Sra. editora:
El coaching es una disciplina enfocada en el autoconocimiento, la motivación y el desarrollo personal y profesional. Consiste en que un facilitador, conocido como coach, trabaja junto al participante, denominado coachee, utilizando la conversación como herramienta principal para facilitar el aprendizaje desde una postura no directiva. Esto implica establecer una base sólida, cocrear la relación con el coachee, comunicarse efectivamente, facilitar el aprendizaje y crear un espacio seguro (1).
En el ámbito educativo, el coaching ha demostrado ser una estrategia eficaz. En Perú, Sánchez et al. (2) lo implementaron para estudiantes de secundaria que enfrentaban entornos con problemas sociales y carecían de claridad para construir proyectos de vida personales. Los resultados mostraron mejoras significativas en la autorregulación del aprendizaje y en el desarrollo formativo de los estudiantes. Asimismo, Cárdenas et al. (3) propusieron un programa de coaching enfocado en mejorar el desempeño profesional de docentes de secundaria, destacando su potencial para optimizar las habilidades pedagógicas y fortalecer la labor docente.
En odontología, el coaching educativo está emergiendo como una metodología valiosa. El proceso involucra reuniones regulares entre los estudiantes y un coach, estableciéndose objetivos y estrategias para superar desafíos (4). Este enfoque fomenta la adaptabilidad, la reflexión y la autorregulación profesional, capacitando a los estudiantes para identificar y abordar sus propias fortalezas y debilidades (4, 5).
Entre las ventajas del coaching educativo, destaca su capacidad para fomentar un desarrollo integral, ya que promueve competencias técnicas y habilidades blandas necesarias para el ejercicio profesional. Además, ofrece un aprendizaje personalizado al adaptar la enseñanza a las necesidades específicas de cada estudiante. Este enfoque también fomenta la autonomía, alentando a los estudiantes a tomar decisiones informadas y responsables, lo que se traduce en profesionales más seguros y competentes (4-6).
Sin embargo, existen ciertas desventajas asociadas al coaching educativo. Su implementación puede requerir recursos adicionales, como tiempo, personal capacitado y herramientas adecuadas, lo que podría suponer una carga económica. Asimismo, los estudiantes podrían volverse excesivamente dependientes de sus coach, limitando sus capacidades para actuar de manera autónoma. Además, la resistencia al cambio, tanto por parte de los estudiantes como de los educadores, puede dificultar la adopción de esta metodología (4-6).
En la odontología, el coaching educativo presenta varias oportunidades. Permite la integración de enfoques más holísticos y centrados en el estudiante. También se observa una mejora académica, dado que se enfoca en las necesidades individuales de cada alumno. Además, esta estrategia puede fortalecer las competencias profesionales, preparando a los estudiantes para enfrentar los desafíos del mundo laboral (4-6).
No obstante, existen algunos desafíos vinculados a esta filosofía. Se requiere la formación especializada y continua de los coach para garantizar la calidad del coaching. Otro reto es la integración de esta metodología en el currículo, que implica diseñar un modelo alineado con los objetivos educativos y viables dentro del marco institucional existente. Finalmente, la sostenibilidad a largo plazo de este programa educativo representa un desafío, ya que requiere recursos continuos y un compromiso institucional constante (4-6).
En conclusión, el coaching educativo en la enseñanza de la odontología proporciona ventajas significativas que pueden transformar el proceso de enseñanza-aprendizaje, haciéndolo más personalizado, motivador y efectivo. No obstante, su implementación conlleva desafíos importantes que requieren una gestión adecuada. Con una planificación y ejecución adecuadas, este enfoque puede ser una herramienta poderosa para preparar a futuros odontólogos con las competencias necesarias para enfrentar los desafíos del mundo profesional













