Sr. Editor:
El desarrollo económico de las últimas décadas conllevó una transición epidemiológica a enfermedades no transmisibles (ENT), estas presentan factores de riesgo 1, como la dieta no saludable, inactividad física, tabaco, contaminación aérea, presión sanguínea alta, obesidad, depresión, colesterol elevado y exceso de alcohol 2, que conllevan a condiciones como cáncer, enfermedades respiratorias, diabetes II y enfermedad cardiovascular que representan el 80% de muertes por ENT; el tratamiento de estas condiciones requiere el empleo de ingresos propios, 48%, 36% y 15% en países de renta baja, media y alta, respectivamente y el gasto sanitario estatal de 75% y 97% en países de renta baja y media-baja, respectivamente 3.
El desarrollo de la COVID-19 conllevó a la interrupción total o parcial de servicios ambulatorios de prevención y tratamiento de ENT por la reasignación de personal a áreas COVID-19, interrupción de cadenas de suministro de distribución de medicamentos y productos sanitarios, cancelación de tratamientos planificados e inasistencia de pacientes por reducción del trasporte y el temor de contagio 4; además las cuarentenas y el aislamiento social favorecieron efectos negativos en la salud mental como angustia, tristeza, ira, rabia, aislamiento, insomnio y baja autoestima, trastornos como depresión, ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo, estrés postraumático y suicidio 5, estas situaciones implican la pérdida de control de muchos factores de riesgo y posibles complicaciones y/o muerte por las ENT.
Las ENT se vinculan de manera estrecha a patologías bucales e inducen a un mayor desarrollo de lesiones de caries dental, enfermedades periodontales y cáncer bucal 6, ambas condiciones comparten muchos factores de riesgo, acrecentados en este nuevo contexto sanitario, como casos de trastornos alimenticios y la reducción de la higiene bucal, asociado en muchos casos por la pérdida de rutinas laborales o académicas 7, como consecuencia de la menor necesidad de contacto con otras personas, la higiene oral deficiente conlleva al riesgo de desarrollar de enfermedades bucales que generen dolor, sepsis, pérdida de la calidad de vida, ausentismo escolar, trastornos familiares, reducción la productividad laboral, etc.(8; las condiciones mentales, antes descritas, favorecer al desarrollo de lesiones no cariosas como la abfracción, abrasión, atrición y bruxismo y efectos a nivel neuromuscular y de la articulación témporo- mandibular como el trismus, a nivel de las mucosas el desarrollo de estomatitis aftosa, liquen plano oral, herpes simple recidivante, lengua geográfica, síndrome de boca ardiente 9. El tratamiento de estas condiciones conllevan a elevados gastos familiares, de difícil acceso para personas de escasos recursos, y los gastos estatales en odontología representan solo de 5-10% del presupuesto sanitario total, siendo la caries la cuarta patología más cara de tratar 6, aunado a estas dificultades se presentan restricciones del empleo de instrumentales rotatorios, reducción de aforo y la sola atención de urgencia y emergencias conllevan a un círculo vicioso de relación entre las ENT y las enfermedades bucales 10.