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Educación

versão impressa ISSN 1019-9403versão On-line ISSN 2304-4322

Educación vol.27 no.53 Lima set. 2018

http://dx.doi.org/10.18800/educacion.201802.011 

RESEÑAS

 

Bellei, C. (2015). El gran experimento. Mercado y privatización de la educación chilena. Santiago de Chile: LOM ediciones.*

 

Máximo Escobar Cabello**

Universidad Católica del Maule - Talca - Chile

* Agradecimientos al doctor Omar Turra D., director del Programa Doctorado en Educación, Universidad del Bío-Bío.
** Profesor de la Escuela de Kinesiología, doctor (c) del Programa Doctorado en Ciencias de la Educación en Consorcio de la Universidad del Bío-Bío, Chillán, Chile.

 


 

 

La «Evolución de las políticas educacionales en Chile: 1980-2014» capítulo compartido con Vanni Cucurella, posiciona al lector en un periodo de tiempo el cual desmenuza de manera específica los componentes del gran experimento que refiere la obra. No obstante, es necesario precisar que este se encuentra en una etapa abyecta de nuestra historia educativa apareciendo casi irónico el excesivo sentido común con que se analizan los cambios desde 1980 en adelante. Referencias a un Estado de compromiso que conectaba el rol de la educación con la economía para intentar crear un país industrializado y desarrollado «hacia afuera» anhelando terminar con la desigualdad social, cristalizada en un proyecto que no alcanzó a nacer, la Escuela Nacional Unificada, sustentada poderosamente por la conciencia social de un parte importante del magisterio bajo los principios de la tradición «Educación pública, laica y gratuita», son prácticamente inexistentes en el análisis.

De tal carácter es la asepsia de este capítulo que confrontando la visión expresada en los «Derechos sociales y educación» (Atria, 2014), trae a la memoria su inevitable neutralidad cuando el autor se refiere a la ceguera de los expertos. No se trata de ubicar la publicación de Bellei y Vanni en un marco ajeno de los datos, no obstante, sí cabe una duda razonable: El gran experimento no hubiese sido técnicamente viable en Democracia.

Entonces, Bellei y Vanni, en este capítulo, no consideran que este gran experimento necesitó el aniquilamiento del sistema previo que caracterizó históricamente a la educación chilena. En el escrito, no se presenta ningún freno intelectual para la totalización de la mercantilización tecnocrática, autoritaria y gerencial de los vencedores del sistema educativo actual. Parte entonces el gran experimento sin connotar que el tiempo corto del acontecimiento es engañoso, pues explica poco de los movimientos históricos; el tiempo largo, en cambio, permite mostrar el modus operandis de la desigualdad educativa en Chile. Parece de perogrullo y particularmente irónico dar la razón a que los miopes a la dimensión pública de la educación, son quienes se dedican profesionalmente a estudiarla.

La «Educación pública, educación privada y privatización. Conceptos básicos» en colaboración con Víctor Orellana Calderón, entrega una clara conceptualización del «Caballo de Troya» que ha significado el desmantelamiento programado a través de la privatización del sistema público de la educación. En el marco del análisis propuesto se evidencia la coacción con la que se ha desarrollado la política educativa del Estado y como tal se confirma una situación ampliamente aceptada por los protagonistas que tampoco aquí pareciera relevante identificar a los MINISTROS DE EDUCACIÓN del Gobierno de Chile posdictadura. En cualquiera de sus formas (abierta o interna) y magnitudes, la privatización implicó e implica un manejo interesado de la plusvalía respecto de los recursos asignados por el Estado para el desarrollo de un bien inmaterial como es la formación de las personas. Si el análisis a través de la conceptualización propuesta incorporara los respectivos gastos que el sistema ha incurrido en el aumento de la inversión más importante de la historia, con certeza agregaríamos carga al desequilibrio político del Estado proveedor y subsidiario.

Considerando la conclusión se dificulta aún más la proyección para el rescate de la educación tradicional chilena porque desde las dos dimensiones propuestas, tanto la privatización interna de la educación pública (materia en debate conceptual y político), como la privatización abierta de la educación (supone la expansión de la provisión privada del servicio educacional) reconocen que el sistema educativo en su conjunto posee un enorme componente privatizador. Tal efecto no es sino la fragmentación, es decir apartar el ejercicio soberano del rol colectivo en la educación. Orellana y Bellei en este capítulo no dan cabida a la reflexión respecto de lo más importante que señalan los defensores de la política de privatizaciones, su razón de ser: «Los Consumidores», es decir, en este importante ejercicio clarificador de la privatización parecieran no existir las voces disidentes de los padres, estudiantes y profesores que una vez más, solo se escuchan cuando gritan en las calles.

En el «Apoyo público a escuelas privadas en las experiencias de Europa y Norteamérica» escrito junto a Carolina Trivelli se presenta una demostración comparativa de los sistemas educacionales que consideran las experiencias del apoyo público a las escuelas privadas concentrándose en la administración y gestión que se ejerce por medio de la operación de fuertes mecanismos de regulación correspondientes a los casos de Holanda, Bélgica, Suecia, Inglaterra, Canadá y Estados Unidos de Norteamérica, destacando la nula representación del concepto educativo de libertad de empresa utilizado en Chile. Queda de manifiesto que no tiene símil en la organización del mundo aludido y que es inevitable cuestionarse por qué razón se mantiene en nuestra realidad tan devota de occidente. Queda claro que el caso nacional es un gran extremo y no un gran experimento, en donde todo el soporte de la razón utilizada hasta el momento no ha sido suficiente para demostrar que el dilema no está entre los pares binarios público-privado, como financiamiento; ni Estado-mercado, como gobernanza, argumento sostenido hasta el momento y solo empleado por los técnicos de la educación. Si no que el dilema está usando la misma estructura paradigmática, en otros pares binarios que apuntan a la gobernanza y la coordinación que oscila entre la dependencia-autonomía y en el sistema de financiamiento al establecer que la educación es un derecho y no una mercancía, tenemos que en la comparación de los modelos en cuestión, no basta con señalar simplemente que el chileno es un caso atípico, qué duda cabe, la conclusión da para compromisos que epistémica y razonadamente demuestran que estamos frente a un ya evidente banquete político sin color, que alimenta a multiformes insaciables fauces del libre mercado educativo.

En la «Privatización de la educación en América Latina» un análisis a medias con Orellana, se presenta un buen documental de la empiria latinoamericana al establecer los extremos de las regulaciones estatales y privadas. Chile es ubicado, interesadamente como un análogo privatizador con lógicas de mercado de formas más no de contextos respecto del caso haitiano. Los casos vecinos han sido bastante más cautos respecto de la «modernización» proselitista, exhibiendo el proteccionismo del Estado junto a sus políticas educacionales para resistir los embates del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. Al respecto, se reducen con extrañeza los ímpetus de la política pública tratada en el capítulo, cuando bajo los mismos constructos valorativos y de rendición de cuentas, Cuba con un totalitarismo estatal exhibe los mejores indicadores en la región.

«Equidad educativa y dinámicas de mercado en educación» es uno de los capítulos más sólido del autor, tal vez por el conocimiento que tiene del sistema en el cual ha operado por tres décadas. Chile categóricamente se ha transformado en un país nunca antes tan radicalizado, donde solo el origen socioeconómico, determina dramáticamente los resultados de aprendizaje de sus escolares. La lógica que los instrumentos de mercado han transferido interesadamente al campo educativo materializando la elección de la escuela, la competencia entre ellas y la privatización del servicio educacional, es que provocaron un impacto directamente proporcional sobre la equidad determinando que la composición de las escuelas sea igual al nivel socioeconómico de las familias.

El gran experimento ha demostrado que el aumento de la competencia entre las escuelas aumentó la desigualdad del logro, aumentó la segmentación social y académica. Campea el estigma de que en la educación pública «entra cualquiera», acompañándose de los conceptos que la caracterizan por «lo gratuito, lo no selectivo, la menor seguridad, la menor disciplina y la menor exigencia». Desde la perspectiva de una educación pública que pretende inhibir la transmisión intergeneracional del privilegio o la desventaja del nacimiento, se pasa a un corolario privado que llega a creer que la meritocracia actúa contra las familias, de esta manera por defecto o por diseño, la institucionalidad educativa no logra contrarrestar el peso de la herencia familiar.

No solo se hacen carne los postulados respecto de la ilegitimidad y el encubrimiento de la reproducción social que es consecuencia del mercado, es más aún, el mercado en este caso único los utiliza productivamente.

Se habla de un concepto sustentado en que cada ser humano tiene derechos proporcionales a su condición social, justificándose una educación diferente para los diferentes bajo el eufemismo de la equidad, lo que en sencillo es una educación rica para los ricos y una educación pobre para los pobres.

Semejante barbaridad conclusiva explica gran parte de la lacra social chilena actual y de no mediar transformaciones profundas, futura. Tales evidencias violentan la mínima inteligencia del pueblo y obligan a sus hijos a rebelarse contra la irresponsabilidad por la educación, denunciando sin consideraciones a las autoridades políticas, clericales, periodísticas y militares que han apoyado, perfeccionado, negociado y consolidado el peor sistema que pudieron haber incubado las élites autóctonas del país.

Con «El estudio de la segregación socioeconómica y académica de la educación chilena» Los compañeros de escuela y la equidad, son fagocitados por el efecto de la segregación escolar (grado en que miembros de diferente grupos sociales pueden llegar a interactuar) la cual se conforma en grupos y categorías sociales y que delimita el espacio de convivencia potencial, determinando una segregación contextual o residencial, una institucional o sociocultural determinada por la preferencia de las familias. Tales consecuencias derivan en el empobrecimiento de la experiencia formativa, la reducción de los logros de los más vulnerables y en consecuencia la dificultad para el logro del mejoramiento educacional de todo el país, quedándonos con la exigua agrupación de estudiantes según habilidades académicas cuyo efecto positivo es solo para los más aptos. Nuevamente detentamos un record, el país con menor inclusión social y con más baja inclusión académica. Lo incomprensible es que teniendo los antecedentes originarios de la segregación y por tanto habiendo identificado la evolución negativa en el aumento de las inequidades, se estimulen la creación de liceos bicentenarios de excelencia. ¿Por qué no se discute al menos, los resultados de investigaciones que han señalado que, de mantener políticas de innovación neutras y homogeneizantes, no se generarán avances significativos para la igualdad educativa? La pregunta es ¿dónde está la eficiencia de los mecanismos de regulación compensatoria? Bien vale una rendición de cuentas, pero, esta vez, de los asesores, consultores, evaluadores expertos y especialistas del ministerio.

Respecto de «El fin del lucro como política educacional», el cual se define como la ganancia que se obtiene con una actividad orientada por el mercado, que, como ya se analizó, se nutre de la elección familiar de la mercancía educación, la que se optimiza a través de la competencia de las escuelas y la provisión educacional privada donde el Estado ya no tiene un interés especial por educar. Así, se comparte, finalmente, que la política educacional chilena es de excepción, ha sido consistente con los fines privados del lucro consolidando la versión extrema de la promoción del mercado escolar para ostentar el privilegio de no tener par en el mundo. Destacan las razones empíricas de las investigaciones que apoyan las afirmaciones que hace Bellei (2015); no obstante, todas ellas indican la dirección contraria de las acciones estatales, siendo la tendencia en el mundo razonable oponerse a la lógica del mercado, evitar que un privado reproduzca los privilegios y la desventaja de las generaciones por venir. Llega a tal punto la decrepitud nacional que incluso vamos en contra de las recomendaciones del Banco Mundial y la OCDE. Una vez más, la pregunta es: ¿quiénes son los responsables? ¿por qué no aparece ni un solo nombre de aquellos que han amparado, promovido y cautelado tal absurdo? ¿es que, acaso, Chile se transformó en un país de pusilánimes sin capacidad de diagnosticar y autorregularse?

Se llega al balance de ponderar el gran experimento con la «Expansión de la educación privada y mejoramiento de la educación en Chile». La evidente realidad de las escuelas en términos generales y específicos ¿Son mejores si son privadas o públicas en Chile? La paradoja de los resultados analizados es lo contradictorio a pesar de lo poco comparable de las investigaciones realizadas (es cómo si los estudios también fueran presas de las mismas leyes del mercado). Estudios más o estudios menos los logros no indican una tendencia clara, excepto el aumento de la inequidad y la segmentación. Se puede afirmar que los mecanismos explicativos tienen directa vinculación con los sesgos de selección (elección de los padres, test de admisión, requisitos de ingreso, expulsión de repitentes), y en el caso de los «buenos resultados» se atribuye la ventaja de las escuelas privadas a su capacidad de seleccionar continuamente a los más hábiles. Darwin podría explicar sin mayor dificultad como este modelo educativo dialoga con la selección de las especies. No obstante, la sentencia de Bellei (2015), continúa desinfectada: «Algunas estimaciones indican que las escuelas privadas subvencionadas serían más efectivas que las públicas, otras señalan que no existen diferencias significativas entre ambos tipos de establecimientos y algunas han encontrado que las públicas serían más efectivas que las privadas» (p. 199).

Nobleza obliga «Movimiento estudiantil secundario como crítica a la educación regida por el mercado» Alude a un justo reconocimiento de los pingüinos1 ¡a romper la estructura de lo establecido para crear un nuevo sistema educativo! Bellei (2015), reconoce y analiza el enorme impacto que han tenido los estudiantes en la política educacional chilena, considerando que lo pedido no es radical como él mismo lo expresa, dado que, si la demanda se comparara con las condiciones ofrecidas por los países capitalistas más avanzados, a lo más nos ubicaría en paralelo. Pero pareciera que esta demanda se leyera en un marco de excentricidad o entropía.

Gratuidad de la educación pública, fin del lucro y la no selectividad, como nuevos principios estructurantes del sistema educacional, el movimiento estudiantil se aparta significativamente de la lógica de desarrollo de la educación chilena desde 1980» (p. 229).

«Directo a lo difícil», es evidente la necesidad de una nueva educación. Cuando la desconfianza en las instituciones, con reformas que están por terminar siendo algo muy distinto a lo que originalmente se había propuesto desde la coalición gobernante y cuyas consecuencias prácticas para la sociedad y la educación chilena parecen ser aún objeto de polémicas y desacuerdos, no se puede seguir manteniendo la higiene intelectual:

El Estado ha sido sobrepasado por el mercado y a menos que exista un cambio significativo de las reglas del juego en la educación chilena, esta tendencia no se revertirá (Bellei, 2015, p. 233).

El libro de Bellei, es de una postura aséptica. Por un lado, proporciona al lector abundancia informativa a través de sus datos y por otro con la sapiencia académica muestra imparcialidad ante los hechos. Sin embargo, tiene el valor de transmitir la esperanza de confirmar que más de 40 años de modelo neoliberal en la educación chilena no van a ser suficientes para deconstruir la realidad de la tradición educativa que solo les pertenece a los maestros chilenos. No podríamos discutirle su aporte en la tarea de la comprensión del fenómeno, pero, no alcanza para incorporarlo a los intelectuales que se necesitan para transformarlo.

 


1 https://es.wikipedia.org/wiki/Movilización_estudiantil_en_Chile_de_2006. La movilización estudiantil de 2006 corresponde a una serie de manifestaciones realizadas por estudiantes secundarios de Chile entre abril y junio de 2006 y reactivadas entre septiembre y octubre del mismo año. La movilización es conocida informalmente como Revolución de los pingüinos, estimándose que más de 100 000 estudiantes de más de cien colegios del país participaron.

 

Recibido el 06–04-17, aprobado el 04-06-18

 

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