeniosos y diversos recursos para captar autores y posteriormente cobrar el servicio
Registro fraudulento en índices y bases de datos. Es un hecho conocido que varias de estas revistas han logrado figurar en registros reconocidos como prestigiosos, lo cual, por lo tanto, no es garantía de seriedad.
La mayoría de estas revistas y sus respectivos editores tienen su sede en países del lejano oriente, pero cuentan con oficinas en países del mundo occidental. En algunas no es posible precisar dónde funciona el editor responsable visto que ofrecen direcciones postales o electrónicas falsas o incompletas.
Un aspecto muy subjetivo consiste en tentar la vanidad de publicar por publicar o figurar. En consecuencia, es de escaso beneficio colocar un artículo con contenido científicamente valioso en un escenario universalmente cuestionado.
Los registros que se están llevando en diversas bases de datos permiten afirmar que los títulos de estas revistas ya se cuentan por decenas de miles. Un perfil detallado y riguroso, ordenado por niveles de exigencia lo ofrece la plataforma “Cabells The Source”. 6
“Por qué publicar”, “Publicar o perecer”. Son dos frases que se escuchan internacionalmente en el mundo académico y se relacionan particularmente con los autores jóvenes quienes inician su carrera profesional cada vez más competitiva, especialmente si aspiran desarrollarse en el ascenso jerárquico o a la consecución de financiamiento para sus investigaciones. Los concursos de cargos se fundamentan en los currículos y estos a su vez contemplan “lista de publicaciones”. Es usual en muchos medios asistenciales o académicos valorar este currículo en función de la cantidad de publicaciones sin tomar en cuenta la calidad científica de las mismas. En algunos escenarios se añade como factor a considerar si la publicación aparece en una revista nacional o extranjera con la tendencia de valorar más a las extranjeras sobre las nacionales; por cierto, en perjuicio de nuestras revistas locales. De esta manera, se presenta un terreno abonado para los gestores de las revistas predadoras.
Es prácticamente imposible ponerles un coto directo a los editores de las revistas predadoras pretendiendo castigarlas o prohibirlas. Los mecanismos de control posible se encuentran entonces entre los propios autores o quienes tienen la responsabilidad de valorar donde colocar su producción. Esta responsabilidad se extiende hacia los integrantes de los cuerpos editoriales y los árbitros o revisores. Los modernos recursos electrónicos permiten identificar con bastante facilidad las citas y referencias electrónicas.
Los autores, revisores y editores deben familiarizarse con los criterios de calidad de una revista científica tanto impresa como electrónica y muy particularmente con aquellas que afirman seguir el formato “acceso abierto” lo cual implica que sean indexadas y arbitradas. Sin embargo, hay que ser cautelosos, hay muchos niveles de calidad o fiabilidad en los calificativos “indexado o arbitrado”.
Al confeccionar las bibliografías que respaldan sus artículos los autores deberían cerciorarse que ninguna de ellas corresponde a artículos o libros provenientes de revistas o editoriales predadoras.
Dos aspectos son cruciales; por una parte, aprender a identificar las revistas potencialmente predadoras y así evitar enviarles sus manuscritos y por la otra, evitar colocar en las referencias bibliográficas de su manuscrito citas basadas en este tipo de revistas. De ser preciso asesorarse con profesionales de la bibliotecología.
Vale la pena seguir el consejo del prestigioso y muy experimentado grupo Think. Check. Submit. Committee 7 cuando recomienda que no basta con sólo visitar las listas de las páginas de las revistas o editores potencialmente predadoras. Este comité de expertos elaboró una detallada lista de verificación complementaria para evaluar revistas, libros o sus capítulos.